Hola hermosas! Espero que tengan un excelente inicio de semana. Muchas gracias por acompañarme en esta recta final. Espero les guste el capítulo.
Les recuerdo que la historia No es para menores de edad, ni para personas sensibles al tema adulto, la historia es de mi autoría, es sin fines de lucro y No está permitido publicar en otras plataformas.
Gracias por su Comprensión.
SEPARADOS POR LA SANGRE
Encuentro Familiar
"Como familia hay ocasiones que nos es difícil aceptar las decisiones de algunos de nuestro miembros, más cuando creemos que nos afecta directa o indirectamente, sin embargo hay que poner nuestra mente abierta para comprender los motivos que los orillaron a resolver sus dudas o problemas de una u otra forma, lo más importante es apoyarlos y demostrarles que sin importar los resultados siempre podrán contar con nuestro apoyo".
TREINTA Y CINCO
Anthony había enviado los telegramas confiado que en cuanto Albert se enterara se regresaría a Chicago de inmediato, conocía a William y sabía que estaba preocupado por Candy y por su relación con ella, varias veces le había dicho que estaba arrepentido por haber escuchado los consejos de la tía abuela y por convencerse él mismo de que la separación era lo correcto para ellos, por lo menos un tiempo.
Albert viajaba con sus pensamientos fijos en la decisión de Anthony, no podía creer que se hubiera casado sin comentarlo siquiera, creía que el enojo y la desconfianza de Candy hacia él seguían en aumento.
-¿Qué estará pasando Anthony? – Se preguntaba mientras las vías del tren se hacían cada vez más cortas. – Candy… seguirás sin perdonarme…?- Pensaba triste, le dolía perder su amistad, ella era con la única que había convivido gran parte de su vida cuando tenía amnesia y habían desarrollado una amistad sincera, a pesar de lo que pudieran pensar los demás sabía que el amor entre ellos era simplemente de hermanos.
Una señorita que viajaba cerca de él le sonrió con timidez. Albert por unos segundos se sintió desconcertado, no era que jamás lo hubiesen visto de esa forma, sin embargo le causaba aún sorpresa la reacción de las jóvenes que lo miraban ahora vestido de manera elegante, ya no era el mismo trato que recibía cuando era un vagabundo. Él respondió amable a la joven y esta se puso más roja que antes.
El tren llegó por fin a su destino y Albert bajó con prisa del tren, sin darse cuenta que en su descuido tropezaría con la joven que horas antes lo había saludado con timidez. La joven iba de espaldas cuando Albert la sostuvo entre sus brazos, no alcanzó a sostenerla por el brazo y atrevidamente la sostuvo por la cintura.
-Disculpe usted señorita… - Dijo Albert al ver que su mano se había dirigido por la estrecha cintura de la joven.
-¡No…! – Dijo avergonzada sin poder decir mucho. – Fue culpa… mía… - Dijo la jovencita con los ojos puestos en Albert, quien sintió más vergüenza a descubrir que tal vez era de la edad de Candy y Amelia.
-Con su permiso. – Dijo Albert asegurándose que estuviera a salvo para después hacer una reverencia y despedirse de ella totalmente avergonzado. – Disculpe mi descuido. – Dijo nuevamente ante la dama que dejaba con el corazón azorado por la gallardía y el atractivo del patriarca de los Ardlay. La joven giró su rostro para ver hacia donde se dirigía y su madre se acercó a ella para ver si todo estaba en orden.
-¿Te encuentras bien hija? – Preguntó la mujer cerciorándose que la joven estuviera bien, pero sin perder la vista de Albert.
-Estoy bien mamá… - Dijo con timidez sin dejar de observar al caballero que caminaba entre las personas que acababan de llegar a la estación.
La joven se sintió flechada instantáneamente por Albert, quien a pesar de creer que era una joven verdaderamente hermosa creía era muy joven para él.
Albert llegó a la mansión de Chicago con el mismo paso apresurado con el que había salido desde Nueva York, se sentía ansioso, era como si deseara terminar de llegar hasta Lakewood y encontrarse con Anthony y Candy para que le dieran una explicación.
-¡William! ¿Te has enterado? – Preguntó la vieja Elroy al ver que Albert entraba con prisa a la mansión.
-Por eso estoy aquí. – Respondió Albert haciendo obvia la respuesta. - ¿Qué fue lo que sucedió? – Preguntó el patriarca para ver si la tía abuela podía darle una respuesta.
-Lo mismo me pregunto yo. – Dijo la tía abuela. – Todo esto me parece absurdo, Anthony jamás se hubiera atrevido a dejar a su familia fuera de su boda de no ser por…
-No comiences a culpar a Candy. – Dijo Albert defendiendo a la rubia, sabía bien que a pesar de todo, su tía Elroy no sería capaz de culpar a Anthony.
-William, no encuentro una explicación lógica a lo que han hecho. – Dijo una vez más Elroy, mientras apretaba su báculo con fuerza, deseando una vez más azotarlo contra el duro piso de mármol.
-Yo si… - Dijo Stear uniéndose a su tío y su tía.
-¡Stear! – Dijo Albert con gusto para después extender los brazos y recibir a su sobrino. - ¡Qué gusto verte! – Decía abrazándolo con fuerza.
-Lo mismo digo tío. – Dijo Stear correspondiendo al abrazo del rubio mayor. - ¿Cómo están todos por allá? ¿Amelia? ¿Anastasia? – Preguntó Stear entusiasmado por saber de su hermana y su sobrina.
-Anastasia es un amor. – Dijo Albert con una alegría en sus ojos, se notaba que sería a quien más extrañaría de todos los que había dejado en Nueva York.
-¡Muero por conocerla! – Decía Stear emocionado por conocer a su pequeña sobrina.
-Y Amelia está más contenta que nunca. – Dijo para avisar a Stear que su hermanita ya tenía novio.
-Lo sé Archie me puso al tanto. – Dijo Stear sin sorpresa en su tono de voz, él sabía por medio de Archie lo que estaba pasando, también sabía que Archie después de la ayuda que Terry le había dado cuando nació Anastasia había cambiado un poco su actitud hacia él y había aprendido a respetar un poco más las decisiones de su hermana.
-¿Pero cómo está eso que tú si sabes lo que está pasando con Anthony y Candy? – Preguntó ya el patriarca impaciente por saber acerca de lo que había ido a investigar.
-Anthony acaba de hablar conmigo. – Dijo Stear con calma, tanto la tía abuela como Albert abrieron los ojos sorprendidos porque ellos no tenían ni idea que estaban al teléfono.
-¿Y nos puedes informar qué es lo que sucedió? – Preguntó Albert para animar a Stear a terminar su relato.
-La respuesta más simple de todas… - Dijo Stear sentándose frente a la tía abuela. – Están enamorados. – Dijo Stear con una sonrisa de satisfacción, una sonrisa que delataba que sabía algo más y que no decía. Albert lo miró interrogante.
-¿Así nada más? – Preguntó Albert queriendo saber más de lo que Stear sabía.
-Así nada más. – Dijo Stear con travesura. – Es la explicación más lógica tío, ellos se aman desde que eran unos críos, la "vida" los separó… - Dijo enfatizando la palabra vida y mirando de reojo a la matriarca, quien abrió los ojos sorprendida por lo que su sobrino decía. – Y el destino los reunió de nuevo, no querían dejar escapar otra oportunidad, queriéndose como se quieren. – Dijo una vez más Stear. Albert asintió aceptando aquella explicación por el momento.
-¿Dijo algo más? – Preguntó Albert con curiosidad. Stear asintió.
-También me dijo que en cuanto llegaras te detuviera para que esperaras, porque nos espera el próximo fin de semana en Lakewood. – Dijo Stear sin más. Albert abrió los ojos sorprendido.
-¿El próximo fin de semana? ¿Cómo sabía que vendría? – Preguntó Albert un tanto ofendido por que él había decidido viajar hasta el hogar de Ponny ese mismo día.
-Parece ser que llamó a Vincent y a Archie… - Dijo Stear mirando a la tía abuela, quien de inmediato se levantó de su sitio para ahora sí azotar el piso.
-¡Esto es inaudito! – Dijo Elroy molesta por haber sido invitada junto con Vincent. - ¡Ese hombre no tiene derecho a pisar de nuevo la mansión de Lakewood! – Dijo haciendo un drama por el atrevimiento de Anthony.
-Te equivocas tía abuela. – Dijo Albert con tranquilidad. – La mansión de Lakewood le corresponde a Anthony por herencia, y él puede recibir a quien quiera. – Dijo recordando a la mayor que el testamento que Rosemary había dejado estipulado para su hijo acababa de hacerse efectivo en el momento que Anthony se había casado con Candy. Elroy lo miró con enojo.
-Es verdad… - Dijo la mayor tomando asiento una vez más. – Anthony ahora es dueño de todo lo que Rosemary le dejó. – Dijo con cierta paz en su alma, ya no tenía que cuidar a Vincent para que se apoderara de ese dinero, ahora legalmente pasaba a manos de Anthony, quien lo recibiría cuando se casara o en cuanto cumpliera los 21 años, lo que ocurriera primero.
-Anthony es dueño de la mansión de Lakewood y de todas las posesiones que tenía mi hermana. – Dijo Albert con nostalgia en su voz, recordar a su hermana seguía causando un dolor muy grande en su corazón. Elroy asintió por fin sintiendo paz en su alma, todos esos años había peleado tanto por esa herencia que había olvidado que las cláusulas que estaban escritas acababan de ejecutarse. – Así que es tú decisión si vienes o no a Lakewood para conocer el motivo por el cual nos ha citado Anthony ahí. – Dijo mirando a Stear fijamente, algo le decía que él ya sabía esos motivos.
-A mí ni me mires tío, yo estoy igual que tú. – Dijo Stear con una sonrisa traviesa, sabía que Albert era muy listo y muy difícilmente se le engañaba.
Archie había decidido viajar por fin junto con Annie, su pequeña Anastasia y Amelia, quien no estaba segura si Terry viajaría o no junto con Vincent, la pobre joven estaba nerviosa a pesar de todo, porque viajar a Lakewood implicaba el reencuentro entre Candy y su ahora novio, y era algo que la inquietaba a pesar de que él le aseguraba que las heridas que Candy había dejado en su corazón habían comenzado a sanar desde el mismo día que se dio cuenta que no lo amaba.
Vincent por su lado había viajado junto con Eleanor y Terry se había decidido a viajar a última hora, estaba un tanto inquieto por encontrarse con Candy, ni él mismo confiaba en lo que podían hacer sus emociones al verla junto a Anthony.
-¿Estás seguro hijo? – Preguntó Eleanor con un poco de inquietud, ella también dudaba de los sentimientos de su hijo para la rubia, sabía que quería a Amelia, pero sabía que el amor que ella había visto en su hijo por Candy, sería un sentimiento que llevaría por siempre en su corazón.
-Sí madre… - Respondió Terry seguro. – Ya ha pasado un tiempo desde que nos separamos. – Dijo tranquilo. Eleanor lo escuchaba hablar deseando no estuviera mintiendo. – Además Candy se merece ser feliz y aunque me duela decirlo todavía, Anthony siempre fue su felicidad. – Dijo reconociendo ante la actriz que siempre fue así. – Necesito hablar con ella y liberarla de ese sentimiento de culpa que estoy seguro aún guarda en su corazón. – Dijo el actor con sinceridad.
-Pues debería de tenerlo… - Dijo Eleanor demostrando que no estaba feliz por el comportamiento de Candy. Terry sonrió de lado y la atrajo hacía él para besar sus cabellos.
-Todos nos equivocamos madre. – Dijo Terry para calmar el sentir de su madre. – Y Candy no fue la excepción. Ella siempre ha sacrificado su felicidad por todos, se alejó de Anthony creyendo que nos hacía un bien y lo único que logró fue ser infeliz y hacerlo infeliz a él. – Dijo nuevamente. Eleanor suspiró, ella apreciaba a Anthony, pero Terry era su hijo y no podía evitar estar molesta con ambos.
-Yo solo quiero tú felicidad hijo. – Dijo Eleanor segura de que así era. Terry volvió a besar sus cabellos.
-Y lo soy madre. – Le dijo mirándola a los ojos. – Amelia supo despertar en mí un amor que no conocía. – Dijo una vez más. – Es algo muy diferente a lo que sentí por Florencia en su tiempo, es algo muy diferente a lo que sentí por Candy también. – Dijo recordando las emociones que había sentido por las jóvenes que decía haber amado en su pasado. – Ella es una combinación de ambas, tiene la ternura y la dulzura de Candy, la fuerza y la sensualidad de Florencia, pero al mismo tiempo tiene el carácter de su hermano… - Dijo con gracia, haciendo reír a su madre por sus ocurrencias.
-¿No estarás diciendo que te has atrevido a faltarle el respeto, Terry? – Preguntó Eleanor con reclamo a su hijo. Terry comenzó a reír a carcajadas por la pregunta de su madre, sabía bien que ella no toleraría algo así de parte de él y no porque no lo hubiera intentado, vaya que lo había intentado, pero Amelia le había dado tantos pellizcos a sus manos para mantenerlo quieto que ya se estaba acostumbrando a no pasarse de la raya.
-¡Por supuesto que no madre! – Dijo levantando su mano con honor, pero con la otra mano cruzaba sus dedos. – No me gustaría enfrentarme a un Archie furioso. – Decía con ironía, el rebelde sabía bien que le gustaría enfrentarse a su cuñado como en los viejos tiempos, nada lo hacía divertirse más que enfrenarse con él en una pelea. Eleanor lo miró con travesura, sabía que estaba mintiendo.
-¿Amas a Amelia? – Preguntó mirándolo a los ojos. Él le sonrió con ternura.
-La amo madre… - Respondió con una sonrisa para calmar su inquietud, él sabía que no podía engañarla aunque quisiera. – Créeme que así es. – Dijo abrazándola con fuerza. Eleanor se sintió más aliviada al escuchar las palabras de su hijo, tal vez si había amado a Candy con intensidad y rebeldía, tal como lo dictaba su joven e inquieto corazón, sin embargo sabía bien que era bastante orgulloso y que al saberse rechazado él mismo la sacaría de su corazón por más esfuerzo que esto le costara, así que ahora al escucharlo sabía que Amelia le había hecho un gran bien a su hijo.
-¿Listos? – Preguntó Vincent emocionado por viajar al encuentro de Anthony, sabía que a pesar de los recuerdos dolorosos que encontraría en ese lugar, debía estar al lado de su primogénito celebrando la unión de su amor.
-Listos… - Respondió Terry con una sonrisa, mirando a su padre con tranquilidad, su relación había mejorado mucho y los tres habían comenzado a ser esa familia que a Terry le había faltado desde que era un niño.
Anthony llegaba junto a Candy a la mansión de las rosas, su mirada estaba puesta en el hermoso portal que lucía a todo su esplendor las rosas que años atrás su madre había plantado en él.
-¿Recuerdas? – Preguntó Anthony a su amada esposa, mientras la rubia veía con ternura a su esposo.
-Por supuesto que lo recuerdo. – Dijo mirándolo a los ojos con emoción. – Jamás olvidaré el día que te conocí. – Dijo Candy trayendo a su memoria el día que había salido corriendo frustrada de la mansión de los Leagan, dejándose caer sobre el bello portal sin notarlo siquiera. – Tú voz fue lo más hermoso que había escuchado en días. – Dijo recordando la paz que sintió en su corazón cuando lo escuchó hablarle.
-Te vi venir a lo lejos. – Confesó Anthony mientras el automóvil atravesaba el portal. – Como no sabía quién eras esperé que descargaras toda tu frustración, sin embargo escuchar tus lamentos lastimaron mi corazón y fui incapaz de permitir que continuaras con tú sufrimiento. – Decía Anthony recordando también aquellos días. – Cuando me acerqué a ti decidí decirte algo, pero no salían las palabras hasta que levantaste por un segundo tu rostro y me perdí en tus verdes ojos y tus lindas pecas, la primera frase que salió de mi boca fue pedir que ya no lloraras, sabía que serías más hermosa cuando dejaras de hacerlo. – Dijo besando su mejilla con delicadeza.
-Creí que eras un hermoso sueño cuando te vi. – Decía Candy con su mirada enamorada. – Y más cuando desapareciste de mi vista. – Dijo de nuevo la pecosa.
-Te confieso que me asusté de mis emociones, jamás había sentido nada parecido por una niña. – Confesó entre risas, porque ahora que lo pensaba bien, había sido ridículo huir aquella mañana. Candy comenzó a reír mientras el automóvil se detenía frente a la mansión.
-Bienvenidos señor y señora Brower. – Dijo Dorothy con una gran sonrisa en los labios. Candy abrió sus ojos y miró nuevamente a su esposo cuestionándolo por la presencia de su gran amiga. Julia estaba junto a Dorothy esperando también a los recién casados.
-Me parece justo que Dorothy esté a tu lado nuevamente pecosa. – Le dijo con todo el amor y el cariño que podía sentir por ella y por sus hijos. - Y Julia nos ayudará también con los gemelos. – Dijo mostrando que se había hecho cargo de todo en los días que había estado en el hogar junto a ella. Candy lo miró agradecida por pensar en todo.
-¡Gracias amor! – Le dijo Candy queriendo echarse en sus brazos, sin embargo la preciada carga que tenía entre sus brazos impidió que lo hiciera.
-¡Son hermosos! – Dijo Dorothy al ver al par de gemelos que cargaban sus padres. Los ojos de Dorothy se llenaron de lágrimas al descubrir el bello rostro que tenía aquel pequeño que se movía impaciente en el vientre de su madre. - ¿Puedo? – Preguntó a Candy para cargar a Andrew, quien al no sentir el movimiento del auto comenzó a despertarse. Candy permitió que Dorothy cargara a su pequeño, mientras Anthony daba a Alexander a Julia.
-Por supuesto. – Dijo Candy para después abrazarse a su esposo, quien la recibió cargando con ternura a su lado.
-¿Ha habido alguna noticia de la familia? – Preguntó Anthony a Dorothy, quien negó con una sonrisa.
-Aún nada señor. – Respondió Dorothy caminando al interior de la mansión. – Las habitaciones están listas. – Agregó caminando directo a las escaleras para que se instalaran en lo que ahora sería su nuevo hogar.
Candy miró todo alrededor, cuántos recuerdos llegaban a su mente, el gran salón tocaba en sus paredes la música de ambos. Anthony sonrió con nostalgia como si supiera el recuerdo que le llegaba a su mente.
-Bienvenida a Casa señora Brower. – Le dijo al oído. Candy abrió los ojos y lo miró con emoción. – No llores por favor pecosa, sabes que eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras. – Le dijo acercándola a su cuerpo por la cintura. Candy abrió los ojos sorprendida por la acción traviesa de su esposo, mientras veía cómo Dorothy y Julia se llevaban a sus pequeños a la planta alta.
-¡Anthony! – Dijo Candy con sorpresa cuando sintió que la elevaba por los aires, dispuesto a llevarla escaleras arriba hasta sus habitaciones.
-Es la tradición mi amor. – Le dijo con travesura, mientras las dos jóvenes que llevaban a sus hijos se mostraban discretas. – Esta es tú casa pecosa… nuestra casa… - Le dijo comenzando a subir los escalones. Candy lo miró sin poder contener su llanto. Una vez que llegaron a la planta alta él besó sus ojos, secando las gotas saladas que brillaban en sus esmeraldas. – No más lágrimas mi amor… - Le dijo mientras la adentraba a su habitación. Dorothy y Julia habían entrado a la habitación contigua a la principal, que era la que los pequeños rubios ocuparían.
-No puedo evitarlo… - Decía Candy mientras sus lágrimas seguían recorriendo sus mejillas. – Me siento tan feliz pero no puedo dejar de llorar. – Decía la rubia sonriendo y limpiando sus lágrimas mientras Anthony le ayudaba en el proceso.
-Te amo tanto pecosa… - Le dijo Anthony con ternura, besando sus labios con lentitud, acariciado sus mejillas mientras se dedicaba a saborear el dulce sabor de su boca.
Sus besos fueron lentos, pausados, húmedos, mientras Candy poco a poco calmaba su llanto, no comprendía el motivo por el cual lloraba si su corazón latía emocionado de felicidad, se sentía tan feliz de estar con su príncipe de las rosas por fin, que creía que una vez más algo sucedería para impedir esa felicidad. Sus manos bajaron por su cuello y fueron recorriendo su cuerpo hasta colocarse sobre su cintura, aferrándose a ella mientras sus labios continuaban en aquella deliciosa y sutil caricia.
-¿Por qué no descansas un poco antes de bajar a comer? – Preguntó Anthony al terminar de besarla, el viaje aunque corto había sido cansado, sobre todo para ella que aún tenía poco que se había recuperado.
-¿Quién atenderá a los niños? – Preguntó Candy dispuesta como siempre a hacerse cargo de la situación. Anthony le sonrió y besó su boca con recato.
-Yo… - Dijo Anthony con autosuficiencia, se sentía orgulloso por habar aprendido a cuidar de sus pequeños y de poder ayudarla, era lo menos que podía hacer para ayudarla. Candy le sonrió orgullosa de él. – Yo me encargaré de ellos. – Le dijo para que aceptara descansar por lo menos un par de horas. – Además están dormidos aún, creo que también se han cansado por el viaje. – Dijo de nuevo el rubio. Candy acarició su rostro perdiéndose en su mirada.
-Te amo… - Le dijo besando su boca con un tierno beso.
Candy decidió hacer caso a su esposo, realmente se sentía un poco cansada, aún estaba débil después de haber dado a luz y sus fuerzas no habían regresado por completo, sabía que debía cuidarse más por su bien y el de su familia. Anthony la acompañó a recostarse un poco y se recostó con ella acariciando sus cabellos hasta que poco a poco se fue quedando dormida. Se levantó con mucho cuidado para ir a ver a sus hijos, era verdad que tenían a dos personas encargadas de ellos, sin embargo él quería cumplir la promesa hecha a la rubia.
-Con permiso. – Dijo en cuanto abrió la puerta que comunicaba a las dos habitaciones.
-Adelante señor Brower. – Dijo Dorothy aun sintiéndose apenada por haber mantenida oculta a Candy cuando se encontró con Anthony en la cabaña del bosque.
Anthony entró a la habitación contigua y se fue directamente hacia los cuneros en los que sus hijos descansaban.
-Señor Brower, quiero pedirle una disculpa personalmente… - Dijo Dorothy aprovechando que Anthony entraba a la habitación.
-Dorothy no es necesario, al contrario, soy yo quien tiene que agradecer que hayas cuidado de ella todo este tiempo, y aún necesito que sigas cuidando de ella. – Dijo Anthony a la mucama, quien sonrió agradecida por reestablecerle su trabajo.
-Por supuesto que sí. – Dijo Dorothy feliz por ser una vez más la mucama de Candy.
-Ella tuvo un parto difícil. – Explicó Anthony a Dorothy, quien se sorprendía al enterarse que el día que había huido de la cabaña había quedado lastimada y que eso no había ayudado en nada al momento de dar a luz a los gemelos.
-No se preocupe señor Brower, yo me encargaré de cuidar a la señora Brower. – Dijo Dorothy segura de ayudar una vez más a su amiga. Anthony agradeció con una sonrisa la disposición de Dorothy.
-Muchas gracias. – Le dijo Anthony con una sonrisa.
Los gemelos parecía que sentían la presencia de su padre y pronto comenzaron a despertar. Anthony sonrió al ver que sus pequeños comenzaban a patalear evidenciando que tenían mucha energía para comenzar la tarde.
-Hola mis caballeritos ¿Tienen hambre? – Les hablaba Anthony con una ternura que estremeció los corazones de Dorothy. Los pequeños comenzaron a hacer ruidos tiernos al escuchar la voz de su padre y ambos mostraban una sonrisa en sus pequeños labios que evidenciaban el gusto que les daba despertar y ver el amoroso rostro de su padre.
Anthony los tomó a ambos en los brazos y tanto Dorothy como Julia lo miraban expectantes, ambas sorprendidas porque en ningún momento les había pedido ayuda para cambiar a sus hijos de ropa, por el contrario simplemente terminó de cambiarles el pañal y los mamelucos que vestían, para después darle una mamila a cada uno de ellos.
-Señor Brower, nosotras podemos hacer eso. – Dijo Dorothy apenada por ver a su patrón haciendo labores que le correspondían según ella solo a las mujeres.
-No te preocupes Dorothy, yo me encargo, ustedes vayan a comer, mientras yo me encargo de ellos y Candy descansa un poco. – Dijo Anthony seguro de quedarse a cargo de sus hijos.
-Como usted diga señor. – Dijo Dorothy obedeciendo las órdenes que recibía. Anthony asintió con una sonrisa y Dorothy abandonó la habitación junto con Julia.
Anthony continuó alimentando a sus hijos mientras los mecía y les contaba historias que incluían siempre algún relato de su madre. Anthony se encargaba de entretener a sus hijos, mientras ellos lo veían con sus grandes ojos azules atentos, sin perder un detalle de la dulce voz que les hablaba, a pesar de que no comprendían nada de lo que decía, les gustaba escuchar aquel amoroso sonido que les dedicaba toda la atención que tenía para ellos.
Candy se despertó después de una hora y con la mirada buscó a su príncipe, sin embargo no lo encontró en ningún lugar de la pieza. Se levantó para buscarlo en el cuarto de baño, pero tampoco lo encontró, después le pareció escuchar la voz de su amado, solo que se escuchaba en la habitación contigua. Candy caminó hasta donde se escuchaba su voz y se acercó a la puerta que no había notado cuando habían llegado, la abrió segura que del otro lado se escuchaba aquella voz tan tierna que ella amaba tanto.
Abrió la puerta con lentitud y mucho cuidado de no hacer ruido, se imaginaba que su príncipe estaba leyendo algún cuento para sus pequeños y no quería interrumpir, sin embargo lo que observó al abrir la puerta fue algo que no esperó ver, ya que Anthony tenía a sus dos pequeños recostados en una manta sobre el suelo y les contaba una historia haciendo mímica y gestos de sorpresa que obligaban a los pequeños a prestar atención.
-Zeus saltó las trancas y de inmediato comenzó a correr para evitar que Ares y Apolo lo alcanzaran, sin embargo el jinete de Zeus era el mejor y no permitiría que los otros dos jinetes lo alcanzaran… - Relataba Anthony haciendo la mímica del salto y de la carrera emprendida por Zeus. – Cuando llegamos hasta el portal de las rosas una tía abuela muy molesta no estaba esperando. – Decía Anthony con una sonrisa en sus labios, era evidente que aquella anécdota que contaba a sus hijos era algo que les había sucedido a él y a sus primos. – Nos dejó sin postre por una semana y Stear era el que más sufría con aquel castigo. – Dijo una vez más comenzando a reír por los recuerdos de las ocurrencias que había vivido con los Cornwell.
-Al parecer la tía abuela tuvo razón en castigarlos. – Dijo Candy con tranquilidad. Anthony se sorprendió con la presencia de la rubia y de inmediato sus ojos se posaron en la figura de su esposa, quien miraba divertida a su esposo por la historia que contaba y por lo tierno que se veía hablando de esa forma con sus hijos.
-La tía abuela, siempre tenía una razón. – Dijo Anthony extendiendo una mano para invitarla a sentarse con ellos. – Pensé que se dormirían pronto, pero al parecer tienen mucha energía. – Dijo Anthony recibiendo a su esposa sobre su regazó.
-Creo que con esas historias en lugar de dormirlos los pones más activos. – Dijo Candy queriendo reír con ganas, pero al ver que sus hijos comenzaban a bostezar y cerrar sus hermosos ojos, guardó silencio.
-¿Qué decía señora Brower? – Preguntó Anthony a Candy al oído, logrando que la rubia se estremeciera por la sensualidad de la acción.
-Anthony… - Dijo Candy con la piel erizada.
-Creo que se han quedado dormidos. – Dijo Anthony para después levantarse él y pasarlos a sus cunas. Candy le ayudó a llevar a Andrew y salieron con cuidado de la habitación. - ¿Tienes hambre? – Preguntó a su esposa.
-Mucha. – Confesó Candy con una sonrisa apenada. Anthony sonrió y pidió a Julia que vigilara a los gemelos, mientras Dorothy se dirigía a la cocina para avisar que los señores de la casa estaban listos para comer.
Los días pasaron rápido, y pronto llegó el fin de semana, aquel día todo estaba listo para recibir a la familia que había sido citada en la mansión de las rosas y Anthony sabía bien que al estar todos desesperados por saber qué había sucedido llegarían puntualmente a la hora citada.
Las puertas de la mansión estaban abiertas, el portal de las rosas brillaba esplendoroso una vez más. Los Cornwell se miraban emocionados al recordar la infancia vivida en aquel lugar.
-¡El portal está hermoso! – Dijo Archie mirando a su hermano, quien al igual que él tenía una sonrisa plasmada en su cara.
-¡Es verdad Archie! ¡Todo está como antes! – Decía Stear emocionado, él era el más emocionado e impaciente de todos.
-¿Crees que la tía abuela esté tranquila ahora que viene el tío Vincent? – Preguntó preocupado Archie, al ver por el retrovisor que el auto donde viajaba Vincent, Eleanor y Terry acababa de llegar.
-No lo creo Archie, pero debe entender que es el padre de Anthony y tiene todo el derecho de estar aquí. – Respondió Stear seguro de que así debía de ser.
La mansión había sido decorada para recibir a la familia, era una reunión familiar donde todos celebrarían la boda de Anthony y Candy y el nacimiento de los pequeños herederos, los empleados habían limpiado hasta el último detalle del gran salón, las habitaciones habían sido preparadas para los invitados y las rosas no podían faltar en ese día tan especial para los rubios.
Vincent se llenó de nostalgia al ver el portal de las rosas, su mirada se cristalizó al recordar a la bella joven que lo recibía siempre con una sonrisa cuando regresaba de sus largos viajes. Ella siempre estaba ahí, en el portal, esperando su llegada y él puntual como siempre esperaba su llegada, después sus memorias viajaron al primer día que regresó y que ella no estaba esperándolo, siendo aquel día el presagio a su desgracia.
-Todo sigue igual Rosemary. – Se dijo para sí mismo Vincent, tenía años de no visitar Lakewood, y la última vez ni atención le había tomado por la preocupación que tenía en su pecho.
-¿Te encuentras bien? – Preguntó Eleanor al ver el rostro de nostalgia que reflejaba su esposo. Vincent la miró y le sonrió con ternura.
-Estoy bien. – Mintió intentando recomponer su semblante, sin embargo le era difícil hacerlo. Eleanor sonrió comprensiva y tomó su mano con delicadeza. Vincent sonrió agradecido, definitivamente ella siempre lo había comprendido y jamás le había hecho algún drama por tener en su corazón aún el recuerdo de su amada Rosemary.
Terry observaba sorprendido la madurez de su madre, recordando que él mismo jamás había tolerado que Candy pensara en un "muerto".
-Es un bonito lugar. – Dijo Terry observando el portal de rosas. Recordó el día que Candy le había contado que en ese lugar había conocido a Anthony. – Cualquiera se enamora en este lugar. – Dijo sonriendo con nostalgia, imaginándose la tierna imagen de Candy observando al que ella creyó un ángel.
El automóvil llegó frente a la entrada principal y se estacionó enseguida del auto que conducía Stear. Cerca de ellos llegaron dos automóviles más, en uno venía la tía abuela junto con Albert y el otro venía Amelia junto con sus padres. Terry sonrió al ver descender a la joven y de inmediato se acercó a ella para ayudarla a bajar del vehículo.
-Hola. – Le dijo simplemente Amelia, pero su mirada resplandecía feliz por volver a verlo, para ella esos dos días sin verlo habían sido eternos.
-Hola… - Saludó Terry con cierto nerviosismo en su voz, era la primera vez que enfrentaba a sus suegros y tenía que admitir que era más divertido enfrentar a Archie y a Stear.
-Buen día. – Saludó el señor Cornwell con seriedad, no le parecía muy agradable que su pequeña hija ya tuviera novio. Janice fue más comprensiva con su hija y le daba confianza al joven rebelde.
Las presentaciones no se hicieron esperar, pero la presencia de Elroy causó un silencio en todos los presentes, sobre todo en Vincent, quien ya sabía que su presencia no era muy grata para la matriarca.
-Buen día. – Dijo la mayor saludando mientras se apoyaba en su viejo y elegante báculo.
-Buen día señora Elroy. – Dijeron casi todos los presentes. Elroy miró a Vincent fijamente y este le sostuvo la mirada.
-Espero que por el bien de Anthony, podamos llevar la fiesta en paz. – Dijo Elroy a Vincent para sorpresa de todos, sobre todo de Albert, quien sabía que la mayor se había venido quejando todo el camino por tener que convivir una vez más con aquel hombre. Vincent sonrió ante el comentario de la mayor, sabía bien que a pesar de todo jamás podrían convivir en santa paz.
-Me parece muy bien señora, Ardlay. – Respondió Vincent con una breve venia frente a ella.
La matriarca asintió y apoyándose en el brazo de Albert entraron en la mansión de las rosas. Jhon y su asistente abrían la puerta de dos alas para recibir al esperado clan.
-Sean ustedes bienvenidos. – Dijo Jhon con elegancia, haciendo una sutil reverencia al gran clan. Albert sonrió amablemente respondiendo a aquella bienvenida que recibían, mientras que Elroy miraba al frente como buscando a la joven pareja que se había casado sin avisarle.
El salón estaba preparado con una mesa larga, adornado de varios floreros repletos de rosas de todos colores, el escenario era digno de admirar y las damas eran las más sorprendidas con lo delicado de aquella decoración.
-¡Que hermosas rosas! – Exclamó Patty, al ver la Dulce Candy que adornaba el centro de la mesa principal.
-Esas querida, son las Dulce Candy. – Dijo Stear, orgulloso de la flor creada por su primo. Terry también observó la famosa flor. Amelia sonrió nerviosa, admitiendo que cada minuto que pasaba para ella iba siendo más y más difícil esperar el encuentro entre Candy y su novio.
-¡Son hermosas Stear! – Dijo Patty con emoción, no podía evitar sentirse atraída por tan bella flor.
Archie cargaba a Anastasia quien comenzaba a ponerse inquieta y mientras los invitados esperaban a los anfitriones, la vieja matriarca también comenzaba a inquietarse.
-Buenas tardes. – Dijo de pronto Anthony en lo alto de las escaleras. Todos los presentes desviaron su mirada hasta donde escuchaban aquel saludo. - Muchas gracias por aceptar nuestra invitación. – Dijo de nuevo. Junto a él estaba una hermosa Candy con una sonrisa nerviosa, al igual que varios de los invitados no sabía que esperar de ellos.
-¿Me puedes explicar todo esto? – Preguntó Elroy. Anthony sonrió, sabía que ella sería la primera en reprochar su decisión.
La pareja de recién casados comenzó a bajar las escaleras con lentitud y cuidado. Detrás de ellos aparecieron Dorothy y Julia cargando cada una a un gemelo. Los ojos de los presentes se abrieron con sorpresa, solo Terry, Vincent, Eleanor y Amelia, pudieron comprender después de la sorpresa lo que estaba sucediendo. Terry no pudo evitar sentir un vuelco en su estómago al ver a Candy tan hermosa y resplandeciente, tenía que reconocer que jamás la había visto tan bella en toda su vida, pero a pesar de ese vuelco lejos de sentirse triste se sentía feliz por ella.
-¿Qué es esto? – Preguntó Albert al tener a Candy y a Anthony frente a él.
-Tío William. – Dijo Anthony, quien era el que debía explicar todo. Candy no podía siquiera hablar. – Ellos son el motivo por el cual adelantamos nuestra boda. – Dijo mirando a Albert fijamente a los ojos. Albert miró a Candy y ella le sonrió con timidez, demostrando que ya no estaba molesta con él, aquel descubrimiento hizo que Albert olvidara todo por completo, sintiéndose aliviado y comprensivo por lo que había hecho su sobrino.
-Pero… ¿Cuándo…? ¿Cómo pasó? – Preguntaba Albert entre emocionado y confundido. La familia estaba igual de sorprendida, sobre todo los Cornwell, menos Stear quien se acercaba primero que todos a conocer a los pequeños. – Quiero decir… si sé cómo… - Dijo nervioso Albert. – A lo que me refiero es que no sabía que…
-Fue culpa mía tío. – Dijo Anthony con seguridad. Albert lo miró a los ojos. – Sucedió antes de que tú llegaras a Nueva York y te puedo asegurar que yo me enteré el día que nos reencontramos de nuevo. – Dijo sin miedo, enfrentando su culpa, sabía bien que había hecho mal, pero aun así estaba dispuesto a enfrentar su error. Albert sonrió mirando a su sobrino, a pesar de todo se sentía orgulloso de él porque lo estaba enfrentando y había hecho todo lo posible por reparar su error.
-Me alegra que hayas decidido dar ese paso. – Le dijo ofreciéndole un abrazo para demostrarle que estaba de acuerdo con su proceder. Después abrazó a Candy con el mismo cariño de siempre, sintiendo en su alma una paz y una tranquilidad que tenía mucho tiempo de no sentir.
La tía abuela se acercó a ellos antes que los demás, incluso antes que Vincent, quien estaba visiblemente emocionado porque se había convertido en abuelo. Su mirada acuosa lo delataba, observó el retrato de su amada Rosemary que pendía a lo lejos.
-Quiero decirles que no estoy de acuerdo por la manera en la que se llevaron las cosas… - Dijo la matriarca enfocando a Candy y después a Anthony. Anthony tomó aire dispuesto a defender a su esposa ante la mirada justiciera de Elroy, sintió que Candy se tensaba por la presencia de la mujer. – A pesar de todo, tengo que decirles que estoy feliz por mis bisnietos. – Dijo comenzando a derramar unas cuantas lágrimas, lágrimas que quien la conocía, sabía muy bien que era difícil que las soltara. Anthony y Candy sonrieron más relajados y se dejaron abrazar por ella.
Vincent se acercó a los jóvenes con una gran sonrisa y un profundo arrepentimiento. Anthony lo miró a los ojos y él sonrió una vez más.
-Perdónenme. – Les dijo a ambos con sinceridad, se sentía feliz por estar ahí con su hijo y su nuera y ahora sus nietos, sin embargo estaba seguro que primero que nada debía pedir perdón por su comportamiento. – Jamás fue mi intención hacerles daño… a ninguno de los dos. – Dijo de nuevo. Anthony lo miró sin decir nada y extendió sus brazos para recibirlo.
-Fue muy difícil para mí comprender tu situación padre… - Le dijo Anthony con tranquilidad, demostrando que había tenido tiempo de pensar las cosas y ponerse en el lugar de su padre. – Ahora que tengo a Alexander y a Andrew, te juro que no sabría qué posición tomar en su vida. Ambos son mis hijos, los quiero por igual y sé que también debes haber sufrido por toda esta situación. – Le dijo Anthony seguro que todo había quedado en el olvido.
-Eres igual a tu madre… - Le dijo Vincent palmeando su rostro en señal de amor. El abrazo fue fuerte, ambos hombres ahora de familia, compartían la paternidad de dos hijos y ambos darían la vida por ellos. – Candy… - Le dijo extendiendo sus brazos ahora a la rubia, quien lo recibía sin resentimiento alguno. – Gracias por hacer tan feliz a mi hijo, nadie más que él merece serlo. – Le dijo a Candy mientras la abrazaba.
-No tiene qué agradecer señor Brower. – Le dijo Candy sintiéndose aún apenada por todo, ella aún se sentía culpable de lastimar a Terry, quien la seguía observando con una sonrisa de la mano de Amelia. – Yo amo a Anthony y le aseguro que haré todo lo posible por hacerlo muy feliz. – Dijo Candy emocionada por la situación, aguantando sus ganas de llorar que una vez más le asaltaban.
Archie llegó con Annie y Anastasia, Candy y Anthony se maravillaron por lo hermoso de la pequeña, concluyendo ambos que efectivamente se parecía a Amelia físicamente, pero Annie comentaba que su carácter era exactamente igual al de su padre.
-Hermano… - Dijo Stear con una gran sonrisa, apretando con fuerza a Anthony y después a Candy. – Candy, me alegra tanto que se hayan reconciliado. – Le decía con verdadera emoción.
El turno de Amelia, sus padres y de Patty también llegó, todos se habían acercado a la pareja para desearles dicha y felicidad, sin embargo Terry se quedaba hasta lo último, no había para donde hacerse, debía enfrentar a ambos y esta vez era juntos. Candy le sonrió con timidez en cuanto lo miró frente a ellos y Terry correspondió de la misma manera. Amelia tenía unos nervios que no podía esconder y Archie esperaba cualquier excusa para reclamar al actor en dado caso que lastimara a su hermana.
-Tengo que admitir que jamás había visto esa sonrisa reflejada en tú rostro y ese resplandor de tus ojos… - Le dijo Terry a Candy antes de felicitarlos, iniciando con esas palabras la incómoda plática. Sus manos permanecían en el fondo de los bolsillos de su pantalón. Estaba nervioso también y Candy lo sabía. Anthony lo miró con una sonrisa discreta en su rostro y Terry le correspondió.
-Terry yo… - Dijo Candy buscando las palabras exactas para pedir perdón por haberlo lastimado.
-No Candy… - Le dijo Terry con honorabilidad, él sabía que ella jamás había querido hacerle daño y también sabía que su orgullo era muy grande como para demostrarse dolido y derrotado. – Hiciste lo correcto, uno debe de seguir lo que dicta el corazón y ese siempre te indicó que Anthony era tu felicidad. – Le dijo sincero, con una sonrisa, porque él siempre supo que Candy tenía un amor muy especial por aquel "debilucho".
Terry sintió que los nervios poco a poco se iban disipando y que el nudo que tenía en el estómago por volver a verla se había desecho por completo, ahora solo le quedaba esa sensación de felicidad por verla a ella feliz, era lo que él hubiera querido hacer en su vida, hacerla feliz, verla sonreír como la veía en esos momentos. Si no lo había logrado, no era porque no hubiera podido, sino simplemente era porque la pecosa no estaba destinada para él.
-Gracias Terry… - Le dijo Candy sintiendo también en su corazón un alivio grande.
-Al contrario Candy… - Le dijo mirándola a los ojos. – Gracias a ti por alentarme siempre a seguir mis sueños. – Dijo de nuevo el actor con una sonrisa sincera. Después de eso miró a Anthony y le extendió su mano. – Hermano… muchas felicidades. – Le dijo acercándose a él para abrazarlo. – Se merecen ser felices. – Le dijo muy cerca de su oído.
-Muchas gracias hermano… - Le dijo Anthony recibiendo aquel abrazo con gusto. – Tú también mereces ser feliz. – Le dijo mirando a su prima, quien no podía ocultar que estaba muy ansiosa. Terry giró su rostro para ver a su novia y le sonrió con ternura.
Terry se retiró al lado de Amelia y Anthony fue el único que se había percatado de que Terry no se había atrevido a felicitar a Candy con un abrazo, todavía es demasiado pronto, había pensado el rubio, y no lo presionaría, él esperaba al igual que Candy que fuera muy feliz al lado de Amelia o de cualquier mujer que supiera hacerlo inmensamente feliz. Candy miró a Anthony y le sonrió enamorada, en sus ojos podía advertir que aquella culpa que la amenazaba diariamente comenzaba a desvanecerse.
-Todo estará mejor de ahora en adelante mi amor. – Le dijo Anthony con una sonrisa, atrayéndola a su cuerpo para abrazarla con fuerza, mientras los miembros de la familia estaban esperando cargar a los dos nuevos integrantes de la familia Ardlay.
Continuará…
Llegamos al final del capítulo. Amigas, quiero comentarles que esta historia pronto llegará a su fin, había comentado que no pasaría de los 40 capítulos y estamos a nada de llegar. El próximo viernes no podré publicar como regularmente lo hago, así que será hasta el próximo lunes. Espero tengan paciencia.
Cla1969:
Ciao meraviglia! Come stai? Spero che ti sia piaciuto molto il tuo fine settimana. La rivelazione del piccolo Ardlay è fatta e tutti ne sono contenti, anche se c'è ancora altro in arrivo nel prossimo capitolo.
Archie è molto audace ahahah, penso che sia molto impaziente, immagina il poveretto con un anno di niente, il poveretto stava bruciando, penso che dovrà prenderla con calma o presto nascerà un altro bambino ahahah.
Grazie mille per essere sempre attento alla lettura, amico. Ti mando un grande abbraccio.
Un saluto e buon inizio settimana!
Mayely León:
Hola hermosa! No te preocupes comprendo que a veces no se puede comentar como uno quisiera. ¿Cómo estás? Espero que muy bien. Como ya leíste Elroy efectivamente se tranquilizó con los bebés, tenía que hacerlo, ahora los pobres serán los que la aguanten porque de seguro los querrá casar jajaja.
Amiga, siento desilusionarte con los capítulos dobles, mi intención era hacerlo, pero el tiempo no me lo permitió, cada capítulo tiene sus agradecimientos y me toma un tiempo responde a cada uno de ellos y mis tiempos cada vez son más limitados, es mentira que cuando crecen los hijos tienes más tiempo jajaja. Espero me comprendas y no te molestes conmigo. Te mando un fuerte abrazo hermosa.
TeamColombia:
Hola hermosas! ¿Cómo están? Espero que estén muy bien todas y cada una de ustedes. Muchas gracias por sus lindas palabras y sobre todo por estar siempre al pendiente de la lectura. Gracias por no perderse un solo capítulo y comentar, de ahí mi ánimo para continuar escribiendo. Me alegra que les haya gustado el capítulo anterior, espero que este también haya sido de su agrado.
Amigas, les informo que pronto terminará esta historia ya falta poquito para que termine, sé que las veré a todas hasta el final.
P.D. Tatiana, si eres golosa jajajaja. Besos!
Rose1404:
Hola hermosa! Me alegra saber que están muy bien! También estoy bien gracias a Dios, aquí reportándome con un nuevo capítulo, que espero te haya gustado mucho.
Claro! hay que esperar que Candy pase un período considerable para que se sienta mejor y que después le de "vuelo a la hilacha" como decimos en México jajaja (Esto quiere decir que se divierta muchísmo jijijijii)
La relación de Candy y Terry quedó en el pasado, pero aún había ciertas cosas que habían de aclarar y aunque no fue necesario una plática larga y tendida, ellos comprendieron que ninguno de los dos querían lastimar al contrario.
Espero que te haya gustado este capítulo hermosa, espero tú comentario. Te mando un fuerte abrazo.
Saludos!
ViriG:
Hola hermosa! ¿Cómo estás? Espero que muchísimo mejor! y sobre todo sin calor jijijijiji. Muchas gracias por tus lindos deseos, pasé un fin de semana "descansado" por decir así ya que ayer tuve dolor de estómago y toda la mañana me la pasé recostada, no fue hasta la tarde que me puse a hacer algo en casa.
Falta la boda de Stear! y aún quedarían dos solteros Albert y Terry, pero creo que ellos serían otra historia jajaja. Creo que ya era hora que Vincent aceptara que no debió meterse entre Anthony y Candy, sino que debió confiar en las decisiones del rubio, se tardó mucho en hacerlo, creo que eso de saberse padre de otro joven alborotado no le cayó muy bien jajaja.
Jajajajaja es verdad! Elroy se estaba ahogando con el té, pobre la sorprendieron, pero en este capítulo ya le dieron su estate quieto, creo que si le sirvió que nacieran no solo uno, sino dos Ardlay y más que son varones, a ver si no quiere educarlos como educó a su padre jajaja.
El pobre Archie estaba que se quemaba, imagínate un año sin nada de nada! jajaja bueno Annie estaba igual solo que nolo sabía jajaja.
Creo que en esta historia no podría desarrollar lo de Tom y Elisa, más que nada porque Elisa no ha salido en toda la trama y se sentiría forzado, pero creo que en la próxima historia puedo hacer algo por ti, tengo algo en mente y aunque te confieso que no tenía planeado que Tom apareciera, puedo incluirlo y no sé, tal vez darte una sorpresa.
Hermosa, te mando un fuerte abrazo, muchas gracias por leer y comentar. Te deseo un feliz inicio de semana!
P.D. Confío en tu talento!
Julie-Andley-00:
Hola hermosa! ¿Cómo estás? Espero que muy bien, muchas gracias por leer y comentar. Me alegra que te haya gustado mucho el capítulo anterior, aquí ya vimos el enfrentamiento de la familia y pronto veremos qué más sucederá en la mansión de las rosas.
Amiga, como siempre te mando un fuerte abrazo y mis más sinceros agradecimientos.
Saludos y feliz inicio de semana!
Guest:
Hola hermosa, que bueno que te gustó!
Mía Brower Graham de Andrew:
Muchas gracias por continuar con la lectura hermosa, te mando un fuerte abrazo y espero que pronto tengas un respiro.
Saludos y bonito inicio de semana!
Luna Andry:
Hola Luna hermosa! ¿Cómo estás? Espero que estés muy bien.
Es verdad! Elroy quedó como payaso porque definitivamente no pudo mantener el honor de la familia, creo que sus nietos se brincaron las trancas y por todos lados le salieron los bisnietos, solo falta Stear, pero sabemos que él si se controló hasta el final.
¿Quién diría que resultarían cuñados? Solo a mí y a mi mente loca se le ocurrió esta hazaña jajaja. Fíjate que ahorita que digo esto recordé que en Facebook me aparecen seguido actualizaciones de una página dedicada a Candy y Albert, no soy Albertfan, pero reconozco que ellos quedan juntos en la historia original y a veces las palabras de la autora son duras contra las fan de Terry, sabía que era intenso el drama pero no había estado en medio nunca jajaja y después que me aparece la contraparte la de Candy y Terry y del mismo modo que defienden su punto de vista y yo ¿¡Por qué me aparece esto!? jajaja me faltó la de Candy y Anthony, pero creo que tenemos muy pocos argumentos, no tenemos más que 20 capítulos? y nuestra imaginación? pero que buena imaginación jajaja, ya con eso nos la arreglamos para hacerle un conjuro y que vuelva a la vida jajaja.
Muchas gracias por tus lindas palabras, me alegra mucho que te haya gustado el capítulo anterior amiga, es verdad las cosas se van acomodando y con ello vamos llegando también al final lamentablemente snif, espero que hayas disfrutado mucho este capítulo.
Te mando un fuerte abrazo y te deseo un feliz inicio de semana.
Silandrew:
Hola hermosa, espero que te haya gustado este capítulo. Te mando un fuerte abrazo y un feliz inicio de semana.
Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras que leen en forma anónima, muchas gracias por estar al pendiente de cada una de las actualizaciones y por dejarme entrar un momento en su tranquilidad. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes. Que tengan un bonito inicio de semana.
GeoMtzR
27/05/2024.
