Aela la Cazadora
La pelirroja cazadora entrecerrando los ojos, siguió las huellas hasta que encontró el rastro del cachorro. Constantino Rumeliano, un guerrero feroz y hábil para ser un refinado imperial, había ingresado en las filas de los Compañeros... ahora estaba perdido.
El miedo se hundió en su cuerpo, Kodlak les advirtió sobre la sangre de bestia, pero no prestaron atención. Ella era tan debota a Hircine como lo era con Shor o Talos, pero nunca le había impuesto sus creencias a otros, menos aún sabiendo lo que conlleva el don de Hircine. Pero Skjor había insistido en que está era una prueba del compromiso del aspirante para ingresar al Círculo.
Al ver algunas marcas de garras en el suelo y huellas que se adentraban más en el bosque. Pensando que fue atacado por una bestia peligrosa o una banda de bandidos, se apresuró a asegurarse de que estuviera vivo.
Saltando sobre madera quemada, vio lo que buscaba. El alivio llenó su cuerpo cuando él se veía bien, pero el shock y la preocupación fueron los siguientes sentimientos que siguieron al ver su estado. Ya no estaba en su forma de bestia, pero no era su estado normal.
Parecía media cabeza más alto, cada músculo de su masculino cuerpo estaba abultado y cada vena se marcaba. Aún tenía la postura de un depredador, mientras su rostro poco o nada tendría que envidiar a su forma de lobo. Sus ojos aún eran dorados y sus dientes estaban tan apretados en un gruñido permanente, símbolo de un gran esfuerzo.
Caminando tentativamente hacia su compañero de armas, lentamente extendió la mano y le tocó su hombro. Debido a que estaba mirando su forma, no supo que Aela estaba detrás de él hasta que su mano descansó sobre su hombro. Pensando que era peligro, entró en acción. Empujo la mano antes de abalanzarse sobre quien lo tocara, con los dientes gruñendo como un animal.
El calor recorrió su cuerpo mientras miraba los ojos salvajes de su compañero. Su cuerpo se sentía como si estuviera en llamas y sabía que su rostro estaba rojo brillante por el sonrojo en su hermoso rostro.
"¿Constantino?" Ella preguntó.
La extrañamente dulce voz de su amante lo sacó de su estado de locura y ahora se dio cuenta de lo que estaba pasando.
Él se disculpó mientras se bajaba de ella y la ayudaba a levantarse. Ahora notó que era tan alto como Aela, cuando solía estirar el cuello para mirarla.
La nueva altura también la sorprendió, pero estaba más interesada en lo que pasó.
"¿Qué pasó? ¿Por qué estás aquí con este aspecto? ¿Que está pasando?" Preguntó, su rostro aún sonrojado y con un calor que no paraba de aumentar.
Antes de que pudiera hablar, su cuerpo se congeló cuando su nariz percibió un olor y algo dentro de él comenzó a arder cuando el dulce aroma llegó a su cerebro. Sabía lo que estaba sintiendo. Estaba caliente pero no sabía por qué. Sus ojos miraron a Aela y la sensación aumentó a niveles máximos.
Preocupada por su repentino congelamiento, preguntó.
"Cons ¿Qué ocurre?" Preguntó, sus ojos azules mostraban preocupación "¡Ah!" Un grito escapó de sus labios cuando fue derribada al suelo, Constantino sobre ella con sus labios firmemente sobre los de ella.
Sin estar preparado para esto, el adolescente aprovechó la ventaja y dejó que su lengua se deslizara por sus labios y devastara su boca. Por alguna razón, el cuerpo de Aela se congeló pero pronto gimió ardientemente cuando descubrió que sus entrañas se calentaban. Sus manos pronto agarraron su cabello, atrayéndolo más profundamente en el beso humeante.
Al terminar el beso, para su disgusto, la belleza gimió cuando sus labios pronto besaron su cuello, haciendo que su piel ardiera de calor. Sus músculos temblaron ante el fuerte agarre.
'¡Es... como un animal salvaje!' Pensó entre gemidos en sus besos.
Deteniéndose en los besos de su cuello, se inclinó y sus ojos brillaron en la noche. Bajo la mirada, sintió que su excitación se disparaba y sus partes femeninas comenzaban a humedecerse.
Él estaba respirando con dificultad, sin comprender su desenfreno. Constantino mostró su nueva excitación apoyando su dura verga contra su feminidad, haciéndola gemir también.
"Mmmnn, alguien está caliente" Aela ronroneó, sus manos finalmente rompieron el agarre y frotaron su cuerpo agrandado "Tu nuevo cuerpo me está poniendo muy caliente. No creo que pueda aguantar". Dijo, sus ojos se oscurecieron por la lujuria animal.
Gimiendo al tacto, saboreándolo, mostró sus colmillos. Gruñendo, gustándole su aspecto, se bajó sus rasgados pantalones. Ambos quedaron sorprendidos por lo mostrado. La virginidad de Aela disparó más jugos al ver su miembro.
"¡D-D-Doce pulgadas!" Ella chilló en estado de shock. Sus mejores amantes solían medir unos seis cuanto mucho.
Él sonrio y dejó que su mano recorriera su coño empapado. Cómo se imaginaba, no tenía nada debajo de su escasa vestimenta. Notó que rápidamente comenzaba a querer verla así, bajo su control.
Aela resopló con dureza mientras intentaba mirar a su amante. No funcionó ya que su cara se iluminó de rojo.
"N-No seas arrogante, cachorro. C-cuando hayas terminado… te castigaré por hacerle esto… a tu superior". Prometió entre gemidos mientras él introducía un dedo en su flor.
Gruñendo de hambre. Con la otra mano, empujó su verga contra sus labios, dándole el brillo de su líquido preseminal. No sabía por qué era así, pero no podía negar cuánto amaba esto. Él pudo ver que Aela también lo estaba, si su rubor excitado y su raja goteante indicaban algo.
Ella no pudo evitar seguir su orden tácita. Al abrir la boca, sintió un poco de arcadas cuando su amante bestial empujó su miembro, hasta la empuñadura, en su garganta. Su lengua presionó contra su cabeza, dándole lamidas descuidadas mientras él se mantenía quieto, con la verga llenando sus labios. Aela usó su habilidad y su conocimiento de lo que le gustaba a él para hacer que la mamada fuera más descuidada y mejor para ambos. La licantropia nórdica gimió ruidosamente, la garganta envió vibraciones a lo largo del miembro viril, mientras sentía a su pareja deslizar dos dedos en su coño.
El guerrero gimió, todavía tocando los goteantes labios femeninos de su feroz amante pelirroja. La sensación de finalmente ser dominante era algo que no quería dejar ir.
'Podríamos hacer esto de ahora en mas... ' Aela pensó para sí misma con un gran sonrojo mientras continuaba chupando su miembro, mientras deslizaba su lengua a lo largo del eje.
Su líquido preseminal aterrizó en su lengua y ella aumentó su succión, haciendo que el macho encima de ella gruñera de placer. Ella trató de asustarlo para que volviera a ser docil, queriendo demostrarle que todavía era su jefa, mirándolo, pero él respondió con su propia mirada que la sorprendió ya que nunca la miró así.
Si era honesta consigo misma... descubrió que su coño se mojaba más alrededor de sus dedos masculinos.
Él sonrió, mostrando sus dientes más afilados, mientras sentía que su coño se volvía más apretado y húmedo que antes mientras miraba a su hermoso amante. Su rostro estaba un poco arrugado mientras intentaba evitar cubrir su garganta con su esperma. El imperial licántropo curvó sus dedos, rascando sus paredes en nuevos ángulos que la hicieron gemir alrededor de su verga, haciéndolo gruñir de lujuria.
Aela no hizo nada más que amordazar la verga que estaba llegando a amar. Su rostro se iluminó con un gran sonrojo cuando saco sus dedos de su coño y sus manos fueron hacia sus tetas y las apreto alrededor de su miembro, haciendo que el macho salvaje gruñera con satisfacción de tener sus pechos encerrados alrededor de su eje.
Si había algo que Aela sabía mejor que nada sobre los hombres, y varias mujeres, es que estaban fascinados por sus grandes tetas.
'Vamos, Cons. Dame tu semen. Quiero probarlo' pensaba mientras hacía vibrar el falo de su amante mientras lo miraba con lujuriosos ojos azul grisáceo. Sus propias manos habían reemplazado a las de su amante, acariciando sus pliegues necesitados.
Los ojos amarillos se oscurecieron ante las vibraciones de su amante alrededor de su herramienta y sus palabras guarras. Rugiendo, golpeó su verga profundamente en su escote y en su boca, rociando su carga profundamente en su estómago. Sus dedos pronto estuvieron cubiertos por su propio clímax. Aela gimió pesadamente contra la verga chorreante mientras dejaba que su propio clímax la golpeara como un tren.
'¡Hay tanto!' Pensó, asombrada por la cantidad que todavía entraba en su cuerpo. Los ojos azules se abrieron cuando sintió el calor familiar en su pecho.
"¡Mhaaa!" La belleza gritó alrededor de su miembro que chorreaba mientras se corría sobre sus dedos empujadores, prolongando su orgasmo que prolongaba el suyo.
La sensación de su garganta apretada, sus tetas suaves y su coño chorreando era increíble. Gimiendo con voz ronca, lentamente sacó su verga goteante de su boca y suspiró de felicidad ante la mirada sexy que lucía.
Tenía la cara sonrojada, la boca bien abierta, mostrando su semen, con los ojos desenfocados.
"Cons" La voz de Aela fue rasposa por el líquido dentro de su boca. Asegurándose de que él la estaba mirando, lentamente cerró la boca y tragar su leche. Una vez que terminó, abrió los ojos nublados y se lamió los labios. "Sabes tan más delicioso" Dijo con voz débil y lujuriosa.
Sonriendo, enmarcó su rostro, sus labios a centímetros de conectarse con los de ella. Entonces, de un rápido movimiento le arranco su ropa, dejándola como los divinos la trajeron al mundo. La sexy pelirroja no pudo pronunciar ninguna sílaba mientras él metía su verga mejorada profundamente en su raja goteante, sus jugos hacían que fuera más fácil deslizarse dentro de ella. Sus gritos de dolor/placer fueron detenidos cuando su lengua violó la suya.
Gruñidos parecidos a animales escaparon de sus labios cuando Aela comenzó a mover sus caderas contra las suyas.
'¡Por las Nueve! ¡Su verga esta desgarrandome!' Aela se maravilló de cómo su gran miembro era diferente a todo lo que había experimentado.
Ser dominado así... era un sentimiento nuevo que no era desagradable. Pero, queriendo intentar demostrarle que tenía alguna forma de control, envolvió sus brazos libres alrededor de su cuello, atrayéndolo más profundamente hacia el beso fogoso.
Un gruñido caliente retumbó en su pecho ante lo receptiva que estaba siendo ella. A él le encantaba estar follándose a Aela como una perra. Necesitando aire, se apartó con fuerza, haciendo que los ojos de ella se abrieran ante la repentina fuerza que poseía. Constantino, ahora con los ojos dorados, miró a su amante con descarada lujuria.
Su mirada era tan intensa que ella apartó su rostro sonrojado. Agarrando su rostro, hizo que ella lo mirara. Ella lo entendió... quería que verla... verla chillar como una perra en celo. El amante salvaje contemplo su belleza salvaje mientras entraba y salía de su coño goteante sin piedad, con las caderas borrosas.
"¡Joder!" Aela gritó en el instante en que sus caderas se pusieron en movimiento "¡Me estás... jodiendo... tan... fuerte!" Ella gimió cuando la belleza fue invadida por el abrumador placer de su caliente verga calentando sus entrañas.
Él solo gruño, su cuerpo agitado mientras golpeaba a su amante en el suelo, deleitandose con este lado de la cazadora, siendo dominada y gritando como una perra.
La bella nórdica no podía hablar. Lo único que salió de sus labios fueron gemidos y gemidos de placer mientras él continuaba tocando todos los puntos correctos. Los ojos azules se fijaron en los dorados mientras Constantino silenciaba sus gemidos con un beso. Aela intentó luchar por el dominio en el beso, pero su verga enterrada dentro de ella era demasiado increíble y no pudo concentrarse en el beso por mucho tiempo y perdió la pelea, dejando que su amor devastara su boca.
Constantino gruñó entre besos mientras sus manos se dirigían a sus grandes tetas, acariciándolas mientras pellizcaba sus duros pezones. Él sonrió durante el beso mientras sus brazos rodeaban su cabeza, impidiéndole irse, con las piernas abiertas, permitiéndole acceso total a su feminidad. Sus ojos se cerraron mientras su mente se perdía en el placer masculino sobre ella, follándola como un animal salvaje.
"Te amo" Susurró Aela, su piel pálida, de porcelana y roja "Nunca me había sentido así... ¡Se siente jodidamente fantástico!" Ella chilló cuando él dejó el beso y su abrazo.
Él, queriendo otro angulo, dejó el beso y agarró su pierna, se inclinó un poco y se la llevó al hombro. El imperial se tomó un segundo para simplemente mirarla. Su forma desnuda y sudorosa lo fascinó. El busto gigante que amaba se agito con su respiración. Lamiéndose los labios, se sentó a horcajadas sobre su otra pierna y usó su pierna en su hombro para empujarse dentro y fuera de la pelirroja que chillaba.
"Mierda, Mierda ¡Mierda!" Arla gritó sin parar, sus ojos y su cuerpo se sometieron a la dura follada "¡Más! ¡Más! ¡Fóllame más fuerte, gran galán con una gran verga!" Le suplicó a su amante con su rostro retorcido en un éxtasis mayor que cualquier cosa que haya experimentado cuando estaba en la cima.
Él sonrió con sus nuevos colmillos. Inclinándose, presionando su pierna contra su tetas saltarinas, dejó que sus colmillos se clavaran en su deliciosa carne. Por alguna razón, el sabor de su sangre hizo que su cuerpo se calentara y su miembro penetrara más y más profundamente en su coño.
"¡AHHH!" Gritando a todo pulmón, las paredes de Aela se apretaron alrededor de su verga. Su cuerpo tembló cuando el orgasmo más fuerte de su vida la golpeó como un tren. La combinación de él haciendola sangrar, su enorme verga dentro de ella y el repentino cambio de comportamiento la volvieron loca. Los ojos azules se cruzaron por el placer de llegar al clímax a través de su eje que todavía la embestia.
Los ojos dorados se abrieron ante el pulso de su amante y sus jugos manchando su verga. Mordiéndose el labio, intentó contenerlo, pero no pudo. Con un rugido acorde con sus nuevos poderes, Constantino disparó profundamente en Aela, derramando su semilla potente directamente a su útero fértil. El hombre rugió con voz profunda mientras llegaba al clímax más fuerte y más largo que había tenido.
Fue por un orgasmo tan intenso y verla desmayada con una sonrisa jodidamente estúpida en su rostro lo que hizo sonreír al Sangre de Dragon. Riendo bruscamente, agarró su cuerpo flexible, la abrazó y se acostó de costado. Aela inconscientemente se acurrucó en su pecho y ronroneó en sueños. El hombre cambiado pronto se unió a ella para dormir después de darle una ligera lamida en el cuello.
La gran bola de fuego que era el sol se levantó sobre el Imperio Tamrielico, despertándolos a todos para continuar en un nuevo dia. En las afueras de Carrera Blanca, fue Constantino quien se despertó primero. Estiró los músculos doloridos sobre su cabeza, los dejó caer y bostezó.
Al abrir sus ojos somnolientos, se abrieron cuando vieron en el que se encontraba. Estaba desnudo en la intemperie y con Aela también desnuda. Sus ojos se abrieron cuando recordó la noche anterior. El transformado teniente pensó en shock que lo que pasó anoche realmente sucedió.
Mientras estaba rememorando lo sucedido, no se dio cuenta de que su amante se estaba despertando. Sólo se dio cuenta de que ella estaba despierta cuando sintió sus labios suaves y flexibles contra los suyos. Aela se rió levemente al ver a su amante preocuparse un poco al ver que lo de anoche no fue un sueño. La nórdica podía decir que él era el mismo de antes, pero más salvaje. ¡Él era un animal y le encantaba!
Terminando el beso, le dedicó una dulce sonrisa.
"Buenos días, mi alfa. ¿Has dormido bien? Ciertamente yo sí... Aunque, todavía me duele un poco el cuerpo". La cazadora de cabello rojo bromeó ligeramente mientras se frotaba su tonificado estómago, sonriendo para sus adentros al saber que no había manera de que no esté embarazada después de lo de anoche.
