Tentáculos de carne surgieron del suelo y, antes de que Selennaya pudiese reaccionar, la habían inmovilizado, atrapado sus extremidades y su torso con una fuerza prodigiosa. Por más que trató de resistirse, sólo fueron esfuerzos vanos que no llegaron a ninguna parte.
Pero lo peor fue cuando la elevaron, y la carne que había formado el suelo bajo sus pies, se convirtió en una gran boca, llena de dientes serrados como los de un tiburón. Tiff elevó la mano y cuando estaba a punto de bajarla, Selennaya gritó.
_ Espera… por favor.
Cerró los ojos, esperando lo peor, pero Tiff la dejó en el aire. Selennaya tragó saliva. Tiff torció la cabeza y los tentáculos la movieron, dejándola en el suelo de nuevo. La boca se había cerrado.
_ Te escucho, Selennaya.
_ Lo he pesado mejor. _ Selennaya forzó la sonrisa._ Sí que quiero quedarme en tu mundo.
_ ¿Ah sí?
_ Sí… Me estás intentando dar todo lo que quiero, ¿No?
_ Eso he intentado, sí._ Tiff hizo un mohín que, en otras circunstancias, habría sido muy adorable._ Te he convertido en prácticamente una reina, ¿Eso no te basta?
_ Sí… tienes razón… has sido muy generosa pero… como no me acordaba, no podía apreciarlo. _ Selennaya pensaba a mil por hora. _ Dame otra oportunidad, déjame recordar y sabré apreciar tu regalo.
Tiff sonrió. No una sonrisa siniestra y demente como momentos antes, no. Parecía una sonrisa genuina. Selennaya no se había equivocado. Tiffany no sólo parecía una niña… genuinamente, a pesar de ser una criatura terrorífica, parecía tener mentalidad infantil… y esta vez, por suerte, no estaba mostrando esa otra faceta suya controlada por las hormonas.
_ Supongo que puedo darte una última oportunidad… si recuerdas será más fácil que no se rompa la ilusión._ Se cruzó de brazos. _ Vuelve a la cama, Selennaya.
Ella asintió lentamente y se dio la vuelta. A medida que volvía a su habitación, la casa dejó de parecer una masa informe de carne, ojos y dientes, y volvió a ser la casa señorial en la que Anna recordaba haberse criado. Selennaya tenía aquellos recuerdos falsos en su mente, pero sabía a ciencia cierta quién era.
No quería continuar viviendo aquella mentira, pero Anzu le había enseñado ya que cuando el enemigo te supera en fuerza, tienes que ser más listo que él. Y Tiff era una niña, así que en eso tenía ventaja.
Se tumbó en la cama, cubriéndose con las mantas, y se tumbó junto a Anzu. La pelirroja era su última esperanza. Si ella no despertaba y encontraba una forma de ocuparse de Tiff, estaban perdidas. Así que se tumbó a su lado y trató de dormir, aunque no lo hizo demasiado bien.
Cuando abrió los ojos a la mañana siguiente, estaba algo inquieta. Notó la mano de Anzu acariciándole el pelo. Y allí estaba ella, tumbada a su lado, mirándola.
A Selennaya se le encogió el corazón. Entendió entonces que, en el fondo, siempre había querido que Anzu la mirase como la estaba mirando en aquel momento. Puede que incluso cuando se había comportado como una borde insufrible con ella.
_ Buenos días, mi amor…
Selennaya se quedó un momento simplemente mirándola. Nunca había visto a Anzu así. Tan cercana, tan humana. Y cuando se aproximó y la besó en los labios, Selennaya no tuvo que pensárselo para responder.
_ ¿Te encuentras mejor? Ayer parecías un poco confundida. Aunque entiendo que con el estrés de la boda…
_ La boda… _ Repitió Selennaya.
_ Sí, ya sabes, nuestra boda, Selenna.
Anzu sonrió y se colocó el pelo tras la oreja con la mano izquierda. La rusa pudo ver que tenía un anillo muy bonito en el anular de la mano izquierda. Tampoco se le escapó que la había llamado por su verdadero nombre.
_ Aún no me creo que me lo pidieras delante de todos… _ Anzu se sonrojó. _ Así que no pude negarme… Aunque en el fondo, sólo lo estaba posponiendo porque me daba algo de miedo.
Tiff había hecho un gran trabajo. Realmente parecía saber lo que quería incluso mejor que ella. Ver a Anzu así, tan sonrojada, completamente enamorada, era de lo más atrayente. Podría quedarse allí y vivir aquella vida sin sobresaltos. Llegó a pensárselo. Tan sólo tendría que dejarse llevar. Después de todo, ya lo había hecho antes sin ser consciente.
Pero no debía hacerlo. Tenía que pensar en cómo salir, como pensaba que haría Anzu. Y lo primero que se le ocurría era intentar sacarla de su ensoñación. Abrió la boca para decírselo, aunque una parte de ella no quería.
_ Natasha. _ Selennaya se estremeció.
Tiff estaba en la entrada, con su vestidito y una expresión tan dulce que, a ojos de cualquiera, haría pensar que la inquietud de Selennaya estaba injustificada. La rusa ya temía que la hubiera descubierto, que pudiera leerle la mente tal como podía alterarla.
_ Se me ha salido el zapato, ¿Podrías abrocharlo?_ Le preguntó, con la cabeza baja, como si le diera vergüenza.
_ Claro que sí, peque.
Nat se movió con mucha dulzura, dedicándole una sonrisa a la pequeña mientras le colocaba el zapato. Tiff dio un par de golpecitos en el suelo con el pie para terminar de colocarlo.
_ Gracias. Por cierto, la nueva ama de llaves pregunta por ti.
_ Cierto, aún tengo que formarla. _ Suspiró Natasha._ Amor, te veo en un rato, ¿De acuerdo?
_ De acuerdo, no tardes…_ Selennaya pretendió que sonase a que simplemente estaba muy melosa con ella, aunque genuinamente tenía miedo de que tardase en llegar.
Cuando la pelirroja se perdió en la distancia, Selennaya emitió un suspiro y se mordió el labio.
_ Está hasta más guapa ahora que es tu prometida, ¿No crees?_ Tiff sonrió._ ¿Te ha gustado la sorpresa?
_ Sí._ No tenía que fingir, genuinamente le había agradado. _ Julia… ¿O prefieres Tiff? Aún no me queda claro.
_ Julia me gusta, y todos me llaman aquí así. _ Extendió la mano. _ Supongo que tienes preguntas.
_ Sí, y no son pocas. _ Reconoció. Le cogió la mano y empezaron a andar por la casa _ ¿Por qué has hecho todo esto, Julia?
_ ¿No es obvio? Porque no quiero estar sola. Es lo mismo que quería en la nave… quería una familia, como la que tengo ahora contigo y tus nuevos padres… con Natasha.
_ La última vez que nos vimos no me viste precisamente como una hermana. _ Selennaya tragó saliva.
_ Bueno, digamos que era muy joven, apenas acababa de nacer… tenía instintos, ¿Sabes?
_ ¿Y sigues… pensando en eso?
_ Lo cierto es que prefiero ser una niña primero. Eso es divertido pero… ya no me urge como antes.
_ Mejor… _ Selennaya suspiró.
_ Sé que para eso prefieres a Natasha, ¿Verdad? _ Se rió con ganas. _ Hacéis una bonita pareja. Tendré una cuñada genial. De verdad, me alegro de que hayas sido razonable. Te quiero mucho, Selenna… no quería perderte.
Ella no sabía cómo sentirse. Por un lado, estaba aterrorizada por lo que había visto, pero por otro, podía entender lo que pasaba por la mente de aquella niña. Probablemente no entendía lo que estaba haciendo.
_ Bueno, yo tengo que pescar unos peces en el estanque. Mamá ha prometido enseñarme a usar la red. _ La niña la miró con fijeza. _ Pórtate bien, Selenna.
Pero lo último en lo que estaba pensando era en portarse bien. En cuanto Julia se separó de ella, se dirigió directamente en busca de Natasha. No le costó demasiado encontrarla. Estaba en el jardín, enseñando al nuevo ama de llaves algunas cosas.
Selennaya probablemente habría encontrado gracioso que Vanessa hubiera pasado de ser una rica pretendiente que pedía su mano a ser su sirvienta, pero lo cierto es que estaba bastante más preocupada por lo más inmediato.
_ Natasha, ¿Podemos hablar a solas?
_ Claro, amor… dame un segundo.
Cuando Nat se le acercó, notó que el corazón se le desbocaba. Era Anzu, seguía siendo Anzu, la misma… pero esa forma de mirar, esa forma de moverse, sencillamente la desconectaba, le quitaba el aliento.
_ ¿Qué pasa, cielo? ¿Sigues confundida?
_ No, de hecho ya tengo las cosas muy claras. _ La miró a los ojos. _ Escucha, Anzu… sé que estás ahí en alguna parte, y te necesito.
_ ¿Tus sueños de nuevo? _ La miró a los ojos. _ ¿Seguro que estás bien?
Natasha no sonaba tan alterada como debiera ante la idea de que su prometida estuviera loca, y eso le dio cierta esperanza. Tenía que seguir probando.
_ Anzu, yo sé que todo esto parece muy real, pero si yo he podido ver a través, tú tienes que poder, eres un señor del tiempo.
_ Cielo, no sé qué es eso que dices. Yo sólo soy una chica normal y corriente, tu antigua ama de llaves. _ Se colocó el pelo tras la oreja. _ ¿Acaso es alguna clase de juego de rol que quieres hacer?
_ No. No es nada de eso, cielo… _ Bajó la mirada. _ Pero, de verdad que necesito a Anzu. Y tiene que estar ahí dentro, en alguna parte.
Natasha ahora sí que la miró como si estuviese completamente loca, y Selennaya emitió un suspiro. Sin Anzu estaba condenada. No sabía qué hacer ni a dónde ir. Tampoco estaba segura de qué era real y qué no.
_ No podías dejar las cosas como estaban, ¿Verdad?
A Selennaya un escalofrío le recorrió la espalda. Julia las había alcanzado. No sabía cuánto tiempo llevaría allí, pero estaba claro que el suficiente como para descubrirla, y en la expresión desquiciada de su rostro infantil, quedaba muy patente.
_ ¿Estás bien, peque? _ Natasha no se enteraba de nada. _ ¿Quieres un poco de helado? Eso siempre te anima.
_ Esto es una discusión entre hermanas, Nat. Y no, no quiero helado.
_ Julia, estoy prometida con Selennaya… y eso significa que ahora también somos familia. Además, te conozco desde que eras un bebé y nunca te había visto así.
_ Olvídalo, Nat. Tendrá sentido después. Cuando termine con esto… tú serás mi hermanita, y no tendré que preocuparme por esta traidora.
Todo sucedió de forma muy repentina. La ilusión no se rompió, pero sí que emergieron los mismos tentáculos de carne del suelo y se lanzaron en su dirección. Selennaya se quedó bloqueada, inmóvil. Estaba tan asustada que sus músculos no le respondían.
Cuando notó que su cuerpo se estaba desplazando, no pudo hacer nada y cayó de bruces, justo a tiempo para ver como Nat, que acababa de empujarla, era atravesada por aquella masa de carne, afilada como una estaca.
_ ¡Nat! ¡No! _ Fue Julia la que lo dijo. Su expresión de congoja parecía sincera cuando retiró los tentáculos y se dejó caer al suelo. Y entonces… Anzu explotó.
La rusa había escuchado cuando Anzu le hablaba sobre su regeneración… incluso había sentido el cosquilleo de la energía regenerativa cuando ella misma pudo regenerarse, pero aquello fue distinto. Aquella terrorífica explosión de energía… la asustó.
Todo el cuerpo de Anzu estalló en un torrente de energía pura y empezó a arrasar con todo. La ilusión se rompió y la carne del suelo comenzó a arder. Julia gritaba, tirada en el suelo, retorciéndose mientras se deformaba, presa de un dolor que Selennaya sólo podía imaginar.
Cuando Selena se incorporó, se dio cuenta de que se encontraba en lo que parecían los restos de una nave abandonada, en un desierto de arena de un color verduzco… bajo un cielo iluminado por una estrella azul. Y hacía bastante frío. La TARDIS se encontraba aparcada frente a ellas, tomando la imagen de una parte del fuselaje.
Anzu cayó al suelo, aún despidiendo aquella energía por sus manos, su rostro iluminado por el mismo color naranja. Cuando Julia dejó de retorcerse de dolor, se puso en pie y la miró con rabia.
Por el suelo, aquí y allá, había personas tiradas, inconscientes. Sería difícil calcular cuántas personas había… probablemente cientos. Julia reptó, recuperando su forma.
_ Esto que has hecho… ha estado fatal, Tiff. _ Anzu sonaba adolorida. _ Y no hablo sólo de matarme.
_ Yo lo único que quería era una familia. _ Gritó, temblando. _ Quería que me quisieran.
_ ¿Y por eso mataste a todas aquellas personas en la nave?
_ Acababa de nacer, tenía hambre y estaba confusa. _ Gritó Tiff, con lágrimas en los ojos. _ Y entonces esta gente se cayó aquí y descubrí que podía tener lo que quería… ¡Les salvé la vida! ¿Acaso no me lo merezco? ¿No merezco que alguien me quiera?
_ Todo el mundo merece eso. _ Anzu sonrió. _ Pero debe ser auténtico… no una ilusión como la que tú has creado.
_ ¿Acaso alguien iba a aceptarme tal como soy? ¿Acaso iba a perdonarme lo que he hecho?
_ Yo te perdono, Tiffany. _ Susurró Anzu. _ Aunque acabes de matarme.
_ Tú… ¿Me perdonas? _ Tiff la miró, incrédula. _ ¿De verdad?
_ Y hasta te dejaré que vengas conmigo, pero… _ Anzu emitió un suspiro, y energía regenerativa manó de sus labios. _ Tendrás que hacer lo que yo te diga, y no más mentiras. ¿Prometido?
_ ¡Prometido! _ Gritó, con una gran sonrisa.
_ Bien… entonces, quiero que me esperes junto a la TARDIS… quiero tener unas palabras con Selennaya.
_ Sí, Anzu.
Cuando Tiff se perdió de vista, Anzu se dejó caer sobre la arena, rompiendo esa imagen de fortaleza que había mantenido momentos antes. Selennaya se aproximó y se sentó a su lado.
_ ¿Seguro que vas a dejar que venga? Es peligrosa.
_ Yo también lo soy… he hecho cosas peores que ella. Sólo es una niña.
_ Ahora… Vas a cambiar, ¿Verdad? ¿Por qué no dejaste que me matara a mí? Yo no cambio cuando me regenero.
_ No sé cuánto puedes regenerarte… ni cuantas veces ni hasta qué punto._ Anzu recorrió la arena con los dedos. _ No iba a correr el riesgo de perderte. De todas formas, Natasha fue quien tomó la decisión.
_ Anzu… ¿Por qué no despertaste? ¿Por qué seguías siendo Natasha?
_ Porque no quería dejar de serlo. _ Anzu la miró a los ojos. _ Había dejado de sentirme sola…
_ Si me querías a mí… sólo tenías que pedirlo.
Anzu la tomó del mentón y se aproximó para besarla. Quizá fuese por la energía regenerativa, o quizá por la sensación del momento, pero Selennaya nunca iba a olvidar el calor de aquel beso.
_ Debí aprovechar mejor el tiempo que iba a pasar contigo… _ Susurró la pelirroja. _ Te quiero, Selennaya.
_ Y yo a ti, Anzu…
Anzu explotó de nuevo. Casi todo el impacto de la regeneración había ocurrido en la explosión anterior, por lo que Selennaya no se movió un ápice. Anzu cayó al suelo, y la mujer que Selennaya amaba… había cambiado por completo.
Su nuevo rostro era igual de pálido, sus ojos ahora azules… tenía una figura algo más robusta… más baja, con el pecho más grande. El pelo castaño y rizado. Miró a Selennaya unos instantes a los ojos y se llevó la mano al rostro.
_ ¿Cómo decías que te llamabas?
