Lazos Inquebrantables
"Siempre su hermano y él obtenían lo que desearan sin ningún tipo de impedimento o excusa de sus esclavos o subordinados del Clan incluso ni siquiera sus padres objetaban en sus decisiones. Eran una dupla perfecta con toda la extensión de la palabra, pero desde que sus ojos conectaron por equivocación con esa mujer sentía como su alma desaparecía por completo, se perdía a través de las actitudes de Cian hacia él y como sin darse cuenta la sacerdotisa fue ingresando en su descarado corazón, uno que pensaba que no tenía. Hajime siempre hablaba de la joven ojiazul deduciendo que su hermano también la deseaba para él, por ese mismo motivo nunca se atrevía a declararle sus sentimientos a Cian incluso estaba seguro que era correspondido, pero… ¿su egoísmo era tan grande para arrebatarle a su hermano la mínima oportunidad con ella?
Sabía de ante mano que su Clan se regía por normas y tradiciones que desde su perspectiva eran demasiado…
- En algún momento alguien se dará cuenta y no le importará desafiarlos. – su sonrisa se amplió al imaginarse ese momento. - Solo espero al menos presenciar ese acontecimiento.
Hablaba consigo mismo mientras veía fijamente el cielo recordándole el contraste de sus colores en el cabello de Cian, cerro sus ojos al imaginarla siendo su esposa, besarla, hacerle el amor y producto de ello tener descendencia con ella, porque aunque lo siguiera negando la joven de flequillo peculiar le gustaba de una manera inimaginable.
- Nuevamente holgazaneando, hermano. – la hoz de Hajime hizo que sonriera abriendo sus ojos y dándose cuenta que este se encontraba al lado suyo. – Nunca he comprendido ese pasatiempo tuyo y de Cian en contemplar las nubes, es tan…
- ¿Aburrido? – cuestiono divertido y amplio aún más su sonrisa al ver como su hermano asentía. – Diría más bien que es relajante, hermano. Aunque no lo creas contemplar los cielos es cuestionarte acerca de todo y de nada a la vez.
Hajime enarco una ceja sin comprender las palabras de su idiota hermano.
- He escuchado que no has estado con ninguna concubina hace tiempo. – deseaba sacar otro tema que le interesaba. – Otousan está furioso porque no has podido darle un heredero y para tu edad sabes que por lo menos debiste de haber tenido tres hijos varones.
- Claro. – rodo los ojos aburrido imaginando a donde conllevaría esa conversación. – Saben perfectamente lo que pienso sobre la descendencia.
- Sabes que es necesario antes de que…- no podía terminar la frase y sin darse cuenta la mirada de Yue y la de él cruzaron viendo por primera vez algo de humanidad en su hermano. – Yue comprende que…
- Que pronto moriré, ya que no existe una cura para mi enfermedad. – respondió sarcástico y un poco triste. – Relájate Hajime, eso lo sé perfectamente. No tienes que verme con esa cara de lastima, pero te diré algo. - susurro como si fuera a contar un secreto. – Deseo que mi descendencia termine conmigo.
Esa declaración hicieron que el peliblanco agrandara sus ojos mientras alzaba las cejas ante el disparate de Yue.
- ¿De qué demonios estás hablando? – respondió escandalizado.
- De que no deseo que mis próximas generaciones tengan que vivir este mundo lleno de hipócritas, reglas y costumbres donde simplemente no satisface mis metas u objetivos, ¿acaso no te das cuenta que somos meros peones para ellos?
- Es nuestro deber como herederos del Clan tener hijos, Yue. – Hajime endureció su mirada mientras hablaba un poco alterado. - ¡Incluso en eso eres egoísta! No te das cuenta que esto no es un juego.
Pero en lugar de ofenderse por los comentarios de su hermano Yue simplemente soltó una carcajada mientras se quitaba las vendas que ocultaban sus ojos color cielo y al detenerse sus palabras fueron pieza clave para abrirle los ojos a su hermano.
- Creo que es más egoísta seguir contribuyendo a la cadena de esos vejetes a costa de nuestra descendencia, Hajime. Ademas de que sirve si con quien deseo construir algo no puede estar conmigo. – su mirada lo transporto en Cian y la convivencia de ambos.
Sin embargo su hermano comprendió perfectamente a lo que se refería y apretando los puños se juró internamente que en eso Yue no le ganaría, tolero que toda su vida fuera comparada con él mediante, fuerza, habilidades y destreza para ser el próximo líder del Clan pero respecto a la sacerdotisa eso no, podía soportarlo, porque en esta vida o en otra la mujer le pertenecería a él aun si eso significaba traicionar a su propia sangre.
- ¡YUE, HAJIME! – ambos hermanos escucharon una voz demasiado conocida para ellos y sin apartar su mirada se dieron cuenta que sin lugar a duda, eran…- Que alivio encontrarlos pensé que habían comenzado a entrenar sin mí. – llegando agitada la joven sonriente, pero se percató que sus amigos no la miraban. - ¿Etto…se encuentran bien?
Pregunto dudosa acercándose a Yue con sus mejillas sonrojadas y el corazón latiéndole fuertemente ante la cercanía del peliblanco, una acción que hizo a Hajime arrugar el entrecejo.
- Si no te preocupes, solo mi hermano y yo estábamos conversando. – respondió amable Yue entrelazando su mano con la de ella. – Bueno mejor vamos a entrenar que no tardara en anochecer y es demasiado peligroso por las maldiciones.
Pero la joven no lo escuchaba sino que su mirada estaba embelesada contemplando por primera vez el color de los ojos del hombre que amaba y es que verdaderamente los ojos de Yue eran de un azul cielo diferente a cualquier otro ni siquiera los de Hajime se asimilaban a los del joven, ni que decir de sus largas pestañas.
- Oe, oe. – agitando su mano frente al rostro de la ojiazul. – Creo que se quedó muda.
- Claro que no idiota, apártate. -Hajime asqueado por la situación empujo un poco a Yue haciendo que se distanciara un poco de la sacerdotisa. – ¿te encuentras bien?
La nombrada simplemente asintió avergonzada por darse cuenta que había visto más de lo debido como siempre a Yue, rezando a todas las deidades de que sus amigos no se hubieran percatado de ello, pero fue demasiado tarde ambos hermanos se dieron cuenta de los sentimientos de la joven hacia el menor de ellos provocando en este algo cálido desde su pecho mientras que en Hajime un sentimiento demasiado conocido…envidia. Sin embargo no muy lejos de ellos sentado en la rama más grande de un frondoso árbol una maldición demasiado conocida en los alrededores veía todo con suma diversión, confirmando por qué deseo convertirse en lo que era dejando de lado su humanidad.
- Tal parece que los hechiceros no solo seguirán ocasionándonos problemas, sino que incluso entre ellos mismos los lazos no significan nada. – sonrió burlesco. – Me pregunto…hasta qué grado sería capaz ofrecer ese hechicero por obtener el amor de ella.
- Sukuna-sama. – una voz lo saco de sus pensamientos y sin apartar la mirada permitió que Uraume continuara. – El templo que me solicito ya se encuentra en su disposición, ¿Cuándo se refugiara en él?
El joven de cabello blanco con mechones rojizos veía fijamente a su amo viendo como los ojos rojizos de este brillaban con más ímpetu al ver a esa sacerdotisa junto con esos hechiceros, pero rápidamente se percató que el más joven de los hombre cruzo su mirada con la de él sintiendo como esos ojos podían taladrarte por completo, percatándose de la enorme cantidad de energía maldita que desbordaba.
- Veo que te diste cuenta de lo mismo que yo. – divertido Ryomen bajo del árbol para quedar frente a Uraume y amplio su sonrisa al ver como se erizaba la piel de este. – Despreocúpate puede que su técnica sea fantástica, pero aún se encuentra incompleta.
Aquello descoloco al chico, ¿ese hombre podía ser más poderoso? ¿Aún no estaba completo aquello que el Clan Gojou estaba orgulloso de poseer?
- Para que esos hechiceros sean capaces por lo menos de intentar aniquilarme necesitaran más que energía maldita. – recordando a la niña que una vez le perdono la vida y que por azares de las deidades pronto se reunirían ella convertida en una mujer y el siendo una maldición completa. – Respecto al Templo despreocúpate, pronto serán mis aposentos junto con una visita que tendrá una larga temporada.
Continúo caminando sin voltear hacia atrás, simplemente pensando que la vida propia se encargaría de entregarle aquello que por tanto tiempo estuvo buscando y que sin lugar a duda sería una carta a su favor sin imaginarse que ese mismo destino jugaría con la vida de los hechiceros del Clan Gojou, el rey de las maldiciones Ryomen Sukuna y aquella sacerdotisa de corazón bondadoso Cian formando a través del tiempo un lazo inquebrantable que solo la muerte podría romper.
Sus ojos cielos estaban fijos en las dos presencias de energía maldita que comenzaron a desaparecer, sabía que su técnica aún no estaba completa, pero eso no significaba que fuera incrédulo en no darse cuenta que esas maldiciones estaban observándolos, comenzando a tener teorías de quien se trataba una de ellas por el poder que emergía.
- "Si mi teoría termina en ser cierta….¿porque una maldición de esa magnitud acecharía a meros principiantes".
Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir unas manos entrelazarse con las suyas sorprendiéndose en encontrarse la joven sacerdotisa y el solos.
- ¿y Hajime? – cuestiono por su hermano.
- Dijo que en un momento regresaba al parecer detecto algo que no le agrado.
- Así que él también los sintió. – quedo deductivo y reprochándose en ser tan despistado últimamente dejándole todo el trabajo a su hermano.
- Yue…desde hace días los encuentro extraños tanto a ti como a Yue, ¿está todo bien?
La preocupación de la ojiazul era latente en su mirada haciéndolo sonreír por darse cuenta de lo hermosa que era ella no solo por dentro sino por fuera, sin ser consciente de sus acciones asintió y fue acercando lentamente su rostro al de ella sintiendo su fragancia dulce, su sonrojo proporcionado y el temblor de su cuerpo ante su cercanía.
- Solo son cosas sin importancias, despreocúpate. – tocando con su pulgar los suaves labios de ella. – Aunque últimamente algo o alguien específicamente ronda en mi cabeza día y noche.
Sonrió divertido al ver como alzaba las cejas sin comprender.
- No te interesa saber, ¿Qué es lo que pienso últimamente pequeña? – la joven negaba con la cabeza sin pronunciar ninguna palabra absorta contemplando los ojos de Yue. – Creo que sería mejor demostrártelo pequeña Cian.
Y cerrando los ojos ambos compartieron su primer beso juntos."
Abrió abruptamente sus ojos desconcertado por el reciente sueño o… ¿acaso era un recuerdo? Frunció el ceño sin saber de qué diablos se trataba o el significado de ese sueño, porque a través de su experiencia como hechicero descubrió que algunos tenían un significado o un deja vu de lo que podría suceder, una clara muestra fue cuando en aquella misión en solitario había soñado con un enorme charco de sangre, demasiado cuerpos desmembrados y cuando llego al final del camino reconoció a dos cadáveres erizándole la piel más aun al ver frente a ellos a Suguru sonriendo divertido por la situación viendo por primera vez una sonrisa que desconocía de su amigo y más aún al estar frente a los cuerpos sin vida de los progenitores del pelinegro. Entre otros donde tenía como protagonista a su mejor amigo y el destino que había escogido hasta el día que murió.
- Satoru. – un pequeño susurro como un abrazo posesivo lo despertaron de sus teorías viendo sonriente como Kasumi se aferraba a su pecho murmurando cosas que solo ella comprendería. – N-No te vayas…Satoru…quédate un rato más.
Sonrió ante lo tierna y tremendamente atractiva que se veía, sus mejillas sonrojadas, las marcas otorgadas por él en su piel blanca, su cabello desordenado y ni que decir de su desnudez donde solo una fina sábana blanca cubría su espalda baja dejándole a la vista su pechos rosados incluso su pequeño rastro de saliva era adorable, recordándole cuando Inumaki la dejo dormida en el encuentro de los Colegios.
- No me iré a ningún lado, Kasumi-chan. – acomodando un poco de su fleco ganando una sonrisa por parte de ella. – Esta vez no me iré a ningún lado.
Sabía que estaba mal todo esto, antes de que empezara involucrarse con Miwa Kasumi una joven estudiante de hechicería, diez años menor que él y lo más importante alguien que estaba involucrada directamente con algo que podría ayudarlos a destruir a Sukuna traería solo problemas, pero porque aun conociendo todo esto sentía una enorme satisfacción de por fin haber estado con ella. Las palabras que ayer Kasumi trato de decirle por más de una vez venían a su mente, la insistencia en escucharlas o más bien en comprender que sentía lo mismo que ella, pero que no se sentía merecedor de ese amor. Porque él no sabía el significado de esa palabra no al menos con la misma intensidad que Miwa.
- Kasumi-chan. – susurro cerca de su oído mientras abrazaba más fuerte su cintura. – Despierta, cariño ya es de día.
Miwa sentía los parpados un poco pesados, aunque su almohada era más cómoda que de costumbre y cálida, donde simplemente se aferró más a ella restregando su rostro pero abrió ampliamente sus ojos al comprender que no era precisamente su almohada lo que estaba abrazando sino un cuerpo igual de desnudo que ella y levantando lentamente su mirada vio la sonrisa infantil de Satoru, viniendo a ella rápidamente los recuerdos de la noche anterior.
- Buenos días, Kasumi. – decía el peliblanco divertido por las reacciones de ella.
- Bu-Buenos días. – respondió ocultando su rostro en el pecho de él.
Pero en un rápido movimiento abrazo a Miwa de la cintura girando sus cuerpos y así poder depositarla en la blanda superficie de la cama y el arriba viendo a más detalle todos sus rasgos.
- ¿Cómo dormiste? – el doble sentido de la pregunta era notorio en Gojou haciendo que la joven desviara la mirada tímida aún. - ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo?
- Dormí bien gracias. – sentía sus mejillas demasiado calientes por la nueva posición y más dándose cuenta que lo único que cubría sus partes era una ligera manta blanca. – Y…tu ¿Cómo amaneciste?
Los ojos de Miwa brillaban más de lo acostumbrado, con una de sus manos toco delicadamente la mejilla de esta y acercando su rostro al oído de Kasumi respondió:
- Maravillosamente, creo que he amanecido mejor que nunca. – sonrió lleno de orgullo al sentir como la piel de ella se erizaba y levantando un poco su rostro vio que sus labios solo estaban a centímetros de tocarse. – Eres demasiado hermosa, Kasumi.
Termino por besarla como tenía planeado sintiendo como era correspondido con la misma intensidad y como sus manos fueron hasta encontrarse con la de ella para entrelazarlas, mientras buscaba la forma en que Miwa le diera un espacio entre sus piernas. Cuando la ojiazul abrió sus piernas, Satoru aprovecho para posicionarse entre ellas y comenzar a simular embestidas, dándose cuenta que la joven ya se encontraba húmeda ante sus caricias.
- ¿Quieres repetir lo de anoche o prefieres desayunar, Kasumi?
Miwa no sabía que responder su cuerpo deseaba continuar con las caricias que Gojou le estaba ofreciendo, pero no negaba que estaba hambrienta ya que solo había probado poco de su cena. Sin embargo probablemente esto sea algo momentáneo y pronto ella tenga despertar a la realidad, sobre ellos. Sin darle una respuesta aun con sus piernas abrazo sus caderas dándole una clara señal de que continuara, pero…
- Creo que por el momento es mejor ir a desayunar. – se rio Satoru al escuchar rugir el estómago de Miwa clara señal de que tenía hambre.
- Lo siento. – respondió rápido viéndolo hipnotizada cada vez que lo veía reír. – Si deseo continuar, pero…
- No te preocupes. – bajándose del cuerpo de Kasumi viéndola por última vez el escaneo del cuerpo desnudo de ella que al darse cuenta de su mirada rápidamente se tapó hasta el cuello. – Iré a preparar algo de desayunar, porque el día de hoy será muy ajetreado.
Kasumi enarco una ceja sin comprenderlo y su rostro era comparado con un semáforo rojo al ver como se levantaba de la cama Satoru mostrando su desnudes sin ningún tipo de pudor.
- ¿Por qué hoy será un día ajetreado? No debo de evadir mis obligaciones respecto ayer necesito hablar con los demás y reportarme con Yaga-sensei.
- Olvídate de eso. – colocándose su ropa interior sin apartar su mirada de ella. – Yaga les dio el fin de semana libre a todos ustedes, así que mejor aprovechemos de esto. – acercándose a ella hasta rozar sus narices. – Así que todo el día de hoy serás completamente mía. – dándole un rápido beso para incorporarse. – Puedes asearte mientras preparo el desayuno y después saldremos.
- ¿Saldremos? – se incorporó un poco Kasumi aun sosteniendo fuerte la sabana para ocultar su desnudez. - ¿A dónde iremos?
Parpadeo desconcertada por la facilidad en que Satoru se tomaba las cosas y más aún que tomara todo a ligera después de lo sucedido ayer en el Templo y que tuvieron sexo, además ella deseaba visitar a sus hermanos, ya que últimamente pensaba que no estaba al tanto de ellos como desearía.
- Que no es obvio…iremos a ¡Turistear! – alargo la palabra feliz dejando sola a Kasumi en la recamara y aunque deseara regresar para volver a acostarse con ella, lo justo era al menos darle unos momentos de felicidad a la joven. – Ella se lo merece. – susurro abriendo el refrigerador para comenzar su labor de preparar el desayuno.
Fue abriendo lentamente sus ojos adaptándose a la luz extremadamente fuerte, vio sus alrededores tratando de identificar donde se encontraba hasta que su cerebro hizo click y descubrió que estaba en la enfermería del Colegio. Trato de levantarse pero una mano sosteniendo fuertemente la suya la interrumpió, frunció el ceño dispuesta a reclamarle a esa persona que no tuviera esas confianzas con ella hasta que se topó con el rostro ojeroso de Itadori recargando parte de su rostro en la camilla, entonces todos los recuerdos vinieron a ella recordando todo lo sucedido en el Templo y como su cuerpo la traiciono en no dudar en proteger a Sukuna.
- No, yo no lo protegí a él. – tocando un mechón rosado de Yuuji que al sentir su toque sonrió como solía hacerlo. – Aunque comparten el mismo cuerpo son dos almas completamente distintas.
- Por fin alguien comprende un poco mi lazo con el mocoso. – una boca apareció en la mejilla de Itadori junto con un ojo rojizo que ella identifico. – Si que tu cuerpo es débil tardaste más que Cian en despertar, mocosa.
Con solo escuchar la voz de la maldición Nobara bufo molesta y arrugando el entrecejo en que ese estúpido la subestimara.
- ¿Qué? No piensas por lo menos agradecerme en que hubiera salvado tu patética vida. – la voz llena de burla de Sukuna estaba sacándola de sus casillas. – En serio que estas nuevas generaciones de hechiceros son peores cada día son mal educados y con respecto a su atracción hacia otro ser vivo son unos completos cobardes e idiotas. – suspiro fastidiado, aunque algo dentro de Ryomen comenzó a despertar al ver que esa joven.
- ¡¿A quién le dices cobarde e idiota, estúpido?! – Kugisaki aparto la mirada del rostro de Itadori contemplando el techo del lugar, pero una risa estridente erizo su piel. - ¿Dije algo gracioso para que te burlaras?
Rápidamente el cuerpo de Itadori fue adquiriendo esos extraños tatuajes, así como esos dos ojos semiabiertos en sus mejillas y la sonrisa siniestra que portaba cada vez que Sukuna aparecía.
- Si que ustedes los humanos son más primitivos que nosotros. – la ojimiel volteo viéndolo ofendida. – Yo nunca dije específicamente que tu fueras cobarde o estúpida, sabes yo no soy el mocoso y se perfectamente lo que sientes por él.
- No sabía que al rey de las maldiciones le interesara la vida personal de los simples mortales. – realmente deseaba que Yuuji apareciera y ese idiota desapareciera.
- Y no lo hace, solamente que por desgracia el mocoso es mi recipiente y por lo tanto me puede interesar un poco él.
Se encogió de hombros mientras se recargaba en el respaldo de la silla, cerrando los ojos buscando encontrar la energía de Cian pero al parecer por fin a ese hechicero se le cumplió su capricho y que ahora no podría divertirse como deseaba con esa joven.
- Es una lástima hubiera sido una buena distracción durante un tiempo. – eso era cierto en lo más profundo reconocía que las personas de alma pura lo atraían. – Bueno mocosa la charla termino te diría que fue un placer pero ser hipócrita no es mi fuerte y al parecer lo que estaba buscando ya fue encontrado.
Nobara iba a cuestionarlo, pero en eso vio como las marcas iban desapareciendo y en cámara lenta vio como el cuerpo de este quedaba inconsciente, antes de que cayera al suelo rápido sostuvo el cuerpo del joven sin importarle el dolor de sus heridas. Como pudo dejo parte del cuerpo de Itadori en la camilla mientras ella se incorporaba sentándose y notando así como una energía completamente distinta a la que desprendía del cuerpo del joven incluso distinta cuando Sukuna se manifestaba. Esa energía era demasiado parecida a…
- A la energía que desprende Kasumi-senpai. – recordó aquella misión en que la ojiazul realizo la mayor parte y una energía no precisamente maldita fue la ayudo a salir casi ilesas. - ¿es posible que aun existan personas con energía espiritual?
Un quejido por parte del pelirrosado la saco de sus pensamientos viendo como Itadori abría lentamente los ojos desorientado, hasta que ambas miradas cafés se encontraron haciendo que Yuuji se levantara rápidamente avergonzado por estar invadiendo de cierta manera el espacio personal de Kugisaki.
- ¿Qué te sucede? – sonrió soberbia viendo las mejillas de él un poco sonrojadas. – Pareciera que has visto una maldición, Itadori, ¿acaso no te da gusto verme? – suspiro cansada. – Y yo que pensaba que mi dramatización se hubiera comparado con tu muerte falsa, creo que debo de esforzarme la próxima vez, ¿no lo crees, Yuuji-baka?
Sin embargo el joven no escuchaba los sarcasmos de Kugisaki sino que estaba atento a cada reacción en su rostro, notando lo hermosa que era y prometiéndose que nunca más volvería a poner en riesgo la vida de la joven. Sin previo aviso la abrazo sosteniéndola fuertemente apegada a su pecho haciendo que las mejillas de Nobara se sonrojaran por la muestra de afecto tan…descarada de Yuuji sorprendiéndose que su despistado y tímido amigo la abrazara, sin tomar en cuenta sus incógnitas acerca de Sukuna, Kugisaki correspondió el abrazo a Itadori sintiendo el calor y la fragancia que siempre desprendía.
- Perdón…Perdóname Kugisaki. – las lágrimas brotaron sin importarle mostrarse débil frente a ella. – Te prometo que no volverá a ocurrirte nada, te protegeré.
Colocando la cabeza de la ojimiel debajo de su quijada, porque… ¿Cómo podría cumplirle esa promesa a su abuelo? ¿Cómo podría hacerse más fuerte sino podía proteger a aquellos que consideraba importantes en su vida? La mejillas de Nobara se sonrojaron al escuchar esas palabras, no solamente por sus sentimientos hacia Itadori, sino porque hace tiempo ella le había prometido a Saori protegerla del pueblo, pero…todo fue demasiado tarde.
- ¡Oye quien te crees que soy! – empujándolo levemente apartando la mirada sonrojada. – Se cuidarme perfectamente. ¡Yo no soy ninguna débil como esas tipas de Kyoto! Claro omitiendo a Kasumi-senpai, a ella si la respeto.
Itadori enarco una ceja a sus heridas y sonriendo levemente ante las reacciones de Kugisaki, la risa del joven la desconcertó viendo como era cierto aquello que Maki-senpai y Panda les dijeron una vez.
- "La sonrisa de Itadori Yuuji era demasiado tranquilizadora, tanto es como contemplar un sol".
- Tienes razón. – detuvo su risa ahora viéndola con una sonrisa tranquilizadora. – No eres ninguna debilucha Nobara, al contrario eres una de las mujeres más fuerte que conozco. No por nada nos complementamos perfecto.
Esa declaración hizo que alzara las cejas sorprendida, no solo por las palabras de Itadori sino porque...
- ¿Cómo me dijiste? – ante el cuestionamiento de ella, Yuuji comprendido que por su emoción no se había dado cuenta que…- ¿Acaso escuche que me dijiste por mi nombre, Yuuji?
- ¡Lo siento no fue mi intención! Me emocione demasiado y … ¿Me dijiste Yuuji?
- Al parecer lo idiota se te fue desarrollando más pronto de lo previsto, Yuuji. – alejándose de él. – Por cierto, ¿Dónde se encuentra Fushiguro? No debería de estar aquí por lo menos para demostrar solidaridad de nuestra amistad y esas cosas, ni siquiera Gojou-sensei se encuentra. ¿Acaso nadie se preocupó por mí? Tsk. Por qué no me sorprende que sea una bola de desconsiderados, pero ya verán en cuanto me recupere y…
Yuuji no podía dejar de sonreír al darse cuenta que a pesar de lo sucedido, Nobara siguiera comportándose como solía hacerlo. Demostrando lo fuerte que era, pero no era tonto y según lo dicho por Shoko-senpai la herida que recibió la joven fácilmente pudo matarla al instante siendo un milagro que se encontrara viva.
- "Esto tiene que ver con Sukuna, estoy seguro". – el rostro del pelirrosado cambio al recordar al Rey de las maldiciones. – "¿Con que fin ayudo a Nobara?".
Recordó a Jumpei mientras apretaba los puños. – "La caridad nunca ha sido algo que identifique a Sukuna, no al menos que reciba algo a cambio." - pensó preocupándose ahora no solo en que Sukuna fuera a hacerle daño a Kasumi-chan sino que también a Nobara.
- Oe, Oe ¡Yuuji! – los reclamos de peli naranja lo saco de sus pensamientos. - ¿Qué te pasa? Últimamente estas actuando muy extraño. – enarco una ceja.
- Perdona solamente estaba…recordando algo. – esto lo dijo como un susurro, pero se recompuso rápidamente. - ¿Qué me estabas diciendo? – una gota surgió en su frente al verla suspirar derrotada.
- Te estaba diciendo, ¿Qué sucedió ayer en el Templo? ¿Cómo están los demás y…hubo muchas muertes?
Aunque no deseaba tocar el tema era necesario, si pronto entraran a la guerra con los altos mandos era indispensable saber cómo se encontraba la situación y buscar la forma en salga todo a su favor.
Por primera vez en su vida agradecía su estado tan deprimente encontrarse más entre la muerte que vida, porque… ¿de qué servía vivir si estuviera postrado en esta condición de por vida? Ser un mero títere del destino, seguramente si su vida hubiera sido otra se encontraría en el lugar de ese hombre. Compartiendo las caricias, las miradas, los besos y el amor de Miwa, pero no.
Por más que odiara reconocerlo en cuanto vio la mirada que su amiga compartía con el hombre considerado como el hechicero más fuerte, entendió que era una pelea perdida desde antes de empezar, porque Miwa siempre mostro una devoción, admiración y afecto hacia Gojou Satoru incluso perdonándole esa actitud soberbia y apática hacia los demás. Aunque por más que se convenciera que ese hombre solo deseaba burlarse de su amiga, la mirada que este le dedicaba a la ojiazul era una completamente diferente, una que nunca distinguió en ese tiempo que estuvo observando sus movimientos para que el acuerdo con Mahito y Suguru se cumpliera al pie de la letra para la fecha estipulada.
- No queda mucho tiempo. – dijo trazando en su mente ese plan. – Esa es la única alternativa. – recordando a sus compañeros y amigos. – Todo precio lo vale si pronto estaré cerca de ellos. – la sonrisa inocente de Miwa provoco una mezcla de sentimientos encontrados.
- ¿Quién diría que podía existir un lugar mas lúgubre que "mi hogar"?
Una voz en la entrada de su habitación hicieron que abriera desmesuradamente sus ojos, sorprendiéndose en encontrar frente a él un rostro que por primera vez veía en vivo y a todo color, no solo a través de Mechamaru.
- Verdaderamente te recomendaría contratar a alguien para una decoración más adecuada. Se que estar siempre contemplando la misma habitación es agobiante, pero con este ambiente déjame decirte que es muy deprimente. – la voz llena de cinismo hizo que sonriera, casi burlándose de la situación.
- Y no es más deprimente despertar día con día, sabiendo que nunca llevare una vida normal ni que compartiré momento importantes como cualquier joven de mi edad. -viendo como su invitado acercaba una silla mientras cruzaba la pierna y apoyaba su codo en esta para descansar su barbilla.
Ambas miradas se debatían con la mezcla de sentimientos, sabían que el primero en apartar sus ojos sería el perdedor, dándole la razón al otro. Pero siendo honestos ambos muy en el fondo odiaban perder.
- En eso estas equivocado Kokichi, lo peor que puedes hacer es victimizarte y buscar culpables en algo que ni tu ni nadie designo en tu futuro, solo el destino. – su mirada café se ensombreció, desconcertando al hombre.
- ¿Cómo supiste donde me encontraba? – interrogo prefiriendo cambiar de tema.
- ¡Vaya pero que recibimiento más acogedor! – se rio la joven mientras se recargaba en su asiento. – Aunque creo que es mucho mejor de lo que me imaginaba. – cruzándose de brazos. – Pero por más que te mueras por enterarte como llegue hacia ti, es mejor dejártelo de tarea, ¿te encuentras enojado?
El castaño miro fijamente la figura de esa persona notando como las fracciones estaban libres de ese cinismo que la caracterizaba incluso en estos momentos podía asegurar que frente a él se encontraba alguien más humana.
- No serviría de nada si te dijera que sí, ¿verdad Mai? – la chica de encogió de hombros. – Pero si te soy honesto, siento más desconcierto y vergüenza que me veas así que enojo.
- ¿Te preocupa que una mujer te vea desnudo? – quiso romper la tensión. – Despreocúpate aunque no lo creas a lo largo de mi vida he visto demasiados hombres y mujeres desnudos. – alzando la mano como si restara importancia logrando que por fin escuchara una leve risa.
Después todo se convirtió en silencio entre ambos, pero en lugar de ser incomodo fue reconfortante y tranquilo. Los ojos cafés oscuros de Muta se percataron como Mai no apartaba la mirada de él como si deseara indagar dentro de su alma, buscando respuestas sobre algo en específico.
- La verdad no me sorprende eso que has visto a varias personas desnudas. – se incorporo un poco dentro de la bañera asegurándose que no se viera mas de lo debido. – Aunque probablemente esta sea la primera vez que encuentras uno tan deprimente y te de lastima.
- La piedad y la lastima no creo que entren dentro de mi diccionario. -suspiro derrotada. - ¿Cómo te encuentras?
- Sinceramente agotado. – veía como Mechamaru proyectaba todo en los alrededores del Colegio. – No quiero ser grosero, Mai. Pero sinceramente eres la ultima persona que deseo ver al menos hoy.
- ¿Y que te sumerjas en tu propia miseria? Ni hablar. – levantándose de su asiento y acercándose para ver más de cerca a su amigo. – Me imagino que ver el mismo programa de televisión diario resulta ser fatigante, y más aún si la protagonista que deseas observar dejo de participar aquí por lo menos.
Muta Kokichi no comprendía porque la mas joven del Clan Zen´in se encontraba ahí, algo dentro de él decía que probablemente haya sido para tranquilizar su curiosidad, por lastima ante su situación personal o solo por solidaridad ante la extraña amistad que han estado desarrollando.
- Sabes el Clan Zen´in piensa en traicionar a los demás. – viendo fijamente las pantallas del Colegio. – Tal parece que su avaricia sobrepasa los límites, tanto al grado de desear ser el Clan mas fuerte, superando a los Gojou y Kamo. Todo esto es una mierda, al parecer las ideologías de ese idiota pervertido sobre los Clanes resulto ser cierta.
Una risa espontanea pero de melancolía por parte de Mai hizo que dejara de arrugar el entrecejo cuando había mencionado a Gojou Satoru.
- Creo que mencionarlo en estos momentos donde deseas seguramente que desaparezca, no es muy buena idea. – volvió a sentarse.
- No se trata de que me guste o no, lo que acabas de decir no afecta solo a los antiguos Clanes sino al mundo de hechicería en sí. Ademas me guste o no ese hombre es el equilibrio de lo que conocemos y si él llega a desaparecer, sería inútil por todo lo que hemos estado luchando, porque Gojou Satoru es una pieza clave para todo.
Ahora fue el turno de Mai en ver como Muta se sumergía en sus recuerdos, unos donde no sabía la joven que estaban involucrados ciertas maldiciones.
- Sabes Kokichi entre más analizo la situaciones de todos, creo que posiblemente no solo arriesgamos nuestras vidas para demostrar lo fuertes que somos. – a su mente vinieron los momentos que compartió con Maki y como ella había decidido abandonarla con el Clan. – Sino porque nuestro único objetivo siempre ha sido ser libre.
- Créeme Maki que eso es lo que más deseo. – una perceptible sonrisa se formó en el castaño. – Realmente deseo algún día ser libre de esta maldición. – encontrando su mirada con la avellana de ella. – Así como a partir de hoy deseo esas cadenas que te atan al Clan Zen´in desaparezcan.
Ella sabía que pronto desaparecerían, pero posiblemente el resultado no será nada grato para su futuro.
- Entonces cuando ambos seamos libres, veremos por fin un nuevo amanecer, ¿no lo crees, Mechamaru? – decía su nombre imitando a Miwa, logrando que el nombrado se riera y ella junto a él.
Sin darse cuenta que a partir de ahí ambos forjarían una amistad, donde la libertad era el claro objetivo de esa unión. Aunque en su búsqueda por encontrarla arrastraría el dolor de aquellos que amaban.
- ¡Vamos Kasumi-chan! Sal de una vez para que pueda verte. – haciendo un mohín mientras impaciente esperaba a la joven en salir del vestidor, entonces le surgió una idea que lo hizo sonreír ladinamente. – Si no piensas salir, me obligaras a tomar mis propias medidas para ir por ti.
Su tono de voz cantarina y juguetona hicieron que un ruido sordo se escuchara en el vestidor deduciendo el nerviosismo de ella se había caído. Hace aproximadamente dos horas habían salido de su departamento para turistear en las zonas más concurridas de Tokyo, obviamente tomando sus precauciones para que nadie los viera en su "cita" o sino esto causaría demasiados problemas.
- "Aunque eso ya es demasiado tarde". – sonrió al recordar como ayer por fin Kasumi y él tuvieron sexo, aunque sentía por primera vez que fue distinto a todas las veces que follaba.
- E-Estoy lista, ¿Cómo me veo?.
Saliendo del vestido con una sonrisa nerviosa y rascándose la mejilla derecha con timidez Kasumi portaba un vestido holgado arriba de las rodilla color cielo con mangas cortas y un cinturón beige a la cintura, antes de salir opto por media coleta dejando sus mechones tan característicos de lado. Aunque siendo sincero lo que siempre llamo su atención de Miwa no solo fue su buena forma de ser y su flequillo peculiar, sino su rostro angelical que no necesitaba ni una gota de maquillaje.
- ¿Tan mal me veo? – cuestiono Kasumi al mismo tiempo que sus hombros se caían, agachaba la mirada y pareciera que una nube negra se colocara arriba de su cabeza ante el silencio de Satoru, pero la levanto al ver como él se acercó quedando muy cerca. - ¿Satoru?
- Eres demasiado linda. – tocando con su pulgar los labios de ella. – Demasiado que en estos momento me encuentro pensando seriamente si continuar con nuestro paseo o regresar a mi departamento.
Kasumi gimió suave al sentir como Gojou mordió lentamente el lóbulo de su oreja mientras susurraba esas palabras, provocando extremo nerviosismo en ella siendo ridículo porque hace poco él había conocido y tocado todas las partes de su cuerpo.
- Podríamos continuar, después de comer. – sonrió Miwa ante la ligera insinuación de que también deseaba continuar sumergiéndose en las caricias del hombre.
Ante la afirmación de Kasumi, la sonrisa de Satoru se amplió al darse cuenta que ella también se Moria de ganas por seguir compartiendo tiempo con él y sobre todo en continuar lo que quedó inconcluso en la mañana. Besando su frente se alejó, ya que una idea demasiado atractiva venía a su mente y para que se cumpliera debía de hacer una búsqueda sin que Kasumi se diera cuenta.
- Llévate esto puesto me gusta cómo se te ve. – vio como ella agrando lo ojos al fijarse en el precio de la ropa. – Despreocúpate, tómalo como un obsequio de mi parte. Ademas aún falta mucho que recorrer, ¿verdad Kasumi-chan?
La joven se rio nerviosa no sabía si eran por las palabras de Satoru, que se sintiera incomoda comprándole ropa o todo junto.
- Síguete probando más ropa, en un momento regreso. – Kasumi enarco una ceja pero simplemente se encogió de hombros recibiendo un rápido beso por parte de Satoru. – No te muevas regresare rápido.
Y guiñándole el ojo vio como el peliblanco desaparecía, sin dejar de sonreír Miwa pensó que se encontraba sumergida en un sueño, uno tan maravilloso que cuando tendría que despertarse tenía miedo de la cruel realidad que la recibiría.
- Al parecer no me equivoque en nada, en que te convertirías en una vergüenza aún más grande con el tiempo, Kasumi. – sorprendida abrió los ojos mientras lentamente se daba la vuelta al distinguir perfectamente de quien era esa voz. – Hmp. Por lo que veo aun tienes esa fascinación por ese pelo maldito que tienes, es por eso por lo que mi hijo siempre te odio.
La joven se encontraba muda al ver frente a ella a la persona que más la ha odiado desde que toda su vida comenzó a desmoronarse, comprendiendo que aun teniéndola frente a frente después de siete años de no haberla visto.
- ¿Qué pasa? La alegría de verme después de tanto tiempo, te dejo muda para saludar a tu obaasan, Kasumi.
Tarareando una canción Satoru se adentró a la sección de ropa interior para mujeres, viendo todo tipo de lencería que le gustaría adquirir para Kasumi. Tomo varios conjuntos de colores pasteles como violeta, rosa, beige y uno blanco con detalles rojos; pero el que llamo por completo fue uno en específico así que sin dudarlo lo tomo con una sonrisa ladina en el rostro imaginando a la ojiazul portándolo frente a él, demasiado avergonzada y sus mejillas sonrojadas.
- Es una elección excelente. – escucho una voz masculina a su lado.
Dirigiendo su mirada noto a un hombre seguramente entrando a los cuarenta, su estatura era un poco mas baja que él, el cabello castaño igual que sus ojos y su vestimenta consistía en ropa de diseñador. Sus lentes se deslizaron hasta el fuente de su nariz a la vez que enarcaba una ceja, ese hombre no le agradaba para nada, a pesar de mostrar una sonrisa amable y al parecer su hostilidad no fue notada.
- Gracias, supongo. – Satoru se encogió de hombros.
- Estoy seguro que esa persona se alegrara con tan sofisticado regalo. – escucho su risa burlona. – Aunque al parecer no solamente ella disfrutara de ese presente. – no era necesario activar sus seis ojos para ver como ese hombre lo miraba. – Disculpe mi intromisión, seguramente pensara que soy demasiado entrometido.
Satoru sabia perfectamente quien era él, pero solo se encontraba esperando el momento que se presentara. Total seguirle el juego a ese sujeto podría serle divertido
- En lo absoluto siempre es bueno una segunda opinión. – se rio. – Lo que me sorprende es encontrar mas hombres en esta sección y mas aun al ver que no llevan algo para su pareja.
- Cuando se es un matrimonio solido, no es necesaria esta clase de cosas. Este tipo de detalles solamente son para las amantes o un desliz, ya que en una mujer decente no es propio.
- No sabia que explorar la sexualidad era para las personas indecentes. – se rio divertido ante el comentario.
Ambos se encontraban viéndose frente a frente, dándose cuenta que ese hombre le recordaba a los vejestorios de su Clan y los peces gordos. Su forma de ver la vida era tan arcaica y nefasta que le provocaban ganas de vomitar.
- Oh por favor no me malinterprete nosotros como caballeros podemos darnos ciertas…escapadas para complacer nuestras fantasías, que claramente solo nos pueden ofrecer mujeres…no tan decentes. Como sobrina. – al no obtener respuesta del peliblanco continuo. – Miwa Kasumi la joven con quien ingreso a la tienda, ella es hija de mi difunto hermano y creo sinceramente que se volvería a morir al ver que su única hija sea la…mujer en turno de un hombre mayor, porque usted es mayor que ella, ¿verdad?
- Miwa Ichiro. – dijo Satoru. – Un hombre encargado de una compañía de postres internacionales, padre de dos niños y "felizmente" casado por mas de veinte años. Un hombre caritativo, bueno y ejemplar, pero en respecto a su vida personal no es mas que una farsa.
Gojou vio divertido como el rostro de Ichiro cambiaba de uno tranquilo a ofendido.
- Veo que mi sobrina ya planto una imagen errónea de mi hacia usted. – suspiro. – Me imaginaba una niña demasiado loca que siempre inventaba ver monstruos o deformidades, es capaz de mentir de su propia sangre.
- Es curioso que usted hable de la sangre, cuando fueron precisamente ustedes los que abandonaron a la familia de Kasumi a su suerte. – ver esa mirada del hombre fue recordar a esas personas que estuvieron con Suguru y él, cuando murió Riko. – Dígame Miwa-san, ¿Cómo pudieron dormir tantos años al abandonar a su suerte a la familia de su hermano? Dejar en la calle a una mujer viuda junto con sus tres hijos.
- Hmp. Al parecer mi sobrina ha logrado seducirlo con simplemente abrirle las piernas. – Satoru arrugo el entrecejo mientras apretaba sus puños. – Pero al parecer no le conto que ella ha sido la desgracia de nuestra familia, que sus locuras provocaron la muerte de sus padres y la miseria que esta experimentando ella no se comparaba con la vergüenza y humillación que es para nosotros saber que compartimos un lazo con ella.
A medida que hablaba el hombre se sulfuraba más, dejando de lado al hombre afable que aparento ser al principio. Entonces recordó las cicatrices de Kasumi, el tiempo que se tardo para que la joven aceptara su cuerpo y que se diera cuenta que esas cicatrices no fueron culpa de ella.
- Si se da cuenta nosotros y ella somos completamente distintos. – soltó con aire de superioridad, pero abrió los ojos de golpe al sentir como el peliblanco se acerco peligrosamente a él, apretando fuertemente su hombro.
- Eso me queda claro. – apretó su agarre sin importarle que pudiera romperle los huesos. – Personas como ustedes no se diferencian de las maldiciones incluso se podría decir que son peor que la escoria.
- M-Maldiciones…- comenzó a sudar frio Ichiro.
- Kasumi es la persona mas buena y gentil que he conocido. – recordó la sonrisa que esta siempre le brindaba. – Ella ha vivido situaciones demasiado difíciles que podrían cambiar a cualquiera. – recordó a Suguru. – Sin embargo ella siempre sigue dando lo mejor, para que sus hermanos sean felices. Aun si eso no conlleva su felicidad.
Su mirada color cielo se torno mas profunda, helando por completo al hombre. Es como si los ojos de esa persona quisieran perforarle el alma o más bien veía a través de ella.
- ¿Q-Que o Quien eres? – se encontraba muerto de miedo, cosa que muy dentro de él Gojou disfrutaba.
- Digamos que Kasumi-chan no es la única diferente y con un grado de locura de sus "visiones". – sonrió gentilmente. – Pero eso es bueno ¿no? Seguramente seres tan ordinarios como ustedes morirían en un parpadeo.
Canalizo su energía maldita para detectar la de ella, frunciendo el ceño al darse cuenta que ella se encontraba acompañada de dos personas más deduciendo de quienes se trataban.
- ¿Acaso estas amenazándome? – se recompuso Ichiro. – Dime mocoso, ¿tienes idea de quienes somos?
- Si y siendo honesto ya me aburriste. – alejándose del castaño. – Por cierto la próxima vez que te refieras de esa forma de Kasumi, no seré tan condescendiente. Ichiro-toshi o con cualquiera de su familia.
Sin dejarle tiempo de responderle Ichiro sintió el miedo latente corroborando algo:
- "Ese hombre es demasiado peligroso" – recordó la fría mirada color cielo. – Es aterrador.
- Todo lo que me estas contando es demasiado aterrador, Maki-san. – decía angustiado un joven pelinegro aun si creer lo que su amiga le decía acerca de los sucesos en ese Templo. – Pero me alegro que no te haya sucedido nada.
Antes de analizar sus palabras su boca lo traiciono en expresar su sentir a su amiga o más bien su corazón, escucho un chasquido del otro lado.
- "Típico de ella". – sonrió al recordar la primera reacción de la peliverde cuando tuvieron que entrenar juntos y agradeciendo que ella no viera su sonrojo extremo por sus anteriores palabras. – Digo me alegra que no sucediera nada malo a Panda, Inumaki y a ti…bueno tu sabes son mis amigos y…
- Ya lo se Yuta, no tienes que explicarme nada. – mientras tanto Maki también estaba sonrojada por las palabras del pelinegro. – Solamente que todo esto se esta descontrolando al grado que posiblemente todo comienza a quebrarse.
- Me imagino. – quedaron pensativos. - ¿Qué dices Gojou-sensei de todo esto?
Ante la mención del idiota de venda Maki solo rio recordando como miraba a Kasumi-san desde que había llegado al Colegio incluso en el partido vio como a través de sus gafas escaneaba a la joven.
- "Si antes pensaba que era un pervertido, ahora es un depravado. Aunque tampoco es como si Kasumi-san nunca lo hubiera deseado"
- Maki-san….Maki ¿aun estas ahí? – la voz preocupada de Yuta la saco de sus pensamientos.
- Aun me encuentro solo pensaba en…olvídalo. – Okkotsu enarco una ceja mientras veía su celular. – Digamos que Gojou-sensei en estos momentos también se encuentra en la cuerda floja con los altos mandos y en su vida personal. Al parecer ese idiota no pudo derrotar cierta maldición en específico.
Un gran signo de interrogación apareció en Yuta ante las palabras de Maki, ¿Gojou-sensei en la cuerda floja? ¿Una maldición? Entonces como haciendo clic en su cerebro recordó algo en su primer encuentro con el peliblanco.
- "Esta solo es una teoría, pero…- sus ojos grises veían fijamente al hombre frente a él viendo cómo se sumergía en sus recuerdos. – El amor es la maldición más retorcida de todas"
- Tu crees que…- parpadeo desconcertado
- Posiblemente. – se rio Maki imaginándose tal escenario. – Incluso él se mordió la lengua en lo que respecta al amor, debería de rezar para que sus ideas pervertidas no la contaminen.
- ¿Tu conoces a esa mujer, Maki-san? – se encontraba demasiado intrigado.
- Despreocúpate, Yuta que lo mas seguro que cuando explote la bomba pronto la conocerás. Solo que te sorprenderás completamente de los tipo de chica ideal de ese idiota.
La forma en que Maki-san hablaba de todos inconscientemente alegraba a Yuta, además debía de reconocer que cada vez que hablaba con la joven Zen´in su corazón latía de prisa recordándole su afecto por Rika, solo que en ocasiones reconocía que era más especial por la peliverde.
- "Si este sentimientos que estoy desarrollando por Maki-san, se comparan a los que una vez Rika-chan sintió por mí, ahora comprendo perfectamente aquellos lazos inquebrantables aun después de la muerte."
Eso mismo pensaba un hombre de edad avanzada mientras veía con demasiada melancolía aquel álbum que contenía fotografías de su único nieto, notando como a través de la vida de aquel que fue bendecido con los seis ojos todo era orillado a perder lo que mas amaba.
- Es como si estuviera encadenado a una maldición. – tocando el rostro soberbio de un Satoru de diecisiete años. A través de esa fotografía - Perdóname, Satoru…perdón por no poder protegerte de todo lo que te provocamos, pero todo fue necesario.
- Nuevamente se encuentra sumergido en sus pensamientos Gojou-sama. – una voz demasiado familiar detrás de él hizo que sonriera. – No debería de preocuparse, estoy segura que el Joven Satoru es consciente que todo esto es por su bien y para protegerlo.
Una mujer alrededor de los sesenta se sentaba al lado del hombre, el cual la apariencia era similar al actual líder del Clan solamente que la mirada vacía y llena de dolor siempre inundaba al que una vez fue la cabecilla de la finca.
- Pronto comprenderá que su lugar siempre ha sido ser el líder y…
- No Kaede, Satoru nunca regresara. No por el momento. – saco un sobre que contenía varias fotografías. – No cuando por todo lo que hemos tratado de ocultarle, está a punto de descubrirse. – viendo una joven sonriente al lado del peliblanco feliz. – No cuando los pecados de nuestros antepasados caen sobre nuestros hombros. Tarde que temprano Satoru descubrirá que aquel hombre que encadeno a la desgracia a Cian fue su antepasado y que posiblemente él sea una reencarnación.
- Lo mas sano seria cortar el problema desde la raíz. – intervino Kaede. – Si usted me permite…
- Olvídalo. – levantándose del tatami y mirando fijamente a la mujer. – Mientras viva nada ni nadie dentro del Clan Gojou lastimara a Miwa Kasumi, ni sabrán de su existencia así como la relación que tiene con mi nieto.
Su ojos azules vieron la felicidad plasmada en el rostro de Satoru, una que hace mucho fue arrebatada y que incluso ellos siendo su familia nunca pudieron ver esa expresión en su nieto.
- Kyo-sama.
- Espero suma discreción de tu parte Kaede. – sonrió suavemente. – Satoru deberá comprender primero que existen lazos que aun después de la muerte nunca podrán desaparecer. – recordando la soberbia de este en cada reunión. - Solo espero que cuando lo descubra no sea demasiado tarde.
- ¿Usted crees que el joven Satoru esta enamorado de esa joven? – cuestiono sorprendida la mujer.
Gojou Kyo la vio de reojo y las siguientes palabras nunca se las espero ella.
- No lo creo, estoy seguro que nieto por primera vez está experimentando la maldición que conlleva amar siendo un Gojou.
Vaya ha pasado tiempo desde que he tenido oportunidad de actualizar, realmente la vida adulta nos absorbe demasiado. Realmente deseaba actualizar todas mis historias a la vez, pero solo tengo pedazos de cada una de ellas; ademas de que mi mente me traiciona y vienen mas ideas en mi mente para mas historias de la shipp, pero al parecer con "Concubina", "Destinos entrelazados", "Mis dos pequeños problemas" y este son mas que suficientes hasta el momento. Aunque posiblemente las escriba pronto por que estas dos ultimas ya se encuentran en su recta final.
Nuevamente mil gracias por su apoyo, por cada leida, cada review y por el apoyo a esta singular shipp que tiene mucho potencial. Prometo no desaparecerme tanto tiempo o ir por lo menos actualizando un poco mas seguido.
Este capitulo quise acortarlo, para que no sea tan largo ademas de que en el proximo capitulo todo lo relacionado a Cian queda a relucir o al menos esa extraña relacion que tenia con los hermanos del Clan Gojou y Sukuna, ademas de una sorpresa que ni el propio Rey de las maldiciones se esperaba.
Sin mas me despido,perdonen uno que otro error ortográfico.
Besos y abrazos.
TheOtherDestiny ;).
