El destino es incierto, y si no es el destino llámese un encuentro obligatorio. Un evento que no se puede alterar o evitar, y llega sin previo. Tal vez llegue para empeorar una situación… o quizás y solo quizás… sea una bendición.
Aquel día el Archiduque Leon Fou Bartford acudió al palacio para ultimar los preparativos para su divorcio ayudado por los ministros, sin saber la sorpresa que le tenía preparada la reina.
Erica, la soberana del Reino de Holfort, quién secretamente también era la sobrina de Leon lo condujo hasta los jardines donde cierta persona ansiaba su llegada. Una bella mujer de cabello rubio y ojos azules dejó escapar una sonrisa y era claramente visible su alegría al reencontrarse con él.
Olivia, quién antaño había sido una de las prometidas de Leon cuando adolescentes, ahora estaba de nuevo frente a él, ya habían sido más de 10 años desde la última vez que se vieron pero ahora… ahí estaban ambos frente a frente… una vez más.
(Punto de vista de Olivia)
Finalmente… lo desee tanto… y al fin sucedió.
En este momento… Leon y yo… volvimos a reencontrarnos.
Hace tan solo unos pocos días que llegué al Reino de Holfort, actualmente estoy ejerciendo como una de los consejeros del Rey Utgar Valerian y anteriormente formé parte de la unidad de Médicos Reales. Su majestad fue muy amable al permitirme tomar unos días libres del trabajo para regresar a casa.
Cuando era tan solo una chiquilla de 15 años recibí una beca para estudiar en la Academia de Holfort, en aquel entonces la función principal de la institución era permitir que los alumnos socializaran con el fin de comprometerse en matrimonio, algo bastante común teniendo en cuenta que la mayoría de alumnos eran nobles.
Una plebeya como yo estaba fuera de lugar y fui víctima de acoso por parte de algunas de mis compañeras. A pesar de esto debía estar agradecida de poder estudiar allí, los insultos y en ocasiones abuso físico debían valer la pena.
Fue entonces cuando lo conocí a él. Unas compañeras me habían empujado al suelo y rasgaron la invitación que había recibido para asistir a una fiesta de té. Simplemente algunas personas no podían aceptar que una persona común fuera admitida en la academia.
Me encontraba de rodillas en el frío suelo y empecé a derramar pequeñas lágrimas. Pero un muchacho de mi edad me tendió la mano amablemente y me invitó a su ceremonia del té que había preparado para recibir a otra invitada que lo rechazó. Fue una de las primeras personas que me trató amablemente y no me despreció por mi estatus de plebeya.
Creo que fué en ese momento cuando empecé a desarrollar mis sentimientos por él, sentimientos que fueron creciendo con el tiempo. Aunque no me dí cuenta de ello sino hasta mucho tiempo después.
Y gracias a él y a la ayuda de su hermana mayor pude concertar una reunión con la hija del Duque Vincent Rapha Redgrave, Angelica quién en ese entonces era la orgullosa prometida del príncipe heredero al trono Julius.
Angelica en ese entonces también miraba hacia abajo a los plebeyos, pero luego del incidente con Marie y el posterior duelo donde Leon se ofreció como su caballero, ambas nos acercamos y nos hicimos grandes amigas. Pasamos por muchas dificultades juntas pero salimos adelante juntas… y también nos enamoramos del mismo hombre.
Leon era solo un noble de campo… o eso era lo que la mayoría podría pensar de él. Nada más lejos de la realidad… él era el joven más valiente, arrogante y audaz de todos. El era todo lo que el príncipe debía ser. Ascendió de rango y estatus por méritos propios… incluso venció al Principado de Fanoss en dos ocasiones, la segunda habiendo salvado al Reino, propició su ascenso al rango de Conde.
Fue en ese entonces cuando Angelica y yo nos comprometimos con él. Ambas le confesamos nuestros sentimientos y él nos respondió que nos amaba a ambas. Leon tuvo que marcharse durante un año a la República de Alzer y al volver trajo consigo a Noelle Zel Lespinasse, quién también se convirtió en su prometida. Angelica y yo tuvimos sentimientos encontrados respecto a que nuestro amado se comprometiera con otra mujer pero luego lo aceptamos al conocer de cerca a Noelle.
A medida que transcurrió el tiempo las tres desarrollamos una relación fraternal como si fuéramos hermanas. Aquellos fueron los tiempos donde fui más feliz que nunca. A pesar que solo era una plebeya, estaba comprometida con el gran hombre que era dueño de mi corazón y al que todo el reino tenía en estima, tenía dos compañeras a quienes atesoraba y consideraba mi familia. Todo me parecía perfecto… pero nada es perfecto. Los sueños que uno anhela… en muchas ocasiones son solamente eso… sueños… que pueden estallar como una burbuja de jabón provocando que la dura realidad nos golpee y nos lastime.
Luego de la batalla contra el Imperio y Arcadia donde nuestro amado arriesgó su vida para proteger al Reino, Leon se convirtió en el único Archiduque que haya existido en el Reino de Holfort. Nos graduamos de la Academia de Holfort y ciegamente creí junto con Noelle que el siguiente paso en nuestras vidas sería unirnos en matrimonio con Leon.
-Lo lamento. Voy a terminar mi relación contigo. Nuestro compromiso ha sido anulado.
Esas fueron las palabras que salieron de su boca. Un día como cualquier otro me invitó a su habitación… me apena admitirlo pero esperaba que me llevara a la cama de la misma forma que ya lo había hecho con Angelica. No fué así… solo me llamó para darme esa terrible noticia que me destruyó el corazón.
No podía concebir la idea de que rompiera conmigo, tal vez se tratara de una horrible broma de su parte pero la seriedad de su rostro me indicó lo contrario. Empecé a derramar lágrimas sin control, de la misma forma cuando lo acompañe a pelear contra los piratas aéreos del territorio del Baronet Conrad Fou Wayne a pedido de su hija Carla y pensé equivocadamente que la amabilidad que me había mostrado hasta ese entonces era solo una fachada para acostarse conmigo.
Aquella ocasión lloré amargamente y cuando rompió conmigo lo hice de nuevo. No quiso darme explicaciones y solo negó con la cabeza ante mis súplicas. Me humillé y me postré a sus pies implorando que no me abandonara… lamentablemente nada de eso funcionó. Se despidió fríamente de mí como si fuera un ser carente de cualquier tipo de compasión y empatía… antes de que pudiera atravesar la puerta y abandonara la habitación, me eché al suelo para sujetar uno de sus pies en un intento desesperado y humillante de retenerlo conmigo.
Lo sujeté con toda la fuerza que pude mientras dejaba salir mis lágrimas, forcejeamos unos momentos hasta que me levantó del suelo y me arrojó violentamente a la cama para separarse de mí. Abandonó la habitación mientras yo me quedé tendida en su cama con mi dolor y mi pena como mis acompañantes. Me coloqué en una posición fetal sujetando las sábanas para poder sentir por última vez un poco de su calor y su aroma. El silencio que reinaba solo era interrumpido por mi llanto.
Y de la misma forma que acabó su relación conmigo, así también lo hizo con Noelle. Ambas sufrimos mucho por ello. A diferencia de mí, Noelle siguió adelante con su vida. Yo nunca pude olvidar a Leon, el único hombre que había amado.
Angelica, la mujer en quién deposité mi confianza, a quién orgullosamente llamé mi amiga y consideraba como una hermana me traicionó. Manipuló a Leon para alejarlo de mí. Jamás odié a nadie pero a ella la despreciaba con todo mi ser y esperaba que sufriera de la misma forma en que ella me hizo sufrir a mí.
Ahora, muchos años después tenía la oportunidad de encontrarme nuevamente con Leon sin que ella me obstaculizara. Todos en el Reino y más allá de este, sabían el crimen que había cometido.
Traicionó a Leon, lo apuñaló por la espalda de una manera vil y cruel, todos le dieron la espalda y ahora la consideraban una mujerzuela. Mi momento llegó, tardó muchos años pero ahora Leon despreciaba a Angelica igual que yo. Leon está dolido y herido, necesita apoyarse en alguien, debe saber que hay personas que lo necesitan y lo quieren. Debe saber que yo solo existo para él, necesita de mí… como yo lo necesito a él.
(Fin del punto de vista de Olivia)
Tanto Leon como Olivia permanecieron en silencio observándose mutuamente. Ella sonreía cálidamente mientras que él quedó paralizado por la sorpresa de reencontrarse con una de sus antiguas prometidas.
Erica se retiró de la escena en silencio dejando a solas a la pareja. Ella rompió el silencio.
-Cuanto tiempo sin vernos, Leon.
-Olivia.
El suave viento mecía el cabello de la mujer mientras que Leon deleitó su vista admirando a quién tenía enfrente suyo. Ella llevaba una falda larga de color negro, zapatos de tacón marrones y una chaqueta blanca ajustada que se ceñia a su figura, concretamente a sus voluminosos pechos. Su cabello había crecido hasta llegar debajo de sus hombros.
Ella sonreía gentilmente mientras examinaba a su amado. Leon había crecido muy bien a su parecer. Pero no pudo ocultar su expresión de tristeza al dirigir su mirada a su rostro, una gran cicatriz recorría la parte derecha de su rostro y su ojo se había tornado blanco denotando que había perdido la visión de este. La Reina Erica ya se lo había dicho anteriormente, pero ahora que lo tenía frente a frente pudo darse cuenta de lo que había tenido que pasar por culpa de Angelica.
-¿Que… estás haciendo aquí?- Leon habló con cierto nivel de duda en sus palabras.
Olivia recogió su cabello con su mano izquierda y lo acomodó detrás de su oreja dejando a la vista parte de su cuello. Leon pudo sentir la fragancia de su perfume en el viento y por unos instantes se deleitó inconscientemente con el aroma.
-He venido hasta aquí para verte… a ti.
Leon se desconcertó.
-¿Por qué querrías verme? Pensé que me odiabas… y no hemos tenido ninguna clase de contacto desde hace más de diez años.
Olivia se acercó y dió vueltas a su alrededor inspeccionando minuciosamente con la mirada. Leon era mucho más alto que ella, era más robusto y sus rasgos faciales eran mucho más ásperos y firmes que cuando adolescente. Un ligero rubor se formó en las mejillas de la mujer.
Ella le dió la espalda y comenzó a caminar en dirección al centro de los jardines mientras Leon se dedicó a seguirla guardando cierta distancia entre ambos.
La conversación se reanudó sin que ella se diera la vuelta en ningún momento.
-Has crecido bastante Leon. Debo reconocer que el paso de los años te ha sentado bien.
-Si lo dices como un cumplido… te lo agradeceré… pero debo preguntar nuevamente por qué querías verme.
-Actualmente vivo en la capital del Reino de Lázulis, trabajo como consejera del mismísimo Rey Utgard.
-Eso es… asombroso.
-Si lo dices como un cumplido te lo agradeceré- rió ella.
Continuaron avanzando entre los jardines mientras el viento soplaba ligeramente y algunas hojas de los árboles caían decorando el camino de piedra a sus pies. Olivia no dijo una palabra esperando que Leon iniciara nuevamente la conversación pero de su boca no salió un sonido salvo el de su respiración. El solo caminaba a paso lento siguiéndola sin acercarse demasiado y sin alejarse demasiado de igual manera, durante todo ese tiempo mantuvo la cabeza abajo solo levantando la mirada ocasionalmente para contemplar la espalda de su ex-prometida.
La razón de su evasión era evidente. El no sabía cómo dirigirse a ella. Para el Archiduque, aquella rubia era un mujer sumamente hermosa que agitaba extrañamente su corazón y encarnaba muchas cosas, recuerdos dolorosos y el resurgimiento de promesas de amor que no cumplió.
Olivia tuvo que romper el silencio.
-¿Por qué no me dices nada?
-Es… es solo que…
-No tienes que ponerte nervioso conmigo. No vine a reclamarte nada y tampoco tengo intenciones de hostigarte.
-Eres… quiero decir, es muy amable de tu parte.
-Gracias. He tomado algunos días libres y decidí volver aquí para visitar a algunas personas. El reino cambió mucho al igual que este mundo que se hizo más grande.
-Es cierto. Ahora hay nuevas naciones aliadas a este reino.
-Olvidé felicitarte por tus logros. He estado al pendiente de las noticias respecto a tus campañas militares, contigo al frente ningún país vive a la sombra de Harakán.
-Olivia.
-Dime.
-Por favor vayamos directo al grano. Comprendo que hayas venido de visita pero no hay razón por la que quisieras reunirte conmigo después de lo que te hice.
-¿Porque piensas tú que quise verte?
-Tal vez porque aún sientes algo… ¿Algo por mí?
Olivia detuvo su marcha al oír estas palabras. Ambos quedaron nuevamente en silencio hasta que ella tomó la palabra otra vez.
-¿Eso piensas?
-Lo siento… no quise ofenderte…
-Leon.
-¿Si?
Olivia se dió la vuelta para encarar a Leon con decididas palabras.
-Siempre fuiste un hombre honesto con tu forma de ser, arrogante y prepotente. Nunca dejaste que nadie se impusiera ante ti. Siempre me gustó esa parte de tí.
Leon se sonrojó por estas palabras que le dedicó. Ella pudo notar su rubor y acortó la distancia entre ambos antes de continuar.
-¿Pensaste que aún me gustabas en ese sentido?- Olivia dijo entre risas.
Leon no pudo evitar sentir cierta decepción. Parecía que esperaba algo más.
-¡Pero… es cierto que aún me gustas de esa forma!
-¿Eh?
Leon quedó estupefacto por esta declaración.
Olivia volvió a darle la espalda con total naturalidad.
-Leon.
-Dime.
-¿Saldrías conmigo mañana? Quiero continuar nuestra plática en un mejor lugar. ¿Serías capaz de cumplir este capricho mío?
Leon se mantuvo durante unos instantes callado analizando mentalmente la situación y cuál sería la mejor forma de proceder. Olivia había vuelto a él de manera inesperada en un momento donde necesitaba el calor de una persona, y al mismo tiempo era temeroso de hacer cualquier avance, de la misma forma que le ocurrió con Clarice
-De acuerdo- respondió con cierta duda.
La conversación entre ambos terminó y acordaron reunirse al día siguiente en la plaza central de la capital.
Al día siguiente.
Leon llegó en su nave personal al puerto de la capital. Había decidido vestir un atuendo compuesto de pantalones oscuros, zapatos marrones y una camisa blanca. Su nave aterrizó en la plataforma y descendió para dirigirse a un establecimiento de alquileres de carruajes.
El cochero lo llevó a paso moderado hasta el lugar seleccionado para el encuentro. Durante el tiempo que duró el viaje estuvo meditando e intentando comprender qué es lo que estaba haciendo. Tan solo el día anterior se reencontró con uno de los amores de su pasado y ahora iba a tener cita con ella como si fueran unos chiquillos. La sola imagen de la mujer en su mente sirvió para hacerle olvidar todo el infierno que estaba viviendo con su esposa.
Los últimos días habían sido muy volátiles para Leon, todo comenzó desde que tuvo lugar el duelo en la mansión Lavoisier, su actitud comenzó a cambiar, se volvió más distante y sombrío, incluso agresivo hasta el punto de que golpeó brutalmente a su propio hermano menor en presencia de su otro hermano y su cuñada. Había noches donde no podía conciliar el sueño, se despertaba sudando en su solitaria habitación y en algunas ocasiones lloraba amargamente.
Una nube negra de pesadilla estaba encima de Leon, siguiéndolo a donde quiera que fuera, pero pensar en Clarice le hacía olvidar todo aquel sufrimiento temporalmente, el reencontrarse con Olivia hizo que la nube negra se disipara y le permitiera sentir la calidez del sol una vez más.
Descendió del carruaje para encontrarse con la mujer que lo había estado esperando. Olivia vestía un hermoso vestido blanco de una pieza que contaba con una falda larga y mangas que cubrían todo el brazo, además de tener un escote pronunciado. Su cabello fué recogido en una trenza que caía por su hombro derecho.
Al verlo descender del coche, ella se acercó para saludarlo.
-Leon… me alegro de verte.
-Gracias… quiero decir… igualmente.
Ella sonrió ligeramente agitando levemente el corazón de Leon.
-¿Entonces?... ¿Vamos?
Leon asintió con la cabeza y ella inmediatamente lo tomó por la mano, cosa que lo cogió desprevenido pero no se resistió y empezaron a recorrer el distrito comercial de la capital. Visitaron múltiples tiendas y almorzaron en uno de los mejores restaurantes del lugar mientras charlaban y disfrutaban la compañía del otro. La caminata los llevó hasta la estación del Ferrocarril.
Olivia se acercó para observar detenidamente las locomotoras que tiraban de los opulentos vagones.
-Tu construiste eso ¿Verdad?
-No puedo llevarme todo el crédito. La idea inicial fue mía pero la construcción de toda la red del Ferrocarril se llevó a cabo gracias a la cooperación de la empresa de la familia Atlee.
-Aún así es sorprendente. Es muy propio de ti.
-Me halagas.
-¿Podemos subirnos?
-¿Ahora?
-Si. Quiero experimentar este nuevo medio de transporte.
-De acuerdo. Podemos ir en mi unidad privada.
Leon guió a Olivia hasta una plataforma separada del resto donde se encontraba su Ferrocarril exclusivo. El era el artífice principal de la obra y un Archiduque así que disponía de su propia unidad, algo muy propio de su estatus.
Su Ferrocarril exclusivo contaba únicamente con dos vagones bellamente construidos con los mejores materiales, el primer vagón estaba dispuesto con los asientos de los pasajeros y una barra de bebidas, mientras que el segundo poseía una cocina y un comedor. Leon dió la orden y el viaje inició.
Olivia se deleitaba con el paisaje a través de la ventana mientras Leon le sonreía gentilmente.
-Olivia.
-Puedes llamarme Livia… como en los viejos tiempos.
-De acuerdo…Livia… quiero agradecerte.
-¿Hice algo que merezca tu agradecimiento?
-Esta salida… estar aquí contigo… lo que quiero decir es que… hace mucho que no me divertía de esta manera.
-Yo me siento de la misma forma.
Ambos rieron y el viaje continuó durante dos horas hasta llegar a la última estación que se hallaba en los límites del reino, donde se alzaba una majestuosa playa bañada por los rayos del sol y el gran océano que se extendía hasta podía llegar la vista. Ambos descendieron del vagón y empezaron a recorrer la playa.
-¿Cómo ha sido tu vida en el Reino de Lázulis? ¿Eres… feliz?
-Estoy satisfecha… es más de lo que muchos tienen. ¿Qué me dices de ti?
-¿Qué quieres que diga? He ido de aquí y allá. He recorrido muchas naciones y peleado contra el Reino de Harakán al menos una docena de veces.
-Suena emocionante.
-Pues… al inicio era un fastidio pero después de un tiempo empecé a disfrutar de la guerra. Se que no es correcto pero… me emocionaba aplastar al enemigo. Para cuando me dí cuenta tuve que formar un ejército para prestar servicio en las naciones aliadas, me rodeé de gente que solo me sonreía y me llenaba de halagos para congraciarse conmigo.
-Suena difícil.
-¡Pensé que también habían cosas buenas, me casé con una mujer que creí que me amaba… incluso tuve un hijo… la riqueza y la fama no me desagradaban! ¡Y después de tantos años y tantos viajes…
La voz de Leon empezó a hacerse más grave y su tono aumentó.
-...y cuando regreso a casa, me encuentro con que mi esposa se había burlado de mí… con un muchacho más joven que yo… incluso se atrevieron a llevarse a mi hijo!
Leon se echó al suelo y escondió su rostro entre sus rodillas y brazos. Olivia comprendía la situación por la que atravesaba así que lo abrazó por detrás en un intento de tranquilizarlo.
-¡Es una pesadilla! ¡Yo maté a un amigo! ¡Era el hermano del amante de Angelica!
-Lo sé. Las noticias han llegado a todos los reinos.
-¡Y su muerte no me importó! ¡Ahora tengo pesadillas y me despierto entre gritos! ¡No podré olvidarlo jamás!
Leon comenzó a llorar. Olivia se aferró aún más a él hasta que se calmó un poco. Se arrodilló delante de él y tomó su rostro con ambas manos obligándolo a mirarla a los ojos.
-Me veo terrible ¿Verdad?
Ella acarició la cicatriz de su ojo antes de responder y secó sus lágrimas con la comisura de sus dedos.
-No digas eso. Tu cicatriz te hace ver como un hombre rudo.
Leon rió toscamente ante este comentario.
-Gracias. Aunque mis médicos no pudieron salvar mi ojo.
-Creo que puedo ayudarte con eso.
-¿Como?
Olivia sacó del bolsillo de su vestido un diminuto frasco de agua.
-Esta es agua proveniente de la fuente sagrada de la familia real de Lázulis. Tiene propiedades especiales para sanar heridas. El Rey Utgar me la obsequió por mis servicios. Es posible que con ella pueda restaurar el daño que sufrió tu ojo.
-Aunque así fuera… es muy valiosa para que la uses conmigo. Fue un regalo del rey.
-Yo quiero hacerlo. Fue a mí a quién se la otorgaron y es mi decisión en quién la use.
Olivia destapó el pequeño frasco y le ordenó a Leon que abriera los párpados. Virtió lentamente el agua en su ojo dañado y a continuación aplicó su magia curativa. Un halo de luz verde cubrió el rostro de Leon mientras el ojo iba recuperando poco a poco su color.
Ella continuó aplicando su magia curativa durante unos minutos. Cuando terminó, retiró sutilmente su mano del rostro del hombre.
-¿Qué tal?
Leon abrió y cerró los ojos repetidamente, al inicio su visión era muy borrosa pero con cada parpadeo la imagen reflejada en su ojo se iba aclarando. Se llevó una mano hasta el ojo que había sido dañado para palparlo con sus dedos.
-¡Es… increíble!- dijo Leon mientras se incorporaba.
Levantó la vista para recibir los rayos del sol en su rostro. Con su mano izquierda bloqueó la luz que lo cegaba lentamente. Esa sensación era inconfundible y única.
-¡No puedo creerlo! ¡Lo lograste! ¡Recuperé la vista!
Olivia se levantó y se acercó a él sonriendo cálidamente.
-¡Me alegra haber podido ayudarte!
Leon quedó encandilado al verla, su sonrisa radiante desprendía una calidez que conocía muy bien. Esta situación ya había ocurrido antes, cuando ambos tenían 15 años y entraron a la mazmorra de la academia por primera vez. En aquella ocasión, Leon fué herido en el brazo y ella utilizó su magia curativa para sanar la herida.
Fue en ese momento cuando se dió cuenta porque Olivia era tan especial y era la protagonista de la historia.
Leon volvió en sí y procedió a envolver a la mujer con sus brazos, ella podía sentir la fuerza de sus brazos. Era muy fuerte pero la lastimaba, reposó su rostro contra su pecho y rodeó con sus brazos la cintura de su amado. Fue un momento mágico, sentían como si el mundo se hubiera congelado y eran lo únicos.
Un par de horas después, ambos se encontraban sentados en la arena contemplando el atardecer mientras una suave brisa agitaba sus cabellos. Olivia había apoyado su cabeza en el hombro del Leon mientras tenían sus manos entrelazadas.
-¡Quisiera que este día no terminara!
-Leon. Todo en este mundo tiene un final. Nada dura para siempre. Fué algo que aprendí dolorosamente.
-¡Lo lamento!
-No te disculpes. No te culpo a ti. Este tiempo que he pasado contigo ha sido el más feliz que he tenido en años. Es una pena que mañana deba irme.
La expresión de Leon cambió drásticamente.
-¿Mañana? Es muy poco tiempo.
-Quisiera quedarme más tiempo pero debo retornar al Reino de Lázulis. Soy una de los consejeros del rey.
-¡No! ¡Por favor quédate! ¡Quédate conmigo!
-Lo siento Leon. Debo irme.
Ella soltó la mano de Leon y se incorporó.
-Es momento de regresar.
Ambos regresaron a la estación y abordaron el Ferrocarril privado de Leon rumbo a la capital nuevamente. Ninguno dijo una sola palabra durante el viaje.
Mansión del Archiduque Leon Fou Bartford.
Leon regresó a casa con un semblante sombrío, descendió de su nave personal y fué recibido por Arthur y varios sirvientes más quienes se sorprendieron por la recuperación de su ojo. Ninguna palabra salió de su boca y no dió ninguna explicación.
No quiso cenar, se dirigió directamente al cuarto de huéspedes que ahora se había convertido en su habitación personal. No quería lidiar con Angelica, ni siquiera quería ver a su propio hijo.
Enterró su rostro en la almohada y así se quedó durante horas.
Puerto de aeronaves (al día siguiente)
Olivia se encontraba en una de las plataformas de abordaje esperando que arribara la aeronave con destino al Reino de Lázulis. Al igual que Leon, ella también se encontraba deprimida pero se había forzado a ocultarlo, al menos no quería que Leon la viera de esa forma.
Había muchísima gente ese día y el lugar era un bullicio. Uno de los empleados la línea de transporte dió el anuncio mediante un altavoz que la nave aterrizaría en unos minutos, al escuchar esto tomó su equipaje preparándose para abordar.
-¡Livia!
Alguien exclamó su nombre. Ella buscó con la mirada a la persona que la había llamado. Dió un giro de 180 grados para encontrarse con Leon quién se acercaba corriendo a ella.
-¡Viniste!
Olivia saltó a sus brazos, Leon la sujetó y dieron varias vueltas abrazados el uno al otro mientras todos observaban como el Archiduque Bartford tenía en sus brazos una mujer que no era su esposa.
-¡Hablé con la Reina Erica! ¡Ella me dijo que te encontraría aquí!
-¡Estoy muy feliz de verte! ¡Pero sabes que debo volver!
-¡Lo sé! ¡Pero antes de que lo hagas quiero que sepas que te necesito en mi vida! ¡No lo lograré sin ti!
-¡Soñé muchas veces con oirte decirme esas palabras! ¡Pero aún no podemos estar juntos!
-¿Por qué?
Olivia se separó de él.
-¡Aún estás casado con Angelica! ¡En este momento no me amas como yo a tí… solo buscas a alguien que te consuele! ¡Te quiero como a nadie pero yo merezco más que ser la segunda!
Se anunció mediante el altavoz que la nave estaba aterrizando y se abrirían las compuertas para permitir el ingreso de los pasajeros.
Olivia recogió su equipaje antes de dedicarle unas últimas palabras a Leon.
-¡Cuando hayas resuelto todo y estés listo para recibirme, ve a buscarme al Reino de Lázulis! ¡Entra a mi oficina con un ramo de rosas sin decir una palabra, yo tampoco diré nada pero ambos sabremos lo que significa! ¡En ese momento te sujetaré con todas mis fuerzas y nunca dejaré que te aparten de mi lado!
Leon no dijo una sola palabra y solo se dedicó a asentir mientras derramaba pequeñas lágrimas. Ella también empezó a sollozar por la triste situación. Se dirigió a la plataforma de abordaje pero antes de entrar a la nave se dió la vuelta para sonreirle por última vez.
-¡Me amarás! ¡Ya lo verás!- gritó.
Con estas palabras, ella se despidió y la nave partió dejando a un solitario Leon.
Mansión del Archiduque Leon Fou Bartford.
Algunos días después de la partida de Olivia, Leon había obtenido la determinación de conseguir el divorcio. Gracias a los ministros de la Reina Erica ahora tenía todos los papeles necesarios y además contaba con el aval de su cuñada Dorothea Fou Roseblade como testigo.
Leon acudió a su antiguo cuarto que compartía con Angelica, lugar donde ella se encontraba recluida desde el incidente en la mansión Lavoisier. La mujer se hallaba sentada frente a su ventana con la mirada perdida. Solo reaccionó cuando escuchó los pasos de alguien acercándose.
-¿A qué debo el honor de que mi esposo se digne a visitarme en mi prisión?
-¡No empieces con tus dramas!
Leon le tendió los documentos acompañados de una pluma.
-¿Qué es esto?
-¡Son los documentos del divorcio! ¡Firmalos!
Angelica tiró los documentos al suelo.
-¡Pierdes tu tiempo! ¡Sabes que no lo haré!
-¡No te lo estoy pidiendo! ¡Es una orden!
-¿Cómo vas a obligarme? ¿Vas a golpearme?
-¿Qué es lo que quieres de mí? ¡Te he soportado más que cualquier otra persona!
Angelica no daría su brazo a torcer. Había perdido casi todo. Su estatus, su familia y su dignidad. Aceptar el divorcio la llevaría a quedar en la ruina según las leyes del reino y no podría volver a casarse. Tan solo le quedaba Leon y su hijo, ya no tenía a Antoine. Si perdía a Leon ya no tendría nada, debería abandonar la casa y renunciar a la fortuna de su esposo. Pero por sobre todas las cosas no quería que Leon fuera a los brazos de otra mujer.
-¿Crees que eres el único que ha tenido que soportado los deslices del otro?
Angelica le tendió un periódico a Leon donde se mostraba un artículo y una foto de él y Olivia abrazados en la plataforma de aeronaves. La fotografía fue tomada por uno de los periodistas que seguía a Leon a todas partes. La infidelidad de Angelica fue el tema predilecto de la prensa durante mucho tiempo pero ahora toda la atención se había centrado en Leon.
-Todo esto es por ella ¿Verdad?
-Esto es…
-¡Ya sé lo que es! ¡Solo quieres deshacerte de mí para correr a sus brazos de esa plebeya estúpida!
Leon empezó a enfadarse y apretó sus puños con ira.
-¡No hables así de ella!
-¡Puedo decir lo que quiera! ¡Y te diré algo más! ¡No te desharás de mí y no regresarás con ella!
Leon levantó su mano dispuesto a golpearla. Angelica se cubrió por instinto con ambas manos presa del miedo. Antes de que él pudiera tocarla alguien lo interrumpió.
-¡Padre!
Su hijo Alexander había presenciado la escena. El nunca había visto a su padre comportarse de esa manera. Corrió a los brazos de su madre intentando protegerla, ella lo levantó y lo abrazó. Leon se resignó y se retiró del lugar.
-Madre ¿Estás bien?
-Si cariño. No te preocupes. No pasa nada.
Angelica sonrió con malicia mientras abrazaba a su hijo y Leon abandonaba la habitación.
Reino de Jyura (siete meses después)
Durante los últimos meses el Reino de Harakán intensificó sus ataques a los Reinos del Norte. Luego de la derrota a manos del ejército privado de Leon unos meses atrás sumado a que había frustrado sus planes de invadir el Reino de Lázulis, el Rey Zangurak ordenó a todas sus tropas restantes regresar a su nación para prepararse para una nueva campaña de conquista.
En esta ocasión Harakán contaba con tropas mejor preparadas para hacer frente al armamento superior que disponía el enemigo. Gracias a estas medidas, el ejército del Rey Zangurak consiguió ganar varias batallas contra algunos de los reinos fronterizos. Ahora el grueso de su ejército avanzaba hacia el Reino de Jyura.
El Rey de Jyura solicitó una vez más la ayuda del Archiduque Leon Fou Bartford y el aceptó el llamado. La batalla se llevaría a cabo en la gran llanura ubicada en el centro de un sistema montañoso en la frontera de Jyura. Debían detener a los invasores en ese lugar para impedir que avanzaran hacia la capital.
El día de la batalla se aproximaba. El ejército de Jyura y el ejército privado de Leon levantaron su campamento en el extremo de la llanura, con un gran bosque situado detrás de ellos donde habían aterrizado las aeronaves y los acorazados de guerra de Leon.
El capitán Adam Reinhard, gran amigo de Leon se dirigía a su tienda para comunicarle las noticias respecto al avance del enemigo. Adam ingresó a la tienda para encontrarse con Leon quién se encontraba acompañado de Edward.
-Mi lord. Traigo los reportes de nuestros exploradores.
Leon se encontraba levantando pesas solamente con sus pantalones puestos dejando su torso desnudo y pies desnudos. En el transcurso de los meses anteriores se dedicó completamente a mejorar su condición física. Entrenaba varias horas al día y controló su alimentación. Ahora contaba con pectorales y abdominales marcados, hombros más grandes, y anchos y brazos definidos.
-Dime qué noticias han traído Adam- dijo sin dejar de ejercitarse.
-El ejército de Harakán ha avanzado más rápido de lo que habíamos anticipado. A este ritmo llegarán mañana.
-¿Cuántas tropas han traído?
-Según las estimaciones han reunido una fuerza de 150.000 hombres. Es mucho más que la última batalla.
-¿De cuantos hombres disponemos nosotros Edward?- Leon le preguntó a su subordinado.
-El Reino de Jyura logró reunir 40.000 hombres y nosotros hemos acudido con 70.000 tropas. Nos superan por 40.000 hombres así que debemos compensarlo con nuestras armaduras y nuestras naves de guerra.
Leon dejó las pesas y tomó una toalla para secarse el sudor.
-Muy bien. Ordena que alisten nuestras armaduras y nuestras naves.
-Como ordene.
Así lo hizo Edward y todos los oficiales de ambos ejércitos prepararon a sus tropas. El día siguiente llegó y empezaba a amanecer. Leon ordenó a sus tropas utilizar una formación de tridente. Una parte de sus hombres formará un muro de escudos en el centro con forma de triángulo para que otra parte pudiera disparar con sus armas desde el centro del muro. El resto de sus fuerzas junto con el ejército de Jyura estaría apostado a ambos lados del muro desde donde dispararían con todo su arsenal.
La estrategia era dividir el grueso del ejército para debilitar sus números. Una parte se concentraría en atacar el muro y el resto debería dividirse para atacar ambos flancos donde se encontraba el resto de los defensores.
Uno de los exploradores venía a toda velocidad montado a caballo dirigiéndose hasta Leon.
-¡Ya vienen, mi lord! ¡Sus tropas superan en número a las nuestras!
Leon extrajo de su uniforme un comunicador para dirigirse a sus oficiales.
-¡Preparen a los Bombarderos!
El ejército de Harakán apareció en el horizonte. La tierra empezó a temblar. Habían enviado a la caballería con la intención de romper el muro de escudos. Se acercaban rápidamente así que Leon ordenó disparar los cañones que se encontraban apostados en los flancos del muro.
Los disparos causaron grandes bajas en la caballería y aquellos jinetes que no eran alcanzados por los disparos de los cañones fueron abatidos por los disparos de las tropas en el interior del muro. En poco tiempo la caballería fue neutralizada sin que pudiera hacer demasiado daño a las tropas de Leon. Los oficiales de Harakán ordenaron avanzar a la infantería armados con espada y escudo.
En esta ocasión habían construido barricadas de madera recubiertas con placas de metal forjado que podían detener las balas. Las barricadas poseían ruedas de carreta y debían ser empujadas por varios hombres, mientras el resto del ejército avanzaba detrás para resguardarse de los disparos.
Esto no era todo, detrás de las barricadas se aproximaban torres de asedio de diez metros de altura recubiertas con metal, desde su interior los arqueros enemigos podrían disparar a grandes distancias permaneciendo a salvo de los disparos. Leon se comunicó con todos oficiales de ambos ejércitos y ordenó disparar con sus rifles al mismo tiempo. La lluvia de balas afectó a pocos enemigos. Las barricadas enemigas habían surtido efecto.
Continuaron disparando pero las balas no pudieron atravesar las defensas enemigas. El ejército de Harakán continuó avanzando hasta que estuvo lo suficientemente cerca y desde las torres de asedio empezaron a arrojar bombas artesanales, las cuales consistían de ánforas de arcilla rellenas de brea con una mecha en la punta.
(Punto de vista de Leon)
Aquello me desconcertó… creo que la forma más adecuada de decirlo es que me tomó por sorpresa. Esa era la primera vez que Harakán utilizaba armas de ese tipo. Las barricadas y las torres eran dignas de admirar por su resistencia pero aquellas especies de bombas eran un gran avance militar de mi enemigo.
Estas pequeñas bombas que arrojaban estallaban en una pequeña explosión de fuego cuando impactaban contra algo. Mis tropas que formaban el muro pudieron evitar daños mayores gracias a los escudos, pero debía encargarme de esas torres de asedio antes de que avanzaran aún más.
Utilicé mi comunicador y dí la orden para que mis Bombarderos y mis armaduras entraran a la batalla. Una vez más la tierra empezó a temblar, en esta ocasión se debía a mis Bombarderos, colosales armaduras pesadas de 12 metros de altura que no poseían la capacidad de volar. Su función consistía en transportar un enorme lanzamisiles de tipo crucero en la espalda. Además contaban con dos lanzamisiles más pequeños guiados por láser en los hombros.
Los Bombarderos se posicionaron detrás de nuestro ejército y adoptaron la posición de disparo. Para disparar los misiles crucero debían arrodillarse y colocar las manos en el suelo.
Todos los pilotos de los Bombarderos me confirmaron que estaban listos para disparar, así que les ordené apuntar a las torres de asedio. Una vez que el blaco estuvo fijado dí la orden.
-¡Fuego!
Todas las armaduras dispararon y los misiles reventaron en pedazos las torres, los misiles crucero fueron diseñados por Cleare y su poder de fuego era devastador. Las tropas cercanas resultaron heridas por la explosión y muchos de ellos empezaron a entrar en pánico. Cada Bombardero podía cargar seis misiles crucero, así que ordené disparar cinco veces más. Los disparos causaron grandes pérdidas en su ejército, ahora que había destruído sus torres y mermado parte de sus fuerzas, el resto de su ejército avanzó hacia los flancos y mis hombres junto con los soldados de Jyura pasaron a combatir cuerpo a cuerpo. El ejército de Harakán seguía superándonos en número y nos provocó más bajas de lo esperado, además ahora sus armaduras contaban con pequeñas placas segmentadas de hierro que podían detener algunos impactos de bala si el disparo no era a quemarropa.
Una vez más usé mi comunicador y dí la orden para que saliera al campo de batalla mi escuadrón de armaduras de asalto. Esta unidad estaba compuesta por 30 armaduras de 8 metros de altura, su blindaje y tamaño era menor que el de los Bombarderos permitiéndoles mayor maniobrabilidad y la capacidad del vuelo.
Mis armaduras de asalto atacaron por detrás provocando que el enemigo no tuviera escapatoria al ser atacado por ambos extremos. La batalla duró dos horas hasta que aniquilamos a la mayor parte y el ejército de Jyura tomó como prisioneros a aquellos que se rindieron.
Fue una victoria amarga para mí, fui soberbio y subestimé al enemigo. Perdí aproximadamente 20.000 hombres en esta batalla. El mayor número de bajas que había tenido mi ejército hasta ese entonces.
(Fin del punto de vista de Leon)
Durante el resto del día los hombres se dedicaron a recoger a sus compañeros caídos para darles el correspondiente entierro. A la mañana siguiente Leon regresó inmediatamente a su tienda en el campamento acompañado de Adam y Edward, se le notaba profundamente ofuscado.
-¡Edward! ¡Ordena que alisten la nave principal! ¡Regresaré inmediatamente al reino!
-Como ordene.
Adam habló.
-Mi lord, nuestro rey ha enviado un emisario para invitarlo a la capital para celebrar la victoria.
-¡No hay que celebrar Adam! ¡Perdí a muchos de mis hombres!
Leon se dirigió nuevamente a Edward.
-¡Te quedas a cargo! ¡Que recojan a nuestros caídos y luego regresen al cuartel
-A sus órdenes.
Edwar se retiró dejando a ambos solos.
-Mi lord, le pido que lo reconsidere. Un festín puede ayudar para distraerlo.
-¡No necesito ningún festín! ¡Necesito regresar a casa!
-Aún no te ha dado el divorcio ¿Cierto?
-Temo que no. Hay alguien que me espera pero sigo encadenado a esa mujer.
Leon tomó asiento y sacó de su bolsillo un colgante. Procedió a abrirlo para revelar su interior que contenía una foto de Olivia y otra de Clarice.
-Creí que solo era una mujer ¿Acaso ahora eres un casanova?
-Es una larga historia. Te la contaré en otra ocasión.
-De acuerdo. Tengo ganas de escucharla.
Edward entró nuevamente a la tienda.
-Mi lord. Los pilotos de la nave principal están listos para partir de inmediato si lo desea.
-Iré de inmediato.
Leon abandonó la tienda junto con Adam en dirección hacia el corral de caballos que habían improvisado para resguardar los equinos pertenecientes a los oficiales. Leon montó su caballo y se disponía a atravesar el bosque para llegar a la nave principal pero fue detenido por Adam.
-Leon.
Esa fue de las pocas ocasiones donde Adam se refirió a él por su nombre.
-¿Si?
-Prométeme que cuando resuelvas tus asuntos, regresarás y brindaremos. Quizás para entonces ya tendrás una nueva esposa. Brindaremos por tu nuevo matrimonio.
Leon sonrió.
-Te lo prometo.
Ambos se despidieron y el Archiduque partió raudamente en dirección al bosque. Leon debía recorrer una distancia considerable para llegar a la nave principal. Al cabo de varios minutos de recorrido una flecha certera le atravesó el hombro haciendo que perdiera el control del caballo.
Varios hombres de Harakán salieron desde los árboles armados con arcos y espadas. Los arqueros apuntaron a Leon, pero él se arrojó al suelo y las flechas impactaron al caballo que cayó agonizando.
Leon empezó a correr en dirección a la nave principal a través del bosque. Sus perseguidores no podrían disparar debido a los árboles. Corrió tan rápido como pudo a pesar de la herida hasta llegar al claro donde habían aterrizado las aeronaves y apresuró su marcha para alcanzar la bodega de carga de la nave principal. Dos de los pilotos observaron a su señor herido corriendo así que fueron en su auxilio.
Los perseguidores de Leon también llegaron al claro y dispararon más flechas, una de ellas impactó en la cabeza de uno de los pilotos, quién cayó muerto. Los pilotos del ejército de Leon solamente estaban entrenados en el vuelo y manejo de aeronaves por lo que no disponían de armas.
-¡Corre! ¡Abre la bodega de carga!- le ordenó al piloto restante.
Así lo hizo, y regresó rápidamente a la nave y abrió la compuerta de la bodega. Leon fué alcanzado por otra flecha en el muslo antes de que pudiera llegar a la compuerta. Aún así logró ingresar en la oscura bodega.
Los invasores lo persiguieron y también ingresaron al lugar. El lugar era enorme, propio de una nave de 700 metros de longitud. La bodega era muy extensa y aunque la compuerta se encontraba abierta apenas iluminaba una parte del lugar. Los invasores avanzaron cautelosos pero dispuestos acompañados únicamente por el sonido de sus pasos en el suelo metálico.
Al fondo de la bodega dos luces verdes similares a ojos se encendieron. Antes de que pudieran reaccionar una silueta gigante de 15 metros de altura se alzó frente a ellos. Corrieron despavoridos al exterior mientras una armadura completamente negra arrancaba la compuerta de la bodega.
Esta armadura era el Arroganz Hazak, una versión actualizada y mejorada del viejo modelo Arroganz que usó Leon en su adolescencia. No era tan robusta y voluminosa como su antecesor pero sí más alta y equipada con tecnología especializada desarrollada por Luxion.
El nuevo Arroganz sujetó a uno de los agresores con la mano y lo aplastó haciendo saltar la sangre violentamente. Arrojó el cuerpo sin vida al suelo y procedió a aplastar con el pie a otro. El suelo se cubrió con un gran charco de sangre y tripas. Los restantes intentaron refugiarse en el bosque, Leon apuntó con el puño de su armadura donde disponía de un cañón en la parte superior de la muñeca.
De su interior empezaron a salir cenizas ardientes y luego un gran torrente de fuego calcinó vivos a los restantes soldados de Harakán.
Edward acompañado de varios soldados llegaron al lugar alertados por el piloto que había conseguido escapar.
Mansión del Archiduque Leon Fou Bartford.
Después de la batalla Leon fue atendido por sus paramédicos y trasladado de inmediato a la unidad médica del cuartel general. Sus heridas fueron tratadas por el médico en jefe Emmerich Levantein quién ordenó a su señor guardar reposo por varios días.
Leon fue trasladado por Cleare en su nave personal hasta su mansión donde fué recibido por su hijo acompañado del viejo mayordomo Arthur y todos los sirvientes quienes aguardaban con suma preocupación la llegada de su querido amo. Mientras todo esto sucedía, Angelica observaba la escena desde su ventana con indiferencia, la mujer sostenía su abultado vientre con las manos producto de su embarazo. Estaba próxima a cumplir los 9 meses de gestación y el día del parto se acercaba cada vez más.
El herido fue llevado en camilla hasta su habitación donde fue atendido por Grettel, la sirvienta principal de la residencia. El día transcurrió sin sobresaltos y cayó la noche. Las luces de la mansión se apagaron indicando la hora de descansar para los sirvientes.
La habitación de Leon se encontraba tenuemente iluminada por la luz de la luna que se filtraba por su ventana, observó el cielo estrellado recordando a Olivia y Clarice.
Antigua residencia de la familia Lavoisier (una semana después)
El Capitán Antoine van Lavoisier se encontraba durmiendo en una pequeña habitación de la mansión que aún continuaba destruida en gran parte. Solo fue reconstruida una parte de la residencia que ahora fungía como la morada de Antoine y solo quedaban unos pocos sirvientes trabajando para él. Cuando fué despertado por el sonido de alguien llamando a su puerta. Antoine se levantó amargamente ya que la noche anterior había salido a beber con su oficial superior.
Abrió la puerta para encontrarse con su criado que le tendió una carta. Antoine rompió el sobre para leer el contenido de la epístola, inmediatamente procedió a vestirse con su uniforme y ordenó que ensillaran su caballo.
Luego de que se efectuara el duelo con Leon hace casi 8 meses que culminó con la muerte de su hermano mayor, Antoine se ganó el repudio y el rechazo de su propia madre quién lo había apoyado en sus acciones. Fue desheredado y abandonado por su familia. Claudia y su hija Lenna regresaron al Reino de Kazadur para continuar con sus vidas, Antoine no podía abandonar a Angelica porque esperaba un hijo suyo, además era miembro del ejército de la Reina Erica Rapha Holfort.
Durante los meses posteriores el ejército de Harakán intensificó sus ataques a los Reinos del Norte por lo cual se formó el Consejo de Guerra de la Alianza conformado por los líderes militares de las naciones aliadas al Reino de Holfort. La situación había escalado demasiado y ahora el ejército privado de Leon no podría contener a los invasores en tantos frentes de combate.
El ejército de la Reina Erica, las fuerzas militares de la República de Alzer y otras naciones debieron ser movilizadas para prestar servicio a los Reino del Norte y detener el avance de las tropas del Rey Zangurak. El alto mando del ejército de Holfort no despojó a Antoine de su rango, su castigo sería permanecer en el ejército donde debería prestar su servicio en combate con el riesgo de morir. De esta manera pasaba largos períodos de tiempo fuera del reino que lo mantenían alejado de Angelica.
Mansión del Archiduque Leon Fou Bartford.
Leon descendía por las escaleras ataviado con su uniforme militar mientras llevaba consigo su portafolio. Aún no se había recuperado completamente pero debía acudir a una reunión del Consejo de Guerra de la Alianza, del cual era uno de sus líderes. Arthur lo estaba esperando en la entrada sosteniendo su abrigo, el viejo mayordomo le colocó la prenda sobre los hombros a su señor y abrió la puerta.
Leon salió al exterior donde lo aguardaba su carruaje que lo llevaría hasta el castillo de la familia real de Holfort donde se llevaría a cabo la reunión. El cochero abrió la puerta del carruaje.
En ese mismo momento acababa de llegar al lugar el Capitán Antoine van Lavoisier en su caballo, desmontó muy cerca del carruaje y se encontró con el esposo de su amante. Leon y Antoine intercambiaron miradas de odio profundo sin decir una palabra. Antoine ingresó a la mansión y Leon abordó el carruaje para dirigirse a su destino.
El Capitán ingresó a la residencia donde se topó con Arthur, se quitó su abrigo y se lo tendió al viejo mayordomo.
-¡Me esperan!- de esta manera anunció el motivo de su visita.
Leon había permitido que el susodicho realizara visitas espontáneas a Angelica, ya que estaba seguro que moriría más temprano que tarde durante las batallas a las que era enviado pero no había sucedido aún. Arthur se enfureció por la acción del invitado y arrojó su abrigo al suelo para consternación de Antoine.
-¡Por órdenes de mi señor es mi deber recibirlo más no servirle! ¡Aquellos que trabajamos en esta casa servimos a un verdadero noble!
Eran muy pocas las ocasiones donde se podía presenciar a Arthur perder la compostura. Antoine no tuvo alternativa más que recoger su propio abrigo y subió las escaleras en dirección a la habitación de su amada.
Cruzó la puerta para encontrarse con la mujer que reposaba en el sillón de la habitación con una mirada sombría. Se dirigió a él y habló.
-¡No! ¡No viviré así!- dijo mientras se levantaba del asiento- ¡Esta espera hora tras hora sin saber cuándo te veré otra vez!
-¡Decías que estabas enferma!
-¡No será por mucho! ¡Moriré pronto!
-¡Basta!
-¡No! ¡Es cierto! ¡Me fué dicho en un sueño!
-¡Así es! ¡Solo era una pesadilla!
-¡Voy a morir si tengo a tu hijo!
-¡Tonterías!
Angelica lo abrazó, hundió su rostro contra su pecho y luego acarició su rostro con ambas manos.
-¡Dímelo!
-¿Qué cosa?
-¡Dime que… que me amas solo a mí!
Antoine suspiró antes de responder.
-¡Tu nota decía que tu esposo saldría! ¡Tuve que encontrarme con él!
-¡Se le hizo tarde! ¡Se lo merece!
Antoine se separó de ella y caminó hasta la ventana para salir al balcón.
-¿Por qué lo llamas mi esposo? ¡El ya no es mi esposo desde hace mucho!
-¡Pero me duele! ¡Es mi honor! ¡Teníamos un acuerdo!
-¿Piensas en tu honor cuando compartes rameras con tu coronel? ¿Crees que soy estúpida?
-¡Eso no es así y ya lo hemos hablado antes!
Angélica se dirigió al baño de la habitación.
-¡Me alegra morir antes de que empieces a odiarme!
-¡Angelica!
Ella se sujetó el vientre y sonrió.
-¡Pon tu mano aquí! ¡Puedo sentirlo moverse!
Ella continuó riendo de una forma extraña mientras era observada por Antoine desconcertado.
Castillo de la familia real de Holfort.
Un par de horas después Leon se hallaba en el gran salón donde se llevaba a cabo la reunión del Consejo de Guerra. Todos los líderes militares se encontraban sentados en una gran mesa circular. Al frente de ellos se encontraba un viejo general arriba de una plataforma con un gran mapa mundial detrás de él.
-Como todos sabrán nuestras fuerzas han conseguido detener el avance de las tropas de Harakán en las fronteras de los Reinos del Norte. La situación de momento se mantiene estable y hemos reforzado las guarniciones que protegen los puntos estratégicos donde el enemigo pretendía avanzar.
Leon no estaba prestando atención a ninguna palabra del general y tenía la mirada fija en el suelo. El viejo general se dirigió a Leon.
-La República de Teramhea, ubicada en el extremo oeste de los Reinos del Norte sufrió importantes daños durante la última batalla. Por esta razón acordamos que el Archiduque Leon Fou Bartford acuda con una flota de aeronaves que transportarán dos batallones de soldados, suministros y armamento para reforzar la seguridad de sus fronteras.
El general observó molesto como Leon lo ignoraba.
-Pero según parece perdí la atención del Archiduque.
Mansión del Archiduque Leon Fou Bartford.
Leon abandonó la reunión prematuramente y habló con los ministros de la Reina Erica acerca del divorcio. Regresó raudamente a su casa donde fué recibido por Arthur. Leon le tendió su abrigo y habló enfadado.
-¿Quién está aquí?
-Solo madam, mi lord.
Subió rápidamente las escaleras y entró al cuarto de Angelica. Ella se encontraba saliendo del baño en ese momento cuando encontró a su esposo en el medio de la habitación. Desde hacía semanas que él no la visitaba y durante unos momentos permaneció callada antes de iniciar una conversación.
-El quería verme para…
-¡No deseo saber por qué una mujer quiere ver a su amante!
Las palabras y el tono de su voz permitían saber que se encontraba muy alterado. Leon se dirigió al armario de Angelica, era consciente de que allí guardaba las cartas que le enviaba Antoine durante los períodos que se encontraba fuera del reino. Leon necesitaba que ella admitiera por escrito su infidelidad para oficiar el divorcio, Angelica se mantuvo durante todo ese tiempo firme en su idea de no ceder. Los ministros le comunicaron que ante la negativa podrían utilizar evidencia que demostrara su traición y de esa forma podría divorciarse sin el consentimiento de ella.
Las cartas que Angelica recibía servirían para ese propósito.
-¿Qué haces?
-¡Quiero sus cartas!
-¡No!
Angelica lo sujetó por el brazo en un intento de detenerlo pero Leon la apartó violentamente haciendo que cayera al piso. Angelica se sujetó el vientre debido al golpe que sufrió mientras Leon se dirigió hacia la puerta. Antes de salir se dió la vuelta para dar el ultimátum a su esposa mientras le enseñaba las cartas.
-¡Ahora que tengo esto podré deshacerme de ti! ¡Iré a la República de Teramhea mañana para reforzar la seguridad en las fronteras a pedido de su rey cuyas condiciones son mejores que las mías! ¡No volveré a esta casa hasta que el divorcio se consume y tú estés en la calle! ¡Mientras mi hijo será enviado a vivir con mis padres!
-¡No, por favor no! ¡Por favor déjame a Alexander!
-¿Crees que te dejaría a mi hijo? ¡Eres una depravada! ¡Una mujer sin honor! ¡Agradezco que la maldición llamada amor que me afligía se haya alejado!
Leon abandonó la habitación dejando a la mujer tendida en el suelo.
República de Teramhea (una semana después)
Tal como lo había designado el Consejo de Guerra, Leon dirigió una flota de aeronaves acompañado de 20.000 hombres pertenecientes al ejército de la República de Alzer. Los destacamentos que custodiaban la frontera con el Reino de Harakán fueron reforzados y reabastecidos con más tropas y armas.
Antes de partir Leon le entregó las cartas que Angélica había recibido del Capitán Antoine van Lavoisier a los ministros de la Reina Erica y solo sería cuestión de tiempo para que oficializaran la separación. Quién fuera su esposa, sería despojada de todos sus bienes y tendría que abandonar la casa. También perdería cualquier derecho a la custodia de su hijo.
El tenía la intención de permanecer allí hasta que todo se hubiera resuelto pero el destino le tenía preparado una situación inesperada.
Leon le notificó a Clarice que ya pronto sería libre y que quería verla. Ella acudió de inmediato a reunirse con su amado y pasaron varios días disfrutando de unas vacaciones en el país.
Teramhea era conocido por sus bellos paisajes. Aquel día ambos se encontraban disfrutando de un día de campo en las afueras de la capital donde se hospedaban. Clarice vestía un vestido blanco acompañado de un suéter verde.
-¡Tengo algo que mostrarte!- le dijo emocionado Leon.
-¿Qué cosa?
Leon se quitó la camisa para mostrarle sus músculos, aunque aún llevaba un vendaje en hombro donde había sido herido en el Reino de Jyura.
-¿Te gusta?
-Te quiero tal como eres.
-¿Entonces no te gusta?
-No quise decir eso… creo que te hacen ver sensual- respondió mientras deslizaba su mano por su pecho.
Leon acarició su rostro y ambos se besaron. Después de tantos problemas que había sufrido, todo estaba saliendo a pedir de boca. En cuanto Angelica saliera de su vida Clarice se convertiría en su nueva esposa, o al menos una de ellas.
Ambos se recostaron en el suelo mientras se abrazaban. El comunicador de Leon empezó a sonar y tuvo que responder. Se trataba de su mayordomo Arthur.
-Arthur ¿Qué sucede?
-¡Mi lord! ¡La señora Angelica ha entrado en labor de parto!
-¡Eso no me concierne!
-¡La situación se ha complicado! ¡El doctor dice que hay una gran posibilidad de que muera! ¡Ella ha pedido por usted! ¡Le ruega que vuelva! ¡Quiere verlo para despedirse de usted!
El destino es incierto y te lleva a atravesar situaciones inesperadas. Había llegado el momento de resolver las cosas con Angelica de una vez por todas. Leon sería puesto a prueba.
Hola a todos aquellos que siguen esta historia. Ha sido casi un mes desde que publiqué el último capítulo. Para compensar he aquí un capítulo de casi 10.000 palabras.
Muchas cosas han sucedidoa Leon, Olivia ha regresado irrumpiendo en su vida. Los conflictos con Harakán continúan y ahora transcurrieron casi 8 meses. Antoine van Lavoisier ha regresado a la historia después de estar ausente por varios capítulos.
La historia ha llegado a su clímax y quiero anunciarles que el próximo capítulo será el último. ¿Acaso Angelica morirá? ¿Leon finalmente alcanzará la felicidad? Tendrán que esperar para saberlo.
