Las dos caras de Sukuna
"La monotonía era algo que la mayoría de las personas odiaban era como ir matando poco a poco la existencia de uno y sentir como la vida iba deteriorándose al grado de sentir un vacío, uno que a medida de los minutos, las horas, los días incluso años deseaban remplazar. Así era el ser humano nunca se conformaba con nada, siempre dejándose llevar por los sentimientos y emociones que iban generando a medida que crecían, por eso mismo el renuncio hace mucho tiempo a su humanidad quedando solo un cascaron vacío, olvidar aquellos que lo amaron o más bien soportaron. Pero no siempre esas emociones traían desgracias y aburrimiento a su existencia inmortal sino que era interesante incluso ventajoso. Sonrió soberbio viendo como esa joven lloraba desgarradoramente buscando consolar su dolor a través de esas lágrimas, amortiguar su sufrimiento y soportar el significado de que el amor no siempre es hermoso.
- Podrías callarte tus lamentos por más que me diviertan no me dejan dormir.
Aquella voz hizo que detuviera sus lágrimas, ya que desde hace tiempo no lo volvió a ver. Impresionada sus ojos azules detectaron una figura recostada en el tronco de un árbol mirando aburrido la luna llena que se reflejaba, pero ella pudo percibir como su energía maldita había incrementado considerablemente.
- ¿Qué acaso dejaste de tenerme compasión y por fin te despierto miedo, Cian-sama? – decía en tono burlón el nombre de la joven.
Pero Cian solamente lo veía sin ningún tipo de emoción solo dolor y sufrimiento incluso Sukuna podía olerlo en el aire.
- Por lo que veo estas por completar tu transformación a una maldición por completo, Ryomen-sama. – rio amargamente. – Sabes tus palabras se hicieron profecías y necesite del dolor para reencontrarme contigo.
- Eso ocurre cuando cometes la estupidez de enamorarte. – en un parpadeo se encontraba frente a ella. – El amor trae dolor y un poder que le estas otorgando a esa persona en controlarte no se compara con nada, te enamoraste del heredero que cambiara el mundo hechicería, ¿verdad?
Alzando las cejas y abriendo los ojos ante la afirmación de Sukuna.
- Yo podría hacer que dejaras de sentir ese sentimiento, dejar la carga de lo que significa proteger a todos y que nadie te procure. – colocando detrás un mechón de su cabello. – Dime, ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste protegida por alguien? Que la responsabilidad sobre tus hombros fue más ligera, cuando por fin sientes que la vida tendrá sentido para ti Cian la mujer y no la sacerdotisa.
Agachando la mirada la joven hizo recuento de su vida como desde el descubrimiento de sus poderes fue entrenada para proteger a la aldea, a los altos mandos, a los próximos herederos dejando de lado su vida, jugar como cualquier niño de su edad, desarrollar una amistad y no solo ser un instrumento que comenzaba a odiar su vida incluso el amor que fue sintiendo por él pronto se marchitaría a medida que esa enfermedad comenzara a carcomerlo.
- ¿Qué tengo que hacer? – su voz fue vacía como un cascaron vacío. – Me supongo que la piedad y consideración no son unas de sus virtudes, Sukuna-sama. – dirigiendo su mirada azul. - ¿Qué tengo que hacer para protegerlos sin seguir lastimándome?
La sonrisa perversa de Sukuna se amplió al grado de por primera vez asustarla.
- ¿Por qué no hacemos un trato? – ella enarco una ceja. – Te concederé la libertad que tanto ansias a cambio de ese poder espiritual que posees y un poco de diversión. - colocando su mano sobre la de ella. – A fin de cuentas ya corroboraste que tu familia no te ama, tu aldea solo te ve como una herramienta y el hombre que amas pronto morirá, claro no sin antes tomar una esposa que seguramente no serás tú.
Cian sabía que había más cosas negativas que positivas en aquel trato que Sukuna le proponía, pero sabía que su vida no tendría sentido sin él de por medio, estaba harta de todo lo referente a la hechicería e incluso este contrato era una forma de liberarse por fin de aquellas cadenas que nunca la dejaban volar.
- Tengo mis condiciones. – fue firme y su declaración era una forma de dar a entender que aceptaría las condiciones. – No dejaras que nada suceda a mi hogar y a él. – recordó cuando ambos se conocieron y como poco a poco se fue enamorando. – Incluso llegaras a protegerlos y cuando llegue el momento te entregare mi poder, además de convertirme en tu…
- ¿Concubina? – termino divertido. – Me pides demasiado, pero acepto.
Sukuna se levantó del césped para ayudar a levantar a Cian, entrelazando su mano con la joven sintió lo tersa que era su piel descubriendo porque ambos hermanos de ese Clan se habían enamorado de ella, pero bueno el solo quiere divertirse y salir de esa constante monotonía. Sin previo aviso corto con una de sus uñas la palma de la mano de Cian y después la suya quedando mezcladas su sangre, sorprendiéndose la sacerdotisa en ver la sangre oscura de la maldición combinándose con la roja de ella.
- En la próxima luna llena vendrás aquí mismo para cumplir nuestro trato, sino lo cumples morirás. – ella lo miro sin creerlo. - ¿Qué? ¿pensabas que solo deseaba mezclar mi sangre con la sucia de un humano? – rio roncamente y acercándose a su oído susurro. – Vez el poder del infinito te trajo hacia mí, mientras que para nosotros es una salvación para ti mi querida Cian comenzó siendo tu perdición."
- Y bien no piensas avanzar mocosa. – continuando su trayecto Sukuna deseaba burlarse de esa chica sin lugar a duda Cian volvió a nacer. – O no me digas que eres de esos mediocres hechiceros que esperan que Gojou Satoru venga a salvar el día.
Kasumi arrugo el entrecejo ante la diversión de Ryomen, notando levemente que su actitud soberbia le recordaba un poco a Satoru en cuanto competía. Antes de girar la manija vio nuevamente como Sukuna estaba recargado en la pared cruzado de brazos viendo su ambiente aburrido.
- Dijiste que incluso él seguía con vida, ¿a quién te refieres? – la maldición no aparto la mirada, su pregunta solo amplio su sonrisa.
- Quien más va a ser, aquel hombre que por obtener un gramo de tu atención te condeno a esta maldición. – viéndola de reojo. – Dime, Miwa Kasumi, ¿Por qué crees que nunca han podido destruirme por completo?
La joven hizo recuento de toda la información que había recopilado de Sukuna deteniéndose que el poder que tenía este era tan grande que no podía ser derrotado por completo quedando fragmentado en sus veinte dedos una cantidad considerable de energía maldita que incluso alguien tan poderoso como Gojou Satoru no podía destruirlos teniendo gran cantidad de energía maldita, entonces…
- No puede ser…- con su mano oculto la exclamación que deseaba salir por su posible teoría. - Entonces el motivo por el cual no pueden destruirte es porque...
- Correcto. – acercándose a ella quedando muy cerca sus rostros. – La energía maldita por más poderosa que sea nunca podrá contrarrestar la espiritual, sino más bien la mezcla entre ambas te otorga un poder extraordinario al grado que por más que destruyan mi cuerpo, mientras existan esos fragmentos o dedos. Yo seguiré existiendo, Kasumi-chan.
El escenario que se presentaba frente a ellos era realmente repugnante, incluso para alguien como él, sus ojos vieron como Nanami veía fijamente los restos de lo que seguramente eran unos niños de no más de ocho años. Sintiendo por primera vez un sentimiento desconocido de impotencia, seguramente era algo el rubio sentía al ver ese tipo de escenarios, ambos sabían que como hechiceros estaban ligados a ver a gente morir frente a sus ojos, pero como decía el ex oficinista nunca dejaba de ser un asco todo esto.
- Nanami. – soltó simplemente sin ganar una contestación de él.
- Esto realmente es un asco y repugnante. – desabrochándose la corbata. – Realizare el velo para que no salga lastimada más gente.
- De acuerdo. – adentrándose un poco más al Templo. – Yo me encargare de los más grandes.
Kento solo asintió mientras veía maldiciones salir de los árboles, la mayoría de baja categoría, pero seguían siendo maldiciones. Vio como Gojou desaparecía seguramente buscando la forma de eliminar las maldiciones sin afectar a más vidas de civiles, comenzó a cortar con su arma especial mientras veía más rastros humanos. Odiaba todo esto, odiaba ser diferente y que existieran maldiciones, pero luego venía a su mente la sonrisa de aquella joven feliz. Agradeciéndole su mera existencia, siempre animándolo en las situaciones más difíciles sin tener idea de lo que sus ojos día con día se enfrentaban en este mundo de mierda.
- Verdaderamente. – cortando varias maldiciones de tajo. - ¡Trabajar y ser hechicero es un asco!
Satoru activo sus seis ojos para concentrar la energía maldita que se encontraba en el lugar percibiendo como dentro del templo había una barrera y en el recinto se podía percibir dos energías demasiado conocidas para él: Kasumi y Sukuna.
- "Él me decía cosas…sentí mucho asco". – recordó las palabras de Kasumi cuando intercambiaron información acerca del Rey de las maldiciones.
Apretó sus puños al recordar el miedo en ella y también como Yuuji detallo aquello que Sukuna deseaba mostrarle. Deduciendo lo peligroso que sería mantener a ambos jóvenes solos.
- No entiendo a donde quería llegar. – suspiro derrotado, pero en eso sintió una tercera presencia cerca de ellos. - ¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué esa energía es tan similar a la…mía?
Utahime recargaba su rostro sobre la fría madera de ese amplio escritorio, sintiéndose vacía día con día. La monotonía venia cobrándole factura hace tiempo, pero negaba en aceptarlo, pronto cumpliría treinta y dos años. Una edad que para su familia debería estar casada y por lo menos con dos hijos o uno en camino, pero hace tiempo ella se negó a esa posibilidad de formar un hogar. Sonrió amargamente al recordar su discusión con Satoru, llegando a analizar las palabras del chaman más fuerte y como este poco a poco se estaba aproximando a la verdad acerca de Miwa-chan, la carga que por años esa niña ha tenido que cargar.
"Sus pasos eran torpes a medida que se acercaba a los sanitarios, amaba el alcohol eso todos los sabían pero en ocasiones como esta no podía controlarse y más por las conversaciones fuera de lugar de Mei Mei sobre sus alumnos. Cada vez que veía a una pareja formarse dentro del Colegio Jujutsu venia Getou a su mente.
- Maldito idiota no debiste ser tu quien nos traicionaría. – deseaba llorar pero no podía, no cuando se encontraba rodeada de los mayores idiotas de sus colegas.
- En eso estoy de acuerdo, probablemente todos incluyéndome pensamos que sería yo quien traicionaría todo este esquema de patético y comenzar un nuevo mundo de hechicería.
La voz divertida de Gojou la saco de sus pensamientos haciendo que arrugara el entrecejo y sintiera como se retorcían sus órganos de coraje cada vez que lo veía. Su mirada miel vio con resentimiento las amplias manos de él, esas manos que estaban manchadas de sangre… la sangre de Getou Suguru.
- Pensé que despareciste porque encontraste a una idiota que deseaba abrirte las piernas. – se burló de la incapacidad del chaman en serle fiel a una sola mujer.
Pero lo que no sabía Utahime es que desde hace tiempo Gojou Satoru no se había involucrado más que con aquella que era considerada su alumna modelo, porque desde hace tiempo el chamán más fuerte llevaba sorprendentemente siéndole fiel a Miwa Kasumi.
- ¿Celosa? – se burló. – Temo decirte que si deseas llamar mi atención vas por muy mal camino, Utahime.
- Cierto. – acercándose a una distancia considerable del hombre. – Se me olvidaba que tu prefieres a las chicas que son buenas personas y de fleco peculiar, ¿no?
La sonrisa de Satoru se amplió al recordar como ese flequillo de Kasumi se desordenaba cada vez que llegaba al orgasmo gracias a sus manos y boca, pero ese no era el momento de excitarse al recordarla.
- En eso nos parecemos. – se encogió de hombros. – Si no, ¿Por qué hubieras mantenido una relación a escondidas con Suguru de cuatro años?
Utahime se sorprendió al escucharlo y que ese idiota descubriera el mayor de sus secretos.
- ¿De qué demonios hablas, Gojou? Nunca me…
- Deja de ser tan hipócrita contigo misma. – sus ojos se mantenían inexpresivos detrás de sus lentes. - ¿Por qué no reconoces que me odias por él? Que aborreces mi presencia porque es recordar que estas manos fueron las que contribuyeron para la muerte de Suguru.
- Tu debiste haber muerto ese día. – apretó sus puños. - ¡Tu debiste ser el maldito traidor, no él! Esa fue la condena de Suguru, Gojou. Así como todo aquel que te ama o aprecia, el amor no es una maldición sino que tú eres la peor maldición de ellos que los conlleva a la muerte.
Satoru negó repetidas ocasiones en su mente, no él no era responsable de nada. Hace tiempo se culpaba de la decisión de su mejor amigo, pero como una vez leyó: "Cada uno traza su destino"
- "Me gusta tu forma de ser Satoru". – le había dicho Miwa después de llegar a un orgasmo. – "Tu seguridad irradia todo aquello que deseo ser, tú me haces demasiado feliz".
- Te equivocas. – sonrió cálido al recordar a Kasumi. – Yo no fui quien lo destruyo, sino su propia debilidad, Suguru fue débil en este mundo. No soporto la locura y el sacrificio que un hechicero debe tener para sobrevivir. Él fue responsable de su propio final, así como tú en querer limpiar tu consciencia siendo un peón más de ellos".
Después vino todo, su enfrentamiento por lo sucedido con Miwa y la protección excesiva que estaba teniendo ese idiota con sus alumnos al grado de envidiarlo, porque reconocía que cada estudiante del Campus de Tokyo no solo veía a Gojou como una herramienta o aquel que controla el mundo de la hechicería, sino que esos jóvenes ven al peliblanco como uno más de ellos, un colega, un sensei, un ejemplo a seguir y …
- Un amigo.
- Es tu culpa que te considere solo como un amigo, si nunca le has dado indicios de absolutamente nada. – Mai se encontraba harta de analizar el "rostro" decaído de Mechamaru. – No crees que al menos tiene derecho de saber.
Los ojos negros de Muta Kokichi veían a través de Mechamaru como Mai estaba totalmente desesperada por su actitud al grado de por fin ser directa. Algo que inconscientemente siempre le agrado de ella, además de su seguridad y sintiendo incluso empatía ya que él se encontraba atado de por vida por su defectuoso cuerpo, en cambio Mai las ataduras de ella eran más dolorosas sin retorno a través del Clan Zen´in.
- No soportaría su rechazo al confesarme. – dijo al fin. – Miwa es de las pocas personas que se acercaron a mi sin juzgarme.
- Gracias por la parte que nos toca a Momo y a mí. – ironizo divertida la confesión del chico.
Ambos se dirigían al Colegio después de una misión de último minuto, Mai iba cruzada de piernas y brazos viendo el paisaje, pero viendo por el reflejo de la ventana a Mechamaru.
- Sabes…Miwa no es la única que desea conocerte personalmente. – esa confesión desconcertó al pelinegro. – Creo que sin darnos cuenta fuimos creando lazos más fuertes entre nosotros. Que sin lugar a duda no me imagino que uno de ustedes…
- Ustedes también son importantes para mí. – eso era verdad recordando aquella maldición llamada Mahito y su acuerdo. – Son mis amigos y lo que más deseo es convivir con ustedes fuera de esta marioneta.
Mai rio amargamente.
- Pero más a Miwa, ¿no es así? – cuestiono sugestiva. – Solo te digo que aunque no seas correspondido es mejor decirlo antes que te arrepientas. – a su mente vino la imagen de Megumi y Tsumiki. – Y si no es Miwa, podrían ser más chicas.
Ambos sabían que era mentira, que probablemente nadie fuera de ese mundo de hechicería no solo aceptara la condición de Muta sino las maldiciones, su don y todo sobre ellos. Suspirando derrotada, ya que Mai comprendió que dando ánimos a los demás era un asco claro fuera del ámbito sexual donde incluso podría dar catedra. Referente a los sentimientos como amor era una completa novata, cansada recargo su cabeza en el duro hombro de Mechamaru causando desconcierto en este.
- Dormiré, así que no me molestes o te golpeare.
La "amenaza" de Mai lo divirtió sacando desde hace mucho tiempo una sonrisa, buscando una forma de acomodar a Mechamaru para que ella se reconfortara y durmiera mejor, recibiendo una sonrisa de gratitud, además de un ligero gracias.
- Muta Kokichi. – susurro.
- ¿Eh? – abriendo ligeramente un ojo Mai no entendió.
- Mi nombre es Muta Kokichi, Mai.
Con una sonrisa y antes de sumergirse en los brazos de Morfeo Mai simplemente dijo:
- Vaya quien lo diría, el hombre de hojalata tiene un nombre bonito.
Una sonrisa triste se mostró en Muta al comprender que Mai tenía razón, pero ¿Cómo confesarse a Miwa? Sabía que la joven tenía un secreto y temía que Gojou Satoru estuviera involucrado, pero probablemente, ella desearía que esa clase de hombre la protegiera y no él. Porque estaba seguro que después de enterarse de la verdad Miwa Kasumi sentiría una enorme decepción de él.
- Porque yo no soy esa persona. – una lagrima corrió por su mejilla imaginando a su amiga en brazos de un payaso como Gojou-sensei. – Porque no soy ese hombre que ella espera.
Se alejo en cuanto sintió la respiración de Sukuna cerca de ella, estaba segura que no lo odiaba o le generaba miedo, simplemente sentir su tacto era como traicionar a Satoru. Sonaba incluso tonto imaginarlo, ya que el tipo de relación que sostenían había terminado por ella y antes que le respondiera algo al hombre. Las puertas de la habitación se abrieron por una ráfaga de aire extremadamente fuerte, que si el Rey de las maldiciones no la hubiera sostenido seguramente se encontraría hecha trizas.
- Por lo que veo sigue igual de voluble que siempre. – aun sosteniendo a la joven por la cintura.
Una nueva ráfaga de viento iba atacarlos pero con una mano Sukuna la detuvo regresándola en el otro extremo derrumbando parte de la arquitectura.
- Creo que eso les saldrá caro. – burlándose de la situación. – Oe, ¿Por qué no sales? Ella no te recuerda en lo absoluto. – gritando divertido. – Aunque siendo honestos ¿Por qué te recordaría a ti?
A medida que las frases sínicas salían de la boca de Sukuna, Kasumi podría jurar que esas ráfagas de viento incrementaban al grado de asustarla y reprochándose en solo portar esa navaja de doble filo que Maki-san le había obsequiado después de entregarle su espada.
- Mientras yo lo distraigo procura acercarte a la puerta. – dijo aburrido Sukuna. – Esa es la única forma para que obtengas esos manuscritos.
Kasumi no podía creer que aquella maldición de forma indirecta la estaba ayudando.
- No esperes que todo esto es gratis. – viéndola de reojo sonriendo. – Ya buscare la forma de que me recompenses, además si se trata de soportar a alguien de ese maldito Clan prefiero a Gojou Satoru.
Sin esperar más la maldición arrojo a la joven como su fuera un costal de papas notando inmediatamente una multitud de ráfagas de viento que lo seguían. Impresionada de como lograba esquivarlas, ya que estas mismas contenían una cantidad extraordinaria de energía maldita, pero la maldición tenía razón debía concentrarse en recuperar esos manuscritos, aunque…
- ¿Por qué nombro a Gojou-sensei? – se extrañó ante la mención del peliblanco, en eso escucho nuevamente esa suave melodía.
Poco a poco adentrándose al lugar noto la penumbra de esta, siendo solo la luz de la luna aquel escaso alumbramiento por las puertas de esa balcón abierto y entonces lo vio, sorprendiéndose con la similitud y diferencias de ambos. Sus pasos se detuvieron cuando su figura quedo en medio de la luz reflejada por la luna, deteniendo al hombre en su melodía.
- Por lo que veo nuevamente no soy la persona que esperabas encontrar. – era una voz varonil con una mezcla de tristeza y alegría. – Decidiste reencarnar para seguir buscándolo sin importar el dolor y desgracia que eso te conllevaría, Cian.
Kasumi no dejaba de contemplar las fracciones del hombre frente a ella, a simple vista podía deducir que se trataba de Gojou Satoru, pero las fracciones del hombre eran más delicadas casi comparándolas con la de una mujer, su cabello era igual de blanco hasta los hombros adornado de dos extraños mechones atados, su piel era del mismo tono melocotón; pero sus ojos eran lo único que diferenciaba al chaman más fuerte entre ese hombre mientras que los ojos de Satoru eran de un color cielo precioso, los de este hombre eran un contraste de un zafiro que al detallarlo no eran como los de Megumi-san ni ella, sino más profundo.
- No dirás nada después de más de mil años de no vernos. – se levantó para acercarse a ella que instintivamente dio un paso hacia atrás. – Es irónico que conmigo te sientas indefensa y con Sukuna, el cual te hizo tanto daño dejaste incluso que te tocara.
Arrugo el entrecejo al recordar lo cerca que estaban las energías de ambos, pero Miwa seguía viéndolo absorta por ese hombre, deseaba salir corriendo lo más lejos posible de él y tal pareciera que podía leer su mente, ya que las puertas de la habitación fueron cerradas completamente haciéndola brincar de su sitio.
- Para que veas que estoy de tu lado, toma. – extendiéndole unos documentos enrollados que por su apariencia eran demasiado viejos. – Aquí esta toda la verdad acerca de quién eres y descubrirás que puedes confiar en mí.
Miwa se encontraba dudosa entre tomar los papeles o no, pero en eso una ráfaga de gran energía maldita de purpura los interrumpió y sin previo aviso corrió rápidamente, pero antes de salir del balcón las puertas también fueron cerradas. Sin embargo eso no impidió que detrás de esta sus ojos azules contemplaran la figura de Gojou Satoru por los aires y dejando sus ojos descubiertos, además de ver como varias de las maldiciones de categoría especial habían desaparecido. Su expectación, admiración y adoración hacia el hechicero más fuerte era visto por el desconocido, el cual apretó los puños por la rabia de ver esa misma escena.
- Él también sigue siendo el mismo. – interrumpió quedando solo a centímetros de la joven que estaba dándole la espalda. – Es triste para mi volver a verte mirándolo de esa forma.
Girándola y encontrándose con unos ojos azules que tanto extrañaba.
- Es momento de regresar, Cian. – y antes de lo previsto la beso.
Nanami se encontraba harto posiblemente Gojou ya se habría encargado de las maldiciones de alta categoría, pero eso no significaba que estas hubieran desaparecido por completo hartándolo de la situación, suspiro. Últimamente las maldiciones iban incrementando así como el número de muertes de personas inocentes, sabían que esto se debía a Itadori, pero así como los demás prefirieron mantenerlo en secreto para no afectar el alma noble del chico, sorprendiéndose como dos almas completamente diferentes compartían el mismo cuerpo, pero en su encuentro con Mahito Nanami Kento descubrió algo y fue que Itadori Yuuji era como cualquier otro ser humano.
También podía sentir dolor y odio, por eso mismo Sukuna lo necesitaba, porque le gustara o no Itadori se había convertido…
- En la otra cara de Sukuna.
Sonrió triste al imaginarse un escenario donde tarde que temprano tendrían que pelear contra Itadori cuando haya ingerido todos los dedos de Sukuna y terminando por fin con su vida, tan concentrado estaba que no percibió como una maldición iba a atacarlo directamente sino fue hasta que…
- ¡Perro demonio! – escucho el grito de Fushiguro quien en compañía de Kugisaki Nobara llegaron donde se encontraba sorprendiéndolos.
- Nanami-san, ¿se encuentra bien? – cuestiono el azabache y al ver como asentía el nombrado se concentró en seguir luchando con aquellas maldiciones. - ¿Gojou-sensei viene con usted?
- Si. – señalando al nombrado por los aires. – Ya se encargó de la mayoría de las maldiciones, solamente hace falta encontrar a Miwa-chan e Itadori-kun, pero no los hemos encontrado.
- ¿Itadori? – se acercó Nobara al hechicero de grado especial. - ¿Cómo es que todavía no encuentran a Itadori? – arrugando el entrecejo. - ¿Qué hace él aquí?
Los ojos de Nanami de cifraron la preocupación de la joven sintiendo lastima de ella, pero debían de ser claros.
- El en compañía de Miwa-chan vinieron al festival, pero repentinamente se manifestaron maldiciones de grado especial y de tercer grado, deduciendo que…
- Posiblemente esto sea consecuencia de un objeto maldito. – interfirió Megumi. – Eso significa que nadie está a salvo y si eso es cierto probablemente Sukuna tomo el lugar de Itadori. – pensó el azabache en su amigo y la joven ojiazul. – Si eso sucedio y Kasumi-san estaba cerca de él, posiblemente Sukuna…
- De ser el caso ni siquiera la intervención de Gojou salvara a Itadori-kun para su ejecución.
Nobara solo escuchaba a los hombres como si hubieran perdido la cabeza y en lugar de hablar de su amigo estuvieran conversando del clima, apretó los puños con rabia. Era cierto que no era cercana a Miwa-san pero tampoco deseaba su muerte y mucho menos a manos de Ryomen Sukuna si eso conllevase a la muerte segura a Itadori, cerro los ojos recordando.
- "¿Dónde está el idiota de Itadori? – dijo despertando, viendo a Fushiguro sentado al lado de ella. – Espero que no se encuentre durmiendo, por sus actos heoricos casi terminamos muertos. – resoplo cruzándose de brazos.
Pero al no ver reacción del azabache y como la mirada de este se encontraba vacía, un nudo comenzó a formarse en su garganta sintiendo unas inmensas ganas de llorar.
- Fushiguro…Yuuji…él está bien, ¿verdad? – cuestiono dudosa y al ver como no respondía negando simplemente con la cabeza. – Él…
- Itadori Yuuji murió a manos de Ryomen Sukuna, Kugisaki. – la joven abrió ampliamente sus ojos sin creérselo. – La misión era de grado especial, porque la maldición se formó gracias a un objeto maldito de Sukuna, de una forma u otra tomo el cuerpo de Itadori y…le arranco el corazón. – se calló al ver como Nobara agachaba la cabeza deduciendo lo que estaba sintiendo. – Kugisaki, yo…- trato de tomar su mano, pero ella lo alejo.
- Solo era una bomba de tiempo, ¿no es así? – rio amargamente. – Ese es el destino del contenedor de Sukuna, morir.
Fushiguro solo asintió y cuando iba a hablar nuevamente el teléfono del chico sonó, decidiendo que era mejor dejar sola Kugisaki, probablemente convivio solo dos semanas con Itadori, pero ese tiempo fue sufriente para encariñarse y sentir empatía por el joven. Cuando por fin se encontró sola pudo derramar esas lagrimas que estaban atoradas en su garganta y con sus manos apretaba fuertemente las sábanas blancas de su habitación.
- Idiota. – recordando su sonrisa alegre. - ¡ERES UN IDIOTA ITADORI! – grito a todo pulmón recordándolo.
Estaba tan absorta despotricando en contra del joven que no percibió como detrás de la puerta se encontraban Fushiguro y Gojou sintiendo la misma impotencia de Nobara."
Sus pies se fueron alejando de Fushiguro y Nanami-san.
- "¡Wow Kugisaki! Eres genial. -odiaba que la alabara después de haber descubierto algo de hechicería. – "Por cierto, Kugisaki te queda bien el color rojo". – comenzó a correr al sentir una cantidad de energía demasiado conocida. – "Oe Kugisaki, ¿no crees que somos un gran complemento?" – no le importo los gritos de Fushiguro ni Nanami. – "¿Te encuentras bien Kugisaki?" – después de su misión con Miwa descubriendo que había cuidado de ella. – "Lo siento por no decirles que estaba vivo."
Sin embargo lo que más odiaba no era esa sonrisa llena de felicidad de él, ni sus muestras de afecto hacia ella, ni siquiera la forma en que le procuraba, lo que odiaba era a ella misma. A su soberbia y orgullo, odiaba no reconocer que cada cosa que le suceda a Itadori era doloroso para ella, porque hace tiempo lo había descubierto con la llegada de Miwa-san, con la declaración de amor de la antigua compañera de clases de él y por todos los acontecimientos anteriores…
- Me gusta. – reconoció. – Ese idiota me gusta demasiado. – derramando lágrimas. – Maldita sea Itadori, espero que no cometas una estupidez y que estés vivo.
Sukuna salió del Templo en que se encontraban Kasumi y él dirigiendo las ráfagas en esos seres inferiores que se hacían llamar maldiciones, pero que frente a él no eran más que escorias que no merecían tal nombre, sonrió soberbio al ver como Gojou Satoru terminaba con aquellos que podrían haberlo entretenido su mirada rojiza se encontró con la color cielo de él que sin dudarlo en un parpadeo se encontraban cara a cara.
- Esto es nuevo, al parecer ustedes los hechiceros han mejorado con los años. – estaba provocando al peliblanco que no dejaba de verlo serio. – Por tu rostro deduzco que el mocoso te dijo aquello que le mostré.
- Por más que desee en estos momentos jugar contigo, Sukuna-chan. – Gojou vio como arrugo el entrecejo ante el apelativo. – Mi prioridad es buscarla.
Satoru no podía creer lo que estaba sintiendo al tener frente a frente a Sukuna, era una mezcla de diversión, aberración, enojo y de derrotarlo, pero debía de ser razonable, además de controlarse aún no era el momento de derrotarlo. Aún quedaban muchos cabos sueltos que le gustara o no el podría resolverlos.
- ¿En serio tu única prioridad es protegerla? – se burló la maldición. – De acuerdo digamos que te creo, pero aquí la cuestión seria… ¿a quién tratas de proteger a Cian o a esa alumna que te estas tirando?
Percibió como su comentario había molestado al hechicero más fuerte por la cantidad de energía maldita que estaba comenzando a desbordar.
- ¿Dónde está Kasumi? – Gojou se encontraba harto de toda esta situación simplemente deseaba recuperar a la joven, ver que se encontraba perfectamente y aunque lo negara deseaba volver a sentir la piel desnuda de Kasumi contra la de él.
- Por lo que veo tu Clan aún no sabe cómo fueron bendecidos. – acercándose más al sensei. – Su poder es demasiado poderoso al grado que su atracción del infinito siempre conlleva muerte, dolor y destrucción, ¿no es así Gojou Satoru?
El mencionado levanto su mentón analizando las palabras de Sukuna, confirmando que ese hombre al parecer sabía demasiado, aunque… ¿Qué tenía que ver su Clan? O simplemente busca la forma de distraerme para atacar.
- No sabia que el Rey de las maldiciones fuera curioso respecto a mi vida personal. – se burló. – Verdaderamente tanta atención harás que me sonroje o me de vergüenza, aunque déjame decirte que estoy acostumbrado a ser el centro de atención.
- Eso no lo dudo.
Tanto la mirada rojiza como la cielo de los hombres volvía a debatirse, pero en eso sintieron como el suelo comenzó a moverse logrando que se separan, Satoru ya había presenciado esta energía maldita una vez, en el encuentro de las escuelas. En cambio Sukuna vio como una sombra pasaba rápido detrás del chaman, reconociendo de inmediato a uno de sus más fieles súbditos.
- "Este imbécil esta jugando bien sus estrategias". – bufo volteándose para ver el Templo donde se encontraba Kasumi. – Aunque tal parece que Cian no tardara en despertar. – sonrió soberbio.
Lo que no pensó fue que sus palabras fueron escuchadas por Satoru, que no le agradaron para nada, pero antes de que cuestionara a Sukuna una barrera de tierra y hojas los separaron como el poder que interrumpió en el torneo de escuelas. Antes de que atacara escucho unos aplausos a su espalda viendo directamente aquella maldición que tanto Itadori como Nanami mencionaban y fue culpable en la muerte de ese civil que su alumno deseaba ingresar a la escuela de hechicería, pero el hubiera no existe.
- Mahito. – su respuesta amplio la respuesta de la maldición.
- Que alago que el portador del infinito sepa de mi existencia. – transformando su mano en esa espada como aquella ocasión que peleo con Itadori.
- Por supuesto las escorias como tú siempre son fáciles de identificar. Pero no te preocupes terminare pronto contigo, ¿sabes por qué? – Mahito mostraba la misma sonrisa burlona que él. – Porque al igual que esa maldición. Eres muy débil.
Usaba el mismo tono con el que lucho con la otra maldición en forma de volcán atando una teoría sobre ellos y posiblemente lo que estarían buscando, aunque no creía que esas maldiciones lo idearan eran la mente maestra de todo lo reciente, sino de alguien más estratégico y perverso, pero… ¿Quién?
- No entiendo porque no dejas que participe. – aburrido Choso veía los escenarios en compañía de quien un día fue Getou Suguru. – Debería de encontrarme en estos momentos vengando a mis hermanos.
El hombre de coletas turnaba su mirada en esa joven llamada Kugisaki Nobara para después ver el rostro del portador de Sukuna, donde extrañamente al verlo sentía algo cálido en el pecho al grado de sentir una conformidad acerca de sus hermanos.
- Porque aun no es momento en que contribuyas a esta pelear mi querido Choso. – viendo de reojo al castaño. – A veces en esta vida es mejor ser primero espectador, para analizar el momento de contratacar. Ese pensamiento lo comparto con Satoru. – ahora su mirada negra estaba fija en el portador del infinito. – Aunque pronto descubrirá él que la maldición que tanto temía termino por alcanzarlo.
Siempre deseo que su primer beso fuera con ese ser amado, con el que compartiría toda su vida, entregarse en cuerpo y alma, aquel donde vivirían experiencias como una familia, pero la vida desde el principio fue injusta con ella. Otorgándole un poder que nunca deseo, ser capacitada para ser una cuidadora, pero a ella ¿Quién la cuido? A que grado y sacrificios tuvo que abrir los ojos descubriendo quienes eran sus enemigos, tachando al destino como su verdugo y tristemente tarde se dio cuenta que la verdad estuvo frente a sus ojos. El cual tardo demasiados años, pero gracias a Miwa Kasumi lo comprendió a través de sus ojos.
- No me toques. – una ráfaga de energía hizo que el hombre retrocediera antes que tocara sus labios con los de ella….no con los de Kasumi. – Pensé que todo este tiempo cambiarias, pero me equivoqué, sigues siendo la misma persona soberbia y egoísta.
Una risa estridente se hizo en el lugar haciendo que arrugara el entrecejo.
- Por lo que veo ahora me encuentro frente a la verdadera Cian y no con ese cascaron en que reencarnaste. – extendiendo sus brazos. – Pero no sé de qué te sorprendes Cian si la soberbia y el ego siempre han sido características de mi Clan, sino porque esa joven llamada Miwa Kasumi sostiene una relación con Gojou Satoru. – se mostro serio al recordar ese escenario de ambos igual que hace tiempo sucedió con la mujer frente a él y …- Dime, cuando te encuentras con él ¿es ella o eres tu que al verlo es recordar a mi Nissan?
Pensando que sus palabras afectarían a la mujer frente a él agrando su sonrisa, mas al notar como agachaba su mirada afligida, pero rápidamente la subió mostrando una sonrisa llena de felicidad. Como solía ella otorgarle solo a él, al hombre que mas odio en toda su vida, aquel que no solo me arrebato lo que por derecho le pertenecía, sino porque su Nissan obtuvo el amor de Cian.
- Es como lo dijo Sukuna-sama lo que esta frente a ustedes es un fragmento de mi alma combinado con el de esta niña. – se mantuvo firme. – Así que las acciones, emociones y sentimientos que ha ido desarrollando solo le pertenecen a ella, a Miwa Kasumi. Ella es la que sentía, anhelaba, deseaba y percibía el calor de ese hombre que mencionas Gojou Satoru, porque Miwa Kasumi fue destinada para amar a Gojou Satoru, así como el fue nacido para tenerla a ella. Y te aseguro que nada ni nadie hará algo para que las estrellas de ellos se alineen, porque después de tanto años por fin el infinito estará completo y no habrá poder humano o sobrenatural que lo detenga.
Una gran cantidad de energía comenzó a emerger dentro del cuerpo de Kasumi, provocada por Cian. Saco del bolsillo de la joven esa navaja especializada con energía maldita que según los recuerdos de Miwa fue obsequiada por Zen´in Maki.
- Condenaras a esa niña al dolor y nuevamente Sukuna buscara la forma de lastimarla como lo hizo contigo. – rebatió el hombre.
- Te equivocas, Sukuna no busca lo mismo de ella que deseaba de mí. – al menos nos carnalmente, pensó.
Los fuertes ruidos en el exterior como las descargas de energía maldita que se estaban sintiendo advirtieron a ambos que era momento de marcharse.
- Por favor ven conmigo Cian. – extendiendo su mano. – Sabes que soy tu ultima alternativa conmigo tanto tu como esa joven se encontraran a salvo. Te prometo protegerla, no volverá a sentir dolor ni sufrimiento en cambio si te quedas con él. – viniendo a su mente ese hombre Gojou Satoru. – Harás que el sufrimiento que ha padecido sea mínimo a comparación del futuro.
- Nunca has comprendido. – alejándose más. – Nadie en esta vida ni en otra es la ultima alternativa de alguien. Uno siempre debe ser la primera opción de esa persona, además esta no es mi vida sino la de ella y Miwa Kasumi ama con todo su ser a Gojou Satoru.
- Entonces no me dejas mas alternativas. – el hombre alzo su mano acumulando energía maldita color negro. – Si tanto deseas que esa joven sea feliz, lamento informarte que bajo sus hombros cargara demasiadas muertes incluyendo a su familia, amigos y sobre todo a ese hechicero.
Entonces todo sin previo aviso el suelo comenzó a moverse, las ramas de los arboles a crecer hasta formarse una especie de barrera donde solo los involucrados dentro del Templo conformaban parte de ese juego.
- Ese idiota. – dijo aburrido Sukuna al ver como esa expansión de dominio los encerraba. – Veo que sigue teniendo el mismo comportamiento en cuanto a Cian corresponde. – esta batalla lo estaba hartando. – Y bien por fin saldrás de tu escondite o también tendré que buscarte Uraume.
detrás de unos árboles la menuda figura de una persona de cabello corto blanco hasta los hombros y mechones rojizos se mostraba ante el Rey de las maldiciones.
- Ha pasado tiempo, Sukuna-sama. – haciendo una reverencia hacia el nombrado. – Me alegro que se encuentre en optimas condiciones.
- Si para ti estar compartiendo un cuerpo con un mocoso insufrible y sentimental que desborda alegría es una óptima condición, sí que te volviste ciego o un completo idiota.
Los ojos rojizos se mantuvieron fijos en la figura de su amo viendo como tenía razón, pero…
- Posiblemente ese joven Itadori Yuuji sea un ser completamente opuesto a usted, pero debe reconocer que es impresionante el parecido entre ambos. – Sukuna se mantuvo callado. – Es como si ese joven Itadori fuera un descendiente directo de usted, ¿no lo cree?
Esas palabras hicieron que Sukuna se mantuviera callado, mirando las manos de ese cuerpo. Sabia perfectamente que ese mocoso no era un humano normal, sino algo mas oscuro y se atrevería a decir que perturbador, pero ¿Quién era realmente Itadori Yuuji?
- Creo que es momento que te retires Uraume, en otro escenario tu presencia será de gran ayuda por el momento solo estorbarías. – estaba comenzando a sentir demasiado debilitamiento, seguramente porque uso parte de su energía maldita en un cuerpo que aun no lograba controlar.
- Esta bien, Sukuna-sama. – reverenciándose. – Se que cuando sea el momento preciso requerirá de mis servicios.
Y sin mas contratiempos el joven desapareció frente a él, dejando más incógnitas acerca de Itadori, Cian, esa joven Miwa, Gojou y él. Toda esa extraña mezcla seria un detonante cuando ingiriera todos los objetos malditos provocando por consecuente una pelea con el chaman mas fuerte trayendo como consecuencia la muerte de uno de ellos, pero…porque sentía un dolor en el pecho al imaginar que si logran derrotarlo el mocoso morirá. Cuando le arranco el corazón sabia que podía regresarlo a la vida, pero pelear contra Gojou Satoru seria un escenario diferente, uno donde solo la muerte de uno de ellos traería la desgracia o la paz en el mundo que vivían.
- Ver demasiado sus memorias esta haciendo que me ablande. – entonces recordó a esa chica de cabello teñido. – Kugisaki Nobara.
Sonrió soberbio al recordar la inminente atracción que sentían ambos jóvenes siendo para su gusto demasiado idiotas, es como si no tuvieran mas que una puta neurona ambos. Fushiguro Megumi seria pieza clave para su victoria igual que esa joven llamada Cian, pero…¿esa loca de Nobara serviría para algo?
- Al parecer ahora será un día de presentaciones y visitas no es así, Kugisaki Nobara.
Viendo como frente a él se encontraba posiblemente una de sus ultimas piezas, respirando agitadamente, seguro por el esfuerzo físico que provoco buscarlo o más bien encontrara a…
- Sukuna. – rompió el silencio al encontrarse por primera vez frente al Rey de las maldiciones. – Regrésalo….- su susurro hizo que Ryomen enarcara la ceja. - ¡REGRESA A YUUJI!
- Al parecer aquí termina nuestra diversión Gojou Satoru. – demasiado débil Mahito vio la nueva expansión que se estaba formando sabia que debían de irse lo antes posible. – Es una lastima no podre ver frente a mi a esa jovencita que tanto empeño tiene en mejorar. Sino fuera porque posee a Cian dentro de su alma seria una completa inútil.
Satoru comprendió perfectamente a quien se refería, no negaba que tenia un mal momento en comenzar a jugar con esa maldición pero descubrió que Mahito no era como cualquier otra de grado especial, no esa maldición tenia mas poder del necesario no para derrótalo, pero si para terminar con varios hechiceros de grado especial.
- No se de quien hablas, ¿ahora las maldiciones tiene cierta curiosidad hacia las mujeres humanas? – la maldición solo se encogió de hombros.
- Siendo honesto, no. Simplemente es interesante ver como el chaman mas fuerte de todos cae ante las lindas piernas de una joven estudiante, porque probablemente ella sea una mujer y tu un hombre, pero tengo entendido que ustedes se rigen por una estúpida jerarquía que no has dudado en romper.
Gojou no sabia que era mas molesto ser juzgado por una maldición o que esta tuviera la jodida razón.
- Pero no es tu culpa relájate. – uso un tono consolador como cuando hablaba con Jumpei. - Un hombre que al tenerlo todo, obviamente tendría que buscar un juguete que satisfaga sus necesidades carnales y volver a sentirte nuevamente pleno, después de tener las manos manchadas de sangre. ¿Dime Gojou Satoru, existe una diferencia entre tu y nosotras las maldiciones? No te has dado cuenta que tu eres la principal maldición de esa joven Miwa Kasumi.
- Hablas demasiado para ser una maldición. – levantando su dedo. – Cuando termine contigo puedes irte tranquilo, si soy una maldición procurare destruir a seres como tú. – Rotación inversa: Resplandor Ro…
Detuvo su ataque al ver como la menuda figura de Kasumi era arrojada por los cielos por unas ráfagas de viento junto con unas ramas sosteniéndola en cada extremo. No era necesaria su habilidad para darse cuenta como estas mismas la apretaban al grado que podrían romper sus huesos.
- Kasumi. – susurro.
Mientras que Cian aun dentro del cuerpo de Miwa Kasumi veía todo el caos que provoco su antiguo amigo, viendo personas mutiladas por todos lados, unos transformados en maldiciones, reconoció a ese hechicero rubio y pelinegro peleando con más maldiciones sin dificultad alguna. Luego vio como Sukuna estaba frente a la joven Nobara y por último lo vio a él, posiblemente no sea la persona que amo hace años, pero su aura seguía siendo la misma. No era necesario ver sus ojos para descifrar que tendrían un hermoso color cielo, además de la preocupación que sentía en estos momentos no por ella, sino por Kasumi; porque sin darse cuenta la historia volvió a repetirse solo que en situaciones distintas, esperando que el desenlace fuera distinto como ocurrió con ella y…
- El reflejo de la luna es lo único que me mantuvo conectada contigo…Yue. -comenzando a llorar. – Lo siento no pude protegerlos, protegerte. – recordando cada persona importante en su vida. – y no pude proteger a tu hermano. Pero te prometo que ella si será feliz.
Tomando con sus manos las raíces que la sostenían.
- Te prometo que yo mismo terminare con aquello que nos llevo a la desdicha. – fue acumulando una gran cantidad de energía maldita junto con espiritual. – Y te prometo que pase lo que pase estos jóvenes permanecerán juntos.
Poco a poco las ramas fueron adquiriendo tonalidades blancas y azules, inundando el lugar como si…
- Esta purificando la energía maldita. – vio sorprendido Satoru enfocándose solamente en Kasumi y como todo el lugar comenzó a cambiar a lo que fue antes de la batalla incluso ignoro a Mahito. – Kasumi-chan.
- "Aunque pensándolo bien esa joven seria no solo el telón de Aquiles de Gojou Satoru". – pensó el peliazul. – "Sino se convertirá en su peor maldición de todas". – Bueno esa es una señal de que debo retirarme. – y en un parpadeo desapareció frente al peliblanco.
- Escoria. – viendo el muñequito vudú. – Nunca estuviste aquí.
No muy lejos de ahí llegando sumamente agotado mas que en aquella pelea con el recipiente de Sukuna y ese hechicero de grado especial Mahito escupió una innumerable cantidad de sangre ante los ojos de Choso y Geto.
- Por lo que veo no te fue muy bien que digamos con Satoru. – se burlo el pelinegro. – Te advertí que aunque fuera solo una réplica tu cuerpo quedaría dañado considerablemente, pero eres demasiado obstinado.
Mahito solo rodo los ojos sentándose para ver el escenario y sonriendo a pesar de que había sangre escurriendo en la comisura de sus labios.
- Eso lo sé, pero no negaras que obtuvimos lo que estábamos buscando. – mirando la figura de Miwa Kasumi. – Realmente nunca entenderé ese poder que puede tener un humano con otro, es tan patético.
- Se llama amor, Mahito. – respondió Getou sin apartar sus ojos de como Miwa después de purificar lo que quedaba del Templo y quedar inconsciente era sostenida por los aires por Gojou Satoru que no dejaba de mirarla dulcemente. – Y ese sentimiento es una maldición aún peor y retorcida que nosotros mismos. Andando esperaremos a Uraume y a él en otra parte.
- Eso no es necesario. – interrumpió una voz a sus espaldas. – Ya nos encontramos aquí.
Los tres presentes vieron a las dos maldiciones faltantes frente a ellos, notando como el joven se mostraba igual de tranquilo, pero el de mayor altura se encontraba desbordando grandes cantidades de energía maldita haciendo notorio su enojo.
- Pensé que al volverla a ver te relajarías un poco. – la figura de Getou camino lentamente hacia el nombrado. – Al parecer no es el reencuentro que imaginabas, ¿no es así querido Hajime.
- Supongo que todo el drama de Hajime termino por el momento. – exclamo aburrido Sukuna ignorando a la joven frente a él. – Andando mocosa por mas que desee matarte, será en otra ocasión.
Sin embargo Kugisaki se sentía ofendida por las palabras de esa estúpida maldición, ¿Quién demonios se creía? Su energía maldita advirtió a Sukuna que se encontraba furiosa divirtiéndolo un poco y antes de que lo atacara detuvo uno de los clavos que iban directo hacia él.
- Verdaderamente todos los hechiceros son un fastidio desde mi existencia.
- El que es un verdadero fastidio y dolor en el estómago eres tú imbécil.
Sabía que estaba retando a un ser que nunca vencería. - ¡Pero al diablo! No volvería hacerle daño a Yuuji frente a ella.
- Eres demasiado gritona y mandona mocosa, no comprendo el interés particular que siente este mocoso por ti. – quedando cara a cara de la ojimiel. – Aunque reconozco que matarte y arrancarte que parte de esa tersa piel seria un deleite para mí. Eres demasiado escandalosa.
- ¡Eres un…!
Nobara no termino la frase sino que solamente abrazo fuertemente a la maldición girándolo de dirección, desconcertándolo y ver como una de aquellas ramas iba directo a perforar el estomago de Itadori, pero antes de que fuera herido…
- Ku-Kugisaki.
- "Esa voz". – sonrió al escucharlo nuevamente, tocio por la boca ante el dolor de la herida escupiendo un poco de sangre.
- ¿Por qué lo hiciste, Kugisaki? ¿Por qué me salvaste? – sintió como ambos caían de rodillas, como los brazos de Itadori la sostenían con delicadeza.
Sus ojos miel vieron como el rostro del joven eran dos caras distintas, su lado izquierdo mostraba su desesperación, miedo y dolor, en cambio el otro se mostraba estoico sin emoción alguna.
- Me alegro que sigas siendo tu…- haciendo una mueca por el dolor y levantando su mano tocando la suave piel de él, específicamente el derecho. – Puede que te encuentres dentro de él, pero nunca serás Yuuji. Eres solo un ente vacío y das lastima, Sukuna.
- Semejante cria insolente. – apareció en la mejilla de Yuuji. – Reconozco que no eres nada destacable como hechicera pero posiblemente me sirvas.
- ¡SUKUNA! – grito Itadori. – Salva a Kugisaki, no dejes que muera. Ella no puede, ella no…
- De acuerdo, pero será a mis términos cuando llegue el momento y ninguno de los dos podrá objetarlos. – refuto viendo todo con incomodidad. – Ahora préstame tu cuerpo.
Sin objetar Itadori acepto viendo el rostro lleno de heridas de Nobara sintiéndose como la peor persona por no proteger a alguien sumamente importante para él.
- Bien solo será un minuto. – Sukuna corto un poco la palma de la mano de la joven bebiendo un poco de su sangre, para después hacerlo mismo con él. –"Si el mocoso me lo permitiría también podría divertirme con ella de otras formas más entretenidas".
Delineo con una garra el rostro de Kugisaki Nobara para disponerse a cerrar el trato sellando sus labios. Se separo de ella al sentir como alguien lo tomaba por la nuca sosteniendo fuerte sus cabellos y noto que era ella.
- No me vuelvas a tocar escoria, tu no eres Yuuji. – esa actitud hacia divertido todo para Sukuna quien no se alejó ningún centímetro de su rostro.
- Pues lamento informarte, Nobara que a partir de hoy nos perteneces tanto al mocoso como a mí. Ese será el precio por amar a la otra cara mía.
Diciendo esto ultimo vio como ella volvía a cerrar los ojos quedando inconsciente.
- Kasumi, Kasumi-chan. – decía desesperadamente Gojou dando unos pequeños golpes en la mejilla de ella para que reaccionara. – Por favor despierta, Kasumi.
Sentía miedo, desesperación, angustia y desolación al imaginar perder a otro ser que considero importante; porque a estas alturas de las circunstancias reconocía que Miwa Kasumi aquella estudiante que sin proponérselo fue adquiriendo mas y mas sus pensamientos, la necesidad de verla, de saber al menos que se encontraba bien. Era la personas mas importante en su vida incluso mas importante de lo que fue Amanai Riko y Getou Suguru en su tiempo.
- Eres tan bella, tan buena y noble. – juntando sus frentes. – Si deseas ya no volverme a ver lo entiendo, pero reacciona. Tus hermanos te necesitan. – recordó a los niños en su ultima visita con Tsumiki mirándolos jugar como niños normales con los obsequios secretos que les daba. – Existe gente que realmente te aprecia. – recordó a los alumnos incluso a Utahime mostrando un afecto incondicional con la joven. – Y yo te necesito conmigo.
Sabia que estaba mostrándose débil, pero no importaba ahora eso no importaba. Solo era prioridad para él que Kasumi estuviera bien.
- Yo te necesito conmigo. – reconoció que no solo deseaba su cuerpo. - Porque tu eres…- recordó aquella conversación con Yuta hace tiempo, dándose cuenta que su teoría o pesadilla se convirtió en realidad. – Porque tu eres mi maldición mas retorcida de todas, Kasumi.
Una lágrima cayo cerca del ojo de Miwa haciendo que parpadeara un poco comenzando a abrir lentamente sus ojos azules siendo el rostro desesperado del Gran Gojou Satoru frente a ella.
- Satoru. – toco con sus pulgares la mejilla donde se derramo esa lágrima. – Estas bien, que bueno saber que te encuentras bien. – sonrio la joven.
- Kasumi. – pegando su cuerpo mas al de él si era posible. – No vuelvas a asustarme así porque sino tendré que tomar medidas drásticas, señorita. – acomodando su peculiar flequillo, solo escucho como su comentario hizo que riera. – Kasumi.
Ella alzo las cejas aun cansada mostrándole que lo escuchaba.
- No vuelvas a terminar conmigo. – ella sabia que no era necesario ver sus ojos, por su voz sabia la desesperación de él. – No te vuelvas a alejar.
Sonriendo melancólica alzo un poco su rostro quedando a centímetros de los labios de Gojou, percibiendo su olor, el calor de su cuerpo y la tranquilidad que siempre le regalaba, negó suavemente.
- Por más que quiera o trate al parecer alejarme de ti nunca será una opción Satoru. – viendo como deslizaba él su venda mostrando sus ojos. – Irremediablemente siempre seré atraída por el poder del infinito.
- Entonces que así sea. – y sin esperar mas ambos se besaron.
Todo siendo presenciado por Fushiguro Megumi el cual veia como la vida le dio la lección mas importantes de todas a su mentor: "Nunca digas nunca".
¡Vaya por fin pude terminarlo! Realmente este ha sido el capitulo mas largo de la historia , sinceramente quise abarcar todo lo relacionado a Miwa y Satoru ademas de Kugisaki y Itadori
Mil gracias por sus muestras de apoyo en mis otras historias, espero terminar mis proyectos: "Mis dos pequeños problemas" , respecto a "Concubina", Destinos entrelazados y ¿Cual es mi tipo ideal? espero enfocarme e ir actualizando al menos cada dos semanas . Ademas de un regalito de navidad de esta hermosa shipp.
Perdonen si hay uno que otro error ortográfico.
Espero actualizar pronto.
Besos y abrazos.
TheOtherDestiny ;).
