Capítulo 1


—Me hubiera encantado poder quedarme.

Lo sabía, sabía que no era culpa de ella. Había luchado, le destroce el corazón en algún punto y había preferido no hacer nada, pensé que si lo ignoraba ella lo olvidaría. Quise decir algo, pero no podía, el verla ahí parada junto a la puerta con una pequeña maleta con sus últimas cosas era lo suficientemente real para saber que cuando ella cruzara la puerta seria para siempre.

Ella se quedó un momento sin hacer o decir algo, me miraba... podía sentir como estaba pendiente de cualquier reacción de mi parte.

Quería rogarle, pedirle que no se fuera, que se quedara a mi lado, que no volvería a pasar. Que solo había sido... nada, ¡había sido nada! Para mí lo que paso fue insignificante, pero para ella… para ella fue lo suficientemente fuerte para que llorara por días, para que decidiera irse, tomarse un tiempo y al final decidir que esto debía terminar.

Yo no podía decirle que no se fuera, ella debía protegerse. No podía ser tan egoísta.

—Bueno, creo que debo irme. Cuídate mucho y... espero que si nos volvemos a encontrar.

Sus palabras quedaron suspendidas unos segundos. No podía escucharla, no resistiría. Una lagrima recorrió mi mejilla, pero no la limpie, tal vez ella no lo notaria. Dejando escapar un suspiro tome un pergamino en la mesa que estaba a mi lado y me deje caer sobre el asiento. Lo mejor sería hacer como si no estuviera escuchándola. Escuche como la puerta se cerró.

El silencio lúgubre de la noche me permitió escuchar el momento en que ella desapareció justo detrás de la puerta.

Mire el pergamino, no sabía de qué era, no importaba. Mi mente se fue a viajar por el tiempo. Lo había echado a perder, tenía una gran vida y lo había dejado ir, lo había estropeado y todo por nada, por un gran nada.

Una lechuza toco la ventana minutos después y sin siquiera ánimos abrí la ventana. Tomé el pequeño pergamino en su pata, ella no se fue y supuse esperaba respuesta.

Draco, supe que tuviste problemas. Lamento haberte ocasionado un mal rato. Si puedo hacer algo por ayudarte solo dímelo. Incluso, creo que deberíamos vernos, tal vez hablar te haga bien. Una copa o dos te pueden ayudar, sabes que si me permites puedo ayudarte y hacerte sentir mejor. Te estaré esperando. M.

Arrugue la hoja y la deje caer al suelo. Al mirar hacia la ventana la lechuza ya no se encontraba, probablemente al ver que no tenía la intención de hacer caso decidió irse. Me senté de nuevo mirando a la nada, con la mente en blanco.