—Se volteó y me dijo: "No te preocupes, yo te llamaré" —relata Franky, con expresión altiva— ¡Y listo! ¡Así de fácil! ¡Finalmente logré conseguir una cita con una chica hermosa! Dios…estoy tan emocionado por eso.
—¿Y qué número le diste? —consulta Loid— ¿El de tu casa o el del quiosco?
—¿Eh? ¿Cómo que, que numero? No le di ningún nume-…—Franklin cae tarde en cuenta. Se va a la chucha— ¡NO PUEDE SER! ¡AHHH! ¡No me va a llamar! ¡¿Verdad?! ¡¿No lo hará?!
—No, Franky. No te llamará…—suspira Forger, cabizbajo—. Cantinero, deme otro igual por favor —le extiende su vaso.
En algún bar de Berlint.
—Oye…Twilight ¿Te sientes bien?
—¿Eh? Si, claro. De maravillas…
—Es que nunca te vi beber tan…temprano —declara el informante, observando el reloj—. Son apenas las 16:20 de la tarde.
—No es nada. Pasa que…—coge su trago, más concentrado en los hielos que otra cosa—. Me apetecía beber un buen trago, es todo.
—¿Solito? —examina con suspicacia el muchacho— ¿Qué hay de tu mujer y tu hija?
—Ah. Mhm…eso…—desvía la mirada—. Se fueron al parque con el perro. Les di la tarde libre.
—Me sigue pareciendo curioso —sugestiona Franky, tomando un sorbo del suyo.
—¿Por qué?
—Es que…últimamente, no te separas de ellas ni un solo momento. Mas que para trabajar, claro —añade—. Sobre todo, de Yor. Parecen dos siameses. Hasta para cagar van juntos, seguro.
—Exageras —retoza Loid, empinando el brazo para tomar un sorbo extenso en el proceso—. Con mi esposa nos damos nuestros tiempos de esparcimiento también. Pasar mucho juntos, nos ahoga.
—¿"Nos ahoga"? —bosqueja, suspicaz—. Eso me huele a manada. Querrás decir, tu, te ahogas.
—Escucha, no sé qué clase de tontería estes pensando, pero esto no tiene nada que ver con Yor ¿Sí? —masculle Twiligit—. Otro, por favor.
—Es el quinto ya…definitivamente tiene todo que ver con Yor —Franky hace una pausa, tragando saliva un tanto incomodo—. Oye, Loid. No olvides que soy tu amigo. No hace falta que te pongas todo huraño conmigo. Puedes confiar en mí. ¿O acaso no te he demostrado ya, eso?
—¡Dios, Franky! —Forger da un puñetazo contra la barra, furibundo— ¡Como molestas! ¡Ya te dije que no tiene nada que ver con-…! —calla de golpe. Algunos clientes del bar, lo observan estupefactos, producto de tal reacción— Tsk…un agente, debe pasar desapercibido ¿No? Hasta para eso ya, soy un fracaso. No puedo más…— Lo-lo siento…no fue mi intención, reaccionar así. Te pido una disculpa.
—No. Definitivamente estás muy estresado, Loid —expresa Franklin, pidiendo otra copa de vino—. Cualquiera pensaría que no coges hace días.
—No lo hago…hace días…de hecho…
—¡¿Qué dijiste?! —escupe la bebida, pasmado— ¿Qué demonios…está pasando realmente?
—Ggn…—el joven agente presiona los labios, fulminándose así mismo a través del espejismo que crea el vidrio— Maldita sea. No puedo quitármelo de la cabeza. Esa noche…
—Flashback—
—Los altos mandos están molestos, Twilight. Nunca, en la historia de WISE, fallaste una misión —le reprocha Sherwood—. Era casi imposible que alguien mas se nos adelantara, a menos que haya sido alguien de la misma organización. Lo cual es improbable.
—No sé…que decirte, Administradora —rezonga el rubio, de puños y dentadura apretada—. Realmente he repasado una y otra vez los planos en mi cabeza. La estrategia era perfecta. Los tiempos de respuesta los adecuados. Se que Strauss tenia enemigos poderosos, pero no a tal nivel…
—Mercader —agrega Nightfall—. De igual forma, Strauss debía morir. ¿No nos hicieron un favor con esto?
—El problema no radica en su muerte en sí. Ya varios estaban pidiendo su cabeza —determina garbosa, la bermeja—. Si no que se ha llevado a la tumba un mes completo de trabajo. Silenciado, no sabremos nada de lo que estaba planeando. Si, tenía más cómplices dentro o fuera de Ostania. Si, alguien más lo financiaba. Y lo que es peor, todo indica que el maldito tenía un cierto grado de conexión con algunos proyectos del antiguo gobierno. Algo que, en estos momentos, nos apremia conseguir con suma urgencia.
—Demonios. Con un carajo. Esto no puede estar pasando…—piensa, enfurruñado en dudas—. Al menos… ¿Pudieron rescatar algo de la mansión?
—Los bomberos intentaron sacar algunos documentos del despacho del general. Pero solo era papeleo. Mucho material se incineró y estamos intentando periciar lo que sobró —suspira frustrada, la mujer—. Vamos a reiniciar todo y partiremos de cero, con otras aristas.
—Aun podemos solucionarlo ¿Verdad? —sugiere Loid—. Quiero decir, sigo a cargo de la operación Berlint ¿No?
—En efecto. No han determinado sacarte de ella —asiente Handler—. Pero a Nightfall, sí. Tiene una nueva misión en las montañas de la frontera y necesito que se traslade a ella cuanto antes.
—Lo haré —acepta Fiona, recibiendo entre sus manos el nuevo expediente—. Si me disculpan, me retiraré. Con permiso…
Una vez a solas.
—Bueno, si no hay nada mas que hablar…—coge su sombrero.
—No han determinado sacarte de ella, Twilight —redunda Sylvia, fulminándolo con la mirada—. No porque no quieran. Si no, porque estas involucrado en esto.
—¿Disculpa…?
—Dentro de las cosas que conseguimos salvar del incendio, inteligencia estatal nos hizo llegar esta cinta —la mayor le extiende un casete por sobre el escritorio—. Según la triangulación de la antena mas cercana, minutos antes de que comenzara el fuego, alguien…hizo una llamada. Desde el teléfono mismo, de Peter Strauss.
—¿Entonces ya saben quien fue el responsable de todo esto? —Loid estira la mano, para tomarla.
—En efecto, lo sabemos. Ya la escuchamos —Sylvia lo retiene, sin quitar los dedos de encima—. Solo falta que tú, la escuches. Y me comentes, que opinas al respecto.
—¿Por qué tendría que darte una opinión respecto a esto?
—Porque una cosa es que la escuches y sepas quien es. Y otra muy distinta, es que la reconozcas y compruebes de tus propios sentidos, la veracidad del asunto —Sherwood levanta la mano, dejándole el libre albedrió—. Ahí tienes la radio. Y unos audífonos. Tomate tu tiempo.
—¿Por qué le da tanto énfasis? ¿Acaso es algún pez gordo de Ostania? —reflexiona el ojiazul. Coloca la cinta, se acomoda los auriculares y la reproduce— Esa voz…es…de…
—Se ha tambaleado de la impresión. Era de esperarse —Te noto pálido, Twilight ¿Se te bajó el azúcar? Ten —le sirve una taza de café—. Bebe un poco de esto.
—Handler…esto…no es…
—Nada —niega con la cabeza, cruzándose de brazos con naturalidad—. Ya no digas nada. Se que opinas al respecto y conozco el discurso. Ahora quiero que tomes cartas en el asunto y lo soluciones. ¿Te quedó claro?
—…
—Fin Flashback—
—Desde que supe, que fue Yor quien…los asesinó a todos, no he podido si quiera comer decentemente —repasa, compungido sobre la barra— Me cuesta trabajo hasta mirarla, sin que se me note en el rostro. Toda esta frustración que me cargo, inconscientemente la he somatizado hacia una especie de rechazo físico. En algún punto…se dará cuenta de lo que pasa y ya no podré huir de la verdad. ¿Qué pasó con la confianza que nos teníamos? ¿Acaso ya no…es viable seguir con esta relación?
—Loid…
—¿Dime? —despabila.
—Llevo bastante rato hablándote, pero estás todo tieso ahí —comenta Franky, preocupado—. Mira, realmente no sé que está pasando entre tu y Yor. Pero no olvides que hay una niña pequeña de por medio. Y que tenemos que resolver asuntos mucho mas importantes ahora. La operación Berlint es inminente. Mañana son las elecciones al fin.
—Es cierto. Por unos segundos…casi lo olvido —Forger se masajea la nuca, en un intento malogrado por relajarse y retomar sus cabales—. Es necesario que todo salga bien. Gracias, Franky. Por escucharme. Eres un buen amigo —se levanta y paga su parte.
—¿Escucharte? Pero si ni si quiera hablaste —lo ve marcharse— ¡Oe! ¡¿No vas a pagar mis tragos también?! ¡Me invitas y soy pobre!
—Son Đ89, señor —el cantinero le entrega la cuenta— ¿Desea agregar propina?
—¡¿Đ89?! —el informante suelta un lloriqueo, desde lo mas profundo de su ser—. Demonios… ¿Aceptará que le lave los platos a cambio? Jejeje…
—¿Alo? ¿Policía estatal? —ya estaba marcando el teléfono.
—¡Oiga! ¡Soy conocido aquí! ¡No haga eso! ¡Ya pago, ya pago!
[…]
Mi vida…se ha transformado en una verdadera montaña rusa, estos últimos días. Mi ánimo sube y baja, declinando conforme la primavera florece y da sus primeros pétalos. Hace un buen clima. Pero nada sopesa el invierno que vivo en mi corazón. Desde aquella noche en que Loid me rechazó, no se ha dignado a tocarme ni si quiera un pelo. Ya no es el mismo de siempre. Aun sigue siendo el hombre atento y gentil que siempre fue. Pero eso no significa que vayamos a concretar algo más, que escuetos besos en las mejillas o picos en donde nuestros labios apenas se unen. ¿Acaso se le habrá acabado el amor por mí? Me he estado preguntando eso una y otra vez. Escuché por ahí que cuando alguien ya no te desea físicamente, es porque no te quiere. Bueno, no. No lo escuché. En realidad, lo leí en una novela ligera de homosexuales el otro día. No sé hasta que punto es bueno tomar como guía o ejemplo, la ficción. Eso no tiene nada que ver con la realidad. A veces me siento como una completa estúpida, que no entiende nada de como funciona la vida. Y hay otros días en donde profeso comprender el cosmos desde su existencia misma. Loid siempre fue conmigo una persona muy abierta a la hora de transmitir sus sentimientos e intenciones. Y si bien a mi me cuesta un poquito más que a él, cuando bebo o intimamos tomo valor para alcanzar su nivel de comunicación. Me logro desenvolver en momentos así. Son esos instantes, en donde mas le dejo en claro lo mucho que me importa. Lo mucho que lo quiero y que me es imperativa su felicidad.
Aprendí a cocinar y a mejorar varios aspectos que consideraba falencias. Anya ahora hasta me agradece que estudiemos juntas. El ha reconocido cada uno de mis cambios, valorando el esfuerzo que hago a diario. Con palabras de reafirmación que me dan mucha paz. Incluso en un simple "Lo estás haciendo muy bien, Yor. Se que puedes más". Me recuerda a mis días de entrenamiento en Garden. Mi jefe solía ponerme tareas muy duras. Era sumamente exigente conmigo. Empujándome siempre al abismo de la desesperación. Y si en algún momento mostré un atisbo de querer renunciar, el me repetía siempre lo mismo: "Tienes un potencial único. No te estaría pidiendo esto, si no confiara en ti"
Que otras personas depositen su fe en mí, me brinda una bravura y una osadía que al final del día, se transforma en la determinación que pongo en cada pequeña cosa que hago. Deseo que esta familia se mantenga unida y salga adelante a como de lugar. Es por eso por lo que, si me mandan a matar al cerdo de Strauss, lo mato. Es por eso por lo que, si tengo que enfrentarme cara a cara con el diablo, le parto el trasero. Puedo con todos y todo ¿Saben? No hay quien me de pelea. Nada me hace dudar de mí misma, ya.
A excepción de una sola cosa en particular. El amor de Twilight. Porque si el en algún punto me dice que quiere terminar, que ya no me ama o ya no me desea. Yo…no…
—Mami…—sisea Anya, preocupada— ¿Qué tienes? ¿Por qué lloras? ¿Estás triste?
—¿Eh? ¿Huh? N-no, Anya. No es nada —retoza Briar, limpiándose los parpados agazapada contra la manga de su chaqueta—. Es esta tonta alergia de primavera. Se me meten basuritas en los ojos y me irrita.
—Es el plátano oriental. Siempre me hace tener mocos —le apunta hacia un árbol—. Está tirando sus esporas. Seguro busca asesinarnos a todos.
—¿Qué? No creo que…un árbol quiera matarnos —parpadea, absorta— ¿O sí?
—En algún punto la naturaleza se revelará contra la humanidad y nos exterminará —asegura la pequeña, muy seria en lo que dice—. Hay que estar preparados mami. ¿Le compramos una mascarilla a Bond?
—¿De donde sacas todas esas ideas? —no se entera.
—Lo vi en una película —explica serena, la menor— "Los zombis contra las monjas asesinas"
—Anya, sabes que a tu papá no le gusta que veas esa clase de cosas —exhala Briar, derrotada—. Te lo ha dejado en claro muchas veces. No es un contenido que él quiera que consumas siendo tan niña. Por favor, no quiero tener problemas con el después de esto.
—¡Fue sin querer! ¡Ricitos estaba viéndola y se quedó dormido en el salón! —chilla, correteando a Bond— ¡Oye, no te comas a las ardillas!
—¡Wof! —casi se come una.
—Toma. Hagamos un intercambio de paz —le propone Anya—. Mi manzana por Alvin. ¿Qué dices?
—Wuf…ghg… ¡Baf! ¡Mg! —asiente. Bond le entrega a la ardilla y la chica una fruta a cambio.
—Ya eres libre, jovencito —Anya deja al escupido roedor en el suelo— ¡Ve hacia la libertad! ¡Corre!
Pasa un ave y se la lleva.
—¡ALVIN! —lloriquea— ¡Nooo! ¡No eres una ardilla voladora!
—Una…manzana…—Yor divisa como el can mastica el alimento, cavilando— Esto es…—despabila—. Oye, Anya. ¿Puedo hacerte una pregunta? De casualidad…del tiempo que llevas asistiendo a la escuela. ¿No has notado como…cosas extrañas que pasen ahí dentro?
—¿Cosas extrañas?
—Si. Bueno…situaciones en particular o…personas, ya sabes —propone la señora Forger, liada—. Algo que sea realmente "raro"
—¡Ah! Ahora que lo pienso, si —empequeñece los ojos, briosa—. Hay alguien que es muy raro. Tan raro, que diría que no es de este mundo.
—¿De verdad? —se espanta— ¿Quién es? ¿Algún profesor?
—Nop. Es Georgi —le muestra una fotografía— ¿Ves su cabeza? Eso no es normal. Es como plana arriba y esos ojos son terroríficos. Creo que se cayó de bebé y se aplastó con algo.
—George Glooman…—lee la fémina, exhalando—. No…creo que el solo…es feo y ya…
—Te lo dije. Está bien horrible —asiente decidida, la hija— ¡Ah! ¡Papi! ¡Al fin viniste por nosotras! —brinca, jocosa— ¡Cárgame!
—Mil disculpas, Anya. Tenia algunos quehaceres que terminar —Loid la toma entre sus brazos, ligeramente torpe y con claros signos etílicos— ¿Se divirtieron?
—Yiuk…apestas —Anya pone cara de asco—. Fuchi, mejor me bajas —lo empuja.
—¿Co-Como que apesto? —Twilight se olisquea la ropa.
—Tienes aliento a viejo callejero —se cubre la nariz, nauseabunda.
—¡¿Cómo?! —se va a la chucha.
—Loid…—Yor lo observa, desanimada— ¿Estuviste bebiendo?
—Ah…solo fueron un par de copas, nada más —explica, desviando la mirada—. Estaba con Franky. Necesitaba hablar conmigo.
—¿Tan temprano? —cuestiona la muchacha— Tiene la nariz y las orejas coloradas. Nunca lo vi…ebrio.
—¿Tiene algo de malo? —refuta, inoportuno.
—¡Ah! ¡N-no! Nada de eso…no digo que esté mal tomar alcohol —niega Yor, abochornada— No soy quien para rebatirle eso. Mas que mal, yo tengo pésima cabeza para la bebida y me pongo peor que él. Pero…para haber llegado en ese estado…—cambia radicalmente de tema—. Ya está atardeciendo. ¿Volvemos a casa?
—Si. Será mejor volver —sentencia, hosco.
Una brisa tibia nos separa. Se ha formado un silencio tácito tan incomodo y tenso, que no me logro concentrar. Loid está cada vez mas distante. Mas callado. Mas…serio que nunca. Le veo perder la mirada en cualquier parte, menos en mí. Prefiere concentrarse en los niños del parque o en el cielo, antes de fijarse en mi presencia. No sé por cuanto tiempo más, llegue a tolerar esta situación. Comienza a pasarme la cuenta. Y lo peor de todo, es que por mas que le pregunto qué le pasa, siempre me dice lo mismo: "Estoy cansado". Esta ultima operación lo ha sacado de su centro. ¿Y si no es eso realmente lo que le tiene mal? ¿Tal vez…descubrió lo que hice? ¿Qué le saqué fotos a su expediente? Dios mío. Si ese es el caso…no tengo como excusarme.
A eso de las 21:15PM, se sienta en el sofá del living a mirar la TV junto con Anya. Trajo a casa esta vez, una carpeta distinta a la anterior. Es rosada y con muchos documentos en el interior. Probablemente nuevos resultados sobre los proyectos del antiguo gobierno. Me inquieta conocer su contenido. Empiezo a poner en tela de juicio todo lo que rodea a Apple y a Edén, con mas fuerza que nunca. Finjo no preocuparme en nada mas que su bienestar y le sirvo una taza de café. Me siento a su lado. Iba a sacarle conversación sobre alguna menudencia del día.
—Oye, Loid. Tu…
—Interrumpimos esta transmisión para informarles sobre la última noticia del momento.
—Súbele a eso —esboza Loid.
—¡Papi! ¡No quiero ver noticias, son aburridas!
—Shh. Silencio, Anya. No grites —demanda, aumentando el volumen— Al fin…salió a la luz.
La reportera había generado un análisis detallado de un sinfín de proyectos secretos, destapando así varias redes de tráfico. Tanto de personas como de animales. ¿Wise logró avanzar? Es una maravilla. Me ha dejado boquiabierta la cantidad de altos mandos que compusieron en su momento el liderazgo de crueles experimentos. Financiados, con dineros sucios que el propio Donovan entregó sin reproches.
Melinda sale a dar una declaración frente a las cámaras. Parece estar furiosa.
—De cara a las elecciones de mañana, mi misión se mantiene firme con el país por la cual daré mi vida —exacerba la mujer—. Era necesario para traer la paz a ambas naciones, que nos encargáramos de estas atrocidades. No permitiré que queden impunes frente a nadie. Es por eso, que el día de hoy, me vi forzada a cerrar varios centros de salud pública y orfanatos, que continuaban activos por la capital —recita, briosa—. Muchos de estos lugares, sirvieron como refugio a mujeres y niños, afectados de tales experimentos. Creemos acerbamente que muchos documentos desclasificados, apuntan a un proyecto de super humanos que buscaban mediante tortura, crear poderes o habilidades en los sujetos. Uno de ellos, es la telepatía.
Anya se levanta, dando cuatro pasos hacia atrás. Las imágenes comienzan a pasar una tras la otra. Recuerdos, que la asaltan con el pánico de un sombrío pasado; lleno de maltratos, abusos y detalles escabrosos que solo ella conocía. Paralizada cual estatua, las lagrimas comienzan a brotar de sus orbes esmeralda.
—Anya es…—remembra, aterrada— Un experimento…
—¡Arriba, 007! —berrea un hombre de bata blanca— ¡No es momento para estar holgazaneando! ¡Tienes una cuota que cumplir!
—¡Quiero a mi mami! —solloza la pequeña.
—¡No volverás a ver a tu madre nunca más!
Una bofetada.
—¡Gnh…! —Anya rompe en un llanto desconsolado, que apenas logra controlar— ¡BUAAAAAH! ¡Ahhhh! ¡AHHHH NOOO! ¡NO! —se toma la cabeza— ¡Es horrible! ¡No quiero! —y huye al cuarto.
—¡¿Anya?!
En cuanto la vemos correr, tanto Loid como yo brincamos como nos lleva el diablo. Sin entender nada, nos miramos entre sí. Y por primera vez en días, el, muestra un ápice de sensatez hacia mi persona.
—¿Qué ha pasado? ¿Acaso ocurrió algo mientras no estuve?
—N-no…estábamos muy bien. De verdad —explica Briar, compungida—. Fuimos a almorzar como quedamos. Luego al parque. Jugamos, ella comió helado. Todo bien —repasa— ¿No será que quizás la noticia…era muy fuerte para ella? Mas que mal, involucraba niños de su edad…
—Con lo que me cuesta cuidad de la sanidad mental de esta niña, procurando que no vea cosas ni las escuche, joder —Twilight se remueve la cabellera, furibundo—. No sabes lo frustrante que es todo esto para mí.
—Cariño…—Yor se arrima a él, tentada a palpar su brazo— ¿Puedo…hacerlo…? No le veo con intenciones de rechazarme —lo toca—. Tú, haces un excelente trabajo. Eres un padre increíble. Siempre tan abnegado y preocupado por ella. Es lo que mas me gusta de ti.
—¿Y tú, Yor? —le increpa el varón.
—¿Yo…?
—Eres una madre increíble. Una esposa ejemplar. Una funcionaria publica perfecta. Una amante…—sisea, timorato—. Sublime. Pero…—la fulmina con la mirada— ¿Qué hay de Thorn Princess? ¿Qué clase de persona, es? ¿Es la asesina que Ostania requiere?
—…
¿Qué? ¿A que viene de pronto todo esto? De la nada, me lo tira por la cara y como me ha tomado desprovista, me paralizo de pies a cabeza. Mi corazón da sobresaltos entre la angustia que me invade, el pánico y la verdad de mi propia naturaleza. ¿Está poniendo en duda mi trabajo o es otra cosa? No…yo creo, que ahora comprendo todo. Lo veo en sus ojos. Loid me ha abierto su mundo, como el agente Twilight que es. Pero yo como siempre, he quedado al debe. Porque si bien conozco los pasos que da. El no conoce los míos. Y si no logramos avanzar juntos, esta relación…se irá a la mierda. Quiero llorar. Mas no declinaré. No ahora que puedo solucionar las asperezas que nos dividen.
—Entiendo. Se a donde quieres llegar —acepta Briar, cabizbaja. Lo suelta y se sienta sobre el sofá, sumisa—. Perdóname…te he…descuidado. Sin darme cuenta, te dejé de lado de mis obligaciones. A pesar de contarnos todo, nuestros trabajos aún nos parecen un tabú para ambos.
—Para mi no —espeta el rubio, agraviado—. Yo te incluí en la operación.
—Eso no es verdad…
—¿Cómo dices?
—Vale…se lo diré. ¿Qué mas tengo que perder, más que a, el? Es una estupidez —traga saliva en el proceso—. Que no es del todo verdad. Aun guardas resquemores sobre mi persona, al no confiar del todo en mí.
—¿Cómo podría no, guardarlos y confiar? —rebate Loid, frustrado—. Si la noche que me dijiste que estuviste con Yuri, me mentiste. Descaradamente, me ocultaste lo que habías hecho. Entonces, dime. ¿Qué propones? ¿Qué sugieres? ¿Puedo entregarme en cuerpo y alma a una mujer, que a pesar de saber todo de mí, me sigue engañando?
—Dios mío, Loid. Lo dices como si fuese la única responsable de esto —masculle Yor, aletargada—. Debes comprender que mi trabajo en Garden tiene sus consecuencias, también. Así como tú, las experimentas en WISE. Y si hice lo que hice, fue porque era necesario.
—Asesinaste al general Peter Strauss —sentencia el varón—. A mis espaldas. Sin decirme nada.
—De la misma forma que tú, pretendías hacerlo —responde, con voz hosca— ¿Cuál es el pecado?
—Entonces lo sabías —la injuria.
—Me enteré tarde. Solo luego de leer la carpeta que no quisiste compartir conmigo —frunce el ceño— ¿Crees que soy estúpida?
—No. Eres tú, la que cree que soy estúpido —farfulle— ¿Pensaste que no te descubriríamos?
—Estaba haciendo mi trabajo. No pensaba realmente en ti —refuta la pelinegra— ¿No fuiste tu quien me dijo que fuese profesional y no mezclara las cosas? Decídete ya, maldita sea.
—No maldigas de esa forma tan altanera —le reprocha el rubio.
—Yo hablo como quiero, Twilight.
—No conmigo, Thorn Princess.
—¿Qué me importa? Ya lo hice —se levanta, caminando hasta el para enfrentarlo con todas las de la ley—. Ya está muerto. ¿Qué vas a hacer? ¿Presentar una queja con Garden?
—No tienes la más mínima idea de la tontería que hiciste, Yor —Forger le planta pecho, parándose a escasos centímetros de su rostro—. Strauss era sujeto de investigación. Me demoré un mes entero en recopilar todo, para WISE. Tenía información valiosa para nosotros.
—Lo maté ¿Sabes? —le amenaza—. Y lo disfruté mucho.
—Ah ¿Sí? —da un paso más hacia adelante—. Con que te gusta matar ¿Eh?
—Si. Me gusta. Y mucho —da otro paso hacia adelante— ¿Algún problema?
—Muchos, la verdad —jadea.
—Adelante —farfulle, casi tocando sus labios contra los suyos— Solucionemos esto. Aquí y ahora, señor Forger.
—Tú lo pediste, señora Forger.
[…]
—Yo no entiendo realmente… ¿Cómo es que…terminamos así?
Loid y yo, estamos tiesos sobre la cama. Completamente desnudos. Completamente agotados. Y con la cara pegada al techo. Ni sé cómo pasó, la verdad. Fue todo tan rápido e impulsivo que…bueno, en fin. Supongo que pasar una semana sin tocarnos, nos jugó en contra. Aunque yo sigo molesta y el también. Eso no se nos olvida. Nomás estoy dándole una tregua. Ya luego retomo mi enojo.
—Es tu culpa. Tu empezaste —exclama Yor, aun retomando el aliento.
—Probablemente…bebí demasiado en la tarde —exhala Loid, tomando un sorbito de agua.
—Tal vez —ni ella se lo cree.
—O tal vez solo…—Twilight se inclina hacia el velador y coge un mini calendario—. Solo estas ovulando. Ahí está la cosa. Es la fecha.
—Como odio que me hagas esto todos los meses —Briar le aplasta un cojín en la cara, sin moverse de su lugar—. Ya deshazte de eso, por favor.
—Imposible. Es muy necesario para mi —escupe plumas de ganso, producto de la almohada—. Eres irregular. Pasado mañana deberías indisponerte. Y debo hacerme a la idea de todos tus cambios de humor —Loid regresa a su posición inicial, suspirando— ¿Te sientes mejor ahora?
—Sigo enojada —la muchacha se levanta, cogiendo un par de prendas para cubrirse—. Lo siento, no se me quitará tan fácil.
—¿A dónde vas?
—¿Ahora tengo que pedirte permiso para ir al baño también, Twilight? —reclama, abochornada.
—Se te ve el trasero, por cierto —esboza, pasando un brazo detrás de su nuca en actitud lasciva— Y qué bonito que es…
—Ay, ya cállate —sale por la puerta.
Que idiota mas grande. ¿Cómo no me di cuenta de que tenia ese lado tan infantil? Ni creas que me voy a olvidar de esto ¿Ok? Ni juegues conmigo así, agente de pacotilla. Solo voy a mear y vuelvo.
Me siento en la taza. Cierro los parpados. Orino. Silencio total.
…
….
…..
—¿Por qué estaba enojada realmente…? —ya se le olvidó. Le da un escalofrió—. Uhg…bueno…quien sabe ya…
[…]
00:15AM. Loid y yo seguimos en pie. Luego del fulminante revolcón reconciliador que nos dimos, asaltamos la nevera como dos malditos refugiados de guerra. Aunque le veo con el animo repuesto, noto como no deja de mirar el cuarto de Anya con insistencia. Ambos compartimos el mismo sentimiento apremiante de angustia. Su errática reacción nos ha alertado de una señal al rojo vivo, advirtiéndonos que algo no anda bien en ella.
—No le echaste mantequilla a esto ¿O sí? —pregunta el rubio, masticando un panecillo—. Sabes que en la noche no puedo comerla o me da indigestión
—¿Ahora vas a empezar a desconfiar de lo que le tiro a tu comida, agente Twilight? —suspira entretenida, la muchacha—. Le eché veneno de ratones, ok.
—Genial. Eso lo tolero mas —traga. Aunque no sin antes, caminar hasta la puerta de Anya— ¿Deberíamos…entrar y ver?
—¿Por qué me lo preguntas a mí? —sisea la pelinegra, preocupada.
—Eres su madre, Yor. No me dejes solo en esto —responde el chico, inquieto.
—Y tu su padre. ¿Cuándo te he dejado solo, bobito? —Briar le da un empujoncito, alentándole—. Vamos…entremos juntos.
Mi esposo gira la manilla expectante de quizás que fantasma, toparse en el interior. Al final, solo estaba Anya durmiendo arropada y con Bond entre sus brazos. El perro es el primero en alertar nuestra presencia. Loid le hace un gesto con el dedo, simulando silencio. Nos acercamos. La pobrecita aun mantenía un par de lagrimones salados por las mejillas. Pero al menos, sigue con vida. Creo que era ese, el miedo latente que nos aterraba. Ninguno de los dos, entiende que sucede. Pero es el momento ideal para demostrarle a esta niña, que ya no está sola. Ni que tampoco, es una huérfana como esos miles de otros pequeños, victima de experimentos horripilantes.
—¿Me dejas un espacio? —musita Loid, bajando al perro con suavidad— Acuéstate a los pies.
—Wufgn…—bosteza el can, somnoliento.
La cama de Anya es pequeña. De una plaza. Pero nos la arreglamos para darnos un hueco apacible, sin llegar a despertarla. Somos algo flaquitos, asi que cabemos. Loid se acuesta del lado del pasillo y yo, del lado de la pared. Juntos, unimos nuestras manos en un abrazo que la deje a ella, en medio.
—Te amo…—gesticula Yor, con los labios.
—Y yo a ti…—gesticula Loid, con los labios.
—Papi…mami…—musita adormilada, la pelirosa. Sonríe, jocosa— Gracias…
[…]
—¡Es un día crucial para la nación de Ostania! —comenta un reportero, frente a las cámaras— ¡Por primera vez en 10 años, que retomamos este acto cívico de democracia! ¡Nos encontramos en el centro de votación de la escuela estatal 3-A! ¡Y los primeros electores comienzan a llegar! ¡Señora! ¿Qué opina sobre este proceso? —la entrevista.
Sábado. 14:20PM. Dia de sufragios.
Las calles están atestadas de algarabía. Y de policías, sin duda. Muchos, demasiado policías a rabiar. Casi como si estuviéramos en estado de sitio. Algunos vociferan contra megáfonos, recordándole a la población civil lo que es un deber, al elegir a un representante. Y las normas que esto conlleva.
—¡Los centros de votación cierran a las 17:00 en punto! —chilla Yuri Briar, animado— ¡Mujeres y ancianos, pasan primero! ¡Les recordamos ley seca hasta pasadas las 20:00! ¡No se puede vender bebidas alcohólicas, consumir en la calle ni adquirir clandestinamente! ¡Sean ordenados y respeten las filas!
—¡Yuri! —aclama Yor, resuelta—. Veo que le pones mucho empeño a tu trabajo.
—¡Hermana! ¡Que alegría verte! —corre a abrazarla, ocurrente—. Y vienes en compañía de tu familia.
—¡Hola tío! —le saluda Anya, sentada sobre los hombros de Loid— ¡Papi y mami vienen a firmar la paz!
—¿Cómo? ¿La chihuahua ya no me tilda de nada…? —los ojos del subteniente se llenan de lágrimas— ¡Buaaawh! ¡Es tan mona! ¡Dale un abrazo a tu tío favorito!
—Ay, no —se retrae, mosqueada.
—Dios, Yuri. Cuidado que me despeinas —protesta Forger, tambaleándose—. Genial, me dejó todo babeado.
—Soporta, Loidi —le reclama el pelinegro— ¡Por cierto! ¿Ya conocen su centro de votación?
—Sip —asiente su hermana—. Afortunadamente quedamos en el mismo lugar. En el liceo cerca del ayuntamiento. Justamente íbamos para allá. Pero primero, iremos a almorzar. ¿Quieres venir con nosotros?
—¿Podría? —sisea—. Es que estoy a cargo de la seguridad nacional y-…
—Subteniente —interrumpe Chloe, su camarada. Le da una palmada en la espalda, contenta—. Usted vaya y déjeme a mí. Deme eso —le quita el megáfono a la fuerza— ¡Coman rico! ¡Jajaja! —carcajea, altiva— Lo mínimo que puedo hacer después de casi provocar un divorcio, joder. Qué horror…
—¡Gracias, capitana! —Yuri le abraza en respuesta, cariñoso. Aunque sin mayores intenciones— ¡Entonces acepto!
—Ay…yo no…—quedó toda tiritona y con las mejillas rojitas como un tomatito— Tan lindo…
Fuimos a almorzar a un restaurante que su especialidad, era la comida sureña de Ostania. Un lugar que decidí escoger yo, para mostrarle a mi familia y de paso remembrar con mi hermanito menor, lo que era degustar un trocito de nuestra infancia. Se lo devoró todo. Anya amó las papas salteadas con huevo y mi marido, bueno…el amaba el estofado que yo le hacía. Por lo que, sin duda, me agradeció. Con un beso sincero en los labios. Yuri ya no se manifestaba asqueado con las muestras de cariño de mi esposo. Por el contrario, llegó a halagarnos en su momento. Fue un día increíble, para mí.
Luego de comer y tomar un postre sencillo, de nieve con batido, Loid y yo fuimos a ejercer nuestro deber cívico. Ambos marcamos con un SI rotundo, en favor a Melinda Desmond. Solo tenia un adversario. Que al final del día, pocos adeptos captó. La ciudadanía había tomado una decisión y solo ella, sería nuestra representante.
A eso de las 17:50PM. La comitiva de Melinda, celebraba el triunfo irrefutable sobre un escenario a las afueras de la alcaldía. Respaldada por un partido político nuevo, fundado por ella. Y un gabinete renovado que, en su mayoría, componían mujeres de todo tipo. Desde señoras de la tercera edad hasta recién egresadas de la universidad. Su discurso motivó a los asistentes, a gritar su nombre a los cuatro vientos. Todo culminó, en un acto que selló con la presencia de sus dos pequeños hijos. Demetrius y Damian.
—¡Ah! ¡Es el segundo hijo! —apunta Anya.
—¿Te gustaría ir a decirle un par de palabras de ánimo? —sugiere el rubio, concurrido.
—¡Chi! —asiente—. Estuvo triste por un tiempo. Y ahora que ganará muchas Stellas, me necesita.
—Bien, esto es lo que le dirás —el mayor le entrega un papelito con un breve discurso.
En lo que bajaban del estrado, noté que Anya se aproximaba a Damian para dialogar. Sonreí, satisfecha con su nuevo amiguito.
—Te felicito, segundo hijo —Anya le entrega el trozo de papel—. Ahora serás importante.
—A-Anya…—Damian relee la misiva y se ruboriza hasta las orejas— ¿En verdad, tu…? —despabila, brioso—. O-Oye…si tienes libre la próxima semana. ¿Te gustaría venir a mi casa a jugar? Quisiera…—murmura, turulato—. Mostrarte mis juguetes…
—Esto es…—la pequeña abre los parpados, como platos— ¿Significa que quieres ser mi amigo?
—Si. Creo que…podemos ser amigos ahora —declara Desmond, ofreciéndole estrechar su mano— ¿Qué dices?
—¡Digo que es…! —brinca. La acepta— ¡Waku waku!
—¡Dale con todo, Anya! —chilló Loid, para sus adentros.
—Yor Forger —murmura Melinda, brindándole un abrazo afectuoso—. Has tomado una decisión valiente. Te felicito. Gracias por apoyarme y creen en mí.
—Señora Desmond. Usted no tiene nada que agradecer —Yor toma sus manitos, segura e imperiosa—. Es la persona indicada para guiarnos hacia la paz. Y lo que ha hecho por esos huérfanos…fue increíble.
—Respecto a eso, Yor…—musita la ministra, solapadamente contra su oído— Hay un tema que me gustaría mucho discutir contigo. En privado, de ser posible. Puede que a ti y al señor Forger, les interese mucho.
—¿Huh? Eh…cla-claro, Melinda. Con gusto —pestañea, un tanto obtusa y confundida— ¿Le parece si nos reunimos el lunes?
—En mi casa, sin duda —acepta, con orgullo—. Los estaré esperando. Y por favor, traigan a la pequeña Anya con ustedes. Prometo…no decepcionarlos.
—Lo haremos. Ahí estaremos.
Me pregunto. ¿Qué es lo tan importante que tiene para contarnos, que incluso me lo llegó a susurrar al oído? Una brisa calida nos ha dividido a ambas, viéndole perderse entre el tumulto de civiles, que la felicitan por su aplastante triunfo. Siento…algo en mi espalda.
—Cariño —bosqueja Loid, tomando sus hombros— ¿Nos vamos? Quisiera pasar al supermercado por unos enceres. Ve por Anya.
—S-si mi amor. Ya voy…
Mi hermano nos hace arengas desde lejos, deseándonos un buen retorno a casa. Yo le respondo con ternura, agradeciendo su buen servicio a la comunidad. No hubo maleantes, ni revueltas ni mucho menos distractores. Creo que finalmente el problema "Strauss" fue saneado. Quisiera poder escribir un libro, de mi vida. Uno digno, que no solo pueda ser leído por gente importante. Si no que llegue incluso a ciudadanos que necesiten de mis conocimientos. De todo lo que he aprendido, en este camino hacia la madurez. Diviso a una muchacha pelirroja en una esquina, que intercambia miradas furtivas con mi marido. ¿Esa es la famosa Sylvia Sherwood? Es la primera vez que la veo en persona. Que mujer tan hermosa y elegante. Se ve que todo lo que dicen de ella, es meramente una tapadera. Porque a todas luces, es mas que eso. Tantos secretos por esconder, detrás de un sombrero distinguido y el refinado escote de un vestido negro. Ahora mas que nunca puedo hacerme una idea del respeto que le tiene Twilight en su calidad de agente. Ambos, comparten un semejante destino. El de seguir sirviendo a través del crepúsculo, por una justicia divina para todos.
Se que en el pasado le guardé rencor, por querer llevarse a mi hija a la mala. Sin embargo, de en consideración, discurro que guardarle recelo a otra mujer en tiempos de paz, es una porquería. En gracia a lo veraz, debemos unirnos. A través de Melinda, concientizar. Se vaticinan buenos augurios para Ostania. No me cabe duda alguna.
—¡Quiero maní! —exige la pequeña. Por su manito derecha toma la de su madre y por la izquierda la de su padre— ¡¿Podemos comprar?!
—Claro que sí, Anya —contesta Yor, sin premuras— ¿Me ayudas a arrastrar el carrito?
—¡Yo ayudo! —se enlista, como una militar al servicio de una misión—. Llevemos cereal de dinamita chocolatoso, por favor.
—No, Anya. Esos no —niega Loid, sereno—. Esos cereales te producen gases y explotas bien hediondo.
—¡Gah! —berrea— ¡Papi! ¡Me puedo poner un silenciador en el poto!
—Eso no existe, hija. Por favor no insistas con esto —exhala malogrado, el rubio—. Yor ¿Nos falta leche? —coge una caja.
—Si, Loid. Y también el arroz y las pastas —Briar le muestra un par de notas—. Hice la lista, que me pediste.
—Yo no te pedí ninguna lista, mi amor —sonríe, jocoso.
—¿En…serio? —parpadea, confundida.
—No —carcajea el señor Forger, conmovido. Le toma del mentón y le regala un besito en los labios—. Lo hice el primer día que llegaste a casa. Me alegra que te hayas hecho un hábito. Eres tan indulgente. Gracias por no olvidarlo.
—¿Solo porque hago la lista del supermercado? No creí que…fuera importante. Pero…si voy a recibir sus besitos a cambio, yo feliz —suelta una risita divertida, ligeramente abochornada—. Ay, amor…no aquí. Nos pueden ver. Pero si insistes…el pasillo de los congelados me parece buen lugar.
—¿De que habla? Solo le di un beso…—Loid no se entera— ¿Qué?
—¡WOAAAH! —Anya se paraliza, maravillada con un cartel en particular. Es una promoción a la nueva película de Bondman— ¡NECESITO ESTO! ¡Son las galletas de la serie de anime! ¡Hay que llevarlas!
—Dios mío, Anya. No eleves tanto la voz —suspira Twilight. Mira el cartel— ¿Qué es esto? ¿Ahora atraen a los niños a consumir excesos de caloría con juguetes? Que locura.
—Ay, cariño. A veces hablas como una vieja culeada —Yor le resta importancia. Echa un par al carro—. Lo llevamos.
—¡Gracias mami! —brinca Anya, de un lado a otro— ¡Te amo mucho! ¡Eres la mejor!
—¿Vieja culeada? —el rubio repite, ofendido— ¿Cómo que vieja?
—¡Pasen por aquí! —anuncia un promotor, vestido de pollo— ¡50% de descuento en el pollo frito! ¡Croac! ¡Vengan por su pollo frito!
—Papi…—asevera la menor—. Debemos...si o si, llevar pollo frito.
—¿Y eso por qué?
—Porque a las mujeres de verdad…les gusta —sentencia, muy, muy seria.
—¿Tú dices?
—Ay, que rico —aplaude la señora Forger—. Lo llevamos. No me gusta el pollo frito. Pero si me gusta la ****
—¡¿YOR?! —Loid se acojona.
—¡Wof! ¡Wof! —ladra Bond, con los ojitos en forma de estrella— ¡Wam! ¡Baaah!
—¿Qué le pasa al pe-…? —Twilight se paraliza de golpe. Lo ve y no lo cree—. N-no puede ser… ¿Galletas de entrenamiento? Lo llevo.
—Pura caca compras —refuta Anya, derrotada.
—¡¿Cómo dices?!
—¡Loid! ¡Anya! ¡Por acá! —Yor levanta la manita. Es la maldita sección de cuchillos, pinchos parrilleros, armas blancas y afilados instrumentos de asesinato— Awww… ¿Los llevamos todos?
—A-amor…tu…
Fue una linda tarde de compra, con la familia Forger. Cada quien tenia sus gustos y apreciaciones variadas sobre que es lo que se necesita, para sobrevivir. Al finalizar las adquisiciones, el carro termina atiborrado hasta el tope de bagatelas. Algunas, que sin duda no son necesarias.
—¿No creen que nos excedimos un poco? —sugestiona el varón, turulato— Bueno…de igual forma, WISE paga. Se la reviven.
—Bienvenido a supermercados Me llevo todo. Donde todo es, llegar y llevar —saluda la cajera, pasando los productos por la registradora— ¿Posee descuento de cliente frecuente?
—N-no…señorita. Nada…—¿Llegar y llevar? Eso es publicidad engañosa. De ser así, estarían fomentando el robo. Es cosa de entrar, tomar algo y me largo— Pago en efectivo, por favor —atañe.
A pesar de ya estar en la caja, pasando los productos y empacándolos, Loid sigue mostrándose conforme con todo lo que compramos. Aunque la mayoría sea porquerías. Mientras Anya se distrae comiendo un chocolate que robó magistralmente de una góndola, noto que mi esposo, solapadamente y de último minuto, añade un estuche de preservativos que encontró detrás de un estante. No reconozco la marca ni tampoco el modelo. Supuse que quería probar algo nuevo. Me hago la desentendida. Agradezco y salimos hacia el estacionamiento. Cogimos un taxi en dirección hacia casa. El caos de comprar finaliza. Mas no el de desempacar todo. La despensa es grande y hemos adquirido mercadería para casi dos meses de sustento. Como siempre, tan precavido.
—Anya, por favor no corras tan descerraja o te golpearás con algo —advierte Loid, acomodando el refrigerador—. Yor, esto va en la alacena.
—Gracias. Esto va en el congelador —Yor le entrega de vuelta, un paquete de legumbres congeladas—. Y estos flanes, también.
—Gracias, cariño —los ordena.
—¡Yo quiero ayudar! —Anya mete la cabeza en una bolsa y extra un par de productos— ¿Esto que es?
—Crema de afeitar —aclara el rubio—. Eso… ¿Dónde irá? Uhh…me pregunto yo —se hace el loco. A ver si capta.
—Mmh… ¡En el baño! —acierta la niña.
—Sin duda, en el baño —sonríe Forger—. Muy bien. Ve a dejarla. Esto también —le pasa un par de jabones y desodorantes.
—¡Misión baño, en camino! —sisea— ¡Vamos, Bond! ¡Trae la pasta de diente!
—¡Wof! —el perro obedece, llevando algo en el hocico.
—¿Queso crema de cabra, Yor? —cuestiona Loid, examinando el paquete— ¿No quedamos en no comprar alimentos pasteurizados?
—Pero las preparo para las galletitas que te gusta, amor —explica la pelinegra, preocupada— ¿O ya te cambiaron los gustos?
—No, nada de eso, cariño —niega, templado—. Pero no abusemos mucho ¿Sí?
—Yo no te digo nada por adquirir pepinillos encurtidos —rezonga la señora Forger. En lo que lee la etiqueta— ¿Ya viste cuanta sal le ponen a esto?
—Ya. Pero los traje porque a ti también te gustan —revela— ¿O no?
—Últimamente no mucho, mi vida —niega la muchacha, serena—. Creo que les ponen mucho vinagre y me da acidez.
—¿Acidez? —Loid se levanta del suelo, buscando la calidez de su anatomía. Le quita la lata de atún de las manos y la examina, de reojo— ¿Te has sentido mal del estómago recientemente?
—Ayer…si, un poco —se queja, trémula.
—¿Por qué no me lo contaste, amor? —musita Loid, melancólico.
—Porque me enteré hace poco —relata la chica, rodeando sus brazos por su cuello— ¿Cómo podría? No me pongas esa carita que me preocupo.
—¿Y que cara te pongo? —bosqueja, ruborizado—. Si te amo mucho…
—¿Mucho? —sugestiona, lasciva.
—No empieces o…
—¡Papi! ¡Mami! —Anya retoma la búsqueda y saca otro producto de la bolsa— ¡Estos globos! ¡¿Dónde van?!
—¿Qué globos? —responden Loid y Yor al unísono.
Puta mierda. ¡Esos no son…!
—¡Eso…! —Twilight se lo arrebata de las manos, sin muchos miramientos—. De eso me encargo yo ¿Sí? — Carajo, son los condones que compré.
—De acuerdo —Anya rueda los ojos, sarcástica. Porque no entiende ni mierdas. Toma otro producto de la bolsa— ¿Y esta crema de frutilla? ¿Dónde va?
—¿Qué crema de frutilla? —Twilight no se entera—. Yo no compré nada de eso.
—"Lubricante ultrasuave de recubierto vaselinico para mayor esti…" —lee la etiqueta. Sigue sin entender una mierda— ¿Va en algún postre? Si es así, debe ir en la alacena de-…
—¡Eso es mío! —espeta Yor, con el rostro perlado en un rubor carmesí—. Va en…mi habitación. Mira, te dejo esta bolsa ¿Sí? Solo productos de aseo. Operación baño, en camino —ríe, nervuda.
—¡De acuerdo, agente Mami! —asiente, segura.
Silencio incomodo y sepulcral en el ambiente. ¿Qué cojones?
—Yor…
—No me digas nada ¿Quieres? Ahórratelo —reclama de vuelta, ensimismada en su propia vergüenza— ¿Ya terminamos?
—S-si…pero…—a Loid le sigue llamando la atención de ese producto. ¿Qué pasa? —. Oye…
—No quiero hablar de esto…
—Yor, escucha…es que…
—Por favor…—niega la muchacha, muy febril.
—Pero —insiste, preocupado— ¿Por qué estás comprando un gel? ¿No logro…estimularte lo suficiente?
—Nada de eso, Loid…—ya no sabe dónde meter la cabeza de la vergüenza—. No lo entenderías.
—Si no me lo explicas, claro que no lo entiendo —le toma de la carita, comprometido—. Ya dime que pasa…
—Es que…—Yor se muerde los labios, dubitativa antes de confesarlo. No quiere sonar burda o que pueda ofenderlo. Es algo mas bien femenino. Pero la ocasión lo amerita—. A pesar de que ambos nos empapamos mucho, no es suficiente a veces. Siento que esos profilácticos que comprabas…eran algo…ásperos.
—¿Y por qué demonios no me lo dijiste antes? Yo pude haberlos cambiado. Si no me-…
—Shhh…—lo acalla, posicionando dos dedos en sus labios—. Ya no digas nada ¿Quieres? No te sientas solo con el deber de ser el único que se lleva toda la responsabilidad o el peso de esto. Yo también necesito satisfacerte. Por favor, no me cuestiones nada. En el fondo…—añade, cabizbaja—. Esto no solo me ayuda a mí. Leí el envoltorio y ayuda mucho a la pareja. Tienen un efecto estimulante que permite el contacto y el…deslizamiento mas ameno.
—¿Compraste esto por mí? Yor, por favor. No hace falta. Tú me estimu-…
—No es suficiente —le interrumpe, sorpresivamente.
—¿De qué cojones hablas?
—No es suficiente —insiste—. Llevo un tiempo estudiando esto. No solo estoy yo y mi dilatación. Se que ustedes crecen conforme al estimulo del momento. Y este gel…promete algo así.
—¿Qué me estás contando? —Loid parpadea, estupefacto. Sigue sin comprender— ¿De qué estás-…?
—La primera vez que lo hicimos…—revela, malograda—. Fuiste increíble. Y no digo que hayas declinado con el tiempo. Pero creo que me jugó en contra el hecho de nunca haberlo experimentado. Ahora mismo, las ultimas veces, acabas tan rápido que no-…
—¡¿Qué demo-…?! —Forger se paraliza, cual roca de pies a cabeza— ¡¿Me acaba de decir que soy precoz?!
—¡Todo guardado! —interrumpe Anya, reportándose— ¿Ya podemos cenar? Me duele la pancita. Muero de hambre.
Loid y yo nos miramos, acabados. Vale. Hora de cenar.
23:50PM. Anya está en su cuarto. Entro a la pieza que comparto con mi marido y yace sobre la cama, analizando un libro como de costumbre. Solo se hace el sueño para descansar. Me cambio de ropas, sin mucha vergüenza delante de él. Somos marido y mujer. Ya llevamos un tranco en esto. Me acurruco contra su pecho. Apago la luz de mi velador. El no me dice nada. Está muy concentrado en lo que lee. ¿Qué será? Me asalta la curiosidad.
—¿Qué lees, Loid?
—Un libro de neuro ciencia —responde. Regalándole un besito y pasando uno de sus brazos detrás de mi nuca. Con una mano sujeta el texto y con la otra, me agasaja—. Hueles rico. ¿Es el nuevo champú?
—Es la crema de ducha que compré hoy —añade, altiva— ¿Te gusta?
—Todo lo que usas me gusta —halaga el varón, de manera templada—. Dame un momento que ya termino.
—¿Me explicas un poquito? Antes de dormir —Yor frota su mejilla contra sus pectorales.
—Si, claro —asiente, con la vos aterciopelada—. Trata de sobre como somatizamos algunas sensaciones, de manera corporal. ¿Te hace sentido? Que, si te sientes con miedo, te duela la colita ¿Por ejemplo?
—Me hace mucho sentido —acota Briar, masajeando la mejilla derecha de su cónyuge, en respuesta—. Últimamente todo lo que me estresa, hace que me de acidez.
—Eso de la acidez, deberías tratártelo —masculle—. Mañana mismo iremos al doctor.
—Está bien, pero…—agrega, preocupada—. Loid…
—¿Sí?
—Aun no me baja…
—¿Aun no? El mes pasado se atrasó cinco días —Forger recurre a su mini calendario, tachando con un lápiz la fecha—. Bueno, pondremos. "Hoy no fue". Mañana sí.
—¿Crees que sea producto de mi acidez?
—Lo dudo, Yor… —explica el varón—. No soy experto en anatomía femenina. Pero tengo entendido que el estómago y el útero no están conectados del todo a menos que lleves un bebé dentro.
—Es cierto. Que tonta. Yo no…—Yor acalla de golpe, muy incómoda. Constriñe el rostro y frota sus piernas entre si—. Amor…creo que tengo que ir al baño. Hablando del rey de roma, me acaba de bajar.
—¿De verdad? Wow…que maravilla. Nos escuchó hablar y atendió el llamado de la naturaleza —bromea, azaroso— ¿Te acompaño?
—N-no. Te aviso si te necesito —Yor se levanta, atareada—. Ya vuelvo.
—Tómalo con calma ¿Sí? —advierte el rubio, tras verla salir por la puerta— Ya se de que irá esto. La conozco. Solo espero este mes, sea mas indulgente con ella. En verdad, me duele verla así…
A los diez minutos después.
—¡Gnhn! —Yor se retuerce sobre la cama, con ambas manos en su vientre— ¡N-no hace falta!
—¡Yor! —exclama Twilight, afrentado— ¡Te traje toallitas! ¡Dime cual de las dos necesitas! Este…—relee, abnegado y muy nervioso— ¿D-De flujo natural con algodón olor a manzanilla o nocturnas con tela malla? Yo digo que las segundas. Porque estás pálida, mi amor.
—¡La-La segunda! —se queja, retorciéndose sobre la cama— ¡Loid, yo no-…!
—¡Tra-Tranquila! ¡Son contracciones casi de parto! ¡L-lo solucionaremos! —espabila— Dios mío ¿Por qué la castigan de esta forma? Es inhumano —Forger se desespera, tentado a cometer locuras si es necesario—. Cariño, vamos a cambiarte. Acabas de manchar las sábanas.
—¡¿Qué hice que?! —Yor se vuelca a llorar, desprolija.
—¡Yo las limpio! ¡Ven conmigo! —la toma en brazos, deliberadamente— ¡Vamos! ¡Te ayudo!
—¡Espera, no me-…!
Otros diez minutos después.
—¿Mejor? —consulta el rubio, preocupado.
—Mejor…
—Ya dejé todo en la lavadora y te preparé esta infusión. Mi madre solía tomarla —confiesa—. Ven conmigo. Se que me odias ahora mismo, porque estás irritada. Pero si te doy mi calor corporal, te ayudará
—Si me vas a ayudar. No hables nada —advierte la fémina— ¿De acuerdo?
—No hablo nada —sentencia, apretando los labios. Solo dando fervor— Tu tranquila.
—Gracias…—Yor lo rodea de piernas y brazos—. Estás calentito…
—Bebe el té por completo, por favor —insiste el rubio, acomodándole la taza en los labios—. Tómalo…
—Sabe mal —la pelinegra hace amago de asco— ¿Qué le echaste? ¿Pis de gato?
—Tómalo de igual forma —niega el rubio, fascinado— Nah, como crees. Solo es canela y manzanilla.
—Oye…Loid…—musita la señora Forger, ligeramente constreñida— ¿Sabes? Hoy Melinda durante esta tarde, me comentó que ha tenido avances sobre esos centros de experimentación. Me preguntó si era posible reunirme con ella el lunes, en su casa. Bueno, habló en plural.
—¿De verdad? Yo supongo que le dijiste que sí —comenta el señor Forger, jocoso—. Me es de mucha ayuda su participación en este tema. WISE se ha volcado de cabeza y los avances han estado algo flemáticos.
—Claro que le dije que sí —murmura intranquila, bebiendo un sorbo de su infusión en el proceso—. Pero…esta vez, quiere que vayamos con Anya.
—¿Anya? —inquiere Loid, con atisbos de suspicacia— ¿Y ella por qué?
—Realmente lo desconozco. Supongo que está pensando en la creciente amistad de su hijo Damian —manifiesta la asesina, pesarosa.
—Bueno, de igual forma no hace falta que se quede ahí escuchando —suspira Twilight, acomodando la espalda contra la almohada—. Tiene razón. Sería una excelente instancia para ambos. Pueden ir a jugar mientras platicamos del asunto.
Le vi actuar con tanta naturalidad, que por unos instantes dudé de mi propia sensatez al querer insinuarle lo que mi cabeza maquinaba en esos momentos. Como me encantaría poder contarle a Loid lo que pienso sobre el proyecto Apple, Edén y otras cosas. Eran demasiadas coincidencias. Cada una de ellas, mas escabrosa que la anterior. No olvido que Anya es huérfana y que, tras adoptarla, poco y nada se de su pasado. En el instante en que la señora Desmond mencionó el tema e hizo hincapié en su participación, los bloques comenzaron a encajar en su lugar. ¿Habrá alguna conexión con el orfanato y esto? Su reacción la noche anterior distaba por lejos de una niña con la sanidad mental a tope. No digo que los pequeños no tengan traumas. Sin embargo…Anya parecía aterrada con la noticia. Temo que, de manera ingenua, por anhelar buscar honrados la justicia, pasemos a meter el dedo en una herida que aún no ha cicatrizado.
Me terminé el brebaje ancestral de mágica curación y me arropé junto a él, viéndome presa del sueño en un abrir y cerrar de ojos. Me sentía mucho mejor, ahora que mis hormonas se regulaban. A la mañana siguiente, hicimos una barbacoa en el jardín, solo nosotros tres. Anya me ayudó con la jardinería y Loid quiso incursionar en el mundo del bricolaje. Se veía muy chistoso con su cinturón de herramientas y sus botitas y guantes. Parecía bob el constructor, jeje. Fue un domingo apacible, dentro de todo. Ya para la tarde fuimos a dar un paseo al parque del condominio. Mi esposo se empeñó en enseñarle a Anya sobre como montar una bicicleta sin caerse en el proceso. Bond era el más entretenido, brincando de allá para acá. Afrentada por un cólico infame que me laceró la espalda, me vi obligada a sentarme sobre una banca. A pesar de mi malestar, quisiera recalcar que hizo buen clima. Corría una brisa tibia, con aroma primaveral. Las azucenas ya están en flor y los colibríes danzan garbosos sobre los pistilos. Tuve que pasar muchas cosas, para poder llegar a este punto de mi vida. El montículo de cadáveres que se alza bajo mis pies; nunca será suficiente para describir lo mucho que valió la pena. La paz nos sonríe de cara a un mañana prospero. Incluso si es uno repleto de espías y asesinos encubiertos. Por proteger la vida de esta niña, estoy dispuesta a seguir en este temerario camino de las sombras.
Solo espero que lo que tengamos que hablar mañana con Melinda, en el fondo me ayude y no atente a esta tranquilidad, que tanto amo…
[…]
—Dios…que día. Me duelen mucho los pechos —sisea Yor para sus adentros, bosquejando una mueca en forma de pucherito— Ni si quiera pude cerrarme bien la chaqueta…—exhala—. Anya, ten cuidado con sacar las manos del vehículo por favor. O tu papá te va a regañar de nuevo.
—¡Ahh! ¡Papi, mami! ¡Miren, miren! —berrea la menor, apuntando hacia la gran casona— ¡Pintaron la casa! ¡Ahora es colorida!
Es cierto. Anya no había venido desde aquel almuerzo. Claramente los ánimos ya no son los mismos. Hasta el mayordomo nos recibió con una sonrisa afable. La señora Desmond nos da una cálida bienvenida, en compañía de sus dos ojos. Aunque el mayor, no tarde mucho en restarse de la plática.
—Lo siento, pero debo estudiar.
Demetrius tiene un ligero aire garboso a Donovan. Sobre todo, por esa mirada paranoica que lo caracterizaba. Luego de la muerte de su padre, supe que Melinda lo había retirado de Edén para enviarlo a estudiar a un colegio similar, pero en Westalis. Todo esto, como una muestra de diplomacia. Una estrategia de mercado, por así decirlo. El envío de un mensaje fuerte y claro sobre la paz que deseaban mantener. De las dos naciones, el Este siempre se mostró más bélica que su contraparte. Al caer en injurias y ataques indiscriminados hacia la clase dirigente del Oeste. Yo y mi marido confiamos en que todo salga bien y nada malo le suceda al adolescente.
—Damian, tesoro —demanda Melinda, frotando la nuca de su pequeño—. Lleva a Anya al salón de juegos un momento. En cuanto la cena esté lista los llamaré.
Medio que, a regañadientes, como que si…pero no, el muchacho accede. Abochornado de su propia ansiedad, ambos niños se restan de la reunión; tras una puerta que sube las escaleras. Solo para cuando los tres adultos se encuentran a solas y en silencio, es cuando la nueva primer ministro reabre el debate. Exponiendo sobre la mesilla de centro, un expediente nuevo.
—Perdonen si la pregunta suena estúpida a estas alturas del partido —bufa Melinda— Pero de casualidad ¿La señora Forger ya le comentó al señor Forger de que trata esta reunión?
—Si, por supuesto —esclarece Yor, con voz serena—. Comprenderá que ya no hay secretos entre ambos. Nada, que merezca ocultarse al conocimiento del otro. Y en eso, estamos dispuestos a colaborar en cualquier materia que se nos designe a futuro —añadió, posicionando su mano contra la de su esposo.
—Me alegra mucho escuchar eso. Ya que ahora mas que nunca, tendrán que unirse frente a esto…
—¿Esto que es, señora Desmond? —Loid examina el documento, inquieto— Jamás oí hablar de un "proyecto X"
—Mis informantes lo denominaron así, al no haber recopilado el titulo de la investigación inicial —explica la mujer, con actitud templada—. Este no es ninguno de los otros proyectos que ya conocemos como el Apple o Paradise. Este es…distinto. Y en un grado que, a mi pesar, los involucra.
—¿Cómo dice? —Briar se sugestiona, contra el asiento.
—"Niños que fueron usados como ratas de laboratorios para desarrollar poderes de telepatía" —recita Twilight—. Es lo que habló usted la otra noche, en las noticias. ¿De qué forma nos involucraría? No estoy…entendiendo.
—Antes de comenzar, lamento informarles que la mayoría de los menores de edad involucrados en el proyecto…fallecieron —sentencia la señora Desmond, molesta—. Estos malditos hicieron desaparecer incluso los cadáveres. No hallamos rastro alguno. Sin embargo, pudimos rastrear el ADN de un sujeto en particular, el día que visitaron las viejas instalaciones. Uno, que milagrosamente logró escapar. Mucho antes de que el edificio cerrara. Nos costó trabajo seguirle el rastro —relata la mujer—. Ya que visitó muchos centros de acogida desde ese entonces y cambió su apellido varias veces, tras ser adoptada por un par de familias. Finalmente dimos con su real paradero, la mañana del viernes. Todo esto, a raíz de una junta del comité en el ayuntamiento —adiciona—. Solicité el registro de todos los orfanatos vigentes entre el antiguo gobierno y este. Y curiosamente una sola persona en particular, hizo el tramité de legalizar la adopción durante ese periodo. Una joven madre…que solo buscaba lo mejor para su hija —recae en Yor.
—¿Qué me está…contando, Melinda? —Yor se solidifica en su lugar, indiscutiblemente pasmada— ¿Esto que es? ¿Qué significa? ¿Qué Anya es en realidad…un experimento de laboratorio?
—Un-un momento. Disculpe…—Twilight intenta digerir lo mejor que puede la noticia, aunque le esté costando un trabajo sobrehumano—. Déjeme ver si entendí. Este… "proyecto". Usaba niños, como sujetos experimentales ¿No? Con la finalidad de volverlos…telepatas o algo así. Eso quiere decir, que…Anya en realidad… ¿Puede leer la mente? — Es una locura. Si realmente lo hace, eso quiere decir que ya…sabe todo…desde hace muchísimo tiempo.
—Bueno, si es la niña que escapó del centro como sabemos que es —asiente la pelinegra—. Sin duda debería poder ser capaz de hacerlo. Todos estaban en vías de lograrlo, pero fracasaron. Ella era el sujeto numero 007. Seguro que consiguió lo que buscaba. Además de que, realmente no tiene 6 años. Tiene 5. Tenemos su acta de nacimiento. Aunque sin padres registrados. Están borrados.
—Pe-perdone…Melinda. Si sueno cruel o algo así, pero —farfulle la asesina—. La madre biológica de Anya. No está viva ¿O sí? — Yo espero que no, porque…de ser así…
—No lo sabemos. No hay registros de ella —Desmond se encoge de hombros, retomando otro sorbo de té—. Pero estoy segura de que, de estar con vida, la niña querrá conocerla. Es por eso, por lo que los cité hoy. Mas allá de que Anya lea o no lea la mente casi como un genio de ciencia ficción, el proceso de adaptación a la verdad deberá contar de toda la madurez y apoyo de ambos —determina la ministra—. Es imperativo que pongan paños fríos y la traten con mucho amor, ahora.
—Wise no sabe de esto ¿Verdad? —farfulle Loid, trémulo y atragantado en sus palabras—. S-si…llegan a en-enterar de que mi hija, es-…
—Wise no lo sabe ni lo sabrá, Twilight. Pierda cuidado. Tampoco Garden, ni ninguna otra persona que no seamos…nosotros 3 —asegura, briosa—. Se perfectamente lo que debe de estar sintiendo ahora mismo. Ambos. Lo puedo ver en sus ojos. Tienen miedo. Es normal. Les aterra la idea de que alguna organización tome ventaja de ello y la regresen a análisis y experimentos —masculle—. Pero yo, no permitiré que sigan lastimando a mas niños inocentes bajo mi gobierno. Tienen mi palabra. Me iré a la tumba con el secreto.
Tras intercambiar miradas furtivas con mi esposo, la incertidumbre nos envuelve en las sombras de lo desconocido. Ninguno de los dos sabe que decir al respecto. Aunque si lo vemos desde un ángulo menos obtuso, Anya siempre manifestó ciertos comportamientos singulares no típicos de un niño común. Dejando muy en claro que era "especial". Con muchas de las cosas que hacía o decía. Conforme
—Gracias por su ayuda, Melinda —agradeció el rubio, en lo que bosquejaba una mueca grácil— ¿Puedo conservar el archivo? Sería de mucha ayuda que con mi mujer pudiéramos examinarlo.
—Todo suyo, Forger. En sus manos queda.
Regresamos a casa con un gustillo agrio en la boca. Procurando esta vez, disimular toda clase de pensamiento nocivo que le diera la potestad a nuestra hija, de leer nuestras mentes. Decidimos que mientras no supiéramos bien que hacer, guardaríamos el secreto hasta tener el panorama mas claro. Supuse que para Loid, quien estaba entrenado en las artes del espionaje apaciguar su mente sería pan comido. Pero lo que es yo, el trabajo era sobrehumano. Me vi forzada a llenarme la cabeza de letras de canciones infantiles y recetas de cocina. Hasta que se durmiera. A eso de las 1:12AM yo continuaba en pie. Con el albor de una taza de té humeante, repasé aquel documento una y otra vez. Me comí el cerebro tantas veces, que finalmente conseguí convocar la intranquilidad de mi esposo, sin querer.
—Yor, tienes que tomarlo con calma —sisea el señor Forger, malogrado—. Anya no necesita enterarse de esto. Creo que es muy pequeña para afrontar tanta verdad.
—Loid…—masculle la esposa, con la voz áspera y el semblante decaído— ¿Hay alguna posibilidad de que los padres de Anya estén vivos? Tal vez, están aquí, en Berlint.
—Tu no quieres hacer esto ¿Verdad? —profesa el ojiazul, turbado—. Por favor, no me hagas buscarlos.
—No. Ciertamente no quiero. Pero sería lo correcto en una ocasión así o no estaré tranquila —sopesa la pelinegra, cabizbaja—. Si Anya desea reencontrarse con su madre biología, quizás ella…yo…no…bueno…—no logra hilar palabra.
—Oye…—Twilight se sienta a su lado, apaciguando la pena con un toque sincero de manos—. Todo va a salir bien. Pase lo que pase, tu seguirás siendo la mamá de Anya. Te recuerdo que madre no es solo la que engendra.
—Si, lo sé. Pero esto es distinto —retoza la fémina, melancólica— ¿Qué tal si en realidad solo fue arrebatada a la fuerza de su regazo? Ya no sería su culpa de abandonarla.
—El informe dice todo lo contrario —esclarece Loid, con parsimonia—. Si bien no hay muchos registros del paradero de sus padres, lo que si deja muy en claro es que Anya no llegó a ese laboratorio de manera arbitraria. Al parecer, nació dentro de sus instalaciones. Lo mas probable es que su madre haya sido parte de tal proyecto igual —suspira—. No sé si en calidad de victima o de victimario. Pero una niña que vivió toda su vida encerrada en una casa ficticia…merece tener una real. Ahora más que nunca.
—Entonces… ¿Qué sugieres? —cuestiona la pelinegra— ¿Tienes algo en mente?
—Propongo que, por el momento, no hagamos nada. Somos adultos, podemos controlar nuestros pensamientos delante de ella —Forger repasa el documento, con la agudeza de un agente profesional—. Aquí dice que se desconoce como funciona. El campo es limitado a un cierto rango. No es regulado, funciona a veces. Días de luna nueva, entra en receso — Aunque muchas cosas no estén claras y deba averiguarlas por mi cuenta, no saco nada con seguir llenándome de información basura por un informe mal redactado. Creo que mi mejor guía será estudiarla a ella con los años—. Anya es muy niña aún. Pensar que tuvo que mentir sobre su edad para que yo la adoptara, me pone los pelos de punta. Lo que necesita ahora es contención y unos buenos padres para ayudarle a sanar todo ese trauma que le hicieron pasar —sentencia, esbozando una sonrisa cariñosa— ¿Me ayudarías en eso, Yor?
—Yo siempre estoy dispuesta a colaborar —Yor asiente, con los parpados humedecidos en lagrimones. Acto seguido, se abalanza hacia sus brazos, cobijando la angustia de una pena en el regazo de su pareja—. Muchas gracias, Loid. En verdad, eres mucho más que solo una figura paterna para ella. Has demostrado ser un ser humano increíble.
—Agradezco que puedas notarlo y seas consciente de lo que valgo, de la misma forma que yo lo hago contigo —manifiesta de vuelta, animado—. Ahora, vamos a repasar nuestra nueva estrategia ¿Sí?
—¿Es una nueva misión para la familia Forger? —Yor suelta una risita enérgica.
—Si. Así es —ríe, ardoroso— ¡Operación "por la mente en blanco"! Cuando…sea necesario, jeje…
—O-oye, Loid…no crees que Anya se haya dado cuenta ya, que tu y yo…—musita, reacia a una bochornosa idea—. Bueno…ya sabes.
—Aunque no lo parezca, yo he controlado bastante bien los pensamientos que tengo sobre ti cuando estamos en casa —confiesa el varón, de manera gallarda y segura—. Imagino tú, haces lo mismo ¿No?
—¡Cla-Claro! Por supuesto que sí, jeje…como crees —desvía la mirada drásticamente, en una actitud bizarra— No es cierto. ¿A quien quiero engañar? ¡He sido una pervertida todo este tiempo! Aunque en mi defensa solo quiero aclarar, que no provoco adrede esta clase de pensamientos. Me acometen de la nada en los momentos más estúpidos que se pueda uno imaginar. Por ejemplo, el otro día Loid estaba comiéndose un dulce de fresa. ¿Qué tenia que ver eso con lo otro? Ni idea, pero me sobre estimuló verlo y automáticamente mi menté comenzó a fantasear. ¡AY, NO! ¡Soy la peor! —se aprieta el rostro con ambas manos— ¡Ahora si que voy a terapia, lo juro!
—Jajaja…te noto tan liada que hasta juraría puedo leer tu mente yo también —bufa Twilight, entretenido con sus muecas— ¿O será que desarrollé ciertos poderes, conviviendo con ella? Veamos…¿Qué será eso tan morboso que tienes en mente, Yor?
—¡Kyagh! ¡No me estés con bromas así o te golpeare! ¡¿Quieres? —chilla Briar, ruborizada de pies a orejas. Le empuja hacia atrás, midiendo la fuerza ejercida—. Mira que para mi no es sencillo controlar ciertos impulsos…
—Cierto. Quisiera solo pensar en el hecho de tu intimidad. Pero el tema de tu trabajo…
—Ya sé. Por eso mismo lo digo —exhala, acongojada—. Que una niña se esté enterando de mis asesinatos, no es divertido.
—Ni de los detalles de mis misiones —Loid se lleva una mano al mentón, reflexivo—. Mhm… ¡Bien! Será parte de la operación —se levanta del sofá, impetuoso—. Te enseñaré como funciona el mundo del espionaje, mediante códigos que puedan inhibir y ayudar a controlar tus emociones.
¿Esto realmente iba a resultar? La verdad…no me tengo mucha fe. Soy algo torpe a la hora de seguir instrucciones mas complejas, a menos que me las facilite con imágenes o representaciones sencillas. Twilight había ideado toda una estrategia casi brillante, del cómo lidiar con pensamientos extraños delante de Anya. Esa noche, no pegamos un ojo repasando las tareas mas principales. A punta de tazas de café, Loid me dibujó en una repisa el modelo a seguir.
—Cada vez que estés frente a Anya y pienses en cosas sucias. Lo asociarás automáticamente a una fruta. ¿De acuerdo? Puedes escoger la que gustes. Y te concentrarás rápidamente en ella, repitiendolo en tu mente. ¿Lo pillas?
—Entendido —acepta con la cabeza, garbosa— ¡Elijo la castaña!
—La castaña no es una fruta, Yor.
—¿No es? —parpadea.
—¿O sí? —Loid se enreda. Abre un libro y repasa—. Un segundo…joder, que si es. Vale, pero la castaña es muy rebuscada. Mejor utiliza algo más sencillo como una banana. Y sus derivados, dependiendo del momento. En cuanto a los asesinatos, puedes elegir un color.
—Banana entonces. Y para mis encargos, el color negro, sin duda —sentencia Briar.
—Ese es sencillo. Si hablamos de descuartizar y otras menudencias, puedes pensar en tonalidades de rojo o-…
—¡Arte abstracto! —interrumpe, impetuosa.
—Perfecto. Por mi está bien. ¿Y si se te vienen ambas ideas a la mente al mismo tiempo? Sed de sangre y s***
—¡Arte rupestre!
—¿C-como sería eso? —Twilight no se entera.
—Mhm…puede ser, yo…—Yor y su fantasiosa imaginación, entran en acción—. Dándole de comer bananas a un caballo negro que luego monto para que me dibujen. ¿Sí? —ladea la cabeza, contenta.
—Esto…no sé realmente como saldrá de bien. Pero espero funcione y no confunda mas de la cuenta a la pobre…—el muchacho suelta una tosa áspera en respuesta, simulando estar de acuerdo con su idea—. Genial, cariño. Si no será problema alguno. Ten, te dejaré un boceto y lo repasarás a diario. Ánimo, tú puedes.
—¡Yo puedo! ¡Daré lo mejor!
[…]
—Esto es…—Anya captando un mensaje fuerte y claro, proveniente de su madre justo en frente de la cocina— ¡Papi! —apunta—¡Mami quiere comerse la banana de un señor negro mientras la dibuja sobre un caballo!
—¡¿Queeeee?! —Loid se va a la chucha— ¡ASÍ NO ERA, YOR!
—¡Creo que me confundí y se me mezcló todo! —Yor se tambalea, mareada de un lado a otro— ¡PE-PERDON! ¡Es que tengo hambre!
—¿Y con un…negro, Yor? Ok, ya entendí —Twilight se retira derrotado.
—¿Huh? —la pelirosa también ha captado algo sobre Loid—. Papi se siente chiquito…
Fue un fiasco…
No les voy a mentir. Esperaba que, con el devenir de los días, se me pasara la estupidez y pudiera concentrarme de lleno en los códigos que, con tanto esmero, mi esposo había creado para mí. Aunque las primeras veces fueron divertidas, Anya no llegó a sospechar jamás que ambos conocíamos la verdadera naturaleza de su poder. Twilight se encargó con indulgencia de hacer desaparecer aquella carpeta, incinerándola en la chimenea. Dijo que no deseaba darle mas vueltas, que se encargaría el mismo de investigar sobre el asunto.
Con la paz firmada, la gloria de una seguidilla de tratados de comercio entre el Este y el Oeste y el reciclo de los malhechores no cesaron; tanto mi marido como yo, continuamos ejerciendo nuestras misiones en el alero de lo inexplorado. Este era un mundo en donde si querías desempeñar un trabajo poco honesto, pero buscando un bien mayor, debías conseguir licencia para lograrlo. Ya fuese de una organización de espías…
—Los detalles de tu nueva misión, Twilight —Sylvia, sonríe—. No falles.
O de un gremio de asesinos…
—Nuestro próximo cliente, es un miembro activo de la mafia —demanda el mayor—. Cuento contigo, Thorn Princess.
U de alguna entidad militar al servicio del estado...
—Subteniente Briar. Esta tarde nos llega un barco de Westalis —expresa el general—. Estarás a cargo de la fiscalización del puerto. Chloe te acompañará esta vez.
—¡Si, señor! —asiente Yuri.
Ser profesionales, era mucho más que solo saber huir de la escena, de lograr un objetivo o ser eficientes a la hora de mentir. La cosmovisión de un lugar en donde todos confluyeran en armonía sin toparse entre sí. Espías, telepatas y asesinos. Políticos, ladrones, abnegados del sistema, huérfanos sin rumbo. El planeta no detiene el giro. Necesita de nosotros, por más mínimo que sea nuestro granito de arena. Incluso, si eres solo una niña inocente que lee las mentes de otros.
Esta es mi familia. Yo no la encontré. Ellos me hallaron a mí. Siempre estuvo aquí. Pequeña, medio rara, especial, pero repleta de cariño. Una, que protegeré con mi vida; a sudor y lagrimas, hasta mi último aliento
Fin
