Como cada semana, les dejo aquí el capítulo 4 de este rework, este no es tan corto como el pasado, y creo que de aquí en delante son más largos

Espero sea de su agrado


Capítulo 4 - Intervención y castigo

Permaneció oculta, analizando detenidamente la situación, por más inverosímil que fuera, aquel niño debería de ser el contratista de aquel demonio, ya que, además de ellos y su hermano, estaba el cuerpo de una mujer completamente vestida de rojo, la sangre comenzaba a encharcarse alrededor de su cuerpo, y, dado por el terrible aroma a sangre, estaba segura que habría otro cuerpo al interior de la habitación al fondo de aquel callejón.

Aquel niño ordeno que se capturará a Jack el Destripador, no importaba si se trataba de un dios de la muerte o no.

Jill pudo sentir como la energía demoniaca de aquel sujeto se liberaba lentamente, antes de arremeter en contra de Grell.

Las sospechas de Jill no estaban tan erradas, su hermano definitivamente estaba obsesionado por ese demonio, el combate, en lugar de preocuparle, parecía excitarle de sobremanera. Llamándole un amor prohibido como el de Romeo y Julieta.

Ambos subieron a un tejado adyacente al que ella estaba, su hermano llevaba consigo una sierra de cadena, Jill se dio una palmada en la frente, apostaba a que aquella sierra era una modificación sin autorización previa del departamento encargado de las guadañas de la muerte, su propia katana era una modificación, pero ella si había obtenido los permisos pertinentes.

Grell logro herir al demonio, logrando hacer brotar un pequeño record mostrando una vida cotidiana de un mayordomo. Sebastián, como lo había llamado su hermano, simplemente argumentó que aquella había sido su vida durante el último año, y que de ningún modo le permitiría ver algo más, aquel sujeto, a pesar de haber sido herido por la guadaña de la muerte, estaba notablemente tranquilo, no se veía siquiera debilitado.

Grell manoteaba haciendo rabietas, gruñendo de que aquel record no era lo que quería.

— Lo siento mucho — se disculpó el mayordomo — pero si quieres ver más… tendrás que pagar un precio — agrego con un tono gutural colocándose a la espalda del shinigami pelirrojo

Jill se quedó muda de la impresión, no se había percatado de él que momento Sebastián había flaqueado a su hermano. Ahora era el quien tenía el control de la situación, Grell parecía un poco desesperado, atacaba de manera instintiva, sin un plan, desgarrando las mangas del saco del mayordomo.

— Estas eran mis mejores prendas — suspiro con resignación — que remedio — agrego quitándose el saco

— Deberías preocuparte más por ti, que por tus prendas — respondió confiado — aunque me agradan los hombres que se preocupan por su apariencia Sebas-chan — agrego de manera seductora sin dejar de atacarlo, causando múltiples heridas en el demonio

— Simplemente no quería emplear esta táctica, pero no me dejas elección — respondió el demonio sereno

— ¡Ahh! ¡Finalmente te vas a poner serio conmigo… Sebas - chan! — gimió Grell con emoción

El shinigami pelirrojo continuo su ataque frenético, llevado por la emoción, pero de un momento a otro la motosierra se trabo a causa del saco que anteriormente el mayordomo se había quitado, y el cual había aprovechado para atascarlo en la cadena giratoria de la sierra. Grell lucho en vano tratando de sacarla, situación que Sebastián aprovecho para contraatacar.

— Ese saco está hecho con lana de la mejor calidad, solo lograrás trabar más si tiras de esa manera — murmuró aproximándose lentamente mientras tronaba sus dedos — siempre he tenido más confianza en los combates cuerpo a cuerpo — sonrió con malicia

— ¡Espera! ¡En la cara no!

Sebastian le dio una paliza a Grell, arrojándolo de los tejados hacia la calle, estaba a punto de caer sobre el niño, pero los reflejos de Sebastian fueron más rápidos, y logro patearlo en cuelo en dirección a la entrada del callejón. Mientras la sierra caía, incrustándose en el piso adoquinado.

El demonio se disculpó con su amo por su mal cálculo y su evidente descuido, tomó la motosierra de Grell y logró sacar la chaqueta con suma facilidad.

— Estas en mal estado — murmuro el niño

— No se preocupe por un simple mayordomo, tengo algo de resistencia — respondió con tranquilidad — Joven amo, ¿está dispuesto a cargar con el castigo que conlleva acabar con este sujeto? después de todo, los de su especie son prácticamente dioses.

— ¿Acaso tengo que repetirte la misma orden de nuevo? — respondió el niño de mal humor — ¡Atrapa a Jack el Destripador! no importa si se trata de un Dios o no

— Como ordene — respondió haciendo una reverencia, llevando su mano derecha a su pecho.

Se aproximó lentamente a Grell, con una sonrisa divertida dibujada en sus labios.

— Ciertamente no disfruto el sentimiento de ser pateado por alguien como tú, pero disfruto propinándole una golpiza a los demás — dijo divertido — aunque ciertamente al ser un shinigami, no puedes ser tocado por la muerte, pero que hay de esta, tu guadaña de la muerte, dicen que corta todo lo que toca, así que, tu no deberías de ser la excepción — agrego echando a andar la motosierra.

— ¡Por favor detente! — suplico Grell

— Terminare contigo con este juguete que tanto te gusta — respondió el demonio con malicia

— ¡Espera! ¡No quieres saber quién mató a tus padres! — le suplico al niño al tiempo que el demonio alzaba la motosierra para atacar

Jill no se contuvo más tiempo, salió de su escondite desenvainando la katana, se interpuso entre su hermano y el demonio justo a tiempo para detener la motosierra con el filo de su arma, ambas al ser guadañas de la muerte podían resistir cualquier ataque.

— ¡ACASO ERES IDIOTA! — protestó

— ¡Ji…Jill! — exclamo Grell con sorpresa — que haces aquí?

— ¡Te salvo la vida, imbécil! — gruño resistiendo la fuerza del ataque — ¡Tú eres el hermano mayor, Y sin embargo soy yo la que tiene que estar salvando tu trasero! — se quejó haciendo uso su fuerza sobrenatural para obligar al demonio a retroceder un par de pasos

— ¿Así que había otro shinigami oculto además de Grell Sutcliff? — exclamo el demonio — ¿acaso también está involucrada en el caso de Jack el Destripador?

— Yo no tengo nada que ver con el incidente — respondió mirando al demonio desafiantemente — solo estoy aquí para llevar a mi hermano de vuelta a casa — agrego

— ¿Su hermano ha dicho? — preguntó el demonio desconcertado — Así que este molesto ser, ¿es pariente suyo? — agrego señalando a Grell

— Así es, mi nombre es Jill Sutcliff, y este de aquí es mi hermano mayor — señalo escudando a Grell

— Un placer, mi nombre es Sebastian Michaelis — respondió el demonio con tranquilidad, haciendo una reverencia con educación — lady Sutcliff, deberé pedirle que se haga a un lado, ya que no me gustaría herir a una dama como usted, pero no puedo permitir que Jack el Destripador escape.

— Entonces creo que no tenemos más opción — gruño Jill lanzándose al ataque.

Jill percibió algo con el rabillo del ojo, y saltó a un lado justo a tiempo para evitar una cortadora de hojas que se clavó donde momentos antes estaba ella. Levantó la mirada al tejado de dónde provino el ataque. Ahí, de pie con la serenidad que lo caracterizaba, su silueta recortada por la luz de la luna llena, era inconfundible.

— ¡William! — susurro Jill

— ¡Will! — exclamo su hermano poniéndose de pie — Viniste a salvarm…— aquella frase quedo interrumpida, ya que William le había caído encima a Grell de manera intencionada.

— Lamento interrumpir su conversación — respondió de manera fría — soy un supervisor del despacho shinigami, mi nombre es William T. Spears — agrego de manera mecánica — vine a llevar a este shinigami conmigo — agrego dándole un golpe con la punta del cortador de hojas, al tiempo que acomodaba sus gafas. — shinigami Grell Sutcliff, has cometido bastantes irregularidades de acuerdo al reglamento, la principal de ellas ha sido asesinar personas que no estaban en la lista de la muerte; segundo, el uso de una guadaña modificada sin autorización; y tercero, la divulgación de información confidencial de uso exclusivo del despacho de shinigamis — enlisto, aproximándose lentamente a Sebastian, agachando la cabeza, para sorpresa de Jill — lamento mucho las molestias que esta "cosa" les haya causado — se disculpó entregándole su tarjeta de presentación — tener que disculparme con una alimaña como tú — chasqueo con molestia — eso es manchar el buen nombre de un shinigami — agrego dándose la vuelta, tomando a Grell del pie y arrastrándolo por el callejón — si nos disculpan, este individuo recibirá un castigo de acuerdo a sus faltas.

William comenzó a adentrarse en el callejón, Sebastian lo observo fijamente.

— ¡Espera! — lo llamo, arrojando la motosierra directamente contra William

— ¡William cuidado! — exclamo, pero el shinigami moreno simplemente detuvo el avance de la sierra usando solamente dos dedos, atrapando la hoja entre ellos, Jill se quedó atónita, no conocía realmente las habilidades ni la fuerza de William.

— olvidaban esto — agrego el demonio con una sonrisa sarcástica dibujada en su rostro

William no dijo nada, simplemente dejo caer la pesada sierra sobre Grell, acomodó sus gafas, antes de dirigir su mirada glacial a Jill.

— En cuánto a ti, Jill Sutcliff, tu comportamiento en el mundo humano ha dejado mucho que desear, y, al igual que tu hermano, también has infringido varias reglas, la principal, el hecho de no portar tu equipo completo como parte de los recolectores de almas — le señalo, Jill estaba por protestar — y antes de que digas algo, sí, me refiero a tus gafas de recolectora, y en vista de que no es la primera vez que haces caso omiso a esto, el director me ha concedido el permiso de imponer el castigo que considere adecuado

— ¿Un castigo? — reclamo — ¿de verdad? ¿Solo por los anteojos?

— Jill Sutcliff, a partir de este momento estas bajo suspensión por tiempo indefinido, y además estarás confinada al mundo humano, hasta que yo personalmente regrese para llevarte al mundo shinigami, espero no causes problemas hasta entonces. Nos veremos después, Jill Sutcliff.

William se adentró a las sombras de la callejuela, Jill tratando seguirle, pero este y su hermano se habían esfumando.

— ¡Espera, William! ¡No puedes hacerme esto! — protestó, pero descubrió que, efectivamente no podía abandonar el mundo humano.

Cayo de rodillas, apretando los puños con frustración, estaba atrapada en ese lugar por quien sabe cuánto tiempo. Respiró profundamente para calmarse, aún tenía sus habilidades, se puso de pie, mirando de reojo al demonio, posiblemente tendría que luchar para marcharse de ahí.

Grande fue su sorpresa al darse cuenta que el mayordomo no tenía interés en ella, se giró hacia su amo, disculpándose de que la mitad de Jack el Destripador hubiera escapado.

— Volvamos a la mansión de la ciudad, le prepararé algo de leche tibia, para que recupere calor.

El niño solo asintió, y dirigió su mirada hacia ella.

— ¡Oye tú! — la llamo — ¿de verdad no tenías nada que ver con este caso?

— Ya se los dije, solamente estaba buscando a mi hermano — respondió cortantemente — los crímenes que cometió junto a esa mujer humana no son de mi incumbencia — agrego señalando el cuerpo de la mujer de rojo

— Si eso es verdad, entonces puedes venir con nosotros — le dijo restándole importancia, Jill lo miro con sorpresa

— ¡¿Joven amo, está seguro de…?! — exclamo Sebastian

— Si ella no tiene nada que ver con el caso de Jack el Destripador, entonces está bien — respondió secamente — además, ese sujeto llamado William, la confino a este lugar ¿no es así? — pregunto pasando a su lado para salir del callejón — aun soy un caballero, como para ignorar a una dama sola en un lugar lleno de inmundicia como este

Jill se quedó en shock, ¿de verdad el niño la estaba invitando a ir con él? ¿Con el demonio?

— No estoy tramando nada, si es lo que piensas — le dijo mirándola de reojo — tampoco tendrás que preocuparte por Sebastian, serás mi invitada, y él te tratara con educación y respeto como tal — agregó — a menos que intentes hacer algo extraño para perjudicarme, serás bienvenida en la casa Phantomhive, a no ser, que quieras quedarte en este lugar — dijo finalmente saliendo del callejón — ¡Sebastian, volvamos a casa, estoy agotado!

El mayordomo inclinó la cabeza, asintiendo a su orden.