Hooola! Antes que nada, agradezco a quienes se toman la molestia de leer esta historia, que es para mí un sueño haberla podido plasmar y darle forma. Me disculpo por la tardanza, pero la aplicación que utilizo para escribir, me borró varias veces lo que tenía escrito, así que tuve que escribir una y otra vez el capítulo, ahora funciona bien, pero si me hizo perder mucho tiempo. Por otra parte, creo que es el capítulo más largo que he escrito, quise dividirlo en dos pero no hallé cómo, no iba a tener sentido si lo cortaba, así que quedo como está. Espero les guste y ojalá me hagan llegar sus comentarios. Me ayudaría mucho para saber si les está agradando como va yendo la historia de estos personajes que amo tanto. Bueno, sin más que agregar, les agradezco nuevamente y.. disfruten la lectura.
H
Capítulo XX
La tinta de la pluma empezaba a desgastarse, por lo que repasaba una y otra vez, las letras de las palabras que quería plasmar en la hoja blanca del cuadernillo que usaba como diario. Esperaba que si algún día desaparecía, alguien pudiera leer su historia, y tuviera empatía por su deplorable vida. Una vida que, aunque llena de lujos, carecía de cosas tan importantes, como el amor de una Madre, el abrazo de un amigo, que además, le había arrebatado a su Padre, así como alejado de él a su tío, los únicos seres humanos que lo amaban sinceramente, soportando tener que vivir enclaustrado en ese lugar, haciéndolo sentir miserable y solo. Su tío le había prometido que lo sacaría de allí, pero él dudaba que su Madre lo permitiera. ¡Cuánto deseaba que su Papá estuviera vivo!, pues seguramente, él no estaría allí, sino quizás, en la Isla Caledonia, como le prometió antes de partir de este mundo. De repente la pluma salió volando de sus manos, mientras sus dedos dolían por el golpe de un zapato sobre ella. Ya pasaba la hora del descanso, por lo que se encontraba solo en el comedor del colegio. Las risas burlonas hicieron que comenzara a sentir rabia y temor por lo que sucedería.
-¿Ya terminaste de escribirle a tu Padre Muerto nenita?- escuchó que le dijeron. Sin embargo, no contestó ni levantó la mirada.
-¿Estas sordo pelo de estropajo!!?- volvieron a decirle, mientras él seguía impasible, conteniendo la ira que iba acumulándose después de cada palabra dicha por sus agresores. Sintió como alguien le daba una patada en la espalda, mientras que otro lo jalaba de las solapas del uniforme, para luego tirarlo en medio del pasillo entre las mesas. Risas de burla resonaban por todo el lugar. DoYun sentía dolor e impotencia, pero también mucha rabia. Metió la mano dentro del bolsillo de su chaqueta, y ahí pudo palpar el pequeño artefacto que su Tío WooBin le obsequió la última vez que se encontraron. Sabía que debía usarlo de forma responsable, pues el adulto así se lo había advertido, sin embargo, este era uno de esos momentos en que tenía que hacer uso de lo que pudiera para evitar daños a su propia integridad, así que era una manera de ser responsable. Se quedó quieto boca abajo y volvió a escuchar risas. Percibió que alguien se acercaba por detrás, y pronto se dobló hacia su costado, un golpe certero en la costilla derecha de uno de ellos con la punta de su zapato, le producía lágrimas de dolor.
-¿No te piensas parar niñita? ¿Crees que ya olvidé el golpe que me diste en la nariz? Tienes que pagar nenita- le dijo mientras volvía a golpearlo, ahora en el estómago, produciéndole más dolor, pronto se le unieron sus dos cómplices y DoYun se hizo un ovillo tratando de evitar más golpes sin tener éxito, el dolor era cada vez más punzante e insoportable. Estaba harto, la Imagen de su Tío abrazándolo, diciéndole que lo amaba y que lo consideraba como un hijo, le dió fuerzas para detener ese sufrimiento, decidió que ya no iba a soportar más golpes, se puso de pie y elevó el filo de la navaja hiriendo a sus agresores en el rostro y en los brazos.
-¡Aléjense!- les gritó aún apuntándolos con el arma que brillaba con la luz del día y de la que caían gotas de sangre fresca. Los tres pusieron las manos en alto, mientras trastabillaban aturdidos por las recientes heridas y tratando de calmar a DoYun, que estaba con los ojos encendidos de furia.
-¿Qué diablos te pasa estropajo? Voy a reportarte con el Director- Le dijo el que parecía ser el líder, mientras trataba inútilmente de detener la sangre de una herida profunda en el rostro, lo que ocasionó una enorme mancha roja en la blanca camisa del uniforme. DoYun no retrocedió.
-¡Hazlo!, me da igual si me castigan, pero después, atente a las consecuencias- Respondió sin un atisbo de miedo y motivado por el coraje de haber permitido ese acoso durante tanto tiempo. Muchas veces soportó insultos y golpes para no meterse en problemas y evitar los castigos más terribles, pero ahora, eso ya no le importaba.
-¿Qué significa eso?- Preguntó su verdugo con los ojos abiertos y la voz temblorosa.
-¿Creíste que siempre iba a estar soportando tus agresiones HaJun? ¿Conociste quien fue mi Padre? ¿Quiénes eran sus amigos?- DoYun ensanchó una sonrisa de arrogancia- ¡No tienes idea de a quien has hecho perder la paciencia- HaJun arrugó el entrecejo y lo miraba interrogante, sus amigos retrocedían asustados. Nunca lo habían visto de ese modo. La vez anterior se dieron cuenta que cuando se enojaba, podría resultar agresivo y peligroso, su líder aún tenía una venda en la nariz del golpe que le había propinado DoYun. Sabían que había llegado al internado, porque su Padre había muerto, pero no sabían exactamente quién era, o de qué familia provenía. DoYun se acercó peligrosamente a ellos haciéndolos retroceder.
-¿Han escuchado acerca de…, los F4?- HaJun abrió mucho los ojos y sus amigos ya no disimularon su miedo.
-Eso es imposible- Dijo Ha Jun, - hace tiempo que los F4 no se dejan ver, nadie sabe exactamente dónde están. Solo fueron vistos… - y se quedó con las palabras en el aire.
-¡Exacto!- Le dijo Doyun,
- Fueron vistos por última vez en el funeral de su líder, Mi Padre. ¿Ahora entiendes?, no te vuelvas a meter conmigo, porque te vas arrepentir-
-¿Tu – padre- era… Gu JunPyo?- Le preguntó con miedo.
-¿Tengo que contestar a eso?- Le dijo de forma sarcástica.
-Está bien DoYun, tú ganas. No volveré a molestarte-
-¿Cómo puedo estar seguro de eso?- Le replicó dudando
-¡Pídeme algo! ¡Lo que sea! ¡Te lo daré!- DoYun entrecerró los ojos aún con duda. Sin embargo, algo le vino a la mente, si era real lo que le decía, lo comprobaría.
-¡Está bien! Hay algo que quiero pedirte-
-¡Dímelo!- le dijo con urgencia
-¡Ayúdame a salir de este lugar!- El chico sonrió orgulloso.
-¡Hecho! Pero si te atrapan eso ya no será culpa mía-
DoYun bajó la navaja y la guardó en su bolsillo, extendió la mano hacia HaJun diciéndole.
-Tenemos un trato-
JiHoo se encontraba en el Senado reunido con su equipo de campaña. Habló con todo el personal acerca de los extraños sucesos que últimamente se presentaban con más frecuencia. Tales como, Personas que nunca se habían ausentado del trabajo, y que ahora lo hacían por largos periodos, sin una justificación válida, otros empezaban a consumir alcohol cuando nunca lo habían probado. Igual hubieron tres renuncias en una misma semana, por lo que habían varias vacantes y personal nuevo. Su secretaria iba y venía llevando y trayendo documentos y contestando llamadas. Y lo más preocupante, eran los casos de los que WooBin lo puso en alerta, personas cercanas a su círculo, eran víctimas del exceso de consumo de estupefacientes, las cuales permanecían hospitalizadas en estado crítico. Cuando la reunión hubo terminado, todos salieron de su oficina, y JiHoo se quedó un poco más de tiempo revisando los informes.
-Senador- lo llamó su jefe de Campaña. – El partido organizó una velada para el inicio de la campaña, será el próximo miércoles, en el salón Grand Park del Hotel Hilton- JiHoo asintió aprobando el evento.
-¿Se presentará con su esposa?- Le preguntó su subordinado con cautela. JiHoo no levantó la vista. Tenía tantas dudas en la cabeza. Sabía que tenía que presentarla formalmente como su esposa, pero curiosamente, ella estaba volviéndose escurridiza y voluntariosa. Para una persona común y corriente, llegar a un evento con su compañera de vida, no presentaba ningún problema. Pero para Él, era casi una misión imposible. No tenía ningún derecho u obligación con ella y viceversa, tenían un acuerdo matrimonial, pero no un deber de esposos. La prueba estaba en que al regreso de su viaje, no fue a recibirlo, ni tampoco lo esperó en casa, es más, ni siquiera sabía dónde estaba. Por lo que no estaba seguro de que fuera con él a un evento tan importante, primero debía localizarla. Sin embargo, ya no quería hacerlo, como había dicho WooBin, ella seguramente estaba bien, por lo que era su decisión verlo o seguir desaparecida. Tendría que esperar a que regresara. Él ya no la buscaría. Pues ella ya estaba consciente de su posición, él se lo dijo antes de irse, ahora todo dependía de su esposa. Se tocó las sienes y dijo con voz apenas audible.
- Tengo que confirmarlo con ella primero. Te avisaré de mi decisión- El hombre hizo una reverencia y salió de la oficina sin mirar atrás. Entonces JiHoo levantó la vista y suspiró echando su cuerpo atrás en el sillón de cuero negro. Se dió la vuelta para ver la hermosa vista que le daba la enorme ventana de Cristal a sus espaldas.
-¿Dónde estás JanDi?- dijo en voz alta. Mientras apreciaba los coloridos tejados y los pequeños autos que se movían en las calles de la ciudad.
Estaba con un sentimiento amargo y a la vez de preocupación por ella. Cuando WooBin le preguntó acerca de ese hombre, no respondió enseguida, el nombre no le era muy conocido. Sin embargo, después de hacer un repaso a su memoria. Lo recordó. Y eso solo acrecentó su desasosiego.
3 años antes….
El sonido de la intensa lluvia se con la música que resonaba por todo el salón, resultado de la fricción del pasar del movimiento del arco por las cuerdas del pequeño instrumento tallado en madera fina. Las notas dulces y agudas, provocaban que cerrara los ojos para sentirlas vibrar en su interior. Estaba en su salón privado del Centro Cultural SuAm, preparándose para el último concierto, con el que daría por finalizada la gira de 6 meses, que estaba dando en Europa y Asia, siendo Seúl su última parada. Nadie podía interrumpirlo, era una orden que había dado cuando se encontraba en su Santuario. Sin embargo, unos golpes en la puerta hicieron que se detuviera. Abrió los ojos resoplando, ignoró el toque y volvió a lo suyo. Unos segundos después, volvieron a tocar su puerta. Esta vez dejó el Preciado instrumento con delicadeza sobre la mesa, y se dirigió a la puerta completamente molesto. La persona que estaba detrás, no tenía idea de lo que significaba atreverse a interrumpirlo en su salón de prácticas.
-¡Ya les he dicho…!- comenzó diciendo, rechinando los dientes, pero no terminó la frase, y su humor cambió completamente, dando paso a la preocupación. Frente a él se encontraba su mejor amigo, completamente empapado por la lluvia, su cabello normalmente rizado, caía sobre su rostro con las puntas lisas por el agua. Temblaba sin levantar el rostro.
-¡Ji-Hoo…!- dijo con dificultad y con la voz temblorosa. Sin pensarlo dos veces, tomó su saco que colgaba del perchero, y lo cubrió con el, al tiempo que lo abrazaba y lo conducía adentro. ¿Qué había sucedido? Él había estado fuera varios meses, se comunicó con su amigo apenas hubo pisado tierras coreanas, y de repente, lo veía así. No se habían encontrado personalmente, solo hablaban por teléfono, ese día se reencontrarían después del concierto. Más ahora estaba desconcertado al verlo en ese estado y muy desmejorado. Cerró la puerta detrás suyo y fueron a sentarse en el único sofá que se encontraba en el salón, cuyo respaldo descansaba bajo un gran ventanal de cristal, que ahora se encontraba adornado con las gotas del torrente que caía sin tregua en el exterior. JiHoo se puso de pie para pedir al servicio té caliente y ropa limpia y seca para su amigo. JunPyo permanecía con la cabeza baja, la humedad de su cabello empezaba a ceder, debido a la calefacción, haciendo que poco a poco se contrajera, regresando a las ondulaciones que lo caracterizaban.
-¡No me siento bien JiHoo! ¡Mi cuerpo y mi alma no están bien!- El se acercó a su amigo con cautela, no hablaba para dejar que él se desahogara.
- Siempre… he deseado lo que tú has tenido- continuó hablando – Pero… no hay nada que se compare a la amistad que siempre me has brindado- Ante esas palabras, JiHoo se cruzó de brazos y sonrió de medio lado. Le Parecía como si su orgulloso amigo, quisiera confesarse.
-¿A qué viene eso?- Lo cuestionó-Sabes que nunca me ha importado. Eres… como mi hermano, sería raro que no quisieras algo mío- JunPyo empezó a reír, lo que también lo contagió, su cuerpo se movía a la par de su risa, pero pronto cambió a un llanto desgarrador. JiHoo se puso serio, al tiempo que se acercó para ponerse de rodillas frente a él. Estaba realmente preocupado.
-¡JunPyo! ¿Qué sucede?-
-¡La amo! ¡La amé desde el primer día, me obsesioné con ella, no descansé hasta que fuera mía. Pero… ella no me pertenecía, no estaba en el destino que fuera para mí. Su destino era otro, y yo me interpuse. ¡Soy un estúpido!- gritó y enterró el rostro entre sus manos. JiHoo trató de quitárselas para poder verlo a los ojos. Se veía tan afligido. No quería saber por qué de pronto él había llegado a esa conclusión tan absurda. Él sabía perfectamente de quién estaba hablando. Pero era claro que su amigo estaba en un error, algo lo llevó a pensar eso. Pero ellos dos nacieron para estar juntos. El lo comprobó cada vez que se separaban. JanDi estaba perdida sin él y viceversa. Por fin pudo descubrir su rostro, que se hallaba bañado en lágrimas.
-¿Qué estás diciendo? Tú naciste para ella y ella es perfecta para ti. Era su destino que la persiguieras. Tarde o temprano, ustedes terminarían juntos- JunPyo negó con la cabeza.
- ¡No es feliz! ¡No he podido cumplir con esa promesa! Y ahora ella… cada vez es más diferente. Está cambiando, y ya no hay retorno- JiHoo respiró hondo. En eso tenía razón. Ella no era feliz, al menos No en los últimos tiempos.
-Necesito que me acompañes- le dijo levantando la vista hacia él. JiHoo lo miró extrañado.
-¿Ahora?- le preguntó. A lo que JunPyo respondió mirándolo con súplica en los ojos, y asintiendo con la cabeza.
-JunPyo… el concierto es en unas horas… yo…-
-¡Por favor! No tengo a nadie a quien acudir. Eres el único en el que puedo confiar y que… no me abandonará- JiHoo se puso de pie y le dio la espalda, puso sus manos en la cintura y respiró hondo mirando al techo, luego volteó de nuevo hacia él. JunPyo era como el hermano que nunca tuvo. Siempre estaría ahí cuando lo necesitara. Algo grave le pasaba, de lo contrario, no le haría una petición como esa en un momento tan importante para él, el concierto tendría que esperar, o cancelarse. Su amigo era más importante. Jamás lo abandonaría. Sabía qué hacer eso podría poner en riesgo su carrera artística, pero no tenía otra opción. Suavizó su mirada, y sin titubear, le contestó extendiéndole la mano para que se pusiera de pie.
-¿A dónde iremos?- le dijo sonriendo de medio lado. JunPyo sonrió también en agradecimiento y se puso de pie tomando la mano de su amigo.
La lluvia no cedía y cada vez era más intensa, los cepillos del
Limpiaparabrisas no eran suficientes, lo que dificultaba la
Visibilidad. JiHoo manejaba despacio y con cautela, mientras JunPyo permanecía con la vista fija al frente y solo hablaba para dirigirlo. Por fin llegaron a un edificio que parecía un palacio antiguo, iluminado con candelabros y custodiado por lo que parecían Samurais, era como transportarse al pasado. La bandera japonesa ondeaba en las alturas de forma majestuosa, debido a los fuertes vientos de la tormenta. JiHoo, guiado por JunPyo, estacionó el vehículo fuera del lugar de aparcamiento, de ese modo, no llamarían la atención del personal que se hallaba en la entrada vigilando la seguridad del inmueble. JiHoo giró la llave para apagar el motor del vehículo así como las luces del mismo. Sin mirar a su amigo, le habló sin miramientos;
-Bien, ¿Dónde estamos? Y ¿qué hacemos aquí?- Le preguntó. JunPyo seguía con la mirada al frente. La lluvia había cedido un poco quedando una ligera llovizna. Se arropó con el abrigo y luego con una mirada de furia contenida y determinación le dijo:
-Estamos aquí… para hacer pagar una traición- dicho esto abrió la puerta del vehículo y empezó a caminar de prisa. JiHoo arrugó el entrecejo por la duda y el temor de que algo malo sucediera. Lo que vió en los ojos de su amigo al decirle sus motivos, no le gustó nada. Rápidamente, salió del auto colocando la alarma y comenzó a seguir a JunPyo. La noche ya había caído, por lo que lo único que podía guiarlo, era la gabardina marrón que resaltaba en la oscuridad. JunPyo daba grandes zancadas y caminaba muy rápido, así que tuvo que trotar para llegar hasta él, y aún así, no pudo darle alcance. Al parecer, no era la primera vez que su amigo visitaba ese lugar, pues entró al edificio sin problema, y los guardias lo trataron de forma muy familiar. El lo señaló y los guardias asintieron en aprobación, sin embargo, no lo esperó, y entró sin él. JiHoo llegó hasta los guardias y le dieron paso sin hacer preguntas. Pudo ver la punta del abrigo perdiéndose en los pasillos, el lugar precia un laberinto interminable, además de estar casi en penumbras. Escuchó como abría de golpe una de las habitaciones. Las puertas corredizas no estaban aseguradas. Se apresuró hacia donde estaba el sonido para llegar hasta él, pero estaba muy lejos aún. Escuchó la voz alterada de su amigo:
-¡Eres un malnacido Takeshi! ¿Qué más piensas quitarme? ¡Sé quién eres y qué quieres! Pero estoy aquí para evitarlo- Las voces se intensificaban a cada paso, estaba muy cerca. La discusión se volvía más agresiva y de repente, sus pies se congelaron al detenerse abruptamente, su pulso se aceleró, se le heló la sangre al escuchar la detonación de un arma de fuego, seguido de un grito desgarrador de una mujer. ¿Qué había pasado? Dos disparos más resonaron en sus oídos, lo que provocó que reaccionara, volviendo a avanzar y acelerando el paso. Pero antes de que llegara hasta el lugar donde se llevó a cabo el altercado, se encontró de frente con su amigo, que venía con una JanDi inconsciente en los brazos. El abrió los ojos asustado, y no hizo más que preguntar;
-JunPyo, ¿Qué…?- pero fue interrumpido sin que pudiera terminar de formular la pregunta.
-Ahora no JiHoo, debemos irnos. ¡Ayúdame con ella, tú eres más fuerte- sin réplica y sin más cuestionamientos, tomó a JanDi en brazos. Tenía tiempo de no estar cerca de ella, así que al sentir su peso, se dió cuenta de que estaba más delgada y frágil. Iba vestida como si fuera a un funeral, con un vestido corto entallado negro, botas largas del mismo tono y una pequeña mantilla del mismo color, la cual estaba sujeta a una cola alta que le cubría el rostro. Con una mano, hizo el velo hacia atrás, y le sorprendió lo pálida que se veía a pesar de tener un maquillaje excesivo. Un hilo de sangre salía de un costado de su rostro, parecía como si se hubiera dado un fuerte golpe en la cabeza. No quiso preguntar, era mejor hacerlo cuando estuvieran seguros. Siguió a JunPyo que se tocaba el costado izquierdo con una mano, seguramente estaba herido. Salieron por una puerta contigua, que llevaba a los cuartos de servicio. Definitivamente JunPyo conocía muy bien ese lugar, pues sabía exactamente hacia donde dirigirse. Pronto estuvieron fuera del edificio y llegaron al automóvil, con dificultad, sacó las llaves del auto para quitar la alarma. Una vez lo consiguió, Junpyo se subió a la parte trasera, así que JiHoo colocó a JanDi sobre su regazo, e inmediatamente cerró la puerta y fue a la puerta del conductor. Tenían que salir inmediatamente, se podían escuchar disparos en el interior del edificio, así como pasos precipitados y voces disonantes. Arrancó el motor a toda velocidad para evitar ser perseguido, de vez en cuando miraba por el retrovisor para asegurarse de que no lo seguían, y también para ver el estado de sus amigos. JunPyo acariciaba a JanDi y le hablaba al oído, pero ella permanecía impasible. Cuando estuvieron suficientemente lejos de alcance, JiHoo se detuvo en una farmacia para obtener materiales e insumos para curación, después buscó el primer lugar que vio para descansar. La recepcionista del lugar, los miraba extraño al ver a la chica inconsciente que ambos llevaban en brazos.
-Se pasó de copas- se apresuró a decir JunPyo. Aunque la chica aún con duda, les entregó la llave mientras masticaba una goma de mascar, hizo una enorme burbuja con ella y luego levantó los hombros, no pareció convencida, pero al parecer no le interesaba. De este modo, llegaron a una habitación muy precaria y con mucha humedad. Recostaron a JanDi en la única cama que había en la habitación. JiHoo se apresuró a tratar de reanimarla y curarle la herida de la cabeza. Al fin JanDi comenzó a reaccionar y a querer abrir los ojos, cuando lo hizo, lo miró fijamente como si no pudiera creer que él estuviera ahí. Levantó su mano y palpó su rostro.
-Eres tú…, ¿Dónde habías estado?- le preguntó. Pero volvió a cerrar los ojos con cansancio. JiHoo suspiró y lamentó el tiempo que estuvo separado de ella. Con esas simples palabras, JanDi hizo que recordara cuánto amaba su amistad con ella, y se dió cuenta de que la había extrañado. Le puso una venda y dejó que descansara. Buscó a su amigo con la mirada, y lo vió sentado en el suelo, con la espalda pegada a la pared. Seguía cubriéndose con las manos el costado de su cuerpo. Tenía la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, tratando de soportar el dolor. Una mancha de sangre traspasaba la camisa. Se precipitó hacia él y le rasgó la camisa. Inmediatamente comenzó la labor de detener la hemorragia, hizo un rápido análisis visual para verificar que no fuera grave.
-¿Despertó?- le preguntó refiriéndose a JanDi.
-Ya está consciente, pero volvió a dormir. ¡No te muevas!- le dijo. JunPyo apretaba los dientes pero se dejaba curar.
-¿Es grave?- dijo con dificultad
-Al parecer solo fue un roce. Sin embargo, en cuanto puedas, deberías ir a un hospital a que te atiendan como es debido- le advirtió mientras continuaba con su labor. JunPyo sonrió.
-No confío en nadie, prefiero que tú me sigas atendiendo- JiHoo negó con la cabeza.
-No soy un médico calificado, sabes que dejé la carrera en el último semestre durante mi residencia, y no me titulé- JunPyo rió con ganas.
- Con todo el dinero que posees, puedes comprarte un título. Eres mejor médico que los inútiles del Hospital Shinwa- JiHoo sonrió y se levantó quitándose los guantes de látex-
-¡Tal vez! Pero ellos tienen cédula legal- Fue a lavarse al baño y se mojó la cabeza. Tenía tantas emociones encontradas y tantas dudas. De pronto escuchó la voz de JunPyo.
-Ermitaño… debes irte del país- Salió del sanitario y lo miró con extrañeza.
-¿Por qué de pronto me dices eso? ¿Mataste a alguien? ¿Temes que me involucren en el crimen y por eso me pides que huya?- le dijo cruzándose de brazos – No lo haré. No te dejaré solo, tampoco a JanDi- dijo mirando hacia la chica que permanecía dormida.
-No es por eso. Y no estoy seguro si lo maté, no me quedé a asegurarme de eso.
-¿Qué hiciste JunPyo? ¿Quién era ese tipo? ¿Qué te hizo para que quisieras matarlo?-
-Esa escoria era mi socio. Pero me traicionó en unos negocios y…-
-¿Y…? – lo instó para que siguiera.
-Estaba con JanDi. Ellos se veían a mis espaldas- JiHoo descruzó los brazos y arrugó el entrecejo. Lo que decía JunPyo tenía que ser una equivocación.
-¿JanDi? Debe tratarse de un error - JunPyo se cubrió el rostro con las manos.
-Ojalá lo fuera. Pero los vi. ¡Los vi!- le gritó con desesperación y las lágrimas empezaron a asomarse. -Ese malnacido comenzó a enamorarla cada vez que yo salía de viaje o me enfermaba-
-¿Llegaba a tu casa cuando no estabas?-
-No, JiHoo. Lo que sucede es que ahora JanDi está más involucrada en los negocios de Shinwa, y tiene que tratar con los socios e inversionistas, prácticamente toda la responsabilidad está cayendo sobre ella, y todo es debido a mi maldito estado de salud. Y es ahí cuando él ha aprovechado para seducirla- JiHoo se pasó una mano por el cabello. No podía creer lo que su amigo le decía. JanDi no era ese tipo de mujer, ¿Qué la hizo cambiar tanto? Es como si hablara de otra persona.
-Debe haber una razón, JanDi te ama intensamente, ella es capaz de darlo todo por ti, hasta su vida- JunPyo seguía derramando lágrimas, giró su cabeza a un costado para no mirar de frente a su amigo, sonrió de medio lado y secándose las lágrimas le respondió;
-Eso fue antes, yo… lo eché a perder. No la apoyé cuando más me necesitó, la abandoné, no confié en ella, y ahora… no sé qué me sucede, me siento enfermo a veces y yo mismo me desconozco. Hay ocasiones en que no soy yo, no puedo controlar mi ira y la insulto sin sentido, creo… creo que la he golpeado-
-¿Qué?- le preguntó JiHoo incrédulo. JunPyo puso sus manos en la cabeza agachándola sin poder contener la desesperación y las lágrimas-
-Tengo lagunas mentales, no recuerdo nada, pero… JanDi tiene moretones en los brazos, y en una ocasión, tenía el labio partido y un ojo inflamado. Según nuestro mayordomo, fui yo el autor de esos golpes- Comenzó a golpearse la cabeza con un puño.
-¡Maldita sea! ¡Cada vez recuerdo menos, y le estoy haciendo daño! ¡JiHoo, no debí enamorarla, debí dejártela a ti! ¡JanDi era tu destino, no mío- JiHoo se apresuró a detenerlo para que dejara de golpearse.
-¡Cálmate JunPyo, te estás haciendo daño!-
-¡No tanto, como el que le he hecho a ella! ¡No la merezco! ¡Nunca la merecí! ¡Ella debió estar contigo!- le dijo mirándolo fijamente. JiHoo tragó saliva y le sostuvo la mirada. Luego JunPyo lo miró con preocupación.
-Les hice daño a ambos. Pero… voy a solucionarlo. JiHoo, escúchame. Debes irte del País, no es seguro para ti. No te aparezcas por mi casa. Yo puedo proteger a Jandi, pero en cuanto puedas, debes llevarla contigo, y también a mi hijo. JanDi debe dejar a ese hombre, y el único que puede hacer que lo deje, eres tú-
-¿Quién es él JunPyo? Siento que hay algo más a parte de lo que me has dicho-
-No necesitas saber más. Tal vez esté muerto, pero tal vez no. Solo sé que , JanDi debe alejarse de él y… no debes dejar que te encuentre-
Presente:
Había olvidado ese episodio. Porque después de ese día, las cosas cambiaron para él. El concierto fue un total fracaso al no presentarse. Perdió mucho dinero y credibilidad de las agencias. Decidió viajar a Europa para terminar sus carrera política, que había iniciado años antes. Tenía pendiente la petición de JunPyo de llevarse a JanDi, por lo que compró una residencia en Paris, y la acondicionó para que pudieran vivir cómodamente ella y DoYun. Cómo Junpyo también le solicitó, no había regresado a Corea, excepto para arreglar lo de su postulación para ser Senador. Sin embargo, un día recibió una llamada de JunPyo donde le pedía a él y a los otros F4, que se reunieran de forma urgente. Así lo hicieron, y fue cuando descubrió una verdad que le hizo comprender el dolor que debió pasar su amigo y sobre todo, JanDi. Se arrepintió de también haberla abandonado y de no indagar el por qué de su amargura, de que no haya podido dominar su resentimiento y su enojo. Ella lo había alejado de su vida, pero él no debió seguirle el juego. Aún le faltaba un año para terminar su especialidad en Ciencias políticas, cuando recibió esa terrible llamada. Fue el día más triste de su vida. Recorrió las calles de Francia sin rumbo, el dolor era insoportable. Sus pies lo llevaron hasta el departamento de alguien que había estado con él todo ese tiempo. Jae Kyung le abrió la puerta, y al verlo, lo abrazó inmediatamente. Ella estaba en pijama y tenía un pañuelo en sus manos, sus ojos rojos e hinchados delataban rastros de lágrimas. Ella también había recibido la noticia. Ambos lloraron esa noche sin decir muchas palabras, compartiendo el dolor de haber perdido a un gran amigo. Al final, JiHoo decidió ir al funeral, Jae Kyung prefirió vivir su duelo lejos, no quería incomodar a JanDi. Su amistad se había roto, y no se llevaban bien desde hace mucho. Después de enterrar a su amigo, decidió ya no marcharse y buscar la manera de recuperar la amistad de JanDi y poder llevársela. Por lo que ya no regresó a Francia y Jae Kyung también regresó a Corea para apoyarlo. Ella sabía lo que JiHoo pretendía hacer, así que quiso ayudarlo hasta donde pudiera. Sabía que sería muy difícil, porque JanDi era otra, había cambiado muchísimo. Pero si había alguien que podría convencerla y hacer que volviera a ser la misma, ese era JiHoo. Y se lo hizo saber el día que ella llegó de Francia, y que para su mala suerte, se encontró con JanDi, que llegó con DoYun para que pasara el día con él. Obviamente el encuentro no fue muy agradable. Ese día, JiHoo creyó haber visto un atisbo de celos en ella, pero lo desechó después de que le rompiera una botella en la cabeza. Estaba tan concentrado en lo que empezaba a sentir por ella, que había olvidado todo lo que había pasado anteriormente, incluyendo ese episodio con JunPyo. Y ahora que WooBin había mencionado ese nombre, lo recordó. Takeshi era el nombre que había escuchado ese día, ese hombre fue el que traicionó a su amigo, y además, el hombre que terminó de enterrarlo, quitándole lo que más amaba. Su esposa.
Ahora volvía a sonar ese nombre, por lo que dedujo que su amigo no lo asesino ese día. Y ahora tenía la duda de si había vuelto a buscar a JanDi.
El sonido del timbre del teléfono fijo, interrumpió sus pensamientos. Con Pereza tomó el auricular.
-¿Si?-
-¿Cómo dice? ¡Repítame eso!- JiHoo se incorporó de inmediato y después se puso de pie completamente enojado.
-¡Voy inmediatamente!- Colgó el teléfono y levantó la bocina del Inter comunicador para hablar con su secretaria.
- ¡Dile al chofer que prepare el auto, voy de salida urgentemente!-
-¡Enseguida, Senador!-
Tomó su saco con prisa y salió a pasos agigantados de la oficina.
Sentía remordimiento por la mujer que tenía a lado suyo. Aunque desde hacía tiempo habían roto su amistad, y le tenía resentimiento, no deseaba que le sucediera algo malo. Aunque siendo sincera, en el fondo era como quitarse una piedra del camino. La miró con detenimiento delineando sus facciones inocentes y apacibles, el estado de inconsciencia en el que se encontraba, permitía que ella pudiera observarla con libertad, su belleza sobresalía a pesar de estar amordazada y atada de las manos. Se preguntaba cómo es que llegaron a ser tan cercanos JiHoo y ella, estaba segura de que había amor entre ellos, no sabía hasta qué punto, pero en ese sentido, no la culpaba. Ambas se enamoraron de los mismos hombres en diferentes circunstancias, siendo ambos tan distintos. Man-Shik la veía por el retrovisor de vez en cuando, así que mantenía su postura indiferente y fría. Trataría de estar cerca de ella lo más que pudiera, para asegurarse de que sufriera lo menos posible. Suponía que una vez que JiHoo se enterara, acudiría en su rescate, y volvió a preguntarse, si él haría lo mismo por ella. Llegaron al imponente edificio colonial en donde tantas veces había estado. La bandera japonesa ondeando en las alturas, le daba un toque más glamoroso. Los débiles rayos del sol empezaban a asomarse, pronto sería de día. Se preguntaba si su esposo ya habría regresado de su viaje y estaría en casa. Pensar en él hizo que se estremeciera, estaba en peligro, su vida había estado vigilada por un hombre desalmado buscando venganza. Un Hombre que había movido muy bien sus piezas para engañarlos a todos, incluida ella. Todo lo hizo con un fin. Hacerse socio de JunPyo, y ser su mano derecha, aprovecharse de sus debilidades para acercarse a ella haciendo que su matrimonio terminara de desmoronarse, y con ello, hundir más a Shinwa y a su heredero. Hasta el punto de hacer que ella se convirtiera en la esposa del Hombre al que perseguía y de este modo, empezar a derrumbarlo y quitarle todo , para culminar su venganza. Cuando ella aceptó el trato, estaba llena de odio, y no le importaba lo que sucediera con Yoon JiHoo, él también le había hecho daño, al abandonarla e ignorarla, al apoyar a su amigo, cuando él y su familia le estaban destrozando la vida, además, saldría beneficiada, su propósito era convertirse en la Primera Dama, y quedarse con el Imperio Yoon, eso definitivamente le devolvería la gloria a Shinwa. Pero ahora… ahora no solo quería quedarse con el Imperio Yoon, sino también con su heredero.
Unos hombres bajaron a la aún inconsciente Jae Kyung del vehículo, mientras que ella iba al frente para guiarlos. Llegaron a una habitación sin ventanas. Había una cama con dosel y una tina de baño, parecía una habitación del siglo XV, iluminada con lámparas de aceite y grandes pinturas de batallas en las paredes. Un vitral en el techo dejaba pasar la luz solar. Los guardias miraron con interrogación a JanDi, pero ella no se dejó intimidar.
-¡Pónganla en la alfombra! ¡Eso es todo para ustedes! Yo me encargo ahora- dijo con autoridad. Ellos obedecieron al instante. Se inclinaron ante ella y salieron sin decir nada. JanDi puso sus manos detrás de su espalda y comenzó a caminar en círculos alrededor del cuerpo tendido de su antigua amiga. Se veía tan frágil. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que JiHoo se enterara? No lo sabía. Pero ella no le diría nada. Si lo hacía, él se pondría en peligro tratando de salvarla, cayendo como palomita en la trampa de su verdugo. Tendría que pensar en algo para salvar a Jae Kyung sin que la atraparan y sin que JiHoo fuera a buscarla. La puerta corrediza se abrió de par en par, y por ella entró Takeshi Kaneshiro, su porte elegante le daba una aura misteriosa e interesante. Observaba a JanDi y a la chica tirada en el suelo alfombrado. Con tranquilidad se acercó a ella y le rodeó la cintura para después besarla. JanDi sin tiempo de pensar, correspondió el beso, aún sentía atracción por él, era imposible dejar pasar desapercibida su apariencia. Pero como la vez anterior, sus besos solo la hacían anhelar los labios del hombre de cabellos dorados. Un leve quejido hizo que se separaran. El cuerpo de Jae Kyung se removía poco a poco, lo que indicaba que estaba recobrando la consciencia. Jandi se colocó el velo negro y Takeshi se puso en cuclillas para estar a su altura. Jae Kyung abrió los ojos y su miedo se hizo evidente al notar que se encontraba en un lugar desconocido, y en clara desventaja. Takeshi levantó la mano para acariciarle el rostro, ella trató de alejarse de su toque, logrando que él no la alcanzara.
-¡Eres Hermosa! Y también astuta- le dijo. Ella se incorporó por completo, sentándose sobre la alfombra. Al mirarla se asustó aún más. JanDi no sabía si había podido reconocerla a través del velo. Solo la vio arrastrarse y retroceder hasta chocar con la pared. Takeshi se puso de pie y se acercó nuevamente a ella.
- Si te preguntas, ¿Por qué estás aquí?, la respuesta es simple. Eres mi boleto para atraer a alguien- Jae Kyung arrugó el entrecejo con la interrogante en sus ojos.
- sólo puedo decirte que no intentes nada, conozco tu historial de rebeldía. No te conviene hacerte la valiente- metió la mano en el bolsillo y sacó un paquete de puros, tomando uno para volver a guardar el paquete. Del otro bolsillo sacó un encendedor en forma de dragón dorado para encenderlo. Aspiró el humo cerrando los ojos para disfrutar su sabor, y después volvió la vista nuevamente hacia su cautiva.
- No te preocupes, si todo sale como lo planeé, estarás aquí poco tiempo, mientras tanto, disfruta tu estancia- Le guiñó un ojo y se dió la vuelta para salir de la habitación. JanDi se quedó un momento para ver cómo Jae Kyung se cubría el rostro con las manos atadas y comenzaba a llorar. Sintió lástima por ella, pero no podía ayudarla en estos momentos. Salió cerrando las puertas tras ella, dos hombres ya custodiaban la entrada. ¡Demonios! sería difícil sacarla. Camino hasta la sala de estar donde Takeshi daba instrucciones a a varios hombres. Al mirarla sonrió y despidió a todos para quedar solo con ella. Nuevamente la rodeó con los brazos y le beso el cuello. Ella se hizo para atrás instintivamente, cosa que el notó de inmediato. Rio un poco y la soltó suavemente. Se sentó en uno de los cómodos sofás y cruzó las piernas mientras aspiraba el humo del puro que había encendido minutos atrás.
- ¿Cuándo vas a quedarte una noche conmigo? Desde que te casaste no hemos tenido un momento juntos-
JanDi se quitó el velo del rostro pero no lo miró. Camino hacia el bar y se sirvió una copa. Tomó un trago para apaciguar un poco su estado de ánimo. Y así de espaldas le respondió:
-No he tenido tiempo. Shinwa es cada vez más absorbente ahora que los socios sienten más seguridad por mi matrimonio con el Senador-
-Shinwa… ¡vaya! Me tranquilizas. Por un momento pensé que preferías estar con él por voluntad propia-
-Es un fastidio estar cerca de él. Dijo acentuando su tono para darle seguridad a sus palabras.
-Entonces, debes asegurarte de que venga. Así te librarás de él más rápido- JanDi tragó saliva. Ella se giró hacia el en el momento en el que él se levantaba del sillón hacia ella con un sobre en la mano. Lo extendió frente a ella diciéndole;
-¡Toma! Debes asegurarte de entregarle esto, sin que sepa que fuiste tú. De lo demás me encargo yo- Jandi tomó el sobre mirándolo con desprecio. Pero disimuló bien asintiendo levemente la cabeza.
-Man Shik te llevará a su casa, ya tú decidirás que hacer después. Cuando hayas terminado, te espero aquí. Hasta entonces… - dejó la frase a medias y la besó nuevamente. – No olvides que me perteneces- la alejo de él y JanDi salió al exterior, ya era de día, el sol iluminaba la húmeda mañana, se subió al vehículo con prisa, quería alejarse lo antes posible de ese lugar.
El llamado del Internado hizo que cancelara todos sus compromisos. DoYun era su prioridad, sabía que no estaba bien en ese lugar, pero debió esperarlo, él lo sacaría de allí, se lo había prometido. ¿Qué lo orilló a escaparse?
Caminaba por los pasillos de piedra con prisa hasta que por fin llegó al salón del director, quien lo esperaba de pie en la entrada.
-¡Senador Yoon!- dijo el hombre en cuanto lo vió, inclinándose profundamente y cediéndole el paso para que entrara. JiHoo no quería formalidades, solo saber que había pasado.
-¿Qué sucedió con DoYun? ¿Por qué no estaban vigilando?-
- El niño burló la seguridad, Senador- contestó nervioso el hombre haciendo su flequillo lacio hacia atrás sin éxito. Pues le cayó de nuevo en la frente. JiHoo se cruzó de brazos claramente molesto.
-¿Qué no se supone que esté internado cuenta con el mejor sistema de seguridad? ¡¿Cómo un Niño de diez años pudo burlar la seguridad de un colegio, que cuenta con la más alta tecnología que se asemeja al sistema de seguridad nacional del País?!- Contestó alzando la voz e inclinándose sobre el escritorio.
-Vera Senador, parece que el niño tuvo ayuda, aún no sabemos de quién, pero parece que esta persona sabía cómo funciona nuestro sistema de seguridad-
-¿Revisaron las cámaras de seguridad?-
-¡Lo hicimos!-y… no se ve nadie con él. Pero sabía todas las claves y pudo salir fácilmente-
-¡Maldita sea!- dijo JiHoo poniéndose de pie. Sentía impotencia y desesperación de no saber dónde podría estar, o cómo estaría- ¿Ya le avisaron a su Madre?- preguntó con duda.
-Desde que sucedió el incidente, hemos tratado de contactarla, pero parece que tiene deshabilitado su teléfono, y ya hemos llamado a los teléfonos de su empresa y de su residencia, pero nadie la ha visto. Por eso, acudimos a usted- JiHoo se sintió decepcionado. Al parecer JanDi había vuelto a su doble vida, y quizás, estaba con ese hombre. WooBin se lo dio a entender, y el haber recordado lo que habían sido en el pasado, llegó a la conclusión de que seguían viéndose. El no era más que un títere para ella, nunca abandonaría esa vida, ni tampoco a Él.
-Está bien. Mire, ponga a trabajar a su personal, quiero que encuentren a las persona que lo ayudó. Yo iré a poner una denuncia a la policía. Y por cierto, la ineficacia de este lugar, tendrá una sanción, así como sus métodos de enseñanza. Así que, no crea que este incidente pasará desapercibido-
El hombre abrió los ojos asustados pero asintió nerviosamente con la cabeza.
-Como usted diga, Senador-
-Estaremos comunicándonos. Cualquier noticia, información o dato que lleve a dar con el paradero de mi ahijado, hágamelo saber de inmediato-
-Así lo haré-
-Bien, me retiro- y sin decir más, se dio la vuelta para salir de ahí. Estaba pasando el último pasillo, cuando de los jardines salió un niño y lo jaló hacia él-
-¿Qué…?- dijo sorprendido.
-¿Usted es el Tío de DoYun?- le preguntó un niño alto y algo corpulento. Tenía una venda en la nariz y en la mejilla derecha.
-Si, soy su Tío- contestó, - ¿Por qué? ¿El te dijo algo? ¿Sabes dónde está?- le preguntó ansioso.
-En verdad es usted Yoon JiHoo, de los F4- dijo anonadado. JiHoo arrugó el entrecejo y lo miró con algo de fastidio. Después el niño sacudió su cabeza como para salir de su propio asombro- Debe prometerme que no dirá nada de lo que le diga…-
-Tienes mi palabra- le contestó con seguridad.
-Fui yo quien lo ayudó a escapar, DoYun llevaba varios días tomando la píldora y lo más seguro es que, si regresa, irá directo al congelador, y lo mismo pasará conmigo si se enteran que yo lo ayudé-
-No estoy entendiendo, que eso de la píldora y el congelador-
-Eso no importa ahora, DoYun se lo puede explicar cuando lo encuentre…, El me prometió que usted hablaría con mi Padre para sacarme de aquí. Y me dijo que iría a buscarlo, me dio esto para usted. Dijo que debe buscar a su Madre- y le entregó una pequeña cajita de madera. Parecía antigua, tenía un cerrojo muy peculiar, que JiHoo reconoció al instante, una luna y una estrella, sellaban la caja.
-¿De donde sacó esto?- dijo asombrado tomando la cajita.
-Eso no lo sé. Pero… si usted es de verdad un F4, podrá ayudarme. ¿Si lo hará verdad?
-Las promesas de DoYun son mis promesas. Te ayudaré, ¿Sabes a dónde pudo haber ido?- El niño levantó los hombros.
-No sé, solo dijo que lo encontraría en el lugar donde los sueños se cumplen- JiHoo estaba con más dudas que antes. ¿Qué lugar era ese?
-Está bien. ¡Gracias! ¿Cuál es el nombre de tu Padre?-
- Jang Jung So. Yo soy Ha Jun-
-De acuerdo Ha Jun. ¡Gracias!- Se escucharon pasos y el niño retrocedió asustado. JiHoo se puso delante de él para protegerlo.
-Un Hombre vestido de negro, con un manojo de llaves colgando de su cinturón y un látigo enrollado en la parte trasera, llegó hasta ellos, su fría mirada se fijó en HaJun que se escondía detrás de JiHoo. Su rostro denotaba enojo. A JiHoo le pareció una persona con emociones reprimidas, su cabello grasiento peinado pulcramente hacia atrás, le indicaba que era una persona con poca vida social y falta de afecto.
-Senador, pensé que ya se había ido. ¿Estas molestando al Senador HaJun?- habló duramente dirigiéndose al niño. JiHoo lo sintió temblar.
-Yo fui quien lo llamó. Me perdí un poco y le pedí que me indicara la salida. Luego se giró hacia él y lo tomó de los hombros.
-¡Gracias por ayudarme! Estaré llamando para que tengas tu recompensa- y le guiño un ojo para tranquilizarlo. HaJun dejó de temblar, y tomó ese gesto como una promesa.
-Me voy. Con su permiso- exclamó JiHoo dirigiéndose a la salida. Solo esperaba que no sufriera un castigo severo. Ya tenía en su lista dos niños que debía ayudar. Pero en estos momentos, necesitaba encontrar a DoYun. Su tranquilidad dependía de ello. Miró la cajita y la guardó en su bolsillo. Algo le decía, que lo que había dentro, era un mensaje de su difunto amigo.
Con las manos en los bolsillos de su gabardina negra, miraba con detenimiento hacia el enorme cristal superior del edificio, el cual poseía unas letras doradas gigantescas en su exterior, que rezaban "Edificio del Senado de la República de Corea". Sabía que él se encontraba ahí, puesto que lo había seguido desde su casa. Man Shik la había dejado a unos pasos de la residencia de su esposo, esperaba encontrarlo ahí, sin embargo, cuando estaba muy cerca, vio pasar junto a ella, el Lotus Elise color naranja de WooBin. Se quedó quieta mientras el convertible aparcaba en la entrada. La puerta del copiloto se abrió, dando paso al Joven de cabellera dorada, quien llevaba a cuestas su equipaje, el cual le pareció demasiado ligero. No se despidió y entró de prisa a la residencia. El auto arrancó haciendo un estruendoso sonido del poderoso motor de 1.8, y pronto desapareció de vista. Se sintió nerviosa y expuesta, retractándose de ir a su encuentro, sentía que lo estaba traicionando, aunque en el fondo era claro que no era así. No pasó mucho tiempo cuando lo vió salir nuevamente, ahora vestía con traje negro, del que brillaba un pequeño botón dorado colocado en el lado derecho de su elegante traje, el cual representaba el símbolo del Congreso De Corea y que incluía al centro, la Bandera del País. Su cabello sedoso, estaba pulcramente peinado hacia un costado, pues aún lo conservaba un poco largo, aunque no llegaba a cubrirle el rostro. Su color dorado, resaltaba con el color negro de la vestimenta. Su andar elegante, le recordó el día que lo vió entrar por primera vez, por aquella puerta, en el Colegio Shinwa, en donde iba un poco rezagado, dándole lugar a su líder. Más en en esa ocasión, iba vestido completamente de blanco. Parecía un Ángel, y en ese momento, ella lo veía como su protector, su salvador. Aquélla vez su corazón latía fuertemente, y sus ojos no podían desviarse de su rostro, era curioso que sin proponérselo, en estos momentos estuviera pasando lo mismo, pareciera como si el tiempo se hubiera detenido, y nada hubiera cambiado. En esta ocasión, él no vestía de blanco, pero seguía siendo esa persona, la única en la que confiaría y le entregaría su vida. El Mayordomo le abrió la puerta trasera de una limusina negra, que no era suya, pertenecía al gobierno. Abordó el vehículo que de inmediato se puso en marcha, mientras era escoltado por otros tres vehículos negros. Ella tomó un taxi hacia el Senado, no sabía por qué, pero necesitaba no perderlo de vista. Al bajar del taxi se quedó en una fonda que se encontraba cruzando la calle frente al Edificio. Tomaba su café amargo pensado en lo siguiente que haría. Tenía miedo de enfrentarlo, Miraba una y otra vez el sobre que le dio Takeshi. No se lo entregaría. Seguramente dentro contenía un soborno o una amenaza para salvar a Jae Kyung. No podía decirle todavía. El seguramente querría ir por ella, y enfrentarse a quienes la habían capturado. Pero, no podía permitir que lo hiciera, podría perder la vida en el intento. Necesitaban un plan, y lo primero era hablar con él, aunque seguramente le preguntaría cómo es que ella lo sabía. Tal vez la odiaría por ser en parte cómplice, y seguramente no la perdonaría. Recibió un mensaje de GaEul, informándole que ya se encontraba en la tienda de Gachas. Quería ir a verla, pero sentía que podría ponerla en peligro. Y ¿cómo podría hablar con ella sin delatar lo que sucedía con Jae Kyung? Pagó el café y salió una vez más a la intemperie. Miraba las letras gigantes y el Gran Cristal sobre las mismas. Esa era su oficina. Suspiró derrotada. Él ni siquiera se imaginaba de lo que se avecinaba, ella tenía el poder de protegerlo a él y a DoYun. Encendió su cigarrillo y aspiró el humo para apaciguar los nervios, dio un paso para cruzar la calle, cuando de pronto sonó su celular. Revisó el remitente y volteó los ojos.
-¿Qué pasa?-
- ¡Felicidades!-
-¿Qué?-
-Recibí una invitación, para un evento del Senado. Y tu nombre aparece en el encabezado. Creo que al fin serás presentada formalmente Florecita. ¡Bien hecho!- Jandi respiró hondo. Eso no se lo esperaba. Era algo que deseaba desde que se casó con él Pero ahora, ser presentada como la esposa del Senador, era el primer paso para ser la Primera Dama, y eso, solo lo ponía más en peligro. Entre más poder ganaba ella, más se acercaba Takeshi a él.
-¡ah! Al fin lo hará- dijo sin mucho ánimo.
-¿Ya entregaste el sobre?-
-Estoy en eso-
-Bien, pronto recuperaré todo lo que me pertenece y seremos libres, como Siempre debió ser-
-Así es- Levantó la vista y lo vió saliendo del edificio. La luz del día resaltaba el color dorado de su cabello. La belleza de su rostro se opacaba por la seriedad que reflejaba, caminaba de prisa. Dejó de respirar cuando por unos segundos, él levantó la mirada hacia ella, volvió a bajar la mirada y se subió a su auto. El Lotus Exige S240 blanco, el auto con el que compitió con JunPyo para que ella no fuera expulsada de la escuela, arrancó con fiereza, haciendo sonar el poderoso motor de 3.4, el miedo a los vehículos de cuatro ruedas, se había ido ese día. El amor que sentía en ese entonces por ella, lo hizo superar su más grande miedo, y le dió el valor de enfrentar su terrible pasado. Un pasado, que hasta el día de hoy, sin saberlo, aún lo perseguía.
-¿Sigues ahí?- le preguntó Takeshi ante el prolongado silencio. JanDi reaccionó, por un momento olvidó que estaba en una llamada.
-Si, tengo que colgar. Te aviso cuando haya sido entregado el paquete-
-Bien, estamos en contacto Florecita. No quiero fallas-
-Puedes estar tranquilo. Adiós- sin esperar más. Guardó su celular y tomo un taxi.
-¡Por favor siga al Lotus Blanco- le dijo al Chofer.
Reconoció el lugar de inmediato. Pagó el taxi y bajó del vehículo. JiHoo aparcó el auto en la entrada y bajó igual de apresurado. Ella se acercó con cautela hacia el auto, las luces estaban encendidas, y las llaves puestas. ¿Qué había sucedido? ¿Le habría pasado algo a DoYun? Empezó a revisar su celular personal, estaba apagado. ¡Que idiota! Lo apagó cuando recibió la llamada de JiHoo en presencia de Takeshi y olvidó encenderlo de nuevo. Lo encendió y varios mensajes comenzaron a llegar, así como mensajes de voz y llamadas perdidas. La mayoría eran del Internado, otras eran de JiHoo y de GaEul. Abrió los mensajes con premura. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando entendió cuál era la urgencia.
-No no no. Esto no puede ser- Dijo en voz alta. Con el teléfono en mano se apresuró a entrar en el internado. Tocó el timbre, y al abrirse la puerta, se encontró de frente con JiHoo. Los dos se quedaron quietos mirándose mutuamente. Él tenía una mirada indescifrable.
- ¿Dónde está?- le preguntó con preocupación.
- ¿Estás preocupada? – le contestó con un tono irritado. - ¿Dónde estabas?, ¡Tu hijo desapareció y nadie pudo contactarte! – JanDi bajó la mirada, no podía responder a sus preguntas. Aunque lo deseara. Pero El la repudiaría si le dijera.
- Estaba… ocupada- solo dijo. JiHoo resopló y la rodeó ignorándola para subir a su vehículo. Ella al ver que se iba, se giró rápidamente y se subió en el asiento del copiloto.
-¿Qué crees que haces?- le preguntó él cuando estaba a punto de encender el auto. Jandi no hizo caso a su pregunta y se puso el cinturón de seguridad.
-Es mi hijo- le contestó como si fuera algo obvio. JiHoo rio de forma sarcástica.
-¿Ahora es tu hijo? ¡Nunca lo has considerado así! ¿Qué cambió ahora?-
-¡No tiene que cambiar nada! El
Es Importante- JiHoo volteó los ojos y sonrió sarcásticamente.
-Lo olvidaba. Solo te importa porque es el heredero de Shinwa- sin esperar su respuesta, arrancó el motor y empezó la marcha. Ella se quedó mirando su perfil, que aunque era hermoso, tenía una expresión dura. Le dolía el concepto que tenía de ella. Aunque era verdad que al niño nunca lo consideró como suyo, el saber que estaba solo y desprotegido, le causó angustia. Además de que si Takeshi se daba cuenta de que JiHoo lo buscaba con tanto esmero, podría darse cuenta de que El era realmente el talón de Aquiles de su esposo. Y entonces, el niño sería el próximo objetivo de ese enfermo. Tenían que encontrarlo antes que Takeshi, pero, se dio cuenta que no sabía nada de él. No tenía idea de donde podría haber ido.
-¿Tienes alguna idea? ¿pudiste averiguar algo en el internado?- le preguntó. JiHoo conducía por las calles sin mirarla.
- Solo… que burló la seguridad muy fácilmente-
- ¿A dónde te diriges entonces?-
- Estoy yendo a poner una denuncia a la policía. Es lo único que puedo hacer en estos momentos- JanDi pensó que si se hacía pública la desaparición de DoYun, Takeshi lo sabría e iría por él. ¡No podían hacer eso! Se abalanzó sobre él y tomó el volante.
-¡No! ¡Detente!- le pidió mientras maniobraba el volante para hacer que se saliera del camino.
-¡JanDi! ¿Qué diablos te pasa? ¡Harás que nos estrellemos!-
-¡Para! ¡Detén el auto!-
-¡Demonios, JanDi!- JiHoo desvió el vehículo y lo estacionó a un lado de la carretera. Apagó el motor y la enfrentó claramente enojado.
-¿Por qué hiciste eso?-
-¡Lo siento! Pero, no puedes ir a la policía-
-¿Estás en líos? ¿Temes que te atrapen por algo que hiciste?- JanDi endureció la mirada al ver la manera acusadora en que se dirigía a ella.
-No le tengo miedo a la justicia. Pero en esta ocasión, no es por eso-
-¡Entonces no entiendo! ¡DoYun está desaparecido y no sabemos dónde pueda estar, cada minuto que pasa, es más incierto y peligroso para él! ¡Tiene diez años por Dios!- dijo exasperado. Jandi bajo la cabeza pensando.
- Vamos a calmarnos- le dijo poniendo las manos delante de él. – Sabemos que no tiene muchos lugares a donde ir. Pongámonos en su lugar, y pensemos que haríamos o a donde iríamos si fuéramos él. ¿No tienes ninguna pista?-
- Hay algo que me dijo uno de sus compañeros cuando iba saliendo-
- ¿Qué te dijo?-
- Que iría al lugar donde los sueños se hacen realidad. No sé a qué lugar se refería- Jandi se quedó pensativa un momento y después ensanchó una sonrisa, sus ojos se iluminaron y con una renovada alegría miró a JiHoo. El la miró de forma esperanzadora.
-¿Qué?- le preguntó él para que le dijera lo que había deducido.
- Creo, que sé dónde puede estar. ¿Qué es lo que DoYun quería hacer antes de ingresar al internado?- Le preguntó sonriendo. A JiHoo se le iluminaron los ojos y sonrió con ella. Le tomó el rostro y le beso la coronilla.
-¡Gracias! ¡Eres brillante!- y sin pensarlo más, arrancó el motor del vehículo. Jandi sintió una corriente eléctrica cuando él la besó en la cabeza. Su cuerpo tembló de los Nervios con ese simple toque. Carraspeó un poco y regresó su vista al frente, lo miró de reojo, y notó que ahora su perfil estaba más relajado. Takeshi era un hombre muy atractivo, pero JiHoo, más que atractivo, era hermoso, su belleza era inusual, pues irradiaba un alma pura a través de sus delineadas facciones. Sonrió nuevamente, le gustaba mucho cuando sonreía, ese era su mayor atractivo. Se dió cuenta que fue lo que más le gustó desde el día que lo conoció, era su mejor arma de seducción. Esa sonrisa fue la que la conquistó hace ya muchos años atrás.
Miraba con detenimiento el instrumento de cuerdas colgado en la pared. Cuánto anhelaba poder tocar unas notas con el. Era su más grande sueño, su tío le había prometido enseñarle a tocarlo, pero eso no pudo ser, debido a todos los acontecimientos recientes, y al hecho de que estaba encerrado en ese internado. Pero ahora era libre, y no pensaba regresar a ese lugar, ya no le importaba enfrentarse a su Madre, sabía que su tío lo respaldaría. El efecto de la píldora había pasado hace horas, por lo que sentía un hambre voraz, esperaba que su tío no tardará mucho en dar con él y lo llevara a comer un gran filete, hacía tiempo que no comía uno. HaJun debió darle la pista de sus paradero, irónicamente, ahora se había convertido en su cómplice, después de haber sido su víctima de bullying todo este tiempo. No le guardaba rencor, a final de cuentas, él también sufrió el abandono de su familia en ese lugar, y recibió peores castigos que él. Llevaba varias horas encerrado en ese salón, el personal de seguridad, lo reconoció y lo dejaron pasar sin problema. El salón privado de su tío, era un lugar al que nadie podía entrar, pero él era especial, y tenía acceso libre a cualquier área del Centro SuAm. Se sentó en el piano de cola en medio del salón, y comenzó a tocar una melodía. Cerró los ojos y sentía vibrar las notas dentro de su cabeza. Amaba la música, su padre decía que él sería un gran Músico, y que estaría en primera fila en su primer concierto. Eso ya no iba a suceder, pero esperaba lograr dar un concierto, y cuando sucediera, lo dedicaría a su memoria. Su momento de concentración, fue interrumpido por la voz de quien menos se imaginó escuchar.
-¡DoYun!- El abrió los ojos al escuchar su nombre, su sorpresa fue mayúscula cuando fue envuelto por los brazos que siempre anheló sentir en toda su corta vida. Su Madre lo abrazaba fuertemente, le palpaba el rostro y el cuerpo para estar segura de que se encontraba bien.
-¡Mamá! ¡Estoy bien! No estoy herido- dijo para tranquilizar a la mujer. Al escucharlo, JanDi reaccionó a lo que estaba haciendo, producto de la emoción de verlo bien. Endureció su mirada y se alejó de él.
-¡Menos mal no te metiste en líos ni te lastimaste! ¡No debiste huir de esa manera!- lo reprendió. Doyun suspiró. Su Madre volvía a ser la misma. Detrás de ella apareció su Tío que caminó hasta él para abrazarlo también.
-¡Me asustaste! ¡Temía que te pudiera haber pasado algo! –
-Estoy bien Tío- JiHoo deshizo el abrazo pero no lo soltó y mirándolo a los ojos le preguntó con ternura.
-¿Por qué no me esperaste? Te dije que iría por ti- El sonrió y levantó los hombros.
-¡Que más da! Ya estoy afuera. Ahora estaré contigo. Además, yo sabía que me encontrarías rápido, con el mensaje que te dejé con HaJun- JiHoo sonrió y negó con la cabeza.
- Estaba tan preocupado que no tenía forma de descifrar tu mensaje, la realidad es que no fui yo el que supo dónde estabas- DoYun arrugó el entrecejo extrañado.
- Entonces, ¿Quién…?- dijo dejando la frase a medias cuando JiHoo señaló con la cabeza a su Madre. Ella los miraba nerviosa y solo contestó;
- Era muy obvio- dijo tratando de sonar indiferente. Pero no pudo evitar sentir satisfacción y calidez en su corazón, al ver la sonrisa que se formó en el rostro de su hijo y su esposo. Esos dos hombres estaban deshaciendo el hielo de su alma. La Luz se estaba abriendo paso en medio de la oscuridad.
- ¡Vamos a casa!- dijo JiHoo tomándolo de la mano.
- Pero me darás una gran cena Tío, Me muero de hambre-
- Todo lo que quieras campeón- le dijo revolviéndole el cabello. JanDi se quedó de pie viéndolos como salían del salón, JiHoo volteó hacia ella y DoYun le extendió la mano para que la tomara.
- Vamos Mamá – le dijo el niño. Ella miró la mano y no sabía si tomarla, miró a JiHoo y él le sonrió desarmándola.
- Te necesitamos en casa- le dijo. Eso fue lo único qué necesitó para tomar la mano del niño, y como si de una familia feliz se tratara, los tres salieron del Centro de Artes para una cena familiar en Casa.
JiHoo contemplaba el rostro apacible de su ahijado, que se había quedado dormido rápidamente. Estaba agotado. Había comido de todo en la cena, incluido el postre. Sonrió al recordar lo feliz que estaba al ver el filete en su plato. JanDi se encargó de pedir su postre favorito, era increíble que supiera cuál era. Lo que más le extrañó era su cambio de actitud con él. Jamás la había visto tan atenta con su hijo. Pero eso de cierto modo, le causó satisfacción. Esperaba que el incidente la haya hecho reflexionar, y ahora se comportará como la Madre que siempre debió ser.
-Ya estás en Casa Campeón. Ahora estaremos juntos, ya no estarás solo- le dijo al niño que se encontraba en la inconsciencia de los sueños. Un bulto se hundió junto a él en el colchón de la pequeña cama. Su presencia le causó alegría pero también enojo, una mezcla de sentimientos que no podía descifrar por completo. Sin embargo, el que ella estuviera ahí, no le desagrado.
-Está muy cansado. Duerme como tronco- dijo, su comentario hizo que sonriera.
-Tuvo un día pesado-
-¿Llamaras al internado para avisarles?- le preguntó
-Les avisaré en unos días más. En cuanto tenga la sanción que se merecen, no quiero volver a hablar con ellos nunca más- JanDi no dijo nada. JiHoo arropó al niño y se levantó para salir de la habitación. JanDi le tomó la mano antes de que se fuera y él se detuvo.
-Te debo una disculpa- El la miró intensamente, y apretó los labios.
-No me la debes a Mí. Sino a Él- dijo señalando a DoYun. JanDi se puso de pie para quedar frente a él.
-También a ti. Yo… no estuve cuando llegaste de tu viaje, ni me quedé en casa como me pediste, tampoco contesté tus llamadas- El sonrió y negó con la cabeza.
-JanDi, no tienes un deber de esposa conmigo, nosotros no tenemos un vínculo que nos una, no te preocupes- Ella lo miró con anhelo y él le sostuvo la mirada, lo vio suspirar y sonrió a modo de tranquilizarla. Un gran error por parte de él, esa sonrisa era irresistible. Sin detenerse a pensar, lo tomó de la nuca y lo acercó a su rostro, sentir sus labios era lo que más había deseado todos esos días que no estuvo con él. Lo besó con fiereza y pasión, y él correspondió con la misma intensidad. La tomó de los hombros sin romper el beso y la condujo afuera de la habitación, la pegó a la pared mientras seguía besándola apasionadamente. JanDi se quitó los zapatos y él la cargó a su cintura para llevarla hasta su recámara. La tumbó en la cama mientras la besaba nuevamente. Ella estaba extasiada con los besos húmedos que recibía de él. Se preguntaba si ese día harían el amor. Ojalá así fuera, porque lo deseaba con locura. La noche ya había caído, por lo que la habitación se encontraba en penumbras, apenas iluminada con la luz de la luna que se filtraba por las ventanas de Cristal, que adornaban el lugar de descanso del heredero Yoon. Las caricias se intensificaron y los besos fueron más atrevidos. Poco a poco la ropa fue cayendo al suelo, dando paso a que se inundara el silencio de la noche, de sonidos de extasis y gemidos sensuales. Dos almas rotas se estaban entregando mutuamente, ya no había vuelta atrás. Se habían traspasado los límites de la conciencia y de la cordura. Solo prevalecía el deseo por sentir el cuerpo del otro sin temores, sin pudor, sin remordimientos. Esa noche, solo el astro plateado que brillaba en el firmamento, fue el único testigo de la unión y entrega de dos seres que durante mucho tiempo habían deseado amarse y sentirse como lo hacían en ese mágico momento. JiHoo estaba maravillado por la hermosa mujer que se retorcía debajo de él, disfrutando de cada beso y cada caricia que él le daba. Al fin podía decir que ella era Su Esposa, ya no era un matrimonio ficticio, ahora se había convertido en algo verdadero.
La había deseado desde ese día en que se besaron en el armario, y ahora, sus fantasías se estaban haciendo realidad. No sabía si a parte del deseo había algo más. Pero no se iba a detener a pensarlo, solo quería disfrutar del momento que ella le estaba regalando.
JanDi por su parte, había anhelado su toque en su cuerpo, sus besos la volvían loca de deseo. Sabía que estaba sintiendo algo muy grande por ese hombre que estaba encima suyo, y no le importaba si él no sentía lo mismo. En estos momentos solo quería sentirlo dentro de ella, ser Suya y hacerlo Suyo. Quería unirse a él en cuerpo y alma. Las aclaraciones vendrían después, ahora no quería pensar, solo sentir. No sabía desde cuando había deseado ese momento, tal vez desde hacía mucho tiempo atrás, y ella no lo sabía, pero ahora, El estaba aquí por fin, y ella lo disfrutaría. Disfrutaría a ese Hombre Perfecto para ella.
El molesto sonido conocido de un timbre despertó a JanDi en medio de la noche. Trato de buscar el aparato entre la ropa que yacia en el suelo de alfombra. Cuando al fin lo encontró, apretó el botón verde para contestar, sus ojos permanecían cerrados, el cansancio acumulado, aunado a la noches de desvelo y lo vivido la noche anterior, la mantenían en ese estado de ensoñación y pesadez.
-¿Si?- contestó sin ganas.
-¿Te desperté Florecita?- JanDi abrió los ojos de golpe al escuchar la voz que la había despertado. Su momento mágico había terminado.
-¿Qué quieres?-
-¿Ya te fijaste de la hora?- Jandi alejó un poco el aparato para verificar el horario. 3:30 am Maldición.
-¡Lo siento! Estuve muy ocupada-
-¿Ah si? ¿Tanto para olvidar una entrega importante que acordaste meses atrás? ¿ Que te ocupo tanto tiempo? –
-Ya te dije que hay más trabajo en Shinwa- contestó irritada.
-Te creeré esta vez. Necesito que ya entregues el paquete, y te quiero en la base a medio día. Nuestra invitada debe ser interrogada, y tú te encargarás de eso- El momento había llegado. Tenía la oportunidad de planear el escape de Jae Kyung. Así que sonrió esperanzadora mente.
-¡Ahí estaré!- contestó con seguridad.
-Te dejo descansar y…. Espero no vuelvas a olvidar tus deberes-
-No será así. Adiós- terminó la llamada y suspiró. Se levantó para volver a la cama, estar con él era lo que más deseaba en ese momento. Más sin embargo, su cuerpo quedó petrificado con la visión del hombre más perfecto que había visto en su vida, con el pecho desnudo e iluminado con la luz de la luna, sentado en la cama mirándola fijamente. La temperatura de su cuerpo bajó de golpe y un sudor frío comenzó a recorrerle la frente.
-¿Con quién hablabas?- Le preguntó con un tono imperativo. Cualquier respuesta que diera en ese momento, no la devolvería a sus brazos-
-Solo… un cliente insatisfecho- contestó sabiendo que él no aceptaría esa respuesta como verdadera. Su nerviosismo delataba su mentira. El se descubrió por completo, dejando las sábanas que cubrían la parte baja de su cuerpo. JanDi contuvo el aliento al ver en plenitud al hermoso Adonis que se acercaba lentamente a ella. Pero que tenía ojos acusadores que hacían que no pudiera moverse de su sitio. Ya muy cerca de ella le dijo casi en un susurro.
-Puedes mentirle a cualquiera, pero no a Mi. ¿Aún no lo has entendido? Sé leerte, conozco cada gesto tuyo, es inútil que trates de ocultarme la verdad- JanDi no sabía si sentirte maravillada, halagada o acorralada. ¿Qué significaba entonces? ¿Qué haría él a continuación? Guardo silencio esperando ver lo que pasaría. Él le acarició el rostro y apretó la mandíbula.
-Lo sigues viendo, ¿no es así? – Ella estaba interrogante. ¿A qué se refería?
-Sigues con él. Takeshi Kaneshiro, ¿te suena ese nombre?- JanDi se quedó helada, el miedo en sus ojos era palpable. JiHoo la había descubierto. El ahora lo sabía. ¿En qué momento se vino todo abajo? La mirada de decepción y enojo que emanaba de los ojos de quien hace unas horas le dio el momento más hermoso de su vida, la estaba destruyendo. Llegó a la conclusión de que lo que había pasado no volvería a suceder nunca, JiHoo jamás la iba a perdonar. Algo dentro de ella se quebró y dolió. Su corazón una vez más estaba roto y no había nada que pudiera repararlo.
