ShadowKissed


El SK no siempre nace de la muerte, otras veces trae algo más consigo.

Y en Rose se vino otra cosa al cruzar hacia y desde las sombras.

No se vino una sombra, se vino algo más.

Y ésta es su historia.


De LO que se vino con Ella.

No. No de LO.

De QUIEN se vino con ella.

Un muchacho de un otro Mundo llamado... Rós.


Rós - el muchacho de ese otro mundo-, nació en el seno de una familia de granjeros del mar.

Desde niño era inquieto -diferente-, escapando por la ventana para saltar hacia el mar.

Sólo para nadar.

Como todo niño y niña del Reino, era educado en casa, hasta los 10 años, edad en que -como toda niña y niño del Reino-, era llamado a las Pruebas de Campo.

Su padre no quería que entrara al Cuerpo de Caballeros del Rey -los Draconia-; pero no podía hacer nada para que no lo llamaran -o lo seleccionaran.

Y -en efecto- fue convocado junto a toda su generación, a la Escuela de Caballería.

Debía -como todos-, rendir las evaluaciones que les indicarían si calificaba o no para ingresar como novicio a la Caballería del Reino.

Rós era sólo un muchacho campesino de 10 años sin un talento especial -o eso creía él.

Pero entró allí como candidato y salió como Novicio.


Un grupo de Caballeros ya negociaba a tal o cuál novicio que querían como Escudero y en Rós pusieron sus ojos al menos unos cinco, cada cual haciendo peso con su rango.

Pero dos tenían hijas en esa edad y ellos podrían pedir prioridad.

Aún habían guerras por ganar y los niños debían seguir naciendo.


Los niños y niñas que no eran seleccionados, se distribuirían en las otras tareas productivas: como cultivar, o tejer, o hilar, o con artesanos, o con pescadores, o con mercaderes y cosas así.

El padre de Rós sería compensado por la pérdida de su hijo, y aceptó a 3 aprendices -a dos niños y a una niña- hijos de sus vecinos.

Él era el mejor de su zona.

Idealmente, los niños debían servir como aprendices con otras personas, porque los padres ya les habían formado con sus propias habilidades.

Pero Rós no era feliz.


Era su destino, su camino a seguir era la Caballería -sería un bravo Capitán algún día-, pero, nunca lo quiso así.

Pero aún así, todo se le daba con facilidad.

Blandía la lanza y la espada con fluidez, se movía con agilidad y aprendía de la Magia con esmero y mucha curiosidad.

Porque le apasionaba -más que el salto entre dimensiones-, el cambio de formas.


Había saltado a una flor en su primera vez.

La sensación de paz fue difícil de soltar, para volver a su propio cuerpo.

Y fue allí que comenzó a cuestionar su realidad.


Era el favorito de muchas niñas -sin que le atrajera ninguna.

Tampoco alguno de sus compañeros varones.

Simplemente, no le atraía nadie.


A los 12 años, pudo entrar a La Espiral por primera vez.

Entonces comprendió el porqué debían combatirlos.

A los Dragones, evidentemente.

Eran nefastos, dañinos y muy crueles.

Y lo descubrió, porque en el foso del Espiral estaban todos aquellos que pudieron ser capturados.


Pero también estaban aquellos que dieron mal un salto en el cambio de forma ¡Y zas!, quedaron como dragones hasta el final de los tiempos, pues los dragones eran casi inmortales, muriendo sólo si eran exterminados.

"¿Estás feliz, Rós?".

Oh. Claro, Lois.

La hija del Caballero Loir.

Dulce, sonrosada y complaciente.

Y muy posesiva de él.

"Estuve en la Espiral, Lois", dijo, cansadamente.

"¡Oh, lo oí!"; abrió los ojos como platos, "algunos saltaron a una forma de dragón y tú... ¿a una flor?", dudó, al final.

"¡Y se burlaron de mí!".

"Fuiste el primero en saltar y en salir del cambio... ¡llevas sólo dos años entrenando en Magia y superaste a muchos con más tiempo!", se acercó más, invadiendo su espacio personal y poniendo una mano fría en su brazo, "¿tenías miedo?, ¿a qué le temes, en realidad?".

"A los dragones. Los ví y me paralicé. Y no pude hacer nada".

"¡Tienes 12 años!", protestó ella.

"¿Cuánto punteaste en los test, Lois?".

"Creo que Minimum Delta. Sabía que no entraría, igualmente. Mi madre es tejedora. Yo estoy aprendiendo para serlo, pero lo sabes, ¿cierto?", se preocupó.

A veces, las hijas de Caballeros que no punteaban, no conseguían Caballeros por esposos.

"Yo obtuve un Alpha Prima. Y... Aún así, me paralicé".

"Ya pasará", sonrió la niña. "No te aflijas, Rós. Mi madre cocinó hoy. Quiere que vengas".

"¿Tu padre lo permite?".

"Obvio", se encogió de hombros, tirando de él.

Obvio, se dijo Rós.


Los Caballeros Rós y Nelec lo peleaban para sus hijas.

Primero, debería pasar las pruebas de la Escudería.

Luego, sería asignado a un Caballero para ser su aprendiz.

Tras algunos años -y siendo considerado apto-, sería elevado a Caballero.

Recibiría una renta acorde, y habitaciones y se le permitiría -formalmente-, cortejara una joven de su círculo.


A la hija de un Caballero o de una Dama.

Era más bien mirado si cortejaba a la hija de su Caballero Guía.

Y el Caballero Lois le ponía a su preciosa hija -delicada como la espuma del mar que tanto añoraba-, bajo sus ojos.

Pero también lo hacía el Caballero Nelec con su hija Nela -la de negras trenzas-.


Sus propias compañeras novicias eran muy orgullosas de sus estatus e inalcanzables para aquellos muchachos -los hijos de Caballeros-, que no puntearon para ingresar al noviciado.

Ellas eran muy difíciles de cortejar -de igual a igual-, y muchas se casaban con Caballeros, no con muchachos imberbes.

Pero a Rós no le interesaba el matrimonio.


Al fin había encontrado su camino, y su verdadera vocación: él quería ser una flor.

Y comenzó a trabajar para eso, y se volvió el mejor de su generación en lo que hacía..

Y fue así como, a los 14 o 15 años; que fuera invitado a asistir a su primer baile.


En dónde serían anunciados los novicios que habían aprobado su periodo de Noviciado, y que entrarían a tiempo parcial como aprendices por algunos Caballeros, esto previo a ingresar a la Escudería.

Al Caballero Nelec le fue asignada una joven novicia de 15 años -la que era el interés romántico de su hijo mayor, de 17 años, y aprendiz del Armero real-; y no pudo tomar a Rós, dejando su camino libre al Caballero Loir.

Y a Lois en un futuro no muy lejano.


Con todo esto, a Rós le quedaba muy poco tiempo para intentar un salto a un hermoso valle lleno de flores del que oyó, y poder así transformarse en una flor.

Hermosa y efímera, y en paz.

Lois -obviamente-, insistía en bailar con él.

Esa niña no entendía de sutilezas, ¿cierto?.

De seguro, que ella gustaba a muchachos más atractivos y mejor situados que él.

Y debería ir a bailar con ellos.

Y dejarlo tranquilo con sus anhelos florales.


Apenas pudo, salió del baile y se fue al torreón, en dónde lo alcanzó Lois.

"¿En qué piensas?".

"La prueba del foso. Quiero echarle un ojo previo a mañana".

"¿Eso no es hacer trampa?".

"Hacer trampa es mapear la prueba y la ubicación del dragón. Yo quiero ver el foso. La altura, la profundidad".

"Te acompaño".

"A la cúspide. Solamente".

"¡Oh!, voy por mi pastel y mi manta, espérame!".

Volvió muy pronto, con un gran trozo de pastel y una bellísima flor roja -de largo tallo- en la boca.

Si era una broma, a él no le pareció.

Pero la flor... era muy hermosa.

Y su fragancia casi lo aturdió.


"¿Y esa flor?".

"Le llaman Roza. Es de una tierra muy lejana, es hermosa, ¿cierto?, las trajeron para el baile de hoy. Supuse que te gustaría".

"Mucho".

Roza.

Ahora quería ser una Roza.

Como esa Roza, de largo tallo, y ese color.


En el torreón, Lois se acomodó en un banco de piedra -bajo la luz de la luna azul-, y se puso a comer.

Sin poner atención a nada, claro.

Rós tomó la rosa con su mano, y la ocultó en su espalda.

Debería cruzar el foso y -al hacerlo-, visualizar su destino o vocalizarlo.

Caminó hacia él cavilando, el cómo declamar el encantamiento correctamente.

Y llegar al hogar de esa hermosa flor.

Así que diseñó el encantamiento para pedir ir al lejano lugar de esa Roza.

Y convertirse en esa Roza.

O Roza'nın uzak yerine o Roza ol.!" declamó en voz muy alta.


Pero algo salió mal. Muy mal.

Esa simple flor provenía de un otro lugar, no sólo muy lejano sino de otro universo

Y Roza -Rose, Roza o sus variantes-, también era un nombre femenino.

Y él no tenía cómo saberlo...

Y entonces saltó...


Y sólo el rugido del dragón negro se oyó en la oscuridad.

Y Lois -aterrada-, corrió hacia la fiesta, con el corazón desbocado y con lágrimas en los ojos.

Porque -a su entender-, Rós acababa de ser devorado por el dragón de la Espiral.


En un Aquel Otro Lugar

Frío. Y calor a la vez. Mucho.

Sí. Amanecía en ese lugar. Lo supo porque el sol le cocinó la cabeza.

Así que abrió los ojos y notó el paisaje. Nope.

¡No era el Espiral , que bien! -con su foso oscuro, hogar del dragón negro-, o algún lugar que conociera.

En lontananza podía oír el mar... o algo muy similar.

Y no había flores.

Entonces... ¿Qué falló?, todo.

Al parecer.


Y eso... ¿Era mejor que su vida en la Escuela?, aún no lo sabía.

Oh, no había resultado ser una flor -o esa flor, la Roza- aparentemente.

¿Dónde estaba?, tampoco había flores cerca -o Rozas-, o nada.

Y había sólo oscuridad.

Y algo andaba muy mal con él.

Se sentía muy cansado.

Así que dormiría -nada más podría hacer- y en la mañana -si la había- vería que más hacer.


Y entonces sí lo noto. Algo muy mal le estaba pasando.

¡La cabeza le pesaba!, la movió -de un lado a otro- y vio... ¡Y vio un largo cabello oscuro!.

Oh, por lo más Sagrado, ¡Qué le había pasado!.

Y algo más se había movido. Así que bajó la vista... pero algo -a la altura del pecho- se la bloqueó. ¿Pechos, tenía pechos, como una mujer?, eso significaba que ¡Ahora era una mujer y en un lugar muy muy lejano!.


Sip. Era una niña.

Y entonces fue que oyó la voz.

De otra niña.

Y sonaba con mucha urgencia.


"¿Rose?, ¿Rose, te sientes bien?"

Y entonces, ¡respondió una voz femenina del cuerpo mismo que Rós ocupaba!

"Me duele todo, Liz, ¿qué nos pasó?"

"El auto volcó... ¡Están todos muertos, Rose, todos!, mis padres, André y el Guardián que conducía, ¡todos!", y se echó a llorar en los brazos de Rose.

Entonces, ¿el cuerpo no estaba... vacío cuándo aterrizó en él?.


Urgó en su nuevo hospedaje.

Rose. NO ROZA.

Rose.

Niña. 15 años.

Bueno, como él.


Un momento, ¿entrena para matar a quien...?, y la imagen de un monstruo asesino de dos piernas apareció de pronto.

Un Strigoi.

Eran demasiadas similitudes, y de esto jamás había oído.

Su compañera se llamaba... ¿Vaziliza... Drragon...mir?, ¿una monta Drragones?

Y había perdido a todos en un...


Nueva imagen.

Un carruaje extraño. Un automóvil.


Convivir con Rose no fue divertido.

Debía centrarla, debía analizar sus opciones.

No podía hacer magia, o salir y pelear dragones o strigoi.

Porque... no había nacido con magia, como Vaziliza. Liz.

Pero la llevaba... adentro.

Tierra.


"Algo anda muy mal. Liz", dijo Rose de pronto, "mi pepa grilla... es ahora Pepe. ¡Y Suena a niño!, y es un insoportable sabelotodo, que reclama que... que... ¡no entiendo ni la mitad!"

"Entonces no es tu madre ahora, que raro", se rascó la cabeza Liz.

Y se formó la imagen de una mujer erguida como el tallo de una flor, el cabello rojo intento y crespo, que le recordaba a una Roza de largo tallo.

Janine Hathaway.

La madre de Rose.

De su Roza.

Y era muy peligrosa.

Eso se estaba poniendo divertido.


Historia original fue publicada tiempo atrás.

Calce perfecto.

Continúa con 2 o tres capítulos más.

¡Qué lo disfruten!