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Los siguientes reencuentros no fueron justamente gratificantes como le hubiese gustado considerarlos. Desde su perspectiva, Sonic había visto el renacer de Shadow como un lienzo en blanco: sin recuerdos, ahogado en confusión, con pinceladas variadas de una personalidad que no conocía en él, cuya faceta de descubrimiento parecía el berrinche de un niño pequeño que apenas aprendía a reconocer sus propios sentimientos y validar sus emociones.
Era agotador verlo, en especial porque ya había convivido con una versión más amena de la forma de vida perfecta.
Tampoco era como si se hubiesen tratado como los mejores amigos de toda la vida, porque a Sonic no le interesaba en lo más mínimo lo que ocurriese con él aunque muy en sus adentros ansiaba una cercanía única con Shadow otra vez. Desde la primera vez que lo había visto, presentándose ante él con la Esmeralda del Caos verde en la mano, inculpándolo de maliciosos actos, le tenía una fascinación que no podía explicar, y esa misma fascinación lo hacía picarse con el tema general de Shadow hasta el grado de intentar hallarle lógica. Antes de que ambos conociesen a Silver, Sonic no se había topado con alguien igual de similar a sí mismo como lo era Shadow. Considerarlo un hermano perdido o entrelazar cualquier situación familiar con el erizo negro sonaba bastante estúpido e improbable, así que había decidido considerarlo un doppelgänger porque, además de que se escuchaba más emocionante, Shadow se veía como él, a veces hablaba como él, posiblemente compartía una anatomía igual a la de él, tenía una mirada tan centrada como la de él y un enfoque similar a él pero, por supuesto, no era él.
Sonic veía a Shadow y sentía que observaba un espejo, porque parecía verse a sí mismo en el reflejo.
Claro, sabía que no estaba perdiendo la cabeza cuando fueron sus propios amigos los que le recalcaron todas aquellas similitudes, enfatizándole que pese a tanta simetría, existía un punto de quiebre que los diferenciaba. Hasta en ese entonces, Sonic no sabía cuál era la distinción entre ellos, pero imaginaba que tenía que ver con la actitud. Shadow es como tú pero no es tú, había sido la opinión de Tails. Te pareces mucho a Shadow pero tú no eres Shadow, había sido la de Knuckles. Te confundí con él cuando lo conocí pero de inmediato supe que no se trataba de ti, había sido la honestidad de Amy. Eran ideas tan abstractas pero correlacionadas, porque todos ellos tenían razón en algo.
Sonic no era Shadow y Shadow, por más que intentase, no podía ser Sonic.
El hecho de que con sólo unas simples palabras Shadow le había cautivado el insano corazón era, irónicamente, exhaustivo también. Aun así, el desinterés era algo característico entre ellos, con Sonic ocupado la mayor parte del tiempo y Shadow encargándose de sus propios asuntos. Coincidían cuando había problemas con el Doctor Eggman o alguna otra cosa extraordinaria pasaba; sin embargo, no había algo más allá de unos simples diálogos entre ambos, a veces una candente o pícara discusión, o una simple pelea física para marcar territorio y autoridad uno sobre el otro.
Porque, desde luego, Sonic era el primero en accionar y Shadow sólo reaccionaba a sus movimientos. Era una competencia constante entre orgullos, egos e ilusiones. Las reflexiones solían provenir de ambos lados de la moneda, con Sonic preguntándose por qué Shadow lo trataba de cierta y apática manera mientras Shadow se cuestionaba las intenciones de Sonic, acompañando las preocupaciones de su propia existencia en el mundo.
Entonces, todo cambió la primera vez que sintió el estómago retorcérsele al pensar en Shadow. Tenía quince años, una batalla recién ganada con el Time Eater y un chillidog recién preparado. Sonic no solía tomarle importancia al tiempo en sí o al futuro por motivo de su velocidad, pero desde que había pasado largos ratos en compañía de su propia diminuta versión, pensaba en darse un respiro para disfrutar el día de campo que sus amigos habían planeado por su cumpleaños. Llevaba apenas algunos minutos conviviendo cuando pudo divisarlo a lo lejos, cruzado de brazos, recargado en el tronco de un manzano, sin querer acercarse al fiestero ambiente del evento.
Sonic, parado a unos cuantos metros en compañía de un distraído Knuckles que se empeñaba en discutir con Amy sobre un tema que a él no le importaba mucho, observó de reojo a Shadow, sin poder disimular su curiosidad. En otras circunstancias, se hubiese quedado en su lugar hasta ignorar el sentimiento. Sus adentros lo hicieron cambiar de opinión cuando se halló a sí mismo, decidido, caminando hasta él.
—Pareces divertirte mucho —le habló sarcástico una vez que se encontraban frente a frente bajo el árbol, a cierta distancia del picnic y del grupo que seguía concentrado en el escándalo. Sonic quiso acortar más la distancia entre ambos, posicionándose a su lado, sin quitarle la pícara mirada de encima—, ¿por qué no te acercas y comes algo con nosotros? —cuestionó genuino, con toda la intención de iniciar conversación.
—No me apetece —respondió Shadow, conciso y estoico, mirando al horizonte en dirección al grupo de amigos. Sonic levantó una ceja, incrédulo por si quiera preguntar, llevándose una mano a la cadera, observándolo acomodarse para evitar cualquier roce entre ellos—. Desde aquí estoy bien.
—Si te mantienes lejos, no vas a conseguir un chillidog ... —continuó él, queriendo bromear, esta vez en un tono más suave. Shadow rodó los ojos y siguió dirigiendo su atención al picnic, tratando de ignorarlo—. Imaginaba que no eras fan de las multitudes... Es raro que no te hayas ido aún —admitió después el héroe, sonriéndole más tranquilo.
—Lo dices como si fuese un bicho raro... o antipático —fue el turno de Shadow para mirarlo directo a los esmeraldas ojos, con Sonic sintiendo una pesadez en el estómago al enfrentar los afilados iris carmines—. No me conoces.
—Podría intentar hacerlo —respondió veloz él, sin titubear o cambiar sus calmadas facciones; aunque su propia réplica salió automáticamente de sus labios, Sonic pudo notar cómo la sorpresa se apoderaba tanto de sí mismo como de su acompañante al comprender sus propias palabras; no sabía de dónde había salido tal iniciativa—. Claro, si la oportunidad aparece —agregó; quiso aclararse ante él, de nuevo, no sabiendo realmente el por qué.
Los dos erizos sostuvieron la mirada en un eterno silencio. Uno con las estoicas facciones pero las pupilas tan dilatadas en pleno impacto al ser tomado desprevenido y el otro con la mente en blanco, aún con una diminuta y cálida sonrisa con la que escondía el caos en su cabeza. De lo único que Sonic fue testigo esa tarde, fue de cómo Shadow se quedaba callado a su lado, reflexivo ante su honestidad. Parecía haberlo dejado procesando la situación, con la mente repasando una y otra vez el ciclo de su conversación hasta encontrar la indirecta con la que, prácticamente, el erizo azul le pedía esa cercanía de la que tanto se había quejado en el pasado.
El resto de la tarde, Sonic pasó festejando su cumpleaños con el resto de sus amigos, como si nada hubiese pasado. Shadow, por otra parte, se fue sin despedirse.
Pese a que Sonic no estaba muy seguro de lo que había pasado entre ellos, sentía que aquella situación con la forma de vida definitiva le despertaba una nueva y excitante emoción en sus adentros. Dejar a Shadow sin palabras era como una de las tantas victorias que obtendría durante aquella sutil y tensa competencia entre ambos, esperando por ver quién caería primero ante los encantos del otro.
