Disclaimer: los personajes no son míos les pertenecen a sus respectivos dueños.

.

.

.

.

.

Capítulo 8: Desde el principio

¿Seguir órdenes? Eso lo hace cualquiera ¿Darlas? No cualquiera. Albert Wesker desde su traición con Spencer dejó de ser el títere, quería manejar las cuerdas; ir más allá con una visión. Lo ocurrido en Racoon City confirmó que la humanidad necesita pasar a la siguiente evolución. Colocó el tablero, los antiguos STARS ahora llamados la BSAA pusieron sus piezas. Y él fue quien movió el primer peón.

África.

Pasado.

Bajo el liderazgo del valiente Chris Redfield, el grupo penetró las instalaciones con determinación. Estaban listos para terminar de una buena vez por todas el legado de las armas biológicas. Con el mando de sus tropas privadas, Wesker logró dividir el grupo. Lo que no espero fue que un dúo de espías también se infiltró a las instalaciones, por las alcantarillas.

Slade Wilson fue su mayor aporte desde que lo conoció en las transacciones de armas. Y como forma de agradecimiento, se unió a la causa. Entendía que el mundo necesitaba un mal necesario para progresar. Estaban en la misma dirección.

Tras dividir a todos tanto a la BSAA como a los espías, Wesker marchó para acabarlos.

–¡Quédate atrás mío!

–¿Kim sabe de esto? No no no, esto no está pasando ¡Rufus! Hay que hacer algo ¡Pronto!

–¡Hmmm!

–Baja el arma, Valentine… – Wesker esquivó la bala – Desde la RCPD me di cuenta que serías un problema a futuro.

–¿Quién eres? ¡¿Dónde está Kim?! – Ron Imparable aún muerto de miedo le hizo frente.

Rufus lo acompañó moviendo sus puños, invitando a pelear.

Wesker en ningún momento sus hombres le notificaron de aquel intento de espía como la que mencionó. La mujer disparó otra vez, fallando el blanco. Y gastando su última bala. El de anteojos apenas sonrió.

Desvío el arma y le hundió la palma en el pecho. Jill Valentine traspasó la pared tras ese violento golpe.

El joven espía se quedó en un rincón, temblando. Rufus salió disparando en su defensa. Wesker lo agarró en el aire y empezó a apretarlo hasta escuchar el Crack de los pequeños huesos.

Lo tiró al suelo y puso todo el peso de su cuerpo en su pie. La sangre rodeó su bota.

–¿Ru… Rufus?

–No debo dejar cabos sueltos. En especial una pequeña rata brabucona…

–¡Mataste a Rufus! ¡ME LAS PAGARÁS!

Aunque haya ido valientemente a enfrentarlo, Ron Imparable no era un oponente formidable. Albert Wesker no acabó de tres golpes. Y para asegurarse de que no respire, se puso de cuclillas rodeando su mano en su cuello. El joven luchó por tener oxígeno en sus pulmones. La lengua morada y los ojos idos ya confirmaron el pronóstico. Se limpió la mano y se acomodó sus anteojos negros.

–Slade nunca me habló sobre éste muchacho, no importa. Debo volar esta instalaciones, y llevarme a todos con el fuego.

No le importó pisar el cuerpo sin vida de Ron Imparable. Wesker subió las escaleras y se reuniría con sus hombres. Ya el laboratorio de África no era viable.

Bajo la espera de aquel anfitrión y sus allegados, el empresario francés Van Argiano esperaba con un maletín junto a un té con algunas galletas en esa bandeja de plata. Los caballeros se ponían nervioso con Wesker, no importaba que sea un humano, su historia lo hacía de temer. Con la compañía del mercenario Slade, Albert se acercaba tranquilo, caminando por ese bello lugar lleno de flores y sonidos de agua saliendo de las fuentes.

Había una silla vacía exclusiva para él. Prefirió quedarse de pie.

–Perdimos África.

–Escuché sobre el ataque, Wesker. Tal parece que no puede contener la furia de sus excompañeros de trabajo. No nos hagas responsable sobre tu incompetencia.

–Red Shield y la BSAA atacaron al mismo tiempo, Amshel. Y respondí al ataque sin ayuda de ustedes. De poderosos no tienen nada.

Los caballeros presentes querían matarlo, Amshel no les permitió eso. Argiano sabía que Wesker es un tipo con una lengua filosa.

–Si te crees tan competente, Wesker. – Dijo James Ironside – Debes eliminar un nuevo problema. Hace unos días, una base militar estadounidense fue destruida desde adentro. Una persona se hizo pasar por coronel, robó materiales valiosos.

–¿Ahora soy un mensajero? Ya basta de juegos. Diva debe saber nuestros movim…

–Diva es algo aparte, no te metas dónde no debes, Wesker. – Dijo el paranoico Karl, interrumpiéndolo.

–¿Su localización? – Preguntó Slade.

–Los satélites indican una posibilidad de que esté oculto en el Himalaya, en las montañas. Recuperen el material, y si Amshel les permite, Diva estará a su alcance.

James los invitó a salir del lugar. Wesker no toleraría perder el tiempo con personas que no aprovechan su máximo poder. El mercenario Slade tampoco. Argiano tenía la idea de que algo grande venía, y no quería compartir su pensamiento. Al igual que el sujeto de gafas, estaba en el mismo camino. Amshel tardaba en mover las piezas.

.

.

.

Himalaya, Nepal. 08:15 Hrs.

Habían trepado por horas, aunque estén con el mejor equipo, el frío entraba por los orificios. Siguieron el camino. Se habían topado con una entrada al interior de las montañas. El recorrido se los turistas no pasaba por aquí, y por las rocas a los lados, ese agujero era reciente. Ambos estarían listos para usar la fuerza letal.

Se podía escuchar los motores de los generadores a gasolina. Los bidones rebosaban en una esquina. Una computadora conectada a un satélite. Slade vio una taza de café, al apretarla notó que está caliente.

Había alguien ahí.

Wesker giró hacia atrás con su arma, a lo que una garra de metal la partió en dos. Dejándola inútil. La patada lo mandó metros atrás. El mercenario sacó el seguro de su arma de asalto y disparó. El misterioso encapuchado se deslizó por el suelo hasta la silla, agarrándola y arrojándola. Fueron segundos valioso para también desarmarlo. Wesker y Slade se prepararon para atacarlo juntos. El encapuchado se quedó inmune e imponente. Su mano humana se presentó, queriendo detener la pelea.

–¿Ahora quieres detenerte cuando me mandaste hasta esa mesa de allí?

–Quien quiera que seas, ríndete. Somos dos contra uno.

–Y aunque hayan tres, terminaría mal.

Wesker y Slade vieron como el misterioso sujeto se sacó la capucha. El bigote estaba desprolijo como su cabello, resaltaba las canas en sus patillas como en ese mechón.

–¿Quién eres? – Preguntó Wesker viéndolo.

Tuvo que sacarse los anteojos negros ya que se habían roto durante esa corta lucha.

–Mi rango no sirve en estos momentos, la autoridad que tenía la perdí.

–Los militares no abundan por aquí, a menos que seas chino. – Dijo Slade.

–Bahamut…

Aquel hombre de las montañas resultó ser una persona venida de otro lugar, de otra realidad; a tal punto de que su historia parecía sacada del mismísimo Asilo Arkham, pero la veracidad de sus dichos y su brazo metálico lo confirmaban. Ese coronel veía en Wesker y Slade la misma conexión que solía tener con su segundo al mando, Deadeye Joe. Hace años no sabía nada de él y su legado, desde que su desesperación por ganar en un mundo que no conocía, lo llevaron a perderlo todo.

Hasta este momento…

–Tenemos cosas en común, Wesker. Ambos queremos que la humanidad pase al siguiente nivel. Yo tuve mi oportunidad, ahora te toca a ti. Esa gente los limita a ambos.

Bahamut puso sus manos en los hombros de aquellos hombres. Ambos lo veían, aún con desconfianza pero con un jugoso trato salido de sus labios.

–Tienen un poder aun sin explotar al máximo, caballeros… ¿Están listos para pasar al siguiente nivel?

Slade quería volverse una leyenda viviente, ser invencible. Wesker deseaba completar su plan de dominación mundial, que la raza humana evolucione. Teniendo un guía como Bahamut, empezaron a conspirar contra Amshel y los incompetentes caballeros de Diva.

Sin saberlo…

Hicieron un trato con el Diablo…

.

.

.

Mansión Goldsmith

Seis días después…

Traído como un simple prisionera de una cárcel común, Bahamut caminaba con las manos atadas desde la espalda. Albert Wesker y Slade Wilson lo traían hacia los caballeros. Amshel como el resto se veían atraídos por ese brazo metálico, no había esa clase de tecnología aquí.

Karl sentía algo en el aire.

–Bien hecho, Wesker. – Dijo Amshel.

–Vaya ¿Quién es ese guapo caballero? – Nathan se mordió los dedos al ver al prisionero.

–Bahamut.

–¡¿Quién dijo que hablaras?! – Karl lo retó con las uñas afiladas.

El ex militar, se quedó inmune ante esa insubordinada reacción. Sin temor, se lo quedó viendo fijo.

–Excelente, así que éste es quien se robó mis cosas. – Dijo James Ironside. – ¿Para quién trabajas?

El prisionero no respondió.

–Sabe que no le queda mucho tiempo, y menos sabe lo que somos nosotros ¿Abriste la boca, Wesker?

Albert disimuló bastante bien el trato hacia su persona de parte de Amshel, no era ningún sirviente.

–No, señor.

–Queremos saber para quien trabaja, después se hará con el lo que quieran. Su aspecto parece decepcionante, pobre. – Solomon Goldsmith sonrió después de beber té.

Bahamut empezó a reír por lo bajo. Los caballeros presentes se lo quedaron viendo, unos curiosos otros atentos.

–Los estuve investigando, haciendo amigos… haciendo nuevos… solamente mostraron ser quirópteros incapaces de vencer a unas cuantas personas, apartando piezas clave como cobardes… ustedes no saben a quién tienen adelante.

–¿Sabes con quien estás tratando? – Karl se le puso delante enojado – somos un círculo peligroso, destinados con apoderarnos de este asqueroso mundo, para hacerlo un lugar especial para nuestra reina, Diva.

Lo miró desafiante. Bahamut no les tenía miedo, a pesar de que lo podían desmembrar en segundos. Se puso firme, oponiéndose a las amenazas físicas de Karl.

–Palabras vacías, de hombres vacíos. ¿Saben cuánto me tomó hacer lo que hice de dónde provengo? Y ustedes no hicieron nada en décadas, o siglos. Pero no saben lo que está por venir…

–¿Y es? – Amshel esperó la respuesta del prisionero.

–La era de Wesker.

Albert sonrió cuando oyó esas palabras. Los caballeros de Diva vieron que desde las ventanas, los techos hasta las puertas entraron ninjas dispuestos a matarlos, siendo liderados por Talia Al Ghul. Bahamut se liberó y junto con Wesker y Slade Wilson, empezaron a pelear contra los quirópteros. Karl fue el primero en caer, a manos del ex militar. El segundo, Nathan, por Albert. Solomon y James ambos por Slade Wilson junto con la ayuda de Talía con los ninjas.

Amshel no toleró que en su propia mansión sea vencido, y mucho menos por el ayudante que provenía de unos laboratorios. Convertido en un monstruo, aniquiló a varios ninjas. Wesker esquivó los zarpazos al igual que Slade. Bahamut fue lanzado contra la pared. Talía y sus ninjas lo tenían acorralado, no importaba si el daño era mínimo, era imposible escapar. Desde arriba, saltó hasta la cabeza incrustándole la espada en ella, hasta partirla a la mitad, y que su cerebro como todo lo que lo cubría caiga al suelo. El suelo tembló. Su asesino bajó desde la espalda.

–Padre… – Dijo Talía.

Los ninjas se inclinaron cuando pasó.

Slade junto con Wesker vieron a tal eminencia de la que Bahamut les mencionó en las montañas.

–Ras Al Ghul… es un placer conocerlo. Soy Albert Wesker.

–Se quién eres, y de donde vienes, tus trabajos, tus amistades, y tus enemigos. No hace falta que me lo digas.

–Pero él es el indicado para su misión. – Bahamut se acercó, estirándose la espalda de ese tal golpe. – De la que me dijo.

–¿Misión? – El mercenario Slade alzó su ceja, con intriga.

–Lamentablemente mi sucesor, un huérfano, no quiso serlo. Me dijo que tiene una promesa que cumplir, que está trabajando en ella.

–Ni siquiera intentó otros métodos. – Dijo Talía Al Ghul acercándose.

–Usted dijo que necesita que alguien siga sus pasos, y él es el indicado. – Bahamut se lo presentó como alguien importante.

–Y tú… ¿Crees ser digno de mi misión? – El árabe esperó la respuesta.

Wesker pasó por muchas cosas, desde los sucesos en la mansión Spencer hasta ahora. Motivado por los trabajos similares con el ex militar, y sus igualdades ante los problemas, empezó a formular su respuesta.

–Ras Al Ghul, soy un hombre alterado genéticamente, expuesto a los experimentos de unos científicos. Vi lo que puede hacer la humanidad en primera persona cuando dirigía la policía de Racoon City. Entendí que debemos evolucionar al siguiente nivel. Para alcanzar el orden, se debe hacer sacrificios.

El árabe se lo quedó viendo. Lo estaba analizando de arriba a abajo. Después de unos momento, él como si hija y sus ninjas se fueron; no antes de saquear lo necesario. Dinero, joyas, lingotes de oro y cuadros.

Albert Wesker tendría un mensaje antes de la medianoche.

Por otra parte, Slade Wilson encontró a la reina quiróptero en la cama. Dormía como ángel, a pesar de ser un demonio. Aparecieron Bahamut con Wesker. ¿Diva los mataría? Albert sabía que podría tenerla de su lado, tanto Amshel como su anterior socio la tenían lejos del contacto humano en aquellos tiempos. Se sentó en el rincón de la cama y empezó a moverla lentamente del hombro.

–Ahora no Amshel, no quiero…

–Soy yo, Diva. Wesker. Amshel está, digamos, lejos de aquí.

Las miradas cómplices se hicieron notar. Albert logró que la niña despertara del todo. Se quedó viendo a Bahamut, porque nunca lo había visto por aquí.

–Tranquila Diva, él nos ayudará. Tenemos un plan.

–No seas mentiroso, Weskercito, sé que odias a Amshel y a los demás ¿Y sabes qué..?

Tanto Wesker como Bahamut y Slade notaron que Diva empezó a oler el aire, seguramente percibió la sangre de sus pares quirópteros.

–Me alegra que lo hayan matado… Sorprendido ¿No?

–No quería hacerlo Diva, ellos…

–No te hagas el estúpido, Albert. Lo odiabas, no te culpo. Me trataban como si fuera una maldita niña de doce años.

–Se que no eres una niña, serás la reina de los quirópteros, o mejor, la reina del mundo. Debemos construirlo desde cero. – Wesker la miró – Pero para eso, necesitamos buscar y destruir a nuestros enemigos, los acabaremos juntos. Así podrás reinar y yo limpiare a la humanidad, para crear una nueva.

Diva sonrió al escuchar eso.

–Por supuesto que si, mis queridos…

–Primero debemos acabar con los cabos sueltos. – Dijo Slade Wilson cruzado de brazos – asesinamos a los idiotas de la BSAA y a Red Shield, es probable de que Saya Otonashi siga viva.

–Debemos encontrarla, y acabarla, antes de que se reagrupe ¿Supiste quien era ese muchacho rubio al que maté? – Preguntó Wesker.

Bahamut fue el que respondió.

–Debo decirte que al que acabas de asesinar, es un compañero de Kim Possible, una adolescente de Middleton. No creo que sea un problema, le acabas de arruinar la vida; hasta le sacaste las ganas de vivir.

–Debo tomarlo con pinzas. – Wesker se acomodó los anteojos.

–Basta de charlas. – Diva salió de la cama, descalza y con pijama – Primero: quiero comer algo. Segundo: Slade, localiza a Saya y mátala cuando la veas. Tercero: Wesker, ven conmigo. Hay que planear dónde ocultaremos a mis caballeros y nuestro siguiente paso.

Slade se inclinó y se marchó. Diva se calzó los pies con pantuflas y fue directo al jardín. Quería comer frente a las rosas. Bahamut quería seguirla pero fue detenido por Wesker.

–Si me estás tendiendo una trampa, haré que pagues las consecuencias.

–Por favor, Albert ¿Crees que soy esa clase de tipo? Tengo mis propias motivaciones, y una de ellas es seguir con vida. Yo perdí mi oportunidad, es hora de que alguien cumpla con lo que no pude.

–¿Era verdad? Construir una Era es mucho trabajo.

–Ya te dije, eres mi contraparte. Si yo lo pude hacer, tu también lo harás. Y mejor.

Albert Wesker se sentía motivado por lo que le dijo Bahamut. Nomás una cosa faltaría, mantener a raya a Van Argiano. Hacerle creer que tiene libertad. Nomás llenarle de trabajo empresarial. Consentirlo de cierta forma para que no abra la boca. El ex militar le juró que sería más grande que los conquistadores de antaño. Una próxima Era se acercaba.

La Era de Wesker

.

.

.

.

–¡Idiota! ¡Diva está muerta! ¡Y Wesker está en prisión!

–¿Acaso no puedo comer tranquilo?

Slade pateó la mesa, lanzando la comida al suelo. Bahamut se limpió la boca con la servilleta, que después tiró a la basura.

–No te pases de listo conmigo, Bahamut.

–Tranquilo, Slade. Algunas veces los mejores planes pueden fallar.

–Yo no soy Deadeye Joe como para que me trates así. Yo si puedo matarte.

Sacó una de sus espadas, posando la punta en el cuello. Nomás se quedó sentado, bebiendo el vino que tenía en esa copa. Bahamut se levantó de la silla.

–Por supuesto que no eres como mi protegido. Joe era muy impulsivo, pero hacia su trabajo; y muy bien.

–¿Acaso me ves como un desquiciado con un machete? No estoy loco, Bahamut.

–No. ¿Acaso querías que maten a Wesker en la torre Wayne? Mejor que esté tras las rejas. Lo sacaremos… mientras buscaremos a Saya Otonashi y su paradero con ese biotubo. Y convencemos a Ras Al Ghul que piense en Wesker como su sucesor.

–¿Y como harás eso, genio?

–Iremos tras ella, la cazaremos como un animal. ¿Algún familiar de ella está viva?

–Todos muertos… a menos…

–Dime, Slade.

–Tenemos que ir a Okinawa.

.

.

.

Habían acabado con toda la Yakuza Yahana. Entraron a la mansión, asesoran a cualquier persona que tenga un arma, hasta llegar al objetivo. Ella quedó atada de pies y manos, con la boca tapada, sentada. No podía escapar. Slade Wilson comenzó a revisar la computadora mientras Bahamut veía a Mao, aún en shock por ver como la cabeza de su padre fue destruida con una escopeta.

–¡Encontré algo! Le compró un boleto a Yakarta. Tengo una idea de lo que hará Saya.

–Niña – Bahamut se dirigió a la rehén – ¿Dónde está tu teléfono? Dámelo.

Sin contenerse, le pegó con la mano robótica, haciéndola caer al suelo. Comenzó a quejarse del dolor junto a las lágrimas. Slade no esperó esa reacción. Bahamut le sacó el pañuelo de la boca, no sin antes recibir insultos y maldiciones de parte de Mao.

–¡¿Crees que te voy a dar la ubicación de Saya?! ¡BASTARDO DE MIERDA! ¡AAAH!

Bahamut le rompió la rodilla con su pie, y comenzó a apretarle la cabeza.

–Mierda Bahamut.

No le hizo caso a las peticiones de Slade. Bahamut comenzó a presionar más, hasta que el dolor la quebró. Con el mentón señaló su cama, a lo que el mercenario blandió su cuchillo, cortándola. El aparato cayó, era costo pero resistente.

–Lo tengo, vamos. Bahamut.

–¿Qué hacemos cuando el trabajo depende de la discreción? Sin testigos, Slade.

–… Te espero abajo.

Wilson bajando las escaleras comenzó a escuchar los sollozos de la chica. Gritos ahogados. Después nada. Fueron unos minutos y Bahamut se subió a la camioneta. Su brazo metálico estaba manchado de sangre. ¿Con quien estaba haciendo equipo?

Ya en Yakarta, ambos comenzaron a interrogar a los pueblerinos, hasta tuvieron que lidiar con científicos de la zona, el volcán Merapi está activo.

Caminó por zona inaccesible para los civiles, en cualquier momento habría tierra caliente brotando del suelo. El celular comenzó a vibrar. Pudo ver el número de Mao en pantalla.

–Hola Mao, estoy en el volcán, gracias por ayudarme… ¿Mao?

Al no tener respuesta, cortó. Sabía lo que pasó. Miró atrás y pudo ver tanto a Slade como a Bahamut. Éste con el teléfono de la que asesinó. Inmediatamente, Saya y los tipos, comenzaron una carrera hasta el cráter.

Slade la pudo alcanzar. Comenzaron a pelear con sus espadas. Bahamut notó que tenía el biotubo colgando del hombro. Esquivó y contraatacó, golpeando el mango en la boca del estómago. Saya continuó corriendo. Fue el turno del antiguo coronel.

–¡Detente! Dame eso, niña.

–¿Para que? ¡¿Para que intenten otra vez aniquilar a la humanidad?! ¡no!

Saya continuó corriendo hasta la boca del volcán. Bahamut pudo herirle la espalda, eso no la detuvo. Ahora junto a Slade pelearían encima de la lava.

–¿Acaso ya no sufrimos suficiente? ¡Miren como terminó Diva! Kim Possible no tuvo elección ¿Quieren seguir arruinando vidas? Entonces… vengan por ella…

Saya Otonashi resguardó el biotubo, alzó su katana con sus manos, y esperó. Sería fácil vaciar el cargador, aunque correrían el riesgo de no atinarle ninguna bala. Slade preparó sus espadas y Bahamut su garra de metal. Saya pateó la tierra en dirección al mercenario, distrayéndolo. El filo de la espada golpeaba el brazo metálico. Contraatacó desviando el golpe y le dio un codazo en el mentón. Slade hizo lo mismo y su patada la lanzó metros atrás.

La chica sintió la punta en su abdomen. Continuó peleando. Bahamut le barrió las piernas y por centímetros moría. La garra de cortó parte de la ropa. La pelea se estaba haciendo más caliente, ya que se estaban acercando al centro del volcán. Saya debía terminar con esto ya. Su mano sostenía la correa del biotubo, si soltaba, la sangre de Diva caería a la lava. Los pudo contener de esa forma.

–¿Acaso no ven lo que estamos haciendo? Aún seguimos peleando por esto, Diva pagó el precio y me lamento no poder salvarla. Merecía una vida como yo… ¡ALTO! Si se acercan…

–Lo se… – Dijo Bahamut.

–¿Qué haces? Vamos a… – Slade no continuó, ya que la mano de su compañero se posó en el hombro.

–Hazlo… si te hace sentir mejor. ¿Quieres seguir peleando? Adelante, tienes la ventaja.

Saya sabía que le estaba tomando el pelo. Eso no impidió que lo haga. Soltó la correa y el biotubo caía, hasta tocar la lava, hundiéndose allí. Esperó a que alguno de los dos la ataque, pero no fue así. Ni Bahamut ni Slade lo hicieron, éste último le seguía la corriente. La joven los apuntó con su katana mientras caminaba y se alejaba de ellos ¿Al fin dejaría de pelear? Ya abajo, los miró y el ex militar asentó. Saya tardó en responderle de la misma forma, guardó su katana y comenzó a correr. Al fin.

–¿Qué mierda fue todo eso? ¡La dejaste escapar! ¡Y tiró el biotubo a la lava! Imbécil.

–Todo se basa en el engaño, mi querido amigo. Le hice creer que ganó ¿Acaso crees que la íbamos a matar?

–Bueno, tal vez.

–Ahora pensará en empezar de cero. ¿Necesitamos a Diva? No hace falta…

Slade entendió el elaborado plan de Bahamut. En su momento llegarán a ella. Hasta él se lo creyó. Ahora lo que sigue, es más difícil.

.

.

.

Fue difícil sacar el cadáver y suplantarlo por otro de la morgue, y fue una odisea encontrar el cuerpo flotando por el Pacífico. Tras tener ambos, Bahamut fue hasta el templo del mismísimo Ras Al Ghul, con tal de convencerlo de que los sumerja en los Pozos de Lázaro.

–¿Acaso crees que soy tonto? Te estoy dando la libertad de irte en paz, y sigues aquí presionando para que elija a Wesker como sucesor.

–Señor Al Ghul ¿No puede ver que Albert cumple sus expectativas? Es el indicado para continuar su legado.

El árabe se levantó de la silla, acercándose a su invitado. Bahamut notó el movimiento de aquellos ninjas para acabarlo en cualquier momento. El ex militar entrelazó sus manos, colocándolas detrás y con media sonrisa.

–Me recuerda a mí, cuando elegía minuciosamente a mis amigos y contactos. Me tomó años encontrarlos, y descubrir sus motivaciones en la vida.

–Pero usted falló, según lo que dijo. – Ras Al Ghul se le puso delante.

–Si, tenía la desventaja del terreno inexplorado. La desesperación también lo fue. Aunque aprendí de mis errores. – Bahamut suspiró.

–Entonces ¿Cómo posicionas a Wesker en esto? Ya falló, y tres veces. Debo recordártelo parece.

–Porque Albert puede terminar lo que hice, y puede empezar con usted, señor Al Ghul. Imagine los aliados que pueden tener, de otros planetas, de otras dimensiones. Hasta usted puede continuar expandiendo su poder en los distintos universos que hay.

Ras Al Ghul mostró interés. Bahamut continuó hablando.

–El multiverso, Ras Al Ghul, es real. Lo vi y lo presencié. ¿Sabe cuántos aliados puede tener? Contacté con una civilización guerrera en mi estadía aquí. No sabe el números ejército que tiene. La victoria junto a ellos, sería indiscutible ¡Óptima! ¿Cree que deteniendo la economía de Europa volando barcos puede hacer algo? Imagine una flota entera bajo su mando.

–Supongamos que acepto el trato ¿Esa gente de arriba, tiene algún mensajero?

–En estos momentos, nos está escuchando.

Detrás de Bahamut, salió una sombra. Ras Al Ghul se mantenía inmóvil ante esa alta figura demoníaca. Se cruzó de brazos, su armadura hizo ruido cuando se movió. Lo más llamativo fue su cabeza prendida fuego, más que cabeza, era una calavera sonriente.

–Apokolips necesita un líder, y Steppenwolf abrió horizontes para postular candidatos. – Dijo esa cosa con una voz infernal. – Dormammu, mago supremo, a su servicio.

Ras Al Ghul se veía aún más interesado. Cuando el mago supremo hizo un portal, comenzaron a aparecer más personas ostentosas. Evelynn, la sensual súcubo; Balder, el líder religioso y Jedah Dohma, el demonio.

–Tenemos todo, hay que esperar el momento justo para atacar los puntos.

–Y lo haremos…

Con responderle eso a Bahamut, Ras Al Ghul estaba dentro. Dormammu comenzó a reírse por la alianza.

Los cuerpos de Albert Wesker y Slade Wilson eran llevados a las profundidades. El mismo árabe coordinaba el ritual. Sus lacayos los arrojaron a las aguas verdes y esperaron.

Resurgieron como fénix. Gritaron de dolor al estar otra vez vivos, jóvenes y fuertes. Los Pozos de Lázaro hicieron su trabajo. Bahamut se cruzó de brazos, viendo cómo todo marchaba sobre ruedas. No podían creerlo ¡Estaban vivos! Recordaron lo último que vieron; Slade siendo asesinado por Shego, y Wesker siendo disparado al corazón por Glenn Arias.

–¿Cómo…? – Albert no entendía nada, al igual que el mercenario.

–¡Vengan! Arrodíllense ante mí.

Ras Al Ghul los tenía como dijo. ¿Esto era un sueño? Para nada. Era real, está pasando, fueron resucitados por el hombre que los rechazó, y Bahamut tuvo participación en eso.

–Aun con sus fallas, demostraron ser determinantes en su trabajo. Deathstroke, te doy mi bendición para continuar tu misión. Albert Wesker, tendrás la responsabilidad, dedicación y honor… de ser mi sucesor. Arriba ambos, bienvenidos a la Liga de los Asesinos.

Wesker consiguió un propósito mayor, ahora tendría que cumplirlo hasta el final. Entrenarse y prepararse para enfrentar los obstáculos por venir. Bahamut asentó al poder ayudarlo.

–Tengo que encontrar a Saya, señor Al Ghul.

–Tú entrena a Wesker, coronel. Yo me encargaré personalmente de Otonashi.

Bahamut se sentía nostálgico al escuchar aquel rango que lo acompañó. El plan iba muy bien.

Nadie de los aliados, ni Ras Al Ghul ni su hija, ni los nuevos miembros escucharon la pequeña risa de Dormammu.

Tras pasar los años, Albert Wesker se volvía más fuerte, al igual que Slade Wilson. El coronel Bahamut, ahora más vivo que nunca, tenía bajo su mando tropas de Apokolips. Steppenwolf fue amable en darle un rango en su corte. Abuela Bondad y las Furias respondían a las órdenes de Deathstroke. Mientras los aliados buscaban unas misteriosas piedras mágicas, Ras Al Ghul se encargaba de retener a los enemigos en la Tierra, haciendo que peleen entre ellos; y el general de Apokolips, puso al día al elegido del árabe con aquellas piedras y su poder.

Lo que no sabían…

Era que alguien estaba del otro bando…

.

.

.

.

Presente…

Torre Xanatos

02:37 Hrs

Estaba en la cocina, en la mesa tenía una m4 cargada y sin seguro. Owen Burnet se preparó un café sin azúcar, para mantenerse despierto. La seguridad del edificio no bastaría con proteger el Ojo de Odín. Activó cada trampa por si intentan robarlo. Además, David Xanatos no se encontraba en estos momentos. Había escuchado unas cacerolas caerse desde el otro lado. El rubio fue con el arma en mano, apuntando siempre. Una puerta de la alacena está media abierta. Owen tiró sin preguntar quién era, y fue el grito de una niña que lo obligó a bajar la m4.

–¡Señorita Iosama!

Karmi tenía las manos arriba ¿Cómo se infiltró? No era buen momento para tenerla aquí.

–¡Perdón! No quise colarme en ese avión ¿Acaso Hiro se fue a otro lugar? Pero ¿Volverá, no?

Owen suspiró, después de eso la invitó a la cocina. No sería un problema en preparar otra taza de café, aunque esté más amargo de lo normal.

Tras ponerle tres cucharadas de azúcar, Karmi ahora sí disfrutó de la bebida. Owen tenía colgada su m4, aún tenía café en su taza. Se serviría más.

–¿Qué fue lo que escuchaste?

–Escuché todo, Owen. ¿Por qué Hiro, los demás, me ocultaron eso? Olivia resultó ser una criminal de guerra, y me hice amiga de ella. ¡y ahora se fue a pelear contra marcianos! ¿Esto es real?

–Te sorprendería las cosas que sé. – Le dijo Owen a Karmi, que se lo quedó viendo anonadada.

–Sé que los millonarios son excéntricos pero, David sobrepasa las expectativas. – Karmi soltó un pesado aire – aunque Olivia me haya mentido, estoy preocupada por lo que le pase.

–Entiendo tu miedo. – Owen pensó en Xanatos.

El señor Burnet se quedó quieto. Karmi está tranquila tomando si café. Algo detrás de le venía, haciendo que el tipo se lance hacia la chica escapando de algo.

La escondía detrás suyo, y les apuntó a ellos.

Albert Wesker junto con Balder, Jedah Dohma y Dormammu estaban ahí, listos para robar el Ojo de Odín. Fueron inteligentes en mover a los guardianes de la piedra a otro lugar, se les iba a ser fácil. El demonio morado le arrojó las cabezas de la seguridad del piso, el Ojo de Odín dependía de Owen Burnet.

–Danos la piedra, Owen, y tú ni esa niña saldrán heridos.

–Como si fuera a creer eso, Balder. Bayonetta estaría a gusto cuando te mate.

Jedah Dohma le lanzó un zarpado, hiriéndole el brazo. Eso no hizo que bajara la guardia.

–Lo que necesito es su ojo, o sus dedos… Dormammu, por favor. – Wesker le ordenó al hechizo supremo hacer el trabajo sucio.

Se quedó de brazos cruzados, otra vez, sonriendo.

Owen Burnet protegía a Karmi hasta quedar en el rincón, viendo a aquellas figuras que también aparecieron, pero eran ajenas a los intrusos ¿También querrán el Ojo?

–Hace mucho tiempo no estaba en este planeta… hace años, mataron a mi hijo, Alucard. El que lo hizo, pagó con sangre, y fue un placer verlo sin cabeza.

–Y fue el Ojo de Odín que también buscó su muerte.

Los intrusos escucharon historias sobre él, pensaron que era solo un mito o una leyenda, pero el verdadero, está ahí parado. Drácula se veía poderoso bajo esa capa negra. A su lado, Monika, la creación de Sigma, sonreía con delicadeza. Sus ojos brillaban de un esmeralda intenso.

Entre Dormammu y aquellos que llegaron intercambiaron miradas. De sus manos, creó una espada de fuego y giró, queriendo matar tanto a Wesker como a los demás. El hechicero supremo era el traidor.

Balder esquivó el ataque con su lanza y Jedah comenzó a pelear contra Drácula. Monika le disparó lásers que salieron de sus ojos impactando en Wesker, alejado de la pela se acercó a ellos.

–¿Dónde tienen el Ojo de Odín? Lo necesitamos.

–No te vamos a decir dónde…

–Sígame.

Owen interrumpió a Karmi, y Monika los siguió. Sabía que estaban del bando contrario, aunque sus apariencias decían lo contrario. Se podía escuchar que la pelea se intensificaba más, llegando hasta el patio. Dormammu hizo emerger esqueletos que lo ayudaban a atacar a Balder, mientras Drácula intercambiaba golpes en el cielo con Jedah Dohma .

Wesker salió de los escombros, y comenzó la cacería.

Tecleó el código de seguridad, y los tres entraron. Owen cerró la puerta y le indicó a la adolescente dónde está el ojo.

–Debo preguntar ¿Usted es humana?

–Robot avanzado con conciencia propia, mejor dicho.

–Te vez como de dieciocho años… eh

–Monika. – Le sonrió a Karmi.

–Aquí, Monika.

Owen apoyó su mano en aquel tablero y la caja fuerte se abrió. La robot agarró aquel ojo que brillaba. Antes de que lo agarre, Alber Wesker logró romper la puerta de un golpe, sus nudillos quedaron rojos al chocar contra las capas de metal.

–¡Dame la piedra!

El rubio le disparó pero esquivó las balas. De un abrir y cerrar de ojos, Wesker se les apareció en frente. Le hundió la palma en el pecho, lanzándolo contra la pared. Monika atacó con golpes rápidos; varios le dieron en puntos débiles, pero eso no lo detuvo. La agarró de la cara y le dio un rodillazo, seguido de un golpe en la cabeza. Ni los lásers esmeralda hicieron que se detuviera.

Karmi se llevó la peor parte.

Albert Wesker tenía el Ojo de Odín en su poder. Salió corriendo del cuarto. Monika le logró impactar en el hombro con sus disparos lásers. Balder desvío la espada de fuego y saltó hasta la pasarela. Jedah herido logró desviar los zarpazos de Drácula. Los tres ya agrupados, escaparon por un portal de emergencia hacia Apokolips.

¿Acaso Dormammu formaba parte del comité enemigo? Por supuesto que no, fue clave en el contraespionaje; eso se lo explicó a Drácula y en su momento a Monika, y a los demás.

La robot se levantó y tenía fuera de su lugar el brazo. Al no sentir dolor, se lo acomodó. Miró a un ensangrentado Owen Burnet sosteniendo el cadáver de Karmi Iosama. Wesker le rompió el cuello. No había manera de salvarla.

Y todo eso fue por una piedra poderosa.

Pronto se reunirían con los demás aliados. La situación se volvió más complicada con lo ocurrido, el tiempo corría, no hay que desperdiciarlo.

.

.

.

.

Continuará…

.

.

.

.