Gente hermosa de toda la Tierra Media!
No los he olvidado!
Les entrego un nuevo capítulo y nueva música!, mil disculpas por la tardanza!


Entrenamiento a los golpes

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Los enemigos caídos aquella noche perturbaron la conciencia de Elrond por varias semanas. Esa magia negra provenía solamente de un solo ser, si era que lo podía llamar así: Sauron. Y si él estaba moviendo las piezas al igual que un juego de ajedrez, la estrategia ya había sido planeada de antemano: Melkor. Al resonar esos nombres en su mente, decidió que el próximo movimiento lo daría él.
Pasaron algunos días cuando, aún con las heridas a medio cerrar, Fili y Kili obligaron a Azul a practicar con ellos el arte de la espada, el tiro con arco y flecha y el combate cuerpo a cuerpo. Faltaba una semana para partir, y ella debía adquirir todo el conocimiento posible. Para asombro de los jóvenes, Azul adquiría rápidamente las enseñanzas pero se sentía algo incómoda con las posiciones aprendidas. Perdía velocidad cada vez que lanzaba algún golpe y apenas esquivaba el puño de Fili. Debía ser más rápida si quería tumbar a alguno de los enanos, o por lo menos ser más fuerte.
Estaban practicando en uno de los tantos campos de entrenamiento que Elrond poseía y de tanto en tanto, algunos elfos se paraba al ver el combate y los miraban socarronamente.
- ¡Una vez más!- Ordenó Kili al ver por enésima vez la derrota de Azul. Fili le acercó su mano para ayudarla a levantar.
-Tienes el mismo timbre de Thorin cuando colocas la voz de esa manera.- Bufó ella.- ¡Todavía me duele el cuerpo por el ataque! ¡Dame un poco de descanso!-
-No hay descanso cuando tienes detrás tuyo a un ejército de orcos. Tendrás que adaptarte, porque estas comodidades se acabarán muy pronto-
-Siempre y cuando él acepte llevarme con ustedes.-
-Él lo hará.- Respondió Fili.- Bien, alza tu guarida. No, así no. Más juntos los brazos, tienes que cubrir tu pecho y tu cara. ¿Por qué siempre los pones tan abiertos?-
Algunas risas se escucharon detrás de ellos.
-Eso es, pies ancho de hombros. Uno adelante del otro. Debes ser rápida para cambiar de posición si cambias tu guardia, ¿está claro? Esta vez pelearás contra Kili-
-Por única vez tendré cuidado pues aún no te repones lo suficiente, ¡pero cuando estés totalmente curada ajustaremos tantos!-
Otra vez escucharon risas provenientes de los elfos que miraban el "espectáculo". Los tres los miraron de reojo. Ya comenzaba a molestar su presencia pero esa no era su tierra para despedirlos.
Kili atacó sin avisar, haciendo retroceder a la mujer, con la clara intensión de ir por su estómago. Azul lograba esquivar cada uno de los golpes con dificultad, pero cuando tenía la posibilidad de atacar, no lo hacía. Fili empezó a gritarle que trate de derribar a su hermano pues cuanto más tarde en realizarlo, más cansada se sentiría.
-¡Eso es fácil!- Gritó ella llena de confianza.
Utilizó la misma técnica que usó para enfrentarse al intruso aquella noche. Esperó que Kili bajara un poco la guardia para tomarlo del brazo, y lo logró. Rápidamente torció su brazo hasta que el dolor se reveló en la cara de Kili y lentamente se lo dirigió hacia la mitad de la espalda donde retorció con más fuerza. Al verlo de esa manera, empujó al enano hasta que sus rodillas tocaran la hierba. Fili, que pensaba que ella no llegaría a ese extremo porque sencillamente no creía que una mujer pudiera hacer tal cosa, se sumó a la "batalla".
-¿Qué?- Se dijo Azul al ver que Fili se disponía a atacarla.
-Veamos qué puedes hacer contra dos…- Dijo Fili sarcásticamente
-¡Eso no es justo!- Dijo ella soltando a Kili y tomando distancia.
Una vez liberado, Kili se dirigió hacia su hermano y le siguió el juego.
-Aquí empieza un juego llamado: "Ojos avizores". Durante todo el día intentaremos darte caza, si logramos hacerlo, pagarás las consecuencias.-
-¿Y cuándo empezaremos?-
Fili y Kili sonrieron. Azul sin querer se puso algo pálida y un poco de adrenalina comenzó a correr por su sangre. Ella retrocedió unos pasos mientras ellos avanzaban e intercalaban comentarios.
-No te dejaremos descansar ni un momento…- Dijo Fili
-Ni para dibujar…-
-Ni para comer…-
-Ni mucho menos para ir al baño…
-Me están asustando…-Dijo Azul
-Esa es la idea…- Aseguró Kili sacando su espada.
Azul echó a correr al igual que los hermanos al ver que la cosa iba en serio. Los elfos estallaron en carcajadas al ver a la pobre mujer escapar de los que antes le estaban enseñando a defenderse.
Ese día fue para ella un continuo juego de "atrapar al ratón". Andaba por todos lados mirando lado a lado tratando de pasar desapercibida para los demás e intentaba que sus pisadas se escucharan lo menos posible. Toda la mañana estuvo escondiéndose en los corredores o en los diferentes salones de la residencia de Elrond creyéndose que ellos no levantarían su espada dentro de la casa. Pero se equivocó. La encontraron en una de las tantas bibliotecas y allí se libró un mini enfrentamiento donde algún que otro libro perdió su utilidad para la lectura. Azul no se animaba a golpearlos. Algo quedó censurado dentro de ella que no podía levantar el puño frente a sus nuevos amigos y hermanos a la vez. Así que se concentró sólo en esquivar los golpes.
-¡No nos vencerás de esa forma hechicera!- Le espetó Fili mientras le cerraba el paso.
-¡Si quieres ir con nosotros a Erebor tendrás que pelear en serio!- Dijo Kili mientras lanzaba con toda su fuerza una estocada contra la agitada muchacha.
Azul vio que tenía varios libros cerca de una mesa. Los tomó y se los arrojó en la cara. Le bastó unos segundo volver a subir la guardia, pero Azul ya se dirigía a la puerta, salió y por algunas horas los enanos no la encontraron.
Mientras esto sucedía, Thorin hablaba con Bofur y Balin sobre la partida. Ya el retraso era insostenible y la primavera se acercaba. Según los cálculos de su padre, ya deberían haber vuelto. El camino que quería tomar antes de su llegada a Rivendell quedaba totalmente descartado. Las tropas de Lord Elrond seguían combatiendo en el sur y no tenían noticias (o por lo menos nadie se los había comunicado). Balin sugirió el único camino posible para eludir el peligro: el Paso Alto. Luego atravesarían el Bosque Verde, hasta llegar a su hogar. La marcha sería lo más rápida posible, por lo tanto no tendría que llevar demasiado equipaje.
Sin embargo, el problema de Azul relucía cuando debían tratarlo. Tanto Balin como Bofur, estaba de acuerdo en que debían llevársela consigo. Le intrigaba saber más del asunto pero Thorin estaba indeciso. A pesar de que el desenvolvimiento en combate de aquella noche le había bastado para conservar sus vidas, el campo abierto era otra cosa. Si se comportaba como lo había hecho anteriormente, sería muy difícil la convivencia ¿Y cómo tratar a una mujer humana? Aún creía que era una hechicera, una buena, pero hechicera al fin, y meterse con cosas de brujos no le gustaba en absoluto. Los enanos odian la magia y la preferían como último recurso. Al no poder tomar una decisión en ese momento, anunció a los enanos que lo acompañaban que un día antes daría la respuesta. Utilizaría los días que restaban para observarla y determinar si ella estaba en condiciones o no de afrontar la última parte de la travesía, y la más peligrosa. Bofur y Balin asintieron respetuosamente y salieron de la habitación con la intención de preparar el equipo para el viaje.
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Thorin quedó solo y la habitación silenciosa, demasiado para su gusto. Se preguntó como su dios al que tanto adoraba había puesto a un ser tan extraño en su camino. Se acercó al balcón y contempló los jardines de aquella morada. -"Prefiero mis muros de piedra" -Pensó. Puso su atención en los diferentes elfos que allí circulaban. Todos caminando lentamente, con caras solemnes, sus cabellos totalmente peinados, perfectos y sus esbeltas figuras delataban ni un solo rastro de haber comido carne alguna en todos sus miles de años de vida. Todos aburridos.
A esta escena se le sumó una niña elfa de cabellos oscuros que miraba hacia todos lados y se tropezaba con un hermoso vestido lila. Ésta se lo recogió hasta las rodillas y así anduvo un buen trecho hasta toparse con uno de los guardias, que inmediatamente enrojecieron al ver las piernas de la muchacha. Por las señas que hacía, le pidió prestada una de sus dagas que el soldado aceptó sabiendo que no entraría a mayores y allí mismo cortó la tela que tanto le molestaba.-"¿Azul?" -Se dijo él. Caminó unos cien metros donde los elfos la miraban con asombro y vergüenza al ver sus piernas desnudas y libres al viento, hasta encontrar una armadura. Disimuladamente, según ella, escondió los retazos del vestido y se fue del lugar mirando para todos lados.
Luego de la extraña escena, le siguió la de sus sobrinos. Ellos andaban buscando algo, algo que Thorin no pudo entender hasta que Fili se topó con la armadura. Algo le llamó la atención pues Fili examinó cuidadosamente la armadura y encontró los retazos de tela. Llamó a su hermano y al ver el hallazgo, desenvainaron sus espadas. Thorin abrió los ojos de par en par preguntándose qué rayos estarían tramando esos dos con Azul. Los perdió de vista cuando siguieron por el mismo corredor que la muchacha tomó minutos antes.
Ya había tenido suficiente de distracción. Volvió hacia la mesa donde junto con Balin y Bofur discutían los detalles de su partida. Ésta estaba repleta de mapas, cuadernos con anotaciones, libros y plumas con el tintero. Se dispuso a volver a revisarlos. No quería perder más tiempo de viaje esta vez. Quería llegar a su hogar, recorrer su tierra, su palacio… ¡Ahora era príncipe heredero al trono! Paró unos instantes al comprender el significado de esas palabras. Tan lejos quedaban esos pensamientos amargos y actitudes reprochables que había engendrado en las Montañas Azules, tal vez porque ya se había descargado bastante con la muchacha y ahora estaba más ligero. Al pensar en esto se rió para sus adentros. Cuando llegara su turno, sería el rey y conduciría a su pueblo de la mejor manera, al igual que su padre y su abuelo… pero en ese momento cayó en la cuenta de que algo le faltaba. Tenía en amor de su hermana y sus sobrinos, viva en la memoria estaría la imagen de su otro hermano Fenrir muerto gloriosamente en batalla defendiendo la voluntad de Durin. Tenía el afecto y el respeto de sus súbditos y compañeros de viaje, pero adolecía de un cariño distinto. Quería tener a su lado a una enana incondicional con el que pudiera tener descendencia y perdurar más allá de los libros y los cantos de batalla. Alguien que no lo tratara como a un señor y que lo regañe sin importarle quién era. Estos pensamientos inundaron la mente de Thorin hasta que se percató de que estaba perdiendo el tiempo y volvió a su trabajo.
No tardó dos horas de comenzada la labor cuando escuchó en las afueras gritos de guerra y luego, gritos de aliento por parte de los elfos de sexo masculino. No le prestó demasiada atención hasta que los gritos fueron aumentando en volumen y perdió esa paz que poseía. Se levantó algo molesto y volvió al balcón con la plena intención de mandar al diablo a quienes osaban interrumpir su paz. La escena que vio fue muy particular, que luego se repetiría meses más tarde. En un combate muy desigual, sus sobrinos atacaban a la pobre muchacha a la que se podía ver en el rostro el cansancio y las gotas de sudor. Thorin pudo observar que la atacaban sin tregua ni piedad, y que las estocadas que proferían eran peligrosas, incluso para él si estuviera allí. Azul, sin ningún tipo de protección (porque según palabras de Fili, debía aprender a librar una batalla con la menor armadura posible para acostumbrarse más rápidamente), esquivaba al ras los golpes y los ataques. Todavía no había conseguido superar esa timidez y tomar la ofensiva en la pelea, y por ello, los elfos comenzaron a alentarla.
-Aulë, perdona por lo que le haré.- Se dijo Fili que tenía un plan para tratar de sacar la agresividad de Azul.- ¡Eh, tú DEMONIO!-
Azul y Kili, trenzados entre esquivas y golpes de puño, pararon en seco cuando Fili bramó aquel casi olvidado insulto para la mujer. Thorin desde lo alto fijó más la vista para observar la reacción de Azul. Tal vez, con lo que sucedería en ese momento, podría tomar una decisión con respecto a ella
-¿Vas a pelear en serio Demonio? ¡Quiero todo tu potencial! ¡Quiero ver tu verdadera forma de pelear! ¡Transfórmate! ¡Te ordeno que insultes, escupas, quiero ver lo peor de ti!- Al decir esto le apuntó con su espada.- ¡Porque si no lo haces… lo haré yo! ¡Y esto ya no es parte del entrenamiento!-
Hasta Kili pensó que era un poco brusco aquello que acaba de pronunciar, pero sin inmutarse, y siguiéndole el juego a su hermano, sonrió maliciosamente.
Fili ya no jugaba. Aquel discurso que había pronunciado había surtido el efecto contrario y ahora la mujer estaba más temerosa que antes. Pero no importó. Corrió hacia ella de tal manera que ésta no pudo defenderse y la patada en el estómago la dejó sin aliento. Cayó arrodillada en la hierba mientras que con una de sus manos se tomaba el vientre y la otra tocaba el suelo sosteniendo todo el peso de su cuerpo Kili, por su parte, también le dio un puntapié en la misma zona y la dejó tumbada hacia arriba.
Thorin tuvo que refrenarse. Conocía a sus sobrinos muy bien y sabía que no la matarían… no intencionadamente.
-¿Y bien Demonio? ¿Quieres más?- Dijo Kili. Acto seguido la escupió en la cara.- ¿Crees que los enanos somos siempre buenos? Sólo están en tus historias….- Kili sintió que, al escupirla y pronunciar esas palabras, se sentía despreciable. Pero si quería que fuera con ellos, debía sacar su lado salvaje, pues sus enemigos no serían condescendientes con ella una vez que crucen los límites de Imladris.
Azul rodó sobre la hierba tomándose con sus manos su golpeado vientre. Los elfos ya no vitoreaban, se habían quedado solos. Las lágrimas se mezclaron con el sudor y el rocío de la tarde.

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-¡Rayos Azul! ¡¿Qué es lo que te pasa?! ¿Quieres venir con nosotros a Erebor? ¡Defiéndete!- Rugió Kili que casi parecía una súplica. Azul no contestó.
-Me decepcionas…Pensé que eras un verdadero demonio, de esos que se hablan en los libros. Pero debí suponerlo… eres mujer. Quédate con los elfos.- Sentenció Fili.
La última frase fue como un puñal para la muchacha y ni siquiera pudo pronunciar palabra. Éstas quedaron atoradas en su garganta.
La batalla había concluido y la decisión de Thorin estaba tomada. Volvió a su asiento y se dispuso a terminar con su trabajo.
Esa noche Azul brillaba por su ausencia. Thorin y los suyos estaban en la mesa cenando. La primera en semanas sin la presencia de la chica. Aprovechó para anunciar la partida en los próximos días. Emprenderían la marcha a la noche y atravesarían el país de los elfos sin mayores contratiempos aprovechando que el territorio estaría fuertemente protegido. Además anunció que la muchacha no los acompañaría. Su misión de llevarla con los elfos estaba cumplida y ellos debían retomar su camino. Ninguno puso objeciones a pesar de tener esperanzas de que ella los acompañara. El líder alzó su jarra de cerveza y todos los demás chocaron las suyas. Pero en el fondo de cada uno de los enanos sintió un vacío difícil de explicar cuando su bebida se deslizó por sus gargantas.
Luego de la cena, pidió hablar directamente con Elrond para anunciar su partida.
-¿Estás seguro que no deseas que Azul los acompañe Thorin? Dejas algo muy preciado para tu pueblo en mis dominios…-
- La travesía no es para seres vacilantes y temerosos, mucho menos para una mujer como ella… estará mejor aquí y sé que tú la entrenarás bien.-
-¿Vacilante y temerosa? ¿La subestimas por haber vacilado el enfrentamiento que tuvo con tus sobrinos? ¿Cuántas veces crees que ha peleado en su vida? ¿Tres veces como mucho? ¡Pero es natural que vacile de esa manera! ¡Es normal que tema a pesar de haber peleado como lo hizo aquella noche!-
-Lord Elrond, esto es distinto. Sabes perfectamente que saliendo de tus territorios afuera es una cacería ambulante y no podemos estar pendientes de lo Azul hace o deja de hacer. Además, acuérdate de que en las afueras hay una guerra librándose y el peligro en los caminos se ha duplicado. No puedo permitir que viaje con nosotros. Partiremos en 5 días.-
Thorin hizo una reverencia y se alejó de la sala.
Los preparativos se hicieron rápidamente. Los elfos reunieron provisiones, mejoraron sus ropas y sus armas. A falta de poneys, Elrond les regaló cinco caballos que en esos días debieron acostumbrarse a montarlos. Caía la tarde del tercer día de preparativos cuando Thorin los llamó y utilizó su lengua madre para comunicarse.
-Señores, nuestro viaje comienza esta noche. No necesitamos perder más tiempo aquí. Ya hemos confortado nuestros cuerpos más que suficiente y es hora de volver a nuestro hogar. Mientras más prisa nos demos más rápido llegaremos.-

Azul estaba tendida en la hierba. Los músculos del estómago le dolían grandemente y con gran esfuerzo pudo levantarse. Levantó su cabeza y vio que se encontraba sola, nadie iba a ayudarla esta vez. Cada paso que daba hacia su habitación era una eternidad, pero más dolor le causaba las palabras de sus amigos que el mismo dolor físico. Había estado por debajo de las expectativas de Fili y Kili. Al llegar a su habitación se dejó caer en su cama y el sueño la venció instantáneamente. Horas después, Arwen llamó a su cuarto y como nadie contestaba entró. Al verla, se preocupó y al verla descubrió que estaba durmiendo. Acarició su rostro y notó que unas lágrimas le corrían por las mejillas. La arropó lo mejor que pudo y salió de la habitación sin hacer ruido.

Despertó muy de mañana, cuando el sol apenas asomaba por el horizonte. Se aseó y se vistió a su usanza. Nada de vestidos elfos y cosas por el estilo, sería ella misma. Salió de su habitación con su mochila, una manta y ropa de abrigo, e inmediatamente se dirigió a las cocinas. Sacó varios panes y algunos alimentos de las gavetas y, por qué no, una botella de buen vino. Ese día quería irse bien lejos de los enanos y de los elfos. Repasando uno por uno los elementos que tenía en su poder, se dirigió a las caballerizas para tomar "prestado" alguno de los caballos. Le llamó la atención uno de color absolutamente negro con una mancha blanca en su frente y se acercó. El caballo relinchó cuando veía que se aproximaba la muchacha y éste retrocedió unos pasos. Ella sacó de su mochila una manzana y comenzó a canturrear una melodía. El caballo olisqueó la fruta y comió de la mano.
-Buena chica…-Dijo ella en un susurro mientras le rascaba detrás de la oreja.- ¿Quieres otra más antes de irnos?-Y sacó otra manzana que el caballo se la comió en el acto.
-Al parecer le has caído bien a "Elen".-
Azul se dio vuelta rápidamente. Vio a Aragorn enfrente suyo cepillando el pelo de uno de los caballos.
-Pensé que no había nadie…-
-Pues creíste mal.- Disimuladamente vio su atuendo y la mochila cargada de cosas. Siguió haciendo su labor- ¿A dónde crees que vas?-
- A algún lugar alejado. Estoy cansada de tantos enanos y elfos.-
Aragorn se rió con ganas.
-¿Cómo puedes cansarte de este lugar? Aquí se respira paz, a pesar de que hay una guerra librándose a varias leguas, pero aún se siente tranquilidad.-
-No es eso… Necesito estar sola, aunque sea un día, Sin la mirada seria de Thorin o Elrond, o la de Fili y Kili diciéndome cómo debo combatir-
-Entiendo, quieres escapar…-
-¿Escapar? ¿A dónde? ¿No conozco ningún lugar de este mundo salvo este país y quieres que me escape?-
-Has dicho que querías irte a algún lugar alejado aún sin conocer el territorio y eso lo tomo como "escaparse", ¿no te parece un poco peligroso?-
-Hey, que tampoco soy idiota… Sólo quería alejarme siguiendo el río, así es más fácil cuando emprenda el regreso…-
Aragorn dejó lo que estaba haciendo para meditar esas palabras. Mientras lo hacía, levantaba la cabeza y miraba hacia todo el establo.
-¿Tienes un pergamino? Necesitarás un mapa por las dudas.-
Azul sonrió y sacó su cuaderno. Ya no tenía hojas en blanco, pero sacrificó uno de sus dibujos para que el muchacho le hiciera el mapa. Luego, le ayudó a ensillar el caballo y salió a galope tendido.
Aragorn se quedó mirando el lugar por donde ella se había ido.
-Aún creo que no debiste dejarla ir, Elrond.-
-No debes preocuparte. Ella no podrá salir de mis dominios. Tal vez pueda encontrarse consigo misma estando sola… ahora que Thorin no piensa llevársela a Erebor creo que debería conocer más el lugar….-

Anochecía.
Habían ensillado los caballos y estaban listos para partir. Thorin encabezaba la marcha seguido de Balin, Fili y Kili y cerrando, estaba Bofur.
-¿Nos dejáis tan abruptamente Thorin hijo de Thráin? Tenía pensado que su partida no sería hasta dentro de dos días.-
-Noble Dama Arwen, nuestro tiempo apremia muchísimo y cuanto antes partamos mejor. Agradezco la hospitalidad de su gente, pero debemos irnos.-
-¿Ni siquiera para despediros de Azul?-.-
A una orden de Thorin, los cinco salieron en dirección al Paso Alto. Kili se retrasó sin que Thorin sospechara.
-¿Puedes entregarle esto?- Dijo él mientras que se acercaba con su caballo. Le dio un sobre lacrado con vela roja.- Para que entienda algunas actitudes de nosotros… y dile que lo sentimos… ella entenderá.-
Arwen asintió y el enano emprendió la marcha. Cuando los últimos rayos del sol se desvanecieron, la compañía era un ínfimo punto en el camino.

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Cuatro horas después de aquella partida, Azul llegaba totalmente sucia, con el pelo enmarañado y tiritando de frío, pero en su rostro se notaba que estaba mejor por la sonrisa de oreja a oreja que poseía. Enfiló directo al establo para dejar a Elen. El elfo de turno que prestaba servicio en ese momento la miró raramente pero no dijo nada. Mientras ella dejaba el lugar lo escuchó susurrar en perfecto élfico:
-¿No era que la humana estaba con ellos?-
-Tenía entendido que sí…-respondió otro.
Azul siguió caminando mientras los miraba de reojo. Ya en su habitación, se aseó y se vistió a la usanza de las elfas. Al salir (porque ya era tiempo de la cena), esperó a los enanos que se sentaran alrededor de la mesa, pero nadie de ellos llegó. Ni siquiera Elrond estaba entre los comensales así que Azul estuvo toda la cena maquinando en su cabeza que rayos pasaba.
Sintiéndose sapo de otro pozo, dejó su comida y salió a buscar al jefe de todos los elfos. Lo encontró hablando con algunas doncellas. Éstas al verla, pararon en seco la conversación
-Lo necesito para mañana, antes que salga el sol, si son tan amables.-Dijo él en élfico. Éstas asintieron y se retiraron.- Luz de Durin, ¿en qué puedo ayudarla?-
-¿Es necesario el epíteto?-
Elrond se rió con ganas.
-No es necesario el enojo Azul, sólo trataba de ser cordial contigo. Al parecer no estás acostumbrada a las formalidades. Vuelvo a preguntarte ¿en qué puedo ayudarte?-
-¿Dónde se encuentran Thorin y los demás? No los he visto en la cena…-
El semblante de Elrond cambió.
-Ven… siéntate un momento.- Y ambos se dirigieron a un banco de los tantos que había en el pasillo.
Allí Elrond le comentó que los enanos se habían ido sin ella. Thorin así lo había querido pues, según él, no estaba preparada para enfrentar una batalla "real" en campo abierto. Al oír esto, Azul profirió un insulto a viva voz que hasta el mismo Elrond quedó horrorizado preguntándose cómo una doncella como ella podía conocer (y decir) tanta cantidad de palabrotas en tan corto tiempo.
-¿Alguna vez tus padres te enseñaron modales jovencita?- Ironizó Elrond molesto.
-¡Jovencita las…!-Alcanzó a decir Azul antes de que el elfo le tapara la boca.
-No es necesario ese tipo de vocabulario aquí. Si Thorin tomó esa decisión es para que puedas entrenar lo necesario.-
La muchacha se levantó efusivamente.
-¿¡Y quedarme más tiempo en este mundo, no señor!?- Al terminar la frase, Azul se arrepintió de haberlo dicho delante de él.-… Ehh… No me malinterprete…yo… yo no quise…-
-Ya…ya…- Elrond le tomó de las manos tratando de calmarla y haciéndole sentar nuevamente.- Entiendo tu prisa. ¿Estás segura que quieres ir con ellos? Saliendo de mis dominios no puedo garantizar que llegues sana y salva a Erebor. ¿Acaso quieres arriesgarte a una muerte casi segura?-
Azul se quedó muda un momento. Elrond, al verla en ese estado, se levantó de su asiento y se alejó.
- ¡Hey Elrond!- Lo llamó.- Es cierto que no tengo ni la más remota idea de qué hay allá afuera… pero sé que si no lo hago voy a quedarme encerrada en esta jaula de oro…-
-Sabes que después de que cruces el país tendrás que confiar en tu instinto y en tu Dios. Pues, a pesar que estaré velando por ti en pensamientos, temo por ti si el enemigo llega a cazarte….Si tal es tu decisión, entonces partirás mañana a la mañana. Ve a dormir, pues necesitarás todas tus fuerzas para esta empresa que realizarás.-