Orígenes
"Aun no entendía que rayos era o ¿Cuál era su propósito en este mundo? Porque simplemente no podía tener una vida normal como toda aquella gente que veía con el pasar de los años, incluso envidiaba esa línea de tiempo donde las personas vivían su etapa desde su nacimiento hasta su...muerte. Porque es algo que él no experimentaría nunca al menos no pronto, aborrecía todo lo referente a la hechicería a los templos incluso dejo de importarle quienes eran sus padres porque desde lo más profundo los culpaba por haber roto las reglas, por haberlo...engendrado.
-¿Nuevamente llegaras tarde Watanabe? – el joven pelirrosado miro a su cuidadora con sus ojos azules. – Huir de los problemas no es la mejor alternativa, sabes creo que es el momento de...
-No me interesa. – se levantó del comedor no deseando entablar una conversación con Kaede. – Hace tiempo dejo de interesarme que somos o porque existimos Kaede-san.
Los ojos de la mujer miraban con tristeza al "adolescente", porque ante los ojos de todo el mundo Itadori Watanabe era un joven de 22 años sin imaginar que el junto a ella había vivido más de doscientos años. El joven con el tiempo fue adquiriendo más fracciones de su padre, desde su extraño cabello rosado, incluso esa mirada que le estaba dedicando era la misma que vio de Ryomen Sukuna por última vez antes de enterarse que este fue sellado por la mayoría de los hechiceros perdiendo la vida estos por ese ritual tan extenso y agotador.
-Por favor sé que te preocupa tu situación y te entiendo es difícil ver cómo la gente que apreciamos se va dejándonos un vacío…
-¡DEJA DE TRATAR DE CONSOLARME CON TU LASTIMA! – grito provocando que una gran onda de energía maldita apagara las velas y los objetos más cercanos se movieron cayendo al suelo. – Por años he tratado de ignorar esto que somos y tratar de vivir como un humano, pero sabes que Kaede me canse. – se burló tristemente. – Me canse de ser un experimento de una estúpida mujer que se enamoró de algo que estaba maldito. ¿Acaso no le importo lo que estaba engendrando en su vientre? ¿Tanto era su amor o devoción por esa maldición que prefirió condenarme?
Kaede apretar los puños al escuchar la afirmación de Watanabe sobre la relación de sus padres, pero… ¿Cómo le explicaría al joven que él fue producto de los constantes abusos que sufrió su Okasan por Sukuna?
-¿Cómo se llamaban? – fue directo sacando de sus pensamientos a su cuidadora. – Quiero saber… ¿cómo se llamaban mis verdaderos padres? – quedo cara a cara con Kaede. – O al menos confírmame que esos rumores sobre mi parentesco con Ryomen Sukuna tienen fundamento.
La mujer se quedó muda no podía decirle toda la verdad al joven, sabía que eso terminaría de matarlo por dentro y considerarse una abominación, pero no necesito más palabras ya que su silencio le aclaro todo a Watanabe apretando sus puños con una fuerza excesiva que sus nudillos comenzaron a sangrar.
-Con tu silencio creo que es demasiado obvio Kaede. – se alejó de ella tomando una espada, para irse a entrenar. – Sabes creo que por fin entendí el porqué de mi existencia.
Soltó una risa triste, tanto que calaba su garganta para no llorar y que esa impotencia se mantuviera almacenada como estos años, pero simplemente no podía.
-Ryomen Sukuna es el nombre de tu Otousan. – por fin hablo. – Él era un humano como tu Okasan, pero cuando se conocieron él ya era una maldición. Claro no tan poderosa cuando fue sellado, pero si tenía un poder tan desgarrador que asesinaba a diestra y siniestra sin importarle nada ni nadie.
Los ojos de Watanabe se mantuvieron fijos en su nana observando como sus ojos mostraban una época que deseaba olvidar.
-Pero tu Okasan, por Kamisama. - sonrió al recordarla. – Tu Okasan…Cian fue la mujer más bondadosa y buena que he tenido el placer de conocer, ella nunca me juzgo por lo que era. Ella era un ángel, todo lo contrario, a lo que era Sukuna. – esto último lo suelto con resentimiento.
-Y si era tan buena y ese…- no podía calificar a esa maldición como su Otousan no cuando desde pequeño escuchaba cuentos de terror teniéndolo como protagonista. - ¿Qué la orillo a todo esto? A tenerme.
Ahora si Kaede no sabía que decirle a Watanabe, ella había hecho un juramento a muerte con Yue-sama en proteger a ese chico, pero al parecer no contemplaron que la sombra y el parentesco inminente del joven con Sukuna se interpondría.
-No lo se. - trago grueso. – Solamente debes de recordar una cosa Watanabe, tu llegaste a este mundo por un amor tan grande y fuerte que ni el infierno o el infinito podrá superar.
Watanabe no deseaba saber más así que salió rápidamente de esa cabaña, lleno de más dudas que respuestas, corre tan fuerte bajo la lluvia que ni siquiera el sonido de Kaede gritando lo detuvo. A estas alturas de su extensa vida nada tenía sentido, ¿Por qué vivir si al final de cada cien años personas importantes morían para él? ¿Siempre estará condenado a esta maldición? ¿Nunca moriría? Una infinidad de preguntas vienen a su mente hasta que sin darse cuenta choca con un menudo cuerpo, iba a disculparse por haberlo empujado, pero se detuvo cuando sus ojos azules se encontraron con unos carmesí que lo veían incrédulo.
-Estas vivo…- susurro la otra persona con incredulidad. - Después de tanto año has podido sobrevivir.
La figura miro con odio a Watanabe más el hermoso color azul de sus ojos recordándole a esa mujer que inicio con la caída de su señor.
-No sé de qué demonios habla. – respondió molesto Watanabe al ver como ese extraño lo veía. – Discúlpeme no fue mi intensión que cayera.
Iba a darse la vuelta no deseando ver esa mirada llena de odio o incredulidad que la gente solía darle, pero se detuvo al escuchar lo siguiente.
-Por lo que veo, Sukuna-sama tenía razón y hubiera sido mejor que murieras en el parto junto con esa mujer.
Miro sorprendido al hombre frente a él, quien sonrió soberbio al percibir su sorpresa.
-Claro que más me podía imaginar en el hijo de una mujer estúpida que sacrifico todo, por nada. – una ira iba recorriendo el cuerpo de Watanabe al escucharlo. - ¿Qué te molesta que diga las verdades de tu estúpida Okasan? Ella prefirió sacrificar su felicidad por el de otras personas sin imaginar que estas se condenaron y por ende a su extirpe.
Un fuerte golpe provoco que cayera nuevamente el peliblanco, dirigiendo sus ojos llenos de rabia al pelirrosado. Sin embargo, se sorprendió por un segundo por la gran cantidad de energía maldita que desprendía su cuerpo mezclado con…
-Energía espiritual. – hace años había muerto los últimos usuarios de tal dominio, ya que ese poder conllevaba una gran responsabilidad y sin saberse controlar el portador podría morir.
-Es mejor que se largue sino quiere que yo mismo silencie su horrible voz. – la mezcla de ira, enojo y ganas de asesinar eran palpables en ese chico. – No vuelva hablar mal de ella.
Uraume se levantó divertido, notando como ese chico aun le faltaba mucho camino que recorrer.
-Por lo que veo aun desconoces mucho de tu origen "niño". – esta última palabra la dijo con sarcasmo. – Dime, ¿ya sabes al menos la manera en que fuiste concebido?
Los ojos del pelirrosado le gritaban que no, donde dicho descubrimiento hizo que ampliara su sonrisa siniestra.
-Pobre abominación. – se rio. - Bueno que se puede esperar de un hibrido, de un monstruo que fue concebido de la peor manera.
-¿A qué se refiere? – Watanabe se encontraba confuso, ¿Quién era ese hombre? ¿Por qué le estaba diciendo todo esto?
Hasta que cayó en cuenta de algo…Ese sujeto no era un simple humano y tenía una conexión con Ryomen Sukuna y su pasado.
-De que tu niño estúpido estas vivo por el capricho de tu Okasan, por sentir que su patética vida tuvo al menos un sentido al traicionar a su pueblo y familia por un amor irracional.
-Si lo dice por esa estúpida maldición llamada Sukuna déjame decirte que…
Ahora fue el turno de Watanabe en no continuar ya que una ráfaga de hielo lo golpeo cayendo en el piso y mirando borroso a su oponente por el impacto del golpe.
-No eres quien para referirte así de Sukuna-sama, no cuando el deseaba regalarte la opción de no nacer y tuvieras que vivir esta patética situación.
Watanabe escupe sangre.
-Ademas como iba sentir amor Cian por la persona que abusaba de ella para obtener su poder. – eso dejo helado de Watanabe. – ¿Qué no lo sabias? Bueno tienes que agradecérmelo antes de reunirte con tu Okasan, tú eres el producto de las constantes violaciones que Sukuna-sama le hacía a Cian.
Uraume comenzó a congelar poco a poco el cuerpo de Watanabe aprovechando que este se encontraba en estado de shock por lo que acaba de decir.
-Tu eres aquello que los hechiceros desean destruir y tanto temen. – no podía dejar de comparar a Sukuna-sama con ese mocoso lo que provocó que arrugara el entrecejo. – Si supieran de tu existencia no dudarían en matarte, no sin antes cazarte como un animal. Pero busca el lado positivo mocoso yo te ayudare en reunirte con tu Okasan.
Sin embargo, antes de que Uraume le diera el golpe final al pelirrosado hubo algo o más bien un exorbitante poder que lo detuvo tanto que después de mucho tiempo volvió a sentir… una sed de asesinar."
-Vaya que le habrás hecho a esa persona para que te haya hecho esa horrenda cicatriz. – la voz burlona de Kashimo Hajime hizo que arrugara el entrecejo y comenzara a vestirse rápidamente.
Sin embargo, había algo que Uraume desconocía y es que Kashimo sabía perfectamente quien fue la persona encargada de dejarle esas cicatrices al hombre, tenía una cicatriz de lo que fue posiblemente una herida demasiado profunda junto con unos cortes en los costados.
-"Para el colmo fui quien salvo a ese chico". – cerro lo ojos recordando la mirada llena de dolor del hijo de Cian al descubrir la verdad. – "Es la misma expresión que me ha albergado en estos años, pero eso pronto terminara"
Inevitablemente vino a su mente esa joven llamada Kasumi, sonrió al comenzar a compararla con su encarnación anterior y si existen algunas diferencias, pero su esencia llena de bondad y pureza seguían intactas.
-Por tu rostro deduzco que fuiste a verla. – hablo Uraume observando la expresión de idiota enamorado de Kashimo. - ¿Qué ya te convertiste en voyerista? Porque según recuerdo esa joven y Gojou Satoru se encontraban como animales en celo por su reconciliación.
Por sorprendente que era Kashimo no se alteró, no porque las palabras del fiel sirviente de Sukuna fueran ciertas, sino que el mismo, sabia como terminaría esta historia. Podría ser que todos pensaran que él no estaba al tanto de la situación con Sukuna y su contenedor, pero lo que no contaba Kenjaku es que esa descendencia de Sukuna que tanto se esmeró en que prevaleciera arruinaría sus planes.
-No me compares contigo Uraume, yo al menos he sabido lo que es follar con alguien y sentir ese deseo. – sonrió sínico. – En cambio tu solo guardas momentos en los que Sukuna te consideraba su más fiel sirviente y lo más cercano al sexo es cuando tu observabas como Sukuna disfrutaba de Cian, que curioso ¿no lo crees?
Poco a poco se fue acercando a Uraume, el cual era palpable el odio que estaba dirigiéndole con la mirada.
-Sukuna se empeñó tanto en deshacerse en esos sentimientos débiles y disfrutaba de la compañía de una simple sacerdotisa. – rio ante la ironía. – De una humana.
De pronto una barrera se interpuso entre el ataque de Uraume hacia Kashimo, odiaba cuando ese sujeto desagradable tenía razón. Era la misma cara llena de soberbia de Gojou Satoru, pero sobre todo era el mismo rostro de Yue aquel hechicero que se atrevió a atacarlo.
-Nuevamente están peleando, pensé que al estar en el mismo bando tratarían de llevarse bien. – escucharon una voz juguetona que se acercaba a ellos junto con cuatro figuras más. – Vamos Kashimo alégrate, pronto sellaremos aquel que impide tu reencuentro con tu Julieta. – decía bromeando Mahito mientras abrazaba por el hombro al nombrado.
Hajime arrugo el entrecejo molesto, y en un parpadeo unas ondas eléctricas alejaron a maldición que comenzó a hacer un drama por dicha muestra de afecto. Todo ante los ojos analizadores de Kenjaku, quien simplemente se convertía en mero espectador cuando la situación lo ameritaba a final de cuentas había algo de razón en las palabras de Mahito, pronto sellarían a Gojou Satoru. La persona que se convertiría en un obstáculo en el mundo que deseaba crear y en despertar por fin el verdadero poder que tendría el contenedor perfecto…Itadori Yuuji.
:
:
Llevaba unos días sintiéndose extraño, como si un deja vú que le dejaba un sabor amargo y desolado, como sin pronto volviera a sentir esa soledad que trataba de ocultar tras la partida de su abuelo. Sonrió triste al recordarlo, su abuelo sin darse cuenta se había convertido en ese padre que poco a poco fue olvidando, cuestionándose por primera vez… ¿Qué sucedió con su Otousan? ¿Él sabía lo que eran? ¿Cómo pudo asimilar esa información tan grave? Y sobre todo… ¿Quién era su Okasan?
-¿Quieres unos pastelillos, pequeño?
Yuuji levanto la mirada encontrando se con unos amables ojos grises que lo miraban con suma ternura, por inercia sonrío mientras aceptaba el ofrecimiento de ella. Se hizo a un lado para ofrecerle un asiento a la mujer que se encontraba agotada por haber estado cuidando por días y noches al abuelo de Gojou-sensei.
-Muchas gracias. – agradeció Yuuji mientras le daba un mordisco al pastelillo quedando maravillado por el sabor y sus ojos se iluminaron porque esta sazón ya lo conocía. - ¡Están deliciosos!
Rápidamente se terminó el que tenía para tomar otro y degustarlo, tan concentrado estaba que no se percató en como Kaede lo observaba sintiéndose orgullosa de que incluso si el camino de Watanabe y el de ella se separaron, él puso rehacer su vida y educando debidamente a su nieto. De pronto Yuuji cayó en cuenta que se encontraba devorando los postres que seguramente eran para otra persona y cuando iba a disculparse con Kaede-sama, se sorprendió al encontrarla llorando.
-Kaede-sama… ¿está bien? – pregunto limpiándose con la manga de su uniforme. – Si es porque me termine los postres y eran para alguien más, déjeme reponérselos y…
-Eres idéntico a él. – soltó con tristeza. – Tan idéntico que me lastima no haber hecho más por ustedes y ver que te encuentras en esta situación pequeño.
Tomo las manos de Itadori, aunque la descendencia de Sukuna tuviera su apariencia siempre había algo que nadie podía tener y es la pureza de los ojos de Cian.
-Yo conocí a tu abuelo, Yuuji-chan. – eso sorprendió al joven. – Es más yo estuve el día en que nació. – esa revelación lo impactaron, deduciendo que la ancianita delante de él es…Yo al igual que Watanabe soy un hibrido, solamente que de manera distinta. – sus ojos se llenaron de tristeza recordando el propósito por el que fue creada. – Me imagino que tras conocer parte de la verdad te sientas confundido incluso perdido.
-A decir verdad…- el pelirrosado suspiro cansado. – Se podría decir que me siento extraño en descubrir que nunca me importo nada de mis antepasados o por qué solía mi abuelo alejarnos de las personas.
Kaede se rio amargamente.
-Por lo que veo Watanabe-chan se hizo un ermitaño. – Itadori asintió. – Me lo suponía, cuando descubrió la verdad prometió que nunca cometería el error de sus padres, pero que va ni tan ermitaño fue esa cabeza rosada que incluso tuvo un hijo y un adorable nietecito. – pellizco las mejillas del chico.
Yuuji se sentía extrañamente cómodo con los gestos de la anciana.
-Deténgase Kaede-sama. – dijo en modo de broma, logrando su objetivo. – Vaya para ser una tierna ancianita tiene demasiada fuerza.
Ante el comentario Kaede rio más fuerte, sin embargo, tenía algo que hacer y sin previo aviso presiono una zona en el cuello de Yuuji logrando que este se desmayara. Lo tomo cuidadosamente en sus brazos antes de que cayera al piso, a final de cuentas se encontraban en una zona demasiado apartada del Hospital y sin decir algo más el cuerpo del chico comenzó a inundarse de tatuajes y una voz que hace un siglo volvía a escuchar provoco el mismo sentir…miedo.
-Así que tú eres quien se encontraba con ese mocoso hace mil años en ese pueblo. – decía entretenido Sukuna mientras se incorporaba y se sentaba cruzando su pierna sobre la otra recargando su mentón. – Nunca imagine que el Clan Gojo le gustara jugar con fuego como el Clan Kamo.
Rio al percibir el enojo en esa mujer.
-Ryomen Sukuna. – dijo altiva Kaede. – Creo que es la segunda vez que te veo, sin embargo, es la primera en que nos encontramos cara a cara. Verdaderamente los hechiceros de nuestra Era se quedaron cortos con la magnitud de energía maldita que emana tu cuerpo.
Aquello hizo que la sonrisa de Sukuna se ampliara y es que no había algo mejor para él que reconocieran su poder.
-Ten cuidado con tus palabras hibrida, no suelo ser benevolente, aunque claro. – observo la bandeja de postres que hace un momento Itadori estaba degustando, entones tomo uno. – Eso lo sabes perfecto.
-Aun tu cuerpo no está completo, ¿verdad?
Cuando Kaede soltó esas palabras Ryomen aplasto el pastelillo de su mano tirándolo con asco en el proceso acercándose lentamente a ella.
-¿De qué demonios estás hablando? – fue frío su tono. – Yo soy Ryomen Sukuna, el rey de las maldiciones. – continúo acercándose mientras Kaede no apartaba la mirada, aunque su ser estuviera muerto de miedo. – Una maldición que incluso los hechiceros más fuertes de la Era no pudieron aniquilar por completo así que decidieron sellarme sin contemplar que un día todos esos Clanes y gente común se arrepentirían.
-Sin embargo, aun hubo algo que nunca obtuviste y fue un ritual inverso que fuera capaz de salvarte. – la sonrisa de Sukuna desapareció. – Porque tanto tu como yo sabemos que ese dominio de regeneración e inmortalidad solamente lo obtendrá aquellos que nazcan con energía espiritual y sean descendientes de la Luna, en pocas palabras un ser perfecto ante los ojos de la hechicería.
-Para ser una simple hibrida sabes demasiado. – tomo con fuerza el cuello de Kaede. – Sabes lo fácil que sería matarte, acabar con la basura antes de tiempo y mostrarle a este mocoso que nunca escapara del rastro de sangre que apenas inicia.
Kaede rio aun ante la situación, el aire le faltaba. Reconocía que provocar a Ryomen Sukuna haya sido la mayor estupidez de su vida, pero noto algo diferente en la maldición que estaba segura de que incluso el desconocía.
-Por…eso...dejaste vivir…a tu hijo. – Sukuna se sorprendió. – Tu aborreces…- poco a poco Kaede sentía que su vida se iba de sus manos. – A Yuuji…pero lo que más odias…es que "él" haya …jugado con el hilo rojo de Watanabe.
Sukuna arrojo a Kaede, como si el tacto de esa mujer quemara. En cambio, ella observo como la maldición apretaba los puños y diciendo unas últimas palabras que quedarían grabadas se apresuró sin importarle su propio dolor en evitar que Yuuji se lastimara al caerse.
-Al parecer esto será más difícil de lo que imaginaba. – comenzó a llorar. – Si tan solo pudiera retroceder el tiempo. – aferro el cuerpo de Yuuji a su cuerpo. – Si tan solo hubiera protegido a Jin-sama de esa mujer. – no debía continuar ya que por desgracia él hubiera no existe. – Creo que lo único bueno que hizo fue darte la vida Yuuji-chan, sin embargo, te encadeno a ser "perfecto" para salvarnos.
:
:
:
Sentía su cuerpo extremadamente cansado, y es que llevaba casi dos días encerrada con Satoru en esa habitación de hotel donde los únicos descansos que tenían los dos era cuando comían y tenían que ir al baño. Observo su figura en el espejo de la habitación, llevaba días sintiendo extraño su cuerpo fue tocando suavemente el trayecto de los besos de Satoru bajando a sus pechos los cuales también los sentía muy sensibles y por último se detuvo en su vientre. Había algo que ella desconocía y no sabía que era hasta que…
-No puede ser. – de pronto se puso sumamente pálida y tomando rápidamente su teléfono abrió la aplicación que mes a mes le ayudaba para su periodo.
Sin embargo, cuando iba abrirla sintió como unos fuertes brazos la abrazaban por detrás y un aroma demasiado conocido inundaba sus fosas nasales haciendo que cerrara por unos segundos los ojos.
-¿Qué tanto observas? – cuestiono Gojou mientras comenzaba a besar el cuello de Miwa escuchando un gemido reprimido, provocando que sonriera. – Debemos de descansar aun te encuentras demasiado cansada y…
-¿No crees que hemos descansado lo suficiente? – pregunto sonrojada ante lo evidente que fue el "descanso" para ellos. – Ademas necesito ir con mis hermanos e ir preparando mis cosas para regresar a Kyoto.
Ambos sabían lo que significaba el regreso de Kasumi a Kyoto, no solo sería que tendrían que separarse sino que posiblemente los peces gordos se encuentren investigando a Itadori y al ver que Miwa no fue de ayuda lo mejor era regresarla, pero Satoru sabía que eso era una pantalla para alejarla de su vista, ya que ante las palabras de Kaede-san y su abuelo los grandes Clanes ya estaban al tanto que Cian reencarno en esta Era y consigo la energía espiritual volvía a ser un tema tabú dentro de los hechiceros.
-Te acompañare a visitar a tus hermanos. – aquello sorprendió a Kasumi. – En cuanto a lo otro despreocúpate, buscare la manera de que no tengamos que separarnos.
-Solo regresare a Kyoto no es como si me fuera a otro país. – rio Miwa ante el drama de Satoru, pero al ver su semblante serio prefirió no continuar. – Estaré bien, no tienes que preocuparte.
Tomo el rostro de Gojou para acercar más su rostro y observar algo que ya sabía, Gojou Satoru era sumamente hermoso, pero no solamente se refería a la belleza externa sino también era un ser humano extraordinario. Podría ser que para muchas personas fuera el hechicero más fuerte, el líder de un prestigioso Clan o un hombre con actitudes de niño mimado sin embargo nada se había percatado que él era un humano cualquier otro. Gojou Satoru a pesar de haber estado rodeado de mucha gente sin importarle si lo apreciaran o lo detestaban, porque a pesar de tenerlo todo no tenía nada más que una horrible soledad.
-"Así como le sucedía a Kashimo". – sin poder evitarlo los recuerdos de Cian venían a ella. – Satoru. – el nombrado solo sonrió al escuchar su nombre. – Sabes que te amo, ¿verdad?
-Si. – sin contenerse Gojo estrecho entre sus brazos la menuda figura de Kasumi. – Y yo a ti, Kasumi.
El hechicero deseaba permanecer para siempre así con Kasumi, no sentir ese miedo de que pronto ella sería el señuelo perfecto no solo para Kashimo o Sukuna, sino él sabía perfectamente que algo oscuro se aproximaba y la primera en salir lastimada seria ella. La aterraba la idea de que nuevamente no pudiera proteger a alguien que amaba y sobre todo temía por el hijo que aún no nacía, cerro los ojos al sentir como Kasumi comenzaba a besarlo suavemente con una ternura propia de ella.
-¿Podríamos ir a visitar a mis hermanos, ahora? - cuestiono Kasumi extrañando a Satoru. – Es que hace siento que no he podido convivir con ellos los suficiente y…
-No tienes que preguntarme. – se rio ante la inocencia de Kasumi. – Yo nunca te prohibiría ver a tus hermanos, sabes cuando los conocí me alegro descubrir que a pesar de todo lo malo que tuvieron que vivir son unas personas de bien. Aunque creo que aun no me gano por completo la confianza de Kaito.
Kasumi rio al imaginar al celoso de su hermano, pero reconocía que este siempre solía ser su mano derecha en cuanto se refería a Kirin.
-Tienes que darle tiempo. – cerro los ojos. – En veces el se muestra demasiado fuerte para no preocuparme, pero sé que también sufrió mucho en lo referente a nuestra familia, mas aun con nuestro Otousan.
-Me sorprende que no le guardes rencor a ese hombre. – la voz de Gojou se escuchaba enojada al recordar cada una de las palabras de Kasumi. – Ese hombre los lastimo de muchas formas y aun así le guardas respeto.
-Eso es porque sin importar como el fue mi Otousan, el hombre que mi Okasan escogió. Aunque creo que nuestra suerte comenzó a cambiar cuando Kusakabe-san llego a nuestras vidas, él era un antiguo compañero de mi Okasan.
Gojou se extraño sobre ello, sabia perfecto que Kusakabe fue quien recomendó a Kasumi para ingresar a la Preparatoria de hechicería, pero no sabía que tan cercano era este a su familia. Comenzando a llegar el sentimiento de la curiosidad ¿Qué relación específicamente tenia el hechicero de grado uno con la familia Miwa?
-Iré a bañarme primero. – se levanto Kasumi tomando consigo una de las sabanas para cubrirse, cosa enterneció a Satoru haciendo que se riera y que ella hiciera un puchero.
-Cariño no tienes que cubrirte nada. – se encogió de hombros el peliblanco mientras sin ningún pudor se levantaba de la cama mostrando su desnudez por completo.
Kasumi se quedo sin palabras, mientras que Satoru continuaba caminando como un felino tratando de alcanzar su presa y en un parpadeo se encontraba frente a Kasumi tomando sus manos para que soltara esa sabana que le impedía ver su delicada figura, así como ella se encontraba contemplando su cuerpo; él nunca se cansara de maravillarse de ella.
-¿No te han dicho que tu cuerpo desnudo es hermoso con la luz del amanecer? – susurro muy cerca de su oído mientras la tomaba de la cintura.
Las palabras de Gojou eran como un hechizo profundo y seductor, el cual ella caía por completo; las narices de ambos se rozaban y sus ojos se encontraron con el color cielo de Satoru, sabía que estaba perdida y no se equivocó. Sin darse cuenta ambos se encontraban besándose con hambre, no había delicadeza esta vez, Kasumi enredo sus dedos a la cabellera blanca de Gojou mientras el los guiaba al baño donde sabia perfecto que volvería hacerla suya y tener nuevamente esa necesidad de marcarla de hacerle saber a Kashimo, Sukuna o cualquier hombre que Miwa Kasumi solamente era suya y que así continuaría de ser posible otros mil años.
-El baño…- decía entre besos Kasumi al sentir como el miembro de Satoru crecía. – Satoru.
Gimió al sentir como el peliblanco trazaba un camino de besos desde su cuello hasta el nacimiento de sus pechos mientras las manos de Satoru se dirigían a sus piernas y si previo aviso la alzo haciendo que sus piernas abrazaran la cintura del hechicero más fuerte. Donde ambos gimieron porque tal movimiento había acercado su feminidad con el miembro de este, tan absorta estaba en sentir las caricias que no se dio cuentas cuando Gojou abrió la regadera y el agua fría caía en sus cuerpos.
-Shhh…déjame desfrutar esto. – tomo uno de los pechos de Miwa con su boca comenzando a lamerlo. – Ademas así podríamos limpiarnos mejor, ¿no crees cariño?
Una parte de Kasumi iba a protestar argumentando que necesitaba ir con sus hermanos y recuperar el tiempo perdido, pero la otra le gritaba que siguiera entregándose al hechicero como indicándole que algo ocurriría. La ojiazul al sentirlo gimió sintiéndose completa, aunque con un poco de dolor por la repentina intromisión.
-Perdón. – escucho por parte de Satoru haciendo que ella simplemente negara y lo besara. – Te prometí que iba a cuidarte.
Ante esas palabras el cuerpo de Kasumi vibro a tal grado que sus pezones femeninos se endurecieron más y Satoru comenzó a moverse de forma lenta pero profunda, escuchando cerca de su oído cada gemido de ella lo extasiaba y cada gruñido de él erizaba más a la piel a Kasumi que cerro sus ojos ante la fuerza que él estaba empleando, sintiendo que pronto sus temblorosas piernas no podrían seguir manteniéndose en la cadera de él. Gojou adivinando su pensamiento tomo ambas piernas de ella, sosteniéndola con fuerza y en ese proceso busco la forma en que su miembro obtuviera más profundidad y rudeza en los embistes extrañando esos momentos que ellos hacían el amor, sin impórtales el agua que caía sobre ellos.
-Mmm…Ahh. – la joven, cerró sus ojos cuando sentía que pronto llegaría a su límite y, un segundo después el peliblanco, le mordió un hombro.
-Ni te imaginas cuanto había echado estos momentos de menos. – gruño Satoru casi sin pensar, al empujar sus caderas contra ella, sincronizándose de una manera apasionada que les quemada tanto por dentro como por fuera.
Apretó un poco más las caderas de Kasumi cuando inconscientemente vino a su mente la primera vez que la tomo temiendo en volverla a lastimar. En cambio, en la mente de Kasumi venia una felicidad infinita al darse cuenta de que su Satoru aun sentía esa misma pasión y deseo, reconociendo que toda esa mezcla de sentimientos nunca le había sentido por nadie, abrió ligeramente sus ojos encontrando la respuesta y sonrió al descubrir que significaba para ella, Gojou Satoru.
-Satoru…y-yo…
-Shhh…solo disfruta cariño. – mordiendo el labio y siguió moviéndose, haciéndole el amor.
El hechicero separo las piernas y resbalo más en ellas al sentirla llegar a su orgasmo, apoyo una mano en la regadera y otra la seguía sosteniendo, siendo honesto en ese ángulo podía disfrutar una faceta completamente diferente de Kasumi, volviendo más profundas y rudos sus movimientos al verla gemir con su cabeza hacia atrás, sus ojos cerrados y mejillas sonrojadas mientras su cabello dorado se pegaba en todo su cuerpo.
-"Parece un hermoso ángel corrompido".
El cuarto de baño se llenó de gemidos por parte de ella y Satoru apretó los dientes, cuando una oleada de placer comenzó a subir por sus pies y amenazo con nublarle la razón, conociendo perfectamente esa sensación. Sonrió al darse cuenta de que Kasumi pronto llegaría a su segundo orgasmo y luego se derramo dentro de ella, la ojiazul sintió nuevamente esa grata sensación de haber subido al cielo y al abrir los ojos, noto que no solamente ella se encontraba feliz sino la sonrisa cálida que volvía a dedicarle Gojou demostraba que él sentía lo mismo.
-¿Te encuentras bien? – la voz ronca del ojiazul aun la erizaba, provocando que ni siquiera pudiera articular una palabra. - ¿Deseas continuar en la habitación?
-S-si deseo continuar.
No importaba en este momento los fantasmas, el pasado incluso aquellos cuestionamientos que divagaban en su mente, lo único que deseaban ambos era dejarse llevar y continuar amándose lo que restaba aun de su tiempo juntos.
:
:
Le dolía demasiado el cuerpo, tanto que incluso caminar hacia su habitación era una tortura, pero prefería mil veces haberse ido a la Escuela antes de permanecer más en aquel ese inferno. De pronto sus piernas no respondieron y cayó en la fría madera del pasillo, apretó los puños con rabia y nuevamente venían a ella los recuerdos de anoche haciendo que el nudo en su garganta y la rabia volvieran.
-Maldita sea. – susurro llorando. - ¿Por qué simplemente no me matan?
No podía soportar la impotencia que sentía hacia su cobardía y falta de carácter, podía aparentar ser una chica ruda y arisca con algunos de sus compañeros sin embargo esa fue una fachada que ella había creado para no mostrarse débil y no quedarse siempre atrás de su hermana. Una perceptible sonrisa apareció al recordar a Maki, ella siempre la defendía de los mayores incluso si en ocasiones fue golpeada por los ancianos o su progenitor. Aunque cualquiera que le preguntara que sentía por él sería un inmenso odio y aberración, porque… ¿qué clase de padre permite que su hija haya sido….?
-Mai, ¿te encuentras bien? – una voz robótica pero que reconocería perfectamente la saco de sus pensamientos.
Muta veía a través de Mechamaru como el cuerpo de Mai temblaba demasiado, y podía jurar que se encontraba llorando ¿Qué clase de misión fue encomendada para que le afectara tanto?
-Mai. – se agacho para tocarla, pero antes de que sucediera, ella se apartó bruscamente y entonces noto algo.
Mai no traía puesto el uniforme sino un yukata demasiado fino, pero se encontraba rasgada de algunas partes, sus brazos tenían marcas claras de unas manos y su rostro estaba bañado de lágrimas y un golpe en su labio inferior. De pronto un nombre y rostro vinieron rápido a su mente, Kokichi apretó su puño lastimando aún más su desgastado cuerpo y una ira incontrolable desbordaba.
-No me pasa nada. – quiso sonar segura, pero por su aspecto sabía que no lo lograría. – Simplemente la misión fue demasiado…
-¿Qué te hizo Zenin Naoya, Mai?
La Zenin miro sorprendida como Mechamaru había deducido que la causa de su situación actual haya sido Naoya, sintió como los dedos fríos de la marioneta tocaba su labio morado cerro los ojos imaginando que era Kokichi y río sin ganas comparando inevitablemente su situación con él. Posiblemente ella se encuentra encadenada al haber nacido en un Clan tan misógino y machista como el Zenin, pero había personas que ni siquiera podía "vivir" con un cuerpo normal.
-Nada. – respondió colocando su mano sobre la de Mechamaru. – Simplemente entendí que nunca podremos luchar contra nuestro destino, fui al Clan Zenin y tuve que hacer por fin aquello que no aceptaba reconocer.
Donde se encontraba el verdadero Muta Kokichi vio dolor, impotencia y un sufrimiento en los ojos de Mai que posiblemente nunca vería en ella. De pronto recordó una conversación que hace tiempo escucho a Gakuganji y Utahime-sensei con los altos mandos.
"Se encontraba espiando cada reunión importante con los directivos de las escuelas de hechicería para tener información que le ayudara a idear un plan y salir bien librado en aquel acuerdo con Getou Suguru y esa maldición llamada Mahito. Aunque esta era un poco…diferente ya que no solamente se encontraban los altos mandos sino los cabecillas actuales de los Clanes más importantes de la hechicería.
-Bueno terminado nuestras ideologías y próximos acuerdos entre los Clanes es importante recalcar que cada miembro de estos que se encuentren cursando en la Escuela de Hechicería al terminar regresaran a las funciones que les corresponden dentro de su Clan.
Ante lo escuchado Muta vio como Gojou Satoru torcía la boca con claro disgusto y una risa demasiado siniestra se escuchó en el lugar.
-¿Qué es lo que te desgrada Satoru-kun? – Mechamaru reconoció de inmediato esa voz insufrible recordando al desagradable pariente de Mai. - ¿Qué al terminar tu jueguito de sensei tengas que desposarte con alguien o que Maki regresara al lugar donde pertenece?
La mención de Maki extraño de sobremanera al castaño, ¿No había sido desterrada al renunciar al Clan Zenin?
-En lo absoluto. – respondió serio Gojou sorprendiendo a Muta la madurez que estaba teniendo. – Simplemente me molesta que aun existan reglas arcaicas dentro de los mismos Clanes específicamente…el Zenin.
-No sé qué hablas. – Naoya se hizo el desentendido regalándole una mirada "inocente" al peliblanco. – Cada Clan tiene sus reglas y costumbres las cuales se deben de cumplir, sino imagínate que vuelva a ocurrir una traición como lo fue dentro del Clan Gojou.
-El Clan ha pagado lo suficiente ante ese suceso, Naoya, aunque en lugar de ser una traición o desgracia fue más bien un beneficio para nosotros.
Ante cada palabra que salía de esa reunión Mechamaru estaba demasiado confundido más al notar como el rostro infantil que mostraba el sensei de Tokyo volvía a mostrar sin embargo teniendo ese toque de superioridad. Pero antes de que Naoya respondiera vio como Utahime-sensei intervenía entre ambos hombres.
-Es suficiente ambos. – comento Utahime mirándolos con desdén. – Creo que no es lugar para comenzar una disputa sobre temas que hace casi un siglo sucedió y además fue algo fuera de nuestro alcance.
Utahime sabia perfecto que era mantenerse al margen todo el tema referente a la traición de los fundadores del infinito, el Rey de las maldiciones y Cian. Porque sabía de antemano que si se indagaba de más posiblemente los altos mandos comenzarían a investigar más sobre la energía espiritual.
-Por mí no hay problema, solamente que el Clan Zenin aun no comprende que hace tiempo Maki dejo de ser parte de su Clan. – respondió serio Gojou. – Ella renuncio ser parte de ustedes y del destino que habían asignado para ella.
-Irse amenazándonos con destruirnos y jugar a la escuelita de hechicería no es la forma correcta de renunciar a un Clan sino de revelarse y sabes que eso se paga de una forma muy cara.
Satoru se comenzaba a fastidiar de esta reunión, posiblemente ahorita estaría haciendo cosas más interesantes que perder el tiempo con mentecatos como los Zenin.
-Maki está bajo mi protección como Megumi y Tsumiki, así que ella no está obligada a seguir su "destino" si no lo desea. ¿Qué paso Naoya tan patentico eres para conquistar a alguien que necesitas recurrir a esto?
Esas palabras descolocaron completamente a Mechamaru, acaso Gojou Satoru estaba insinuando que…
-Sabes perfectamente que nuestro Clan se rige de mantener el linaje puro y por eso nos involucramos entre nosotros. – se encogió de hombros, pero era notable que le afecto lo dicho por Gojou. – Creo que por ahora tendré que conformarme con tan poco hasta obtener a Maki.
Entonces Muta lo entendió todo recordando las palabras que ese sujeto dijo en su fiesta sorpresa, comprendió enseguida el asco que sentía Maki y el miedo latente en Mai. Los Zenin desde su perspectiva era un Clan demasiado enfermo y retorcido."
Sin pedirle permiso Mechamaru tomo en sus brazos a Mai, la cual simplemente recargo su cabeza en el hombro de la marioneta, levanto su rostro encontrándose con el perfil de Mechamaru imaginándose como se vería Kokichi sin todas esas vendas y sonrió al pensarlo.
-Un chico lindo. – susurro.
Pero en otro lugar Muta escucho perfecto lo que dijo su amiga, riéndose al imaginar lo que estaba pensando su amiga. Con cuidado hizo que Mechamaru colocara a Mai en la cama de ella mientras se dirigía a la bañera, se disponía a retirarse y dejar que su amiga comenzó a desahogarse, pero…
-¿No te hará daño mojar a tu marioneta Kokichi?
Escucho claramente Mechamaru detrás de él, de reojo observo como la joven se encontraba completamente desnuda y en lugar de sentir deseo al verla, el castaño observo mejor cada uno de los moretones y marcas en todo su cuerpo, desde su cuello hasta el nacimiento de sus senos y tenía varios hematomas en las piernas demostrando claramente que Mai fue…
-¿Puedes quedarte conmigo hasta que dese estar sola? – salto esa pregunta como una niña pequeña solicitando un deseo. – Por favor.
-Esta bien. – Muta podía percibir el dolor de Mai, uno que era similar y diferente al suyo. – Ven te ayudare.
Sin dudarlo Mai tomo la mano de Mechamaru y se adentro en la bañera sintiendo como sus músculos comenzaban a relajarse, cerro los ojos cuando Mechamaru tomo un poco de acondicionador para enjuagar su cabello era una tranquilidad que nunca sintió ni siquiera estando con sus propios padres.
-Kokichi. – su voz estaba quebrandose y sabia perfecto que no tardaría en llorar. – Yo…- no sabia como decirlo sin sentir asco. – Naoya tomo sus derechos sobre mí.
Mai tomo rápidamente la esponja con el jabón, para comenzar a tallar su piel con fuerza como si al hacerlo las marcas y caricias de Zenin Naoya pudieran desaparecer. Primero comenzó con sus brazos, después sus piernas y vientre incluso no le importaba lijarse la piel si eso significaba borrar toda marca que le recordara a ese bastardo.
-¿Por qué, por qué? – comenzaba a cuestionar mientras mas tallaba. – ¿Por qué no…por qué?
Mechamaru sabia perfectamente a que se refería, y sin dudar de su decisión abrazo a Mai con todas sus fuerzas sorprendiéndola.
-Lastimarte no cambiara lo que ocurrió. – esas palabras fueron como dagas. – Pero la persona que decidas ser después de esto siempre contara conmigo, sin importar la decisión que tomes…tu siempre me tendrás Mai.
La menor de los Zenin recargo su cabeza al frio pecho de la marioneta, pero en su mente ella se encontraba siendo reconfortada por su amigo Muta Kokichi. Cosa que no era muy alejada de la realidad, porque en estos momentos el joven que controlaba a Mechamaru se encontraba llorando por primera vez lleno de impotencia, solamente que la diferencia es que ahora no se trataba de él sino del dolor de su amiga, de aquella joven que comenzó a desarrollar una amistad cruzando su propia línea y prometiéndose que pasara lo que pasara Zenin Naoya pagaría con sangre por haber lastimado a Mai.
:
:
"Llevaba años cargando con el dolor y decepción de la persona que se había convertido, de haber sido tan ciega de no haber protegido a la persona que amaba, pero sobre todo de ser la cobarde que siempre le recalcaba el idiota de Gojou Satoru.
-Maldito bastardo. – dijo con furia mientras seguía bebiendo su botella de sake. – Lo peor de todo esto es que…tiene razón, siempre he sido una persona sumamente débil.
Cerro los ojos para poder recordar a Getou Suguru con esa sonrisa tranquilizadora que calmaba a cualquiera, su cabello largo azabache y sobre todo esa amabilidad que desbordaba.
-Porque tuviste que traicionarnos idiota. – dijo con dolor y cuando se disponía a beber más, pero una mano detrás de ella la detuvo. – Pero que…
-Creo que ya has bebido lo suficiente, Utahime. – decía la persona sumamente preocupada por ella. – Es mejor que vayas a descansar, además ya es demasiado tarde y al parecer Shoko no vendrá.
Utahime sin poder creerlo, pensando que era un delirio por haber bebido demasiado así que fue dándose la vuelta lentamente para darse cuenta de que tanta era su necesidad de volver a verlo que su mente le estaba dando una mala jugada y que él no se encontraba ahí, sin embargo, fue gran su sorpresa de verlo ahí.
-Su-Suguru. – susurro. – Eres tú…Suguru.
El mismo dolor mezclado con alegría también ocurría para el hechicero de grado especial, ya que por años siempre había recordado sus años en la preparatoria de hechicería y eventualmente eso también incluía a la mujer que se encontraba frente a él.
-Hola Utahime, hace tiempo que no te veía. – quiso sonar igual de relajado que en sus tiempos de estudiante, pero sabia que no lo lograría. – Andando vamos a tu casa.
-¿Por qué estas aquí? – se levanto de su asiento sin poder creerlo aún. - ¿ya cambiaste de opinión acerca de destruir el mundo? Ya volviste a ser el de antes.
Suguru aparto la mirada de la sacerdotisa, ya que le incomodaba el dolor que mostraba sus ojos y sabia perfectamente que era el causante.
-También me da gusto verte. – tomo la mano de ella haciéndola sonrojar y lanzándole unos billetes al mesero se disponía a llevarla. – por lo que veo tanto tu como Shoko siguen teniendo ese mal habito de emborracharse.
Como una muñeca de trapo Utahime no objeto en entrelazar sus manos con Getou y de cómo este la sacaba del bar, hasta que el hechizo se rompió y rápido alejo su mano, como si su tacto quemara.
-Tu eres el menos indicado de darme un sermón. – quería salir huyendo de ahí. – Tu nos abandonaste, dejaste que tus valores se quebraran. – comenzó a golpear el pecho de Suguru. – Has lastimado a gente inocente, tus manos están manchadas y…
-Porque simplemente no me matas si tanto dolor he provocado en ti o no me has echado de cabeza con los altos mandos al decir mi ubicación.
-Eso es porque soy demasiado débil. – apretó los puños. – Ademas a diferencia de ti, algunos de nosotros aun… aun tenemos la esperanza de…
-¿De que cambie mi forma de pensar y me evangelice?
La forma divertida en que Suguru preguntaba algo que era demasiado obvio, la lastimaba de sobremanera.
-Nunca cambiare de opinión Utahime. – soltó de golpe. – Con la muerte de Riko y de Yu comprendí que el mundo de la hechicería está condenado a un camino de la sangre de aquellos que amamos y que la única manera de terminarlo es con aquellos que ignoran nuestra existencia.
-Es porque ellos son…
-Son los culpables de todo, ellos provocan que las maldiciones existan y que nuestro dolor por perder a los que amamos vaya creciendo. – no deseaba lastimar a Utahime, pero era necesario para que terminara de odiarlo. – Aunque creo que en algo te equivocaste Utahime.
Tomo con ambas manos el rostro lleno de lágrimas de Utahime transportándolo a la joven de veinte años que conoció, con la única diferencia era esa cicatriz. La cual fue provocada cuando los altos mandos la asignaron a una misión de grado especial sin importarle que esa joven pudiera morir.
-Yo no creo que seas débil, al contrario, al parecer tú has sido la única en no caer en la locura de ser un hechicero. Creo que por eso siempre me gustaste tanto.
Antes de que preguntara volvió a sentir los labios de Suguru sobre los de ella, volviendo esa necesidad de tenerlo porque sin importar cuantos años pasaran, ella nunca se negaría que amaría para toda la vida a Getou Suguru, el traidor de hechicería.
Desde que se besaron en ese callejón no dejaron de hacerlos en todo el trayecto, sorprendiéndose de estar en el mismo santuario donde se entregó a Suguru por primera vez y es que la verdad ni siquiera recordaba cómo habían llegado a esa habitación, por primera vez en su vida Utahime Iori deseaba sentirse viva, dejar de ser la aquella persona que seguía las ordenes de los altos mandos y sobre todo de sentirse mujer. En cambio, Suguru no podía negar que después de casi nueve años seguía sintiéndose atraído por Utahime. Desde sus tiempos de estudiante la pelinegra siempre le cautivo su manera de ser, porque al igual que él deseaba ser mejor hechicero para ayudar a los demás, aunque con el tiempo su propósito cambio.
Utahime era preciosa ante sus ojos desde su cabello oscuro como la noche, su pequeña figura, sus ojos cafés claro incluso adoraba esa cicatriz.
-Deseas que continue, Utahime. – vio como en la mirada de ella brillaba de deseo, pero sabía perfectamente que al continuar con ese fuego sería difícil de apagar para ambos. – Sino estas segura en continuar lo entenderé completamente, pero seré franco contigo debe ser ahora, porque no creo soportar mucho. – comenzando a repartir pequeños besos en su cuello.
Entonces en la mente de Utahime venían todos estos años dedicados a su educación como hechicera, las ordenes arcaicas de los altos mandos, así como las últimas palabras que Suguru le dijo haciéndola llorar en cuanto pudo refugiarse en las cuatro paredes de este Templo, el mismo que ahora sería testigo de su reencuentro, entregándose nuevamente a los brazos de Getou Suguru. Sin responderle fue directamente a besarlo con hambre como lo estaba haciendo antes de cuestionarla, impresionado el pelinegro no espero más y recostó delicadamente a Utahime sobre la cama mientras sus manos tocaban suavemente los senos firmes de ella haciendo fricción a la vez en sus caderas para que pudieran sentir la necesidad de ambos.
Las mejillas de la mujer se encontraban sonrojadas mientras que Suguru fue quitando lentamente las dos prendas que aun portaba, para ver ante él una hermosa ninfa frente a sus ojos y es que podría haber estado con muchas mujeres, pero extrañamente algo en su interior le decía que Utahime Iori seria completamente diferente a cualquier encuentro que haya tenido, poso su boca en el pequeño botón rosado de su peque izquierdo mientras su mano atendía el otro y su otra mano tocaba de arriba abajo sus piernas para que esta las abriera un poco más y sentirla más cerca.
-Ah, ah…Suguru. – entre gemidos lograba decir su sentir, pero era imposible.
-Preguntare…ah…preguntare nuevamente Utahime, ¿estas segura que quieres que continuemos? – realmente se reprochaba por volvérselo a preguntar más que nada porque su erección empezaba a dolerle, la necesidad de poseerla era cada vez más intensa.
-S-sí, ya te dije que está bien. Y-yo deseo continuar. – decía presa de las emociones de la pasión.
Ella era consciente que Suguru no era el mismo hombre que amaba en sus tiempos de estudiante, ahora existía un deseo que ambos no podían frenar.
-De acuerdo, si te comienza a doler no dudes en decirme. – poco a poco fue adentrándose en ese interior cálido, húmedo y estrecho, realmente le estaba provocando mucho placer.
-Tranquilo. – gimió al comenzar a sentirlo. – Recuerdas que no soy virgen hace mucho tiempo.
La forma divertida y de complicidad en que la pelinegra dijo esto, amplio la sonrisa de Suguru que sin dudarlo ataco sus labios con deseo.
-Eso lo sé perfectamente gatita. – ella abrió los ojos sorprendida de que el recordaba el apodo que solía decirle cuando tenían sexo. – Solamente que hace tiempo no volvemos a estar juntos y es la costumbre que tengo de siempre cuidarte. – las palabras de su amante simplemente la divirtieron, así que por instinto propio Utahime comenzó a mover sus caderas para adentrar mas el miembro de Getou.
Suguru se movía habilidosamente entre sus piernas la estaba llevando a sentir el máximo placer, cerrando los ojos al mar de sensaciones que estaba viviendo eran indescriptibles ni siquiera en las veces anteriores que estuvieron juntos podía comprársele hoy desde los besos, las caricias que iban quemando su piel, lo rodeo con sus piernas atrapándolo por completo. – "Mas, quiero más para olvidar…por favor". – dijo en medio del placer Utahime y al parecer el hombre era un experto en entender el comportamiento corporal y que necesitaba el cuerpo de ella. Sus embestidas se hicieron más fuertes haciendo un mar de emociones en ella hasta que sintió como un nudo se formaba debajo de su vientre comprendiéndolo al igual que Suguru.
-Creo que llegaremos al paraíso juntos mi dulce gatita. – logrando que sus palabras fueran una orden para Utahime sintió como su interior explotaba y a la vez algo se adentraba en ella."
Abrió los ojos al recordar como comenzó su aventura con Suguru, sonrió con melancolía mientras abrazaba más fuerte al pequeño que se encontraba dormido. Aunque para el mundo de hechicería era una mujer sola sin esposo o hijos, solamente ella junto a Nanami-san y Kusakabe sabían que ella cometió una de las mayores faltas…haber concebido el hijo de un traidor.
-Te prometo que pase lo que pase tu si serás feliz mi pequeño. – beso la frente de su hijo, detallando cada fracción de él. – Eres tan parecido a él.
-Y no eres la única que lo piensa, Utahime.
La voz de una tercera persona la sorprendió encontrándose en la puerta a…
-Buenas noches, Kusakabe. – respondió Utahime mientras poco a poco se alejaba de su hijo no sin antes acomodarlo mejor en su cama. – Por tu cara veo que no traes buenas noticias ¿o me equivoco?
Ambos hechiceros prefirieron hablarlo fuera de la habitación del pequeño Keitaro, una vez por los pasillos de la casa de Utahime, el hombre prefirió comenzar.
-¿Ayer viste la televisión? – cuestiono el hombre mientras sacaba un dulce y le ofrecía uno a la mujer, pero negó.
-La verdad es que cuando vengo a ver a mi hijo, prefiero tener tiempo de calidad con él y evito todo tipo de comunicación. – se cruzo de brazos. – Y bien, ¿de que se trata?
-La familia paterna de Kasumi fue asesinada de una forma brutal. – bufo molesto el castaño. – Por lo que debemos de estar preparados en cualquier momento si los altos mandos desean lastimarla.
Aquello descoloco a Iori primero el tema sobre Mechamaru y su supuesta traición, el Clan Zenin exigiéndole a Mai para desposarla con el bastardo de Naoya y ahora la familia de Kasumi asesinada, ¿Qué más podría ocurrir?
-No creo que…
-Los altos mandos mandaron a investigar el caso con el Clan Zenin. – Kusakabe estaba realmente molesto. – Creo que están comenzando a dudar de nuestro criterio y el de Gojou para estos temas incluso Nanami no estaba enterado hasta que hablo conmigo en la mañana.
-Tu crees que ellos sospechen que Kasumi sea…
-No. – cerro los ojos para recordar a Kasumi y la promesa que le hizo Akane. – Pero no tardaran en descubrirlo y cuando se enteren de que ella y Gojou han estado sosteniendo una relación sacaran sus conclusiones además aun se encuentra libre Gojou Hajime.
Se encontraban realmente preocupados por toda esta situación más porque sabían por el propio abuelo de Gojou, que ese hombre era sumamente peligroso y que estaba obsesionado con Miwa Kasumi.
-O-Okasan. – salió el pequeño Keitaro tallándose los ojos mirando a su Okasan y…- ¡Padrino Kusakabe!
El hombre se enterneció al ver al pequeño hijo de Utahime y Suguru, mas cuando al verlo es recordar a Getou amable.
-Iré a visitar a los hermanos Miwa. – decía mientras cargaba al pequeño Keitaro. – Referente a Mechamaru creo que es mejor investigar, antes del regreso de Kasumi en dado caso que sea verdad… ¿ya has pensado que harás con él?
La pelinegra se entristeció en solo imaginar que uno de sus alumnos fuera el traidor que comentaba Gojou, sin embargo, sabía que lo ocurrido en el evento de intercambio fue demasiado peligroso y muchas personas salieron lastimadas.
-A pesar de mi dolor…creo que lo mejor seria entregarlo a los altos mandos.
Sin embargo, tan absorta estaba Utahime y los demás que no se percataron de dos energías malditas a las afueras del campo de protección que solía tener ese Templo. Una de estas figuras miraba con diversión todo ese escenario, preguntándose… ¿Qué haría el dueño de este cuerpo al descubrir que era padre con la mujer que amo? ¿hubiera cambiado su perspectiva del mundo o hubiera continuado asesinando a…los monos?
-Así que a este lugar sueles escapar cuando no te encontramos. – decía aburrido Kashimo observando a los mayores junto a ese infante, provocando una ligera sonrisa. – No me digas que es la primera vez, en donde no puedes controlar el cuerpo que estas usando.
Los ojos de Hajime observaron con detenimiento a Kenjaku, quien simplemente se encogió de hombros.
-No lo sé, posiblemente he subestimado este cuerpo. – se dio la vuelta para irse no sin antes observar el rostro de Utahime. – O posiblemente hubo lazos que nunca pudo finalizar aun después de la muerte. Aunque creo que eso de crear lazos inquebrantables podría dejártelo a ti o Sukuna.
Soltó una carcajada al ver como Kashimo hizo una cara de desagrado.
-Dime que tan fuerte fue tu amor hacia ellos incluso fuiste capaz de salvar a Watanabe ese día de Uraume sin importarte que ese mocoso fue uno de los culpables del sufrimiento de Cian.
-Hmp. Lo dice la misma maldición que fue trazando nuestros hilos rojos, aunque la pregunta aquí es… ¿Qué sentiste tu al usar el cuerpo de esa mujer?
La sonrisa de Kenjaku se amplió ante las próximas palabras dichas por su "aliado".
-Dime que sentiste haber sido tu la persona encargada de ser la madre de Itadori Yuuji. – ambos sabían perfecto a que se refería. – Dime ¿Cómo te convertiste en Itadori Kaori?
Notas de autor
Se que e esta mucho tiempo sin actualizar, pero la verdad apenas mi trabajo me ha dado un respiro para ir actualizando varios de lo fics que tengo pendientes, prometo actualizarlos poco a poco. De nuevo mil gracias por su apoyo por cada review , vista, etc. Gracias a los lectores que siempre me muestran su cariño para continuar con estas historias GojouxMiwa, a pesar de que Gege este destruyendo su obra dejando de lado a nuestro hermoso albino. Gracias por seguir alimentando nuestro shipp y espero actualizar pronto esta historia la cual pronto llegará a su recta final o ¿no?
Sin mas me despido,perdonen uno que otro error ortográfico.
Besos y abrazos.
TheOtherDestiny ;).
