¡Actualización de la semana! Jill no termina de entender del todo como piensan los humanos, la pobre shinigami siente curiosidad de aprender más de ellos, aunque no pueda entender por qué pueden ser tan crueles…no se olviden de dejar su voto para seguir apoyando esta historia… death!
Capítulo 18: Un falso recuerdo
Llegaron a la estación después del amanecer, habían conseguido un carruaje rentado no muy lejos de la mansión, había sido un alivio para Jill, de lo contrario, Sebastian la hubiera llevado en brazos todo el camino.
Había intentado un par de veces caminar por su cuenta, pero conforme pasaban las horas, el dolor del tobillo y las heridas empeoraba. Aun así, se negaba rotundamente a ir a un médico, argumentando que no lo necesitaba.
Al llegar a la estación, Sebastian coloco su gabardina negra sobre los hombros de la shinigami, ya que esta había improvisado vendajes con su camisa de vestir, ahora solo estaba vestida con su blusa ceñida y sus pantalones cortos, ropas demasiado llamativas para la humanidad de esos tiempos.
— Llamara menos la atención de este modo — le indico dejándola sentada en una banca al lado de Ciel
Los dejo solos en lo que iba a buscar los boletos para el siguiente tren, Ciel quería salir cuanto antes. La shinigami observo al pequeño Conde, aquel niño nuevamente lucia su semblante serio habitual, pero había algo en su mirada que lo hacía ver vulnerable, como la noche anterior. Aun así, no sabía si debía preguntar cómo se encontraba. Sin embargo, fue el conde el que hablo primero.
— ¿Tus heridas son peor de lo que aparentan verdad? — le pregunto
— ¡Por… por supuesto que no! — le mintió apenada
— Sebastian no está presente, así que puedes admitir que estas peor de lo que intentas hacernos creer — insistió — Sebastian le dio una paliza a tu hermano hace unos meses, y ni siquiera él se veía como tú en este momento, no puedes apoyar ese tobillo — señalo su pie derecho — ¿o me equivoco?
— Tu ganas, tengo problemas con el tobillo desde que salí de las llamas — suspiro con resignación — además hice demasiada fuerza en el combate, y se puso peor — agregó — pero no miento al decir que debo descansar solamente, soy una shinigami, estaré bien en un par de días.
En eso no mentía, realmente necesitaba tomar un buen descanso y sus heridas sanarían solas sin mayor problema.
— El corte de tu mejilla se ve profundo — le señalo — por lo menos Sebastian no tenía intención de acabar contigo
La shinigami estaba por protestar algo, pero Sebastian se reunió con ellos en ese momento, había conseguido boletos para el tren que salía en los siguientes 10 minutos, y tenían que abordar en ese momento. Se aproximó a Jill para volver a tomarla en brazos. La shinigami detestaba sentirse vulnerable, apartó a Sebastian de un leve empujón, y trato de ponerse de pie, nuevamente su tobillo se lo impidió.
— Me temo que deberé insistir, Lady Sutcliff — le dijo el demonio aproximándose a ella de nuevo
La shinigami agacho la mirada y permitió que la tomara en sus brazos nuevamente. Dirigiéndose a la plataforma de salida, antes de abordar se les aproximó una pequeña niña de unos 6 años aproximadamente, ofreciéndoles una naranja, por unos instantes Ciel observo a la pequeña con algo de frialdad, se dio la vuelta ordenándole a Sebastian que comprara la naranja.
Abordaron en el vagón de primera clase, tenían una cabina para ellos solos, lejos de las miradas de los demás pasajeros. Sebastian se disculpó con Ciel, ya que, al haber sido una salida tan repentina, no había conseguido un boleto en la tercera clase.
— Por hoy lo dejare pasar — respondió Ciel restándole importancia — con Jill en este estado no hubiera podido viajar en tercera clase, y no hubiera sido fácil traerla a esta cabina si no estabas tu
— El joven amo es muy considerado — respondió Sebastian con algo de burla.
Ciel soltó un chasquido con molestia, y permaneció observando por la ventana, la máquina de vapor comenzaba a moverse.
— Cuando regresemos a Londres, llama al médico para que revise a esta shinigami — murmuro
— ¡Te he dicho que solo necesito descansar! — protesto — ¡además, un médico, a pesar de ser simplemente un humano, notaria que hay algo extraño en mí! Mis heridas sanaran en unos días, no subestimes mi condición de shinigami.
— Si ese es el caso, entonces Sebastian será el que se encargue de revisar esas heridas — le dijo burlón — simplemente sería bueno evitar que se infecten, y si solo serán unos días, entonces no habrá problemas con que Sebastian lo haga
— ¡Él fue el que me apuñalo! — lo señalo
— Y tu iniciaste el enfrentamiento — señalo el pequeño conde soltando un suspiro
La shinigami no pudo responder a esto, no tenía manera de contestarle, no podía evitar su mueca de desagrado, no quería que el demonio hiciera tal cosa, ni tampoco ver a un médico, el mocoso la miro con malicia infantil, estaba bastante claro quien había ganado aquel duelo de palabras.
Sebastian tomo la naranja y comenzó a retirarle la cáscara con una navaja, separó los gajos y se la ofreció a Ciel.
— ¿Puedo hacerle una pregunta? — le dijo seriamente
— Hazlo — le autorizó Ciel, tomando un gajo de la fruta mientras observaba por la ventana
— ¿Por qué ir a la casa hogar de donde salieron esos huérfanos?
— No se puede dirigir una casa de trabajo ni una casa hogar si el patrón ya no está — respondió sin emoción alguna — El conde Barton está cerca de aquí, no creo que rechace hacerse cargo, pero no veo por qué no pueda presentarme yo mismo
— ¿Está mostrando simpatía? — insistió Sebastian
— Limpiar el desorden es el trabajo de un Phantomhive — respondió seriamente — no es necesario involucrar al público civil en el trabajo de la clandestinidad
— ¿Entonces por qué me ordenaste matar a esos niños? — insistió Sebastian
Ciel no respondió de inmediato, tomo un gajo de la naranja y se lo llevo a la boca, tomándose su tiempo.
— He visto muchas cosas como esos niños en el pasado — respondió finalmente — cuando llegan a ese estado…
— … No hay marcha atrás — murmuro la shinigami agachando la mirada — se necesita demasiada fuerza de voluntad para salir de ese estado en el que se encontraban ¿no es así?… sería complicado para un humano adulto… ¿pero para un niño? Puede que fuera imposible
— ¿entonces están diciendo que esos niños estaban mejor con la muerte? — se burló Sebastian sin intentar ocultar su sonrisa — que arrogantes son
— ¿Existe humano que no lo sea? — pregunto Ciel sonriendo con ironía — en aquel entonces yo accidentalmente convoqué un demonio, se me dio el poder que me ha permitido seguir — agrego — pero en la mansión de Kelvin, el único Demonio eras tú, y yo soy tu amo
El tren viajó, adentrándose mas en el campo, llegaron a una estación donde había menos flujo de gente que en la que habían abordado, incluso su infraestructura era mucho más básica. Era una zona rural y humilde, conseguir un carruaje les sería complicado.
Sebastian hablo con un lechero que tenía una pequeña carreta, el hombre le dijo que no tenía problemas en llevarlos hasta ahí, ya que le quedaba de camino, además de que el sitio estaba algo retirado para que una dama herida y un niño noble recorrieran todo el camino a pie.
Avanzaron a un ritmo agradable, alguno que otro árbol que crecía a la orilla del camino les servía para darles sombra, Jill pudo observar algunos niños corretear por ahí y por allá, entonando alegres cancioncillas populares mientras jugaban.
El hombre los dejo al pie de una colina no muy pronunciada, señalándoles que sitio que buscaban debería estar justo subiendo la colina, Sebastian agradeció y le dio unas monedas al hombre, ayudo a Ciel a bajar de la carreta y tomo a Jill en sus brazos nuevamente.
Al llegar a la cima una fuerte corriente de aire soplo, obligándolos a cerrar momentáneamente los ojos, cuando volvieron a abrirlo se llevaron una gran sorpresa.
El hogar de los miembros de la compañía del circo, aquel lugar que Jill había visto en el cinematic record de Joker, ya no existía, aquellos hermanos que él dijo que aún quedaban en ese sitio no eran más que una ilusión, un falso recuerdo.
En su lugar solo había ruinas, los techos habían colapsado, el letrero de la entrada estaba oxidado, nadie había estado ahí en bastante tiempo, las hierbas crecían entre los escombros.
Sebastian tomo los restos de un osito de felpa que estaba a sus pies.
— Parece que el barón Kelvin estaba mintiendo — murmuro — a juzgar por las ruinas, este lugar lleva demasiado tiempo abandonado — agrego
Jill observo el juguete que el demonio sostenía, por alguna razón sentía pena, tomo el osito entre sus manos, preguntándose cuanto había visto aquel juguete, que les contaría si pudiera hablar
— A juzgar por como hablaba ese doctor… — murmuró Jill abrazando el osito contra su cuerpo, apretando los dientes por la rabia que contenía
— Así es, posiblemente los niños de este lugar también fueron usados para la creación de sus prótesis — respondió Sebastian
Jill sintió un nudo en su estómago, estrecho aún más el osito de felpa, que criaturas tan crueles podían ser los humanos.
La risa de Ciel llamo su atención, el mocoso parecía haber perdido la cordura completamente, la razón por la que Joker y los demás eran sometidos a la voluntad del barón, su motivación y aquello que querían proteger no existía, tenía tiempo sin existir, los humanos eran así, golpean, aplastan, pisotean, todo mientras repiten sus razones y motivos para justificarse.
Sebastian sonrió con malicia dibujada en su rostro.
— Es por eso que los humanos son tan interesantes. ¿o no lo cree así, lady Sutcliff?
