Vasilissa volvió a su cuarto, en el que Nataly -junto a otro par de chismosas royal moroi-, la esperaban para llevar las RRSS a un nuevo nivel.

"¿Y?", Saltó Nataly. "¿Te echaron?, ¿te castigaron o qué?".

"Tatiana y la Reina Emérita Ekaterina fueron muy amables, al final. Hechos son hechos, muchachas. Ya muy pronto, este mundillo va a recibir un golpe, ¡qué...!, en fin, esperen y verán. ¿Novedades, por acá?".

"¡Papi me llamó!, la reina Tatiana", remarcó Nataly, maliciosamente; "¡autorizó al Consejo de Padres a organizar el primer baile del año!, lo esperábamos al ingreso, pero no fue... Al parecer, ¡será para Halloween!, formal y todo".

"Ah. Lástima, no traje nada de eso conmigo. Afuera no son comunes, solo en la tv. Y en muchos, acababan todos muertos, y eso. Además, no tengo ni uno", y Vasilissa sé encogió de hombros.

"¿Uno, de qué?", dudó una de ellas; "¡oh, pero yo te presto, claro!, pero, ¿y tu dinero?".

"Sin acceso, me temo. No sé si tengo en realidad, o no; en todo caso".

"Pero papi... Dijo que tenías que ir...", dudó Nataly; despertando la curiosidad de Vasilissa.

Y un poco su sospecha.

"Si él libera mis fondos, puede que pueda ir a comprar algo, alguna cosa", dejó deslizar.

"¡Oh!, yo lo llamo". Y Nataly cayó en la trampa.

"Y... ¿desde cuándo se permiten los teléfonos personales, Nataly?".

"Pues... ¿desde nunca?", se encogió de hombros, sin darle importancia al hecho; "pero nunca me han dicho nada, y él es el presidente del consejo de Padres... y yo la primera heredera al principado Dashkov, así que...".

"¿No es curioso?, una mujer a la que le dicen reina en el tope del gobierno, ¿pero escogen presidentes, y no reyes del Consejo?".

"Pero... Es que ambos son electos", dudó otra.

"Sólo en las películas eso ocurre, muchachas. Y la más conocida fue la esposa de Dark Vader, así que... no es muy buena referencia, creo yo".


A Nataly no le hizo gracia que Vasilissa escapara a cualquier plan -siniestro o no-, que hubiera armado a su espalda, así que sacó el teléfono; para quejarse con Papi sobre eso... y frente a ellas.

Abrió los ojos como platos, ante lo que él le informó; al devolverle la llamada.

Y colgó, desesperada por verificar el chisme; fresquito desde su fuente.

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"¿Tu fideicomiso?, ¡lo autorizó La Dama Ekaterina!, y puedes usarlo... para ti... ¿Y dijo que cubre más?, no supo explicarlo, claro".

Y Vasilissa sonrió. La compulsión aún se sostenía.

Y lo haría por un tiempo a menos que él sospechara de que... fue compelido.

¡Oh, lo sabría, claro!, pero no sería de inmediato.

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"¿Tan pronto?, porque hablé hoy con ella, con la Reina Emérita Ekaterina".

"Eso me dijo mi papi". Se encogió de hombros Nataly.

"Y... ¿Cómo lo usaré?, no se llega y se menciona; claro".

Y Nataly quedó pensativa, como haciendo cálculos mentales.

Y la miró, como si fuera una nueva luna descubierta... O un meteorito que estaba por caerle encima.

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"Con las... tarjetas, ¡obvio!, pero... ¿antes, no las tenías?, ¿o también te daban efectivo?", y miró en dirección general a las otras muchachas.

"Eran... de la cuenta de mis padres, Nataly. Asociadas a ellos y con un tope, claro", adornó la verdad. Habían demasiadas pailas esa noche.

"¡Oh!", dijeron a coro; asintiendo.

Eso era común, o las pequeñas pirañas devorarían las herencias y fideicomisos... antes de serles otorgados.

Así las educaban, no se quejen después.

"Llamaré a Papi", dijo Nataly, perpleja.

Y volvió a marcar.

Y oyó la respuesta -y ya sonaba una voz molesta, al otro lado del teléfono-; y se volvió a Vasilissa.

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"Dijo que... llamará a Dama Ekaterina, para que... ¿te hagan una nueva?, y que estén listas antes de la salida al mall".

"Sonaba molesto", dijo Vasilissa, devolviéndole la pelota; que casi le dio en la cara, ¡y eso que era algo figurativo!.


Días después, Dimitri se le acercó con un sobre cerrado.

"Dama Ekaterina dejó todo listo el día en que nos visitó. Y ahora debemos ir a Missoula mañana por la mañana; para que firme sus nuevos plásticos. Así, en plural. Creo que aquí viene efectivo, en caso de necesidades... inmediatas".

Y por necesidades inmediatas, se refería a Rose y a Erik, obviamente.

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"El efectivo que lo tenga Rose, Erik necesita de todo y a cada minuto; y ya cuesta pasar esas toneladas de pañales a escondidas... ¿Y qué más come ese diablillo?, porque ocupa cómo mil al día".

Y Dimitri sonrió.

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"Es dhampir. Mi abuela dice que son una manada de cachorritos en un sólo envase. O así era yo. Y así es mi sobrino. Aunque sospecho que por eso Janine Hathaway huyó despavorida, tras dejar a Rose acá".

"¿Por qué la dejó en la ruina total?, creo que jamás vi a una dhampir comer tanto cómo ella; Dimitri. En fin, ¿ mañana entonces?, es viernes; y las clases finalizan a media tarde. O sea, vamos en la mañana humana, volvemos a descansar, y así no faltamos a las clases individuales, o sospecharán. Si Rose no asiste a las suyas, probablemente creerán que está en sesiones intensivas... pero contigo, que es lo que hemos estado diciendo".

Intensivas, ¿eh, Dimitri?.

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"Le avisaré a Roza. Hoy deberían irse temprano a descansar. Mañana, saldremos muy temprano, para que no nos vean. Llegaremos a Missoula cuando estén abriendo el banco, y de allí, al mall".

Obviamente, a Rose no le hizo tanta gracia.

Erik no estaba de acuerdo con nada, ese día.

O ningún día desde la visita de Ekaterina y Tatiana.

Al bebito Dragomir ya se le habían subido los humitos a la cabeza, aparentemente.

Y estaba muy exigente con todo y con todos.

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"Erik ha estado imposible desde ese día, Dimitri. Ya lo mudé, y lo alimenté, pero él aún sigue dando manotazos. Y más que siempre... ¿Y ahora quieres que yo, qué?. Dile a esa loca eso, que está loca".

"Sabes que Su Alteza te llevará arrastras al mall, de negarte", sonrió Dimitri; "está... tan ansiosa, como desesperada por salir de compras".

"¡Pero se comprará todo, y el mall; con personal y todo!. Es así de bebé. Rhea... Los llevaba en cada salida. Debían verse... Como si su pedigrí les permitiera ganar un concurso del Kennel Club".

"No entiendo... ¿hablas de... Lady Dragomir?".

"Rhea Dragomir, hija de una Madame Ozera. Pero su padre... No era del mismo círculo de su esposa royal. Él tenía dinero, o eso se chismeaba; y la Madame Ozera, sólo tenía su nombre. Y al casarse con ella, eso le bajó el pedigrí a Lord Erik Dragomir, y debió hacer muchos berrinches y concesiones; para poder... comprometerse. El Príncipe Frederick... La hubiera preferido -o aceptado-, como la otra. Pero Erik era... tozudo. Y se casaron".

"¿Concesiones?".

"Rhea debía... tener varios hijos. Simplemente, no debía detenerse. Pero... tuvo una pérdida, y casi murió. Eso fue tras Vasilissa. Y tras la muerte de su suegro, además".

"Y ahora la princesa sólo tiene a Erik cómo su quórum".

"Y a esa quimera, que sólo es eso".


Como en una misión secreta, Dimitri y Áurea las llevaron hasta el estacionamiento, en donde abordaron un auto;, rumbo a Missoula.

Alberta había escondido a Erik en su propio dormitorio -era noche moroi, además; y Erik estaba feliz con ella ese ratito-, así que todo debería fluir.

Vasilissa había hecho un hábito pasar uno o dos días con Rose -en cada semana, desde el acidente-, así que Nataly no sospechó... tanto.

No la vería al despertarse, y no podría interrogarla.

¡Ni menos intentar usar su compulsión de tierra, sobre ella!.

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"Siguen los anónimos", susurró Vasilissa, arrebujada bajo una manta; y tomando un mate caliente -un placer culpable, adquirido afuera, obviamente-, "nada que haga, los detiene. Dimitri cambió su rutina de patrullajes, pero nada los detiene. No puedo instalar cámaras, o Nataly comenzará a chismear, y se saldrá de control".

"Ja", susurró un somnoliento Erik; como si nada.

"¿Ella también?", frunció el ceño Rose; "Tatiana, la directora...".

"Y Viktor".

"Incluso, ni Stan se lleva un epíteto tan fuerte de él... Al parecer, los Dashkov no le caen bien a Erik".

"¡Ja!", y agitó sus manitas; cómo indicando a todos ellos. Los Dashkov.

"Dimitri...", susurró Rose, hablando hacia el frente del vehículo; "¿puedes pedir que vigilen a Nataly... Y a Dashkov?".

"Hay que ser discretos en eso", dijo Áurea; "Nataly le cae bien a los guardianes, y también a los maestros. Si se los pedimos, lo harán; pero no de tan buena manera".

"Yo le pondré un ojo, Rose", dijo Vasilissa; "vivimos juntas, y podré notar si se vuelve más rara... que desde que llegué. Simplemente, me ocuparé de que no tenga tema para chismear... porque... en algún momento, cuándo Erik sea estrenado en sociedad; ¡las lenguas no cesarán de aletear!".

"Y, ojalá que se atraganten y mueran. O se muerdan, y mueran envenenados".Masculló Rose. "Acordamos que no sería antes de que salgamos de acá, o incluso de tus 18 años; ¿y se mantiene?".

"Haremos todo lo posible, Rose. Igual, no puedo reclamar que exhumen a mi hermano si no soy mayor de edad. O a ninguno. Y créeme que no quiero verlos... ahora. Prefiero recordarlos vivos, que verlos carcomidos por la muerte. ¡Brrrr!".


El banco fue sólo un trámite, y luego; Vasilissa salió disparada -como perseguida por demonios en forma de clientes del mall-, a arrasar con todo... y más.

Ahora, no tenía excusas para frenar.

Era la Princesa, y debía verse como tal.

Y Erik era un pequeño Lord Dragomir, ¡y necesitaba de todo!.

Incluso... que su madre quisiera aceptar algo, alguna cosa.

Y él debería colaborar, claro.

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"Si sabes que todo le quedará chico en meses, ¿sí?, así que nada apretado, o de marca; o caro. Así no se quedará sin ropa de un día para otro. Cuando empiece a correr y a saltar por allí, toda la ropa se hará pedazos".

"Me parece lógico, al menos; para el diario. Para las dos o tres veces anuales que haya que mostrarlo, ahí le compraremos algo nuevo; porque todo lo demás... en fin. ¿Y, qué usarás en el baile?".

"Nada. No me invitaron".

"Eres senior. Estás invitada, lo quieras o no. Así que, vuelvo al mismo punto. ¿Qué te pondrás?, no eres Meg March, con su viejo vestido. Nada de lo que tienes, te queda bien. Y no tienes nada para el baile... Y... No hay senior a las que le puedas comprar nada, ¿verdad?".

"Tuve un bebé. Mi cuerpo siempre me lo recuerda".

"Si, y te quedaron más pechugas qué antes, y parece que tus caderas están más... sabrosas, ¡y tienes unas piernotas...!, que hasta Dimitri ha notado. Así que... ¿algo con un tajo, tal vez?".

"¿Dimitri?, ¿qué tiene que ver él en esto?".

"¡Un pajarito me pió que el muchachon te gusta!, y que, siendo del gusto de muchas -y muchos-; ¡al parecer, eres tú quién le gustas!".

"¿Qué anduvo chismeando, quién?".

"Un pajarito. ¡Y me gorjea al oído, y todo!, y aún a la distancia; aún me parece oírlo. Raro, ¿cierto?".

"Esa palabra ni siquiera lo cubre, Liz".

"Cierto. Ahora, ¿qué nos pondremos?, ¡hay que escoger de todo!, desde sostenes, a calchunchos, zapatos, y... ¿un vestido?, claro; no podemos pasarnos en ropa interior por la fiesta. Por Erik y por mi, ¿porfi?".

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Y puso ojos de cachorrito, que Rose no podía confrontar sola.

Al final, fueron Vasilissa y Erik -que aparentemente seguía gorjeando en los oídos de su tía-, los que escogieron el vestido de Rose.

Ella sólo pudo seleccionar su ropa interior.


"Nada negro, raro", dijo Vasilissa; "pero cuándo lo iba a sugerir, sentí cómo si Erik se opusiera. Pero ese dorado se te verá... ¡Wuau!, ¿sabes a quién se lo vi?, a la Princesa Kate. Obvio, ésta es una versión menos... lujosa, que la del estreno de 007, pero servirá. ¡Y era el último!, y tienes que peinarte igual, claro. Los zapatos son éstos y Erik también insistió. Ya no cuestiono en nada sus decisiones. No necesitas más que...".

Y, mirando a todos lados; abrió una bolsa de terciopelo y sacó dos pequeñas abrecartas filosas, o eso parecían.

"Son de plata. Las... protegí, tú sabes. Úsalas en el pelo, me sentiré más a salvo. Si, estaremos en la escuela, pero... ya han pasado cosas malas en lugares así. Y, no me extrañaría que intentarán matarme en la trifulca. O arrojarme a los dientes de los strigois, que seguro estarán... más sedientos ese día. Habrá más morois de lo normal, entrando y saliendo".

"Erik...". Se angustió Rose.

"Estará a salvo, Rose. Nadie lo encontrará en la habitación que nos prestarán. Somos nosotras las que estaremos en riesgo de morir".


Su regreso a St. Vladimir coincidió con el inicio de la jornada escolar.

Los primeros madrugadores vieron llegar a Vasilissa en auto -junto a Rose-; y con bolsas.

Para algunos, era algo esperable.

Es decir, habría un baile.

Pero, para otros... fue demasiado raro, demasiado en privado, y uno de esos observadores, corrió a despertar a Nataly.

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"¡Qué!", le graznó a Camille Conta.

"Es Lissa. ¡Salió en la noche, Nat!, acaba de llegar, ¡y llena de bolsas!, ¡la llevaron en privado, y no irá con nosotras!, ¿quién se cree que es?, ¿y no era que no tenía uno?".

"Lissa debía ir al banco en éstos días", susurró Nataly, refunfuñona; "¿y, qué le costaba avisarme?, de seguro fue con esa otra, ¿cierto?".

"¿Rose?", dudó Camille.

"¡Y quién otra!, esa dhampir siempre está metiéndose en todo. ¡Por qué no se murió en ese accidente, y los demás, si!".

Su voz sonaba tan dura y cruel; que Camille dio un paso atrás.

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"Así que Lissa compró su vestido", le dijo a Camille, dulcemente, y esta asintió; cayendo en la compulsión, "y sólo nos preguntamos qué color es, ¿cierto?".

"Cierto".

"Y tú le vas a preguntar, ¿obvio?".

"Obvio".

"Espera a que entre, entonces. Tú la viste, tú quieres el primer chisme".

Y, justo en ese momento Vasilissa entraba, y cargada de cosas.

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Dimitri cargaba una funda, que debía contener el tan mentado vestido.

"¡Lissa!, ¿de qué color es tu vestido?", saltó Camille.

"Verde, obvio", respondió entre risitas. "Dimitri, encanto, ¿cuelga el vestido tras la puerta?, yo comenzaré a guardar mis churrines, ¡es que... estaban en oferta!".

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Mientras tanto, Áurea ayudaba a Rose con sus bolsas; incluyendo el verdadero vestido de Vasilissa.

El otro -el señuelo-, era para su próxima reunión con la reina Tatiana, en realidad.

"Ese vestido dorado va a desatornillar todas las cabezas, Rose. ¡Es hermoso!", y miraba el precioso vestido dorado, y su etiqueta; "¿de quien dijo que era el modelo?".

"Kate. La actual Princesa de Gales. Ella lo usó en el estreno de 007, o eso me dijo Liz".

Áurea revisó en internet, y encontró el modelo original; que le mostró.

"No uses el pelo totalmente tomado, sino en parte. Ese vestido es de gala, y se entiende. Esta versión no lo es, sorry. Te verás linda, igual. Quizás, puedas conseguirlo vintage más adelante, y usarlo cuándo seas más grande. Y hablo de edad. Tu cuerpo... Se ajustará, pero ya no es el de la niña de 16 años, que salió de acá a escondidas".