Y este es el segundo capitulo como regalo de navidad y compensacion por el retraso

Agradezco mucho su apoyo a los que le han dado una oportunidad a esta historia, espero este siendo de su agrado, y no se olviden de dejar un comentario.


Capítulo 8 - Cumpleaños

Sebastian recuperó rápidamente la compostura y le pidió a la marquesa que lo siguiera, dispuesto a mostrarle como la mansión estaba en perfecto orden bajo el mandato de Ciel.

Primero quiso mostrarle como las rosas invernales habían florecido hermosamente, abrió una de las puertas que daban al jardín, dejando a la vista del mayordomo y de la joven shinigami que aquellas rosas estaban siendo cortadas de tajo por Finny.

Sebastian cerro las puertas detrás de sí, tratando de mantener la calma, la marquesa lo miro con reproche.

— Acabo de recordar, recientemente hemos re decorado el salón, y se tiene una vista espléndida de los rosales — dijo para justificarse — el salón es por aquí, síganme

Sebastian abrió la puerta del salón, Jill pudo observar como Meirin hacia un destrozo en su interior, se dio una palmada en la frente, mientras Sebastian cerraba nuevamente la puerta antes de que la marquesa viera el desastre.

— Disculpe mi falta de cortesía, usted y Lady Elizabeth han hecho un viaje tan largo en un estrecho carruaje hasta aquí, y deben estar agotadas — se disculpó — porque no tomamos el té en el invernadero, he acondicionado un rincón perfecto para eso, y recientemente hemos traído unos mandarinos de España, he intentado usar sus frutos con te de Ceylan para conseguir un té con sabores cítricos

Justo en ese momento se escuchó una explosión proveniente del exterior, por la cara de Sebastian, Jill supuso que esa explosión había sido el invernadero, supuso que aquello había sido obra del cocinero, ya que días pasados había explotado la cocina.

— ¿Has cometido otro error? — le reprochó la mujer — ¡semejante hombre tan indeciso!

— Lo siento mucho — se disculpó haciendo una reverencia — mi forma de manejar los asuntos ha sido… — Sebastian dejo de hablar repentinamente, levantó el rostro con una expresión de sorpresa. — He recordado un lugar que he querido que la marquesa visite — dijo, Jill arqueo una ceja, después del desastre que estaban haciendo esos 3 ¿de verdad había un lugar que pudieran visitar que no fuera un caos? — Aunque, puede no ser un lugar completamente apropiado para las damas ¿harían el favor de acompañarme a las caballerizas?

Jill permaneció pasmada ¿realmente pensaba llevar a una mujer como la marquesa Midford a un lugar como una caballeriza?

Considero si sería prudente seguirlos, una cosa era caminar por la casa con zapatos de tacón y vestido, y otra muy distinta era caminar en el exterior. Un ruido de platos rompiéndose, proveniente del salón le recordó que era más peligroso quedarse en la mansión.

Sebastian los guio hasta las caballerizas, era una estructura de madera con espacio suficiente para 20 caballos, sin embargo, no todos estaban ocupados. Sebastian se aproximó a uno de los bloques, del cual se asomó un hermoso caballo negro.

— ¿Qué opina de esto marquesa Midford? — le pregunto Sebastian señalando al animal — adquirí este ejemplar para ser el caballo personal del joven amo, y he querido que la marquesa lo vea.

Madame Frances estaba sin palabras, analizaba con detenimiento al corcel frente a ella.

— ¡Sin duda es un magnífico animal! — exclamó acariciando el cuello del caballo — posee un magnífico porte — agrego aun con sorpresa — Ciel — llamo a su sobrino — ¿te gustaría ir a cazar conmigo ahora?

— ¿con usted? ¡¿Justo ahora?! — tartamudeo

— Es una buena oportunidad para saber con qué clase de hombre contraerá matrimonio mi hija — respondió sonriendo de medio lado — ¿o será acaso que cazar es una tarea demasiado pesada para el actual conde Phantomhive? — lo reto

— De acuerdo — respondió aceptado el reto que la marquesa le ofrecía — Sebastian, prepara todo

Sebastian asintió y se alejó de ellas para ensillar a los caballos y colocarles las riendas.

— ¿nos acompaña Lady Sutcliff? — pregunto la marquesa amablemente

Jill suspiro, la verdad era que no tenía ánimos de moverse por el bosque con aquel ajustado corsee, pero el sonido de una nueva explosión llego hasta ella, recordándole que había cosas peores si se quedaba.

— Será todo un placer observar la competencia entre la marquesa y el pequeño conde — respondió con falsa amabilidad.

En poco tiempo las cosas estuvieron preparadas, Ciel y madame Frances se habían cambiado de ropa por algo más apto para ir de cacería. Sebastian había preparado un par de escopetas y municiones suficientes, había ensillado el caballo de Ciel, y una hermosa yegua blanca para la marquesa.

— Consideré que Lady Sutcliff le gustaría más este caballo — le dijo el mayordomo acercándose a uno de los bloques donde estaba un enorme caballo negro, más alto que el de Ciel, pero también mucho más robusto y pesado — es un caballo hecho simplemente para paseo, pero tiene la fuerza para tirar de un carruaje.

Jill se quedó de pie ante el imponente animal, estaba fascinada con él, jamás había visto un caballo como ese tan de cerca ¿era el caballo que los había traído desde la ciudad tirando del carruaje?

El animal sacudió la cabeza y la aproximó a Jill, permitiendo que lo acariciaran, el caballo le dio pequeños empujoncitos con el hocico.

— Parece que le agrada, Lady Sutcliff — le dijo el mayordomo acercándose con las riendas — lo tendré listo en un momento.

El mayordomo lo ensillo y le coloco las riendas en poco tiempo al animal.

Ciel subió a su caballo sin ayuda de Sebastian, madame Frances hizo lo mismo con el suyo.

— Yo quiero montar junto a Ciel — murmuro Elizabeth, Sebastian asintió y la ayudo a subir al frente de Ciel, de modo que este pudiera sostenerla mientras cabalgaban.

— Permítame ayudarla a cabalgar, Lady Sutcliff — se aproximó a ella con una sonrisa divertida

— Estoy bien — protestó la shinigami sujetándose de la silla del caballo, pero no contaba con que el vestido no la dejaba moverse con libertad, y no tenía idea de cómo subir de ese modo

— Mi Lady, me temo que deberé insistir — le dijo aproximándose a su oído

— Está bien, hazlo — gruño entre dientes, sus mejillas estaban ligeramente enrojecidas.

Sebastian la tomo por la cintura, levantándola con demasiada facilidad para colocarla en la silla, con las dos piernas del mismo lado.

— No tire tan fuertemente de las riendas, y no se preocupe Lady Sutcliff, es un caballo muy dócil.

Salieron de las caballerizas en fila, Sebastian iba a pie, guiando el caballo de Ciel. Se adentraron en el bosque que rodeaba a la mansión, siguiendo un discreto camino, disimulado por la hierba, avanzaron unos minutos, hasta que Sebastián se detuvo en un pequeño claro, indicándoles que ese era un buen sitio para cazar.

— Acaso tu mayordomo es un sabueso de cacería? — pregunto la marquesa

— Si lo pones de ese modo, tal vez lo sea — respondió Ciel.

Sebastian dio las reglas de la competencia, el área de cacería estaría limitada a 2.5 km a la redonda de dónde estábamos, tenían 2 horas para cazar la mayor cantidad de presas.

La marquesa no perdió tiempo, se despidió de Ciel y cabalgo al interior del bosque. No paso demasiado tiempo hasta que escucharon el primer disparo.

— Lizzy, quédate con Sebastián y con Jill — le indico Ciel, el mayordomo la ayudo a bajar del caballo — esto podría ser peligroso

— ¡Pero Ciel, rara vez puedo estar contigo! — protesto

— No dejare que la tía Frances gane esta competencia — sonrió adentrándose al bosque también. Tenía una mirada de completa concentración.

— Menos mal que Ciel ha vuelto a ser como antes — murmuro Elizabeth

— ¿Como antes? — pregunto Jill aproximándose a ellos aun sobre el caballo, no sabía cómo bajar con aquel vestido.

— ¿Necesita ayuda, Lady Sutcliff? — pregunto Sebastian mirándola de manera divertida.

Jill lo fulminó con la mirada, pero terminó por asentir, el mayordomo se aproximó a ella para tomarla de la cintura y bajarla del caballo.

— ¿Por qué dice que Ciel volvió a ser como antes? — le pregunto a Lizzy, para ella el conde siempre había sido igual desde que la había acogido en su casa.

— Ciel era tan cercano a la tía Ann que temí que le afectara su muerte — respondió en un murmullo — creo que solo exagere la situación

— Lady Elizabeth, preocuparse por su prometido, no es exagerar la situación — le respondió Jill

— Por favor, llámame Lizzy — le sonrió amablemente — seamos amigas ¿puedo llamarte Jill?

Jill observo a Lizzy con sorpresa, le parecía extraño que confiara tanto en ella, sobre todo porque solo se habían conocido un par de horas atrás. Ella no había tenido tanto acercamiento con los humanos, después de su primera misión, había tratado de no acercarse tanto a ellos, le sorprendía la manera tan sencilla que tienen de confiar en otros que apenas conocen.

— Está bien, te llamaré Lizzy — sonrió — y puedes llamarme Jill como deseas

Lizzy sonrió saltando de alegría, y ambas permanecieron charlando mientras Sebastian preparaba las cosas para tener un agradable almuerzo.

El tiempo transcurrió rápidamente, y las dos horas dadas como límite transcurrieron, Ciel y la marquesa regresaron al punto de encuentro, cada uno con un total de 15 piezas.

— Tal vez deberíamos declarar un empate — sugirió Sebastian mientras servía el almuerzo

— ¡No podría soportar tal sentencia! — protestó la marquesa — ¡y no quiero ser apaciguada, al menos no hasta que haya un ganador!

— Aunque es extraño cuando tía Frances y yo concordamos, esta vez estoy completamente de acuerdo con ella — respondió Ciel

— En ese caso llevaremos a cabo un desempate por la tarde — sugirió el mayordomo — les aseguro que aún quedan suficientes piezas en esta zona.

— Estoy de acuerdo en ello — respondió madame Frances

— Bien, ya que hemos decidido que hacer en la tarde, deberíamos comenzar a comer — exclamo Lizzy — huele delicioso

Una sombra negra repentinamente cubrió a Lizzy, todos quedaron consternados al ver a un enorme oso detrás de ella. Posiblemente el ruido y el aroma del salmón ahumado lo había atraído hasta ese sitio. La bestia se preparó para atacar.

— ¡Lizzy! — exclamo Ciel saltando sobre ella para cubrirla del ataque

Jill saco su katana y uso su agilidad sobre humana para herir al oso y llamar su atención hacia ella, sabía que animal no saldría ahuyentado, pero por lo menos quería alejarlos de Ciel y Lizzy. Justo en ese instante un disparo resonó a su espalda, y el oso cayó abatido a un lado.

— ¡Tía…! — exclamo Ciel aun sujetando fuertemente a Lizzy, Madame Frances había disparado en contra del animal, al ver a su hija y a su yerno en peligro. — parece que sido derrotado por ti, tía Frances— agrego Ciel señalando el oso — 16 a 15

— ¡Te…te tomara 10 años lograr superarme! — respondió fingiendo estar orgullosa, aunque la verdad era que estaba asustada — Aun así, me lleno de orgullo ver como saltaste para proteger a mi hija, realmente te debo una — agrego inclinando la cabeza ante Ciel — realmente eres digno de ser mi yerno, Conde Phantomhive.

Ciel se sonrojo ante aquel alago proveniente de su tía. Con la competencia terminada, regresaron a la mansión.

Sebastian nuevamente guio el camino, llevando las presas con él, incluido el oso. Madame Frances iba a la cabeza, seguida por Ciel y Lizzy, Jill avanzo detrás de todos ellos, meditando, su ataque con la katana no había sido para nada mortal, ella lo sabía, pero podía jurar que el disparo de Madame Frances también había fallado, jamás vio la herida de la bala, ni el salpicar de la sangre. Observo al demonio delante de ella, mientras recibía algo de Madame Frances, parecía un cuchillo de plata. Aquel demonio había tenido que ver con la muerte del oso.

Al llegar a la mansión, Meirin, Finny, Bard y Tanaka los recibieron, los primeros 3 estaban sucios y cubiertos de heridas, aun así, se veían bastante animados.

— ¡Bienvenidos a casa! — exclamo Finny, después le ofreció un pastel bastante extraño a Ciel — esto es para usted joven amo — agrego, Ciel y Sebastian tenían una mirada de desagrado — ¡usamos las rosas del jardín para hacer la decoración! — exclamó Finny señalando el destartalado salón

— ¡Yo hice la comida favorita del joven amo! — sonrió Bard.

— ¡Y yo hice la decoración de la mesa! — exclamo Meirin algo apenada

Jill podía sentir el aura asesina de la marquesa, justo a su espalda, volteo a verla de reojo, definitivamente iba a asesinar a Sebastian. Finalmente, la marquesa sonrió.

— Ellos en realidad fueron más rápidos que yo — murmuro — vine hasta aquí solo para decirte esto, ¡Feliz treceavo cumpleaños, Ciel! — le dijo de manera a amable colocando una mano sobre su cabeza — Estaré contando con ustedes para cuidar de mi futuro yerno y de mi hija — les dijo a los sirvientes.

Ciel comenzó a reír ligeramente, Jill lo miro con sorpresa, jamás había visto al mocoso siquiera sonreír, no sin esa mirada desafiante que siempre tenía.

— ¡Muchísimas gracias a todos! — logro articular, pero esto bastó para alegrar a los sirvientes, a madame Frances y a Lizzy.

— Sebastian, muchas gracias por lo que hiciste hoy — le dijo la marquesa — pero aún hay algunos puntos que debo recordarte, el jardín ridículamente podado, el salón destrozado, el juego de té roto, el invernadero destruido — le enumeró — cuento contigo para que estés aquí para protegerlos — le dijo amablemente

Sebastian asintió haciendo una reverencia, la celebración siguió, el mayordomo se alejó discretamente en dirección a la cocina. Jill se percató de ello y decidió seguirlo.

— Parece que el pastel que había horneado se ha desperdiciado — dijo sacando un hermoso pastel de la alacena, decorado con un pequeño sombrerito de chocolate, y fresas.

— Parece que ni siendo tú, un demonio, puedes predecir lo que los humanos piensan — le dijo Jill entrando a la cocina

— Son criaturas simplemente extrañas ¿o no lo piensa así Lady Sutcliff?

— Sinceramente pienso que son… extraños — susurro tomando una fresa del pastel para llevarla a sus labios

— Y consideran este tipo de cosas…— murmuro el demonio quitándose el guante de su mano derecha, dejando a la vista su marca del contrato y tomando una pequeña porción del sombrero de chocolate — consideran estas cosas, deliciosas — termino de decir relamiendo el chocolate de sus dedos, mirando a Jill de una manera provocativa.