[Mini-fic]

Ouzo Dulce

—Avenir & OC/Nausica—

Avenir de Aries está atrapado. Su época y su mundo han sido destruidos, y el que la mayoría de los santos dorados del siglo XVI lo rechace, le hace sentirse bastante solo. Para él, una segunda guerra santa ha empezado y debe estar preparado para todo. Y quizás lo está para pelear, pero no para ser atendido por Nausica, una torpe curandera.

Disclaimer:

Saint Seiya © Masami Kurumada

Ouzo Dulce © Adilay Fanficker

Advertencias: Continuación del fanfic "Cerveza Rosada". El cual se recomienda leer antes de este, pero no es obligatorio. / Basado en el manga "The Lost Canvas", en la guerra santa del siglo XVI; pero no sigue el arco original. / OOC en algunos personajes. / Escenas sexuales implícitas y explícitas. / Personajes originales agregados. / Presencia de sangre, heridas, y violencia. / Lenguaje fuerte.


Por si hay dudas...

Orden de lectura de este universo:

1.- "Cerveza Rosada". (Publicado: TERMINADO).

2.- "Planes de guerra". (Publicado: TERMINADO).

3.- "Ouzo Dulce". (Publicado: EN PROCESO).


Notas: Esta ship me sacó mucho de onda cuando se me ocurrió. Créanme, no son los únicos.

Pronto les diré exactamente cómo fue concebida XD. Mientras tanto, quisiera dejarles con este pequeño prólogo.

Hasta ahora, Fanfiction es la única página donde este fanfic está siendo publicado, si llegan a ver este u otro de mis fanfics por ahí, les agradecía si me lo dijesen.

¡Ya sin nada más que agregar! ¡Empezamos con la pequeña historia de esta inesperada ship!



Prólogo

— El regreso —



El infierno para Nausica estuvo a un "quiero volver a Rodorio", de distancia.

Aunque Gateguard de Aries se lo haya advertido sólo una vez, y durante horas Luciana se lo haya preguntado en más ocasiones usando esa típica cara compungida que decía claramente que no confiaba en su buen juicio: "¿de verdad estás segura de lo que harás?", Nausica como buena tonta estuvo respondiendo con un gran miedo interno y una valentía de cartón externa: "sí, lo estoy; no te preocupes".

Y en su defensa, ella en verdad creyó que podría lidiar con lo que enfrentaría si dejaba el Mundo de los Sueños y volvía a la realidad. Allá donde la Guerra Santa estaba a punto de comenzar.

A decir verdad, a Nausica le hubiese gustado que Margot tampoco se hubiese preocupado tanto, para que pudiese quedarse con Colette y su verdadera familia, como había querido hacer, en lugar de volver a Rodorio con ella, su madre y sus abuelos… justamente el día en el que todo comenzó a ser un caos.

Apenas los 5 aparecieron de vuelta en la casa de la madre de Nausica, todos oyeron los gritos de los pueblerinos, afuera en las calles.

—Les deseo mucha suerte —les dijo seriamente la diosa menor, Penélope, desapareciendo de sus vistas.

Margot se asomó por una ventana, informándoles que el pueblo parecía estar siendo evacuado, por lo que la madre de Nausica y sus abuelos, debían salir de ahí.

—¡Tomen todo lo que puedan! —dijo Margot, apresurando todo—. ¡Deprisa! No deben quedarse atrás.

Nausica, por su lado, se distrajo más de lo que debía con algunas manchas de sangre aún visibles en las paredes y el suelo.

Lo había olvidado…

«Aquí… Luciana… ella» pensaba ida, delineando cada marca roja oscura que apenas podía ver gracias a los pequeños huecos de luz entre paredes y las ventanas.

Comenzando a respirar pesadamente, Nausica frunció el ceño ante las imágenes que volvían.

Luciana acuchillando… Luciana desgarrando y gritando. Aquel hombre tendido en el suelo… pedazos de carne y sangre salpicando por todos lados, incluido el rostro de Nausica…

Las manos comenzaron a temblarle. Ella misma percibía el frío aumentarse en su cuerpo.

El recuerdo de esa noche pareció haberse desbloqueado de su cabeza, como si estar en aquel mundo entre los dioses, le hubiese borrado aquella sensación de horror y asco; cosas que volvían, haciéndola sentirse sofocada en este reducido espacio.

—¡Nausica! —exclamó Margot, despertándola—. ¡Vámonos!

—S-sí…

Lo más rápido que pudieron, los abuelos y madre de Nausica tuvieron que tomar sólo lo esencial. Al salir, los tres apenas alcanzaron a una de las caravanas de refugiados que ya se iban, y eso era porque los ancianos, bebés y niños junto a los adultos que les cuidaban (en su mayoría mujeres) tenían algo de prioridad. Casi todos los hombres de 14 años en adelante, tendrían que quedarse y ser "de ayuda".

Fuesen o no soldados, los varones no se irían a ningún sitio seguro hasta que la guerra se acabase.

A Nausica le rompió el corazón ver niños siendo apartados de sus madres; algunas mujeres tuvieron que dejar a sus hijos varones junto a los padres y tíos. Otras gritaban porque las dejasen quedarse con ellos, pero se les decía que ellas sólo iban a estorbar. Que se fuesen y cuidasen de los bebés, niños y ancianos ya que ellas eran las que "sabían" de esas cosas, además de que también podían cocinar y amamantar.

—¡Nausica! ¡No te distraigas! ¡Ven, vamos! ¡Tenemos que ir con ellas! —gritó Margot, de pronto, sujetando a Nausica de su muñeca derecha, apartándola de su madre y abuelos, que no tuvieron tiempo de decirse un "adiós" adecuado.

Fue asombroso para Nausica lo rápido que se abrumó. Incluso se mareó.

Todo pasó muy rápido, o esa fue la impresión que le dio ya que la joven rubia apenas pudo mantenerse respirando y viendo, estática sobre el suelo, cómo todo a su alrededor se caía en pedazos.

Margot, que al parecer estuvo buscando el inicio del camino que habían decidido seguir, arrastró a Nausica hasta un pequeño grupo de mujeres; de un aproximado de 16 a 50 años. Todas ellas siendo guiadas por 4 amazonas con máscaras y armaduras de bronce, caminando hacia un destino que Nausica desconocía.

La incertidumbre comenzó a manifestarse. ¿Su madre y abuelos iban a estar bien? ¿Volvería a verlos? ¿Ella misma vería el final de esta guerra?

—Nausica. ¡Nausica! Escucha, esas amazonas nos llevarán al Edificio de Enfermos y Heridos; donde traerán únicamente a todos los que sean afectados por los ataques de los espectros del dios Hades —le dijo en susurro Margot—. Como puedes ver, no somos muchas. Y eso es porque no quieren a cualquiera metiéndose donde "no la llaman" —suspiró cansada—. No fue fácil convencerlas de que podríamos ayudar en ese edificio, ya que no somos curanderas, pero nos darán el beneficios de la duda y empezaremos haciendo limpieza y ese tipo de cosas. Ahí nos dirán qué tanto podremos hacer. Oye, ¿estás prestándome atención? —espetó cerca de Nausica, jalándola un poco.

—Disculpa… sí, lo estoy —musitó en respuesta, dejando de pensar en su madre y abuelos… y en esos niños que habían sido obligados a quedarse.

¿Qué harían ellos?

Nausica miró atrás por encima de su hombro, viendo a la gente repartirse en varios caminos. Muchos varones estaban siendo escoltados por un grupo de soldados sin armaduras (vistiendo únicamente "atuendos de entrenamiento") en dirección desconocida.

«Por favor, qué esto acabe pronto» pensó antes de tropezar una vez, siendo sujetada por Margot.

—Vamos, ¡despeja la cabeza! Tú querías venir, ¿recuerdas? —le dijo bruscamente, como si estuviese ya culpándola de algo.

—Yo no te pedí acompañarme —murmuró Nausica por lo bajo.

Margot la vio de reojo.

—Alguien tiene que cuidarte.

—No soy tu hija, ya suéltame —dijo brusca, zafándose del agarre de Margot.

—Te pasaré eso sólo porque debes estar triste por separarte de tu familia; y muy mareada… yo también lo estoy. Como si ese sitio nos hubiese adormecido y de pronto nos despertásemos en esta pesadilla. ¿No lo sientes así? —bisbiseó sin esperar respuesta. Nausica la miró sorprendida, pero no supo qué decirle. Margot continuó—. Pero será mejor que te despiertes bien y te mentalices a que esto sólo irá haciéndose más difícil. Veremos cosas duras. Y debemos estar a la altura.

¿Cosas duras?

Sangre… heridos… sangre…

Nausica atribuyó su nerviosismo y malestar en el estómago a la sensación que Margot había descrito antes.

Pensó que ya se le pasaría.

—¿Crees que lo sé? —dijo Nausica entre dientes, molesta porque Margot estuviese hablándole como si ambas fuesen de dimensiones diferentes.

Antes de volver al mundo mortal, ambas habían estado hablando de lo que posiblemente pasarían cuando volviesen, y el que Margot le estuviese repitiendo lo mismo a cada instante y tratándola de este modo, la hacía sentir como una pequeña tonta. Eso Nausica no lo pensaba tolerar.

—¡Las mujeres de allá atrás, cierren las malditas bocas! —las regañó una de las amazonas, una rubia.

El resto de mujeres las miraron mal también, pero no dijeron nada.

Nausica resopló apartando la vista hacia otro extremo, con vergüenza.

Margot alzó la cara cual reina y no se dejó intimidar.

Todas recorrieron un largo y silencioso camino hasta que visualizaron grandes árboles. Mucho más grandes que los que estaban rodeando el pueblo. Nausica no se dio cuenta de eso en el momento, sino hasta que las amazonas ordenaron que se detuvieran.

Nausica miró, frunciendo el ceño, como la amazona que las guiaba alzaba una mano hacia… la nada… y musitaba algunas palabras.

Ante las sorprendidas miradas de las civiles, el sendero fue "abriéndose" de par en par frente a sus ojos como si fuese una cortina. El otro lado les permitió ver los mismos árboles gigantes, pero con un edificio enorme en medio de ellos, además de algunas cabañas y tiendas alrededor, un poco lejanos a este.

Varias personas estaban siendo despachadas al interior del edificio, enfrente de este, se hallaba una hilera de mujeres, las cuales se dirigían hacia una pequeña mesa, donde se encontraban sentadas 4 mujeres de edad mayor a los 40 años. A todas se les notaba las canas y la seriedad.

Nausica tragó saliva con cierta dificultad.

Tenía que calmarse. Ya no había vuelta atrás.

—Andando —les mandó la amazona una vez que la "cortina" se hubiese quitado por completo—. Lo que vieron es un escudo creado por Athena, otorgado a nosotros anteriormente, por uno de los santos dorados, para proteger este pequeño recinto. Salgan de él y serán castigadas duramente. Ya más tarde les dirán todas las reglas que han de seguir, pero esta es la más importante.

—¿Y cómo para qué lo abriste entonces? —preguntó Margot sin un gramo de decoro.

A Nausica casi se le salió el corazón cuando la oyó, ¿qué era esa osadía?

—¿Acaso eso no nos dejaría un poco expuestos?

La amazona líder giró su cabeza amenazadoramente lento hasta que Nausica pudo ver la mitad de su máscara.

—Ah, tenemos a una comediante —se rio otra de las amazonas, luego se puso seria—. No hizo eso, estúpida; sólo les permitió a ustedes ver y acceder al otro lado del escudo; este está como si nada. Ay, estas pueblerinas. Espero que no hagas tu trabajo como haces chistes —dijo en voz alta, quejándose.

—No bromeaba. Realmente hice una pregunta.

«¡Ya, por Athena! ¡Cállate, Margot!» imploraba Nausica poniendo los ojos en blanco, con una expresión de sufrimiento en su cara.

—Entonces haces preguntas muy estúpidas, pueblerina —le dijo la misma amazona—, un consejo: deberías guardártelas todas y callarte la puta boca de una buena vez —gruñó en voz baja.

Margot iba a decir algo, pero Nausica alcanzó a golpearle el brazo con su mano.

—Por piedad, ya cállate —le espetó, sufriendo.

¿Acaso Margot quería ser la primera paciente en ser ingresada luego de recibir una paliza por parte de unas irritadas amazonas? ¡¿Cómo podía ser tan impertinente a veces?!

En el fondo, por este tipo de cosas, Nausica no quería que Margot la acompañase.

Margot suspiró, desviando su mirada, apretando sus labios.

El resto del camino fue silencioso.

La amazona líder les dijo que se formasen en una fila ya hecha de mujeres, que iban a una sola dirección; una mesa; en esta se les daría su asignación y tendrían que cumplirla hasta que la guerra acabase o hasta la muerte.

«¿Hasta la muerte?» pensó Nausica, palideciendo.

Y como si la amazona le hubiese leído la mente, agregó:

—Oyeron bien, hasta que la guerra acabe o hasta que mueran. Y no tienen ningún permiso de salir de las fronteras del escudo. Si lo hacen, aunque sea por medio segundo, se les considerará traidoras y serán eliminadas, sin excepción. —Fue caminando hasta que se puso al lado de Nausica y Margot—. Fórmense en orden… —se acercó aún más a la pelirroja—, y cállense.

La boca de Margot estaba sellada por la fuerza que estaba haciendo con sus labios al mantenerlos juntos, pero sus ojos, los cuales eran bastante expresivos, estaban ardiendo. Ella no bajaba la mirada ante la amazona. Es más, claramente decía: "ya dejen de ladrarme, perras. Ya me callé, ¿qué más quieren? ¿Besarme el culo?" Nausica podría apostar a que Margot pensaba algo parecido a eso.

—¿Entendido? —gruñó la amazona a la cara de Margot.

Sintiéndose muy nerviosa, Nausica temblaba.

Estaba casi segura de que Margot respondería con un: "jódete". Pero por suerte, ella sólo asintió con la cabeza un par de veces.

—Bien —dijo la amazona—, fórmense ya, no pierdan el tiempo.

En silencio, todas obedecieron. Las amazonas se fueron y por fin Nausica pudo respirar un poco de paz. Sí, sólo un poco.

—Qué perras, ¿no? —musitó Margot, sacando al fin el insulto que Nausica no quería que las amazonas oyesen ni en sus pensamientos—. ¿La oíste? Todavía pregunta, cómo si no la escuchásemos a kilómetros. ¿Y acaso quería que le respondiera cuando me dijo que me callara? Esos son mensajes muy contradictorios.

—Ya cállate, Margot, por favor —pidió Nausica, masajeando su sien derecha—. No nos metas en problemas, apenas estamos llegando.

—Ay sí —se quejó—, ponte de su lado.

Nausica soltó una risita seca y la miró.

El cabello ondulado y de color rojo de Margot era la envidia de muchas mujeres y con razón. Era bellísimo y femenino, incluso olía bien la mayor parte de los días.

«Tengo suerte de que ella haya querido venir conmigo y no dejarme sola» pensó Nausica cabizbaja, sintiéndose culpable también, porque sabía que Margot no estaría aquí de no ser por ella. «Por favor, que nada malo nos ocurra».

No podría perdonarse que por su culpa, Margot resultase herida de alguna forma.

Nausica echó una mirada al cielo y también pidió a los dioses por su madre y sus abuelos; por el resto de personas en Rodorio, y claro, por todos los que combatirían en el frente de la batalla.

Rogaba también por ser de ayuda en algo.

Continuará…—


Disculpen por tardar tanto en presentarles el prólogo el primer spin-off, pero verán, como son dos fanfics pequeños con perspectivas diferentes en el mismo tiempo, me está costando mucho escribirlos y unirlos a modo que queden coherentes. :( Pero me esfuerzo al máximo.

Como podemos ver, apenas las chicas llegaron a Rodorio y ya están lloviendo "berenjanazos" XD.

Además, ya se puso sobre la mesa que estar en "el mundo de los sueños" (ya se le dará un nombre, mejor, lo juro XD) realmente afecta a quienes estén en él. Ya más adelante se informará más al respecto.

¿Ustedes cómo creen que le vaya a ir a Nausica?

Nos veremos en el siguiente capítulo.

Saludos y gracias por leer.


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