Previamente en Ninja Arashi…
Todo parecía estar bien en una familia la cual se dedicaba a la agricultura, pero la mujer dentro de este matrimonio resultó ser una ninja del malvado Venenum.
A pesar de eso, logró salir adelante con su vida y tuvo una familia feliz, pero su destino estaba sellado, era ella o su familia y se lanzó hacia la muerte contra Arashi, lastimosamente, dejando a esa familia sin una madre / esposa.
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Kirameku inazuma todoroku raimei
¡Fuke yo Arashi!
¡Yobe yo Arashi!
¡Arashi yo sakebe!
Kenshin kenshin...
kage utsushi
Seigi no ninja sora kake kenzan
¡Arashi, Arashi!
¡Waga na wa Arashi!
¡KENSHIN NINJA ARASHI KENZAN!
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Uzumaku tatsumaki todoroku jinari
¡Fuke yo Arashi!
¡Yobe yo Arashi!
¡Arashi yo sakebe!
Kenshin kenshin...
kage utsushi
Seigi no ninja chi owari kenzan
¡Arashi, Arashi!
¡Waga na wa Arashi!
¡KENSHIN NINJA ARASHI KENZAN!
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Akari seguía andando en su caballo con el cual ya se habían acercado más.
La peli roja aun poseía algunas cosas en su cabeza ya que desde su última batalla, la culpa la había estaco carcomiendo.
El pensar que había despojado de una madre a su hijo, así como de una esposa a su marido, fue algo por lo que sintió culpa, fue como si estuviera haciendo que le había hecho a ella con su familia.
- No puedo pensar en eso… se supone que debo encontrar al tío Kurobe y eliminarlo, no me puedo distraer con eso.
Se decía a sí misma la guerrera, incluso vio a su caballo el cual solo relinchó como si tratara de decirle algo, eso la sacó de lo que estaba pensando.
- No es bueno que solo piense en eso, es mejor que siga adelante – Akari fue hacia el equino, lo montó y siguió su camino hacia su próximo destino.
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Prefectura de Nara.
Aldea de Asuka.
Esta aldea se había vuelto más tecnológica, esto debido a que en el pasado era una común y corriente, siendo en su mayoría agricultores, pero ahora las cosas habían cambiado.
No obstante, había algo que andaba bien.
La noche estaba cayendo, pero eso no parecía poner felices a las personas de esa aldea ya que todos se encerraban.
Las calles parecían solitarios sin una sola alma afuera, algo que parecía extraño, pero lo que nadie que no fuera de ahí sabía es que lo hacían para salvar sus vidas.
En una casa en particular, sus habitantes se encontraban en la sala, se les miraba con una cara de terror la cual era difícil de describir.
Las respiraciones eran contenidas, todo con tal de que parecía que no deseaban realizar ningún ruido que fuera escuchado.
No obstante, un sonido si se escuchaba y esto era en toda la aldea.
Clop clop clop clop clop.
El sonido de las pezuñas de un caballo galopando.
- Buda, ten piedad de nosotros… por favor Buda.
- Budita, por favor, que nuestros antepasados nos ayuden.
- Por favor, que ese caballo no venga aquí.
- ¡Que no venga el caballo del mensajero! Que ignore nuestra puerta.
A pesar de sus peticiones, se escuchaba los galopes cada vez con más fuerza hasta que se detuvieron por un momento.
Todo quedó en silencio.
Los habitantes de ahí se quedaron callados, conteniendo el aliento hasta que parecía que lo que fuera que estuviera afuera, se había ido.
Con todo el miedo del mundo, uno de ellos decidió salir y al asomarse por la puerta, solo vio todo calmado, las pocas luces de los postes iluminaban la calle.
Pero había algo.
En el suelo, estaba un pequeño caballo blanco hecho de algún material extraño, pero parecía ser solo un muñeco sin nada de especial.
Aunque esto no era así.
- Hay que huir de aquí – susurró el que parecía ser el patriarca de la familia, siendo él, su hijo, su nuera y nieto – ¡tenemos que irnos de inmediato!
- Si salimos rápido, ¿nos podremos librar?
- Posiblemente sí, pero hay que hacerlo ahora, olvídense de sus cosas, es más importante salvar nuestras vidas – los 4 miembros solo salieron con lo que tenían y se fueron corriendo de ahí.
No les importaba nada, solo querían huir de ahí y salvarse.
La noche se puso muy extraña ya que saliendo de ahí, notaron como una neblina se puso sobre todo el sitio y no podían ver casi nada de lo que tenían delante.
Esto no les importó y siguieron avanzando sin mirar hacia atrás, no obstante, su momentito de paz que tenían se vio interrumpido cuando escucharon un galope.
- No puede ser – susurró el hombre mayor y al ver a todos lados, no podía divisar a nadie.
- Papá – el hombre miró hacia un punto del camino en donde una sombra fue tomando forma hasta que se reveló a un hombre con su caballo.
El jinete llevaba una armadura como la de los samuráis y la mirada que daba imponía terror. El caballo que montaba era de pelaje blanco, no solo eso, sino que al igual que el sujeto, sus ojos te veían de forma fija, imponiendo miedo.
Al detenerse, este miró fijamente a la familia la cual estaba aterrada, especialmente hacia el abuelo ya que el jinete lo veía fijamente.
- Ustedes lo han hecho.
- ¿Q-Qué?
- ¡Ustedes conocen el destino de aquellos que desafían a la palabra de Dios! – exclamó el sujeto sacando su espada y mostrando su filo – ¡lo pagarán con sus vidas!
- ¡Noooooooooooooooooooooo!
Ahí fue donde se desató el caos ya que el jinete fue por el abuelo quien había comenzado a correr, pero fue alcanzado por la espada del sujeto dándole en una pierna, evitando que siguiera huyendo.
- ¡Suegro! – la mujer exclamó sosteniendo a su hijo, pero el equino fue hacia su esposo dándole un golpe con una de sus patas dejándolo inconsciente – ¡querido!
- ¡Papi! – lo peor fue cuando el caballo fue hacia el pequeño y se lo arrebató a su madre.
Con sus fuertes mandíbulas, aplastó al niño, matándolo de una forma horrida, a su madre no le fue tan bien ya que con sus pezuñas, aplastó la columna de la fémina, asesinándola.
- ¡Ya basta! – el gritó el jinete por lo que el caballo se calmó, y dejó caer el cuerpo del niño junto con el de su madre.
El sujeto amarró a los dos hombres con una cuerda y los llevó arrastrándose junto con su caballo, perdiéndose entre la niebla.
Al día siguiente, la noticia corrió rápidamente y eso les advirtió a los demás aldeanos que tenían que saber mejor cuál era su destino si se atrevían a desobedecer las "ordenes divinas".
Akari andaba cerca de la aldea cuando escuchó a otras personas que iban hablando sobre algunas cosas, especialmente sobre lo que estaba pasando en ese lado.
- Dicen que si no hacen caso a ir a un sitio en específico, todos en esa casa mueren.
- Lo bueno es que no vivimos por ahí, pero ha de ser terrorífico estar así.
- ¿De que estarán hablando? – susurró Akari, pero siguió su camino junto con su caballo con rumbo hacia el sitio en donde decían venir esas historias.
Ya cuando la noche volvió a caer, los aldeanos se encerraron esperando que el jinete no vinieran por ellos.
En una de las casas, se encontraba una pareja la cual estaba abrazada con fuerza, esperando a que ese enemigo al que tanto temían no fuera a aparecer en su casa.
Aunque las cosas se pusieron feas cuando escucharon un galopeo acercándose a su hogar, lo que los atemorizó más, pero el hombre decidió ir a ver.
- ¡Cariño!
- No te preocupes… si me pasa algo, huye.
- ¡Pero cariño…!
- ¡Que huyas! – el tipo salió de la casa, pero solo se encontró con Akari quien bajaba de su caballo.
- Buenas noches.
Al tipo le tomó un tiempo asimilar que no era la persona que estaba esperando, hasta se sintió calmado por un momento al ver que era una niña.
- ¿No eres el mensajero?
- Bueno, no es como que con mi apariencia pudiera ser uno, además, no sé ni que es eso – la peli roja acarició un poco a su caballo.
- ¿N-No es el caballo del mensajero?
- No miento, no es él – esta siguió mirando a su caballo – se llama Hayasabu, lo encontré abandonado hace tiempo cuando viajaba y desde entonces se ha vuelto mi compañero.
- ¿Tu eres una viajera? – la peli roja asintió.
- Sí, había llegado y buscaba alojamiento, pero noté que todos tenían la puerta cerrada, además de que algunos me veían como si fuera un demonio o algo por el estilo, sé que mi cabello es rojo, pero eso no me hace mala, es más, sacaba buenas calificaciones en la escuela – Akari decía, por lo que fue invitada por la pareja a la casa.
Rápidamente fueron hacia la sala en donde solo tenían una lámpara para alumbrar todo en medio de la oscuridad.
- Lamento si los asusté, pero escuché algunos ruidos y pensé que habría alguien – Akari miró a la pareja – ¿me pueden explicar? Toda la aldea parece que fue abandonada, pero miro la luz y no me parece que eso sea así.
- Bueno, no te culpamos, se nota que no eres de por aquí.
- ¿Qué hace una niña por estos lares?
- No importa eso, ¿me pueden explicar que es lo que pasa?
- Verás, han pasado cosas en la aldea y es que un dios antiguo ha resucitado.
- ¿Un dios antiguo?
- Sí, y cada noche busca un sacrificio humano – el hombre decía – un mensajero portando una armadura antigua como los samuráis de antaño va montando un caballo blanco, eso lo hace cada noche. Y este deja un caballo de arcilla en la puerta de una de las casas.
- ¿Un caballo de arcilla?
- Así es, cuando eso pasa, el o los hombres de la casa deben abandonar la casa e ir hacia la montaña Ishibutai ellos solos. Si desafían esa orden, ¡toda su familia es asesinada!
- Un mensajero misterioso en un caballo. Escuché algo de eso cuando venía, parece que se ha regado como pólvora – la chica se puso seria mirando a la pareja – pero no se preocupen, para eso estoy aquí.
- ¿Qué has dicho?
La noche siguió avanzando y todo lucía con un silencio que daba miedo. En ese momento, los trotes de un caballo comenzaron a sonarse, lo que asustó a la pareja.
- E-Ese sonido es…
- Está aquí – sin inmutarse, Akari se levantó y solo se puso delante de la puerta sin abrirla.
Tal y como los dueños de la casa pensaban, el jinete misterioso junto con su caballo blanco estaban acercándose a paso lento.
Sin bajarse de su animal, el sujeto con la armadura de samurái fue hacia la puerta de esa casa en donde sacó el caballo de arcilla, dejándolo en el suelo. Ya sin más, este se estaba dando la vuelta para alejarse, pero algo interrumpió su seguir.
- Espera – de golpe, la peli roja salió y le lanzó el caballo de arcilla hacia el jinete. Este reaccionó de forma rápida y sacando su espada, evitó un golpe de su caballo.
Akari no se quedó solo por eso, sino que fue hacia el samurái, sacando su espada y no solo eso, al ir por el tipo, chocaron armas entre ambos.
Montando en su caballo, fueron contra la peli roja con quien tuvo problemas ya que esta era muy hábil, ahí fue donde el jinete se dio cuenta de que no estaba en condiciones de pelear contra la sobreviviente del clan Arashi.
- ¿Quién eres? – preguntó este.
- Soy quien te detendrá y lo haré para que dejes de atormentar a esta pobre aldea – Akari le dijo apuntándole con su espada, a él y a su caballo.
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Akari ga hashiru hate shinaki gen'ya o
Akari ga sakebu taiyō ni mukatte
Roshi ga Roshi ga
Roshi ga naite iru
Mabuta no shichi wa ima doko ni
Furimuku na Akari
Ashita wa omae no mono
¡ROSHI SHOJO AKARI!
Akari ga yuku...
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Continuará…
