El grito del piloto de la lanzadera donde Roy y sus hombres sacudió las comunicaciones, como los cientos de voces que acompañaban la macabra melodía rogando por ayuda. Las lanzaderas eran derribadas una a una por las poderosas defensas antiaéreas del Geonosis, y muchos tenían la mala dicha de no ser capaces de pisar el suelo arenoso de la superficie cuando sus transportes explotaban en los cielos antes la constante supresión enemiga. O tal vez... Esos eran los que más suerte tenían.
La lanzadera en la cual Roy se encontraba no tardó en ser alcanzada por una poderosa descarga de bláster, la cual impactó justo al lado derecho del transporte, matando al artillero ubicado en el cañón láser de ese lateral y destruyendo uno de los dos motores principales de la LAAT/i.
Sin uno de sus propulsores, para el piloto era imposible mantener el curso del transporte, obligándolo a aterrizar lo más pronto posible, aunque no sería nada agradable teniendo en cuenta la decena de formaciones rocosas de la zona.
Piloto: - ¡Nos vamos a estrellar! -
Roy: - ¡Sujétense! -
Y tal como el piloto había dicho, la lanzadera del padawan desapareció como muchas otras en las escarpadas formaciones rocosas de Geonosis. Los canales de comunicación estaban abarrotados de mensajes, pero nadie de los que había caído en esos riscos mostraba señales de vida.
Hammer: - Roy... ¿Me recibe? ¿Teniente Roy? - Intentaba comunicarse con el padawan, pero no hubo respuesta.
Collin: - ¿Crees que hayan sobrevivido? -
Hammer: - Comandante... Debemos regresar y ayudar a los nuestros. -
Tanto el sargento Collin como el capitán Hammer se encontraban en la misma lanzadera, ambos viendo preocupados la silueta de su comandante en una imagen de su holoproyector.
Tukk: - Negativo... Debemos seguir avanzando hasta la zona de aterrizaje. -
Hammer: - Pero señor... -
Tukk: - Sin pero capitán. Si nos detenemos ahora solo nos convertiremos en presa fácil de esos antiaéreos. Debemos avanzar sin importar lo que pase. -
Hammer: - Si... Si señor. -
El comandante estaba en lo cierto, independientemente de la furia de sus palabras. Si se detenía ahora perderían muchos más transportes y hombres. Hammer no pudo hacer más que tragar el buche amargo y seguir adelante. Esto era la guerra después de todo.
Sin embargo, la suerte parecía aún sonreirle a los que se creían caídos. La lanzadera de Roy había impactado contra el suelo rocoso, deslizándose abruptamente hasta chocar contra un muro de roca que detuvo la nave en seco. El humo salía de su único motor funcional, el cual emitió sus últimos estallidos de energía hasta apagarse definitivamente. Unos segundos de silencio espectral, hasta que la hoja de un sable de luz perforó el metal que conformaba la puerta de la lanzadera.
Roy había sobrevivido al aterrizaje forzoso junto a Nine y ocho de sus hombres. Lamentablemente, varios de los clones que iban con ellos en el interior de la lanzadera no pudieron lograrlo, así como el piloto y el otro artillero de la lanzadera, los cuales fallecieron tras el impacto contra las rocas. Otras de las vidas cobradas por esta guerra. Pero no podrían lamentar sus muertes en ese momento.
Roy: - ¿Alguna suerte con la señal? -
Nine: - Negativo. Parece que estamos bajo el efecto de un dispositivo de interferencia. Nuestras comunicaciones de largo y corto alcance están siendo interferidas. -
Roy: - No tenemos opción entonces. Debemos intentar llegar a la zona de aterrizaje cueste lo que cueste. -
Clon: - Espere... ¿De verdad piensa avanzar por esas cavernas? Solo somos nueve de nosotros. -
Uno de los clones más veteranos no dudó en expresar sus miedos. No podían culparlo, así como los otros clones que ya habían experimentado lo macabra que podía ser la guerra de Geonosis. Tener miedo a la muerte es algo tan natural como respirar pero... Ante la falta de opciones, no había mucho que pudiesen hacer al respecto.
Roy: - Entiendo su preocupación. A mí tampoco me agrada la idea. Pero si queremos sobrevivir tendremos que hacerlo. Aquí estamos aislados, y dudo que alguien venga por nosotros. Ya oiste al resto, todos están demasiado ocupados intentando mantenerse con vida. Si queremos salir vivos de esta... Debemos seguir adelante. -
No hay peor sensación para un soldado que conocer la veracidad de esas palabras. Estaban solos en esto, y el tiempo era de todo menos un aliado. El joven teniente no mentía en sus afirmaciones, y a pesar de la negativa colectiva, tuvieron que seguir adelante.
Si los más jóvenes estaban nerviosos caminando por los estrechos corredores del sistema montañoso, los más veteranos estaban aterrados. Sus armas apuntaban a todos lados, y miraban en cualquier dirección de la cual escucharan algún ruidos, por insignificante que este pudiese ser. Roy trataba de calmarlos, pero eso era simplemente imposible. Incluso Nine, quién hacía lo posible por mantener la mente fría, era capaz de controlar sus impulsos involuntarios que la Geonosis dejó en él.
Pero la tensión les jugó en su contra, al punto que hasta el propio Roy activó su sable de luz cuando un ruido se escuchó peligrosamente cerca. Los clones alzaron sus blaster listos para disparar a lo que fuese que hubiese sido el responsable de tal ruido. Gracias a la Fuerza que sus dedos no se apresuraron a apretar el gatillo.
Clon: - ¡NO DISPAREN! ¡SOMOS ALIADOS! -
La voz de un clon los sorprendió al instante, y el grupo de Roy logró respirar aliviado de saber que no abrieron fuego primero y preguntado después. Se trataba de una pequeña unidad de cinco clones, seguro sobrevivientes de otra lanzadera derribada, los cuales no pudieron demostrar su alegría de encontrarse con otros como ellos.
Roy: - ¿A qué unidad pertenece? -
Clon: - Somos de la compañía pretoria. -
Roy: - ¿Ingenieros de combate? ¿Saben algo del capitán Doss? -
Clon: - Negativo. No hemos recibido contacto desde que nos estrellamos. -
Nine: - Igual que nosotros. -
Roy: - ¿Y... Pudieron recuperar su equipo? -
Clon: - La mayor parte. Aunque estamos cortos de material de fortificaciones. -
Roy: - Creo que... Eso no será necesario. -
El joven padawan se quedó perdido en sus pensamientos por un momento. Si bien su prioridad era regresar a la zona de aterrizaje, había otra posibilidad que podrían explotar.
Nine: - Teniente... ¿Tiene algo en mente? -
Roy: - Creo que si. Nine... Muéstrame otra vez el mapa de nuestro objetivo. -
Nine sacó su dispositivo, mostrando un mapa de la zona de combate, donde se ubicaba la Zona de Aterrizaje, las instalaciones y la posición donde ellos se habían estrellado. Aunque esta última era más un aproximado.
Nine: - ¿Qué tiene en mente? -
Roy: - Podríamos regresar con el resto, pero eso no asegura nada... O podríamos tomar la ruta hacia el este e ingresar por este corredor al norte de las instalaciones. Si el resto del 194th logró llegar a salvo, seguro tendrá toda la atención de los geonosianos.
Si el resto del 194th logró llegar a salvo, seguro tendrá toda la atención de los geonosianos Piloto: - ¡Sujétense fuerte! -
El grito del piloto de la lanzadera donde Roy y sus hombres sacudió las comunicaciones, como los cientos de voces que acompañaban la macabra melodía rogando por ayuda. Las lanzaderas eran derribadas una a una por las poderosas defensas antiaéreas del Geonosis, y muchos tenían la mala dicha de no ser capaces de pisar el suelo arenoso de la superficie cuando sus transportes explotaban en los cielos antes la constante supresión enemiga. O tal vez... Esos eran los que más suerte tenían.
La lanzadera en la cual Roy se encontraba no tardó en ser alcanzada por una poderosa descarga de bláster, la cual impactó justo al lado derecho del transporte, matando al artillero ubicado en el cañón láser de ese lateral y destruyendo uno de los dos motores principales de la LAAT/i.
Sin uno de sus propulsores, para el piloto era imposible mantener el curso del transporte, obligándolo a aterrizar lo más pronto posible, aunque no sería nada agradable teniendo en cuenta la decena de formaciones rocosas de la zona.
Piloto: - ¡Nos vamos a estrellar! -
Roy: - ¡Sujétense! -
Y tal como el piloto había dicho, la lanzadera del padawan desapareció como muchas otras en las escarpadas formaciones rocosas de Geonosis. Los canales de comunicación estaban abarrotados de mensajes, pero nadie de los que había caído en esos riscos mostraba señales de vida.
Hammer: - Roy... ¿Me recibe? ¿Teniente Roy? - Intentaba comunicarse con el padawan, pero no hubo respuesta.
Collin: - ¿Crees que hayan sobrevivido? -
Hammer: - Comandante... Debemos regresar y ayudar a los nuestros. -
Tanto el sargento Collin como el capitán Hammer se encontraban en la misma lanzadera, ambos viendo preocupados la silueta de su comandante en una imagen de su holoproyector.
Tukk: - Negativo... Debemos seguir avanzando hasta la zona de aterrizaje. -
Hammer: - Pero señor... -
Tukk: - Sin pero capitán. Si nos detenemos ahora solo nos convertiremos en presa fácil de esos antiaéreos. Debemos avanzar sin importar lo que pase. -
Hammer: - Si... Si señor. -
El comandante estaba en lo cierto, independientemente de la furia de sus palabras. Si se detenía ahora perderían muchos más transportes y hombres. Hammer no pudo hacer más que tragar el buche amargo y seguir adelante. Esto era la guerra después de todo.
Sin embargo, la suerte parecía aún sonreirle a los que se creían caídos. La lanzadera de Roy había impactado contra el suelo rocoso, deslizándose abruptamente hasta chocar contra un muro de roca que detuvo la nave en seco. El humo salía de su único motor funcional, el cual emitió sus últimos estallidos de energía hasta apagarse definitivamente. Unos segundos de silencio espectral, hasta que la hoja de un sable de luz perforó el metal que conformaba la puerta de la lanzadera.
Roy había sobrevivido al aterrizaje forzoso junto a Nine y ocho de sus hombres. Lamentablemente, varios de los clones que iban con ellos en el interior de la lanzadera no pudieron lograrlo, así como el piloto y el otro artillero de la lanzadera, los cuales fallecieron tras el impacto contra las rocas. Otras de las vidas cobradas por esta guerra. Pero no podrían lamentar sus muertes en ese momento.
Roy: - ¿Alguna suerte con la señal? -
Nine: - Negativo. Parece que estamos bajo el efecto de un dispositivo de interferencia. Nuestras comunicaciones de largo y corto alcance están siendo interferidas. -
Roy: - No tenemos opción entonces. Debemos intentar llegar a la zona de aterrizaje cueste lo que cueste. -
Clon: - Espere... ¿De verdad piensa avanzar por esas cavernas? Solo somos nueve de nosotros. -
Uno de los clones más veteranos no dudó en expresar sus miedos. No podían culparlo, así como los otros clones que ya habían experimentado lo macabra que podía ser la guerra de Geonosis. Tener miedo a la muerte es algo tan natural como respirar pero... Ante la falta de opciones, no había mucho que pudiesen hacer al respecto.
Roy: - Entiendo su preocupación. A mí tampoco me agrada la idea. Pero si queremos sobrevivir tendremos que hacerlo. Aquí estamos aislados, y dudo que alguien venga por nosotros. Ya oiste al resto, todos están demasiado ocupados intentando mantenerse con vida. Si queremos salir vivos de esta... Debemos seguir adelante. -
No hay peor sensación para un soldado que conocer la veracidad de esas palabras. Estaban solos en esto, y el tiempo era de todo menos un aliado. El joven teniente no mentía en sus afirmaciones, y a pesar de la negativa colectiva, tuvieron que seguir adelante.
Si los más jóvenes estaban nerviosos caminando por los estrechos corredores del sistema montañoso, los más veteranos estaban aterrados. Sus armas apuntaban a todos lados, y miraban en cualquier dirección de la cual escucharan algún ruidos, por insignificante que este pudiese ser. Roy trataba de calmarlos, pero eso era simplemente imposible. Incluso Nine, quién hacía lo posible por mantener la mente fría, era capaz de controlar sus impulsos involuntarios que la Geonosis dejó en él.
Pero la tensión les jugó en su contra, al punto que hasta el propio Roy activó su sable de luz cuando un ruido se escuchó peligrosamente cerca. Los clones alzaron sus blaster listos para disparar a lo que fuese que hubiese sido el responsable de tal ruido. Gracias a la Fuerza que sus dedos no se apresuraron a apretar el gatillo.
Clon: - ¡NO DISPAREN! ¡SOMOS ALIADOS! -
La voz de un clon los sorprendió al instante, y el grupo de Roy logró respirar aliviado de saber que no abrieron fuego primero y preguntado después. Se trataba de una pequeña unidad de cinco clones, seguro sobrevivientes de otra lanzadera derribada, los cuales no pudieron demostrar su alegría de encontrarse con otros como ellos.
Roy: - ¿A qué unidad pertenece? -
Clon: - Somos de la compañía pretoria. -
Roy: - ¿Ingenieros de combate? ¿Saben algo del capitán Doss? -
Clon: - Negativo. No hemos recibido contacto desde que nos estrellamos. -
Nine: - Igual que nosotros. -
Roy: - ¿Y... Pudieron recuperar su equipo? -
Clon: - La mayor parte. Aunque estamos cortos de material de fortificaciones. -
Roy: - Creo que... Eso no será necesario. -
El joven padawan se quedó perdido en sus pensamientos por un momento. Si bien su prioridad era regresar a la zona de aterrizaje, había otra posibilidad que podrían explotar.
Nine: - Teniente... ¿Tiene algo en mente? -
Roy: - Creo que si. Nine... Muéstrame otra vez el mapa de nuestro objetivo. -
Nine sacó su dispositivo, mostrando un mapa de la zona de combate, donde se ubicaba la Zona de Aterrizaje, las instalaciones y la posición donde ellos se habían estrellado. Aunque esta última era más un aproximado.
Nine: - ¿Qué tiene en mente? -
Roy: - Podríamos regresar con el resto, pero eso no asegura nada... O podríamos tomar la ruta hacia el este e ingresar por este corredor al norte de las instalaciones. Si el resto del 194th logró llegar a salvo, seguro tendrá toda la atención de los geonosianos.
