Gracias a Li por su lectura previa.


Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 13

Bella

Anduve de puntillas con tal de hacer el menor ruido. Cada mañana era la misma rutina, tenía que andar con cuidado para no despertar a mi bebé, aunque muchas veces fallaba.

Cómo precisamente hoy.

― Duerme mi bebé, aún es muy temprano.

Mi oruga levantó la cabeza de entre las sábanas e hizo un puchero. Sabía lo qué seguía y el dolor se aguijonó en mi pecho.

Ella quería su leche para seguir durmiendo.

Se sentó en medio de la cama. Seguía más dormida qué despierta porque no lograba abrir sus párpados, molesta frotó sus pequeños puños en sus ojos.

― No por favor ―supliqué― no llores.

Sus lágrimas brotaron al momento de soltar un gimoteo. No tuve corazón para permitir que llorara, la acuné en brazos y empecé a hacerle caras graciosas para hacerla reír.

De pronto sus balbuceos se hicieron entendibles y claramente se escuchó.

Papa.

La miré sin pestañear.

― ¿Dijiste papá?

No había pronunciado la palabra correcta, probablemente eran balbuceos, en cambio para mí era su primera palabra, ¡la primera!

― A ver, di: mamá ―pronuncié― ma-má.

Mi niña me observó y por alguna razón soltó una carcajada risueña y continuó balbuceando.

Papa.

Me resigné demasiado pronto y mis hombros se desplomaron.

Edward terminará riendo de felicidad, diciendo que él es el favorito de mi oruga, lo cual no tenía objeción en aceptar que lo era.

Volteé hacia la puerta cuando escuché ruidos en la entrada principal.

― ¡Estoy en casa! ―mamá anunció.

Anclando las piernas regordetas de mi bebé en mi cadera, salí hacia el pasillo al encuentro de mi madre. Se veía bastante agotada y ojerosa.

― Hola, mamá. Nicole acaba de balbucear: papá ―conté― no sonó tal cual, pero fue su primera palabra.

― Cariño, no te decepciones ―dijo― yo te cargué nueve meses en mi vientre; soporté náuseas, vómitos y antojos en plena madrugada y saliste idéntica a tu padre.

Simulé una sonrisa. Mi madre se estaba haciendo la graciosa, aunque fuera notable su cansancio.

Aprecié que sus ojos se cerraron al desplomarse en el sofá y sus ronquidos salieron de su boca.

Sabía que debía buscar una guardería y darle descanso a mamá.

― Mamá… ―moví ligeramente su hombro, despertándola― debo irme a Bluebonnet.

Mamá entreabrió los ojos. Se incorporó algo taciturna y tomó en brazos a mi bebé.

― Quiero buscar una guardería ―comenté―. Abuso mucho de tu generosidad y no es justo, mamá.

Ella dio un largo bostezo y sacudió la cabeza.

― Nena, dije que no te dejaría sola con la oruga ―exhaló― estoy cumpliendo mi promesa.

Suspiré hondo tragando gran parte de la culpa que sentía. Mi madre era esa mujer incondicional que si te hacía una promesa, ella la cumpliría sin importar nada.

― Hablaré con Edward, seguramente estará de acuerdo en que lo mejor será buscar una guardería donde puedan cuidar de mi oruga sin necesidad de robarte horas de sueño.

Mamá enarcó una ceja. Conocía ese gesto y sabía que empezaría a burlarse de mí.

― Te has dado cuenta que para todo mencionas a Edward ―entrecerró los párpados, viéndome de una manera pícara―. No me has contado cómo van ustedes dos, ¿ya te dio un beso? por favor, dime qué al menos se están cuidando.

― Nada de eso, mamá. Edward es un caballero, nuestras conversaciones se basan únicamente en mi bebé.

― Mmm, ¿aún no le has dicho que estás enamorada de él?

― No estoy enamorada, mamá ―respondí.

Mamá se rio entre dientes, mientras repartía besos en la cabeza de mi niña.

― Te conozco, yo te parí y sé que buscar la ropa más ajustada y con escotes es una clara indicación que ese hombre te trae loca.

― ¡Nunca he hecho tal cosa! ―exclamé ofendida porque realmente lo estaba.

Mamá fijó sus orbes azules en mí. Ella no iba a callarse.

― ¡Ja! Podría decirte miles de ejemplos para descubrir tu enamoramiento, sin embargo dejaré que tú misma lo reconozcas.

― No sucederá.

― Anda ―sacudió su mano― debes irte o se te hará tarde de nuevo.

Besé de nuevo a mi bebé mientras ella seguía gritando papa.

― Te quiero, mamá. Gracias por todo.

.

Llegando a la oficina Ángela me esperaba como cada mañana.

Era la única persona, a parte de Edward y de mí que sabía la verdad sobre la existencia de Nicole. No le fue difícil hilar y sacar conclusiones respecto a la paternidad de mi hija, cuando me preguntó no tuve valor para negar lo evidente y acepté sus hipótesis.

Nunca había visto a una persona tan feliz por la paternidad de su jefe como lo vi con ella.

― ¿Llegó tu visita?

Negué. Entretanto preparaba mis cosas para un día de trabajo, me gustaba que el escritorio estuviera ordenado.

― Vendrá en unos días más.

― Ah, ¿y es guapo?

Miré a Ángela y me reí.

― No lo sé, para mí es bastante normal.

― ¿Cómo crees que lo tome Edward?

Junté las cejas.

― Edward Cullen no tiene nada que ver aquí ―susurré cuando me percaté que Tyler estaba escuchando―. Jasper es un gran amigo, nada más.

Ángela se inclinó muy cerca de mí. Esa posición usaba cuando quería averiguar más de lo que pensaba contar.

― ¿Ya te invitó a cenar? ―Indagó a la vez que sus dedos jugaban con los mechones de mi coleta.

― Sí… Cenamos en su casa ―respondí algo distraída, realmente no había tenido oportunidad de meditar que nuestra cena había sido nuestra primera cita ¿o no podría ser catalogada así?, esa sería la duda persistente.

― ¿Y hubo algo más? ―inquirió, entretenida en mi cabello.

Suspiré, retirando mi larga melena de sus manos.

― Solo hablamos de Nicole.

Ángela frunció los labios en un puchero gracioso. Por su mueca podía saber que no estaba conforme con lo poco que revelaba.

― Pero ¿qué pasa? ―pregunté, aguantando la risa.

― ¿No hubo acción?

― Bueno sí, correteamos a mi oruga por el piso mientras los dos gateabamos junto a ella, terminamos rendidos y tendidos sobre la madera fría.

Me miró horrorizada.

― ¿Crees que no le gustas? Porque me doy cuenta que sí, solo que se está viendo demasiado lento. Bah, no puedo creer que tenga un jefe tan autoritario y a la vez tan blando para enamorar.

― Sí le gusto porque sus miradas me lo hacen saber, solo que tal vez ―hice un encogimiento con mis hombros― ninguno de los dos está preparado para nada más que no sea el bienestar de mi oruga.

Ángela se quedó más pensativa de lo que estaba, con su mirada perdida en la nada, yo solté un suspiro largo y me dispuse a trabajar.

No pude disimular que el día fue tedioso, que estaba más distraída que de costumbre y que muy a mí pesar extrañaba a Edward.

No escuchar su voz ladrando órdenes o simplemente no verle caminar por la oficina, fue desalentador.

Que llegara la tarde y no verlo aparecer en el apartamento, no recibir ninguna llamada o alguna noticia sobre él, fue simplemente difícil.

Mis dedos picaban por marcar su número. Por hablar con él y contarle sobre mi oruga o… por saber de su día.

Cuando la noche llegó, abracé a mi oruga mientras ella comía de mi leche. Pasé mis dedos por su suave cabello.

Era mi paz en medio de tanto ajetreo.

― Dulces sueños… ―susurré al ver que tenía sus ojitos cerrados

Arrugué el entrecejo al ver que entraba una videollamada, mi sonrisa se extendió al ver que era Edward.

― Hola… ―lo saludé sin ocultar mi emoción.

Lo vi a través de la pantalla luciendo transpirado y con atuendo deportivo, supuse que por la diferencia de horario, en Italia iba amaneciendo y se encontraba haciendo ejercicio.

― Hola, Bella, no pensé que estuvieras despierta, ¿qué tal tu día?

― Extrañándote ―dije al instante y sin reflexionar.

Edward sonrió. Frotó su rostro con la toalla que descansaba en sus hombros y de nuevo miró hacia la pantalla.

― Quise decir que extrañé tus regaños ―traté de sonar casual―. Creo que a todos nos hizo falta que nos llamaras la atención, hoy fue un desorden sin ti.

― Bueno, yo sí te extrañé, las extrañé a las dos ―confesó, logrando que miles de sensaciones despertaran―. ¿Dónde está Nicole?

Mordí mi labio. No es que Edward antes no me hubiera visto alimentar a mi oruga, solo que ahora era algo más íntimo, estaba acostada con mi teta al aire y mi hija prendida de ella.

Levanté mi mirada volviendo mi atención a la pantalla.

― Está comiendo ―revelé.

Edward comprendió porque asintió sonriente.

― ¿Están solas?

Rodé los ojos. Ahí va de nuevo con su interrogatorio.

― Lo estamos.

― ¿Quiere decir que tu amigo no se quedó ahí?

― Aún no llega, lo hará hasta el fin de semana.

― Ya para entonces estaré ahí ―declaró.

Hice un mohín.

― ¿Quieres conocerlo? ―pregunté.

― No, solo que con él haré una excepción y sé que debo conocerlo.

Exhalé. Con Edward debía ser paciente, era tajante y yo tampoco era la más condescendiente.

― ¿Hablaste con tus hijos? ―quise saber.

― Aún no. Esta tarde lo haré, ellos pasaron el día con mis padres, ahora duermen.

― Mucha suerte con tus hijos, Edward.

La diminuta boca de mi oruga se abrió soltando el pezón y manteniendo un hilo de leche en las comisuras, no estaba dormida como creí, sino que estaba atenta. Levantó la cabeza, asomándose por la pantalla del celular.

Edward sonrió ampliamente y sacudió la mano hacia mi niña.

― Estás despierta princesa ―comentó alegre y el tono de voz fue evidente.

Papapa.

Nicole empezó a balbucear a punta de gorgoreos.

― Espera… ¿me dijiste papá? ―Edward parecía a punto de ponerse a dar saltos―. Es increíble, me dijiste papá, princesa.

― Todo el día lo ha repetido ―le expliqué.

― Sabes qué soy su favorito, cierto ―presumió.

― No sé si su favorito, pero sí su papá ―le recordé.

Escuché que Edward volteó hacia otro lado de la habitación y su semblante cambió.

― ¿Con quién hablas, papá?

Mi corazón se agitó en mi pecho al escuchar la voz de su hijo. Era una voz grave muy parecida a la de Edward.

Me mantuve esperando que Edward hablara, pero no pronunció una palabra…


Yo y mis capítulos suaves(según). ¿No les ha pasado a quienes son madres y trabajan que llega el momento de despedirse y los bebés o niños nos hacen desear no salir? Son momentos muy difíciles, pero ¿qué tal a las super abuelas que ayudan y son parte del proceso se convierten en ángeles, verdad? Con mi corazón espero que el capítulo sea de su agrado, tuvimos novedades y ya Christopher escuchó a Edward, ¿creen qué ya es tiempo de leer esa parte?

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