Capítulo 16: No pienso acompañar a Percy a una misión, no me mires así Percy, no pienso hacerlo.

Percy tomó mal la noticia, así que estuvo buscando cómo ocuparse el resto del día, ante la mirada preocupada de Grover y Draco, bueno Draco no se pudo preocupar por mucho tiempo, Nico lo encontró y parecía que Quirón lo designó como niñera no oficial del niño; lo cual hizo que odiara a Bianca mucho más. Aunque el niño era molesto, Draco admite que siente un poco de lástima por este y aunque es un sentimiento que no muchos aceptarían, era lo que lo motivaba a cuidar al pequeño y entusiasta semidiós. Extraña tanto a Will, si el pequeño niño soleado estuviera aquí, Draco no habría dudado de abusar de su amistad y obligarlo a que le ayudara a cuidar al niño.

Usualmente pediría ayuda a Percy.

Lo dejó solo porque sabe que ocupa un momento.

Aunque una parte de él, la lógica le dice que, si Annabeth se une a las cazadoras, podría tener una oportunidad con Percy (ignora que es heterosexual), no se siente animado por la idea; no le gusta ser el segundo plato de alguien, por muy egoísta que suene. Siente que Percy ha encontrado algo con Annabeth, que no se encuentra fácilmente con otras personas. Draco que está decidido a ser amigo de Percy y totalmente seguro que su amistad valdría más que cualquier otra relación, prefiere mantenerlo como amigo.

Si Annabeth se transforma en cazadora, siente que Percy siempre la añoraría, aunque estuviera con otras personas.

Y Draco es suficientemente egoísta para querer que alguien lo ame solo a él.

Puede incluso que en el futuro obtenga un matrimonio arreglado, pero es un romántico de primera, culpa a los malditos doramas que ve con Sally Jackson.

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Aquella noche, después de cenar, Percy estaba resuelto a derrotar a las cazadoras en la captura de la bandera. Iba a ser un partido muy reducido: solo trece cazadoras, incluyendo a Bianca di Angelo, y más o menos el mismo número de campistas.

Zoë Belladona parecía muy contrariada. No paraba de mirar a Quirón con rencor, como si no pudiera creer que la hubiera obligado a quedarse y participar en aquel juego. A las demás cazadoras tampoco se las veía muy contentas. Ya no se reían ni bromeaban como la noche anterior. Ahora se apiñaban en el pabellón y susurraban entre ellas mientras se ajustaban las armaduras. Daba la impresión de que algunas habían estado llorando. Supongo que Zoë les habría contado su pesadilla.

Ellos tenían en su equipo a Beckendorf y a otros dos chicos de Hefesto, a unos cuantos integrantes de la cabaña de Ares, a los hermanos Stoll junto a Nico y Draco, de la cabaña de Hermes, y a varios chicos y chicas de Afrodita.

Era curioso que la cabaña de Afrodita se prestase a jugar. Ellas habitualmente se mantenían al margen, charlando y contemplando su reflejo en el río. Pero en cuanto se enteraron de que iban a enfrentarlos con las cazadoras, se apuntaron con unas ganas enormes.

—Ya les enseñaré yo sí «el amor no vale la pena» —refunfuñaba Silena Beauregard mientras se colocaba su armadura—. ¡Las voy a pulverizar!

Draco se alejó de la mujer con temblor, mientras Nico parecía divertido.

—Yo me encargo del ataque —propuso Thalia—. Tú ocúpate de la defensa.

—Eh… —Titubeó Percy—. ¿No te parece que con tu escudo estarías mejor defendiendo?

Draco soltó un suspiro viendo claramente el futuro.

Esto iba a salir mal.

Percy y Thalia como capitanes, el desastre está destinado a ocurrir.

—Esto va a ser una locura —susurró, acercándose nuevamente al lado de Silena, quien aún enojada, pareció suspirar también derrotada y menos alejada.

—Bueno, justamente estaba pensando que el escudo servirá para reforzar el ataque —respondió ella—. Además, tú tienes más práctica en la defensa.

—Vale, es cierto —mintió descaradamente Percy, Draco soltó una risa, su amigo lo fulminó con la mirada.

—Genial.

Thalia se puso a ayudar a las chicas de Afrodita, pues algunas tenían problemas para ponerse la armadura sin estropearse las uñas. Nico di Angelo se acercó a Percy esbozando una ancha sonrisa.

Ahora que pasaba todo el día a su lado, no dejaba de preguntar por Percy y solo logró disuadirlo, porque sabía que este ocupaba un tiempo a solas.

Ya era bastante molesto sentir su enojo y tristeza de forma irregular en su interior.

—¡Esto es una pasada, Percy! —El casco de bronce, con un penacho de plumas azules en lo alto, casi le tapaba los ojos, y su peto debía de ser unas seis tallas grandes.

Draco se preguntó si él también habría tenido un aspecto tan ridículo cuando llegó al campamento. Seguramente sí.

Nico alzó su espada con esfuerzo.

—¿Podemos matar a los del otro equipo?

—Eh… no.

—Pero las cazadoras son inmortales, ¿verdad?

—Solo si no caen en combate. Además…

—Sería genial que resucitáramos en cuanto nos mataran y pudiéramos seguir peleando…

Percy parecía cansado, no acostumbrado a la continua charla del niño, Draco lo vio resentido porque eso tuvo que soportarlo todo el día.

—Nico, esto va en serio. Son espadas reales. Y pueden hacer mucho daño.

Nico le miró, un poco defraudado, y Percy pareció darse cuenta de que acababa de hablar como su madre. Percy lo volvió a ver y señaló con el dedo, amenazándolo de no decir nada, aunque la sonrisa burlona de Draco debió ser suficiente.

Percy le dio unas palmaditas torpes al niño.

Era adorable lo mal que se le daba.

—Ya verás, será fantástico. Tú limítate a seguir al equipo. Y mantente alejado de Zoë. Nos lo pasaremos bomba.

Los cascos de Quirón resonaron en el suelo del pabellón.

—¡Héroes! —llamó—. Ya conocen las reglas. El arroyo es la línea divisoria. El equipo azul, del Campamento Mestizo, ocupará el bosque del oeste. El equipo rojo, de las cazadoras de Artemisa, el bosque del este. Yo ejerceré de árbitro y médico de campaña. Nada de mutilaciones, por favor. Están permitidos todos los artilugios mágicos. ¡A sus puestos!

—Estupendo —susurró Nico a Percy de forma no tan silenciosa—. ¿Qué tipo de artilugios mágicos? ¿Yo tengo alguno?

Thalia gritó:

—¡Equipo azul! ¡Síganme!

Todos estallaron en vítores y la siguieron. Draco caminó al lado de Percy viendo a Nico de reojo.

—¿No es adorable? —preguntó burlón. Percy le dio una mirada de muerte.

—Cállate.

Draco sonrió, bien, podría hacer eso, liberarse del estrés un rato. Movió sus hombros tensos, sintiendo que se sentían un poco más incómodos que en la mañana.

Ocupaba despejar su mente un rato.

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Percy lo dejó como defensa con los demás, pero en lugar de quedarse se marchó como el tipo impaciente que es.

Las cazadoras ganan.

Ni siquiera se sorprende.

Cuando el oráculo sale de su cueva, por otro lado, sí se sorprende. Porque Draco nunca había visto el oráculo, pero siente que la ha visto antes, como si fuera en medio de un extraño sueño.

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La reunión de líderes de cabaña no lo sorprende, ve a Percy ir y puede notar que solamente piensa en Annabeth, si no fuera por su expresión. El interior de Draco se siente a cada rato dividido por sus propias preocupaciones y por las de su amigo. Se queda en la cabaña de Hermes mientras todos los líderes se van, sorprendido cuando Nico deja de saltar señalando otra tarjeta y queda en silencio. El niño frunce el ceño en silencio y cuando Draco levanta la mirada, casi podría haber llorado de emoción.

Salta de su lugar para abrazar a Will Solace, que parece confundido viendo a Nico, antes de ver curioso a Draco.

—Will, pensé que no vendrías en vacaciones —dice casi aliviado, casi con un plan en mente para que lo ayude a ser niñero.

Will era un amor de persona.

El niño se sonroja ligeramente al verlo, antes de ver curioso a Nico y casi un poco irritado.

Pestañeó confundido por eso.

Algo parece nuevamente mal, pero no sabe qué.

—Mamá se fue de gira, cuando hablé con Lee, que habló con los Stoll dijo que viniste para Navidad y pensé que podría pasar por aquí —habla el niño con una sonrisa brillante como digno hijo de Apolo.

—¿Quién es él? —Nico parece curioso cuando se sienta en la cama de Draco, Will ve el gesto y frunce el ceño por un momento, antes de mantener su sonrisa.

Parece incómodo con Nico, no entiende por qué, Will suele ser uno de los campistas más amigables del lugar; lo había soportado en su peor momento, Will merece un asiento en el Olimpo.

—Will Solace, hijo de Apolo —dice con voz tensa, pero sigue manteniendo la sonrisa.

Mira de reojo a Nico, quien solo asiente con precaución, notando claramente una especie de pared entre ambos; luego salta del lugar para tomar la muñeca de Draco, lo que lo aleja un poco de Will, quien frunce el ceño irritado.

Draco, al igual que con el juego de la bandera, puede ver que algo malo se aproxima como cuando Thalia y Percy están en el mismo equipo.

—Soy Nico, él es mi niñero glorificado, aunque es torpe. —Nico no parece tenerle el más mínimo respeto y cuando se iba a quejar por eso, Will salta ofendido.

—No es torpe, es un gran héroe, el verano pasado fue al mar de los monstruos.

Estaba defendiéndolo, tan lindo.

Draco pone una mano sobre su pecho conmovido.

—Se cayó al barro en la lucha de banderas —habla Nico, con un encogimiento de hombros.

Will ve de mala forma a Nico.

Sí.

Tal vez la idea de tener a ambos niños juntos, no saldría bien. Draco comenzó a verlos preocupado cuando notó que ambos prácticamente se fulminaban con la mirada. Gimotea con las manos en su rostro cuando ambos comienzan a discutir, sintiendo sus hombros extremadamente cansados, pero sin poder decirle nada a Will, quien era su enfermero, porque parecía en una discusión sobre quién era mejor con Nico.

¿Percy o Draco?

Los niños eran terroríficos.

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La misión se creó, Percy no participó y por supuesto Draco tampoco, Quirón solamente había suspirado al verlo sujetar con fuerza a Will y Nico para mantenerlos alejados el uno del otro. Draco quiso pensar que su líder sería piadoso y misericordioso, aún con todo sobre sus hombros, parecía un poco complacido señalándolo e indicándole que era hora que funcionara como uno de los niños mayores para cuidar a los menores. Tenía solo 13 años, Will era un poco menor que él y Nico tenía 10 años; no le importó a Quirón que lo dejara a cargo de que nadie se matara entre ellos.

Bianca iría de misión.

Percy no lo tomó bien, como decir que lo tomó extremadamente mal, justo para pensar en marcharse sin consentimiento de nadie cuando el grupo fue conformado; tres cazadoras, Thalia y Grover. Grover le dio una mirada para que cuidara a Percy, como si este pudiera ser detenido por algo o alguien.

Había estado totalmente despierto cuando Nico estaba decidido a seguir jugando mitomagia con él, enojado de que todo el día tuviera que pasar al lado de Will, ambos niños repeliendose como agua y aceite. La presión sobre sus hombros había desaparecido de forma aleatoria y con un buen humor aceptó la idea de jugar con Nico un rato.

Aunque resultó que quería espiar a las cazadoras y lo había engañado para no estar solo.

Luego llegó Percy.

Siendo estúpido.

Además de algo de una vaca llamada Bessie y Draco no quiso preguntar mucho al respecto.

Luego pasó la charla más extraña ante sus ojos.

—Y ahora quieres seguirlas en la búsqueda que van a emprender.

—¿Cómo lo has adivinado?

—Porque si fuese mi hermana seguramente haría lo mismo. Pero no puedes hacerlo.

Nico miró a Percy desafiante.

—¿Por qué soy demasiado joven?

—Porque ellas no te lo permitirán. Te pillarán a la primera y te enviarán de vuelta al campamento. Y sí, también porque eres demasiado joven. ¿Te acuerdas de la mantícora? Habrá un montón de criaturas parecidas por el camino. Más peligrosas incluso. Y algunos héroes morirán.

Nico hundió los hombros y desplazó su peso a la otra pierna.

Draco miró de reojo el camino que había tomado Bianca, pensando que sería una muy mala idea tenerla, inmortal o no; Draco había sido un desastre en su primera misión y estaba vivo de milagro luego de la segunda.

—Quizá tengas razón. Pero… tú podrías ir en mi lugar.

—¿Cómo?

Draco gruñó, esto era una mala idea, Percy ya era una fogata que no ocupaba más leña.

—Puedes volverte invisible. ¡Tú sí puedes ir!

—A las cazadoras no les gustan los chicos —le recordó Percy inesperadamente sensato—. Si llegasen a descubrirme…

—No dejes que lo descubran. Vuélvete invisible y síguelas. ¡Y no pierdas de vista a mi hermana! Has de hacerlo. Por favor.

—Nico…

—De todos modos, ya lo estabas pensando, ¿no?

Chico listo.

Draco tuvo que aceptarlo.

—De acuerdo —repuso, Percy—. He de encontrar a Annabeth. He de ayudarlas, aunque ellas no quieran.

—Yo no me chivaré. Pero tienes que prometerme que mantendrás a salvo a mi hermana.

—Eso es mucho prometer, en un viaje como éste. Además, ella ya tiene a Zoë, a Grover y Thalia…

—Promételo —insistió.

—Haré todo lo que pueda. Eso sí te lo prometo.

—¡Entonces muévete! ¡Y buena suerte!

Era una locura. Ni siquiera había hecho el equipaje. No tenía nada, salvo la gorra, la espada y lo puesto.

Draco solamente se sujetó el puente de la nariz cansado y cuando Percy levantó la vista, pudo ver sus pensamientos y rápidamente los apartó. Esa mañana todavía habría dicho que sí, pero la opresión en su espalda se había marchado y tenía la sensación de que Annabeth no estaba sufriendo ahora.

¿Por qué pensó que sufría antes?

No tiene idea.

Pero comprendió la mirada de Percy y si bien no había tenido duda que tarde o temprano ese chico tomaría una loca decisión de irse de misión, como había pasado el verano pasado, esta vez Draco se cruzó de brazos y levantó el mentón.

Piensa en Annabeth.

En la profecía.

Se siente mal, porque quiere ayudar, pero sabe que a veces es mejor ayudar no estorbando.

—No iré contigo. —El rostro de Percy se volvió como si le hubiera dado una cachetada, pero se mantuvo firme—. Sé que quieres buscar a Annabeth, sé que este mocoso quiere proteger a su hermana. —Señaló a Nico que lo vio incrédulo susurrando algo como "cobarde" que ni siquiera se inmuto—. La profecía puede ser peligrosa, hay personas que mueren y si alguien hace algo, todo podría salir peor, no pienso obligarte a quedarte… pero no puedes obligarme a ir.

—¿No te preocupa Annabeth? —Sabe que esa pregunta es baja, incluso para Percy, son mejores amigos y no suelen atacarse así.

Ambos son tercos, Draco tiene mil y una formas de someterlo con palabras, pero se las ahorra.

Renuncia a su lado Slytherin para suspirar.

Solo por Percy.

No lo quiere lastimar, no quiere que piense mal de él.

—Me preocupa ella, pero si mi presencia arruina la misión o la hace más difícil no pienso tomar este método; el verano pasado fue un milagro que saliéramos con vida, no tienes que ser siempre el foco de atención, Thalia y las cazadoras pueden hacer un buen trabajo si confías en ellas. —Intentó ser el ser de razón, hacerle comprender a Percy que no tenía que ser siempre él.

Ya había sufrido dos veces.

¿Por qué seguir intentándolo una tercera?

—Las otras veces solo fuiste por el vínculo. —Parece que hasta ahora se da cuenta de eso, Draco suspira sin parecer ofendido.

Aunque comienza a molestarse.

Son amigos, pero se siente un poco como su primer año de nuevo, cuando este había visto incómodo al chico al inicio de su misión.

—No todos tenemos ideas suicidas.

—Es tu amiga.

—Lo es —señala lentamente y de forma peligrosa, que incluso Percy en su estado enojado entiende, ya que se silencia—, y estoy preocupado como todos en el campamento, pero no podemos ir todos sin un oráculo, ya lo sabes, la misión ya está dada y no eres parte de ella —sisea con violencia, a lo cual Percy se sonroja molesto antes de gruñir.

—Iré solo.

—Felicidades.

Ambos se ven de forma desafiante, claramente enojados con el otro. Percy había creído que Draco iría con él sin dudarlo, mientras que Draco no pensó que ese mocoso tomara en cuenta la idea de quedarse aquí como algo no sensato.

Si quería irse a poner en peligro, que lo hiciera por su cuenta, Draco estaba cansado de estas aventuras.

La mirada decepcionada de Percy, por otro lado, quema y duele por dentro.

—Parecen un viejo matrimonio —susurró Nico luciendo incómodo de ser dejado de lado, Percy y Draco voltearon a verlo molesto.

—¡No lo somos! —dijeron al mismo tiempo, antes de verse, gruñir y Percy solo se dio vuelta.

—Me iré solo, cumpliré mi promesa, Nico. —Deliberadamente los ignora al irse y Draco solamente gruñe con los brazos cruzados.

Ese idiota.

No sabe por qué pensó que podría gustarle alguna vez, es solo un idiota mimado que le gusta ser el centro de atención y no se preocupa por nadie más que él mismo.

—Debiste ir con él —susurra Nico.

—Cierra la boca —gruñe Draco de mal humor y, por primera vez, eso es lo que hace Nico.

Al día siguiente sonó en el campamento una alarma porque Percy Jackson había desaparecido, nadie pareció sorprendido por eso.

Draco estuvo amargo.

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Percy se fue y todo quedó en manos de Draco, tanto explicarle a Sally que su hijo estaba en una misión (¿quién coño es Paul?), hacer las tareas de Percy que cayeron sobre él, soportar ser niñero a tiempo completo de Nico y mantener a Will alejado para que no se asesinaran. Sus padres parecieron claramente molestos cuando les comentó que estaban en una crisis en el campamento y no podría volver en la fecha destinada. Su padre más que todo le hizo ver que tendrían una larga charla cuando regresara y al menos Draco tenía seguro no volver hasta que Annabeth regresara.

Dos personas pueden morir.

Joder.

Lavender parecía un poco preocupada cuando le marcó por Iris y le contó casi todo. A pesar de todo, era amiga de Annabeth y todo hubiera sido triste; hasta que Nico y Will aparecieron en la llamada.

—Eso es tan cool —dijo Nico señalando el reflejo, Will solamente gruñía que se suponía que estaría en el campo de fresas.

—¿Niñero? —preguntó Lavender divertida.

Draco gruñó, Nico empujó a Will que lo empujó a él y terminó en el barro por tercera vez esta semana.

Odiaba su vida.

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Intenta ir a sus clases de equitación con Silena, Nico es enviado por el caballo a unos arbustos, Will gruñe cuando es obligado a curarlo.

Draco no se apuntó a esto.

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En el almuerzo termina con una salsa de queso sobre su cabeza en la guerra de comida de Nico y Will. Solamente toma aire antes de comentarle a Will que debería ir a la mesa de Apolo, para que este le vea con los ojos de cachorro más ilegales del mundo.

Termina con un poco de salsa de tomate ahora por parte de Nico.

Draco se siente tenso todo el almuerzo, contando hasta 1000 para no asesinar a nadie.

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Ocupa al menos una hora de tranquilidad, así que va hacia Michael, el chico de la cabaña para darle a Will como un cachorro, este se queja, pero lo ignora. Luego va hacia los hermanos Stoll, dándole a Nico, quien también se queja de que lo deje solo; promete que vendrá en una hora o dos y jugarán Mitomagia; funciona bien. Luego corre literalmente a la cabaña 10, donde Silena había estado acomodando un poco su guardarropa, parecía pensativa por algún motivo y solamente al ver a Draco cambia a una expresión amable que se vuelve una divertida al escucharlo quejarse.

—Son dos niños, no debería ser difícil, sé que fui peor… pero estoy pensando seriamente en tirarme a un volcán yo mismo —dice con horror, luego de que cuenta toda su historia.

Gruñe cuando Silena levanta una prenda, porque, aunque es bonita, no combina para nada con la falda que había señalado.

La cabaña Afrodita tiene el mejor gusto por la moda, Draco casi se ve tentado a ser hijo de Afrodita porque alguien tan atractivo como él, sin duda debería ser hijo de un Olimpo de la belleza; hasta donde sabe podría ser afrodita, algo como el género no era un problema entre los magos y menos entre los dioses del Olimpo. Aunque su madre parecía haber insinuado varias veces el género masculino como su progenitor biológico, era una pena.

La seda de la ropa de Silena era deliciosa.

—Te acostumbrarás —dice Silencia como si lo diera por hecho y Draco hace un puchero—. No me veas así, yo tengo tiempo aquí y a veces los niños más jóvenes son problemáticos. —Le da una larga mirada que incluso él entiende cuando se refiere a su persona—. Pero todo pasará y con suerte encuentres a uno de ellos con buen gusto para la moda —dice, sonriendo antes de colocar sobre su cabeza un gorro de lana verde.

Se siente cálido, suave y sin duda se ve bien en él. Ahora si tan solo la camiseta del campamento no fuera de este naranja chillón.

Suspira antes de ver a Silena quien parece de mejor humor, o al menos ambos lo eran hasta que un Sátiro entró corriendo anunciando que Nico estaba en la casa mayor con una herida de pierna.

Draco solamente gruñe antes de correr y Silena le hace prometer que mañana seguirían con su charla.

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Durante la noche se siente inquieto, probablemente porque Nico no duerme bien y habla hasta que no pueda más, su pierna vendada lo hace inmóvil, pero su boca sigue siendo funcional. Ignorando que tiene una cabaña casi para él solo, Will ha llegado para hacer una pijamada, aunque odia a Nico aparentemente no quiere alejarse de Draco. Lo bueno es que Will es un médico decente y sabe que no puede molestar a Nico estando herido. Tiene miedo de dormir, aunque el día ha pasado bastante movido y con al menos 4 baños por las locuras de dos niños problemáticos, dormir únicamente lo deja solo con sus pensamientos.

¿Percy estará bien?

Espera que sí.

Aunque le preocupa más Annabeth.

Está con los ojos cerrados cuando una voz llega de la nada.

—Duele, Artemisa en problemas, mi culpa… Luke me traicionó de nuevo.

Sus ojos se abren alarmados.

¿Esa fue…?

Su respiración se agita un poco, pero luego el brazo bueno de Nico le da un puñetazo dormido, justo cuando Will se acomoda mejor entre sus brazos como un gato.

Suspira.

Ve a la ventana donde el amanecer parece cercano, sintiéndose culpable, tal vez sí debió ir con Percy después de todo.

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Una lechuza llega en la mañana, Travis le hace varios comentarios que tal vez esto sea una señal de que es hijo de Atenea, pero cuando ven que tiene una carta todos parecen confundidos; Draco gruñe apartando a todos, especialmente a Nico quien le ha ganado en las 4 partidas que han jugado de Mitomagia, lo cual Draco aún no entiende. El año pasado sus padres confesaron que las lechuzas no solían llegar, se pregunta qué pudo haber cambiado en el ambiente o con él, para que ya pudieran llegar. La carta resulta ser de Theo Nott, lo que hace que levante una ceja y rápidamente se preocupe porque sabe que el niño; hasta donde puede entender, sigue en Hogwarts, ya que Draco ha salido una semana antes, por lo que debe ser información interesante… o problemática.

Abre la carta curioso.

Ninguna otra lechuza había podido llegar hasta aquí.

¿Por qué la de Theo sí?

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Querido Draco.

He recibido información de que no vas a asistir a la fiesta anual en conmemoración de año nuevo en la mansión Malfoy, como los años anteriores, es curioso porque habías asegurado que estarías este año y me hace pensar que estás planeando algo.

Con temor (de Pansy) de aumentar tu obsesión, aunque no tan obsesión últimamente, Potter ha estado preguntando por ti a algunos estudiantes Slytherin; que tú hayas cambiado un poco no significa que los demás le dejemos el camino fácil a Potter.

¿Qué le hiciste?

Aparte de salvarle la vida, claro está.

Feliz regalo de Navidad, espero un libro de mitología egipcia de tu parte.

Theo Nott.

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—¿Quién es Potter? —pregunta Nico sobre su espalda, haciendo que Draco gruña.

—¿Quién es Theo? —Es la pregunta de Will sobre su otro hombro con la mirada curiosa.

Draco intenta caminar buscando algo para responder, con Nico riendo en su espalda, mientras que Will intenta ver qué tanto puede cargarlos a ambos; no sabe si es peor o no que ambos estén jugando relativamente juntos ese día.

—Deberíamos ver Star Wars, sé que puedo convencer a Quirón de prestarme el televisor.

—¿Qué es Star Wars? —Nico parece genuinamente curioso de la sugerencia de Will, lo que hace al niño brillar, literalmente haciendo a Nico y Draco aplaudir impresionados.

Will parece avergonzado, admitiendo que es un poder que tiene como hijo de Apolo.

—Puedes hacer más que Draco, es un poco inútil —dice Nico con mortal seriedad viendo a Draco, antes de reírse cuando ve su rostro indignado.

A diferencia de otras veces, Will parece tomarlo con más amabilidad y se ríe antes de comenzar a correr, con Nico siguiéndolo, ambos se detienen al ver que Draco no los sigue; Draco gimotea cuando se regresan para sujetarlo del brazo antes de comenzar a correr.

Para alguien que se lesionó el día anterior, Nico tiene mucha energía.

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A Nico no le gustó tanto Star Wars.

Will parecía ofendido por eso.

Draco está seguro que se durmió en la mitad de la primera película, por lo que Will y Nico saltaron sobre su espalda para despertarlo, mendigos mocosos.

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Aunque usualmente dormía tarde, dos días desde el juego de capturar la bandera sin dormir bien, le hicieron querer dormir 12 horas seguidas; compadecía a los padres más que nunca, tener un hijo no era fácil si era como Nico di Angelo. Nico por supuesto no quiso dormir, pareciendo enojado con Quirón que no dejó que Will pasara otra noche en la cabaña de Hermes, así que tuvo que quedarse solo, mientras Draco le estampaba un libro en la cabeza para que leyera. Durante el sueño se sintió un poco tranquilo al inicio, luego sintió la sensación de estar montando un jabalí y luego jura que ve a Ares.

Es raro.

Como si no estuviera en su propio cuerpo.

Luego la vio.

Era una mujer.

Pero era extraña.

Parecía un poco masculina, no mucho, pero su cabello corto y negro alborotado le parecía familiar, su piel era ligeramente bronceada y sus ojos de un verde profundo. Era la mujer más hermosa que había visto en su vida y era curioso, porque hasta hace unos segundos estaba seguro de que no había sentido nunca atracción por una chica.

Por un momento.

Olvidó su nombre. Olvidó dónde se hallaba. Olvidó cómo se habla con frases normales.

—Ah, estás aquí, Percy —dijo la diosa—. Soy Afrodita.

Draco regresó a la realidad.

Espera un momento.

¿Percy?

Quiso mover sus manos o su rostro, pero era como si fuera solo un espectador atrapado dentro de un cuerpo, que se deslizó en el asiento frente a ella y repuse algo como:

—Ah… eh… uf…

Ella sonrió.

Fue hermosa.

Espera un momento, eso no importa.

¿Por qué le dicen Percy?

¿Qué clase de sueño era este?

—¡Qué monada! Aguántame esto, por favor.

Le alcanzó un brillante espejo del tamaño de un plato para que se lo sostuviera. Ella se inclinó hacia delante y se repasó los labios, aunque los tenía perfectos.

—¿Sabes por qué estás aquí? —le preguntó.

Draco quería responder que ni siquiera sabe que está haciendo él aquí. Si fuera un sueño sería algo extraño por no decir aberrante, pero cuando la neblina comienza a despejarse se llena de pánico; hay un vínculo entre Percy y él, uno fuerte y comenzaba a preocuparse sobre esto.

Antes de su primer año, estaba seguro que había soñado con Percy una vez antes de conocerlo.

Puede que fuera un sueño.

¿Y si no lo era?

¿Y si esto tampoco era un sueño?

No entiende cómo en este momento Percy puede estar frente Afrodita en su misión, pero la idea de que Draco por algún motivo pueda ver todo esto, es aterrador.

El alcance del vínculo de ambos.

Da un poco de miedo.

—No… no sé —acertó a decir la voz de Percy como si fuera suya, había pensado mucho, idiota.

—Ah, querido —dijo Afrodita—. ¿Todavía negando?

Era difícil separar sus pensamientos de los de Percy, cuando escuchó a Ares reír (¿Ares también estaba ahí?) se sintió enfurecido.

—No sé de qué me habla —respondió Percy, obviamente mintiendo.

—Entonces, ¿por qué participas en esta búsqueda?

—¡Artemisa ha sido capturada!

Ella puso los ojos en blanco.

Draco lo hizo mentalmente, sintió cuando Percy levantó su mano contra su pecho pensativo, se preguntó si lo habría sentido.

—¡Artemisa!, ¡por favor! Esa no tiene remedio. Quiero decir, si fuesen a secuestrar a una diosa, elegirían a una de belleza hechizante, ¿no te parece? Compadezco a los pobres que tengan que custodiar a Artemisa. ¡Qué aburrimiento!

—Pero ella estaba persiguiendo a un monstruo —protestó—. Un monstruo realmente terrible. ¡Tenemos que encontrarlo! —

Afrodita le hizo sostener el espejo un poco más arriba. Por lo visto, se había encontrado un defecto microscópico en el rabillo del ojo y ahora se arreglaba el rímel.

—Siempre algún monstruo… Pero, mi querido Percy, ese es el motivo de los demás para participar en esta búsqueda. A mí me interesa más tu caso.

Se le aceleró el corazón. Percy no quería responder, pero sus ojos le arrancaron la respuesta de los labios.

—Annabeth está metida en un aprieto.

Afrodita sonrió satisfecha.

Draco sintió su pecho arder en conciencia, era como una leve alegría, pero también sentía un ardor incómodo de celos en su interior.

—¡Exacto!

—Tengo que ayudarla —dijo Percy—. He tenido unos sueños…

—¡Incluso has soñado con ella! ¡Qué monada!

—¡No! Es decir… no me refería a eso.

Ella chasqueó la lengua.

—Percy, yo estoy de tu lado. Soy la causante de que estés aquí, al fin y al cabo.

—¿Cómo?

—La camiseta envenenada que le dieron los hermanos Stoll a Febe —dijo— ¿Creías que había sido un accidente? ¿Y lo de enviarte a Blackjack? ¿Y lo de ayudarte a salir del campamento a hurtadillas?

—¿Ha sido usted?

—¡Pues claro! Porque, la verdad, hay que ver lo aburridas que son estas cazadoras… Una búsqueda de un monstruo, bla, bla, bla. ¡Para salvar a Artemisa! Déjenla donde está, qué caramba. En cambio, una búsqueda por amor…

—Un momento, yo no he dicho…

—Ay, querido. No hace falta que lo digas. Sabías que Annabeth estuvo a punto de unirse a las cazadoras, ¿no?

Sintió el rostro rojo de Percy, lo cual hizo a Draco sonreír con amargura.

Percy no lo quería, no tenía sentimientos por él, era lo mejor; solo serían amigos para siempre y mientras más rápido pudiera deshacerse de esas emociones, más rápido todo dejaría de doler.

—No lo sabía, seguro…

—¡Estaba a punto de tirar su vida por la borda! Y tú, querido, puedes salvarla de ese destino… ¡Qué romántico!

—Eh…

—Ya puedes bajar el espejo —ordenó—. Ya estoy bien.

—Escucha, Percy —dijo la diosa—. Las cazadoras son tus enemigas. Olvídate de ellas, de Artemisa y del monstruo. Eso no importa. Tú concéntrate en encontrar y salvar a Annabeth.

—¿Usted sabe dónde está?

Afrodita gesticuló con irritación.

—No, no. Los detalles te los dejo a ti. Hace una eternidad que no tenemos una buena historia de amor trágico.

—A ver. En primer lugar, yo nunca he hablado de amor. Y segundo, ¿a qué viene lo de «trágico»?

—El amor lo puede todo —aseguró ella—. Mira a Helena y Paris. ¿Acaso permitieron que algo se interpusiera entre ellos?

—Pero ¿no provocaron la guerra de Troya y causaron la muerte de miles de personas?

Draco entrecerró los ojos, o al menos sintió que lo hizo, la historia de la Ilíada y la Odisea era lo que principalmente le hizo entender que los Olimpos eran idiotas.

—¡Pfff! Esa no es la cuestión. Tú sigue a tu corazón.

—Pero… si no sé adónde va. Mi corazón, quiero decir.

Ella sonrió, compasiva. Era verdaderamente hermosa. Y no sólo porque tuviera una cara bonita o lo que fuera. Creía tantísimo en el amor que era inevitable que la cabeza le diera vueltas cuando hablaba de ello.

Draco odio los pensamientos de Percy.

—No saberlo es parte de la diversión —dijo Afrodita—. ¿Verdad que resulta exquisitamente doloroso cuando no sabes con seguridad a quién amas ni quién te ama a ti? ¡Ah, criaturas! Es tan bonito que voy a echarme a llorar.

—No, no —rogó Percy—. No lo haga.

—Y descuida —añadió—. No permitiré que te resulte fácil ni aburrido. Te reservo algunas sorpresas maravillosas. Angustia. Dudas. Espera y verás…

—Está bien, gracias. No se moleste.

—¡Qué mono! ¡Ya me gustaría que todas mis hijas pudieran romperle el corazón a un chico como tú! —Los ojos se le estaban humedeciendo—. Ahora será mejor que te vayas. Y ándate con cuidado en el territorio de mi marido, Percy. No te lleves nada. Es muy quisquilloso con sus baratijas y su chatarra.

—¿Cómo? —preguntó—. ¿Se refiere a Hefesto?

—Una cosa más —dijo la diosa con una sonrisa casi tímida, no era una sonrisa como Percy, era más bien una como… cuando era hurón, estaba seguro de que Potter sonrió así. —No te preocupes Draco Malfoy, aunque seas un misterio para la mayoría de nosotros en el Olimpo, te aseguro que también he preparado una historia digna de amor para ti, llena de romance y drama. —Sonrió por última vez la mujer.

—¡Eh! ¿Qué?! —Por un segundo tanto las voces de Percy como la suya sonaron al mismo tiempo.

Sintió la incredulidad de Percy, antes de que algo lo expulsara del sueño rápidamente.

Cayó al suelo de la cabaña de Hermes, mientras Nico se retorcía en lo que antes había sido su cama; con el rostro en el frío piso no sabe qué tanto fue un sueño lo que acaba de vivir

.

.

Decidió dar un paseo nocturno.

Tuvo una pesadilla y quiere simplemente descansar un rato, con Nico acaparando toda su cama, decide que es mejor dar un paseo corto. Está tentado de ir con Quirón y explicarle el extraño sueño, que tal vez no sea sueño y que de alguna manera está compartiendo el cuerpo con Percy por un pequeño momento. Agradece que las arpías, aunque le dan miradas, no intentan comerlo porque no es tan tarde todavía.

O tal vez no quieren.

Ambas suenan improbables.

Se deja caer en una silla de piedra frente a la fogata, que, aunque está vacía, parece estar encendida por alguien imprudente que no la apagó; aunque usualmente no se hace tanto, se dice que Hestia le gustan las fogatas.

Suelta un bostezo sintiéndose de repente algo inquieto.

¿Percy?

Lo duda, hace menos de una hora que estaba con Afrodita, ¿fue hace media hora?, no está seguro, pero duda que fuera tan pronto para que se metiera en problemas. Al menos ya no es el peso de los hombros, que le hizo sentir incómodo algunas horas antes.

—Pareces cansado —La voz lo hace saltar alarmado, voltea nervioso y se relaja notablemente cuando la extraña niña de cabello rojo está ahí viéndole curioso.

¿De dónde sale esta niña?

Se encoge de hombros restándole importancia.

Antes de que alguien piense que eso es imprudente, realmente está cansado de muchas otras cosas sobrenaturales alrededor, de ser un mestizo semidiós y un mago; una niña de cabello rojo que se esconde en el campamento no es algo tan raro.

Debe ser una semidiosa tímida.

Además, él también se escaparía del juego de la bandera si pudiera.

—Tengo un niño que no me deja dormir y todo el día habla, es el karma lo sé, pero estoy seguro de que he ayudado bastante a los dioses como para que me torturen así —habla Draco, con un suspiro algo dramático, que por suerte la niña toma con diversión.

Se ríe, abraza sus piernas contra su pecho y ladea la cabeza.

Ojalá Nico di Angelo fuera la mitad de adorable que esa niña, y tranquila como ella, obviamente no lo tiene fácil en su vida.

—Tal vez alguien lo envió a ti, ambos podrían tener mucho que aprender de otro. —Suena demasiado madura para una niña de 8 años.

Draco frunce el ceño.

—No quiero aprender paciencia de esa forma.

La niña vuelve a soltar una risa cantarina.

Suena bien.

Agradable al oído.

—Puede que ambos estuvieran solos de una manera que el otro pueda ayudarles, o tal vez en el futuro se puedan ayudar, hay cosas que ni siquiera los Olimpos podrían ver; pero sí suponer —habla la niña, ahora sonriendo casi divertida a lo cual Draco suspira.

Las palabras de Apolo aparecen en su mente, curioso sobre qué se trata eso sobre las profecías y también Afrodita había comentado antes que era un misterio.

A diferencia de sus amigos nunca había estado en el monte Olimpo.

¿Era una anomalía de alguna forma?

Eso no sonaba bien, aunque suele amar ser el centro de atención, ser el centro de atención en estas cosas no es algo positivo, todo lo contrario.

Peligroso.

Es muy peligroso.

Sus pensamientos se evaporaron cuando la sensación de pánico y pavor comenzó a inundarlo, no era Annabeth, tampoco era Lavender, pero la sensación golpeó su pecho con alarma; estaba en una lucha, Percy. Gimoteó un poco y la niña pareció preocupada, se agachó al suelo de rodillas jadeante al sentir todas las emociones de Percy de golpe, no lo había sentido nunca tan nervioso, ni siquiera cuando Annabeth había sido capturada o la lucha contra el cíclope.

Estaba en peligro.

Maldición.

Joder.

Estaba en verdadero peligro, debió haber ido él a ayudarle, debió quedarse al lado de Percy.

¿Qué pasa si muere?

Dos estaban destinados a morir, si Percy muriera y lo sintiera por el vínculo, un mundo sin Percy Jackson. Su cuerpo se volvió frío ante el pensamiento que vino a su mente, había sido bastante egoísta al negarse a ir a la misión con Percy, cansado de tener que hacer el trabajo por otros; especialmente los Olimpos. Estaba cansado de tener que ser el que fuera detrás de Percy, sacándolo del peligro o siendo salvado, porque su amigo prefería hacer misiones locas a pasar tiempo con él.

Había ido estas vacaciones para verlo, pero este lo había llevado de misión.

Ahora se arrepiente.

Sus ojos se vuelven acuosos y no le importa si tal vez desata ligeramente un poco de magia accidental a su alrededor en forma luminosa, no suele pasar en el campamento mestizo, pero sus propias emociones lo están ahogando.

—Oh, así que es por eso que tu padre te oculta. —Unas pequeñas y suaves manos levantan su rostro, estaba entrando en pánico, pero ver los ojos cálidos de la niña de 8 años lo tranquiliza, por un momento, por muy raro que sea—. Eres un misterio para todos, pero entiendo ahora que tal vez es mejor que no sepan la verdad o será un caos como con la guerra de Troya de nuevo —dice, acariciando suavemente sus mejillas.

Draco se ahoga al sentir el pánico de Percy aumentar, pero ve a la niña con un jadeo ahogado.

—¿Quién eres? —pregunta casi sin aire.

La niña sonríe.

Entonces puede verlo, se pregunta si la niña puede ver el hilo azul marino frente a ambos, que parece estar saliendo de su pecho, perdiéndose a la vista, como si su otro extremo o el final de este se encontrara muy lejos.

—Voy a ayudarte, no es algo que no está destinado a pasar en el futuro, solo adelanto algunas cosas y puede que sea un poco más poderoso por la sangre en tus venas; pero sé qué harás un buen uso cuando lo controles, por ahora, te daré una mano. —Su voz es casi jovial por un momento viendo el hilo al igual que Draco, el ahogo de Percy solamente aumenta, está en peligro y Draco se muere por estar ahí y ayudarle—. Sujeta el hilo, Draco, este te guiará, nadie puede verlo exactamente, pero quiero creer en un futuro brillante para ti; porque este día te he elegido como mi héroe… Mi campeón —dice la niña sujetando sus manos con suavidad, guiándolas al hilo y Draco tiene mucho que preguntar.

Pero esta solo sonríe emocionada, cuando toca el hilo, siente un tirón en su interior.

Uno muy similar al que siente cuando usa el traslador o cuando se ha aparecido con su padre.

Es imposible.

No tiene tiempo para pensar, solamente ve el rostro de la niña un momento y al siguiente, no está ahí.

.

.

Draco se estampa antes de llegar al final del hilo, es como si algo le hubiera impedido el camino o tal vez el nerviosismo de que, aparentemente se estaba apareciendo cuando no tenía la menor idea de cómo hacerlo; puede que todo saliera mal porque es un jodido niño de apenas 13 años en lugar de estar en su sexto año de Hogwarts cuando aprendes aparecerte apenas. Se estampa con algo que parece ser metal, gruñe cuando cae al suelo y todo es jodidamente caliente, como si estuviera en un horno.

—¿Qué rayos haces aquí? —grita una voz aguda que no reconoce inicialmente, pero al levantar la vista luego de vomitar (claro que iba a vomitar por ese viaje) puede toparse con el rostro incrédulo de Bianca di Angelo.

Esperen.

¿Bianca?

Funcionó.

Logró aparecerse justo donde estaba Percy y el equipo de misión, puede que no llegara a Percy para ayudarle, pero no debe estar tan lejos si…

Detiene sus pensamientos al ver su alrededor, parece como si estuvieran en una habitación de metal, como un controlador. Es como esos lugares donde se controla todo lo que salen en las películas o videojuegos (no los entiende, Percy tampoco es bueno, Sally se burló cuando les ganó en Mario Party robando su estrella), que no sería tan malo, si no estuviera todo dándole luces que parecían alertar algo.

Lo que pensó que era mareo por la aparición, resultó ser que donde estaban se encontraban en movimiento.

¿Dónde estaba?

Chilla cuando el lugar se mueve a la izquierda, luego a la derecha, algo que parece un puño gigante atraviesa la pared cerca de ellos.

—¿Dónde maldita sea estamos? —chilla Draco incrédulo, cuando algo suena como una explosión y todo da más vueltas.

Joder.

Van a morir.

Dos personas morirían en el viaje, dijo el oráculo y por un momento, parecía que serían ellos dos.

Bianca chilla cuando el lugar vuelve a dar otro movimiento y cae contra él, sus cabezas chocan y le da una pequeña jaqueca, pero lo ignora cuando otra explosión suena y por un momento parece que el techo va a caer sobre ellos. Deja de pensar un instante para recordar que le dijo la niña (ahora sabe que debe ser alguna deidad o algo así) e intenta imaginar un hilo azul, pero no lo encuentra; a su alrededor puede ver muchos hilos de colores, algunos casi transparentes que parecen no tener fin.

No azul.

El techo se cae y va a aplastarlos, Draco sujeta instintivamente a Bianca y toma el primer hilo que ve, que parece casi transparente, pero con un leve tono rojizo.

Un cálido color rojo que nunca ha visto.

El vacío en su interior dice que se está apareciendo nuevamente.

.

.

Cae con violencia contra el suelo, porque nuevamente no ha tomado clases y hacer dos apariciones debe ser un milagro por sí mismo. Es un semidiós y de hecho nunca se ha sentido realmente cansado, pero ahora se encuentra totalmente agotado y sin un gramo de magia en su cuerpo. Tiembla antes de intentar vomitar; pero luego lo que parece una ventisca lo azota contra el suelo. Nieve, no se sorprende, están en invierno, pero todo a su alrededor es blanco. Se congela de inmediato y solamente agradece que ninguna pared o techo vaya a caer sobre su cuerpo ahora mismo.

Escucha un jadeo en busca de aire y al voltear, puede ver a Bianca gruñendo contra el suelo cubierto de nieve.

Tiene una chaqueta más cálida que la camiseta naranja que Draco usó para dormir o sus jogger, está jodidamente solo con un par de tenis cualquiera que usó para caminar esa noche. Se estremece porque había visto un abrigo al lado de la cama y simplemente lo ignoró, porque pensó que sería estúpido retrasarse por algo tan banal.

No era banal ahora.

Es frío.

Muy frío.

—F-Frío —tartamudea con sus dientes castañeando. Bianca al fin logra ponerse de rodillas algo desorientada, pero también parece temblar del frío y cuando se pone sobre sus pies camina hacia él ofreciéndole una mano.

Si estuviera en un clima cálido, en el campamento, la despreciaría con una mueca de asco; se sujeta a ella y la abraza, aunque esta se queja, tiene demasiado frío y su cuerpo tiembla como una castañuela.

—¿Cómo hiciste eso? ¿Dónde estamos? —pregunta atrayéndolo más hacía ella, ambos caminando temblorosos en lo que parece un bosque con nieve—. Puede que salvaras nuestra vida, pero vamos a morir nuevamente congelados y no pienso agradecerte si ese es el caso —añade ahora con pánico, frío y un poco de enojo.

Le da una mala mirada, esa mocosa malagradecida.

Antes de quejarse, algo ladra atrayendo la atención de ambos, cuando levantan la mirada un enorme perro negro los mira a la distancia. El frío debe estar haciendo que desvaríe, porque jura que es el mismo perro que le dio un poco de comida antes de irse a casa unos días antes.

Parece una eternidad.

Bianca, sin embargo, comienza a caminar hacia este, Draco le sigue tembloroso y mientras más caminan, todo parece incluso peor.

El perro ladra cuando se quedan muy atrás, puede que fuera unos momentos, unas horas, pero cuando al fin logran llegar a lo que parece una vieja choza, el perro ya no está y Draco queda congelado. Es imposible, piensa horrorizado cuando la puerta se abre, porque un enorme hombre sale del lugar y al verlos queda totalmente congelado.

—¿Draco Malfoy? —Es la pregunta que sale de los labios de Hagrid, el jardinero de Hogwarts.

Porque eso no puede estar sucediendo.

Si eso fuera verdad, eso significa que cuando se apareció, lo hizo a lo que pueden ser unos kilómetros de Hogwarts, un lugar al cual es imposible aparecerse y más importante aún, al otro lado del continente. Bianca, que lo estaba ayudando a caminar, ya que es una jodida niña inmortal y tiene ropa mucho más cálida que él, parece hacer un sonido de sorpresa.

No importa.

Tiene mucho sueño.

—Espera Draco… —Escucha que Bianca dijo algo más, pero su cuerpo deja de responderle y solamente ocupa un poco de sueño.

Un poco.

Cae inconsciente con los brazos de la niña sujetándolo, mientras tiene un extraño sueño con un perro negro, que se transforma, en Annabeth en una cueva llorando y casi siente que puede ver como Percy parece buscar algo desesperadamente en un montón de chatarra y basura antes de empezar a llorar.

Continuará…

Me pregunto qué pensaran de este capítulo, en lugar de ser como el primer o segundo libro de Percy Jackson, donde Draco tiene un papel mucho más activo, el tercer libro es prácticamente la misión a la cual Draco se ha negado a participar.

En la historia Canon, Bianca muere durante la lucha contra un titan, luego de robar una estatua (aun cuando se les advirtió no hacerlo) para dársela a su hermano. He decidido cambiar eso y además añadir un poco de Draco por si solo, en el campamento y conociendo a esta niña que me pregunto si muchos ya saben quién es.

Es curioso porque la personalidad de Nico se basa mucho en haber perdido a su hermana, me pregunto que cambiara si por algún motivo Bianca logra sobrevivir a la misión; porque esta aun no termina.

En el canon también Nico solamente se hace amigo de Will hasta la lucha contra Gea, pero ahora gracias a Draco ambos se han conocido antes.

Locuras locuras, todo son locuras de mi mente.