Una cálida mañana recibía a los piratas Heart en aquella isla.
No entendía porque Mugiwara le había pedido con que fueran ese día, a esa hora, pero ante el recuerdo de porque debía acceder a esa maldita reunión le dijo que si, siempre dejando claro que estaba yendo por iniciativa propia y no por órdenes de nadie. Su tripulación se rio de la situación, ya que, desde su último episodio con la marina y la capitana Nami, Law se veía más relajado. Todas las dudas de una persona infiltrada se habían disipado como la bruma de la mañana y regresaban a su camaradería para sumergirse por aquellas aguas desconocidas.
Era evidente que ellos no conocían el extraño encuentro entre ambos, aquellos rencores y esa prohibida pasión en su despacho. Trafalgar era consciente y le podía dar nombre a los sentimientos que estaba teniendo por la peli naranja, a pesar de pertenecer a bandos contrarios. Aquellos días sin ella hizo que no dejara de pensarla, comprender que era lo que estaba pasando entre ellos y crear escenarios ficticios de finales felices juntos. Aquello lo enfadaba, ya que era consciente de que cada vez sentía más dependencia de sus besos, de su esencia, de su enigmática mirada... Casi como una esclavitud al que no estaba dispuesto a someterse.
Y menos de alguien tan peligrosa como su mayor enemiga.
Iba a hacer que fuera ella quien rogara por sus atenciones, sus besos y caricias. Que fuera ella la esclava de sus más bajos deseos. Tenía tantos placeres que probar con ella, que nunca podría o querría regresar con la asquerosa marina.
¿Sería esa su verdadera meta? Sacarla de ese mundo, Obligarla a entrar en la piratería... que lo acompañara a conocer todo el mundo y ver como regresaba a dibujar aquellos maravillosos mapas.
Además, estaban aquellas marcas de la persona que había disfrutado de ella antes que él. Recordar aquellas rojeces y el sabor de su boca a aquel extraño alcohol hizo que sus celos despertaran. ¿Amaría a esa persona que había dejado aquel coñac sobre sus mandarinas? No tenía respuesta de la misma forma que no sabía quién de todas aquellas malditas boinas blancas podía ser quien estuviera teniendo relaciones con Nami.
Law borró todo extraño pensamiento sobre la peli naranja cuando llegó al local que le habían indicado. En la puerta, con una sonrisa, el espadachín y el capitán de los sombreros de paja lo esperaban en calma. Sin embargo, no pasaron a dentro.
"El resto lo está... pero faltan los buenos amigos. ¡Pasad!"
Aquella frase lo descolocó por completo. Los piratas Heart pasaron, pero Law decidió esperar con ellos, queriendo conocer a las personas que faltaban. Serio, con los brazos cruzados y curioso. Nunca había visto sonreír así a Zoro, expectante de la llegada de esas últimas personas. Pero no llegaban. El sol ya estaba en su punto más alto, el calor cada vez era mayor, pero aquellas personas simplemente no cruzaban la calle. Teorizó sobre quién podía ser, se imaginó en un principio a otros capitanes que estarían en esa extraña alianza o algún marinero despistado.
Grande fue su sorpresa al ver quienes llegaban.
De todas las invitaciones, era la que menos se esperaba. Por un lado, estaba un rubio al que ya se había enfrentado, con aquellas horribles largas gafas oscuras y esa barbilla anormal. Por suerte no llevaba su uniforme de marine, pero aquella ropa no era mejor de la que solía usar, tan mal combinada que se le hacía como un mal payaso. Él era el menos importante. El segundo chico, sin embargo, estaba saludando con alegría a Luffy. Tenía el cabello rosa y las graciosas gafas, con una ropa de paisano bastante desenfadado y bien combinado, con colores igual de alegres que la gente que lo saludaba. El capitán no tardó en abrazarlo y preguntarle que tal iba todo, con una naturalidad que sorprendía a cualquiera que conocía el pasado entre ellos dos. Esa extraña pero calmada rivalidad.
Lo mejor era la tercera acompañante.
Debió imaginarse que era ella, Nami, otra vez apareciendo sin previo aviso. No iba con aquel horrible uniforme, vestía un suave y vaporoso vestido naranja floral, con un escote en el que deseaba ahogarse. Sus largas piernas de crema estaban libres de cualquier prenda y sus pies en unas sandalias marrones con tacón no dejaba huella ahí por donde fuera, en un caminar que ni levantaba una mota de polvo. Era la primera vez que la veía llevar un bolso marrón, que parecía lleno, del que colgaba su batón replegado. No había invocado a Zeus en aquella ocasión. Aunque lo que más le llamaba la atención no era su seductora apariencia, era su bello rostro. A penas llevaba maquillaje, acentuando su belleza natural. Podía ver los brillos de su bálsamo de mandarina y ya estaba imaginándose, jugando con sus sueltos bucles naranjas enredándose sobre sus dedos mientras la besaba.
Y no tenía marcas del marine desconocido...
Antes de poder decirle nada, Zoro se adelantó a él. La saludó con un abrazó, a lo que ella respondió muy animada. Podía ver como la rodeaba con sus fuertes brazos, disfrutando de los huecos de su piel desnuda y el tacto delicado de la prenda, mientras que ella no llegaba rodear del todo su fornida espalda, dejando ver como sus manos, con las uñas de gel impolutas, acariciaban suavemente lo poco que alcanzaban. Creyó ver correctamente como el espadachín besaba su coronilla, aspirando su aroma de mandarinas, mientras que ella descansaba sobre su bien trabajado pecho. ¿Estaba sonriendo ante su contacto? De la misma forma, Luffy soltó al peli rosa para poder abrazarla con el mismo ímpetu, haciendo que sus brazos de goma rodearan varias veces a la pareja. Los tres se reían, rompiendo la extraña atmosfera que había presenciado antes entre el peli verde y la peli naranja.
¿O había sido su perturbada imaginación?
Era la primera vez en mucho tiempo que sentía una extraña opresión en el pecho. Aquello estaba fuera de toda lógica. No entendía cómo era que unos gestos de una persona que tanto odiaba le estuvieran afectando a tal grado.
Ella lo saludó con cierto cansancio, como si no esperara tener que lidiarlo en lo que parecía su día libre. Su gesto le pareció un desprecio, algo que contrastaba con el cariño que le dedicaba a los sombrero de paja. Era molesto y, de alguna forma, descorazonador.
"No estamos de servicio, pero a la mínima te refundo en Impel Down" amenazó ella antes de entrar, en esa excitante línea de intentar ser superior a él. Law no pudo evitar esbozar una sonrisa socarrona de las suyas, divertido por el gesto de la joven.
"Inténtalo, gata" la retó sin pensarlo demasiado.
Por fin todos entraron y el capitán de los Heart no pudo evitar sentir que algo se escapaba de su entendimiento. No entendía bien la finalidad de la reunión, ya que veía como todos estaban celebrando una gran fiesta a plena luz del día en una taberna de mala muerte. Sus subordinados estaban con los sombrero de paja, entre juegos, baile y alcohol. Nami fue directa con la arqueóloga Nico Robin, quien estaba hablando con su ingeniera Ikkaku. Se había integrado al segundo, esbozando una hermosa sonrisa, hablando de varias cosas como si las tres fueran hermanas.
Solo ahí vio cómo se sumaba Koala, la revolucionaria que había conocido en otras ocasiones por Nico Robin. La abrazaba y restregaba su cabeza contra sus gran busto a modo de saludo. Con aquella extraña entrada, se fijó que el chico que los había liberado de la cárcel antes estaba a su lado y los demás revolucionarios se encontraban en ese mismo lugar, hablando con otros piratas y marines. Al segundo, Law comprendió que estaba pasando: la fiesta era solo la tapadera de una reunión mucho más densa. Desperdigados, solo alguien observador de verdad se daría cuenta de que estaba ocurriendo:
Un intercambio de información delante de todos.
No comprendía como era que alguien como Nami estuviera compartiendo una información tan valiosa de aquella forma, en lo que se podía considerar una traición bien calculada, delante de todos. Necesitó fijarse con mayor detenimiento para ver como su bolsa era como la de la arqueóloga de Mugiwara. Aquel largo abrazo con Koala solo era para decir algo de lo que la ingeniera nunca se enteraría, pues simplemente estaba delante de un amistoso abrazo. Los estaban usando para disimular el ambiente.
De pronto, notó como un brazo de goma tiraba de él para arrastrarlo a una mesa. Había jarras más grandes que su cabeza, con cerveza y ron hasta los topes y, Luffy y Zoro ya lo estaban obligando a tomar, en una actitud nada sospechosa de disimulo. Algunas personas más se sumaron a la mesa y empezó una ambigua conversación de la que era fácil leer entre líneas.
"Sea lo que sea, los Heart no vamos a participar" sentenció al segundo para que no lo envolvieran en una de sus tantas locuras con complejo de salvador
"No entiendo a lo que te refieres, Torao" le dijo el capitán de los sombrero de paja mientras se acomodaba para seguir engullendo toda la comida "¡Eres demasiado gruñón!"
"Serías un buen compañero si no fueras tan... negativo" dijo el rubio antes de dar un gran sorbo
"Solo lo quieres porque no te fías de Chopper como doctor, aun cuando ya has visto que es capaz de curar a Zoro, Sabo" le recriminó Luffy sin soltarlo "pero lo haré mi próximo nakama"
"¡Jamás!" vociferó al segundo el capitán de los Heart
"Que poco criterio tienes, Luffy-san" se escuchó detrás de ellos.
Nami, con una gran jarra en mano, se había sentado entre el peli verde y el rubio. Vio las miradas cómplices antes de darle un largo trago. Podía ver como aquel alcohol baja en ese largo trago y Law se sintió sediento por un segundo, antes de recordar que estaba delante de más gente y poder, por fin, quitarse al sombrero de paja de encima.
"Debe ser extraño compartir mesa con tu peor enemigo" soltó de pronto el peliverde
"Es desagradable, le quita el gusto a mi trago" dijo ella con cierto desdén "por eso lo estoy viendo como ese niño molesto que trajo Cora-papa... ¿Sabíais que él solía...?"
"Ni se te ocurra, Nami-ya" amenazó Law al ver por donde quería ir la peli naranja
"¿Por qué no?" preguntó ella queriendo aguantar malamente la risa "si aún me acuerdo como ibas como abrazabas a Bell-Mama con tanto cariño... eras un niño tan bueno, Traffy..."
Al escuchar las risas de los otros chicos, buscó algunos de los recuerdos más vergonzosos de ella en su más tierna infancia.
"¿Y qué fue de aquella traviesa niña que robaba libros y luego lloraba por los regaños de Corazón para que le quitaran el castigo? Tu era muy mala... que raro que ahora seas marine"
"Espera, ¿robabas libros?" preguntó asombrado el capitán de los sombrero de paja
"¡Éramos pobres!" se excusó ella al segundo, sonrojada "pero luego los devolvía"
"Porque te obligaban, gata ladrona" matizó él "ya que aquí la señorita tenía el sueño de hacer el mejor mapa de todos. Aunque ya vemos que tus sueños tenían fecha de caducidad..."
"¡Nami, se mi navegante!" gritó de pronto Luffy "¡Se mi navegante y harás todos esos mapas!"
"La última se ahogó sola... no, espera, regresó a su casa porque estaba cansada... no, espera, ¿qué pasó con el último navegante?" preguntó confuso Zoro
"Que lo comieron los monstruos marinos cuando iba a intentar pescar con Luffy a pesar de que le insistimos que no" terminó por revelar el cocinero mientras se acercaban a ellos "¡Tu romperías nuestra maldición, Nami-Swan!"
"¿Nami, navegante? Sería incapaz de dejar a los marines, es demasiado cobarde" aquel comentario iba con una matiz de veneno que la marine se dio cuenta al segundo.
"Aunque ser la navegante de los sombrero de paja es mejor que el de un capitán tan inepto como tú, Traffy" respondió la peli naranja de mala gana "prometido, si algún día, que lo dudo, busco otro trabajo, seré tu navegante, Luffy" de pronto se puso de pie, acomodándose el vestido "con vuestro permiso, necesito aire..."
Tal como llegó, se marchó. Law la siguió con la mirada y, por un momento, pudo ver que aquella sonrisa que siempre llevaba dibujada se había esfumado en una simple línea inexpresiva. Se quedó con sus camaradas, tomando un poco del ron y olvidando ese crudo momento. Aunque todos ellos querían seguir con aquella charla más que con él.
"Y yo que pensé que conocía a Nami-Swan primero" Sanji de pronto mencionó aquello inflando sus mofletes de forma infantil "no es justo, conociste a la pequeña Nami... ¡Sería guapísima, no monísima, no adorabilísima!"
"Tampoco te creas, era una niña odiosa, egoísta, bruta... cuando la conocí, la señorita Bell-Meré estaba regañándola porque se había pegado con unos críos de la isla. Ella había ganado, los niños estaban pidiendo perdón, pero Bell-Meré insistía en que debía ser ella"
Aquel recuerdo aún estaba vívido en su mente. No fue de las primeras impresiones más agradables, ya que igualmente aquella señora y los niños salieron corriendo al ver su estado por culpa de la enfermedad. Bell-Meré no estaba así, era más, lo abrazó a él antes de saludar siquiera a Corazón y los cinco juntos, ya que Nojiko también participó en aquella pelea, fueron al médico de la isla. Solo en ese momento, al ver la actitud de aquella mujer, entendía porque Corazón tenía un fuerte crush por ella. La forma en la que ordenaba y manejaba a los hombres era similar al de la Nami marine con la que se enfrentaba y nadie era capaz de decirle que no.
También estaba el día que Nami le pidió que recogieran juntos mandarinas.
Cuando jugaron juntos en la playa...
Hubo tantos días felices con un cálido sol en Cocoyashi, que cualquier otro día se sentía frío a comparación.
"¿Quién lo diría de una de las heroínas de la marina?" preguntó entre risas Sabo
"Aunque también tenía su buen corazón..." suspiró en voz baja, aunque todos lo oyeron "era buena hermana"
"Entonces, ¿Cómo pudiste dejarla sola contra Arlong?"
Aquella pregunta de Luffy lo descolocó por completo. Lo miró y, por primera vez desde que lo conocía, vio al capitán serio, al borde de golpearlo por haber cometido una falta grave de la que no era para nada consciente. Además, esa mera, pero precisa pregunta abría un abanico de dudas para Law. ¿Cómo era que conocía esa parte de la historia? ¿Cómo siquiera era que Nami era amiga de Luffy y todos los sombrero de paja?
"Cora-san y yo nos marchamos antes de que ese maldito pez llegara" comentó sin mirar el enojo del capitán contrario "ya no había opciones para mí en el East Blue y fue la propia Bell-Meré quien nos pidió seguir buscando una cura fuera en otras aguas. Queríamos que vinieran con nosotros, pero no había suficiente dinero y no era buena idea viajar con tres niños" Tomo un breve trago antes de seguir "cuando Doflamingo mató a Cora, mande la carta avisando de que era lo que había ocurrido y, de paso, dejando una dirección. A las semanas me llegó una mala carta con esa noticia, pero ya no tenía como regresar a Cocoyashi"
Aún tenía en su mente grabada cada palabra escrita de aquella maldita carta. En como hablaba de aquella forma despectiva de todo, de cómo relataba la muerte de Bell-Mere y le decía que mal camino había escogido al ser la misma escoria que aquellos que habían matado a sus padres. Como si a él no le doliera todo lo que había ocurrido en ese tiempo, como si sus lloros y sentimientos no valieran nada...
Como si a él no le afectara nada de lo que había ocurrido a la marine más fuerte y capaz que nunca había conocido, como era la señorita Bell-Mere.
A pesar de su mueca de desagrado y relatar como él nunca tuvo noticias de nada, parecía insuficiente para el capitán de los sombrero de paja.
"¿Y nunca te preocupaste por rescatarla?"
"¿De qué?"
Aquella pregunta se le escapó al segundo. Enderezó su postura y le dio una mirada de completa sorpresa a Luffy, sin entender su pregunta. Luffy no dijo nada y seguía con aquella seria mirada. Buscó en el resto de los chicos que lo acompañaban en esa mesa alguna señal y, al ver que lo miraban sin comprender su postura, afloraron en Trafalgar más dudas. Siempre dio por hecho la versión oficial que tenía, tanto de la última maldita carta de Nami como de las noticias y aquellos primeros encuentros en los que la capitana marine lo derrotaba con insultante facilidad.
"¿Nunca te preguntaste como fue que Arlong terminó preso?" preguntó Zoro con tono serio
"Ella se alistó en el mismo momento para poder liberar Cocoyashi, ¿no?"
Ninguno contesto. Simplemente tomaron un sorbo de su alcohol. Completamente confuso y desubicado, dejó su jarra y salió en busca de la peli naranja. Noto ciertos amagos de Zoro por evitar que se marchara, pero las miradas de todos le decían que sí, aquella joven de una de las tantas islas olvidades del East Blue y él tenían más que una conversación pendiente.
La marea de gente que sorteó hasta llegar a la puerta solo aumentó su sensación de confusión. Siempre había tenido tan claro que era lo que había pasado entre ellos dos que, ver gente ajena supiera más que él de algo que consideraba su propia historia solo le daba nauseas. Era como si ella, de forma deliberada, lo hubiera apartado de su lado, como si, con las muertes de Bell-Meré y Corazón, ella hubiera tenido una excusa para apartarlo para siempre.
Y Trafalgar no encontraba una razón que lo convenciera. Un verdadero "por qué".
Al salir, el frío aire del anochecer lo golpeó, despejando cualquier emoción en caliente con el que quería enfrentar a Nami. Aquella ira se calmó y le hizo bajar al plano real. Aun el sol estaba en el horizonte. Respiró hondo varias veces. El alcohol no le estaba afectando, se había disipado de la misma forma que su enfado. Buscó a Nami con la mirada y la encontró sentada un poco más apartada. Lo pensó antes de acercarse a ella, ya que se veía en una paz y en una reflexión propias que sabía que solo la iba a interrumpir.
Antes de poder moverse del lugar, de pensar siquiera que podía haber vuelto al Polar y olvidarse de esa extraña conversación, ella había girado su perfecto cuello y había mirado a su dirección, encontrándolo. Completamente ensimismado con ella. Sus preciosos ojos chocolate estaban apagados, inundados en lágrimas que no terminaban de caer dando un reflejo irisado.
Nami parpadeó varias veces, evitando que cualquiera se cayera en su presencia, queriendo dar esa imagen de mujer fuerte con el que siempre se había enfrentado. Como si fuera una auténtica debilidad que alguien, que ya la había conocido desde dentro, conociera también sus preciosas lágrimas de cristal.
"¿Qué paso en verdad en Cocoyashi?" se atrevió a preguntar en ese gran silencio.
Sabía que no era la mejor forma de iniciar una conversación, de acercarse a ella, de hablar de viejos recuerdos... Nami lo miró completamente sorprendida, sin comprender porque estaba sacando ese tema en ese momento. Ella se levantó de su sitio para quedar cara a cara con el capitán pirata.
"¿Por qué quieres hablar de eso ahora, Trafalgar?" le preguntó de vuelta. Al ver como no respondía, Nami hizo una media sonrisa la cual descolocó al capitán "No hables tanto con Luffy... a veces inventa cosas"
"¿Y si no ha sido Luffy?" le preguntó arqueando la ceja, recordando que el de la pregunta fue Zoro
"Sigue siendo mentira" respondió ella a una velocidad que no le dejó pensar
"Con lo buena mentirosa que eras antes, dudo que, ahora siendo la heroína de todos, no seas capaz de seguir mintiendo" respondió de vuelta Trafalgar. Se quitó el peludo gorro y se rascó su desordenado cabello, queriendo amueblar bien las ideas, aunque sabía que era tarea imposible si le faltaban datos "Dime que pasó, por favor"
"Esto es absurdo, Trafalgar" Nami se veía molesta con el tema, pero Law no quería parar "han pasado años, ya está todo resuelto y lo último que te debería preocupar es el pasado."
"¡Tengo derecho a saber que fue lo que ocurrió, Nami-ya!" estalló finalmente el capitán de los Heart "¡Ella también era importante para mi! ¡Odio cuando haces eso!"
"Si eso es lo único que te molesta, me alegra" soltó ella con una mueca de desagrado "Nunca te interesaste por Bell-Mere. Nunca mandasteis una postal mientras papá estaba vivo... Por fin teníamos noticias tuyas y era de la muerte de Cora-papa y tu intento de tripulación pirata de pacotilla. ¡Pues quédate en la duda! ¡Ni Nojiko te dirá que fue lo que ocurrió!"
"¡Siempre quise saber de vosotras, erais mi familia y os estimaba! ¡Pero Cora-san no quería preocuparos con mi muerte y quería que viviera! Algo de lo que claramente tú te has olvidado" respondió subiendo el tono más de la cuenta. Ambos no se fijaron como de apoco tenían cada vez más público, interesado en el drama del pirata y el marine "Cora y Bell querían que dibujaras todos los mapas, que explotaras todo tu talento y que conocieras el mundo... ¡Pero decidiste ser una maldita perra del gobierno!"
"¡No sabes nada, Trafalgar! No soy una perra del gobierno, ayudo a que indeseables como tú no hagan lo que hicieron en mi isla" le gritó con la misma fuerza que él "¡No sabes nada de todo lo que ocurrió por culpa del maldito Arlong, de mis días en la academia y te las das de "súper pirata" pero no dejas de ser un maldito emo en un submarino sin un sueño más que el de vivir! ¡¿Quieres intentar darme lecciones desde tu cómoda posición?! ¡¿vivir para qué?! ¿Para vender órganos en el mercado negro? ¡Pedazo de vida! ¡Cora-papa tiene que estar dando saltos de alegría de ver en que te has convertido! Solo eres una copia barata de traficante"
"¡Por lo menos estoy haciendo lo que quiero en libertad y no dando mi cuerpo los marines!"
Nami se quedó muda y Law cayó en la cuenta de que había insinuado. Pero no quiso retirar sus palabras. Lo veía de esa forma: había cambiado sus sueños más preciados en el nombre de un gobierno al que no le importaba, reduciéndose a una mala prostituta. Además, por aquellas marcas, podía ver como si se estaba acostando con alguno de aquellos marines mientras que él también tenía un pedazo de ella.
Sin esperarlo y sin mediar ninguna palabra, Nami le propinó tal bofetada que acabó en el suelo. Su rostro mostraba esa furia y puro odio. Law se acarició la zona adolorida, se levantó e intentó responder su agresión, pero Bepo lo agarró de inmediato. Solo ahí se fijo que todas las tripulaciones habían salido y habían visto toda su discusión.
"¡Imbécil! ¡Idiota! No te vuelvas a acercar en tu maldita vida, o te juro que te refundiré en la maldita cárcel, al lado de Doflamingo ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!"
Nami no terminaba de gritarle que lo odiaba. Lo escupía desde la parte más profunda de su ser. Su rostro se ocultaba detrás de sus desordenados cabellos naranja, cuya cortina no podía tapar las gruesas lágrimas que caían fruto de algo que se había roto por culpa de sus palabras. Ya no cabía duda, había tocado una fibra sensible de ella y, solo por dar a entender algo que ni siquiera sabía si era cierto, lo quería matar. Ikkaku y Robin la sacaron de la escena a duras penas, mientras que Bepo, en un fuerte abrazo, lo sacaba en dirección contraria, a puerto.
Al estar a varios metros, la música regreso. Desde la lejanía, solo les llegaba un animado eco. El mink y sus dos buenos amigos se quedaron a su lado, intentando calmar a su capitán sin mucho éxito. Law, por su parte, procesó rápido todo lo que había ocurrido. Le restó importancia a todo, desde las miradas desaprobatorias de todos hasta las palabras más fuertes que le había dedicado la capitana marine.
Por lo menos, siente algo por mi – se repitió el capitán de los Heart mientras se acomodaba el gorro.
Las palabras de su tripulación se escuchaban lejanas, como si de verdad no aportaran absolutamente nada a todo lo que ocurría. Y lo dijo. Nada importaba en ese momento, ni las palabras de Nami, ni Luffy con su bizarra tripulación o los revolucionarios que cada vez le importaban menos que cero. Ellos tenían otras metas, otros rumbos, otros sueños... y no tenían por qué involucrarse con gente mucho más débil que ellos. Estaba claro que estaban en algo. A pesar del gran enojo del sentido, lo podía intuir: algo muy turbio estaba ocurriendo a metros de él y, aunque ellos querían que él se involucrara en ese extraño y misterioso asunto, Trafalgar no se iba a dejar.
Solo quería estar lejos de todos ellos y seguir con sus planes.
"Debería disculparse, capitán" escuchó de pronto del hocico de Bepo, quien estaba detrás de él, sirviendo de almohada como siempre "aunque se lleven mal y no quiera verla, estuvo feo lo que le dijo"
"Cállate" le ordenó al instante
"Lo siento" se disculpó al segundo el mink
"Pero Bepo tiene razón, capitán" quiso intervenir Sachi "vale que quiera encarcelarlo, pero que no sea porque la haya llamado eso delante de todos"
Trafalgar se quedó en silencio.
¿Qué iba a decir?
Molesto, mando a los chicos a la fiesta mientras que el tomó el camino de regreso a su navío. Ya no tenía porqué quedarse en aquel lugar, celebrando algo que sabía que no era real. Ellos intentaron persuadirlo sin éxito. Law se despidió con un gesto de su mano y salió a la noche. Era un largo camino por el pueblo, únicamente acompañado por los candiles que iban encendiendo y los pocos marineros borrachos que se acercaban a la gran fiesta de Mugiwara.
Law iba en dirección contraria. Dándole la espalda a todo y a todos, miró como cada casa se iba cerrando a su paso. Solo, como siempre. Evitando pensar en la peli naranja, se fijaba en todo lo que había en aquella isla, en todo lo que se estaba cerrando de los negocios, en cada ínfimo detalle del bello paisaje que se iba abriendo a su paso.
Hasta que vio a la marine en el balcón de aquella casa. Se fijo en ella en mitad del camino, sin importar si ella lo llegaba a ver. Aun sentía la sangre hervir de su discusión, aunque no brillaba con la misma intensidad que antes. Solo ahí, se fijó en como se había cambiado de vestido y, sobre sus hombros, había un cárdigan de color melocotón. Sus cabellos estaban en un desenfadado moño y sus pies tenían unas pantuflas tupidas del mismo color.
Trafalgar tragó seco. Aun con aquella sencillez, se veía hermosa. Le había robado el aliento sin siquiera intentarlo, sin siquiera mostrar su verdadero bello rostro. Deseaba que se girara y que lo viera, solo para ver aquellos ojos de chocolate endulzar su maldita vida.
Pero no se giró. Entró en su habitación y cerró la ventana.
No sabía si eran aquellos malditos sentimientos a los que les había puesto aquel maldito nombre, no sabía si era esa excitación que siempre sufría con aquella maldita marine o si fue uno de esos tantos impulsos de hombre básico que babeaba a los pies de la heroína de la marina. No tenía la más remota idea de, por que, había entrado en la posada. Sin mediar palabra con el portero, y viendo que el lugar estaba completamente solo, subió las escaleras y buscó con cuidado la habitación de Nami. Todo estaba silencioso y solo en uno se escuchaba el crujir de la madera a su paso.
Sin llamar a la puerta, entro.
Ahí estaba ella. Aquel sencillo y mediano vestido era uno de noche. Se había quitado el cárdigan y estaba descalza sobre la alfombra. Se había quitado el moño y parecía quererse acostar.
Evidentemente, estaba sola.
Y muy sorprendida de verlo.
Sus manos fueron ágiles en tapar su rostro, pero igualmente Law pudo ver lágrimas. Gruesas y brillantes, caer sobre el escote de su vestido.
"Nami-ya..." quiso decir algo el capitán de los Heart, pero ella lo paró de inmediato
"¡Vete!" ordenó ella de mala gana "¿No te ha quedado claro que no te quiero ver?"
Escuchar aquello dolía. Pero más dolía verla llorar de aquella forma, queriendo ocultarlo, avergonzada de absolutamente todo. Esa no era la Nami del que estaba enamorado. No era la muchacha a la que le gustaba domar y, sobre todo, altanera y orgullosa. Era una chica quebrada, rota, a la que quería mimar, cuidar y consolar, querer de una forma que a ella misma no se quería: con amor. Una palabra completamente nueva en su vocabulario.
"¡¿No entiendes?! ¡Qué te marches, Trafalgar!"
"¿Por qué?" insistió con la pregunta
"Hasta ahora, nunca te habías preocupado, y... y..." sus sollozos ahogaron sus palabras. Ella intentaba calmarse, pero solo lloraba más y más. "nunca volvisteis" pudo vocalizar finalmente
Aquellas palabras hirieron su orgullo. Sin meditar mucho las consecuencias, la aprisionó entre sus brazos, en un tosco intento de abrazo. Fue un agarre fuerte, que fue modulando a medida que la peli naranja intentaba zafarse. Cuando notó que se iba calmando, acarició su cabeza con sumo mimo.
"Siempre quisimos volver" le susurró al oído "Nami-ya, yo te..."
"No lo digas" lo interrumpió ella "mañana estaré de servicio"
"Deja la marina, vente conmigo" sus palabras sonaron a suplica
"No, Law" sentenció ella, apartándose un poco del abrazo "tengo que defender la voluntad de Bell-Mama"
"¿Qué está ocurriendo? ¿Qué tienes planeado?"
Se apartaron por un momento y ambas miradas chocaron. La suya estaba rota, cansada, agotada... y a pesar de ser frágiles como el cristal, tenían esa determinación a algo que Trafalgar todavía desconocía. Ella lo llamaba la voluntad de Bell-Mere, pero sentía que le estaba mintiendo. Todos, hasta Luffy, sabían una verdad que él desconocía por completo. Iba a preguntar nuevamente, pero ella lo detuvo con un suave roce de labios, matando cualquier palabra con efectividad pura. Law no tardó en corresponder, dándose un primer beso sin más pretensiones que una honestidad que no se daba entre ellos desde hacía tiempo.
¿Eso era que ella sentía lo mismo? Law quería creer que sí. Buscó que asintiera con la cabeza de que si, ambos estaban conociendo ese nuevo sentimiento que había nacido del más puro odio y que necesitaba de cosas que ambos simplemente no sabían.
Ella le sonrió como aquella misma niña con la que le encantaba jugar cuando eran unos infantes. Estaba siendo honesta y, por primera vez, Law podía asegurar que no había barrera alguna entre ellos. Se sentía tan bien después de ese simple beso sin pretensiones que ambos se dieron cuenta de cómo, estúpidamente, se habían enamorado.
Habían pasado de un ciego odio y desprecio hasta soñar con la muerte del contrario, a un amor tan tierno como los bollos recién preparados que antes hacía Bell-Mere cuando conseguían un poco de dinero.
De forma silenciosa, ella pidió un nuevo beso, esta vez más profundo y lento, queriendo volver a degustar esa sensación plena de haber acertado con el concepto más primario del amor: honesto, desinteresado, dulce, delicado... su perfecta manicura se enredaba en su oscuro cabello, peinando cada hebra con cierto mimo a lo que Law se dejó acariciar como una mascota. Trafalgar no se quedaba corto y sus manos apretaban sus finas caderas, perdiéndose en sus perfectas curvas.
Al romper el beso, ambos simplemente se abrazaron. No necesitaban nada más. Solo de ese puro contacto para saber que todo aquello era real. Las ideas más primarias de la discusión, sus bandos, la guerra, la libertad... todo aquello estaba en un segundo plano, solo primaba la necesidad de estar siempre al lado del otro.
No hubieron más palabras entre ellos. A pesar de todas las dudas y reflexiones que quería compartir con ella, sabía que no debía articular palabra alguna. Simplemente dejaron que sus cuerpos se comunicaran todo aquello que realmente se necesitaban decir: desde ese te quiero que nunca podía pronunciar hasta ese tengo miedo con un temblor.
Aun quedaban horas hasta el amanecer y simplemente aprovecharon para borrar cualquier línea de enemistad. Era fácil fingir que eran dos simples enamorados en la habitación de un hotel. Por un momento, buscaron esa suave caricia, una simple muestra de cariño, algo que les hiciera soñar con que existían tiempos mejores. Unos sin querer aprisionar al otro de por vida o enfrentarse en crueles batallas.
Con sumo cuidado, ambos se fueron quitando la ropa. La dejaron caer en el suelo y, entre esos besos de porcelana, se iban acercando a la cama. Ambos se dejaron caer entre aquellas finas sábanas y se enredaron entre ellas. Era la primera vez que podían estar sobre un colchón, completamente desnudos, besando cada milímetro de su piel. Law quería estudiar aquel cuerpo de diosa que tenía entre sus manos. No dejar cada fibra sin explorar ya fuera con su boca o con sus dedos. Nami no podía reprimir ningún gemido, siendo la única música de toda la habitación.
Era la primera vez que sentía como la lengua de Nami conocía su erección y lo aprisionaba entre sus grandes senos. Con un movimiento similar a la de las olas del mar, casi podía comparar lo bien que se sentía a estar dentro de ella, pero aquellos cortos besos que dejaba en la punta eran como la guinda del pastel. Estaba gozando de su trato, de cómo finalmente toda su erección entraba por la boca de ella y podía follar su cara tan fuerte como su intimidad. De como su mirada se perdía y su saliva se mezclaba con el líquido preseminal.
La sacó de su boca y llenó todo su rostro de su semen. Finalmente la había pintado de blanco como si fuera un nuevo cuadro de arte. Su mirada estaba en blanco, perdida en la lujuria. De su entreabierta y jadeante boca, se escapaba un grueso hilo de líquido. Sonrió, deleitado con la bella imagen que tenía delante. Las manos de ella se acercaron a la mesilla, pegando más su desnudo cuerpo, agarrando un pañuelo y quitando el blanco líquido con algo de torpeza. Trafalgar la intentó ayudar, sin perder de vista como sus enormes y brillosos senos se restregaban sobre su pecho.
Una nueva necesidad se había desbloqueado en lo más profundo de sí mismo: devorarla.
"Siéntate en mi cara" pidió él de vuelta
Algo avergonzada por primera vez, con un sonrojo de lo menos característico de ella, obedeció. Ella ya estaba húmeda del acto lascivo anterior. Sus dedos separaros su labia y juguetearon con aquella excitación. Siquiera su clit se salvaba de recibir aquellas estimulaciones que le quitaban el aliento. Nami no reprimía sus jadeos ante tales atenciones, se estaba perdiendo cada vez más en aquellos juegos. .
¿Sabía a mandarina o su perfume natural lo estaba engañando?
La fina mano de ella volvía a estimular en un tortuoso sube y baja su miembro, a modo de agradecimiento. Intentaba tener un ritmo que envolviera una pequeña atención a sus testículos, pero ella misma se perdía ante el placer que le daba sentir la lengua de Law en su interior, conociendo cada ínfimo e íntimo rincón de ella.
Trafalgar aun tenía gasolina.
"No pares" jadeo ella al notar como se retiraba.
Ante tal orden, con una fuerza que rompía la delicadeza con la que la estaba tratando hasta el momento, la aprisionó contra las sábanas boca arriba. Ella se dejó arrastrar y posicionar debajo de él, con los brazos por encima suyo los cuales quedaban completamente fijados por sus fuertes manos. Sus delicadas piernas, se cerraron sobre las caderas de él y, como una dulce tortura, Law restregó su semi erecto pene contra su entrada.
"Joder..." suspiró ella ante el contacto. "entra ya"
"Calma, gatita" dijo sin cesar aquel movimiento "¿no disfrutas con esto?"
"Lo haré si entras de una vez"
Law la calló entrando de una. Sintió que sus paredes se estrechaban ante su fiereza. Espero unos momentos, mientras se deleitaba de como ella se retorcía debajo de él ante la penetrada, sin poder callar ese grito de placer que se había escapado de sus labios. Bajo sus manos y apretó sus caderas, iniciando un fuerte vaivén del que Nami intentaba corresponder mientras apretaba la sábana con fuerza.
Trafalgar no era muy fan de aquella postura y tiró de ella para que pudiera enlazar sus brazos sobre su cuello. Nami lo arañaba como una gata, extasiada. Sus miradas chocaron por un momento y cerraron sus labios en un apasionado beso, enzarzándose en una batalla de lenguas, entremezclando su saliva y sabor. Las mandarinas volvían a cruzarse con el café negro, en un fuerte sabor del que ambos eran adictos. En aquella fuerte penetrada su sudor se entremezclaba al son de los pocos ruidos que llegaban a hacer, creando un calor en la habitación del solo sabían pedir más.
Aquel marcador imaginario de Law se había perdido aquella noche. No era más una batalla de quien estaba ganando a quien. Solo querían aprovechar cada minuto en darse ese amor y placer que, en cuestión de horas sería cercenado por su rivalidad. Solo al momento de dormir abrazados por primera vez, desnudos y mal tapados sobre las cobijas, sabían que ya no había otra persona que pudiera satisfacerlos en todos los sentidos como lo hacía el otro.
Al amanecer, Law se despertó de mala gana. Estaba tan a gusto en lo que consideraba su nuevo rincón favorito, el pecho de Nami, que ya no quería que volviera a amanecer. Escuchó algunas quejas de ella, también se la veía molesta. Se giró para poder ver como se despertaba después de la gran noche. Aun podía ver las marcas que le había dejado sobre su desnudo cuerpo, el cual volvía a antojar.
Pero no era el momento. Ya no habría más momentos entre los dos.
Un nuevo día les recordaba que seguían siendo grandes enemigos de bandos contrarios.
Ella debía regresar con los malditos marines, a perseguirlo por piratería y evitar que siguiera cometiendo más crímenes contra el gobierno mundial. Él debía volver a luchar contra ella para que no lo ejecutaran y seguir gozando de su libertad.
Todo lo que habían pasado ese día se quedaba en el ayer: los besos, el amor, la idea de ser una pareja completamente normal y formar una familia en Cocoyashi o Dressrosa después de alcanzar todo lo que deseaban... regresaban a lo que era: un espejismo.
¿No podía tener los dos? Evitar que el espejismo se fuera, arrastrarla a su bando obligándola a desertar de la marina y que se quedara a su lado para siempre... Él podía robarla, para algo era el capitán de una de las peores tripulaciones en el Grand Line. ¿No era un sucio pirata? Podía secuestrarla...
Se fijó en como una lágrima se escapaba de la mirada de chocolate de Nami. Ella sollozaba, comprendiendo que también había llegado al plano real y que debían separarse. Todo ese mundo imaginario con final feliz se borraba sin remedio y debía afrontar la cruda realidad: regresaban a bandos contrarios.
Y los enemigos no compartían la cama.
"No mires" suplicó ella dándose la vuelta e intentar calmar sus sollozos, sin mucho éxito. "Deberías estar huyendo... vuelvo a estar de servicio"
Trafalgar quiso decir algo más, pero su orgullo le impedía decir nada. No iba a suplicar por alguien que estaba convencida de una nefasta idea y no la iba a consolar en lo absoluto. Nami ya había dejado claro que no iba a dejarlo todo, tenía sus razones y lo obligaba a respetar, por mucho que los desconociera.
Sin poderle decir un adiós o darle un beso de despedida, se arregló como pudo y se marchó, sin mirar atrás.
Sin poder ver sus ojos brillar con esperanza y un sentimiento tan puro que no era apto para piratas sucios como él.
