CAPÍTULO XII
Woobin estacionó su auto en un callejón solitario, cerca de un muelle de cargamento. Había recibido una llamada de su Padre, avisándole que se haría una entrega de "Hakik". El viejo Song Chung Hee ya no estaba al frente de los negocios, eso lo había dejado en manos de su único hijo, pero aún estaba pendiente de ser su apoyo en algunas situaciones que requerían de su experiencia. Woobin hablaba con uno de sus hombres por el intercomunicador.
-¿Qué tenemos?-
-Hasta ahora, hay poco movimiento. Tres Hombres custodian la zona de desembarque.-
-¿Algún auto sospechoso?-
- Solo uno, pero creemos que es de los mismos guardias, el auto se ve vacío-
-Bien. Se está acercando una embarcación, ¿Están todos en sus puestos?-
- Afirmativo, Jefe-
- Voy a acercarme, esto puede ponerse feo-
-Espere, Jefe. Los Hombres acaban de avanzar hacia el lado opuesto. Se están acercando unas camionetas blindadas-
- ¡Quédate ahí! ¡No te muevas!-
Woobin bajó del auto y empezó a acercarse para tener visibilidad, cubriéndose entre varios contenedores para no ser visto. Llevaba su arma en alto para estar alerta. Pudo ver cómo bajaban varios hombres armados de las camionetas. La Embarcación había llegado, y estaba atracando en el muelle. Poco a poco empezaron a bajar hombres cargando cajas de madera selladas, los hombres de los autos hablaban con los que bajaban el cargamento. Woobin se acercó más para escuchar lo que decían.
Se comunicaban en japonés, pero su Padre se había encargado de que aprendiera más de 6 idiomas, y el Japonés era como su segunda lengua, así que pudo entender la conversación. Al parecer, los del barco no estaban de acuerdo con el pago y querían llevarse de regreso el cargamento. La Conversación subió de tono y empezaron a gritarse, el hombre que le hablaba al japonés, apuntó el arma y disparó al compañero del que estaba discutiendo. Este se asustó y levantó las manos en señal de paz. Entonces, los demás hombres que esperaban en los autos, salieron y empezaron a cargar las cajas para meterlas en un camión blindado, el cual había llegado mientras se llevaba a cabo la discusión. Luego, el Que parecía el líder, disparo al japonés con el que había discutido antes y que estaba de rodillas, suplicando por su vida. Poco después, Woobin vio como el hombre hablaba por un intercomunicador, gotas frías de sudor corrían por su frente, cuando vio que el hombre levantaba la cabeza en su dirección. ¿Lo había visto? Logró escuchar lo que decía.
-El Cargamento está listo Señora-
- Mañana iniciamos la orden en el Senado-
—Cómo usted diga-
Woobin trago fuerte, ¿es que ese cargamento iba a ser infiltrado en el Senado? Iba a darse la vuelta para irse, cuando sintió la punta de un revólver en la nuca.
-¡No te muevas! ¡O hasta aquí llegaste palomita!- escucho que le dijeron.
-Tira tu arma!- Volvió a decirle.
Woobin levantó ambas manos y aventó su arma. Con un hábil movimiento, Woobin lanzó una patada que le dió al hombre en pleno rostro, le torció el brazo y le arrebató su arma. Su puño derecho dio de lleno en el estómago causándole daño. Woobin sabía golpear en áreas vitales. Años de entrenamiento, le habían enseñado cómo defenderse y atacar mortalmente. Pero el Hombre no estaba solo, así que en pocos minutos, se vio rodeado de al menos diez hombres más. Pero él no se daría por vencido, sus Hombres también fueron interceptados y también estaban siendo atacados, algunos lograron llegar donde estaba él y pudieron apoyarlo. De esta forma, Woobin logró liberarse y fue tras el líder, cuando le dio alcance, se lanzó sobre él derribándolo por la espalda con una patada certera. El hombre cayó y Woobin aprovechó para someterlo, debilitándolo con golpes. Cuando vió que estaba vencido, lo apunto con el arma.
-¿Para donde va el cargamento?-
-Príncipe Song- dijo el hombre jadeando. - usted debería estar de nuestro lado, no en contra-
Woobin le pegó con la culata en la cara.
-¡Te hice una pregunta!- le dijo irritado. El hombre sonrió con suficiencia.
-Creo que ya lo escuchaste. Tu amigo tiene los días contados-
-¿Para quien trabajas?-
-¡Eso! Usted también ya lo Sabe- le dijo sonriendo de nuevo, mostrando la dentadura roja por la sangre. Míralo por ti mismo – le dijo señalando hacia donde estaba el camión de cargamento. Woobin escuchó un disparo y volteó rápidamente. Uno de sus hombres yacía en el suelo inerte. Frente a él, una mujer con un vestido completamente negro y un velo del mismo color que le cubría el rostro, bajaba el arma con la que había disparado. Levantó la cabeza y se quedó quieta, mirándolo directamente. Después de unos segundos, que parecieron horas, se dio la vuelta y caminó con pasos lentos hacia una camioneta blindada. El vehículo arrancó y detrás de él avanzó el camión y los demás vehículos. Woobin volvió la vista de nuevo hacia el Líder, pero este ya no estaba. Había escapado. ¡Demonios! Sus hombres se acercaron a él.
-Era la Viuda Negra Amo. Así la llamaron ellos. Es a quien ellos sirven-
Woobin tenía el corazón acelerado. El miedo lo invadió. Tenía que hablar con Jihoo. Pasaba de la media noche, esperaba que estuviera despierto. Él tenía que saber. Las cosas se complicaban cada vez más.
-¡Vámonos!- les dijo a sus Hombres.
- ¡Ayuden a los heridos y lleven los cadaveres!-
- ¡Si amo! –
- ¡Espera! Llama a los demás que están haciendo guardia en los demás lugares de desembarque y diles que se retiren-
-Como usted ordene amo, pero tengo entendido que llegará otro cargamento en dos días-
- No tiene caso que vigilemos, ellos ya saben de nosotros, hoy me di cuenta. Es hora de enfocarse en su líder-
- Entendido Amo- y con una reverencia dejó a Woobin solo.
-¡Espero que no seas tú!- hablo para sí mismo, se metió en su auto y arranco hacia la mansión Song. Debía hablar con su Padre y… también con su amigo.
Jandi había estado mirando a Jihoo desde la barra. Veía la forma en que se encargaba de hablar con los invitados y de despedirlos cortésmente. ¿Cómo podía ser amable en una situación como ésta? Con su dedo le daba vueltas a la orilla de su copa. Había bebido un sorbo, con la intención de embriagarse, pero se distrajo mirando a quien ahora era su esposo. Y eso le impidió lograr lo que se había propuesto. De pronto, se dio cuenta de que ese hombre apuesto y amable, ahora le pertenecía. Jugaría un poco con él. Esperaba lograr meterlo a su habitación, y llevarlo al borde de sus instintos. Tenía que hacerle ver quien era la del Poder en este matrimonio. Y que él no podría manejarla o dominarla. Pues ningún hombre, ni siquiera Junpyo, fue capaz de hacerla doblegar. Siempre serían ellos quienes harían lo que ella quisiera, y no al revés. Cuando sintió que se sentaba junto a ella en la barra, decidió iniciar el juego. Fue relativamente fácil llevarlo hasta su habitación, era momento de actuar. Tuvo que aguantar la risa mientras fingía estar borracha y de este modo, ignorar el hecho de que su olor le producía una sensación agradable, al igual que su toque. Entreabrió los ojos mientras estaba acostada en la cama y vio como se quitó el saco y se aflojó la corbata. Le gustó lo que vio. De repente, ya no quería jugar, quería algo verdadero, anhelaba un toque de sus manos, ¿Una caricia tal vez? Su perfume inundó la habitación y fue nuevamente agradable. Algo dentro de ella se empezó a remover. ¿Qué diablos estaba pasando?Despertó en ella la necesidad de tenerlo cerca nuevamente. Lo Sintió sentarse junto a ella y tocarla tratando de arroparla. Su cercanía empezó a hacer que sus latidos se empezaran a acelerar. Luego él se alejó. No podía dejar que se fuera, así que lo jalo con fuerza del brazo. El intentó soltarse de su agarre. El juego terminó. Así que con determinación, se sentó de golpe, poniendo al descubierto su engaño. Vio la Sorpresa y la confusión en su rostro. Pero su necesidad era ya insostenible. ¿Es que la soledad le estaba pasando factura? ¿Desde cuando no había sentido a un hombre tan cerca? Junpyo y ella se habían convertido en extraños desde hacía muchos años atrás. El ya no era el mismo y ella tampoco. Y el hecho de tener a alguien como Jihoo en su cama, le estaba nublando los sentidos.
-Ahora eres mi esposo…- le dijo tan cerca que casi podía tocar sus labios. Ella estaba cayendo en su propio juego, pero eso no le importaba ahora. Ya había sentido sus labios cuando sellaron el compromiso. Pero quería sentirlos de nuevo. No había sido suficiente. Él vaciló ante su atrevimiento, pero no se alejó. La miraba intensamente. Era evidente que estaba debatiéndose consigo mismo, sin embargo, pudo ver el deseo en sus ojos. Él le tomó las manos y con delicadeza las bajo.
-Tú no quieres esto- le dijo- Sabes que este matrimonio es una farsa y es patético. Tú misma lo dijiste. No me deseas. ¿Qué pretendes con hacerme creer eso? ¿Quieres que caiga en tu juego de seducción? ¿Estas midiendo mi voluntad? ¡No voy a caer Jandi! ¡No seré tu juguete!-
-¿Crees que estoy jugando contigo?- le preguntó ofendida y enojada.
-¿Y no es así?- le respondió él alzando una ceja. Ella se soltó molesta de su agarre. Se alejó de él y se paró frente a la puerta dándole la espalda. Odiaba que fuera tan perceptivo. Se dió cuenta de sus intenciones y eso no era lo que ella quería. Después sintió que se acercaba tras ella, se le erizó la piel cuando le habló al oído en un susurro.
-¿Quieres reclamar tu puesto como señora Yoon?- la agarró de los hombros y la giro de golpe frente a él. Le rodeo la cintura con uno de sus brazos para pegarla a él, lo que la tomó desprevenida. Su pecho subía y bajaba ante la conmoción de su repentino acercamiento. Él miraba sus labios intensamente lo que hizo que sus latidos se aceleraran, haciendo que su cuerpo empezara a temblar de forma involuntaria.
-¿Vas a fingir de nuevo?- Le dijo muy cerca. Con la mano libre le tomó la nuca y empezó a acercar su rostro al de él. Hizo ademán de besarla y ella por instinto cerró los ojos. Pero el beso nunca llegó. Abrió los ojos cuando sintió como la soltaba poco a poco.
-Yo También puedo jugar Jandi – le habló mirándola con los brazos cruzados. – No juegues con fuego, porque te puedes quemar- dicho esto, tomó su saco y pasó junto a ella para salir de la habitación.
-Que pases buenas noches, Señora Yoon- y salió de la habitación cerrando la puerta tras él. Jandi estaba furiosa. Maldito Bombero. Le había regresado el juego, y de qué manera. ¡Como se atrevió a burlarse de ella! Fue al tocador y aventó un perfume estrellándolo en la puerta, haciéndose añicos. Esto no se iba a quedar así. Su Esposo no sabía que había abierto la caja de Pandora. Haría que se enamorara de ella y después lo haría sufrir y suplicar de rodillas por su amor. Yoon Jihoo había cavado su propia tumba.
Jihoo se apoyó un momento en la puerta después de salir. Escuchó algo que se estrelló en ella. Sonrió de medio lado, estaba enojada. No se dejaría intimidar, Jandi pensaba que seguía siendo el iluso e ingenuo Jihoo que conoció en la secundaria. Ya no lo era. Sabía que estaba tratando de seducirlo, para hacer que El estuviera a sus pies, y manejarlo a su antojo, eso no iba a pasar. Claro que tuvo que aguantar sus impulsos por concederle lo que quería. Ella, con ese vestido entallado, y seduciéndolo de esa manera, era difícil para cualquier hombre no caer rendido. Pero, aquí había mucho de por medio, y tenía que cuidar muy bien sus pasos. Aún tenía el pecho acelerado por la intensidad del momento. Esa
Mujer era un demonio en persona. Pero, un hermoso demonio. Sentía que cada vez iba a ser más difícil soportar sus intenciones. Se pasó una mano por el cabello para tranquilizarse, Jandi no iba a rendirse, estaba seguro. Tendría que ver la manera de no caer, pero sentía que en algún momento no iba a ser tan fuerte. Tenía un poder de seducción increíble y aunado a lo hermosa que era, ignorarla iba a ser una misión realmente complicada. Caminó por los pasillos y se encontró con la ama de llaves. Ella hizo una reverencia.
-Señor, ¿quiere que lo guíe a su habitación? Ya está lista.-
-No pensaba quedarme- le respondió Jihoo
-La Señora dio órdenes de que hoy no saliera- Jihoo resopló. Lo que se temía ya estaba sucediendo. Iba a replicar pero vio a los fotógrafos de la prensa merodeando por los jardines. Volteó los ojos, tendría que quedarse por esa noche.
-De acuerdo, te sigo- le dijo ya resignado.
Se dio cuenta que le habían asignado la recámara frente a la de Jandi. —Adentro encontrará lo que necesite, ¡Con permiso!- dijo el ama de llaves y con una reverencia, se dio la vuelta y se fue. Jihoo entró a la habitación. Era grande con un ventanal hacia los jardines. Vio en la cama una pijama puesta para él. Decidió darse un baño relajante antes de dormir. Después de un rato se metió en la cama, pero no lograba conciliar el sueño. Tenía una reunión a primera hora en el senado, esperaba no quedarse dormido por el cansancio y el insomnio. Escucho como se abría y cerraba la puerta de enfrente, checo la hora, 2:35 am. Pensó que tal vez ella tampoco podía dormir. Prendió la lámpara de noche y Revisó su celular, tenía un mensaje de Woobin.
"En cuanto puedas, comunícate conmigo". Jihoo inmediatamente marcó el número de su amigo.
-¿Qué pasa Woobin?-
-Jihoo, que bueno que aún estás despierto. Te aviso que voy a poner vigilancia en el Senado-
- ¿Por qué?-
-Tu eres el siguiente, Jihoo. –
-¿De qué hablas?-
- Eres la próxima víctima de "La Viuda Negra"-
Jihoo se quedó en silencio. Aún no sabían la identidad de la llamada "Viuda Negra" su mirada se fijó en la puerta de la recámara, como queriendo traspasarla y llegar hasta la habitación frente a él.
-Jihoo, ¿me escuchaste?- le hablaba Woobin preocupado debido a su silencio.
-¡Si! Te escuché, aún debemos saber quién es. – le recordó.
- Lo se, por eso tengo que vigilar a los probables sospechosos, sabes a lo que me refiero, ¿Verdad?- Jihoo se tocó las sienes con la mano libre.
-¡Entiendo, Woobin!-
-¡Bien! De todas maneras, ten cuidado. –
-Lo tendré-
- Te dejo, no confíes en nadie, no recibas nada sin que se haya revisado antes. Nos siguen los pasos. Debo poner a Yi Young en alerta también-
- ¿Qué viste?-
-No puedo hablar contigo ahora, nuestros teléfonos podrían estar intervenidos-
- Está bien, tenemos que reunirnos de nuevo a mi regreso. En dos días salgo para Europa-
-Bien! Nos vemos entonces-
- Hasta pronto- La llamada se cortó. Jihoo cerró los ojos. Sabía que casarse con Jandi podría ponerlo en la mira del asesino de Junpyo. Pero eso era lo menos importante. Necesitaba ver a Doyun, si querían quitarlo del camino, era porque sabían que ahora El era su protector. Le urgía saber que estaba bien. Tomaría cartas en el asunto de inmediato. Con ese pensamiento cerró los ojos tratando descansar un poco.
… Estaba sentado en un parque de juegos. Doyun lo saludaba antes de tirarse por el tobogán. Él le sonreía cálidamente mientras leía un libro particularmente interesante. Una figura se sentó junto a él y le ofreció un helado. -He traído para todos- le decía una sonriente Jandi. Él recibió el helado con gusto. -Pero antes quiero mi premio- le decía. Se acercó a él y lo besó apasionadamente. Él sintió que necesitaba más de ella. Tiró el helado y la tomó de la nuca para intensificar el beso. Cuando se separó de ella, su corazón se aceleró asustado al ver que traía un velo negro que le cubría el rostro. Detrás de ella pudo ver a Junpyo, como lo recordaba la última vez, le hacía señas para que se alejara de Jandi. Lo vio llorando y arrodillándose en la arena. Se levantó de inmediato y escuchó un grito.
-¡Tio, ayúdame!-
Doyun era atrapado por varios hombres que intentaban llevárselo.
-¡Doyun!- gritó con todas sus fuerzas y quiso ir hacia el. Pero la mujer sentada junto a él le había puesto una cadena en las manos y lo jalaba hacia ella. Él entró en desesperación.
-¡Suéltame!- gritaba. Y la Mujer echo la cabeza para atrás riendo fuertemente. Junpyo se desvanecía y negaba con la cabeza.
-No confíes en nadie- Le decía Junpyo. – No abandones a mi hijo- le repetía. Mientras Doyun seguía tratando de liberarse de sus agresores.
-Ayuda a mi familia- seguía diciéndole Junpyo.
Se miro las manos y estaban ensangrentadas, la mujer seguía riendo. Doyun se había cansado de forcejear y cayó desvanecido.
-Noooo! Gritó-
Se sentó de golpe en la cama, empapado en sudor. Se tocó la frente. Había sido una pesadilla. Se levantó y se dispuso a salir para ver si alguien podría darle un vaso de agua. Aún era de madrugada, pero faltaba poco para el amanecer, abrió su puerta y en ese momento se abrió la puerta de enfrente. Jandi también salía y se veía como que tampoco había pasado buena noche. Ambos se quedaron quietos. Jihoo no pudo evitar mirarla, llevaba una pijama muy ligera de una sola pieza y tirantes, la cual dejaba muy poco a la imaginación, cubriéndole solo una pequeña parte de sus muslos. El cabello lo llevaba suelto, sin maquillaje. Se veía realmente sensual. Recordó el sueño y desvió la mirada. Jandi lo miraba todavía enojada, pero se dio cuenta de la observación que él le hizo. Sonrió para sus adentros. Después de todo, no le era tan indiferente.
-Veo que te quedaste hoy- le dijo ella.
- Aun había reporteros afuera, creo que hubiese sido raro si me veían salir de la casa, ¿no crees?-
Ella solo levantó las cejas y afirmó con la cabeza.
- No tienes buena cara, ¿No puedes dormir?-
- Tuve pesadillas, salí para buscar agua, pero no se donde queda la cocina-
- Tengo en mi recámara - y le hizo ademán para que la siguiera. El cuarto aún estaba en penumbras, solo estaba encendida la lámpara de la mesita de noche. Jandi sacó un vaso de un cajón y le sirvió de una jarra que tenía en la misma mesita. El la miraba y se veía como la Jandi que conoció en el pasado. Recordó lo que le dijo Woobin. No podía ser ella, tenía que encontrar la verdad. Podría ser fría, arrogante y egoísta, pero nunca una asesina. Lo sentía cada que ella hablaba y estaba cerca de él. Una mujer despiadada no habría sentido miedo el día que fue agredida. Esa mujer tenía que ser otra. Había tenido un acercamiento hacia ella después de ese día. Había ido al día siguiente del incidente, con el pretexto de los preparativos para la boda, pero en realidad, quería saber cómo se encontraba. Lo recibió en uno de los jardines de la Mansión Gu. Se veía tan diferente a la Jandi altanera de los últimos años. Aún tenía la herida en el labio, pero se veía mejor. Fue la primera vez que hablaron de forma natural. Luego él le llamo todos los días hasta antes de la boda, con cualquier excusa, pero sentía la necesidad de saber que estaba bien. Y todas esa veces, ella se mostró accesible y cordial. Hasta podría decirse que le agradaba que él le hablara. Sin ellos pensarlo, esa mala experiencia, los había acercado. Dejando esos encuentros ácidos y llenos de resentimiento. Aún no eran ni siquiera amigos, pero sentía que algo en ellos había cambiado.
-Toma- le dijo interrumpiendo sus pensamientos. Jihoo bebió todo el líquido de un trago. Se sintió más relajado. Ella lo miraba estudiándolo.
-Parece que tu sueño fue agotador- El le devolvió el vaso.
- Ni te imaginas- le contestó. Y recordó el beso apasionado que le dió en el sueño y el anhelo por sentirla más cerca de él. Volvió a caer en cuenta de que estaban en su recámara en penumbras y ella con esa pijama… le estaba alterando.
-¿Te quedarás a desayunar?-
Le Preguntó sentándose en la cama de forma muy sensual. Una vez más, le estaba coqueteando. No pudo evitar sonreír a medias.
-Tengo asuntos en el Senado, debo irme temprano para pasar a mi casa a cambiarme- Jandi lo miraba fijamente, lo que lo ponía incómodo. Después poniéndose de pie, le dijo.
-Sígueme- Al parecer Jandi había olvidado que llevaba una pijama bastante ligera. Caminaba despreocupada sin saber que su instinto lo llevaba a mirar sus piernas, y el movimiento de sus caderas. El cabello en cascada se movía graciosamente, era como admirar una obra de arte. Llegaron a otra habitación en un pasillo alejado de donde estaban. Jandi tomó una llave que colgaba junto a la puerta y abrió. La habitación era mucho más grande que la de Jandi, había una enorme cama en el centro, escritorio y varios sillones. Una sala de estar con una enorme pantalla. Parecía más un departamento que una habitación. Jandi fue hacia un pequeño pasillo y llamó a Jihoo.
-Ven-
Jihoo se acercó y vio que el pasillo no era otra cosa sino un enorme closet. Él tenía uno parecido en casa pero este lo duplicaba. Jandi abrió una puerta corrediza y en ella había una gran cantidad de ropa elegante, algunas todavía tenían la etiqueta.
-Este era el armario de Junpyo- le indicó ella- Como puedes ver, hay mucha ropa que nunca fue usada, puedes buscar algo a tu medida- Jihoo se quedó viendo la ropa y algo dentro de él no se sintió bien. Cuanta ropa que su amigo ya no pudo usar. Le vinieron imágenes de su sueño reciente.
-Yo… no puedo utilizar esta ropa- le dijo a Jandi.
-No seas sentimental, míralo de esta forma. Al usar esta ropa ya no será necesario que vayas a tu casa. Todavía hay reporteros por aquí, de esta forma, tendrán menos de qué hablar. Creo que se vería extraño que salgas de aquí con la misma ropa de ayer –
-¿No te incomodará verme con esta ropa?- Le preguntó pasando su mano por la ropa que estaba colgada.
-Puedes usar la que aún tiene etiqueta para que no te sientas extraño-
-Aún así, pienso que no es necesario- Jandi se puso frente a él y con exasperación lo acorraló en el estrecho pasillo apuntándolo con el dedo en el pecho.
-¡Oye! Se supone que tú y yo acabamos de casarnos. Y que debimos tener nuestra primera noche llena de pasión desenfrenada. ¿Cómo vas a explicar, que a la mañana siguiente, sales de aquí con la misma ropa, para cambiarte en tu casa de soltero?- Jandi terminó de hablar y se extrañó de que él no contestara nada. Seguro había entendido su punto. Pero Jihoo solo la veía perplejo y sin querer moverse. Entonces fue cuando se dió cuenta de que, estaba prácticamente encima de él, con su indumentaria ligera. Lentamente bajó el dedo que lo apuntaba y desvió la mirada sintiéndose avergonzada. ¡Demonios! De nuevo esa sensación de nerviosismo. Eso no era normal.
-Creo… que… debo dejarte para que elijas- dijo ya con la voz temblorosa. Estaba a punto de salir, cuando sintió un jalón y se vió envuelta por los brazos fuertes de Jihoo, quedando atrapada en su pecho.
-¿Por qué de repente siento que no podré resistirme a ti?- le Dijo con voz ronca y mirándola con deseo. Jandi empezó a sentir el pecho acelerado, no podía explicar qué estaba pasando. Él estaba removiendo sus emociones. ¿Cómo era posible? Si ella desde hace mucho no podía sentir nada, estaba hueca, fría. Y en estos momentos, lo único que deseaba es que él no la soltara.
