Año 22 ABY. Una armada droide ha atacado el planeta de Gala y sus residentes, una vez aislados y reservados, había pedido ayuda a la República y a la Orden Jedi. Habían pasado años desde que un extranjero había pisado la tierras de tan lejano planeta, siendo la visita del maestro Jedi Qui-Gon Jinn y de su padawan Obi-Wan Kenobi un "mal necesario," para acabar con la corrupción que azotaba su planeta. Tras la instauración de un sistema democrático, Gala nunca más vio la necesidad de que un Jedi arribara a sus boscosas tierra, y nunca pensó en necesitarlo. Pero ante la invasión Separatista, no tuvieron más remedio que llamar por ayuda. Un llamado que la República respondió, enviando a la 194th legión de clones, comandada por el general Jedi Pablo-Jill, un singular ongree que alcanzó el rango de caballero Jedi, y era todo un misterio para el resto de miembro de la orden. Image Los primeros tres días, la flota de la 194th se enfrentó a la armada separatistas, la cual había montado un bloqueo sobre la órbita del planeta. Fuero más de 72 horas de arduas batallas, donde los Venator intercambiaban disparos constantemente contra las fragatas Munificent. Finalmente, la flota de la República logró abrir una brecha en la defensa del enemigo, lo cual aprovecharon para iniciar un rápido desembarco sobre las planicies al sur del planeta. Una gran franja de tierra, alejada de la mayoría de las fuerzas separatistas que había ocupado el planeta. Miles de clones descendieron en las lanzaderas Laat/i, acompañados por cientos de tanques AT-TE, los favoritos de los clones. Image Estas enorme bestias mecánicas de seis patas tenían un potente cañón láser en la parte superior que brindaba una buena potencia de fuego capaz de hacerle frente a los tanques AAT separatistas. Y con sus cuatro cañones secundarios tenían una presencia en el campo de batalla que no podía ser ignorada. Frente a la gran armada clon que avanzaba sin freno hacia la ciudad capital de Gala se encontraba Pablo-Jill. Si algo lo caracterizaba era la valentía y el honor, pues su carácter extremadamente recto no permitía vacilaciones. Si había que dar un paso al frente, él sería el primero. Si había que capturar una fortaleza enemiga, é; sería el primero en llegar. Si había que sacrificarse por un bien mayor, él sería el primero en morir. Y ahí estaba él, el primero de todos, a la cabeza de numeroso ejército clon, aun bautizados con sus clásicas armaduras blancas de face 1. Todo iguales, salvo los oficiales que tenía marcas para ser reconocidos. Como una marea blanca que se abalanzaba sobre las legiones de droides B1 que inundaban el campo de batalla. Los droides no eran muy listos, pues su modelo era simple y dependía de las órdenes de la nave Lucrehulk que orbitaba sobre la atmósfera, pero eran millones de ellos. El Jedi era valiente, incluso un poco temerario, pero no era un tonto. Tras apenas sobrevivir en la primera batalla de Geonosis, pudo experimentar de primera mano lo que esos droides tan tonto podían hacer con sus incontables números. Posteriormente, luchó codo con codo con los clones que llegaron a su rescate, y si bien eran soldados excepcionales, no estaban libres de fallos y errores. Después de todo, eran novatos, y la experiencia es algo que no se puede enseñar en un laboratorio. La experiencia es algo que se gana sacrificando sudor y sangre, en el campo de batalla. La gran marea clon avanzó sin descanso hasta verse estancados al llegar a las montañas al sur de la ciudad capital. Un escabroso sistema montañoso, dónde los AT-TE no podían entrar, y las operaciones a pie se veían frustradas una y otra vez antes los cientos de bunker y sistemas defensivo que los separatistas habían instalado en cada rincón de la zona. Las lanzaderas LAAT/i podían brindar apoyo aéreo ocasionalmente, pero no a expensas de ser derribadas por el fuego enemigo. Cada ataque debía coordinarse con precisión quirúrgica, o las pérdidas serían desastrosas. Por desgracias, la 194th legión de clones ni Pablo-Jill tenía la habilidad o la experiencia para llevar a cabos tales hazañas. Al menos no por el momento. Había transcurrido la quinta noche de combate, y la fuerza principal de la 194th aún no había sido capaz de atravesar el cerco que el enemigo había montado en una sección de la montaña. Un pequeño puesto de vigilancia resguardado por una barrera natural sobre el cual se había instalado varias ametralladoras pesada, y justo en su retaguardia, un poderoso cañón de protones J-1 que no permitía a nadie acercarse demasiado.
Image Pablo: - ¿Dónde están esos refuerzos? Necesitamos apoyo aéreo si queremos atravesar sus defensas.- Ante tal encrucijada, el Jedi llamó al clon comandante bajo su mando. A su lado se encontraba un clon comandante con su armadura de face 1 con sus patrones dorados. Era fácil reconocerlo, pues era él único en todo el campo de batalla que tenía ese color. En aquel entonces, el ejército clon aún no se había diversificado, ni había pintado sus armaduras del color de su legión. Eran todos de blanco, salvo los oficiales que poseían diferentes tonalidades dependiendo de su rango. El clon en cuestión era uno que respondía al código de CC- 1943, y tenía una personalidad bastante peculiar. Era leal, y cumplía las órdenes siempre, pero siempre usaba métodos menos estrictos que los que su general tenía en mente. Además, era muy risueño, y no perdía la oportunidad para jugarle una broma a sus hermanos, a pesar de ser el clon de mayor rango. Su caco tenía una marca muy cerca de su visor, un claro recordatorio de lo peligros que pueden ser los blaster enemigos. Image Comandante clon: - La flota informa que los refuerzos debería están por llegar. -
Clon: - Allí viene. - Gritó uno de los clones.
Las tropas en tierra vieron agradecidos como otro centenar de lanzaderas LAAT/i llegaban a la zona de aterrizaje, cagados con miles de clones frescos, directamente traídos desde Kamino. Aún así, se sorprendieron un poco al ver como todas seguían de largo hacia la capital.
Pablo: - ¿¡Qué creen que están haciendo!? El combate está aquí. -
Entonces una lanzadera se acercó a la posición enemiga mientras evadía a duras penas el fuego de las unidades de tierra. De su interior saltó una pequeña silueta, que cayó en picado en el interior de las defensas enemigas. Comandante clon: - ¿Qué ha sido eso? -
Pablo: - No lo se. Pero los droides dejaron de disparar. ¡Ahora, clones! ¡A la carga! -
Su grito de batalla dio la orden y la marea blanca de soldados abandonó su cobertura para seguir a su general. Portando los pesados blaster DC-15A, los clones abrieron fuego contra las posiciones enemigas mientras los droides en las inmediaciones se preguntaban por qué sus cañón de protones había dejado de disparar. Pablo-Jill guio a sus hombres valientemente hacia la victoria, abriéndose camino por el rocoso paisaje hasta alcanzar las posiciones fortificadas enemigas, pero al llegar, se llevó una gran sorpresa. El campamente separatistas estaba completamente destrozado, con decenas de droides B1 esparramados en partes por todos lados. El cañón de protones J-1 tenía el partes hechas pedazos, y marcas humeantes de cortes hechos claramente por un sable de luz. Y justo sobre el montón de chatarra, un peculiar joven sentado esperando pacientemente su llegada. Joven: - Ya era hora de que llegaran. -
Comandante clon: - ¿Perdón? -
Pablo: - ¿Se puede saber que hace un niñato en un campo de batalla? - Preguntó sereno. - ¿Quién eres y qué haces aquí? -
Joven: - Mi nombre es Roy. Roy Cameron. Y seré su padawan a partir de este momento. - El ongree se quedó en shock al escuchar la noticias. Pablo: - ¿Se puede saber de qué estás hablando? ¿No ves que estamos en guerra? No es el momento para juegos tonto, mocoso. - Sin embargo, el joven humano hizo lo posible por contener la risa al escuchar sus palabras. - ¿Qué te hace tanta gracias? -
Roy: - No es nada. Es solo que... el maestro Yoda predijo perfectamente sus palabras. - Dijo entre risas. Pablo: - ¿El maestro Yoda? -
El joven no dio más explicaciones. En cambio, sacó un pequeño holo-proyector que mostró la imagen inconfundible del pequeño Jedi verde. Era una grabación. Yoda: - Sorprendido has de estar ante tal noticia. Pero el tiempo ahora es. Este joven tu nuevo padawan será, y guiarlo en su crecimiento tu deber es. Suerte yo desearte, mie viejo alumno. -
El ongree respiró profundamente para asimilar la noticia. Una petición directamente de Yoda no era algo a lo que podía negarse, y estaba seguro que no era un simple capricho de su maestro. Pablo-Jill sabía de los problemas en el templo Jedi, y las dificultades para encontrar tutores para los nuevos iniciados, pero no estaba de acuerdo con tener que cargar a un adolescente al campo de batalla. Y menos uno como este. No tenía que conocerlo mucho para darse cuenta que le iba a costar mucho trabajo. El joven emanaba una total carencia de la responsabilidad de su infantil rostro, y Pablo no podía dejar de criticar en su mente lo estúpido que se veía ese ojo cibernético que tenía en el costado derecho de su cara. Era una moda de la juventud de los planetas del núcleo, pero que un Jedi la portaba mostraba una clara falta de disciplina. El ongree sabía que este iba a ser un caso difícil. Y tal vez por eso se lo asignaron a él pues había poco caballeros Jedi tan estrictos con el reglamente como él. Pablo: - Muy bien. Hagamos las presentaciones. - Dijo tras respirar profundamente. - Soy Pablo-Jill, caballero Jedi, y tu mentor. -
Roy: - Es un honor, maestro. - Ambos se saludaron mediante una pequeña reverencia.
Image Pablo: - ¿Dónde están esos refuerzos? Necesitamos apoyo aéreo si queremos atravesar sus defensas.- Ante tal encrucijada, el Jedi llamó al clon comandante bajo su mando. A su lado se encontraba un clon comandante con su armadura de face 1 con sus patrones dorados. Era fácil reconocerlo, pues era él único en todo el campo de batalla que tenía ese color. En aquel entonces, el ejército clon aún no se había diversificado, ni había pintado sus armaduras del color de su legión. Eran todos de blanco, salvo los oficiales que poseían diferentes tonalidades dependiendo de su rango. El clon en cuestión era uno que respondía al código de CC- 1943, y tenía una personalidad bastante peculiar. Era leal, y cumplía las órdenes siempre, pero siempre usaba métodos menos estrictos que los que su general tenía en mente. Además, era muy risueño, y no perdía la oportunidad para jugarle una broma a sus hermanos, a pesar de ser el clon de mayor rango. Su caco tenía una marca muy cerca de su visor, un claro recordatorio de lo peligros que pueden ser los blaster enemigos. Image Comandante clon: - La flota informa que los refuerzos debería están por llegar. -
Clon: - Allí viene. - Gritó uno de los clones.
Las tropas en tierra vieron agradecidos como otro centenar de lanzaderas LAAT/i llegaban a la zona de aterrizaje, cagados con miles de clones frescos, directamente traídos desde Kamino. Aún así, se sorprendieron un poco al ver como todas seguían de largo hacia la capital.
Pablo: - ¿¡Qué creen que están haciendo!? El combate está aquí. -
Entonces una lanzadera se acercó a la posición enemiga mientras evadía a duras penas el fuego de las unidades de tierra. De su interior saltó una pequeña silueta, que cayó en picado en el interior de las defensas enemigas. Comandante clon: - ¿Qué ha sido eso? -
Pablo: - No lo se. Pero los droides dejaron de disparar. ¡Ahora, clones! ¡A la carga! -
Su grito de batalla dio la orden y la marea blanca de soldados abandonó su cobertura para seguir a su general. Portando los pesados blaster DC-15A, los clones abrieron fuego contra las posiciones enemigas mientras los droides en las inmediaciones se preguntaban por qué sus cañón de protones había dejado de disparar. Pablo-Jill guio a sus hombres valientemente hacia la victoria, abriéndose camino por el rocoso paisaje hasta alcanzar las posiciones fortificadas enemigas, pero al llegar, se llevó una gran sorpresa. El campamente separatistas estaba completamente destrozado, con decenas de droides B1 esparramados en partes por todos lados. El cañón de protones J-1 tenía el partes hechas pedazos, y marcas humeantes de cortes hechos claramente por un sable de luz. Y justo sobre el montón de chatarra, un peculiar joven sentado esperando pacientemente su llegada. Joven: - Ya era hora de que llegaran. -
Comandante clon: - ¿Perdón? -
Pablo: - ¿Se puede saber que hace un niñato en un campo de batalla? - Preguntó sereno. - ¿Quién eres y qué haces aquí? -
Joven: - Mi nombre es Roy. Roy Cameron. Y seré su padawan a partir de este momento. - El ongree se quedó en shock al escuchar la noticias. Pablo: - ¿Se puede saber de qué estás hablando? ¿No ves que estamos en guerra? No es el momento para juegos tonto, mocoso. - Sin embargo, el joven humano hizo lo posible por contener la risa al escuchar sus palabras. - ¿Qué te hace tanta gracias? -
Roy: - No es nada. Es solo que... el maestro Yoda predijo perfectamente sus palabras. - Dijo entre risas. Pablo: - ¿El maestro Yoda? -
El joven no dio más explicaciones. En cambio, sacó un pequeño holo-proyector que mostró la imagen inconfundible del pequeño Jedi verde. Era una grabación. Yoda: - Sorprendido has de estar ante tal noticia. Pero el tiempo ahora es. Este joven tu nuevo padawan será, y guiarlo en su crecimiento tu deber es. Suerte yo desearte, mie viejo alumno. -
El ongree respiró profundamente para asimilar la noticia. Una petición directamente de Yoda no era algo a lo que podía negarse, y estaba seguro que no era un simple capricho de su maestro. Pablo-Jill sabía de los problemas en el templo Jedi, y las dificultades para encontrar tutores para los nuevos iniciados, pero no estaba de acuerdo con tener que cargar a un adolescente al campo de batalla. Y menos uno como este. No tenía que conocerlo mucho para darse cuenta que le iba a costar mucho trabajo. El joven emanaba una total carencia de la responsabilidad de su infantil rostro, y Pablo no podía dejar de criticar en su mente lo estúpido que se veía ese ojo cibernético que tenía en el costado derecho de su cara. Era una moda de la juventud de los planetas del núcleo, pero que un Jedi la portaba mostraba una clara falta de disciplina. El ongree sabía que este iba a ser un caso difícil. Y tal vez por eso se lo asignaron a él pues había poco caballeros Jedi tan estrictos con el reglamente como él. Pablo: - Muy bien. Hagamos las presentaciones. - Dijo tras respirar profundamente. - Soy Pablo-Jill, caballero Jedi, y tu mentor. -
Roy: - Es un honor, maestro. - Ambos se saludaron mediante una pequeña reverencia.
