Disclaimer: Los personajes y el universo le pertenecen a JK Rowling.

Solo la trama es mía.

No obtengo ningún beneficio económico ni lucrativo de algún tipo al escribir este fic.


Aviso: Este fic forma parte del juego Drabble tag del foro Hogwarts a través de los años.


Advertencia: Suicidio y homicidio.


Elegí la condición de Pociones.


La decisión de Neville.


Neville Longbottom odiaba a Severus Snape. También le temía. Le odiaba porque le hacía tener miedo.

Pensó que tras su tiempo con la familia que trataba de hacerle salir la magia, en Hogwarts sería diferente. Pero no era muy cercano a sus compañeros de cuarto y en pociones el profesor le intimidaba.

Era su Boggart, por amor a Merlín! ¿Es que nadie se daba cuenta nunca de cómo se sentían los alumnos? ¿No les importaba su bienestar?

Así que decidió un día tomar las cosas en sus propias manos.

Quizá fuera porque los mortífagos y Voldemort habían matado a su abuela. Quizá fuera porque sabía que sus padres nunca se recuperarían y estaría solo. La cuestión era que estaba harto de ser intimidado, echo de menos y despreciado.


Investigó bien lo que quería hacer. Las plantas eran su pasión y sabía cómo tratar con ellas y cómo utilizarlas.

Si no fuera por cómo era tratado en pociones, quizá podría haber hecho un buen trabajo. Pero no. Snape simplemente tenía que ser un matón abusivo.

Preparó lo que necesitaba en un aula sin usar. No quería que lo pillaran. Necesitaba hacer esto.

Utilizó Belladona, Adelfa, Acónito y otras plantas tóxicas y venenosas.

Recolectó las esporas y el polen con cuidado mientras utilizaba el casco burbuja y guantes protectores. Lo sentía mucho, pero iba a hacer lo que era necesario para todos.


El día de la clase de pociones en que lo haría llegó y como siempre, Snape le insultó casi antes de sentarse.

Estaba mirando su poción tras él, menospreciando su crianza, su inteligencia, sus habilidades...

Así que Neville, por supuesto, se puso nervioso.

Como sabía que pasaría, su poción explotó. Fue un caos asqueroso de humo y baba verde.

En el caos que siguió, Neville dejó caer el vial donde tenía todo lo venenoso preparado.

La botella se rompió y el aire llevó las toxinas a todo el mundo. No se darían cuenta porque trataban de escapar de la baba verde que crecía y se trasladaba a sus cosas.

El profesor podría darse cuenta, pero cuando lo hiciera sería demasiado tarde. Todos estarían muertos o cerca. Un bezoar no les salvaría.

Neville sintió que el sueño lo llamaba. Bien, no quería despertar.

Lo último que escuchó antes de dormirse fue a Snape gritar.

Al menos sería la última vez que lo escucharía.


Longbottom no pensó en los compañeros de clase que morirían con él. No pensó en muchas cosas mientras creaba su plan. Solo quería morir y llevarse a Snape consigo.

No se planteó las consecuencias de lo que hizo y cuántas personas morirían en el proceso.

Había perdido la cabeza.