— Oh, ¿es su hermana…?

Hinata parpadeo, mirando hacia su primo, sin entender porque había dicho Hermana. Jamás habían sido cercanos con Neji, por alguna razón, él odiaba a su padre y era un sentimiento compartido por parte de su padre hacia él.

— Eso explica el parecido ¿verdad?

Hinata volvió a parpadear, dándose cuenta que el que hablaba era el hombre a su espalda. Su primo, Neji, levantó sus ojos grises hacia la dirección del hombre que murmuraba demasiado alto.

— Tenten—, llamó, aunque Hinata no sabía a quién se dirigía.

Ella se tensó cuando la mano de su primo se extendió y tomó la de ella, haciendo que entrara a la casa. La alejó de la pareja que los había separado de los Uzumaki y ella observó a una joven bonita, de ojos rasgados caminar hacia la puerta con dos bolsos negros. Hinata vió como dejaba los bolsos en el suelo, al frente de la pareja.

—¡Genial!— exclamo el hombre, agachándose y tomando los bolsos—. Un placer trabajar para usted, señor jefe—, le dió un saludo militar y se giró con los bolsos.

La mujer, Tenten, se quedó al frente de la puerta, mirando a Konan, Neji y ella unos pasos atrás.

— Estaremos en contacto —, dijo Konan hacia Neji y se giró, para seguir al otro hombre.

Tenten cerró la puerta y se volvió con una mueca de asco.

— Jamás me gustaron —, murmuró.

— Pero cumplieron con el trabajo—, dijo tranquilamente Neji.

Tenten alzó una ceja, mirando a Hinata por primera vez. Ella, en algún tiempo atrás, tendría la cabeza gacha y estaría temblando de miedo. Ahora... Ahora estaba temblando, pero de furia mientras miraba hacia ellos.

— Quiero volver con los Uzumaki —, exigió, sin siquiera saludar.

Neji giró su cabeza para verla, mostrando un poco de sorpresa en su expresión generalmente fría.

—¿Generaste el síndrome de Estocolmo?

Hinata abrió los ojos, mirándolo como sí él hubiera perdido la cabeza.

—¿¡Qué dices!?— gritó, de repente cansada de que todos parecieran querer manejar su vida—. ¡Nadie pidió tu maldita ayuda!—, explotó.

Ella vió como el rostro de Tenten se arrugaba con enojo y la mujer dió un paso hacia ella, pero su primo la detuvo con un gesto.

— Déjame mostrarle..—, murmuró la mujer, dándole una mirada furiosa de pies a cabeza.

—¿Qué?— preguntó Hinata, alzando la barbilla—. ¿Qué crees que puedes mostrarme?

— Oh, niña.. no tienes idea—, dijo ella con dientes apretados.

—¡Ella de verdad me agrada!— gritó una voz desde su espalda.

Hinata giró la cabeza, viendo a un hombre alto, tan alto como Naruto. Él parecía más musculoso, pero probablemente era por la ropa ajustada que usaba. Él tenía un corte de cabello tipo taza, de esos viejos cortes que te hacían tus padres cuando no había dinero para ir a una peluquería.

Ella lo observó furiosa, al notar su expresión divertida.

—¡Amo el fuego en tu mirada!— exclamó apasionado.


Ella se bajó del auto apenas vio que habían llegado a su destino. Sus pies estaban firmes, sus ojos fijos en la puerta mientras escuchaba el arrastre de la cadena que llevaba en una mano.

La puerta se abrió mucho antes de que llegará, y observó a la criada hacerse a un lado, con la cabeza gacha.

Se detuvo una vez que sus pies estuvieran dentro de la casa, observando el vacío lugar.

—¿Dónde está?— preguntó en voz baja.

— Está esperando en la sala, señora.

Ella asintió y se dirigió al lugar. Abrió la puerta y en cuanto la vió, sintió que la furia tranquila se volvía una salvaje tormenta en su interior. Apretó los dedos en los eslabones, sintiendo que el frío metal la tranquilizaba.

— Tía..

— Silencio —, le cortó Kushina, su rostro perdiendo toda paciencia y agitó la cadena, golpeando una silla cercana y tirándola a un lado.

Shion se encogió, pero cerró los ojos y se mantuvo quieta, apretando los labios con fuerza.

— Quiero que me digas todo. Sin mentir, sin ocultar nada, Shion. Porque me importará una mierda marcarte con esta cadena.—, murmuró , su voz suave siendo más tenebrosa que sus rugidos furiosos—. Te haré sangrar, te haré doler cada respiro. Siéntate.

Shion se sentó, rápido y apretó las manos en su regazo. Aunque lo intentaba, Kushina podía notar el temblor en su cuerpo.

Ella camino lentamente, arrastrando la cadena por el suelo mientras se acercaba a la chica. Le había costado, pero finalmente cayó en cuenta que Shion había traicionado a su familia.

Su hijo estaba peleando por vivir en una sala de cirugías gracias a sus palabras maliciosas, así que, estaba decidida a sacar toda la verdad.

Hinata había sido arrancada de su casa, llevando a su nieto con ella. Kushina sentía que no podría perder a todos ellos, y no lo haría. Naruto iba a sobrevivir y ella traería de nuevo a Hinata con su nieto.

Se detuvo al frente de Shion, que mantenía los ojos cerrados. Kushina tomo la cadena con ambas manos, tensando el metal al frente de ella. Apretó los dedos, tenía ganas de matar a la chica, pero se contuvo.

Tsunade era su mejor amiga, la tía sanguínea de la chica. Su amiga estaba peleando por mantener a Naruto en el mundo de los vivos en la clínica y, si ella salvaba a su hijo, Kushina dejaría vivir a Shion. Se lo había prometido en su desesperación por no perder a su amado primogénito.

— Comienza..— exigió.

Shion se sobresaltó, como si la hubiera golpeado, pero pasado unos segundos, ella abrió lentamente los ojos. La miró a la cara, la descarada, sus ojos rojos e hinchados. Pero no provocó ningún sentimiento de pena por parte de Kushina. En todo caso, las ganas de golpearla se multiplicaron.

— Hace unos días una mujer se comunicó conmigo..

—¿Cuántos días? ¿Cómo se comunicó contigo? ¿Que mujer?— preguntó rápidamente, cortando su relato—. Dime todo Shion —, dijo con los dientes apretados—. O te juro que...— guardó silencio, tensando la cadena en sus manos, sin necesitar poner en palabras lo que haría.

Shion se encogió, pero asintió, pálida y temblorosa.

— Ella me mandó un mensaje por Facebook—, tartamudeo—. Hace una semana. Me dió pruebas de que Hinata había estado en un tratamiento de fertilidad. Me mostró fotos de su historial clínico. Me dió el nombre del doctor y la clínica que la había tratado. Yo creí..

—¡No importa lo que creíste!— volvió a cortarla cuando ella comenzó a llorar de nuevo —. Su nombre. ¡Quiero su nombre!— exigió.

—¡Tenten! ¡Ella se llama Tenten Tsuki!

Continuará...