La voz del capitán a través del comunicador fue una señal de alivio instantánea para todos los presentes, algunos de los cuales ya estaban comenzando a pensar lo peor.
Pablo: - Me alegra oírlo, capitán. ¿Están todos bien? -
Hammer: - Si. El teniente Roy y los chicos estamos vivos. Nuestras lanzaderas parecen haber sido afectadas por el vacío gravitatorio. Nuestros propulsores no responden según me informan los pilotos. -
Pablo: - No se preocupe, capitán. Usaremos amarres para llevarlos de vuelta a los Venator. Sujétense fuerte. -
Esta batalla sin lugar a dudas fue una victoria para la República. El planeta de Ryloth estaba libre del dominio Separatista, y el líder separatista Wag Tambor había sido tomado prisionero. Un gran avance para la guerra sin lugar a dudas. Sin embargo... La mente de algunos estaba sumamente agobiada en pensamientos.
Por los pasillos del Impoluto, el capitán Hammer caminaba perdido en sus pensamientos, aunque siempre saludaba a cualquier tripulante que se topase por el camino. Su grupo se había enfrentado a la mayor cantidad de enemigos en esa batalla, y las bajas fueron muy dolorosas... Para algunos más que otros.
Hammer no lo supo en su momento, pero una vez regresó a la seguridad de la nave pudo leer los informes del resto de la batalla. Roy ni siquiera quiso hablar con el resto, y se retiró a su camarote tan pronto como pudo. Hammer pensó en ese entonces que simplemente era un berrinche del padawan por haberlo dejado atrás. Pero los informes le dieron una respuesta desgarradora del por qué de su actitud.
En el asalto, Hammer estaba dentro de una lanzadera, recibiendo informes de decenas de transportes caídos sin cesar. Pero no Roy. Roy iba en primera fila haciendo lo imposible por proteger a los suyos. Y a su vez, fue testigo de una tragedia de la cual Hammer no se había enterado hasta que leyó los informes.
La lanzadera donde se transportaba el teniente Tesla fue alcanzada por un disparo de un caza Vulture, explotando en el acto. El joven padawan lo vió con sus propios ojos, y los impulsos negativos se adueñaron de su ser. La pérdida de un amigo era demasiado doloroso, y esa fue la causa por la cual Roy se lanzó de frente, solo, contra el interminable enjambre de cazas droides que se le abalanzaba.
Eso fue un acto temerario. Una estupidez. Pero eso explicaba el por qué Roy estaba tan fuera de sí cuando el resto de clones finalmente llegó a los hangares. ¨¿A cuántos hombres perdimos?¨ Esa pregunta del padawan ahora daba vueltas en la mente del capitán sin dejarlo descansar.
Tal vez fue muy duro con él. Ya fuese por desconocimiento o no. Hammer sufrió la pérdida de Tesla solo en su camarote tras enterarse de la noticia, pero Roy tuvo que sufrir esa misma pérdida en el campo de batalla. Luchando y dando lo mejor de sí para resistir el dolor y hacer lo necesario para salvar a cuantos de sus hermanos fuese posible.
Hammer no sabía si tenía la razón o no, pero sabía que necesitaba disculparse con Roy de algún modo. Por esa misma razón se dirigía al camarote del padawan, y ya estaba a punto de llamar a la puerta para avisar su llegada, pero las palabras que salían del interior le resultaron muy curiosas, y más que interrumpir, prefirió escuchar.
Pablo: - (...) ¿Se puede saber en que estabas pensando? Eso fue una estupidez y una imprudencia de tu parte. No puedes lanzarte de frente contra una cantidad de oponentes tan grande solo por orgullo. Ese no es el camino de un Jedi. -
Roy: - No fue por orgullo maestro. No fue por nada de eso. Solo hice lo que pensé que era correcto. Solo quise ayudar tanto como pude. -
Pablo: - ¿Y todo para qué? Casi logras que te maten allá atrás. Debes agradecer a la fuerza que ese cuerpo tuyo está hecho de metal, o esos disparos que recibiste te hubiesen matado por seguro. -
Roy: - Pero no lo hicieron.
Pablo: - ¿¡Podías escucharte a ti mismo!? - Su tono de voz se elevó un poco. - ¡Eres un imprudente que no se hace responsable de sus actos! -
Roy: - Puedo ser un imprudente. Lo sé. Pero soy muy consciente de mis actos. -
Pablo: - ¿Eso crees? ¿¡Eh?! ¿¡Realmente eso crees!? ¿¡Y que si te matan por tu estupidez!? ¡Esto es una guerra, padawan! ¡Si metes la pata te mueres! -
Roy: - ¡YA LO SE! -
El grito furioso de Roy dejó impactado a su maestro, pues jamás esperaba una pérdida de la cordura por parte de su estudiante. Pero Roy aún no había terminado.
Roy: - ¿¡Cree que no se lo que está en juego!? ¿¡Cree que no se lo que pasa si algo sale mal!? ¡Perdimos a miles de hombres en de camino a esa Luckrehulk! -
Pablo: - Esto es la guerra, Roy. Miles mueren cada día y no podemos hacer nada al respecto. -
Pablo tenía razón. Una verdad absoluta, pero no por eso mucho menos dolorosa. Tanto Roy como Hammer, quien escuchaba afuera eran conscientes de eso. Más de cinco mil clones murieron tratando de llegar a las naves Separatistas, y otros tres mil más murieron en el interior. Un sacrifico de ocho mil clones para destruir dos naves capitales. Tácticamente hablando era un gran logro estratégico. Un pequeño sacrificio por una aplastante victoria. Pero no por eso menos doloroso.
Roy: - Pero debía hacer algo. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras los chicos están muriendo. -
Pablo: - Son clones, Roy. Nacieron para eso. Es su deber sacrificarse por la victoria. -
Y allí estaba. Una axioma que nadie podía refutar. La idea de la concepción de los clones. Su propósito... Su razón de haber sido creados. Nacidos y criados para una guerra que no era suya... y sin embargo... El único motivo por el cual estaban vivos. Irónico... Que el motivo por el cual millones de individuos a los que llamaban clones ahora existían por toda la galaxia, era tan funesta como el concepto mismo de la guerra. Algo tan cruel y despiadado, había sido la semilla para la gestación de los clones.
Hammer era consciente de ello. Cada clon en esta galaxia era consciente de ellos. Vivían por y para la guerra. Nacieron sabiendo su propósito y su destino pero... No eran solo clones. Ellos eran más que eso. Hammer apretaba su puño para lidiar con las contradicciones en su interior... Pero lo que escucharía a continuación le daría mucho que pensar por un tiempo.
Roy: - No son solo clones... maestro. - Le dijo con una mirada desafiante. - Son más que eso. No son solo... carne de cañón. Son seres vivos... ¿Alguna vez ha hablado con ellos? ¿Alguna vez ha discutido algo que no sean... planes de guerra o estrategias de combate? ¿Alguna vez se ha sentado en la mesa junto a ellos y ha oído sus bromas? ¿Sus incertidumbres? -
La voz de Roy se notaba triste, y a la vez, llena de emoción por lo que decía. Pablo se mostraba lo más estoico que podía, recordando sus lecciones para evitar el apego, pero no podía evitar sentirse mal por eso. Pero Hammer tenía una reacción muy diferente. El clon estaba... anonadado... Escuchando palabras que nunca pensó escuchar de alguien que no fuese otro clon... palabras que tal vez nadie entendería... Pero Roy aún no terminaba.
Roy: - Ellos tienen sueños... Aspiraciones... Como cualquier otro. Cross dice que quiere ser médico cuando termine la guerra. Collin aspira a ser piloto de vuelos comerciales. Nine quiere una vida pacífica en el campo. Tukk dice que quiere comprarse una nave y explorar la galaxia. Hammer alardea que será una estrella de wegsfera. -
Este último comentario sin lugar a dudas sacó un par de risas en todos los que escuchaban. Incluso en el propio Pablo. Quien hacía lo posible por mantenerse sereno. Pero entonces... Roy suspiró... y siguió hablando.
Roy: - Tesla quería ser maestro en una escuela cuando la guerra terminara. -
Esa leve sonrisa que sacó el comentario de Hammer se había esfumado con las últimas palabras de Roy. Tesla no murió como un héroe, sacrificando su vida en un épico escenario donde su decisión cambiaría las tornas de la batalla. Tesla fue otra de las miles de bajas que esta guerra había reclamado en su vorágine hambre de destrucción. Una muerte que la historia no recordaría, y solo aquellos que lo conocieron en vida guardarían sus memorias. Una muerte... como muchas otras.
Roy: - Ellos están vivos... maestro. Más de lo que cualquiera de nosotros pudiese imaginar... Más... más que yo... -
No había que ser muy listo para saber a lo que se refería. Tanto Roy, como Pablo y Hammer sabían a lo que se refería. El cuerpo del padawan, más máquina que humano, apenas podría clasificar como alguien vivo. Una aberración cibernética como el propio general Grievous... aunque él no escogió ese camino.
Pablo no supo qué decir. El maestro se mantuvo callado por un largo tiempo. ¿Qué podría decirle? ¿Recordar el camino jedi y evitar apegos? ¿Cuántas veces debería decírselo? ¿Acaso Roy lo entendería de una vez por todas? ¿Acaso este sería el momento oportuno para enseñarle algo? ¿O era mejor dejar que el padawan asimilar dicho dolor como parte de su aprendizaje? Roy no era el primer padawan de Pablo, pero sí el primero que debía entrenar en medio de una guerra de tales magnitudes.
Pablo: - Descance por hoy... Teniente. Mañana... hablaremos con más calma. -
Tal vez esa sería la mejor opción. Algo de tiempo para pensar en todo lo que estaba pasando. Un maestro es muy importante para un estudiante, pero no hay mejor maestro que uno mismo y la aceptación. Tal vez un poco de tiempo para asimilar esta lección sería lo más prudente. Pablo no sabía si era lo correcto, pero al menos Roy agradeció en silencio su decisión. Pero el padawan no fue el único en aprender algo esa vez.
Hammer: - Oh... General... No... No sabía que estaba aquí. -
Su habilidad para mentir era tan mala como la de un wookie siendo sigilosos. El clon estaba tan perdido tratando de asimilar todo lo que escuchó, que no se percató que la conversación ya había finalizado. Y cuando el general se retiró, lo primero que vió al abrir la puerta fue el rostro de Hammer con la mirada pensativa enfocada sobre el suelo.
Pablo: - No se preocupe, capitán. Ya iba de salida. -
Y sin decir una palabra más, el general se retiró. No había que ser muy listo para darse cuenta que el general Pablo simplemente decidió no prestar atención a su indiscreción, pero teniendo en cuenta su rostro no era difícil imaginarse su estado emocional. De momento, lo mejor sería dejar a esos dos a solas por un tiempo.
Roy: - Capitán... ¿Qué le trae por aquí? - Dijo al notar su presencia.
Hammer: - ¿Qué...? Ah si... Los chicos y yo vamos a... a jugar unas partidas de cartas hasta que sea la hora de la cena... ¿Te apetece unírteos? -
Roy: - Por supuesto. Si yo no participo el juego sería muy aburrido. -
Hammer: - Ja... Mocoso presumido. -
Para Roy no era ajeno que Hammer había escuchado su conversación con su maestro, lo que desconocía era cuánto había escuchado. Ahora, clon y padawan se encontraban caminando por los silentes pasillos del Venator, rumbo a los camarotes con el resto del 194th.
Hammer: - Oye... Roy... Quiero disculparme por lo que pasó en la Lucrehulk... No quise ser tan duro contigo. -
Roy: - Está bien, capitán. Yo también actué demasiado imprudente. Me merecía el castigo... si le soy realista. Yo igual me disculpo por desobedecer órdenes. -
Hammer: - Bueno... Supongo que todos actuamos muy impulsivos allá atrás. -
Roy: - Eso parecer. -
Un pequeño comentario que sacaría un par de risas del dúo, pero el silencio rápidamente volvió a reinar en el lugar, siendo interrumpido solamente por los pasos de ambos. Aunque aún quedaban cosas que debían ser dichas.
Hammer: - Oye... Roy... - Se veía algo indeciso.
Roy: - ¿Qué ocurre, viejo gruñón? -
Hammer: - Gracias... Por... Por todo. -
Ambos se miraron, y compartieron una sonrisa de verdadera camaradería. Dos seres llenos de defectos y complejos que ocultaban al resto, pero que se veían a si mismos como familia.
Hammer: - Y no me digas viejo gruñón. Tengo menos edad que tu para empezar. -
