Harry Potter: Una lectura distinta, vol. 8
Por edwinguerrave
Copyright © J.K. Rowling, 1999-2008
El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como de todos los símbolos y elementos relacionados, para su adaptación cinematográfica, son propiedad de Warner Bros, 2000.
Algunos capítulos incluyen extractos de los "fan fic" 'Harry Potter y la Orden del Fénix', © "Daniela Linx", y 'Harry Potter y el Círculo Secreto', © "jesterdead".
La Frontera Final (1)
Capítulo 31: En mi hora más oscura (2)
Luego de terminar la cena, las familias se fueron dispersando a sus habitaciones; en el caso de los Potter, todos se reunieron en "la casa" de James y Lily, junto a Sirius, Lupin, Tonks y Teddy. Cuando todos se ubicaron alrededor de la mesa del comedor (la cual ampliaron mágicamente), James miró a su nieto y le preguntó:
—¿Sigues sin convencerte de lo que te dijo el profesor Dumbledore?
—No sé, abuelo —respondió el chico, mientras le daba vueltas a una taza de té—, como hablamos esta mañana con Lilu, no me extrañaba que en cualquier momento se fuera a hablar de algún duelo, o algo así.
—Sí, lo recuerdo —comentó Lilu—, y recuerdo que te llamé "insensible".
—A los dos —rectificó Al.
—Sí, sí, tú sabes —replicó la niña—, porque hasta ahora no habían dicho nada.
—Bueno —comentó JS—, eso debe demostrarte que no soy ningún insensible, Lilu…
—Sólo que tu personalidad bromista y divertida no te deja mostrar lo que está pasando por tu mente —intervino Lily—. Eres como tu abuelo, Jamie, tranquilo. No es malo —aclaró al ver que los dos James la miraban interesados—, solo que quizás no asumes todavía la seriedad que las situaciones merecen. Con el tiempo y las responsabilidades, vas a ver cómo te ajustas a eso.
—Tiene razón —reconoció James—, a tu edad era así, bromista, descarado y propenso a meterme en problemas, pero tuve que "enseriarme" —enmarcó la palabra con comillas hechas con los dedos, lo que hizo sonreir a JS— si quería lograr el amor de mi amada —terminó esa exposición abrazando a Lily.
—Sin adelantarme mucho a lo que se va a narrar mañana —dijo Harry—, pero para que ustedes duerman tranquilos, no tuvimos grandes bajas, solo unos tobillos torcidos y algunos raspones y contusiones, pero nada grave.
—¿Seguro? —insistió JS.
—¿Cuándo les he mentido? —les volvió a preguntar Harry.
—Nunca, papá —respondió JS con tono aburrido—, pero estás claro que nos has ocultado información.
—Sí, lo acepto —resopló Harry, mientras se acercaba a sus hijos—, pero lo hice para protegerlos, como se los he dicho varias veces.
—Y no está mal, Jamie —intervino Lily—, porque quizás esta es la mejor manera de ayudarlos a comprender todo lo que vivió Harry, que lo sepan en este momento y no antes o de personas que puedan alterar la realidad de lo que pasó.
—Eso es verdad, abuela —reconoció JS, a la vez que Al y Lilu asentían.
Las familias regresaron a sus habitaciones, y en el caso de Harry y su familia, los chicos no tardaron en ir a dormir, lo que llamó la atención a Harry y Ginny.
—Espero que los chicos duerman tranquilos y nos dejen dormir a nosotros también —comentó Harry mientras se desvestía.
—Yo también lo espero —confirmó Ginny. Se besaron y entraron a la cama, donde cayeron dormidos casi de inmediato, y sólo se despertaron cuando oyeron algunos pájaros cantar por la ventana.
—¿Tan temprano es? —preguntó Harry al ver la habitación iluminada.
—Yo diría que es tarde —comentó Ginny, ya levantada, aunque aún con su bata de dormir.
Luego de acicalarse y vestirse adecuadamente, la pareja se unió a sus hijos, quienes ya tomaban té preparado por JS.
—Esta vez te quedó excelente, Jamie —le reconoció Ginny.
—Creo que le faltó azúcar —criticó Lilu—, pero está bueno.
—¿Cómo durmieron? —preguntó Harry, recibiendo tres veces la misma respuesta:
—Excelente, papá.
Salieron al área principal de la Sala, donde ya algunos esperaban, por lo que tuvieron que apurar el desayuno. Cuando regresaron a la Sala, se ubicaron en sus respectivos asientos, y el atril con el nuevo capítulo se colocó delante de Draco. Este le dedicó una larga mirada al título del capítulo, antes de decir:
—Realmente, en esos momentos estuve En mi hora más oscura.
—Recuerdo que me lo mencionaste —confirmó Astoria, posando su mano sobre el brazo izquierdo de Draco.
Comenzaron a caminar, con Harry, Ron, Ginny y Hermione por delante; Harry intentaba recordar cuál fue el camino exacto por el cual entró al bosque, viendo los árboles, hasta que encontró un camino que le recordó el momento en que, musitando "Ha llegado mi fin", lograra abrir la primera snitch que capturó en Hogwarts, encontrando en ella la Piedra de la Resurrección.
—Por aquí —señaló, y comenzó a caminar con paso acelerado, obligando a los demás a apurar su ritmo. Apenas giraba la cabeza para ver que Ginny se mantenía junto a él, seguidos muy de cerca por Ron y Hermione. Unos diez minutos más tarde, llegaron a un área muy espesa, que Harry y Ron reconocieron como el sitio donde encontraron el viejo Ford Anglia del señor Weasley, convertido en un habitante más del bosque—. Atentos, estamos cerca. Sí, allá vienen unos centauros —dijo, señalando a dos de los centauros que se acercaban, y los saludó al reconocerlos—. Bane, Magorian, ¿Cómo están?
—Lo repito —dijo Hagrid—, me alegra que los centauros hayan comprendido y hayan ayudado.
—¿Y usted no estuvo allí, Hagrid? —preguntó Paula, extrañada.
—No, mi niña —respondió el guardabosques, con una amplia sonrisa—, no pude estar por otros compromisos, tú sabes.
Ese último comentario hizo reir a varios, especialmente porque Hagrid se sonrojó al decirlo.
—Joven Potter, jóvenes, profesores —saludó Bane, con voz grave y molesta—. Ustedes también vienen a sacar a quienes profanan nuestro bosque, ¿no?
—Eso esperamos —respondió Harry—. Creo que estamos cerca, ¿verdad?
—Sí —afirmó Magorian—, ya algunos magos adultos están al otro lado del "claro de las arañas", donde se ocultan los enemigos de la luz.
—¿El "claro de las arañas"? —preguntó Lucy.
—El lugar del bosque donde se escondió Aragog cuando escapó en su momento —mencionó Hagrid—, y que luego adoptó como su hogar y de sus descendientes.
Varios de los que se encontraron con esos descendientes de la acromántula se estremecieron levemente.
—Muy bien, gracias por su apoyo —les dijo Harry a los centauros, para luego voltearse y decirle a sus compañeros—: distribúyanse en parejas, y vamos a crear una barrera para que no pasen, yo voy con…
—¡Conmigo! —saltó Ginny, acercándose.
—Ok, con Ginny —ratificó Harry, ante la risa de varios, incluyendo a Ron y Ernie—. Ron con Hermione, Neville con Hannah, Padma y Zacharias, Parvati y Lavender, no sé los demás, creo que ustedes se conocen mejor… Lo importante es que nos movamos, ya por ahí debe venir el ataque aéreo. Saben cuáles son las posiciones que vamos a asumir, ¿no?
Efectivamente, en el momento que Harry dijo eso, vio el celaje de una escoba pasar sobre sus cabezas, y dedujo, por la larga cabellera negra trenzada, que era Dil.
—Parece que las demás no tenían el cabello recogido —comentó Dil.
—O no llevábamos las trenzas tan largas como las tuyas, Dil —replicó Susan, haciendo asentir a la hindú.
—¡Vamos, rápido! —apuró Harry al grupo, que se dispersó rápidamente, y comenzó a moverse, acercándose al "claro de las arañas", una hondonada rodeada de telarañas quemadas o llenas de polvo. A lo lejos, Harry logró ver una cabeza con cabellera rojiza, lo que hizo que le dijera a Ginny—: Ya los demás están del otro lado, voy a entrar para crear la distracción, cúbreme, amor, confío en ti —para luego de un beso, acercarse al camino, entrando al claro de la misma forma en que lo hiciera casi un año atrás. En ese momento, vio hacia arriba, donde vio a Krum, Seamus, Dennis, Dil y Madame Hooch esperando entre otros, volando en silencio sobre sus escobas.
—Recuerdo que cuando te vi —comentó Dil—, me dije que estabas loco, yendo sólo a buscar a los mortífagos.
—No iba solo —replicó Harry—, los tenía a ustedes.
—Eso es verdad —reconoció Dil ante las risitas de algunos de los más jóvenes.
Los mortífagos no los habían oído llegar, por lo que se sorprendieron cuando oyeron la poderosa voz de Harry hablarles:
—Hey, ¿ustedes no me estaban buscando? Ya estoy aquí.
—¡Momento! —intervino Fred—, ¿En qué momento nuestro cuñado tuvo "voz poderosa"?
—¡Es verdad! —apoyó George, entre las risas de los bromistas—, yo recuerdo que la voz de Harry era muy suave.
—Papá tiene voz poderosa —intervino Lilu, poniéndose de pie y poniendo sus brazos en jarras—, cuando regaña a Jamie es intimidante.
JS encogió los hombros, a la vez que los bromistas arreciaban en su alboroto.
En ese momento, cuando los mortífagos voltearon, y se dieron cuenta que estaban rodeados, intentaron atacar a Harry, comenzando una rápida refriega, en la cual Krum desmayó a dos mortífagos en rápida secuencia, y Dil fue derribada de la escoba. Harry y Ginny, al defenderse de un ataque, vieron como caía, pero no la vieron golpear el suelo, sino transformarse en una especie de felino, que rápidamente atacó a uno de los mortífagos más cercanos, quien intentaba aturdir a Fleur; en el momento que otro lanzaba el Avada Kedavra contra ese felino, éste se transparentaba, asumiendo consistencia de sombra, por lo que la maldición asesina no dio de lleno contra él, pero hizo que Dil reapareciera desmayada.
Varios miraron sorprendidos a Dil, quien sólo encogió los hombros.
—¡Cubran a Dil! —gritó Harry a Paul Austen y Piotr, quienes petrificaban al mortífago agresor, en el momento que una flecha zumbaba cerca de su cabeza y se clavaba en la pierna de otro mortífago. Algunos intentaron desaparecerse, pero el escuadrón aéreo los retenía en tierra, por lo que pronto fueron reducidos.
Dil se reincorporó en el preciso instante en que otro mortífago intentaba aturdirla, volviendo a asumir la forma de felino de sombras, por lo que el ataque no la afectó. Recuperó la consistencia física, saltó sobre ese mortífago, y de un zarpazo le quitó la máscara, desmayándolo del golpe. Harry quedó de una pieza al ver la cabellera rubia platinada.
—¡¿Draco Malfoy?! —pero no pudo decir más nada, pues debía protegerse de los diversos ataques que venían de un trío de mortífagos que salían de la cueva donde vivía Aragog, hasta que Seamus les lanzó una especie de bomba incendiaria, que provocó un pequeño incendio al frente de los atacantes, quienes, al descuidarse, fueron reducidos por Bill, el señor Arthur y Kingsley.
—Realmente fue un buen golpe —se interrumpió Draco, sintiendo las miradas decepcionadas de Astoria y Scorpius—, no esperaba ese ataque físico.
—¡Ríndanse, en nombre del Ministerio de Magia! —les gritó Kingsley, pero algunos mortífagos, que seguían luchando, se burlaron de él diciendo:
—Tendrás que matarnos si crees que te vamos a dar ese gusto.
—Esos estaban locos —comentó sombríamente Alisu.
—Fanáticos —opinó Amelia, haciendo asentir a su amiga.
Los mortífagos atrapados eran atados y entregados a los centauros, quienes los sacaban del claro, donde junto a Neville, Hannah, Parvati, Lavender, Padma, Zacharias y Susan, los custodiaban.
El final de la batalla llegó cuando una fuerte llamarada, de un hechizo incendiario lanzado por Seamus, salió desde la cueva de Aragog, espantando a unos cuatro o cinco mortífagos que se habían escondido allí. Al reunirse las fuerzas, vieron que todos estaban bien, salvo algunos raspones, contusiones, y que Dil estaba bastante débil, por lo que al llegar a donde estaba el grupo, cayó de rodillas, sosteniéndose el costado. Hermione, con una herida en el antebrazo izquierdo, se acercó rápidamente:
—Dil, ¿estás bien? ¿Qué te pasa?
—Que ya estoy vieja para estos chistes —comentó adolorida, pero sin perder su humor.
—¿Vieja? —preguntó Dom, confundida.
—Creo que lo comenté por el dolor —reconoció Dil—, me dolía todo el cuerpo.
Mientras tanto, Kingsley interrogaba a uno de los mortífagos:
—Callahan, vas a pasar mucho tiempo en Azkabán, así que no te va a importar decirnos si ustedes son todos los que estaban aquí.
—Pues como no me importa —le respondió, retador—, no te voy a decir nada, Ministro de juguete.
—Señor Ministro —se acercó Dean, con Susan y Luna, quien cojeaba seriamente (Lilu miró con interés a Susan, pero no interrumpió)—. Encontramos esto en el suelo, cerca de uno de los mortífagos —y le acercó un paquete, que Harry encontró ligeramente más pequeño que el que vio sacar a Hagrid de la cámara 713 de Gringotts antes de entrar en primer año.
—Detalle a tomar en cuenta —comentó Zacharias.
Kingsley tomó el paquete, lo abrió y bufó, antes de comentarle a Harry y a los demás:
—Aquí está la causa de los problemas —y se volteó hacia el mortífago, mostrándole la piedra transparente—. Tú, ¿de dónde sacaron este Ojo de dragón?
—Ese no es tu problema, Ministro de pacotilla —insistió el mortífago, a lo que Kingsley, sin darle importancia, respondió a las miradas atentas de los aurores, profesores y estudiantes:
—Esta partida tenía un Ojo de Dragón, por eso lograron pasar las barreras mágicas sin verse afectados, y podían pasar inadvertidos. Esta pieza es de un tamaño tal que puede transformar a alguien en otro por media hora, desilusionarlo por casi dos horas y potenciar un hechizo hasta más allá del castillo. Por eso pudieron atacarte tan fácilmente, desde aquí podían alcanzar el campo de quidditch. Bueno, a este grupo se les acabaron sus días de fechorías.
—¿Y con sólo ese cristal podían hacer tanto? —preguntó Louis, extrañado.
—Algo así —comentó Bill con seriedad.
—Vamos —les indicó fieramente Krum a los mortífagos, mientras los profesores los rodeaban. Atrás, Dean ayudaba a Luna a moverse, pero debido al dolor que mostraba en su rostro, Harry sugirió:
—Que Dennis lleve a Luna en su escoba, para que no asiente mucho el pie, vayan directo a la enfermería. Hermione, ¿cómo estás tú?
—Bien, sólo fue un raspón que me di al caerme, nada grave.
—¿Dil?
—Ya estoy mejor –dijo ésta, mientras arrastraba su escoba, lo que hizo que Harry le pusiera mala cara, por lo que completó—. Bueno, está bien, ayúdame a llevarla, estoy algo débil, y me duele el costado.
—Realmente me dolía muchísimo —admitió Dil—, sólo que quería dármela de fuerte y tratar de aguantar a llegar al castillo.
En ese instante, Harry fijó la vista en Malfoy, quien había permanecido callado. Éste, luego de verlo, bajó la mirada y comenzó a caminar, obligado por la profesora Polly, por lo que Harry no pudo decirle nada.
Caminaron hasta el castillo, de cuyos ventanales y balcones se asomaban los estudiantes, quienes al ver que los combatientes regresaban bastante enteros, salvo Luna, en la escoba de Dennis, Dil, ayudada por el señor Arthur, Susan, con cara de mareada, apoyada por Hannah y Neville, y tanto Hermione como Piotr con los brazos en cabestrillo, y con Parvati, Lavender, Padma y Zacharias escoltando a la partida de mortífagos detenidos; comenzaron a aplaudir y enviar chispas al aire del atardecer, como fuegos artificiales.
—¿Qué pasó, mamá? —preguntó Amelia, extrañada.
—Me llevé un golpazo —reconoció Susan—, estaba buscando defenderme de un hechizo cuando una rama baja pero bastante gruesa me golpeó en la cabeza y me hizo caer.
—De hecho —intervino Seamus—, tú atropellaste la rama.
—Gracioso —le replicó Susan, provocando risitas.
Al llegar al castillo, los heridos pasaron directamente al ala de enfermería, donde Madame Pomfrey, diligente, los atendió. Mientras tanto, el resto, junto con los capturados, entraron al Gran Comedor, donde ya la profesora McGonagall había habilitado la chimenea detrás de la mesa de Ravenclaw para que, mediante polvos flú, aurores y prisioneros se fueran al Ministerio donde inmediatamente serían juzgados. Antes de comenzar a irse, Kingsley notó que Harry estaba incómodo:
—Potter, ¿quieres decir algo?
—Sí —respondió, sombrío—. ¿Puedo hablar un momento con Malfoy hijo?
—No sé por qué —comentó Harry cuando notó que muchos fijaban su mirada en él—, pero algo me decía que necesitaba hablar con Malfoy, aprovechar, por decirlo así, que no estaba con alguno de sus padres.
—Y creo que fue buena idea —reconoció Draco—, al menos me ayudó a reflexionar un poco.
Draco abrió los ojos, pero no dijo nada. Ron, se acercó a Harry y le preguntó en susurros:
—¿Qué vas a hablar con esa rata inmunda? Vistes que casi aturde a Hermione, y trató de matar a Dil.
—Lo sé, Ron, sólo quiero preguntarle algo.
—Podemos darle unos minutos —indicó Kingsley—, mientras sacamos al resto de esta escoria del colegio. Yo me lo llevo personalmente, me imagino que estará disfrutando su regreso a Hogwarts.
—No conocía a ese Kingsley sarcástico —comentó Remus, extrañado.
—Pues sí —dijo Moody—, no me pareció que fuera alguien de hacer muchos chistes, creo que eso se lo dejaba a Potter y a Black.
—Siento que lo hizo en ese momento como una respuesta a la situación —intervino Molly, tratando de justificar al ministro.
Harry lo tomó por el brazo, ya que estaba atado, y se sentaron en un banco de la mesa de Gryffindor. Ahí le preguntó:
En ese momento un pergamino se materializó en las manos de Harry, lo que le dio a entender que la lectura se haría a dos voces. Recordando el tono de voz autoritario, molesto e impetuoso que usó en ese momento, leyó su primera intervención.
—¿Qué estabas haciendo ahí? ¿Tú crees que estaban jugando?
—Intentaba limpiar el honor de mi familia, Potter —le respondió desafiante, aunque con voz llorosa (lo que Draco trató de disimular en la lectura)—. Quería vengar la deshonra que ha caído en los Malfoy.
—Y creías que terminando conmigo, Voldemort iba a regresar, ¿verdad? —insistió Harry, molesto—. Levanta tu rostro, tus ojos, y dime, ¿quién te crees que eres? (3)
—No sé, Potter, mi familia está desintegrada. Mis padres se separaron cuando regresamos de aquí en mayo pasado, sólo buscaba reunirlos… No sé qué estaba pensando, estoy en mi hora más oscura.
—Pienso que crees que no tienes futuro si no es haciendo fechorías, porque para eso van a quedar los mortífagos, para hacer revueltas y desastres por ahí… Eres mucho mejor que eso, Malfoy, y lo sabes.
—¿Y tú aún crees en mí, Potter, después de todo esto? ¿Después de todos estos años? —le preguntó de una manera que daba la impresión que estuviera al borde de las lágrimas.
—De nuevo Harry y su capacidad de observación —comentó Seamus, a lo que Harry sólo encogió los hombros.
—Sí, y sobre todo creo que eres capaz de mejorar, confío que así sea. Negocia un acuerdo con el Ministerio, para que tu estadía en Azkabán sea corta.
—Gracias, Potter… Pensaba que nunca podría darte las gracias por algo.
—Reconozco que me costó darle las gracias después de todo lo que habíamos vivido desde ese día en Madame Malkin —comentó Draco, levantando la vista del pergamino—, tantos enfrentamientos, incluso duelos, que sinceramente no me llevaron a ninguna parte. O sí, me llevaron a estar atado, esperando mi traslado a Azkabán a quizás un largo período en prisión. Por eso, cuando me dijo que negociara un acuerdo con el ministerio, entendí que la persona estaba mucho más allá del nombre. Por eso vuelvo a agradecerte esas palabras, Potter.
—Te voy a responder como te respondí ese día —dijo Harry—, en el entendido, por supuesto, que siguen siendo tan válidas como fueron en aquel momento.
—Claro, claro —aceptó Draco, ante la mirada extrañada de muchos.
—No necesito tu agradecimiento sino tu promesa que vas a mejorar.
—Lo intentaré.
—Bueno. Al menos ese es un buen inicio.
En ese punto, Harry se acercó al asiento de Draco y le extendió la mano, la cual Malfoy estrechó con firmeza, ante el aplauso de muchos en la Sala.
—Vamos, Malfoy —dijo Kingsley, acercándose. Malfoy se levantó en silencio, inclinó su cabeza ante la profesora McGonagall y Harry, antes de desaparecer en una llamarada verde.
—Esa fue la última vez en seis meses que vería el colegio —reconoció Draco—, luego tuve unos dos años y medio cumpliendo servicio vigilado en el campo de quidditch. (4)
Harry subió a la enfermería, acompañado por Ginny, a ver cómo estaban los lesionados. Dil dormitaba en una camilla, mientras Hermione, acompañada por Ron, y Piotr tenían el brazo vendado y tomaban una poción que aromatizaba el área; Luna, quien se había fracturado el tobillo, era atendida por Hannah Abbott, y Susan Bones, cuidada por Seamus, tenía una bolsa de hielo en la cabeza, porque había chocado con una rama baja al intentar protegerse de un hechizo lanzado por un mortífago, además de varios mallugones.
—Lo que les dije —insistió Susan. En ese momento se materializaron nuevos pergaminos en las manos de quienes estaban presentes en esa reunión en la enfermería, por lo que Draco dijo:
—Ginny, te toca leer; yo seguiré leyendo como el narrador.
—Dil, ¿cómo te sientes? —preguntó en voz baja Ginny, quien le había tomado un gran afecto.
—Sabrosita —respondió incorporándose lentamente—. Como si me hubieran pegado con todos los árboles del bosque (5) —dijo, pero al intentar reírse, el dolor en el costado la hizo quejarse.
—Vaya, Dil, pensaba que no lo contarías cuando te vimos caer de la escoba —dijo Harry, a lo que Ron asintió, mientras acariciaba el cabello de Hermione.
—Estabas muy alto cuando caíste —confirmó Harry—, diría que quince metros, hasta más.
—Bueno, dicen que los gatos caemos siempre con las patas hacia abajo —respondió Dil, tratando de acomodarse.
—Hablando de gatos —preguntó Hermione—. ¿No me dirás que eres animaga? Porque… ¿de dónde salió ese lince, Dil?
Enseguida varios vieron la interacción entre los involucrados en la conversación, especialmente James y Sirius.
—Bueno… —respondió, incómoda—. Sí, soy animaga. Aún no me he registrado en el Ministerio porque pensaba hacerlo al salir del colegio. Y mi animal es un "lince de sombra": es normal de día y de noche se vuelve sombra a voluntad.
—Ajá, pero —insistió Harry—, ¿cómo podías volverte sombra si aún era de día?
—Quizás porque en ese sector el bosque era muy tupido, y parecía de noche, quizás por eso el Avada Kedavra me golpeó más de lo debido —reflexionó, sobándose el costado—. Por favor, tampoco comenten esto a todo el mundo, ¿sí?
—Bueno —intervino Al—, ya creo que "todo el mundo" lo sabe.
—Sí, bueno —indicó Dil—, como dije, apenas salí del colegio me registré en el ministerio, así que soy animago registrado.
—Está bien, pero, ¿qué hay que hacer para ser animago? —se interesó Ron.
—Ron, nosotros vimos esa clase con Snape —lo regañó Hermione, con tono de exasperación—. ¿Recuerdas, cuando Lupin no nos pudo dar clase?
—Cierto —ratificó Harry—. Y también McGonagall nos lo explicó.
—Bueno, yo puedo porque mi papá era animago. A veces, el poder es hereditario.
—¡Hereditario! —saltó Harry en su asiento. Ginny lo vio preocupada.
—No creerás que tú también puedes ser animago, ¿verdad? —le preguntó angustiada—. ¡Eso es lo que me falta!
—Y no creo que en tu caso se aplique, Harry —comentó James—, porque nosotros aprendimos a ser animagos, Canuto, la rata y yo, para acompañar a Lunático.
—Exactamente —confirmó Sirius—, nos costó mucho dominarlo.
—Normalmente —indicó Lily—, se hereda lo que se ha heredado. Por ejemplo, los rasgos típicos de los Potter, el cabello rojizo de los Weasley, el amor a la herbolaria de los Longbottom o la capacidad metamórfica de Tonks; pero en el caso de la animagia de James, que fue aprendida, no creo que se heredara.
Los tres hijos de Harry se miraron con la pregunta silenciosa en la mirada, entendiendo que ninguno de los tres tenían esa habilidad.
Todos se rieron de la ocurrencia de Ginny, pero Harry se quedó pensando en eso, y en algo que Sirius le había comentado una vez: "Cuando me quiero convertir en perro, me concentro mucho en eso", por lo que comentó:
—Nada me cuesta probar, pero no hoy, no quiero causar algún desastre aquí; claro, si pudiera transformarme.
—Verdad, ¿Por qué no pruebas? —insistió Dil, pero Harry se negó.
—No, Madame Pomfrey me correría a patadas, mejor espero a ver si en la vieja Sala de Menesteres puedo probar.
—Suponiendo que la hayan reconstruido —planteó Ginny, sin estar muy convencida de la idea.
—Por supuesto que no estaba convencida —estalló Ginny ante las risitas de los presentes más jóvenes—. ¿Se imaginan sumarle eso a todo lo que había vivido con Harry? ¡No, gracias!
Explotaron las risas en la Sala, mientras Draco dejaba el pergamino en el atril.
—Padre —preguntó Scorpius con seriedad—, ¿crees que lo que lograste obtener del ministerio fue lo correcto? ¿Seis meses en prisión?
—Auch —exclamó JS provocando unas risitas, rápidamente disipadas por la respuesta de Draco.
—Reconozco que merecía mucho más, incluso prisión de por vida, pero sabía que había hecho lo correcto al dar la información que tenía. Lo correcto para mí y para mi familia, claro está.
—Kingsley siempre reconoció que tu actitud de querer colaborar fue lo que le hizo proponer la sentencia que te aplicaron —comentó Arthur—, además de tu edad.
—Entiendo —confirmó Draco, a la vez que Snape veía frente a su asiento el atril con el nuevo capítulo.
Notas al pie:
(1) Iron Maiden: "The Final Frontier" (álbum editado en 2010) © Iron Maiden Holdings
(2) Megadeth (Dave Mustaine, David Ellefson): "In my Darkest Hour", editado en el álbum "So Far, So Good… So What!", de 1987 © Megadeth. Disponible en: watch?v=dgUVA6eQD9I
(3) En el original en inglés: … raise your face, your eyes. Tell me, who do you think you are?
(4) El por qué ocurre esto se narra en el relato "Retomando el control", el cual se presentó y obtuvo el SEGUNDO LUGAR (ex aequo) en el Reto #35: "Citas literarias del Potterverso" del foro "Hogwarts a través de los años" (4 de marzo al 10 de abril de 2.019), que por supuesto se inscribe en el arco temporal creado en este volumen, basado en "Harry Potter y La Frontera Final".
(5) Este comentario está inspirado en "Cantaclaro", novela del escritor venezolano don Rómulo Gallegos, pues Florentino (el protagonista), a una pregunta similar, responde: "Sabrosito, como si me hubiesen dado con todos los palos del monte".
Buenas tardes desde San Diego, Venezuela, y feliz día del médico venezolano y del tío Oscar! Hoy se combina un nuevo capítulo de esta "aventura astral de tres generaciones y ocho libros" con un dia importante en el mundo del cine, como es la entrega de los premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas (en inglés, "The Academy of Motion Picture Arts and Sciences (AMPAS)"), en su 96a edición, en la cual se premia la excelencia cinematográfica expuesta durante el año 2023. Pero mientras llega ese momento (7:00 de la noche venezolana), tenemos la refriega contra el grupo de mortífagos escondidos en el Bosque Prohibido y los resultados de esta, como la conversación entre Harry y Draco y el descubrimiento de la condición de animaga de Dil, con todo lo que puede conllevar; un capítulo interesante, que dio pie al relato "Retomando el control", del cual comento en una nota al pie y que invito a que lean en su momento. Lo que si les ofrezco semana a semana es mi agradecimiento por acompañarme domingo a domingo en esta locura que poco a poco se acerca a su final (Madre de Dios!) con sus visitas, sus marcas de favoritos, sus alertas activadas y sus comentarios, como los que siempre dejan, con respeto, cariño y aprecio... De verdad, gracias! Saludos y bendiciones! Y que gane la mejor opción en cada premio Oscar!
