Cap 5

La ocultación de la constelación.

El clima había mejorado desde que salieron de Delagua. El sol resplandecía sin que ninguna nube se cruzara por su camino y una pequeña brisa refrescaba a los enanos. El camino que comunicaba hasta Bree lo hicieron en silencio. Sólo se escuchaba el relinchar de los caballos y el viento que les zumbaba los oídos. El llegar al nuevo pueblo les hizo salir de ese lúgubre trance que llevaban por los sucesos pasados. Ruidos de carretas pasando, hombres, hobbits y algún que otro enano se veían en las calles yendo y viniendo, tratando de vender sus mercancías, y algunos niños humanos jugando en las calles hacían que Bree tuviera vida. Luego una noche de cervezas en el "Poney Pisador", en el que recobraron el buen humor, siguieron su camino hacia Erebor.
Fili no le había dejado de echar un ojo a su hermano. Se había vuelto taciturno, como si una sombra hubiera llegado y se llevara la alegría de aquél joven enano. No hablaba, su apetito había disminuido considerablemente y, con el correr de los días, las ojeras comenzaron a notarse en la piel del joven. Fili se adelantó hasta llegar a Thorin y le habló en voz baja.
-Estoy preocupado.-
-Lo sé Fili.- Le dijo Thorin.- Te he visto velar por tu hermano todo este tiempo. Además no está teniendo muy buen aspecto.-
-Lo veo desmejorado, tengo miedo de que enferme estando tan lejos de nuestro hogar-
-Fili, así como tú te has dado cuenta del estado de Kili ¿Crees que el enemigo no lo notará si en este momento sufrimos una emboscada? ¿Y tú? ¿Crees que no sé lo que piensas cuando te observo? ¿Crees que los demás no lo saben?- Y ambos miraron al resto del grupo de reojo.- Aquí todos tenemos algo que nos preocupa, ¿lo ves en sus caras? No. Y eso no significa que no les importe.- Miró a su sobrino como si un maestro le enseñara a un joven alumno.- Fili, somos guerreros, nuestros sentimientos son nuestra debilidad… pero al mismo tiempo es nuestra más grande fortaleza. Por eso la ocultamos cuando viajamos o cuando hacemos una misión (Aunque eso tampoco signifique que podamos disfrutar de una buena cerveza bien ganada luego de una larga jornada.- Fili sonrió.- Aprende a ocultar tus sentimientos, pues el enemigo sacará provecho de eso.-
-¿Pero no podrías hablar con él aunque sea por esta vez?-
Thorin resopló. –Ok. Hablaré con él esta noche. Pero la primera guardia será tuya.-


Luego de varias horas de cabalgata, salieron del camino para buscar un lugar donde descansar. Encontraron un pequeño claro a un par de millas del camino principal. La única desventaja es que en la zona había una constante bandada de mosquitos que los hacía lanzar juramentos sin tregua.
-Debemos estar cerca de Moscagua. ¡Rayos! ¡No soporto este lugar!- Graznó Bofur mientras aleteaba sus manos tratando de matar a cuanto ser volase cerca suyo.-
-Acostúmbrate a esto, porque los días siguientes serán peor.-Sugirió Balin prendiendo el fuego para cenar. Fili y Kili se retiraron para hacer un reconocimiento del lugar y de paso, cazar algo para comer mientras que Thorin ayudaba a Bofur a pelar papas.
Luego de una portentosa comida, se acomodaron para dormir. Fili, como bien había dicho Thorin anteriormente, haría la primera guardia.
Pasaron tres horas.
-¡Hey Kili! ¿A dónde vas?-Inquirió su hermano en un susurro al verlo incorporarse.
-¿Tengo que explicarte?- Y lo miró con una cara como diciendo "No tengo por qué decirte que tengo ganas de orinar"
Fili no dijo nada, parte porque su hermano tenía razón, y parte porque andaba preocupado.
Kili caminó en la noche fría hasta que se perdió de vista en un conjunto de árboles no muy lejos del campamento. Encontró el lugar perfecto y se relajó. Luego de haber sentido la satisfacción de haber cumplido la tarea, caminó un poco más. Unas imponentes rocas fueron las elegidas para que el enano se sentase y se quede mirando las estrellas. A lo lejos se veían las Quebradas del Sur y él las añoró, pensando que eran su pueblo. Pero al resonar esa última palabra, su mente se transportó a Delagua y con él, a la hermosa Aradna que yacía dormida en la tierra .Suspiró profundamente
Algo le hizo cortar la respiración. Se sintió inseguro y sin perder la posición que estaba teniendo, sigilosamente tendió su mano derecha sobre la empuñadura de su espada.
-Deberías ser más rápido y dejar menos aromas si no quieres que te descubran- Dijo el sujeto con voz ronca mientras apuntaba con una daga el cuello de Kili.
Esto no atemorizó al muchacho, y con una deslumbrante destreza y rapidez ya había desenfundado su arma y estaba de pie, haciéndole frente al enemigo que osaba en desafiarle. No había luna esa noche, por lo que apenas veía al sujeto. Podía vislumbrar un saco negro que le llegaba hasta la cintura y una capucha cubría su rostro. También los pantalones hacían juego con el saco, lo que favorecía al camuflarse con la espesa noche.
-Interesante, el enano tiene carácter. Veamos qué puedes hacer con ese juguete, niño…-
¿Llamarlo niño? ¿A él? ¿Insultar a uno de los descendientes de la línea de Durin y sobrino del Gran Thorin? Esto hizo que la sangre de Kili hirviera y se lanzó sin reparo a su enemigo.
El sujeto esquivó todas las estocadas sin esfuerzos, lo que hizo enfurecer más a Kili que puso más fuerza y empeño en tratar de derribarlo.
-¡Ja ja! ¿Nunca te enseñaron que no se pelea estando enfurecido? ¿Quién habrá sido tu maestro? ¿Un estúpido enano herrero?-
-¡Cierra la boca!- Ladró Kili. -¡Tú no sabes nada!- Y el ataque que dio tuvo el efecto deseado. Obligó al sujeto a sacar su espada.
-¡Esa espada es de mi hermano!-
-¿En serio? Se veía tan bien durmiendo que no me molesté en matarlo, pero me quedé con su arma.- Kili estaba por explotar. Se sentía humillado por alguien a quien no podía descubrirle el rostro ni hacerle ni siquiera un tajo en sus ropas. Con todo ese odio contenido se lanzó nuevamente hasta derribarlo.
El sujeto lanzó una sonrisa torcida pero se le borró de inmediato al bloquearle el ataque de la espada. Ambos quedaron trabados con las espadas cruzadas, frente a frente, y el duelo se transformó en un duelo de fuerza. Algo en la mirada del joven enano hizo que el sujeto desistiera y se apartara. Kili aprovechó para darle un golpe de gracia al verlo con la guardia baja.
-Detente -Dijo con su voz normal el sujeto.
La sangre hervida se congeló en el cuerpo de Kili al reconocer esa voz familiar. La espada se le cayó de las manos, tambaleó y él también cayó al piso. El sujeto se acercó a él, y posó sus dedos en las mejillas. Había lágrimas en su rostro.
Kili apartó la mano con brusquedad tratando de ocultar su debilidad ante el enano. Se sentía algo confundido por la reacción de Thorin pero molesto hacia sí mismo por haber sido descubierto.
-¿Qué deseas Thorin?- Preguntó con dureza mientras guardaba su arma y se incorporaba.
-Saber qué le sucede a uno de los hijos de mi hermana. A ella le prometí cuidarlos de los peligros… y si fuera necesario, de sí mismos. Pero veo que no puedo cuidarlos de sus pensamientos- y acto seguido le mostró su mano con la lágrima que aún tenía.- ¿Por qué esto?-
Kili agachó la cabeza.
-Yo… no soy un buen guerrero. Jamás seré igual que tú. Creo que hace un momento quedó demostrado. Yo no pude protegerla. La salvé del fuego pero no de ese orco y ahora está a un metro bajo tierra.- Y no pudo hablar más. El nudo en la garganta era tal que no le salían las palabras para poder expresarse.- Si hubiera practicado más…si tan solo la primera flecha que tiré hubiera dado en el blanco…-
-Tres cosas Kili: la primera; eres un buen guerrero. Sólo Aulë es el que posee la perfección de todas las cosas. Además hay muchas cosas que aún debes aprender. Y esta noche estás aprendiendo una de ellas, el fallar en la batalla. No es un buen sentimiento, claro está, pero tarde o temprano tenías que vivirlo. Pasarás muchas veces por este estado y eso ayuda a endurecer el carácter. Hace un momento hemos peleado, y me temo que no ha sido una de los mejores combates, todo porque estabas enfurecido y gracias al recuerdo de esa pequeña hobbit. Imagínate que yo hubiera sido aquél orco…-Kili lo miró con sorpresa. -¿De esta manera hubieras peleado? Tu venganza se habría hecho trizas en quince minutos. Aquella frase fue como un golpe en el estómago para el joven enano
La segunda: Te prohíbo terminantemente que te parezcas a mí. Cada enano de nuestro pueblo tiene una forma particular de luchar, junto con un temperamento único. ¿Quién complementaría a tu hermano si fueras como yo?- Su sobrino sonrió- Y el tercer punto (y tal vez el más importante), jamás muestres tus sentimientos en el campo de batalla. Los enanos no debemos llorar, aún cuando el mundo se nos venga encima, pues, como le dije a tu hermano, nuestros sentimientos son nuestro punto débil, pero al mismo tiempo nuestra más grande fortaleza.-
Ambos volvieron al campamento. Kili, ya con menos carga en sus hombros, se durmió complacido.
Fili le esbozó un "gracias" a Thorin pues había hecho efecto sus palabras sobre su hermano.
También Thorin complacido, se durmió con la esperanza de que el sol tardara en salir.


Estaba combatiendo en un recinto. Dos orcos lo tomaban de los brazos y un tercero lanzaba una carcajada cruel teniendo en su mano su espada, espada que actuaría como verdugo suyo. "Aún no" se dijo, "¡Aún debo cumplir mi misión! ¡Aulë!"
El ruego desesperado se hizo escuchar y una luz plateada inundó el lugar. El orco que estaba amenazándolo cayó muerto y los otros dos salieron al ataque obteniendo el mismo final que su compañero. Sin enemigos a la vista, esa luz se materializó en un cuerpo sin un sexo definido. Se acercó y con sus manos, tocó el rostro de Thorin.
Ahora la escena era muy diferente: a primera vista parecía una caverna iluminada con antorchas. Al parecer no estaba vigilado y tampoco se podían ver trolls, orcos o trasgos patrullando los pasillos. Parecía que todo el lugar estaba deshabitado, pero este pensamiento salió de su mente cuando escuchó varios gritos en uno de los pasillos del ala oeste. Gritos que helaban la sangre del experimentado enano."¡Por favor no!" "¡Mátame! ¡Te lo imploro!" "¡Aléjate! ¡Aléjate de mí!" escuchaba Thorin mientras se adentraba en aquella caverna y miraba las celdas que se habían materializado enfrente de él. Pero cosa extraña: sabía que los gritos provenían de las celdas que en ese momento miraba, pero éstas estaban vacías…
Siguió su camino hasta que llegó a lo que debía ser una especie de coliseo. Los orcos y los trasgos se materializaron ni bien pisó la arena. Gritos de exaltación se escuchaban alrededor pidiendo que el jefe de todos ellos se hiciera presente. Por lo visto, un gran entretenimiento, para ellos, estaba por empezar y Thorin, por miedo a que lo descubran, se ocultó detrás de unas gradas.
En el centro de la arena un enano había sido atado de pies y manos. El gran jefe orco apareció por una arcada y cientos de espectadores aclamaron su presencia. Miró al enano atado y un deseo de terminar con su vida creció en él… pero lentamente… Quería escuchar de la boca de ese enano clemencia y piedad. Quería escuchar que le quitara la vida, quería que sus oídos oigan sus gritos desgarradores. Quería excitarse para su nueva próxima víctima que la aguardaba en uno de los tantos salones. Comenzó a torturarlo a su gusto para sacarle algunas palabras y algo más. Pero este enano era distinto a todos. El orco no obtuvo ni uno ni lo otro hasta que entró el cólera.
-¡Dime dónde está!- Gritó con voz feroz y gruesa el jefe orco mientras blandía una gran hacha cuyo propietario era del prisionero.
La única respuesta que obtuvo fue un escupitajo directo en la cara y una carcajada salió de la boca del enano. Todos los espectadores hicieron silencio ante la insolencia que veían.
La reacción del orco no se hizo esperar. La cabeza del enano rodó hacia los pies de Thorin. El jefe orco siguió el camino de la cabeza hasta toparse con la mirada del príncipe….


Se despertó agitado y cubierto de sudor. Aún los demás dormían y Fili no lo había visto levantarse y miraba al horizonte negro que se esparcía a lo lejos. "Que buena guardia" ironizó para sus adentro al ver que su sobrino no daba señales de haberlo visto.
Volvió a recostarse sobre la hierba pues faltaba poco para que amaneciera. Aún quería aprovechar las pocas horas de oscuridad para seguir descansando. Miró el cielo, y en el cénit contempló nuevamente la "Corona de Durin". A diferencia de la última vez que la vio en Ered Luin, la notó sin el brillo característico que la identificaba en el firmamento, lo cual le pareció extraño. Unos minutos después, el príncipe enano volvía a dormirse y soñó con la constelación que cada vez perdía más su brillo.

Seis días pasaron desde que abandonaron Bree. Lenta y agotadora era entonces la marcha. La nieve caía copiosa dificultando la vista y los movimientos de los enanos eran más lentos por el frío que les congelaba las articulaciones. Los poneys también sufrían las impertinencias del clima y de tanto en tanto la marcha prosiguía a pie, haciéndola más lenta aún. Con el correr de los días, el suelo comenzó a elevarse y la vegetación comenzó a ser más escasa. Al atardecer del octavo día llegaron a una cadena de colinas, el comienzo de la Cima de los Vientos. El viento frío del norte empezó a soplar y junto con él, nubes grises. Pronto, una nueva tormenta se acercaría.
La compañía buscó un refugio entre las grandes rocas. Lo encontraron al este del camino que estaban siguiendo: un hueco bastante grande para albergar solamente a los enanos y sus pertenencias, pero los poneys se llevarían la peor parte de la noche. Los animales no podían subir aquellas piedras y quedarían prácticamente solos en la tormenta.
Cayó la noche. Bofur se encargó de hacer un buen guiso para todos. La tormenta comenzaba a verse a lo lejos pero aún tardaba en llegar. Según Balin, la tendrían sobre sus cabezas pasada la medianoche. Fili contempló el cielo antes de que las nubes lo taparan y vio que la "Corona de Durin" apenas se veía. Pensando que sería alguna finísima nube que tapaba su brillo, siguió mirando el cielo. Kili, afilaba sus armas. El que no estaba con ellos era Thorin. Había bajado hacia donde estaban los poneys para cubrirlos lo más que podía de la tormenta y ocultarlos entre las rocas. Aquellos sueños que tuvo lo habían dejado intranquilo y era preferible seguir a su intuición y no lamentarlo después.
Bofur llamó a todos que la cena estaba lista. El hambre voraz de los enanos hizo descender el contenido del cuenco en cuestión de minutos. Un plato caliente en el estómago de cada uno de ellos hizo que se sintieran reconfortados y de mejor humor. Fili sacó su violín y comenzó a tocar para animar a los otros. Mientras él seguía con su música, la lluvia comenzó a descender del cielo. Bofur se le unió con su flauta y también Thorin que, tratando olvidar su inquietud, sacó su arpa y acompañó al resto.
Todo marchaba tranquilo cuando una luz iluminó el cielo y unos segundos después un sonido estridente hizo que todos se taparan los oídos. La lluvia paró al instante. Los siguientes sonidos que se escucharon fueron de los poneys, asustados por lo que acababa de ocurrir, lograron soltarse de las amarras y huyeron del lugar, salvo uno que siguió luchando por zafarse.
Los enanos, olvidando la calidez del lugar donde estaban, corrieron tras los animales ni bien los escucharon, pero no pudieron recuperarlos. Bofur logró calmar al poney que había quedado y le dio algo para comer. Por suerte, los poneys que habían escapado no tenían cargas así que no habían perdido absolutamente nada. Se acercó a Thorin para informarle.
-Ahora nuestra marcha será dura. A este paso, un poco más de dos semanas nos separan de las Montañas Nubladas y tampoco podemos sobrecargar al poney que nos queda.-
- Ya estamos en el ruedo Bofur… Desde que salimos de Ered Luin que estamos retrasados.-
Bofur fijó su vista en el cielo y notó que una franja estaba totalmente despejada. Nuevamente, la constelación favorita de los enanos se hacía presente pero se necesitaba un esfuerzo extra para poder verla. Thorin también advirtió lo que pasaba. Y ya no tenía dudas. La constelación desaparecía antes sus ojos.
-¿Qué demonios sucede?- Pensó en voz alta el príncipe. Bofur no entendió a qué se refería, pero Fili escuchó el comentario y se acercó.
-¿Hay algún problema?-
- Está desapareciendo.- Y Thorin extendió su mano hacia el cielo apuntando lo poco que se veía de la constelación hasta que, con el correr de los minutos, las estrellas que formaban la "Corona de Durin" desaparecieron totalmente del firmamento.


La inquietud volvió a recobrar más fuerza en el príncipe y fue él quien tomó la primera guardia. A medida que las horas pasaban y la noche se hacía más cerrada, los recuerdos del último sueño volvían a su memoria y pensó si no habría sido una premonición. Luego de aquella luz, cielo se despejó paulatinamente y una luna creciente salió en el firmamento. Apagó los últimos restos de brasas que quedaban prendidas y la compañía se sumergió en un profundo sueño. Sólo él estaba despierto. El frío comenzó hacer de las suyas con el cuerpo de Thorin, que a pesar de llevar el grueso saco de pieles, comenzaba a adormecerlo y perder esa vigilancia constante.
Para vencer a ese enemigo silencioso, salió del hueco para ver si el frío lo despabilaba y lo logró. Caminó unos cuantos metros hasta que se detuvo en seco al sentir unas fuertes vibraciones en el piso. Vibraciones que él conocía demasiado bien. Agudizó la vista lo más que pudo y divisó en el horizonte a tres huargos con sus jinetes a toda velocidad que venían en su dirección. Él se escondió entre las rocas y sacó su espada, listo para atacar. Pero nada ocurrió. Los huargos siguieron su camino como si no supieran que él o su grupo estaban allí. ¿Había rastros de olor a enanos por doquier y ellos no se habían percatado? Esa idea no entraba en su cabeza. Algo más había en la mente de esos seres, algo más importante para ellos que unos enanos escondidos entre las rocas.
De pronto pensó en el poney que estaba solo y que era blanco fácil. No quería perderlo pues era de mucha utilidad a pesar de que les había quedado tan sólo uno. Con mucho sigilo, llegó donde la criatura estaba, pero no estaba sola. Una sombra trataba de soltar al animal para llevárselo consigo. Thorin no distinguía bien qué era, pero sabía que era, por lo menos para el poney, inofensiva, pues éste no relinchaba en absoluto. Aún con la espada en la mano, se acercó hacia esa sombra para saber qué era. La poca luz que había facilitó el trabajo del enano cuando estuvo más cerca. Sea lo que sea, ese ser estaba vestido con ropas inusuales que no pudo precisar. De hecho, estaba tiritando de frío. Su cabello estaba enmarañado y con bastante lodo en todo su cuerpo y cabeza del que emanaba bastante sangre. Esto alarmó al enano, pues los huargos no tardarían en llegar al lugar. Y producto de aquella herida, el ser se tambaleaba. Pero no se rendía a la misión de desatar los nudos que amarraban al poney, nudos que, según Thorin, eran demasiado fáciles de desarmar. También su calzado le pareció muy raro. No eran botas, pero sí sabían que eran de cuero y tirado en el piso, había una especie de bolsa hecha de un material extraño.
El ser no se percató que Thorin seguía acercándose hasta que fue demasiado tarde. Sintió el frío de la hoja de una espada en su cuello.
-Dices una sola palabra y te decapito, ladrona.- Susurró con voz gruesa y temible el enano.
El ser se giró y la luz de la luna dejó al descubierto su apariencia. Era una mujer humana cuyos labios estaban azules y su piel pálida del frío que soportaban. Sus ojos no tenían pupilas y su expresión era terrorífica.
-¡Demonio Azul!- Gritó Thorin y se apartó, creyendo que atacaría en cualquier momento y que había caído en una trampa.
Un aullido se escuchó muy cerca donde ellos estaban. La mujer, sin expresión en su rostro, miró al oeste y señaló con su dedo índice unas rocas. Y sin más fuerzas cayó al suelo sin sentido.
Thorin miró las rocas y de allí, apareció el primer huargo con su jinete.
El orco bajó de su montura y desenvainó su espada. Sorpresivamente para el enano, no se dirigió hacia él, sino a la mujer que yacía en el suelo. Thorin miraba perplejo la escena: el orco se agachó hasta estar casi encima de aquella mujer y la olió. Olió su cabello y sus ropas. "Está pura" escuchó decir al orco.
Un instinto de protección nació en el corazón de Thorin al ver como esa horrible criatura ponía sus manos en esa mujer (que seguía considerándola como un demonio) y se lanzó al ataque. El huargo también salió en la protección de su jinete y derribó rápidamente a Thorin.
-¡Enano idiota! ¡Tú no eras mi objetivo! Pero siempre se puede agregar misiones extras…- Dijo el orco mientras caminaba disfrutando de antemano lo que pensaba hacer.
Un zumbido se escuchó y el orco cayó muerto por la espalda. El huargo rugió, pero de dolor. Un hacha se clavaba en su lomo mientras que la espada lo hacía en su boca.
-¿Estás bien Thorin?- Dijo Bofur saliendo entre las sombras.- Nos despertó el aullido de los huargos y al ver que tú no estabas, pensamos lo peor.-
El príncipe asintió con la cabeza.
El arco de Kili volvió a tensarse y a zumbar. Los huargos y los orcos que faltaban se hicieron presentes para buscar su objetivo. Pero al ver a sus compañeros muertos, el odio y la ira hicieron olvidar cuál era su propósito y atacaron. El hachazo de Balin dejó a uno de los huargos moribundo. Su jinete, se incorporó rápidamente y atacó al enano. Fili se interpuso y comenzó a pelear con él. Al ver el último orco que estaba solo frente a cinco enanos fuertemente armados, huyó a todo galope en dirección sur y se perdió en la espesura de la noche.
-Tenemos que darnos prisa e irnos de aquí cuanto antes.- Dijo Balin mientras limpiaba su hacha de la sangre del huargo.
-¿Pero qué hacemos con ella?- Dijo Bofur al descubrir a la mujer tirada en el suelo sin sentido-¿Qué rayos hace una mujer en el medio de la nada? … ¿Es una mujer?- agregó.
Fili se acercó cautelosamente y con la punta de su espada tocó el hombro de la humana. –Parece estar muerta.-
-No.-Dijo Thorin.-Está desmayada. La descubrí intentando robarse al poney-
-Aún respira. Pero morirá de frío si la dejamos aquí, además está herida en la cabeza.- Dijo Kili preocupado al ver que la sangre aún salía abundante. Thorin vio en el rostro del joven que el recuerdo de la hobbit comenzaba a pesarle.
-¿Qué?- Dijo Bofur desconcertado.- ¿Llevar a alguien que no conocemos porque sí? ¡Ni siquiera sabemos si nos atacará cuando despierte! ¡Además, un orco se escapó y no tenemos mucho tiempo hasta que vuelva con más refuerzos! ¡Nos rastrearán y nos cazarán!-
Thorin comenzó a dudar si llevarla con ellos o no. Bofur tenía razón. La sangre de esa mujer los delataba, incluso más que el orco que había escapado. El llevar a alguien más implicaría consumo extra de alimentos y agua y no se debían permitir más retrasos de cualquier índole. Su parte racional le indicaba que debían dejarla, pero también no podía entender dos cosas: la primera era por qué ella era blanco de aquél ataque y segundo, el haber señalado el lugar donde había aparecido el primer orco.
Sus pensamientos fueron interrumpidos, no por los enanos, sino por el poney que aún conservaban. Había logrado soltarse de las ataduras de los arneses y se dirigía, no hacia los enanos, sino hacia la mujer. Con su hocico, empujaba a la mujer para tratar de reanimarla. Thorin vio este gesto y pensó que si un animal se acercó con toda confianza a esa mujer humana, tal vez podían llevarla sin peligro. Por lo menos hasta que despierte.
-¿Y bien Thorin? ¿Qué decides?- Preguntó algo impaciente Balin.
-Átenle las manos. La cargaremos en el poney. Manténganse alerta y si esa humana se despierta y trata de hacer algo, mátenla. Aún sigo pensando que es un demonio con apariencia de mujer.-
Bofur resopló por la decisión tomada y Kili respiró aliviado. Cargaron a la mujer en el lomo del poney y la sujetaron firmemente para que no se cayera y la taparon con una capa gruesa que Balin llevaba demás. Nadie quiso tomar la especie de bolsa con dos correas en uno de sus lados pues desde que Thorin dijo que pensaba que era un demonio, comenzaron a mirarla con cierto temor. Kili, de mala gana, se animó a tocarla, primero rápidamente, y al ver que no pasaba nada, se animó a llevarla con más seguridad.
Bofur y Fili, buscaron todas las pertenencias que estaban en el hueco donde estaban pasando la noche, borraron sus huellas y partieron hacia el este, con las armas listas, esperando un posible ataque de los orcos.