"Mucho antes de la caída de la República, cuando Cyrkon fue colonizada por primera vez, había sido un mundo ideal, casi idílico, situado perfectamente en la zona habitable de su única estrella. Desde entonces, la atmósfera se había vuelto venenosa a medida que las empresas industriales y comerciales lo habían llenado de toxinas. La temperatura se había disparado, la superficie había comenzado a sobrecalentarse, dando como resultado un efecto invernadero desbocado, lo que significaba que todos los habitantes tenían que vivir dentro de ciudades abovedadas con controles regulados de temperatura y atmósfera. Estas ciudades se volvieron superpobladas y desatendidas."
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Bajos esas condiciones tan hostiles el reducido grupo de cuatro clones, maestro y padawan iban a operar. Su objetivo se ubicaba en la ciudad capital de planeta: Motok, una de esas imponentes ciudades cubiertas por una cúpula que mantenía en su interior un ambiente estable para la vida.

El carguero ligero XS no era una nave especialmente rápida comparada con las naves de la armada de la República, pero su función de pasar desapercibida ante los ojos de la guardia fronteriza de Cyrkon fue todo un éxito El carguero ligero XS no era una nave especialmente rápida comparada con las naves de la armada de la República, pero su función de pasar desapercibida ante los ojos de la guardia fronteriza de Cyrkon fue todo un éxito.

Ahora, con Hammer al mando de los controles, el XS descendía lentamente mientras atravesaba el escudo que rodeaba la ciudad de Motok, rumbo a una de las plataformas de aterrizaje en ka zona de carga. Un enorme puerto espacial tan grande como la vista permitía apreciar.

Tesla: - Oh oh. Esto será más complicado de lo que pensaba. - Decía abrumado al ver la inmensidad del lugar.

Tukk: - ¿Que ocurre teniente? Le tiene miedo a las grandes ciudades. -

Doss: - A mi lo que me preocupa son los habitantes. -

Pablo: - No se preocupe, teniente Doss, nuestro objetivo es neutralizar los contactos entre los Separatistas y las bandas criminales. Si actuamos como es debido no debería causar problemas a los civiles. -

Roy: - Bueno... Tenemos que empezar por algún lado. ¿Qué pistas tenemos? -

Pablo: - Nada realmente. Solo sabemos que los tratados se están llevando a cabo en esta ciudad, pero no tenemos un nombre o un lugar por donde empezar. -

Hammer: - Entonces... ¿No tenemos idea que hacer?... ¿O que buscar? -

Pablo: - Tranquilo, capitán. No muchos se atreven a usar el nombre de los Hutt para hacer de las suyas. La primera pista seguro la encontraremos su escuchamos correctamente. -

Tukk: - Debemos detenernos por ahora. Se acerca control portuario. -

Lo que decía el comandante era cierto, pues cuando miraron por las ventanillas de la nave pudieron ver a tres individuos acercandose. El del medio era un rodiano que tenía un uniforme azul algo desgastado, y los otros dos a sus espaldas parecían ser la fuerza de seguridad de la zona, con blaster cargador y listos para disparar.

Tesla: - Parece que la seguridad es algo fuerte por esta zona. -

Pablo: - Si vivos bajo los territories de loa Hutt entonces querras estar armadura en todo momento. Vamos. No Hagamos esperar a nuestro anfitriones. -

La entrevista con la guardia portuaria fue bastante sencilla. Los cuatro clones disfrazados de cazarecompensas se presentaron antes las "autoridades" como un grupo nuevo en el negocio. Normalmente harían más preguntas, pero cuando dijeron que transportaban armas de la República para vender en el mercado negro ni siquiera se lo pensaron dos veces. Mientras tanto, subidos doble los andamios de una grúa sin que nadie los detectaran, se encontraban Pablo y Roy viendo como todo marchaba sobre ruedas.

Roy: - No me gusta tener que venderles armas a estos tipos. -

Pablo: - Es un mal necesario, joven padawan. Con algo de suerte... esas armas llamaran la atención del mismo ser que estamos buscando. O al menos darnos una pista de ello. De momento, solo podemos dejar el resto en manos de los chicos. ¿Listo para irnos? -

Roy: - Voy detrás de usted. -

Capaces de mantener un perfil más bajo, Jedi y padawan se infiltrarian entre las calles de la ciudad y buscarían alguna información de su contacto. Era una búsqueda a ciegas, así que debían tener los oídos bien abiertos a cualquier rastro de información. Seguro que en alguna taberna o cantina pudiesen encontrar algo de utilidad. Los orgánicos con suficiente alcohol en el cuerpo suelen hablar de más.

Mientras tanto, el grupo de clones parecía tener algo más de avance. La venta de armas llamó mucho la atención del rodiano que hacía de oficial portuario, y dijo que conocía a un comprador que tenía especial interés en comprar armas. Una oportunidad de oro que no dejarían pasar.

Tukk dividió al cuarteto en pares, siendo él y Doss los encargados en ver a ese contacto. Mientras Hammer y Tesla descargaban los más de doscientos contenedores llenos de armas de la XS.

Hammer: - Eso... Déjale a Hammer el trabajo pesado mientras va a platicar... comandante. - Se quejaba el clon mientras bajaba una de las pesadas cajas hacia un transporte.

Tesla: - ¿Problemas con la tarea que te designaron? - Decía en modo de burla.

Hammer: - Se ve que tu estas operando el montacargas. Estas cajas son bien pesadas para cargarlas a mano. -

Tesla: Bueno... Pobre de mi sino. - Decía en modo burlesco. - Yo no poseo esa fuerza abrumadora que posee el gran capitán Hammer del 194 batallón. -

Hammer: - Ja ja. Muy gracioso. - Decía con ironía. - Sigue de burlón y te pondré a cargar cajas con la mano. -

Loa dos clones se estuvieron mortificando por un tiempo, hasta que ya más de la mitad del cargamento había sido descargado, cuando un golpe metálico los alerto a ambos de repente.

Tesla: - ¿Escuchaste eso? -

Hammer: - Parece que tenemos visitas. - Ambos susurraba mientras acercaban sus manos a sus armas.

Tesla: - Bueno... Parece que tendremos que ser buenos anfitriones. -

Hammer: - Darlo por echo... Vamos. -

Mientra tanto, en otro lado de la ciudad, Tukk y Doss seguían de cerca al rodiano, que parecia no tenerle mucho miedo al par, teniendo en cuanta que ambos estaban fuertemente armados y a sus espaldas. No había que ser muy inteligente para darse cuanta, pero mientras más seguían al rodiano la seguridad se hacia cada vez más fuerte, hasta el punto que loa civiles parecían haber desaparecido por completo. No sabían a dónde iban, pero sin lugar a dudas iban a ver a alguien importante en Motok. De allí la confianza del rodiano.

Finalmente llegaron a un lugar algo peculiar. Una residencia que no destacaba mucho de las de su alrededor, pero si mirabas con atención podías ver a varios vigías escondidos entre los callejones y espacios oscuros. Obviamente vigilando el lugar al que se dirigían.

El rodiano tocó la puerta de un modo algo extraño, obviamente algún tipo de código secreto entre ellos, pues no pasó mucho tiempo antes que alguien respondiese a su llamado sin siquiera preguntar de quién se trataba.

La puerta del lugar se abrió, revelando a un gran trandoshano portando una armadura pesada de plastoide y un blaster de origen separatistas. No había que ser Tesla para darse cuenta de su origen, pues su diseño, si bien era muy diferente al que usaban loa droides B1, tenía similitudes bastante notables. Parece que encontraron la guarida de su objetivo.

Rodiano: - Vuestro anfitrión los atenderán pronto. Si son tan amables, agradecerían que acompañen a mi amigo de ahora en adelante. -

El tono del rodiano fue muy formal, pero estaba claro que ninguno de los dos clones estaba cómodo con la situación. El trandoshano blindado les dedico una mirada bastante amenazante, como intentando intimidarlos para dejarles en claro que estaban en desventaja en ese lugar, justo antes de apartarse para permitirles el paso.

Tukk y Doss se miraron por un segundo, dudoso de sí seguirlos o empezar a disparar para regresar a la nave, pero tenían una misión que cumplir. Ambos respiraron profundamente, asintieron con la cabeza, y se adentraron a la boca del lobo. Dentro del lugar los pasillos eran oscuros, con decenas de puertas que conducía a quien sabe donde, pero muy probable eran cuartos llenos de cajas de armas y explosivos. Tukk y Ross sabían perfectamente a donde ir, a pesar que el trandoshano iba tras de ellos, pues los pasillos parecían conducirlos hacia una enorme puerta de madera, donde dos guardias fuertemente armados loa veían desafiante mientras se acercaba.

Cuando ambos se detuvieron, el trandoshado blindado paso al frente, abriendoles las puertas para permitirles el paso.

Trandoshano: - Es señor de Motok los verán en un instante. -

Cuando ambos entraron se quedaron impresionados al ver lo lujoso del lugar, aunque muy diferente de Coruscant. Todo la habitación estaba llena de decoraciones y tallados en madera fina, con estatuas de mármol y telas aterciopeladas, algo que era sumamente anticuado para la época, pero se veía igual de impresionante.

Los clones no dijeron nada, por temor a que los estuvieran escuchando, y estaban en lo cierto, así que simplemente se sentaron en dos sillones ubicados frente a un enorme buró de madera preciosa, tras el cual se encontraba un lujoso sillón rotatorio de cuero negro. No había duda alguna, el que estaba detrás de todo esto no iba a ser alguien a quien quisieras meterme en su camino.

Mientras tanto, en las calles de Cyrkon, algunas palabras parecían no pasar desapercibidas para dos pares de oídos curiosos que estaban en las cercanias. Pablo y Roy, ocultos bajo sus túnicas y bebiendo algonde licor barato sobre la barra del tercer bar que encontraban, podían escuchar una conversación muy interesante sobre una de las mesas.

?: - No hay problema alguno. Las armas deberían llegar en un par de días a lo mucho. El dinero se que no será problema. -

?: - El "señor" no quiere... levantar sospechas sobre estas operaciones. Necesitamos que sea discreto. Las más discreto que pueda. -

?: - Tranquilo. Llevo en esto más tiempo de lo que cree. Este "acuerdo" será tratado de la mejor forma posible. -

?: - Eso espero. Bahía seis al anochecer. Espero que sea puntual. -

?: - Así será. -

Y sin decir nada más, uno de los dos seres misteriosos que estaba hablando se puso de pie y se retiró del lugar. Con una simple seña de parte de su maestro, Roy comenzó a seguir a uno que parecía ser un trandochano, pero a juzgar por la capucha que llevaba era difícil saber con exactitud. El cualquier caso, Roy sabía que debía tener sumo cuidado.

Mientras tanto, Pablo se quedó en el bar, esperando el siguiente movimiento del otro sospechoso que permanecía sentado en su lugar, y prestando un poco más de atención, el Jedi pudo detectar a siete guardias armados dispersos por el lugar. Era difícil distinguilos entre toda la muchedumbre del bar, pero se podía ver que no hacía otra cosa que vigilar al misterioso ser que pmdisfrutaba su último trago.

No era alguien común, eso era seguro. El sospechoso se trataba de un hombre rubio de unos cuarenta años de edad o más. Apuesto, pero con una mirada peligrosa. Sus ropajes eran bastante contradictorios con el resto del ambiente del lugar, como si le gustase destacar de entre la muchedumbre. Alguien con un ego más grande que sus zapatos.

Entonces, un rodiano ingreso al bar y se acercó al misterioso sujeto algo nervioso. No había duda alguna. Era el mismo rodiano que trabajaba en la guardia portuaria.

Rodiano: - Señor Dunkan. Tenemos... algo interesante que requiere de su atención. -

Dunkan: - ¿Algo interesante? - Pregunto el ahora llamado Dunkan.

Rodiano: - Si señor. Un inesperado negocio con armas de la República. Supuse que estaría interesado. -

Dunkan: - Mmmm. Interesante sin lugar a dudas. Muy bien. Los iré a ver. -

Rodiano: - Los sujetos ya lo deben estar esperando en su oficina. -

Dunkan: - Perfecto. Cuanta eficiencia. Toma. Compraste algo que valga la pena. -

El misterioso sujeto se puso de pie, mientras dejaba unos créditos sobre la mesa que el rodiano acepto con gusto antes de irse. Dunkan se acomodo un poco el cabello antes de arreglar su ropajes y salió del lugar, seguido disimuladamente por los siete sujetos armados que Pablo había detectado con anterioridad. No había duda alguna, eran sus guardaespaldas.

Pablo: - Bien hecho chicos. Se toparon con el pez más gordo. -

Dijo para si mismo antes de terminar su último trago, antes de ponerse de pie y seguir a Dunkan y su grupo antes de perderlo de vista.