Esta historia fue resultado de una larga noche de insomnio viendo un maratón de la teoría del big bang. Es solo eso, una historia bizarra. No hay necesidad de indagar más.
Los Hechos
Sheldon Cooper no era valiente.
De hecho, no era solo que no fuese valiente, si no que más bien era un cobarde. Él lo sabía. Muchas veces les había dado la razón a sus amigos sobre tal hecho. Era por esta misma razón que los eventos ocurridos la noche del pasado viernes resultaban tan sorprendentes, no solo para él, si no para todo aquel que conocía la hechonomia de su cobardía.
Había sido un día especialmente agotador desde su punto de vista, puesto que se había visto obligado a escuchar los constantes quejidos de Leonard sobre su rompimiento – por segunda vez – con Penny. Como siempre, Sheldon se había mostrado comprensivo al sufrimiento de su amigo y le había comentado que de todas maneras su noviazgo parecía destinado al fracaso y que era mejor para ambos haberse dado cuenta de aquello a tiempo y no cuando estuviesen viejos y arrugados, pues entonces les sería más complicado hallar nuevas parejas.
Para él era del todo incomprensible la molestia de Leonard a sus palabras, sin embargo, aquel inocente comentario mencionado sin maldad alguna lo había metido en el aprieto en que se encontraba ahora. Su "mejor amigo" lo había dejado tirado en el trabajo a merced del transporte público a una hora ridícula. Eran ya las diez de la noche "LAS DIEZ" el debería ya estar metido en la cama y no caminando por la calle tan tarde buscando volver a su departamento.
Lo insalubre del autobús tampoco había ayudado mucho. Había aguantado con mucho coraje las envolturas de frituras en el piso y los pasamanos pegajosos, sin embargo, el sujeto oloroso que se sentó junto a él lo estaba poniendo enfermo. Cuando el hombre estornudó sobre él se dijo a si mismo que debía salir de ahí lo más pronto posible o atenerse a poner en peligro su integridad y su vida. Entonces, ahí estaba él, como a cinco cuadras de su casa, pidiendo a dios, aunque nunca lo admitiría, que le permitiese llegar a salvo sin tener que enfrentar más peligros como algún perro callejero, algún anciano deseoso de iniciar una conversación con él o, el señor no lo quiera, un ave especialmente agresiva que lo seguiría a casa en busca de semillas que él no tenía. Cielos, los peligros estaban en todos lados, solo esperaba poder llegar a salvo a casa.
De repente, algo que no había anticipado interrumpió sus cavilaciones. Un grito. Primero se preguntó si no había sido producto de su imaginación o de la paranoia a la cual era muy propenso según sus amigos. Miró de derecha a izquierda, adelante y detrás de él. Nada. Hasta ahora había reparado en lo vacío de la calle por la cual transitaba. Sintió un escalofrío, pero siguió caminando apresurando sus pasos. De nuevo un grito, esta vez más nítido que el anterior. Un grito de mujer. ¡Un grito de mujer pidiendo ayuda! El pánico se apoderó de él, volvió a mirar a todos lados. Nada. Las calles seguían extrañamente vacías, por lo que dedujo que el sonido debía venir del callejón que estaba a tan solo una cuadra frente a él. Se acerco un poco más, con su corazón latiendo más aprisa. La voz había sonado familiar.
Sheldon estaba sacando su teléfono para llamar a emergencias cuando el grito volvió a resonar en sus oídos una vez más. La voz totalmente clara para él esta vez.
¡Penny! Quien gritaba pidiendo ayuda era Penny, su vecina, su amiga. Penny.
Él no sabe por qué, no logra entender que fue lo que lo impulso a salir corriendo tan súbitamente como lo hizo. Sabía que había peligro ahí donde se dirigía y sabía que lo lógico era pedir ayuda, pero en ese momento se sintió cegado, no recuerda haber escuchado el sonido de su teléfono mientras se deslizaba de sus manos y el choque del mismo contra el suelo. Penny estaba en peligro, era el único pensamiento que cruzaba su mente en esos instantes y aquel grito no había sonado como aquel que profiriera cuando se había resbalado en la ducha, no, este estaba cargado de verdadera angustia y terror.
Sheldon imagino muchos escenarios, pero nada lo habría preparado para lo que atestiguo frente a sus ojos aquella noche. Un hombre de estatura y peso promedio se encontraba medio parado, medio arrodillado, en el suelo, aparentemente luchando con algo o alguien. Sheldon se acercó un poco más, envalentonado de repente por las implicaciones de aquella escena. Bajo aquel sujeto se encontraba Penny, forcejeando encarnizadamente contra quien buscaba someterla, era obvio que le estaba dando una buena pelea, pues mientras el sujeto parecía no decaer en su convicción, Penny tampoco parecía dispuesta a dar su brazo a torcer, retorciéndose y lanzando uno que otro golpe cuando la ventaja se lo permitía, desgraciadamente, estos intentos no eran suficientes para ayudarle a liberarse y pararse para intentar escapar.
Sheldon sintió una súbita oleada de orgullo por su amiga. Ahí estaba ella, fuerte y aguerrida como siempre había sido, luchando hasta el final incluso en aquel escenario que parecía ya perdido, demostrando porque era considerada como la valiente de su pequeño grupo, a quien ellos podían recurrir en buscar de fuerza y consuelo. Sin embargo, aquel orgullo se vio prontamente eclipsado por los detalles más escabrosos de aquella vista. Penny había perdido un zapato y tenía las rodillas raspadas, lo que podía sugerir que el sujeto la sorprendió por detrás y la arrastro por aquel vacío callejón hasta que ella forcejeo cayendo de rodillas de golpe al suelo, momento que este aprovecho para írsele encima.
Sheldon entonces enfoco si vista en su uniforme, sus medias estaban mayormente rasgadas, su falda azul levantada hasta que incluso él, desde su lugar podía distinguir su ropa interior color rosa, su camisa y blusa habían cedido un poco debido al tironeo que debieron haber sufrido anteriormente, sin embargo, no había sido suficiente para romperlas, le resulto obvio que aquel sujeto tenía otras prioridades en mente que las partes superiores de su cuerpo. Sheldon recuerda que la ira, pura y ciega aumentaban con cada segundo que su cerebro registraba los hechos frente a él. Habían sido solo segundos discerniendo aquella escena, pero las había sentido como pesadas horas. De repente, como si lo sintiera, Penny volvió su vista hacia él, su cabello desordenado por la lucha, sus brillantes ojos verdes anegados en lágrimas, abiertos de par en par en una mezcla de terror y alivio por el reconocimiento.
De pronto algo hizo click en su cerebro. Se vio movido por un impulso que no pudo controlar y, con una fuerza que hasta ese momento no sabía que poseía, se lanzó hacia adelante sobre aquel sujeto que intentaba ultrajar a su más querida amiga.
Sheldon lo tomo por la parte trasera de su chaqueta, y tiró con tal fuerza que el hombre se vio arrancado de Penny de un solo golpe. Él lo miró mientras caía en un ruido sordo frente a sus ojos. Sheldon, sin embargo, no se detuvo ahí por irrisorio que a cualquiera pudiese parecerle, pensó en el comandante Spock, y en el férreo control que este tenía sobre su cuerpo cuando debía utilizar la fuerza bruta, para de esta manera utilizar todos sus recursos a su favor y los de su oponente en su contra y no desperdiciar su energía en burdos intentos que no harían más que desgastarlo. Así que, para cuando el hombre se había vuelto a incorporar, Sheldon ya había pensado en la mejor manera de volver a inmovilizarlo. Tomó un poco de la tierra que se encontraba a un lado en el callejón y, mientras el hombre intentaba cargar contra él, se la lanzó directamente en los ojos. El tipo profirió un grito de dolor que le trajo una inesperada oleada de placer nunca antes experimentado. Sheldon entonces aprovecho esta distracción para cargar contra el nuevamente y, de un solo empujón con todas sus fuerzas, lo tiró contra la pared más cercana. Esta vez el hombre se golpeó directamente la cabeza, lo que lo mando al suelo nuevamente, solo que esta vez, totalmente aturdido. No perdió el tiempo. En esta ocasión fue Sheldon quien se le fue encima inmovilizándolo con su cuerpo. No le resulto difícil, puesto que él era en realidad mucho más alto.
Sheldon entonces vio su rostro con claridad, aquel rostro que había perseguido a Penny en la oscuridad esa noche, aquel rostro que había cargado contra ella cuando se encontraba más vulnerable, aquel rostro que sonreía sobre ella mientras rasgaba su ropa y la inmovilizaba en el piso en espera de cometer un acto tan asqueroso y tan vil en su contra. Aquel rostro que, aunque desapareciera aquella noche, él estaba seguro atormentaría a su amiga durante mucho tiempo después. Sheldon no puso soportarlo. El férreo autocontrol que había ostentado hasta ese momento había caído como un manto frente a sus ojos. Una fea sonrisa asomo en sus labios. Se debía parecer a su héroe de la ficción más de lo que suponía. Él también tenía un lado humano después de todo.
Dejo que la ira tomara el control de su cuerpo y, en un arranque de pura rabia, dirigió su puño directo a la cara de aquel bastardo. Un ruido sordo se escuchó. Le había roto la nariz. La euforia lo invadió, especialmente sus extremidades. De pronto, ya no pudo o quiso detenerse. Se dio cuenta entonces que, con cada golpe que lanzaba, gritaba una palabra.
COMO
Puñetazo
TE ATREVEZ
Doble puñetazo
A LASTIMAR
Sintió que varios huesos cedían bajo sus puños.
A PENNY
El hombre tosió. Sangre y dientes se esparcieron sobre el pavimento.
Sheldon entonces se detuvo, mirando aquel rostro, ahora desfigurado, inerte en el piso. El pecho aun subía y bajaba, aunque lentamente. No sabía hasta donde estaba dispuesto a llegar esa noche con aquella escoria, solo tenía la certeza de que, por ningún motivo, dejaría que siguiera siendo un peligro para su mejor amiga ni para nadie más. De nuevo una calma fría lo gobernó mientras lentamente se paraba, buscando en sus alrededores cualquier objeto que lo ayudase con su cometido. Lo encontró a sus espaldas. Lentamente levanto la pesada roca, ahora se pregunta como lo hizo, pero tiene un vago recuerdo de estar flotando, como si no estuviese en su cuerpo. Recuerda ya no sentir sus músculos.
Fue cuando él se giró sobre sus pasos, nuevamente hacia el hombre, que Penny finalmente reaccionó.
No la vio incorporarse, ni si en sus movimientos se registraba la dificultad de aquel hecho, no hacía falta, estaba seguro de que así era. No recuerda haberla escuchado acercarse, ni los gritos con su nombre que profirió incesantemente y que luego, más tarde, cuando todo había pasado, le había contado. Solo recuerda un zumbido, muy agudo y constante en sus oídos, como estática, aunque ahora reconoce que, debieron tratarse de los gritos y ruegos de Penny para que se detuviera.
Sheldon solo podía registrar al hombre a sus pies y lo que debía ser hecho para librar al mundo de él. En aquel momento, no existía nada más. Entonces se paró sobre él y alzo la pesada roca sobre su cabeza listo para llevar a cabo aquello que, ahora reconoce, habría sido un soberano error de juicio de su parte y que, sin duda, al calor de aquel momento, habría llevado acabo de no ser por precisamente Penny.
Penny lo abrazó, muy fuerte, escondiendo su rostro en su pecho mientras las lágrimas que aún se encontraba derramando humedecían su playera de robot. Solo entonces Sheldon reaccionó, bajando lentamente su mirada a aquella maraña rubia anclada firmemente a él. Por fin escucho sus ruegos. Cariño por favor, no y Esa basura no lo vale y Sheldon, mírame, estoy bien, tú me salvaste, estoy bien. Con una increíble ternura, ella había tomado su rostro entre sus manos mientras lograba que sus ojos enfocaran los suyos en un intento de transmitir una seguridad de la que él no sabía cómo era capaz en ese momento, no después de…
Volvió a tensarse, la piedra que aún no había bajado más firme entre sus manos. Penny se dio cuenta de ello, pues volvió a abrazarlo con una fuerza casi asfixiante mientras repetía el más desesperado por favor que Sheldon hubiese escuchado jamás. Lentamente, se encontró a si mismo bajando la roca hasta que ésta cayó en un ruido sordo a su lado. Solo entonces, Penny se relajó en su abrazo. Ambos se miraron, por un largo rato hasta que Sheldon correspondió a su gesto, de repente tan aliviado por haberle hecho aquel comentario inapropiado a Leonard, aliviado por haber huido de ese autobús lleno de gente insalubre y tal aliviado por haber caminado por esas calles vacías aquella noche de viernes.
Penny estaba en sus brazos, a salvo, nada más importaba.
Le pareció un sueño vago todo lo que sucedió después.
Personas por fin apareciendo en su campo de visión.
Curiosos preguntando sobre lo ocurrido al verlos a ellos dos sentados sobre la acera. Ambos desarreglados y tomados de las manos. Sabía que debía verse horrible.
Una mujer llamando a emergencias al reparar en el estado del hombre tirado frente a ellos.
Las sirenas de la ambulancia y de la policía al llegar al lugar.
Leonard y sus amigos angustiados hasta el punto de la histeria al llegar frente a ellos. Sheldon no recuerda hasta ese momento haberle dado alguno de sus números al oficial de policía.
El viaje al hospital y los angustiosos interrogatorios a los que ambos fueron sometidos. Las pruebas y las consecuencias.
Durante todo esto, ellos jamás se separaron. Para ambos, aquella experiencia había sido de lejos, la peor y más horrible de sus vidas.
Habían pasado dos meses desde entonces.
Penny había vuelto a Nebraska en cuanto sus padres se habían enterado, cuatro días después de lo ocurrido. Se despidió de él con una fugaz mirada, le dio la impresión de que le costaba encararlo. Inesperadamente, eso dolió más de lo que hubiera anticipado, pero una vocecita dentro de su cabeza le repetía que debía entenderlo y, por una vez, decidió hacerle caso.
Sentado en su lugar, intento imaginar un escenario donde nada de aquello hubiese ocurrido, se dijo que era definitivamente posible, después de todo, ¿no era el él mayor creyente de la existencia de varios universos? De pronto, se vio sumido en una profunda nostalgia de aquel hipotético universo, donde las cosas serian como siempre, donde la rubia estaría en ese momento robando su comida y viendo la televisión con ellos como si nada. Era inútil, lo sabía, añorar algo que jamás iba a pasar, sin embargo, se vio incapaz de no hacerlo.
Con un largo suspiro, se levantó para tomar su mochila rumbo al trabajo. Aquel día Leonard no estaba en casa y tendría que tomar el autobús. Sacudió aquel recuerdo de su mente en cuanto apareció. No valía la pena.
Mientras estaba en sus cavilaciones, el timbre sonó. Sheldon estaba extrañado, no había quién tuviese que estar ahí, ni ninguna entrega pendiente que el supiera, aunque no podía controlar todos los aspectos de la vida de Leonard, aunque quisiera. Alguno de sus amigos quizá… Resignado, se dirigió a la puerta dispuesto a despachar lo más pronto posible a quien estuviese ahí para perturbar su mañana. Jamás habría esperado lo que lo aguardaba del otro lado.
- ¿Penny?
Ahí estaba ella, tal como la recordaba, los mismos brillantes ojos verdes, quizá con un ligero toque de tristeza, pero la misma al fin.
Sonrió tímidamente y algo en su pecho se agitó.
- ¿Podemos hablar?
Repito, es solamente una idea loca y fantasiosa de mi cabeza que tenia que salir por alguna razón, me disculpo por las posibles faltas ortográficas que puedan encontrar, pero, o la escribía hoy o nunca. Agradecería sus comentarios.
Psdt: ¿Segunda parte?
