Capítulo 45: La Primera Navidad de dos Futuros Slytherin.

Habían pasado unos meses desde el incidente Potter, como lo llamaba Severus. Era el último día antes de las vacaciones de Navidad, Severus y Nimue estaban preparando sus maletas para ir a casa, ese año recibirían a la familia de Nimue en su casa, al día siguiente por la mañana usarían el flu para volver a casa, sólo tendrían que hacer una limpieza a fondo, lo tenían todo preparado para alojar allí a Charlie y Amélie, también prepararon el sofá de la biblioteca para que fuera una cama muy cómoda para Suzanne y Malcolm, se llevarían con ellos a Albert, que estaba muy contento por volver a casa de sus primos y pasar allí las fiestas con sus padres. Hellen se alojaría con Regulus en casa de Minerva y Charity, por fin consiguieron instalarse en la casa que querían no muy lejos de la casa de Severus y Nimue. Brigitte y Pierre ese año iban a pasar las fiestas con la familia de Pierre, pero la víspera de Nochevieja irían a verlos y pasarían un par de días con ellos.

Severus estaba deseando pasar unos días tranquilamente en casa con Nimue, los niños y la familia, desde que se publicó la entrevista hubo bastante correo para ellos ofreciéndoles auténticas fortunas por la exclusiva del nombre de esa pareja tan insistente, obviamente todas las propuestas fueron rechazadas. Ese año no fueron al baile de Halloween para evitar a la prensa, pusieron como excusa al ministro una indisposición puntual, pero lo cierto es que se divirtieron muchísimo en la pequeña fiesta de Hogwarts, vistieron a los pequeños con unos adorables disfraces de calabaza y se convirtieron en el centro de atención de los alumnos y profesores que no fueron al baile. Les hicieron un montón de fotos a sus hijos y mandaron copias a sus amigos y familiares, incluso le mandaron una a la madre y la tía de Poppy, las ancianas los visitaban cada dos semanas si podían y entre ellas y Suzanne tenían jerséis de lana tejidos a mano de todos los colores para los niños.

Los niños tenían casi 6 meses, ya se sentaban sin apoyo y les gustaba jugar y acariciar a Selene, también comían purés y papillas, Nimue le dio a Binky las recetas que debían prepararse según las indicaciones de Wendy, los elfos preparaban la comida de los bebés con un cariño y un esmero increíble, incluso les llevaban la comida a la temperatura perfecta. Cuando Isobel y Jareth veían aparecer a Binky reían y se ponían muy contentos, porque les gustaban los elfos domésticos y porque sabían que siempre les llevaba cosas ricas para comer, incluso preparaban unas galletas especiales para ellos, no excesivamente dulces y de forma alargadita, los niños las chupaban y se ponían perdidos de migas y babas, pero se quedaban muy tranquilos en sus tronas y tenían una textura que era imposible que se atragantaran, casi se deshacían en la boca. Ya los habían vestido con sus monitos para los partidos de quidditch, a los alumnos de Hogwarts les encantó ver que les gustó de verdad su regalo.

Por suerte no volvieron a cruzarse con Lily Potter, Alice fue la intermediaria, le dijo que no volviera a acercarse a los Snape, que si los volvía a molestar, no dudarían hacer público no sólo su nombre como su acosadora, también lo que estuvo a punto de hacer. Se mantuvo alejada de ellos y, según supieron un par de días antes, estaban buscando trasladarse a Irlanda.

Estaban recogiendo las últimas cosas antes de irse a la mañana siguiente temprano, dejarían para guardar entonces los pañales y algunas cosas de aseo. Los regalos de Navidad estaban en casa y al día siguiente por la mañana pensaron que al llegar pondrían sus cosas en su sitio y luego irían a buscar un árbol de Navidad y adornos con Albert y los niños, tenían el árbol encargado, pero no lo recogieron antes porque pensaron que al primo pequeño de Nimue le gustaría colaborar en la decoración de la casa y así lo tendrían entretenido hasta que llegaran sus padres, no se equivocaron, le contaron ese día los planes al chico y estaba como loco por ayudar.

Se acostaron temprano, debían madrugar y no les daría tiempo a ir a hacer ejercicio en la sala de los menesteres…ya recuperarían el tiempo perdido de entrenamiento cuando volvieran en enero… y podrían dejar a los niños con sus abuelos y tíos para correr un poco en el parque cercano a su casa si había suerte y hacía buen tiempo.

Era la víspera de Nochebuena, se levantaron con todo preparado, desayunaron en su habitación, mientras Nimue les daba el pecho a los niños, como ya comían comida pasada y purés los estaba destetando, pero para desayunar aún les daba de mamar. Cuando terminaron recogieron un par de cosas más, metieron a Selene en su trasportín, cogieron a los niños y fueron a despedirse del resto del personal y a recoger a Albert, que estaba despidiéndose de sus amigos.

Albus les preguntó si podían ir unos minutos a su despacho con él, dejaron a los niños con Minerva y Charity, Hagrid estaba despidiéndose de ellos y los niños estaban riéndose con el bondadoso semigigante.

-Date prisa, Albus, tenemos cosas que hacer al llegar a casa. – Dijo Severus y Albus inmediatamente silenció la habitación.

-No tardaré nada, pero en el gran salón es imposible contar nada confidencialmente. Como ya sabéis, tengo amigos hasta en el infierno, uno de ellos me ha dicho que James y Lily Potter se quieren trasladar a Dublín, él quiere trabajar en la oficina del ministerio irlandés y ella para el consejo de educación de allí, necesitan ayuda con la organización de escuelas y parvularios para niños magos, quieren fundar escuelas allí también. Están esperando a que les confirmen el traslado tras la Navidad.

-¿Eso quiere decir que se van del país? – Preguntó Nimue, estupefacta.

-Exactamente… No os cruzareis con ellos en mucho, mucho tiempo…y, por supuesto, como estarán en el extranjero, me ahorraré su invitación a las reuniones anuales de la Orden del Fénix, aunque esa será la versión oficial para quien no sepa lo que estuvo a punto de hacer…os prometo que no pisarán Hogwarts hasta que vengan a la graduación de Harry, por lo menos en lo que a mí respecta.

-Gracias, Albus. – Dijo Severus.

-De nada, hijos, ya no os entretengo más, supongo que Albert está impaciente esperándoos, por cierto, deseadle Felices Fiestas a tus tíos y primos y, por supuesto, a tus padres y tu hermana y su marido, querida.

-Claro, Albus, Feliz Navidad a ti también, saluda a Maurice de mi parte.

-Por supuesto.

Volvieron al gran salón donde Isobel y Jareth estaban en los brazos de Hagrid, tirando de su barba mientras los niños que aún estaban por allí reían y el hombre enorme daba fingidos gritos de dolor.

-Bueno, Albus ya nos ha dejado irnos. – Dijo Severus. – Señor McGonagall, vaya a por su equipaje, nos vamos a casa ya.

-¡Sí profesor Snape! – Dijo el niño alegremente, corrió a su dormitorio con sus amigos Fred y George.

-Venid pequeñajos, dejad en paz al Tío Hagrid, tenemos que ir ya a casa.

-¿Os tenéis que ir ya? – Dijo Hagrid, dándole un bebé a cada uno de sus padres. – Echaré de menos a estos chiquitines.

-Ellos también. – Dijo Nimue. – Sabes nuestra dirección, puedes venir a verlos cuando quieras.

-¿De verdad? – Dijo mirando a Severus.

-Sí, Hagrid, por mí no hay problema… sólo ten cuidado con los marcos de las puertas, los techos y las lámparas. – Hagrid reía.

-Por supuesto, profesor.

Se despidieron del resto de profesores y de los chicos, Albert se reunió con ellos en el gran salón, iba cargado con sus maletas, Severus las encogió y se las dio para que las guardara en sus bolsillos. Llegaron rápido a sus habitaciones privadas, a pesar de llevar allí unos meses era la primera vez que entraba en la habitación de sus primos.

-¡Vaya, cuántos libros! – Dijo admirado.

-Es que tus primos somos unos ratones de biblioteca. – Dijo Nimue. – Es la primera vez que vienes aquí, ¿Verdad?

-Sí, una vez venía hacia aquí y me crucé con un Slytherin muy desagradable que me preguntó si venía a llorarle a mi prima porque echaba de menos a mi mamá.

-¿Quién fue? – Preguntó Severus.

-No lo recuerdo, algún memo. Da igual.

-Cariño. – Dijo Nimue. – Sabes que puedes venir a vernos aquí cuando quieras.

-Lo sé, pero prefiero veros en otro sitio, no quiero piensen que soy un enchufado o un pelotillero… o peor "un niño de mamá".

-Haz lo que quieras Albert, pero aquí siempre serás bienvenido cuando lo necesites. – Dijo Severus.

-Gracias, Severus. – Dijo Albert.

Entonces encogieron y guardaron su equipaje. Severus se puso una mochila canguro y a Jareth en ella y Nimue hizo lo propio con Isobel, Severus encargó a Albert llevar el trasportín de Selene. En unos segundos llegaron a casa.

Albert se sorprendió cuando supo que dormiría en la habitación de sus primos, mientras estuvieran allí, Severus y Nimue trasladaron su cuna temporalmente a su habitación, los pequeños dormían casi la noche entera del tirón, pero alguna que otra vez se despertaban con los pañales sucios y no querían que despertaran al chico. Nimue lo ayudó a deshacer las maletas y Severus terminó con su equipaje.

Después abrigaron bien a los niños, Severus y Nimue se cambiaron y se pusieron algo más cómodo, Albert se puso unas botas gruesas y una bufanda y un gorro de lana. Días antes había nevado y, aunque las tiendas que iban a visitar no estaban lejos, seguía haciendo frío. Fueron caminando, pusieron a los pequeños en su cochecito, al cual le habían cambiado el capazo por dos sillitas reclinables, así podían dormir si salían a pasear y les daba sueño. Severus llevaba el carrito y Nimue iba agarrada de su brazo, rodeando con su otro brazo los hombros de Albert.

-Severus. – Preguntó el niño. - ¿A qué hora viene mi hermana?

-Minerva me dijo que después del almuerzo quedó en ir a recoger a tu hermana y Regulus a la estación, Michael y su novia al final van a ver a la familia de ella, su bisabuelo está muy enfermo y muy mayor y ella quiere presentarle a tu hermano. Vendrán para Año Nuevo con Brigitte y Pierre.

-Vale, ¿Hellen al final se queda hasta Año Nuevo o se va tras la Navidad?

-Se va después de Navidad, con tus padres. – Dijo Nimue. – El hotel no puede estar desatendido tanto tiempo.

-Ya, después de Navidad, sé que me voy con mis padres, pero a Hogwarts ¿tengo que volver en tren o con vosotros?

-Como prefieras, si te apetece ver antes a tus amigos, puedes ir en tren, pero si no te gusta viajar en tren puedes volver con nosotros. – Dijo Nimue.

-No te ofendas, Nim, pero me gustaría ir en tren, me divertí mucho en septiembre.

-No me ofendo, cariño y Severus tampoco. – Lo miró asintiendo y sonrió levemente. – Es normal que quieras estar con tus amigos.

-Ya hemos llegado. – Dijo Severus.

Entraron al vivero, la semana anterior hicieron el encargo y el dueño de la tienda tenía preparado un árbol para ellos, era bastante bonito y grande, les dijo que se lo mandaría a casa en una hora, fueron a la tienda de al lado a comprar adornos. Severus le dijo a Albert que los ayudara a elegirlos y, medio en broma, medio en serio, que no se excediera con el rojo y el dorado… Nimue se reía y le dijo:

-Ni caso al primo Severus, seguro que tienes muy buen gusto, cariño.

Albert sonrió y empezó a buscar entre los adornos junto con sus primos. Jareth quería que Albert lo cogiera en brazos. El chico lo cogió y Nimue agarró a Isobel, ambos miraban embobados las luces y adornos, mientras tanto Severus iba poniendo lo que se llevarían en el cochecito. Se llevaron un montón de bolas, azules, verdes, doradas, plateadas, rojas y blancas transparentes que parecían nevadas, también cogieron algunos adornos con forma de muñecos de galleta de jengibre, un Papá Noel, un muñeco de nieve, unos renos, unos elfos y una casita de pan de jengibre, todas con movimiento, menos la casita que tenía luz y parecía echar humo por la pequeña chimenea. También compraron espumillón de varios colores y una estrella dorada para la punta y una corona para la puerta de la casa en verde y plateado.

Cuando volvieron a casa, unos 20 minutos después llegó el árbol. Severus ya había colocado el adorno para la puerta de la casa y estaba poniendo espumillón sobre el manto de la chimenea, él ni siquiera tenía adornos de Navidad y nunca pensó que podría ser tan divertido, cuando llegó el árbol, Nimue abrió la puerta, Albert fue a ayudarla y Severus sacó a los niños del corralito y los puso en el cochecito para que lo vieran todo, ayudó al empleado de la tienda a ponerlo en el sitio que Nimue y él despejaron para el árbol.

Entre Severus, Nimue y Albert adornaron el árbol en poco tiempo, los niños miraban desde su cochecito y reían y daban palmitas muy contentos. Albert estaba tan contento como sus primitos. Severus puso la estrella arriba del todo e hizo que pequeñas luces mágicas aparecieran por todas partes.

-¡Está muy bonito! – Dijeron Albert y Nimue aplaudiendo. Isobel y Jareth chillaban y estiraban sus bracitos queriendo tocarlo.

-No está mal… - Dijo Severus. – No es tan elegante como los de Hogwarts, pero creo que está bastante bien.

-¿Qué dices? A mí me encanta. – Dijo Nimue mientras hechizaba el árbol para que Selene no se pudiera acercar y tirarlo.

-A mí también. – Dijo Albert. – Y a Isobel y Jareth también. – Los niños sonreían y Severus se acercó a ellos.

-¿Queréis ver el árbol de cerca? – Los niños estiraban sus bracitos en su dirección. – Nimue, coge a Jareth. – Él cogió a Isobel. – Chiquitines, se mira pero no se toca… no querréis romper los adornos o tirar el árbol, ¿Verdad?

Sorprendentemente los niños miraban embobados apenas rozando algún adorno con cuidado de no tirarlo. Estaban todos entretenidos cuando Severus escuchó la chimenea y vio a Suzanne y Malcolm, les sonrió y dijo:

-Albert, mira a la chimenea. – El niño, que no se había dado cuenta miró atrás y sonrió entusiasmado.

-¡Mamá!¡Papá!- Corrió y los abrazó con fuerza. – Os he echado mucho de menos.

-Nosotros también, hijo. – Dijo Malcolm, Suzanne estaba muy ocupada comiéndose a besos a su hijo menor.

Cuando por fin soltaron a Albert, saludaron a Severus y Nimue.

-¡Hola queridos! ¡Feliz Navidad! ¡Qué bonito os ha quedado el árbol! – Dijo Suzanne rápido.

-Gracias Tía Suzanne. Después te enseño los adornos del resto de la casa, pero antes, mirad a vuestros sobrinos, hace mucho que no los veis, desde que recogisteis aquí a Albert.

-Están tan grandes y guapos. – Los niños los miraban sonrientes parecían saber que los estaban piropeando. Suzanne dijo: - Déjame coger a uno, y dime sobrina, ¿Qué tal se ha portado mi niño en Hogwarts?

-¡Mamá! ¿No te fías de mí? Yo me porto bien, ¿Verdad, Severus? ¿A que sí, Nim?

-Es un buen chico, Suzanne, puedes estar tranquila, Minerva y Nimue te lo pueden confirmar, nunca ha sido castigado, no ha perdido ni un punto, no ha tenido peleas con otros chicos, que sepamos, y ha sacado muy buenas notas. – Dijo Severus, prefirió no decir nada del roce que tuvo con un Slytherin.

-Está bien. No es que desconfíe de ti, mi amor, no puedo evitar preocuparme. – Volvió a besar a su hijo. – Te he echado tanto de menos.

-Bueno. – Dijo Malcolm con la pequeña Isobel en brazos. – Creo que será mejor que dejemos las maletas en nuestra habitación, según lo que recuerdo de mi experiencia pasada, esta señorita se está removiendo y pronto querrá su almuerzo…

-Sí, casi es la hora… - Dijo Nimue. – Tío Malcolm, ¿Cómo lo sabes?

-Yo suelo darme cuenta de esas cosas, cuando los niños eran pequeños siempre notaba cuando estaban a punto de protestar por algo…y viendo la hora que es, supuse que era eso.

-Lo malo de esa intuición es que a veces me despertaba a mí para darles de comer…

-En mi defensa diré que en aquellas ocasiones era porque estabas dándoles el pecho y no teníamos un sacaleches… Yo no podía darles el pecho.

-Sólo te disculpaba por eso… si no hubiera sido así te hubiera hechizado más de una vez.

Severus cogió a Jareth y Nimue a Isobel y Albert cogió las manos de sus padres, que llevaban sus maletas encogidas en sus bolsillos, y los llevó a la habitación que les prepararon Nimue y Severus.

-Os hemos transfigurado un dormitorio con ayuda de Minerva. – Dijo Severus mientras subían. – Espero que estéis cómodos. Es que esta habitación es más cálida que la otra habitación de invitados. La buhardilla la estamos usando de trastero, queremos arreglarla cuando los niños sean más mayores, quizás uno de ellos quiera usarla de dormitorio. Esperamos que os guste. – Cuando entraron Suzanne dijo:

-Es perfecto y tienes razón es bastante cálida. ¿Dónde dormirá Albert?

-En la habitación de los niños, ya hemos colocado su cuna en nuestra habitación. – Dijo Nimue.

-¿No será mucha molestia, cariño? – Dijo Malcolm.

-Para nada, de veras, la otra habitación es un poco fría, este verano lo alojamos allí, pero hacía calor, ahora preferimos no arriesgarnos a que pase frío mi primo favorito. – Dijo Nimue.

-¿Soy tu primo favorito? – Preguntó Albert.

-Claro que sí, pero no se lo digas a tus hermanos. – Nimue besó y abrazó a su primo pequeño y la pequeña Isobel le acarició la mejilla a su primo. – Y ella también te quiere mucho, y Jareth también.

-Yo también os quiero mucho a todos vosotros. – Dijo Albert.

Dejaron a Malcolm y Suzanne instalándose y Albert, Severus y Nimue bajaron a preparar el almuerzo de los niños. Estando Albert y Nimue dándoles la papilla, mientras Severus preparaba el almuerzo, Malcolm y Suzanne bajaron y mientras ella fue a la cocina a echarle una mano, él ayudaba a Albert que no sabía muy bien cómo alimentar a Isobel.

Estaban todos entretenidos en ello cuando llegaron Charlie y Amélie por el flu desde un pub cerca de Kings Cross, igual que Malcolm y Suzanne un rato antes. Estuvieron saludándose como pudieron porque Isobel y Jareth eran muy glotones y bastante impacientes y estaban hambrientos. Mientras la comida se terminaba de hacer en la cocina, vigilada por Suzanne, Severus acompañó a sus suegros a la habitación de invitados, mientras se instalaban, Severus bajó a terminar de preparar el comedor.

Almorzaron tranquilamente, desde su última visita, Amélie y Charlie decían que los pequeños estaban mucho más grandes y admiraron también lo alto y guapo que estaba Albert.

-Te está sentando bien Hogwarts, pequeño. – Dijo Charlie. – Cuando volví a casa para las primeras vacaciones de Navidad, mi madre me tuvo que arreglar los pantalones porque se me quedaron cortos…

-Y estrechos… cuéntalo todo, hermanito…que te aficionaste a llenar demasiado tus platos y empezaste a echar barriga… - Incluso Charlie se reía.

-Cierto, Malcolm. – Dijo Charlie. - Menos mal que empecé a entrenar para entrar con Minnie en el equipo de quidditch.

-Yo quiero hacer las pruebas el año que viene. – Dijo Albert. – Aún no sé para que puesto.

-Aún tienes tiempo para decidir. – Dijo Severus. – A mí se me hubiera dado bien ser buscador, pero cuando me enteré que unos chicos que eran muy crueles conmigo se presentaban a las pruebas decidí no hacerlo… era lo único que me faltaba, tenerlos de rivales a esa altura. Tú tienes suerte, según creo estás haciendo muchos amigos.

-Quitando un par de memos de Slytherin, los chicos y las chicas en Hogwarts son geniales…aunque no todos son iguales, Severus, hay excepciones.

-Como en todo, cariño. – Dijo Suzanne. – Mira a Severus, es uno de los Slytherin buenos.

-Sí, lo es. Y mi amiga Ursula, también.

-¿Ursula Cummins? – Preguntó Severus.

-Sí, a veces me siento con ella en Pociones, es bastante simpática para ser de Slytherin, aunque conmigo no suelen ser muy malos, porque soy el primo de su Jefe de Casa, pero Ursula y yo nos llevamos muy bien y es muy buena en Pociones, su padre trabaja haciendo pruebas con nuevas pociones en el registro del ministerio.

-Además es muy mona. – Dijo Nimue.

-¡Nim! – Exclamó Albert ruborizado hasta las orejas – ¿Qué dices?

-Tranquilo, cariño, sólo estoy bromeando, aún sois muy pequeños los dos para esas cosas, pero es un encanto y muy mona, no lo niegues.

-Vale es guapa, ¿Y qué? Seguiría siendo su amigo aunque tuviera la pinta de Myrtle la Llorona.

-¡Pero qué adorable es mi niño! – Dijo Suzanne y lo besó sonoramente.

-¡Mamá! – Gritó Albert avergonzado y limpiándose la marca del pintalabios de su madre.

Todos rieron y algunos contaron anécdotas de su primer año de colegio. Cuando terminaron, fueron a ver a Minerva, quedaron en ir a su casa tras almorzar. Charity y Minerva aprovecharon para adornar su casa y para ir a buscar a Regulus y Hellen. Se reunieron todos muy contentos y pasaron una tarde muy agradable.

Cuando volvieron tras la cena, Severus y Nimue acostaron a los niños y Suzanne mandó un rato después a Albert a ponerse el pijama, si obedecía le dejaría quedarse con ellos un rato más. Selene ese día se acostó frente a la puerta de la habitación de Nimue y Severus, cuando un buen rato después todos se retiraron a dormir, Selene dejó la habitación de Severus y Nimue, se fue a la habitación de los niños y se acostó junto a Albert, sabía que los pequeños estaban con sus padres y no tendría que avisarlos si se despertaban.

Al día siguiente era Nochebuena, todos se despertaron temprano, Albert fue el último en levantarse, cuando su madre fue a despertarlo estaba abrazado a Selene, mientras se levantaba, entre Amélie y Suzanne prepararon el desayuno, Severus estaba ayudando a Nimue con los bebés y Malcolm y Charlie estaban poniendo la mesa y, cuando Severus bajó, le dijeron que iban a ir a la tienda para comprar comida, que esa noche cocinaban ellos y también harían el almuerzo de Navidad.

-No es necesario, yo puedo hacerlo. – Dijo Severus.

-Tonterías, hijo. – Dijo Charlie. – Encima de que nos invitáis a venir aquí, con el trabajo que dan dos bebés… Además a Malcolm y a mí nos gusta enredar en la cocina.

-Mientras no la hagáis explotar…

Los tres hombres rieron.

-Además, tampoco nos quitará mucho tiempo de pasar tiempo con la familia. – Dijo Malcolm. – Como sabes tengo un hotel y he aprendido algunos trucos.

-Está bien, ¿Cómo voy a negarme? – Dijo Severus. En ese momento entró Nimue con Isobel.

-Toma a tu hija, no para de llorar y te busca con la mirada. – Le pasó a la niña que sonrió y se agarró a su padre. - ¿A qué no te puedes negar?

-Tu padre y tu tío insisten en preparar ellos la cena de esta noche y el almuerzo de mañana.

-¿Seguro? Cocináis bien pero ¿no será demasiado?

-No, cariño. – Dijo Malcolm. – Además, sabes que nos divierte cocinar juntos y pasamos poco tiempo juntos…lo hemos hablado y mientras estemos aquí no queremos que Suzanne y tu madre se pasen todo el día cocinando, sabes cómo son y les costará estarse quietas, para ello he pensado que se entretengan con estas preciosidades. – Tocó la naricita de Isobel que sonrió. – Seguro que podréis llevarlos de paseo.

-Yo había pensado ir a un parque que hay aquí cerca, es precioso, he quedado en llevar un rato a los niños con Alice esta tarde, su suegra está allí para pasar la Navidad con ellos, dice que quiere cocinar para ellos y ella ha pensado en llevarlos a jugar con la nieve para que se acuesten temprano, cuando me lo dijo pensé en llevar a los niños y a Albert, seguro que a mi madre y a Tía Suzanne les gustará venir.

-Podréis llevaros también a Minerva, Hellen y Charity. – Dijo Severus. – Podríamos quedar aquí y preparar un festín para vosotras.

-A Minerva no. – Dijo Charlie. – Los hermanos McGonagall cocinamos esta Navidad.

-Lo que tú digas, papi. – Dijo Nimue, besándolo en la mejilla.

Durante el desayuno le contaron los planes a los demás, cuando terminaron de desayunar, Severus vistió a los niños y con Charlie y Malcolm fueron a comprar. Amélie, Nimue y Suzanne fueron con Albert a la casa de los Longbottom para concretar la hora a la que irían al parque y Frank, Alice y Augusta estuvieron charlando con ellas mientras Albert, Neville y Leah fueron al cuarto de juegos para jugar un rato. Augusta no conocía a Amélie, Suzanne y Albert, le prometieron que le presentarían en los próximos días a Charlie y Malcolm.

Cuando llegaron a la casa, Severus, Charlie y Malcolm estaban guardando la comida y mientras lo hacía Charlie estaba haciendo un poco el tonto haciendo reír a sus nietos que estaban sentados en sus tronas. Albert volvería en media hora para almorzar.

El resto del día pasó tranquilo, fueron al parque como planearon Minerva, Charity, Hellen y Regulus se unieron a ellos para cenar. Hellen estaba entusiasmada por ver a Albert, lo estaba echando de menos más de lo que creía, igual que su hermano.

Como planearon, fueron al parque con Alice y los niños mientras los hombres cocinaban con Minerva, que disfrutó dirigiéndolos. Nimue, Amélie, Suzanne, Charity y Hellen pasaron un buen rato en el parque con los niños, la asociación de vecinos del barrio organizó actividades para los niños y se pusieron unos puestos de dulces y chocolate caliente, incluso había una pequeña pista para patinar sobre hielo. Neville, Albert y Leah fueron a patinar con Hellen y Charity, mientras Alice y Nimue cogieron cada una a un bebé de su cochecito y observaban a los niños patinar mientras Suzanne y Amélie fueron a comprar chocolate caliente y unas galletas para merendar todos juntos cuando terminaran. Nimue y Alice se sentaron en una de las mesas alrededor de la pista de patinaje mientras esperaban a los demás y así podían verlos patinar más cómodamente.

-Estaba deseando hablar contigo a solas, Nimue. – Dijo Alice.

-¿Y eso?

-Ayer me enteré de que James y Lily se van a Irlanda, después de Navidad se hará efectivo el traslado.

-Nos lo dijo Albus antes de irnos de vacaciones.

-A nosotros nos lo dijo un antiguo jefe de Frank. Espero que tomando distancia maduren por fin…no se puede tener casi 30 años y dos hijos y seguir comportándose como niños caprichosos.

-Eso espero. Y no puedo evitar sentirme aliviada… lo siento por sus hijos, que tendrán que trasladarse e ir a otro colegio porque sus padres son unos memos.

-Aún son pequeños y se adaptarán y seguro que harán muchos amigos, son niños muy sociables, además antes de que se den cuenta entrarán en Hogwarts y se reencontrarán con sus antiguos amigos…lo peor es que vean actuar a sus padres así y los imiten…aún no, pero se pueden convertir en unos imbéciles.

-Tienes razón. Por cierto, saludos de Remus y Francesca, se fueron a Italia anteayer, como no es Jefe de Casa pudo irse antes, ¿recuerdas a Fredo? – Alice asintió. - Ayer inauguró su nuevo salón de estética en Roma, lo ha llamado "Rossana"… todos lo sabían menos Nonna, ya nos contará Francesca si lloró mucho o si se enfadó por ser la última en enterarse.

-Seguro que lo primero le habrá impedido hablar.

-Regulus nos ha contado que Sirius está mucho mejor y que se irá con Isolde a Australia en cuanto los terapeutas de ambos lo consideren oportuno.

-Eso es maravilloso. Nunca se lo he dicho a nadie, pero creo que a Sirius le vendrá bien alejarse de James y Lily, no sé, pero creo que no hacían mucho para animarlo a dejar su comportamiento autodestructivo.

-Estoy de acuerdo contigo. No creo que fuera bueno para él esa amistad.

-Bueno, veo a Charity muy contenta, ¿Minerva y ella ya se han instalado en su nueva casa?

-Sí, han hecho la mudanza poco a poco, terminaron el fin de semana antes de las vacaciones, cuando terminen las fiestas seguro que os invitan a su casa.

-Me dijo cual era, ahí vivía una encantadora anciana, se ha ido a vivir con su hermano, como él está enfermo, decidió vender su casa, sus hijos no la querían mantener y para ella sola era muy grande, además su hermano se quedó con la casa donde crecieron y le hacía ilusión pasar sus últimos años en la casa donde nació. Además su casa tiene un bonito jardín, seguro que les gustará vivir allí cuando no estén en Hogwarts.

-Sí. Bueno, por ahí vienen todos.

Se sentaron junto a ellas Suzanne, Amélie, Charity y Hellen con los niños. Se dispusieron a merendar y les dieron a los bebés una de las galletas especiales que les preparaba Binky. A Suzanne se le ocurrió darles una cucharadita de chocolate a los bebés y se dieron cuenta de que serían tan aficionados al chocolate caliente como su mamá.

Cuando terminaron volvieron a casa, quedaron con Alice en volver a verse al día siguiente tras el almuerzo, iban a ir a visitarlos para el almuerzo unos primos de Augusta y cuando se fueran irían a verlos. Cuando llegaron a casa los recibió el delicioso olor de la cena y la voz de Minerva desde la cocina. Al oírlos Severus salió de la cocina.

-Hola, menos mal que has vuelto, cariño…

-¿Qué pasa?

-Tu tía se ha hecho dueña de la cocina y cree que soy su elfo doméstico…estaba buscando una excusa para salir de allí un rato.

-Pues me vendrá muy bien porque hay que cambiarles los pañales…

-Prefiero eso antes que volver allí. – Cogió el carrito y se llevó a los niños al baño, Albert fue a ayudarle.

-Pobrecito, tu tía debe estar volviéndolos locos a todos. – Dijo Amélie a su hija.

-Ya debe estar acostumbrado al carácter de Minerva… - Dijo Suzanne. – Vamos a ver cómo va todo.

Entraron y la cena estaba prácticamente terminada y Regulus estaba poniendo los hechizos para mantener la temperatura adecuada para cada plato.

-¡Hola a todos! – Dijeron todas al entrar en la cocina.

-¡Hola! – Contestaron los "cocineros". – Ya está todo terminado. – Dijo Minerva dándole un beso a Charity. - ¿Qué tal lo habéis pasado?

-Muy bien, cariño, he estado patinando sobre hielo con los niños y, milagrosamente, no me he caído ni una vez. La pista de hielo no la quitarán hasta después de Año Nuevo, tenemos que ir las dos a patinar otro día.

-¿Estás loca? ¿Y si me caigo? A mi edad me puedo hacer más daño que tú.

-No te preocupes por eso, yo no te dejaré caer.

-Entonces, me lo pensaré.

-Tía Minnie, ¿Qué le has hecho a mi marido? – Dijo Nimue. – Ha salido diciendo que prefería cambiarle los pañales a los niños antes de volver porque según él, cito textualmente: "cree que soy su elfo doméstico". – Minerva puso los ojos en blanco.

-Será quejica… no ha sido para tanto, ¿Verdad? – Dijo mirando a sus hermanos y a Regulus que mirando para otro lado dijeron bajito:

-Bueno…

-Sois unos blandengues… por poneros a trabajar un poco…mañana el almuerzo lo preparáis vosotros solos… y nosotras nos iremos a patinar con Albert si quiere.

-No te enfades, Minnie. – Dijo Charlie. – Pero admite que te has venido arriba.

-Sólo un poquito… - Charlie la abrazó.

-Un milagro de Navidad… mi hermanita ha admitido que se ha pasado un poco.

-¡No seas payaso! – Dijo Minerva, golpeando juguetonamente su brazo.

-Pero no puedes negar que adoras a tu hermano favorito.

-No puedo negarlo…

-¡Oye! – Dijo Malcolm falsamente ofendido. - ¿Dónde deja eso a tu hermanito mayor?

-¡No seas crío, Malcolm! Sabes que os quiero a los dos por igual…

Estaban bromeando cuando llegaron Albert y Severus con los niños.

-Suzanne, ¿Es cierto que les has dado chocolate caliente a los niños?

-Solo una cucharadita, espero que no te moleste.

-Para nada, eres su tía, los tienes que consentir, sólo es curiosidad. ¿Cómo han reaccionado?

-Les ha encantado, creo que tendrás a un par de amantes del chocolate caliente como su mamá.

-Os voy a confesar mi placer culpable…y que no salga de aquí…me encantan los dulces y el chocolate, ¿Por qué creéis que hago ejercicio por las mañanas? No tengo mucha tendencia a engordar, pero si no lo hiciera y comiera todo lo que quisiera pesaría más que Hagrid.

Todos rieron. Estuvieron bromeando durante un rato, después de unos minutos decidieron arreglarse para cenar, Minerva, Charity, Regulus y Hellen fueron por flu a la casa de las dos mujeres. En media hora estaban todos arreglados y cenando. Nimue, les contó a todos los planes que tenían Severus y ella, sabía que iba a costarle encontrar un nuevo trabajo, así que decidió emprender y fundar su propia empresa, pero que por el momento quería investigar nuevos productos y mejoras de pociones existentes y cuando hubiera patentado algunas más buscar un local adecuado, pero que prefería no hacerlo público hasta que abriera su tienda en Hogsmeade.

Pasaron una agradable cena de Nochebuena, Severus le dijo a Minerva que había sobrado demasiada comida.

-Tranquilo, chico, así tendremos que cocinar menos para la comida de Navidad, sólo el pavo.

-Si sobra mucha más comida mañana, estaremos comiendo sobras hasta que nos vayamos a Hogwarts.

Después de reposar un poco la comida, Isobel y Jareth ya estaban acostados, así que decidieron irse todos a dormir temprano, los que no cocinaron recogieron la mesa y lavaron los platos. Se despidieron de Minerva, Charity, Regulus y Hellen hasta la mañana siguiente y se fueron a dormir. Severus y Nimue se acostaron tras asegurarse de que los niños no estaban mojados. En una media hora, todos los habitantes de la casa estaban dormidos como troncos.

Eran como las 2 y media de la madrugada, Severus notó el aviso del hechizo que ponía cada noche en la cuna de los niños. Estaba abrazado a Nimue y, con cuidado de no despertarla, se levantó y fue a ver qué les pasaba. Se encontró a Jareth despierto y a punto de llorar, le llegó un olorcillo revelador.

-Ven, chico, no despiertes a tu hermana y a tu mamá. – Cogió al niño y lo llevó al cuarto de baño del pasillo donde tenían el cambiador y los pañales.

Hacía mucho frío, así que puso un hechizo calorífico. Lo cambió y limpió en pocos minutos, el niño lo miraba sonriente y parecía no tener nada de sueño, estiraba sus brazos en dirección a su padre.

-Venga, bombón, ya es hora de dormir. – El niño lo miró con el ceño fruncido. – No me mires así, es muy tarde pequeño. – Entonces Jareth lo miró con ojos suplicantes. – Tampoco te servirá que me mires igual que mamá, es hora de dormir y dentro de menos de 4 horas seguro que Albert nos levantará a todos buscando los regalos de Navidad.

Entonces ocurrió algo realmente extraño, escuchó en su cabeza una voz infantil que dijo claramente "Papá". Severus raramente ocluía su mente por la noche y mucho menos cuando estaba con sus hijos…en esos momentos el niño estaba riendo y Severus sabía que no pronunció esa palabra, era imposible, aún era demasiado pequeño, aunque quizás…

-¿Te has metido en la cabeza de papá? – El niño lo miró con una pícara sonrisa. – Creo que no me he equivocado contigo…tienes el don de la legeremancia… mi niño… en mí no se manifestó hasta los 10 años, se lo diremos a mamá ahora mismo, me mataría si no lo hiciera.

Besó la mejilla del pequeño que soltó un pequeño quejido porque la barba incipiente de su padre le raspó el moflete. Abrazó al bebé y volvió a su habitación. Isobel estaba profundamente dormida, igual que su madre, a Severus le divirtió ver que ambas estaban dormidas casi en la misma postura. Se sentó en la cama con Jareth en brazos y puso un hechizo en la cuna para no despertar a Isobel.

-Nimue, cariño, despierta. – La mujer se desperezó.

-¿Qué hora es? ¿Qué pasa?

-Jareth… - Nimue le interrumpió completamente despierta.

-¿Está bien? ¿Le pasa algo a mi niño?

-Está bien, cariño, tranquila, sólo se ha despertado porque se hizo caca. Míralo, está bien.

-Ya lo veo, lo has limpiado, ¿No? ¿Me despiertas sólo para eso? – Severus negó con la cabeza poniendo al bebé en los brazos de su esposa.

-No, cariño, después de cambiarlo estaba intentando convencer a este granuja de que tiene que dormir. – Tocó la naricita de su hijo que sonrió y agarró la mano de su padre. – Cuando escuché una voz de niño en mi cabeza que pronunció claramente "Papá"…sabes que mantengo mis barreras de oclumancia a medias cuando estoy con ellos…y contigo, pero creo que es la primera vez que lo ha hecho, nuestro chiquitín ha heredado mi habilidad para la legeremancia.

-¿En serio? ¿Cómo puede haberlo hecho? Es muy pequeño.

-Lo sé, según Albus, aquel antepasado mío dio indicios como éste con pocos meses de edad, supongo que como yo soy mestizo se manifestó más tarde, también me dijo que aunque podía hacer cosas como transmitir un mensaje no podía ver pensamientos o recuerdos…lo que es una suerte o Minerva lo traumatizaría.

-¡No digas eso! – El niño miraba a sus padres un poco somnoliento. - ¿Qué hacemos ahora?

-He pensado que es mejor mantenerlo en secreto, por ahora, hablaré con Albus y le preguntaré cual es la mejor forma de entrenar sus habilidades cuando sea algo mayor y empiece a captar pensamientos de otras personas, para que sepa evitarlos… vivimos en un colegio lleno de adolescentes de hormonas alborotadas, no quiero que venga a preguntarme por qué los chicos mayores sólo piensan en tetas y en tocarse la polla.

-¡No digas estupideces! Pero sí, está bien pensado… - Severus besó a Nimue y luego besó la frente de su hijo que estaba plácidamente dormido en los brazos de Nimue.

-Ahora, creo que será mejor que durmamos. – Severus cogió a Jareth, lo acostó en su cuna junto a Isobel, los besó a ambos y los arropó bien, se acostó junto a Nimue, la abrazó y la besó, volvieron a dormirse henchidos de orgullo porque su pequeña sería una brujita muy poderosa y su chiquitín un mago muy especial.

A la mañana siguiente, cuando escucharon a Albert correr por los pasillos despertando a sus padres y sus tíos, Severus y Nimue ya estaban terminando de darles el desayuno a Isobel y Jareth, mientras Nimue daba el pecho a Isobel, que se despertó la primera, Severus le daba el biberón a Jareth. Albert llamó a la puerta y abrió lentamente la puerta.

-¡Buenos días! ¡Feliz Navidad! – Dijo Albert sonriente con el pelo alborotado.

-¡Feliz Navidad! – Dijo Nimue mientras le ponía un trajecito de Mamá Noel a Isobel y un gorrito rojo con un pompón blanco.

-Feliz Navidad, chico. – Dijo Severus con Jareth en sus brazos que llevaba un trajecito de elfo de Papá Noel.

-Vaya, ¡qué graciosos están así vestidos! – Los niños lo miraban y se reían.

-Bueno, será mejor que bajemos, ¿Prefieres jugar con los pequeños o abrir tus regalos?

-Después jugaré con ellos, ¡es la hora de los regalos! – Dijo Albert.

Bajaron a la sala de estar y los esperaban allí Charlie, Amélie, Suzanne y Malcolm.

-¡Buenos días! ¡Feliz Navidad! – Se saludaron todos. Charlie dijo: - Ya me estaba preguntando por qué tardabais…y ya veo el motivo, están adorables.

-Nimue insistió en vestirlos así ahora.

-Sabia que dijimos que los vestiríamos así para almorzar, pero no podía esperar, están tan adorables. – Amélie tenía en brazos a Jareth y Charlie a Isobel.

-Yo tampoco hubiera podido esperar, están monísimos. – Dijo Amélie.

-Bueno, Minerva, Charity y los chicos deben estar a punto de llegar. – Dijo Malcolm. – Voy a ir poniendo la cafetera y para cuando abramos los regalos ya estará listo.

En ese momento llegaron Minerva con Charity, su sobrina y Regulus por el flu.

-¡Feliz Navidad! – Se saludaron. Charity y Minerva dejaron en casa de sus sobrinos los regalos para abrirlos todos juntos, Regulus y Hellen hicieron lo mismo semanas atrás.

-¡Oh qué monada! – Dijo Minerva mirando a los pequeños. – Me alegro de haberme traído mi cámara de fotos. – Añadió Minerva sacándola del bolsillo de su bata de invierno.

-Espera un momento que los pongamos en el sofá, Minerva. – Dijo Amélie. – No estoy presentable para salir en fotos.

-Cariño. – Dijo Charlie. – Tú siempre estás preciosa.

-No mientas, zalamero, que no he tenido tiempo ni de peinarme bien.

-No estás tan mal, cuñada, no seas estirada. – Dijo Minerva. – Además todos estamos igual y estas fotos sólo las veremos nosotros…no te preocupes que no se las venderemos a la prensa.

Minerva hizo levitar su cámara y con un hechizo puso un temporizador para hacer una foto de todos juntos al lado del árbol de Navidad y los regalos. Sólo pudo hacer una foto, Albert estaba demasiado impaciente.

Empezaron a abrir regalos, pusieron a los bebés en sus tronas y miraban con curiosidad el jaleo, Albert recibió de Minerva una escoba nueva, se volvió loco de alegría, quería ir a probarla inmediatamente, pero su madre lo convenció de esperar hasta que volviera a casa, hacía bastante mal tiempo para volar y seguramente Michael querría volar con él. Abrió también un regalo de sus amigos Fred y George, una cesta de productos de Zonco's…Minerva y Severus le advirtieron que tuviera cuidado con no usarlos para liarla en clase. Prometió no hacerlo, pero no se fiaban mucho. Después abrió libros y juegos de mesa, algo de ropa de sus padres y un jersey de quidditch de la selección francesa firmado por Monique, regalo de Nimue, le encantó, era una de sus jugadoras de quidditch favoritas, Nimue le prometió que en cuanto pudiera se la presentaría. Severus le regaló un cuaderno de pociones.

-Tú siempre tan práctico… - Dijo Minerva.

-Así podrá tener donde apuntar las fórmulas que le sean más útiles o si inventa alguna…

-Gracias Severus. Igual entre los gemelos y yo podamos inventar algo… ya tenemos algunas ideas…

-Miedo me dan vuestras ideas… aunque mientras no le deis mucho trabajo a Poppy o voléis el castillo…espero no arrepentirme de regalártelo.

-Prometo que no te arrepentirás, Severus.

Después abrieron los regalos los adultos, básicamente, libros, ropa, alguna joya y dulces y botellas de licor. Entonces Regulus sacó una pequeña cajita del bolsillo de su bata.

-Sé que no llevamos juntos ni un año, pero Hellen, nunca creí que encontraría a mi alma gemela y tú lo eres, por eso, voy a hacer algo que nunca pensé que haría, ¿Quieres casarte conmigo?

Todas las mujeres estaban emocionadas, Hellen lloraba y asentía frenéticamente.

-¡Claro que sí!

Le puso un bonito anillo de compromiso con un diamante no demasiado ostentoso pero muy elegante. Se besaron y todos aplaudieron. Minerva había hechizado su cámara para que hiciera fotos de todo. Fue toda una sorpresa, prácticamente vivían juntos, pero nadie se esperaba que Regulus le propusiera matrimonio.

-Reg, ¿Cuánto tiempo llevas planeando esto?

-Casi desde el momento que te vi… por cierto, he pensado que esperaremos a casarnos un tiempo, no pretendo que lo hagamos el año que viene, podemos esperar al otro.

-Justo lo que había pensado… - Dijo Hellen besándolo. – Así los chiquitines nos llevarán los anillos… Si Nimue y Severus están de acuerdo…

-Por nosotros perfecto. – Dijo Severus. – Sólo espero que a los dos años sean siendo tan buenos chicos…

Todos rieron. Entonces Severus agarró a Nimue por la cintura y le susurró al oído.

-Tengo un regalo especial para ti en el dormitorio…te lo daré en cuanto tus tíos y Albert vuelvan a casa… me corta un poco que lo estrenemos con los niños durmiendo en nuestra habitación.

-Entonces, ¿Es un regalo para ti o para mí?

-Para que tú te lo pongas y yo lo disfrute. – Se estaban besando y Albert dijo.

-¡Por favor que hay niños delante! Y ya he visto demasiados besos por hoy… - Señaló a su hermana y su futuro cuñado.

Minerva para chincharlo encantó la ramita de muérdago y empezó a perseguirlos hasta que se besaban. Cuando se posó sobre Albert, su hermana empezó a besuquearlo y el pobre chico no paraba de protestar y cuando lo soltó se restregaba la mejilla.

-¡Me has llenado de babas!

-¡Pues te aguantas! Que te he echado mucho de menos y es lo que te va a tocar cada vez que te vea en vacaciones mientras estés en Hogwarts. - Hellen lo abrazó. – No te enfades… si sabes que te quiero mucho, hermanito.

-Y yo, Hellen… pero no es necesario tantas babas…

-Serás… arisco… - Volvió a achucharlo. – Pero te aguantas y se acabó.

-Bueno, después de este momento de amor fraternal... ¿Qué tal si desayunamos? Ayer dejé preparada masa para panqueques. – Dijo Severus.

-¡Estoy hambriento! – Dijo Charlie. – Y eso suena delicioso. Pero os olvidáis de que mis nietos no han abierto sus regalos.

-Cierto… son tan pequeños que creo que no se nos ha ocurrido pensar en que pueden intentar abrirlos ellos mismos. – Dijo Severus.

Entonces, pusieron a los pequeños sentados en el sofá y con ayuda de sus padres, Albert y el resto de adultos abrieron un montón de regalos, ropita y peluches, principalmente, cuentos y juguetes de construcción para bebés, coches y muñecas de trapo, además Leah, ayudada por sus padres y su hermano, escribió e ilustró para ellos en un cuaderno algunas de las historias que se inventaba, a Nimue le emocionó el regalo, lo guardó en su habitación, solían leerle a sus hijos un poco antes de dormir y esa noche si les costaba dormirlos, le leerían el libro de Leah. Cuando usando magia dejaron los regalos en sus habitaciones y Regulus, Hellen, Minerva y Charity encogieron los suyos y los guardaron, ya estaban todos hambrientos.

Entre Severus y Charity prepararon el desayuno mientras los demás ponían la mesa del comedor, desayunaron entre bromas y brindaron con café. Tras desayunar fueron a cambiarse, Minerva insistía en hacer más fotos y que no salieran todos en bata y pijama. Cuando volvieron Minerva y Charity siguieron haciendo fotos, Regulus y Hellen se fueron a ver a Sirius, almorzarían con él, muchos familiares iban a pasar ese día con los internos, aprovecharían para contarle que se habían comprometido, volverían para cenar juntos.

Llevaron esa mañana a los niños al parque, decidieron comer las sobras de la noche anterior y dejar el pavo para la cena. Regulus le regaló a Albert un trineo y aprovechando que había una colina junto al parque, en la que a los niños del barrio les encantaba jugar a deslizarse cuando nevaba. Cuando llegaron estaban por allí los Longbottom al completo, Augusta saludó afectuosamente a los pequeños y muy educadamente a Charity, Charlie y Malcolm, a los cuales no había tenido la oportunidad de conocer antes. Severus y Nimue llevaban a sus hijos en sus mochilas canguro y estaban encantados mirando a los niños más mayores deslizarse con sus trineos. Charlie y Malcolm se picaron y estuvieron a punto de hacer una carrera ellos mismos…afortunadamente sus mujeres los disuadieron diciéndoles que si se caían de culo no les ayudarían a levantarse y que les vayan a romper el trineo a los niños.

-Está bien… - Dijo Charlie, agarró a Amélie por la cintura y le susurró al oído a su mujer: - Pero esta noche pondremos el hechizo silenciador…

-¡Charlie! – Gritó Amélie sonrojada y golpeando su brazo. - ¡Eres un viejo verde!¿No te cansas nunca?

-¿De ti? Jamás…y admítelo, a ti también te gusto igual que cuando nos conocimos…

-Sí, sólo espera a decirme esas cosas en privado… - Charlie la besó y cuando Severus reparó en ellos, Nimue le dijo:

-Se me olvidó decirte, no sólo se ponen juguetones en las bodas, en cualquier fecha cuando creen que nadie repara en ellos, mis padres no pueden quitarse las manos de encima.

-Supongo que cuando vayamos de visita a su casa tendremos que poner un hechizo silenciador hagamos algo… o no. Te juro que si escucho a tus padres haciéndolo no volveré a mirarlos a la cara.

-Tranquilo por eso, son muy cuidadosos.

Leah llegó junto a ellos.

-¡Tío Sev, Tía Nim! ¡Venid conmigo! ¡Mirad mi muñeco de nieve!

Fueron con ella, los cogió de la mano y les dijo:

-Lo hemos hecho entre mis amigas Candy y Vera y yo. ¿Os gusta?

-Sí, es muy bonito. Sois unas artistas. – Dijo Nimue. - ¿Qué dices, Severus?

-Está muy bien, chicas. – Las amigas de Leah los miraban con timidez y curiosidad, los vieron en los periódicos y revistas que compraban sus padres. Una de ellas le preguntó a Severus:

-¿Vosotros no habéis salido en El Profeta?

-Sí. – Dijo Nimue.

-No sabía que teníais bebés.

-Es que no queremos que salgan en la prensa.

-¿Por qué no? Son muy guapos y simpáticos.

-Es que si salieran en la prensa no tendrían una infancia normal, los periodistas les intentarían hacer fotos…y sería muy molesto, ¿No crees? – Dijo Severus. La niña se quedó pensativa.

-Tiene razón, señor. ¿Cuándo sean mayores nos dejará jugar con ellos en el parque?

-Por supuesto. – Dijo Severus. – Ellos seguro que vendrán aquí a jugar con vosotras y con Leah.

Las niñas dijeron que le iban a proponer a unos compañeros de clase hacer una guerra de bolas de nieve.

-Leah, ten cuidado. – Dijo Nimue. – Nosotros vamos a sentarnos allí. – Señaló una zona con bancos donde estaban Alice, Frank y Augusta charlando con Charlie, Amélie, Suzanne y Charity. Malcolm y Minerva fueron al puesto de bebidas por bebidas calientes para todos. – No os golpeéis muy fuerte.

-Está bien, Tía Nim. – Les dio un beso a sus tíos y a los pequeños y se fueron a jugar.

-Hola a todos. – Dijo Nimue cuando llegaron allí, mientras se sentaban y sacaban a los bebés un rato de los canguros. - ¿Qué tal?

-Bien, querida. – Dijo Augusta. – Hace tiempo que no os veo, ¿Cómo estáis?

-Muy bien. Gracias, ¿Cómo está usted? – Preguntó Severus, que en situaciones sociales intentaba ser más agradable, para evitar que Nimue le regañara, principalmente.

-Muy bien. Esta Navidad, especialmente feliz. – Alice sonrió.

-Estaba esperando a que llegarais vosotros para contárselo a todos. Estoy embarazada de casi 4 meses.

-¡Enhorabuena! – Gritaron todos. - ¿Por qué has tardado tanto en decírnoslo? – Preguntó Nimue.

-Por prudencia, hace 3 años intentamos tener otro bebé, me costó un poco concebir a Leah y cuando tenía dos años volvimos a intentarlo, quedé embarazada, pero lo perdí en el segundo mes, por eso quería ir a la revisión y que Zelda me dijera que todo estaba bien, antes de contárselo a nadie, me hablaste tan bien de ella que cambié de ginecóloga, estoy encantada con ella y viendo mi historial me hará revisiones cada dos semanas, además me ha dado unos complementos a las pociones prenatales para evitar perdidas y que el bebé crezca sano.

-Estoy tan contenta por vosotros. – Dijo Nimue. – Si queríais otro bebé y llevabais tanto tiempo intentándolo, habédmelo dicho, se lo hubiera comentado a Millicent, os hubiera facilitado la poción de fertilidad que mejoramos.

-No fue necesario, Nimue. – Dijo Frank. – Hablamos con ella en tu boda. Además no hubiera sido una sorpresa.

-Me imagino que los niños están contentos. – Dijo Severus.

-Están felices. – Dijo Frank. – Sabes lo que le gusta a Neville ejercer de hermano mayor y a Leah le vuelven loca los bebés, dice que le encantará tener uno sólo para ella.

-Seguro que será una hermana mayor estupenda. – Dijo Minerva. – Es una niña tan cariñosa.

Pasaron un rato interrogando a Alice sobre cómo estaba y cuándo saldría de cuentas y si sabían el sexo del bebé.

-Lo sabremos en la próxima revisión, me da miedo saberlo y que pase algo…como la última vez. – Dijo Alice casi llorosa.

-Tranquila, Alice, seguro que todo saldrá bien, tendrás un bebé sano. Estoy seguro. – Dijo Severus.

-Gracias. – Dijo Alice más calmada.

Después de tomar un poco de té, chocolate y café, fueron a ver a los niños, se juntaron todos los niños del barrio a hacer una guerra de bolas de nieve, se dividieron en dos grupos capitaneados por Charlie y Malcolm.

-Tu padre y tu tío son como críos. – Dijo Severus sorprendido.

-No has visto nada…espera a que estos dos sean más grandes y verás.

Todos reían con las payasadas de Malcolm y Charlie, cuando llegaba la hora de almorzar la gente empezó a irse a casa, los que no tenían que ir a casa de familiares esperaban visitas.

Se despidieron de algunos vecinos y volvieron a casa, se les unieron los Longbottom, ya que de todas formas, iban a la casa de al lado. Antes de entrar en casa, Severus les dijo a Frank y Alice que si necesitaban cualquier poción la prepararía encantado, Nimue les dijo que ella también lo ayudaría y que no lo dudaran si necesitaban cualquier cosa, que no les supondría ninguna molestia. Frank y Alice se lo agradecieron, Neville y Leah se despidieron de ellos muy contentos, porque Nimue les prometió ir a verlos al día siguiente para ver los regalos de Navidad que habían recibido.

El resto del día de Navidad pasó plácidamente, prepararon la cena entre todos y los pequeños miraban todo muy excitados por tanta agitación, cenaron tranquilamente, ya estaban allí Regulus y Hellen, los cuales les contaron que Sirius estaba muy feliz por ellos y mandaba recuerdos para todos, en marzo sería dado de alta si todo seguía bien y estaba deseando conocer entonces a la familia de su futura cuñada. A Nimue se le ocurrió ver una película navideña tras la cena pero las únicas películas ambientadas en Navidad que tenían eran Gremlins y ¡Qué Bello es Vivir! Severus fue a preparar palomitas mientras Nimue ponía la segunda, dejarían los Gremlins para otro momento… Antes de que empezara, acostaron a Isobel y Jareth, a los que ya habían bañado y se estaban quedando dormidos en sus tronas, Selene los siguió y se quedó en la puerta de su habitación aunque Severus activó los hechizos nocturnos habituales.

Después de ver la película todos se fueron a dormir. Minerva y Charity a su casa con Hellen y Regulus. Severus activó los hechizos silenciadores de la habitación de sus suegros, prefería no arriesgarse a escucharlos. Cuando llegaron a su habitación, Selene fue a dormir con Albert, comprobaron que los niños estaban dormidos y se pusieron el pijama.

-Tengo mucho cariño a Albert, pero en cuanto se vaya mañana con sus padres… estaré contando las horas para verte con esto… - Le dio una caja cuidadosamente envuelta en papel verde brillante.

-Severus, tus regalos románticos deben ser de otro tipo…por lo menos que los puedan ver los demás.

-No tiene nada de malo guardar algo sólo para mis ojos.

-Pero tampoco es necesario, me han encantado mis nuevos vasos de precipitados y mis nuevos calderos, por no hablar de los pendientes tan bonitos que me has regalado…No era necesario nada más.

-Pero quería comprártelo…además estarás preciosa con esto.

Nimue terminó de abrir la caja y vio un exquisito camisón de seda y encaje negro con un sujetador y braguitas a juego.

-Es precioso…sabes yo también tengo algo para ti… - Le dio una caja bastante grande.

-¿Y esto?

-Algo que quería darte a solas.

Lo abrió y vio cuatro cascos de moto personalizados, con sus nombres y los de los niños.

-Es genial. ¿Por qué has esperado a estar a solas? Temía que fuera algún juguete sexual…

-Conozco a mi madre y cuando le dijimos que teníamos un sidecar para la moto, para viajar con los niños se horrorizó, no quería que empezara a regañarme delante de todos la mañana de Navidad.

-Me encantan, son geniales, ¿se les puede alterar la talla?

-Sí, les servirán durante mucho tiempo.

-Eres maravillosa. – La besó y se acostaron tras asegurarse de que estaban bien guardados sus últimos regalos.

El resto de las vacaciones las pasaron tranquilamente en casa, menos una tarde que fueron con Brigitte, Pierre, los niños, Michael, Vera, su novia, Minerva, Charity, Charlie y Amélie a hacer turismo a Londres, tanto en la zona muggle como en la mágica.

Efectivamente, cuando Suzanne, Malcolm, Albert, Hellen y Regulus volvieron a Tintagel, Nimue estrenó su nueva y seductora ropa interior, lo cierto es que Severus tenía muy buen gusto a la hora de elegir ropa interior femenina… y siempre acertaba con la talla… pasaron un buen rato esa noche y el resto de noches hasta su vuelta a Hogwarts.