Avatar de Yggdrasil en el universo de Harry Potter
CAPÍTULO 1: Antecedentes.
En el mundo de Yggdrasil, un universo alternativo arraigado en la mitología nórdica, la esencia misma del cosmos se representa en el majestuoso árbol coloso que sostiene los nueve mundos, entre ellos Asgard, el reino de los dioses, y Midgard, el hogar de los humanos.
Este mundo cautivador se caracteriza por su asombrosa exuberancia natural y una curiosidad inagotable por todo lo que se pueda descubrir. Sin embargo, también es un lugar en el que los horrores y los peligros superan con creces cualquier concepción de la imaginación.
En las profundidades de Yggdrasil, una variada gama de seres encuentra su morada. Algunos de estos seres son inherentemente benévolos, mientras que otros, sin lugar a duda, merecen la descripción de monstruosos, capaces de desencadenar eventos aterradores que sacuden los cimientos del mundo.
Pero ¿qué sucede cuando se logra lo que parece imposible? En un mundo post-apocalíptico de la Tierra, gobernado por el caos y la contaminación y bajo la égida de poderosas corporaciones, un selecto grupo de investigadores de alto rango logró acceder al código fuente de Yggdrasil. A través del desarrollo de tecnología avanzada, crearon una forma de interactuar con este mundo alternativo mediante un juego de realidad virtual denominado Yggdrasil.
Los primeros astronautas en esta anomalía son los jugadores que adquirieron el juego para sumergirse en el emocionante mundo del nuevo lore y disfrutar de la diversión del juego de realidad virtual.
Aquellas personas que crearon sus propios avatares se les denominaron "jugadores", representando una forma de vida y biología alienígena en contraste con los habitantes originales del lugar, que existen al margen de la jurisdicción divina y las reglas universales.
Las reglas que rigen este mundo se basan en la premisa de establecer normas diferentes para la reencarnación. Un ejemplo de esto se encuentra en los seres antropomorfos nativos de Yggdrasil; cuando fallecen, renacen en el propio planeta bajo la forma de otra raza autóctona del lugar. Sin embargo, estas reglas cambiaron drásticamente debido a la intervención de los humanos. Ahora, en lugar de renacer en su forma original, estos seres renacen una y otra vez con el propósito de otorgar puntos de experiencia a los jugadores.
Esta relación parásita, en la que Yggdrasil se convirtió en un mundo destinado a servir de transporte para los jugadores y sus creaciones, llevó a la desaparición de este mundo tal como lo conocemos, a pesar de haber derrotado al devorador de mundos. Solo los extraterrestres conocidos como jugadores sobrevivieron.
Es por eso por lo que muchos seres de Yggdrasil anhelan la existencia de Lucas, un Homúnculo singular creado por el talentoso invocador de insectos, Ramtes. Aunque Lucas es un personaje de apoyo, posee una característica distintiva: en sus venas corre la sangre de varios campeones del mundo, un don que solo unos pocos elegidos entre los humanos han logrado. Lucas es único en su capacidad para sobrevivir más allá de la muerte.
A lo largo de los años, Lucas, como un ser codiciado, ha llevado una vida discreta, aliándose con seres crueles y despreciables con el único propósito de sobrevivir después de la desaparición de su mundo debido a los jugadores.
Pero en medio de sus momentos de introspección y pesadillas, una figura se alza en la oscuridad de su mente: Ramtes, su creador. En sus visiones, Ramtes adopta una forma monstruosa y retorcida, con tentáculos serpenteantes que se contorsionan a su alrededor, ojos vacíos que emiten una luz maligna y una boca llena de dientes afilados que parecen desafiar las leyes de la realidad. Su presencia en los sueños de Lucas es una constante fuente de temor y ansiedad, sugiriendo una conexión oscura y profunda entre el homúnculo y su creador.
En la penumbra de su refugio, Lucas se enfrenta a la verdad que ha evitado durante tanto tiempo. La figura de Ramtes, que lo atormenta en sueños, no es solo un espectro de su imaginación, sino una manifestación de su propia esencia, un eco de su poder latente. Lucas comprende que su creador le ha imbuido no solo con la sangre de campeones, sino también con un fragmento de su propia conciencia oscura, una semilla que ahora comienza a germinar.
Con cada pesadilla, Lucas se vuelve más fuerte, sus habilidades se amplifican y su comprensión del cosmos de Yggdrasil se profundiza. Se da cuenta de que su existencia no es un accidente, sino parte de un plan maestro concebido por Ramtes, quien, a través de su creación, buscaba un legado que trascendiera su propia mortalidad.
Mientras tanto, los jugadores, ajenos a la transformación de Lucas, continúan su juego, recolectando puntos de experiencia y explorando los confines de Yggdrasil. Pero el equilibrio está cambiando. Los seres nativos de Yggdrasil, cansados de ser meros peones en un juego ajeno, comienzan a notar la presencia de Lucas, cuya aura se expande con cada renacimiento.
Una noche, bajo la luz de las dos lunas de Yggdrasil, Lucas se aventura fuera de su escondite. Se encuentra con un grupo de seres nativos, quienes lo reconocen no como un enemigo, sino como una posible salvación. Juntos, forjan un pacto: Lucas les enseñará cómo aprovechar el poder de sus renacimientos, cómo resistir la opresión de los jugadores y cómo reclamar su mundo una vez más.
La alianza entre Lucas y los nativos de Yggdrasil desencadena una serie de eventos que ningún jugador podría haber previsto. A medida que los nativos se empoderan, el juego cambia. Los jugadores ya no son los cazadores indiscutibles; ahora son también presas. La caza se convierte en una lucha por la supervivencia y el dominio.
Lucas, con cada renacimiento, se acerca más a la entidad que Ramtes había soñado: un ser capaz de unir los mundos, de restaurar el equilibrio y de enfrentar las fuerzas que amenazan con consumir Yggdrasil por completo. En su corazón, una chispa de esperanza se enciende, una visión de un futuro donde Yggdrasil no sea solo un campo de batalla, sino un hogar para todos sus hijos, libres de la tiranía de los jugadores.
La lucha de Lucas y los seres de Yggdrasil contra los jugadores se intensificó, alcanzando un clímax en el que la victoria parecía estar al alcance de la mano. Pero en el momento más crítico, cuando la resistencia nativa estaba a punto de reclamar su mundo, ocurrió lo inesperado.
Un día, una luz intensa iluminó y cegó sus ojos, dejándolo inconsciente y ansioso por descubrir el destino que llevaron a cabo aquellos jugadores que causaron la ruina de su mundo. En su mente solo resonaba una esperanza: que su creador, el antiguo invocador de insectos, pudiese presenciar su nueva vida en este nuevo mundo que él mismo no pudo salvar.
La luz era el preludio de una nueva catástrofe. Los jugadores, en su desesperación por mantener su dominio, habían desatado una fuerza que ni ellos podían controlar. Un virus digital, diseñado para reiniciar Yggdrasil y borrar toda resistencia, se propagó como un incendio forestal, consumiendo todo a su paso.
Lucas, al despertar, encontró un mundo irreconocible. La exuberante vegetación de Yggdrasil, sus criaturas mágicas y sus ciudades flotantes, todo había sido reducido a cenizas digitales. Los jugadores, aquellos extraterrestres que habían tratado a Yggdrasil como un mero juego, también habían desaparecido, víctimas de su propia arrogancia.
Solo quedaba Lucas, el homúnculo con la sangre de campeones, el único ser que había sobrevivido al reseteo gracias a la oscura previsión de Ramtes. Pero la supervivencia tenía un precio. Lucas había perdido todo lo que le daba propósito: sus aliados, su lucha, su mundo.
En el silencio de la desolación, Lucas se dio cuenta de que su batalla había terminado antes de que pudiera comenzar. No había mundo que salvar, no había legado que dejar. Solo quedaba la vasta nada, un recordatorio de lo que una vez fue Yggdrasil.
Y así, la historia de Lucas y el mundo de Yggdrasil llegó a su fin, no con una victoria gloriosa, sino con un susurro en la oscuridad del cosmos, un eco de lo que podría haber sido y nunca será.
