Mientras los platos eran servidos y los aromas tentadores llenaban el aire, Mimi demostraba su gran apetito, sirviéndose porciones generosas de cada plato y devorándolas con entusiasmo. Su disposición a disfrutar de la comida era evidente en cada bocado, y su rostro se iluminaba con placer mientras saborea cada sabor.

Airu, por su parte, observaba con sorpresa la manera en que Mimi disfrutaba de la comida. Sus ojos se abrieron ligeramente ante la cantidad de comida que consumía la joven, y no podía evitar preguntarse cómo alguien tan delicada puede tener un apetito tan voraz.

—¿No estás preocupada por tu figura?— pregunta Airu con curiosidad, incapaz de contener su asombro ante la cantidad de comida que Mimi está consumiendo.

Mimi sonrió con amabilidad mientras mastica otro bocado de comida, sin mostrar signos de desaceleración en su apetito— No demasiado.— respondió con sinceridad— disfruto mucho de la comida y no veo razón para privarme

La respuesta de Mimi desconcertó a Airu, cuya educación en el palacio la había llevado a preocuparse constantemente por su apariencia y su figura. La idea de disfrutar de la comida sin restricciones era completamente ajena para ella, y pensaba que para Mimi tendría que ser de la misma manera.

—Debería tener cuidado, hace poco tuvo nauseas y devolvió.—Comentó Airu— Sin mencionar que desde hace unos días se siente mal.

Mimi hizo una mueca al escuchar eso— Con más razón debo comer luego de eso.—Musitó— Necesito recobrar energías.

Airu observó preocupada a la sultana, verdaderamente no sabía qué hacer para ayudarla, comía como una bestia.


En el majestuoso salón del palacio imperial, Yamato se sentaba en su trono, rodeado por su consejo real compuesto por los sabios y respetados Pashás del imperio. La atmósfera en la sala era solemne pero llena de energía positiva, ya que se preparaban para discutir los asuntos importantes relacionados con la economía del reino.

Masaru Daimon se levantó y tomó la palabra, dirigiéndose a Yamato con respeto y deferencia.

—Mi sultán, me complace informar que nuestra economía sigue floreciendo gracias a las políticas y medidas que hemos implementado en los últimos años.—declaró el Pashá, su voz resonando con confianza— Nuestro comercio exterior ha aumentado significativamente, y hemos establecido relaciones comerciales sólidas con varios reinos vecinos, lo que ha contribuido a un aumento en los ingresos del imperio.

Masami Izumi Pashá asintió en acuerdo, agregando su propia perspectiva a la discusión.

—Además, hemos invertido en proyectos de infraestructura que han mejorado la conectividad dentro del imperio, facilitando el movimiento de bienes y personas. Esto ha estimulado el crecimiento económico en las regiones más remotas del reino y ha aumentado la prosperidad en general.—explicó el gran visir, su tono lleno de optimismo y orgullo por los logros del imperio.

Yamato escuchaba atentamente las palabras de sus consejeros, asintiendo con aprobación ante las noticias positivas sobre la economía del reino. Sabía que el bienestar económico de su pueblo era crucial para la estabilidad y el crecimiento del imperio, y se sentía alentado al escuchar sobre los progresos que habían logrado.

—Me complace escuchar sobre los avances que hemos logrado en el ámbito económico.—respondió Yamato, su voz resonando con satisfacción—Es gracias a la dedicación y el arduo trabajo de todos ustedes que nuestro imperio continúa prosperando. Sigamos trabajando juntos para asegurar un futuro próspero y brillante para todos nuestros súbditos.

El consejo real asintió en acuerdo, compartiendo la determinación de Yamato de seguir adelante con confianza y optimismo en los tiempos venideros. Juntos, estaban listos para enfrentar cualquier desafío y construir un futuro mejor para el imperio y su pueblo.

—Ahora que lo dices, creo que no fue bueno comer mucho, porque me dieron ganas de vomitar.— Comentó Mimi antes de correr hacia la otra habitación.

Después de los agradecimientos de Yamato, los Pashás se adelantaron para expresar su apoyo y elogiar las acciones del sultán.

—Mi sultán —comentó Masami Izumi Pashá— la reciente gira que realizó por el imperio ha tenido un impacto significativo en la estabilidad y el orden. Sus esfuerzos por visitar cada región y escuchar las preocupaciones de nuestro pueblo no han pasado desapercibidos. Gracias a su liderazgo, hemos fortalecido los lazos entre las diferentes provincias y hemos podido abordar los desafíos que enfrentan nuestras comunidades de manera más efectiva.

Masaru Daimon asintió en acuerdo, agregando: —Además, la gira ha servido para fortalecer la confianza de nuestro pueblo en el gobierno central. Al ver tu compromiso personal con su bienestar, han renovado su fe en nuestras instituciones y en la capacidad de nuestro imperio para enfrentar cualquier desafío que se presente.

Yamato escuchaba con humildad y gratitud las palabras elogiosas de sus consejeros. Sabía que su gira había sido un esfuerzo importante para conectar con su pueblo y abordar las preocupaciones en todas las regiones del imperio.

—Estoy agradecido por sus palabras.—respondió Yamato con sinceridad— Pero recuerden, nuestro trabajo no ha terminado. Recuerden que no solo tenemos que ordenar el imperio, también debemos encargarnos de asuntos territoriales.

—Sobre todo ahora...—Comentó Taichi Pashá— Nuestro sultán planea ampliar nuestros territorios.

—¿Ampliar nuestros territorios?

Yamato asintió.

—Luego de la última guerra ganamos mucho oro y he financiado el mejoramiento de nuestras tropas.— Habló— Todo en fin de que podamos iniciar una campaña de guerra y conquistemos tierras.

Los Pashás asintieron con atención ante las palabras de Yamato, intrigados por la perspectiva de expandir los territorios del imperio.

—Una campaña de guerra para conquistar nuevas tierras podría ser una empresa ambiciosa, mi sultán —comentó uno de los consejeros, su voz llena de cautela— ¿Podría decirnos más sobre las regiones que tenemos en mente para la conquista?

Yamato consideró la pregunta por un momento antes de responder.

—Nuestra mirada está puesta en las regiones del este, donde las fronteras de nuestro imperio están menos definidas.—explicó— Estas áreas ofrecen oportunidades para expandir nuestros recursos y fortalecer nuestra posición estratégica en la región. Además, hemos recibido informes de que las tierras en esas regiones son ricas en recursos naturales que podrían beneficiar enormemente a nuestro imperio.

Los Pashás intercambiaron miradas, procesando la información que acababan de recibir. Sabían que la expansión territorial podía ser tanto una oportunidad como un riesgo, y estaban ansiosos por comprender mejor los detalles y las implicaciones de los planes de Yamato.

—¿Cuando planea comenzar la campaña de guerra?

—Lo antes posible.—Respondió Yamato— El comandante en jefe de los jenízaros acabó de terminar su entrenamiento con los jenízaros principiantes. Ahora comenzará un entrenamiento severo con los jenízaros de alto rango, todo en honor a esta campaña.—Comentó—Como fuimos a la guerra contra los traidores de Egipto hace poco, no será necesario un consejo de guerra. Solo necesitamos convocar a todos nuestros hombres.—Habló— Debo mencionar que, no todos los pashás irán, serán algunos los seleccionados.—Declaró— Aproximadamente dentro de dos meses deberíamos estar listos la invasión.


Mientras tanto en los aposentos de Mimi.

La sultana se encontraba en una situación cero agradable, para ser más precisos, en la misma situación de la mañana en la cual devolvía y devolvía toda la comida dentro de una vasija.

Mimi alzó levemente su mirada luego de devolver todo y rápidamente tomó una toalla la cual llevó a su nariz para limpiarse.

—¡Qué horror!— Exclamó la castaña.

Una sirvienta tomó la vasija y se la llevó. Otra trajo vasija con agua la cual Mimi utilizó para lavar su mano y su rostro.

Airu hizo una mueca, esto no era normal. Primero, el dolor en su cuerpo, la poca energía, luego el apetito feroz y ahora los vómitos.

—Mi sultana.— Comentó la rubia—Yo creo que tal vez debería ver a una médica.

—¿Por qué?—Cuestionó la sultana mientras secaba sus manos.

—Porque no creo que sea común que sienta tanto apetito, considerando que cada mañana despierta con nauseas y dolores.—Habló.

Mimi hizo una mueca y negó—Tranquila, estoy bien.

—Esto no es común.—Musitó la rubia.

Mimi suspiró— Tranquila, estoy segura que me mejoraré.—Comentó antes de levantarse y caminar en dirección a la cuna de su pequeño quien lloraba. Suavemente lo tomó entre sus brazos—¡Ya, ya, tranquilo!— Murmuró— Todo estará bien. Te daré de comer.—

Fue así como se dispuso a amamantarlo, sin embargo, algo llamó su atención.

—¡Oh no! — musitó, preocupada.

—¿Qué ocurrió? — preguntó la rubia, notando la angustia en su voz.

Mimi frunció el ceño. —¡Mi leche no baja!

—¿Qué? ¿Otra vez? — Airu preguntó, sorprendida—Eso no puede ser.

La castaña cambió a su hijo de pecho, esperando que eso solucionara el problema, pero sin éxito.

—Acabó de comer, es imposible que no baje.— comentó la rubia, preocupada—Bebió bastante líquido.

La castaña asintió, recordando cuántos vasos de agua había tomado.

—Esto no puede ser.

—Mi sultana, creo que sería bueno que vayas a ver a la médica.— sugirió Airu con seriedad—Esto no es normal. No me refiero solamente a que la leche no baje, sino también a los dolores que sientes, el apetito y las náuseas. Es importante que te revisen.

Mimi asintió con preocupación ante las palabras de Airu. Los síntomas que experimentaba no eran normales, y la sugerencia de acudir a la médica resonaba en su mente con urgencia.

Con pasos apresurados, Mimi se dirigió hacia los aposentos de la médica del palacio, su corazón latiendo con ansiedad mientras anticipaba lo que pudiera descubrir. Al llegar, fue recibida con amabilidad por la médica, quien rápidamente la condujo a una sala privada para su examen.

Con manos expertas, la médica realizó una serie de pruebas y preguntas mientras evaluaba los síntomas de Mimi. La preocupación en su rostro se profundizaba a medida que avanzaba el examen, y Mimi sentía un nudo en el estómago mientras esperaba el veredicto.

Finalmente, la médica se tomó un momento para estudiar los resultados con atención, antes de levantar la mirada para encontrarse con la de Mimi— Tengo noticias para usted, mi sultana.—dijo con seriedad, su tono lleno de significado.

Mimi contuvo el aliento, preparándose para lo peor.

—Dígame ¿es algo grave?

La médica negó.

—Por los síntomas que me ha dado, y luego de haberla realizado, puedo afirmar que no es algo malo, sino que, algo muy bueno.

—¿A sí?

La anciana asintió— ¡Felicidades, está embarazada!— Su voz resonó en la habitación con una mezcla de euforia y alegría— Tendrá otro hijo.

Los ojos de Mimi se iluminaron al escuchar aquella noticia, abrumándola con una oleada de emociones— ¿E-en serio?— murmuró con voz entrecortada, apenas capaz de creer lo que estaba escuchando.

La médica asintió con una sonrisa cálida, compartiendo la felicidad de Mimi por la bendición que les esperaba. —Sí, en serio.— confirmó con suavidad— está esperando otra bebé sultana.

Mimi se aferró a la noticia con gratitud y asombro, su corazón lleno de esperanza y anticipación por el futuro que les aguardaba. Con lágrimas de felicidad resbalando por sus mejillas, agradeció a la médica por su cuidado y apoyo, sintiendo una profunda gratitud por la vida que crecía dentro de ella.

Le daría otro hijo a Yamato, Thomas tendría un hermano para jugar y ella podría tener mejor estatus en el harem si nacía varón.

Sabía que la aventura de la maternidad la esperaba con los brazos abiertos, lista para abrazar cada momento de esta nueva y emocionante etapa de su vida al ser madre de no uno, sino dos príncipes.


—Hoy Takeru regresa a palacio.—Musitó Natsuko con una sonrisa.

—Evidentemente está emocionada, sultana.—Comentó Rika.

La Valide asintió— No es para menos.—Declaró— ¡Mi hijo menor regresa!

Alice se mordió el labio inferior mientras jugaba con su taza de té.

Verdaderamente no soportaba ver como Takeru vivía una vida normal ignorando que sus demás hermanos fallecieron en la lucha por el trono.

Sin embargo, no podía demostrar esto. Debía fingir que estaba feliz por ella.

—Es bueno verla feliz, sultana madre.—Declaró Alice.

Natsuko sonrió— Gracias querida. Espero que ustedes también estén felices por el regreso de su hermano.

—Claro.—Respondió Rika.

Ella no tenía problemas con sus hermanos, al contrario, siempre intentó llevarse bien con todos.

Alice simplemente fingió una sonrisa.

Natsuko dirigió su mirada a Sora, quien se encontraba callada y muy ajena a la conversación de ambas.

—¡Sultanas, Rika, Alice!— Kiriha exclamó— ¡Vamos a dar una vuelta al patio de entrenamiento!

—¿Al patio de entrenamientos?— Preguntó Rika sorprendida.

Kiriha asintió— Quiero mostrarles unos trucos que aprendí a hacer con la espada.

—¿Trucos con la espada?— Musitó la pelirroja.

Kiriha nuevamente asintió— ¡Sí!

Natsuko dirigió su mirada hacia las hermanas de Yamato.

—Señoritas, acompañen a Kiriha.—Comentó— Necesito estar a solas con Sora.

Rika y Alice asintieron.

—Está bien.

Fue así como ambas se levantaron de sus lugares y caminaron hacia afuera con Kiriha.

—Sora...—Natsuko llamó a la pelirroja, pero no obtuvo respuesta— Sora...—Se acercó a ella y tomó su hombro— ¡Sora!

—¿E?— Balbuceo la madre de Kiriha y alzó la mirada— ¿Qué sucede sultana?—Observó el lugar—¿Dónde está mi hijo y las sultanas?

—Estabas distraída.—Respondió Natsuko— Fueron al patio de entrenamiento.

—¿Qué?—Preguntó Sora.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando salieron.

—¿Qué te sucede querida?—Preguntó Natsuko— Hace días, mejor dicho, semanas te voy triste.

Sora suspiró— Disculpe, madre sultana, pero ¿cómo quiere que esté luego de que Yamato me haya rechazado cuando usted me envió reemplazando a Mimi?

La Valide hizo una mueca— Lamento mucho haberte hecho pasar ese momento.

—No se disculpe, usted no tiene la culpa...—Respondió la pelirroja— La culpa es de esa prostituta que se le metió por los ojos a Yamato.—Comentó—Como si, hubiera usado un hechizo para enamorarlo. Esa maldita bruja.

Natsuko se acercó a la madre su nieto mayor— Sora, sé que esta situación es difícil, créeme, a mí me tocó ver como Hiroaki tomaba una y otra concubina, teniendo hijo tras hijo.—Recordó— Pero a fin de cuentas Hiroaki siempre regresaba a mí. Estoy segura de que Yamato hará lo mismo contigo.

—Dudo que lo haga.—Musitó Sora— Lamentablemente mi situación es diferente a la de usted, después de todo, se convirtio en la principal luego de darle dos príncipes.—Comentó— Afortunadamente tuvo dos hijos varones, pero yo no he logrado si quiera dar a luz a una niña, no le he dado otro hijo a esta dinastía.

—Bueno, Mimi tiene un hijo, quien sabe si le podrá dar otro.

—¿Y si ocurre?— Preguntó la pelirroja— Yamato me dejará de lado.

—No pienses eso.— Se apresuró a decir Natsuko— Mi hijo te ama.

Sora bajó la mirada, sintiéndose abrumada por la incertidumbre y la inseguridad que la consumían. La idea de perder a Yamato ante los encantos de Mimi la atormentaba día y noche, y no sabía cómo lidiar con el dolor y la desesperación que la invadían.

—¿Cómo puedo estar segura de eso? —murmuró su voz temblorosa por la angustia— Yamato apenas me mira desde que regresó a palacio, mejor dicho, desde que Mimi llegó al harem. Parece que ya me ha olvidado por completo. Desde hace tiempo solo llama a Mimi a sus aposentos.

—Sí, la llama, pero también tiene un día para ti.

—Solo por nuestro hijo.—Respondió Sora— No por mí. Yamato simplemente viene a vernos a Kiriha y a mí porque quiere darle un buen ambiente a su hijo. No porque quiera estar conmigo.

—Eso no es verdad, Sora.—Comentó Natsuko— Yo sé lo que te digo, mi hijo no va a verte por el compromiso de su hijo, al contrario, lo hace porque él sabe que te necesita. Eres la mujer que está con él desde hace años. Juntos han enfrentado muchas cosas. Cuando él estuvo triste en la pelea por el trono. Tú fuiste quien estuvo a su lado. Él no olvidará eso solo por una concubina.

La pelirroja suspiró triste— Ojalá fuera verdad esto que me dice sultana.

Justo en ese minuto la puerta sonó interrumpiendo la conversación.

¡Toc, toc!

—¡Adelante!—Exclamó Natsuko.

Juri Kalfa ingresó al lugar e hizo una reverencia.

—Mi sultana.

—¿Que ocurre Juri? ¿Por qué vienes a molestar mi conversación con Sora?

—Lo lamento.—Respondió la castaña— Pero la sultana Mimi está afuera...—Comentó— Y tiene algo muy importante que hablar con usted.

Natsuko rodó los ojos— Dile que espere. Ahora estoy con Sora.

No tenía tiempo para hablar con gente indeseable.

—Mi sultana...—Juri habló—Al parecer es urgente. Ya que Gennai Aga me informó que la sultana Mimi fue a la enfermería antes de venir aquí.

Esto sorprendió a la oji-azul.

—¿Qué está ocurriendo?— Preguntó Natsuko— ¿Ocurre algo con mi nieto?

—No me quiso decir, simplemente quiere hablar con usted.


Mimi esperó pacientemente afuera de los aposentos de Natsuko, la madre sultana, su corazón latiendo con nerviosismo mientras se preparaba para compartir la emocionante noticia. Sabía que la revelación de su embarazo tendría un impacto profundo en todos los que la rodeaban, especialmente en Sora, la esposa del sultán.

Juri Kalfa salió de los aposentos.

—Adelante sultana.

Mimi asintió. Al ser admitida en los aposentos, ingresó en ellos y se encontró con Natsuko, quien estaba sentada en su elegante y gran sofá, junto a Sora que permanecía a su lado.

Hizo una reverencia frente a Natsuko.

—Buenos días madre sultana.

—Buenos días.— Respondió la Valide— Juri Kalfa me dijo que quieres hablar conmigo.

Mimi asintió.

—¿De qué trata?— Preguntó la oji-azul.

—Vine porque quiero felicitarla.

—¿Felicitarme?— Cuestionó Natsuko.

Mimi tomó una respiración profunda antes de hablar, consciente de la sensibilidad del momento— Sí, quiero felicitarla...—Repitió— Porque será abuela de nuevo.

—¿De nuevo?— Natsuko alzó una ceja sorprendida.

—Estoy embarazada.— Reveló Mimi con una sonrisa en su rostro y sus ojos brillando con emoción contenida.

La noticia resonó en la habitación, llenando el aire con una mezcla de sorpresa y anticipación. Natsuko sintió un destello de emoción en su interior ante la idea de un nuevo miembro en la familia, pero la mirada de tristeza en el rostro de Sora la hizo contenerse.

Sora, por su parte, apenas pudo ocultar su descontento ante la noticia. Una sombra cruzó su rostro mientras su corazón se llenaba de amargura y resentimiento. Ella también quedo embarazada por segunda vez, pero perdió a su hijo, y la idea de que Mimi pudiera dar a luz a otro bebé solo avivaba el fuego de su dolor.

Natsuko vio el dolor en los ojos de su nuera y sintió su propio corazón pesar con pesar. Quería permitirse sentir alegría por el embarazo de Mimi, pero no podía ignorar el sufrimiento de Sora. Con una mirada compasiva hacia su nuera, Natsuko contuvo sus propias emociones, dispuesta a ofrecer consuelo y apoyo en un momento tan difícil para la familia.

La habitación quedó envuelta en un silencio tenso, cada uno sumido en sus propios pensamientos y emociones. Aunque el futuro estaba lleno de promesas y expectativas, también estaba marcado por el peso del pasado y el dolor. Y mientras el silencio persistía, cada uno se preparaba para enfrentar los desafíos que les esperaban en el camino por delante.

—¿No me dirá nada, madre?

—¿E?— Natsuko volteo hacia ella—¡Claro! Me alegra escuchar la noticia.

Mimi pasó su mirada por Sora, quien evidentemente no estaba a gusto.

—Estoy segura de que será otro príncipe.

—¿Quién asegura eso?— Preguntó la pelirroja.

—Yo.— Respondió la castaña— Las madres sabemos eso.—Declaró— Estoy segura de que al sultán no le daré niñas. Solo niños.

—Eso espero.—Murmuró Natsuko.

Aunque, fuese niño o niña, para ella sería igual de importante. Quizás, un niño siempre era mejor visto por el imperio, pero luego de tener tantos niños ansiaba tener a una niña en esa familia para futuras alianzas políticas. Aún más si eso significaba quitarle poder a esta esclava.


Después de la reunión del consejo, Daigo Pashá se acercó a Yamato con una expresión seria en su rostro.

—Mi sultán.—comenzó Daigo— me gustaría entender mejor la razón detrás de nuestra decisión de atacar las regiones del este. ¿Por qué hemos elegido estas áreas específicas como nuestros objetivos de conquista?

Yamato contempló la pregunta por un momento antes de responder.

—Fue un consejo que me dio Taichi Pashá —explicó Yamato— Creemos que estas regiones ofrecen oportunidades estratégicas y recursos valiosos para el imperio.

Daigo frunció el ceño, claramente preocupado por la dirección que estaban tomando.

—Respeto la opinión de Taichi Pashá, pero no estoy convencido de que atacar estas regiones sea la mejor opción.—dijo Daigo con calma— Usted sabe que por mucho tiempo fui Bey de las fronteras del este y soy consciente de las posibles implicaciones políticas y humanitarias de nuestras acciones.

Sí, eso era verdad, Daigo en sus inicios estuvo a cargo de la guardia de la frontera.

—Además, podríamos encontrar resistencia significativa de los pueblos que ya habitan esas tierras.

—¿Consideras que no es lo mejor?— Preguntó Taichi.

—Exactamente.—Respondió Daigo— Creo que deberíamos centrarnos en la frontera del oeste, después de todo, es una zona más débil.

Yamato analizó las palabras de Daigo.

—Es una zona débil, porque pocas personas viven ahí, ya que los recursos no son los mejores.—Comentó Taichi— La zona este tiene los mejores recursos. Ahora que Egipto cayó tendremos mayor accesibilidad para llegar hasta Anatolia, y a su vez, estando en Egipto un tiempo podremos percatarnos que todo este bajo control y el sultán podría restructurar todo en ese lugar.

—Sí, pero, sigo insistiendo en la zona Oeste. La nación que vive en el límite oeste es pequeña, pero no se debe a la falta de recursos, al contario, su ineficiencia no les permite sacar provecho de esas tierras.—Explicó el esposo de Alice— Si nos encargamos nosotros de obtener esas tierras podríamos avanzar de mejor manera. Sobre todo, luego de realizar la gira, tenemos más apoyo en esa zona.

—Sí, eso es verdad.—Comentó Yamato, la mayor parte de su ejército ahora yacía en ese lugar, porque el pashá financió los entrenamientos de los jenízaros de alto nivel, mientras el comandante en jefe se preocupaba de los principiantes— Entiendo tus reservas, Daigo Pashá. —Habló— Sin embargo, creo que, consideraré esa idea para después. Actualmente expandirme para la zona este es mucho más importante.

Daigo Pashá, a pesar de su incomodidad con la decisión de Yamato, asintió con seriedad, aceptando la autoridad del sultán en última instancia. Sin embargo, dentro de él, una chispa de frustración y resentimiento ardió ante lo que consideraba una oportunidad perdida para el imperio.

—Entiendo, mi sultán.—respondió Daigo con una leve inclinación de cabeza, ocultando su descontento tras una máscara de respeto y deferencia— Lo usted diga se hará.—Comentó— Haré lo posible para que nuestras fuerzas estén preparadas para avanzar hacia el este.

Yamato asintió, agradecido por la lealtad y la obediencia de Daigo, aunque no podía evitar percibir la tensión en el ambiente.

—Aprecio tu compromiso, Daigo Pashá.—dijo Yamato, tratando de calmar cualquier resentimiento latente— Confío en que todo saldrá bien y luego podremos colocar en práctica tu plan de ir a conquistar las tierras del este.

Daigo asintió en silencio, su rostro impasible mientras ocultaba sus verdaderos sentimientos. Aunque aceptaba la decisión del sultán como su deber como consejero, no podía evitar sentirse frustrado por lo que consideraba una oportunidad perdida para el imperio.

Daigo mantuvo su enojo contenido, sabiendo que expresar abiertamente su descontento no sería productivo en ese momento. Pero en lo más profundo de su corazón, estaba determinado a demostrar que su enfoque estratégico habría sido el más acertado.

Luego de terminar la conversación, Daigo y Taichi se despidieron de Yamato, quien se dedicaría a revisar unos informes del dinero administrado para la guerra.

No habrá transcurrido mucho tiempo cuando la puerta se abrió y en el lugar apareció Taichi.

—Sultán Yamato.

—¿Sí?— Preguntó el rubio.

—Su favorita, la sultana Mimi dice que necesita hablar con usted.

Yamato alzó la mirada sorprendido—¿Hablar conmigo?

Taichi asintió.

—¿De qué?

—No lo sé.— Respondió el castaño— Pero se ve feliz.

Yamato observó sorprendido al guarda espalda— Dile que entre.

Fue así como Taichi salió del lugar y a los pocos segundos la joven castaña apareció en el lugar.

Mimi inhaló profundamente, sintiendo el latido acelerado de su corazón mientras se preparaba para compartir la emocionante noticia con Yamato, el sultán al que servía y amaba. Sabía que su revelación tendría un impacto significativo en él, y esperaba con ansias su reacción.

Con paso decidido, Mimi se acercó a Yamato, quien estaba sentado en su trono, inmerso en los asuntos de estado. El murmullo de la corte se desvaneció a su alrededor cuando sus ojos se encontraron, y en ese momento, Mimi supo que era el momento adecuado para compartir su alegría.

—Mi sultán.— comenzó Mimi con voz suave pero firme, sus ojos brillando con emoción contenida.

—Mimi.—El rubio pronunció su nombre.

—Siento molestarlo, pero me enteré de que la reunión terminó y, necesito hablar con usted.

—¿Ocurrió algo?— Preguntó Yamato.

—tengo algo importante que compartir contigo, mi sultán.—Respondió la castaña.

Una pausa tensa siguió sus palabras, y el ambiente en la sala pareció detenerse mientras todos esperaban con anticipación.

Yamato levantó la mirada hacia Mimi, sus ojos oscuros llenos de curiosidad y expectación— ¿Qué es, Mimi?"—preguntó con amabilidad, su voz resonando en la sala con autoridad y calidez— ¿Qué ocurrió?

Mimi tomó una respiración profunda antes de continuar, su corazón latiendo con fuerza en su pecho— Estoy embarazada.— anunció con una sonrisa radiante, sus ojos brillando con emoción—¡Tendremos otro bebé!

Esperó con el aliento contenido mientras observaba la reacción de Yamato.

El rostro de Yamato se iluminó con una expresión de asombro y alegría al escuchar las palabras de Mimi. Sus labios se curvaron en una amplia sonrisa, y sus ojos brillaron con orgullo y felicidad. Se puso de pie de inmediato, dejando a un lado sus asuntos de estado para acercarse a Mimi con los brazos abiertos.

—¿De verdad?

Mimi asintió— ¡Sí!

—Eso es increíble.— dijo Yamato con una voz llena de emoción genuina.

—¿Está feliz?

—¡Claro!— Exclamó— Estoy tan feliz de que estemos esperando otro hijo juntos.

Las palabras de Yamato llenaron el corazón de Mimi de alegría y gratitud, sintiendo una oleada de amor y afecto por él en ese momento. Se aferró a él con ternura, sintiendo la conexión entre ellos fortalecerse aún más ante la perspectiva del nuevo miembro que pronto se uniría a su familia.

En ese momento, mientras Yamato y Mimi compartían su alegría mutua, sabían que el futuro estaba lleno de promesas y expectativas. Y juntos, estaban listos para enfrentar los desafíos y las alegrías que les deparaba la vida mientras continuaban su viaje juntos como esposo y esposa, como sultán y sultana, como padres amorosos. La sala estalló en aplausos y felicitaciones mientras la noticia se extendía, y en medio de la celebración, Mimi y Yamato se sintieron más unidos que nunca, listos para abrazar todo lo que el futuro les deparaba con esperanza y determinación.

—Estoy segura de que tendremos otro príncipe.— Comentó la castaña.

—Eso espero.— Musitó el rubio.


+Capítulo corto, pero bueno. No quería dejar pasar mucho tiempo.

BethANDCourt: ¡Hola! No te preocupes, esas cosas suceden, a mí me ha ocurrido, no me doy cuenta de que actualizan y cuando leo el siguiente capítulo me pierdo. Sí, se hizo justicia por Mimi, al menos durante este tiempo. Natsuko abusa de su poder, sin embargo, Yamato poco a poco se dará cuenta de esto. Hikari le mintió a Taichi y si es graciosa su forma de actuar jsjsjs pero hay muchos obstáculos para que Takeru y ella estén juntos. Tienes muy buen ojo al tener mala espina, la situación es mala, porque la gente la hace mala, no Takeru, pero si su madre, Alice, Daigo y sus aliados. Ya veremos que sucederá. Sí, la escena es un tanto extraña de Yamaki pidiéndole un hijo a Rika, pero en el contexto de época las sultanas decidían si querían tener relaciones con sus esposos (mucho más mayores) Rika decidió que no, entonces, para Yamaki es todo un tema, ya que, sabe que un hijo de la dinastía significa muchas cosas positivas. Ni siquiera yo me imagino a Rika de mamá jajaja Con respecto a buscarle otro padre a su hijo es un tema bastante difícil, Rika antes que todo, quiere tener poder, aunque, inevitablemente se sienta atraída a Ryo. Ya veremos qué ocurrirá. Tenemos mucho camino que recorrer jsjsjs creo que se respondió recién el hecho de que Mimi si está embarazada. Sora ahora sufrirá al ver como Mimi si puede darle ese segundo hijo a Yamato. Me alegra que te haya gustado este capítulo, ojalá sigas leyendo, comentando y siguiendo esta historia. Te mando un abrazo a la distancia.

Adrit126: ¡Hola! Sí, Yamato tuvo buena determinación para hacer valer su palabra. Como bien dijiste, Mimi de a poco gana terreno, pero, así como gana la guerra comienza. Sí, en cierto modo, Rika iba a apoyar a cualquiera de sus hermanos que ascendiera, pero tenía cierta preferencia por Kouji porque era quien más hijos tenía vivos. Yamato sabe y a la vez no. Sabe que alguien inventó cosas de su hermano, pero, no sabe quien. Sora tuvo sus tácticas, abaladas todas por Natsuko, pero en algún minuto lo sabrán. Lamentablemente sí, Alice quiere que Takeru muera, no puede perdonar lo que ocurrió en el pasado. Ya veremos como se irán desarrollando las cosas. Espero que te haya gustado este capítulo, ojalá sigas leyendo, comentando y siguiendo esta historia. Te mando un abrazo a la distancia.