Regalo anticipado de Navidad!
Buenas tardes Hermosa Gente de toda la Tierra Media! El (ahora sí) último capítulo de este año! Espero que les guste. En este capítulo se revela algo importante; por ende, el primer punto máximo de tensión. Pero ya habrá momento en donde Azul pueda disfrutar de su estancia en la Tierra Media (lo prometo).

Erinia:No te preocupes, no te odio. =) Es que ya de por sí, en el libro, Arwen no tiene mucho protagonismo. Considerando en el contexto histórico donde fue escrito, y que en tooooooooda la saga, salvo Eowyn, la mujer no tiene demasiada participación. Por eso fue criticado Tolkien por el rol de la mujer en sus libros. Jackson quiso darle esa participación, pero siempre el ser humano le quiere encontrar la quinta pata a la mesa y nunca está conforme con lo que tiene. Por eso siempre digo que cuando tengo que ver las películas, NUNCA las comparo con los libros porque es físicamente imposible que se cuente en 2 horas, como mucho 3, lo que se dice en los libros. Y ni hablar de aquellas partes en donde son aburridas (no hay que negarlo =P )


Cap 21

Asesinato

Dos orcos tomaron los cuerpos y se los llevaron, a dónde, Azul no lo sabía. Los orcos en las gradas gritaban eufóricos por la "victoria" obtenida y Azul también gritaba, pero de ira y dolor. Aferrada a los barrotes de su prisión, intentaba por todos los medios romperlos, pero gastaba sus fuerzas inútilmente. Un tercer orco se acercó a la celda para liberarla, pero tuvo que tener cuidado en no lastimarse pues Azul quiso manotear su garganta. Ahora, le tocaba el turno a ella.
Ni bien la puerta de la celda fue abierta, el orco escapó corriendo. Hassar la miró.
-¿Y? ¿Sigues con la idea de matarme?-
El grito de furia fue acompañado con una carrera para tomar impulso y así atacar primera. Intentó hacer la misma maniobra que hizo meses atrás, deslizarse entre las piernas del orco. Pero él, que la recordaba perfectamente por ser la primera mujer que se le escapaba enfrente de sus narices, no olvidó aquella noche. Cerró sus piernas y Azul quedó acurrucada sobre éste. Hassar fácilmente la tomó de las caderas, dejándola a la misma altura que sus ojos, para que ambos rostros se vieran de cerca.
-Ahora conocerás el infierno…- Pero luego sintió que el cuerpo de la mujer estaba demasiado duro para una humana.- ¿Cota de malla?... ¡La dejaron con sus juguetes! ¡Me gusta!- Sonrió Hassar.
Como respuesta, Azul le dio una patada en el estómago lo suficientemente fuerte como para quitarle el aliento, poder liberarse y retroceder.
-No me equivoqué al poner mis ojos en ti esa noche… tú tienes coraje… que yo mismo, poco a poco, te lo iré quitando.-
Hassar dijo algo en su idioma que Azul no pudo entender. Un súbdito se acercó y le entregó su cimitarra, sin rastros de sangre élfica y humana y se lanzó de lleno en capturar a la muchacha. Azul, poco a poco, comenzaba a flanquear en su defensa, cosa que Hassar se relamía. Disfrutaba mucho ver a su nueva esclava perder la esperanza poco a poco, disminuir su autoestima hasta llegar a ser sólo un saco de carne que sólo servía para satisfacerlo íntimamente. Azul podía ver lo que Hassar le insinuaba con sus acciones: claramente él era superior en fuerza y velocidad y se lo hacía notar, dejándole tomar la iniciativa para capturarla como el gato hacia el ratón.
-Es ella Thorin. Es ella a quién di mi palabra.-
-No sé porqué no me extraña…-
-¿La conoces?-
-Sí. Es a ella a quién buscamos.-
La conversación fue interrumpida cuando Azul cayó al piso bruscamente y no se incorporó. Hassar la tomó de la cintura y ella no dio señales de conciencia. Esto hizo que los enanos se inquietaran y comenzaron a acercarse al lugar de la pelea sigilosamente.
-Fresca y pura como el rocío de la mañana- La nariz del orco se posó sobre el pecho de la muchacha.- Me pregunto qué habrá debajo de la cota de malla…-
Hassar pasó sus grandes dedos por el torso de la muchacha deleitándose con cada toque. Ese placer duró un segundo cuando su mano subió hacia el cuello de la camisa desgarrando la tela. Ese tirón provocó que Azul despertara y abriera los ojos.
-¿Qué demonios es eso?- Dijo Hassar al ver su cuello al descubierto.
Thrór quedó petrificado al ver el tatuaje de la muchacha. Thorin, por su parte, intentó entrar al campo de combate pero su abuelo se lo impidió bruscamente.
-¡¿Por qué me detienes?!-
-Es… ella… todo este tiempo… -
-¿Qué rayos sucede?-
-Es largo de explicar hijo.- Thrór hizo una pausa para asegurarse que nadie más que su nieto lo escuchase.- Yo renuncié al trono para buscar "La luz de Durin". Hace meses nuestro ancestro Durin se me apareció en sueños y me pidió que la buscara. Luego de tanto tiempo por fin tengo una señal clara y precisa. Debo llevarla…- Thrór miró sus manos viejas y ajetreadas por el paso de los años. Vio su sangre seca en su cuerpo y entendió todo.- No… yo ya no puedo hacerlo. Ya mis fuerzas no son las mismas… Thorin, dame tu palabra que tú la llevarás a Erebor. Si no lo logras, nadie de nuestra descendencia podrá descansar junto con nuestros ancestros…-
-¿Acaso todo estaba predestinado Abuelo?- Y un recuerdo surcó su mente nuevamente, pero un recuerdo de un sueño que tuvo hace largo tiempo y vio en la figura de su abuelo que ya no le quedaba mucho tiempo en este mundo. Y Thorin, alguien cuyo semblante aguerrido por las grandes batallas, se quebró.-
-Tal vez… las decisiones de los dioses son complicadas de entender para nosotros, pero tienen un fin, aunque a la primera no la comprendamos. Dale mis respetos a mi hijo Thráin. Y dile que esté donde esté, estaré velando sus sueños.-
-La llevaré a Erebor.-
Y las dos generaciones de enanos se dieron un apretón de manos. En esa acción, Thorin sintió que algo de su abuelo pasaba a su mano, como si fuera una energía que envolvía su brazo para pasar a todo su cuerpo. Al levantar su mirada, vio a su abuelo más viejo y más cansado de lo que ya lo estaba. Y las heridas que tenía en todo el cuerpo, comenzaron a sangrar nuevamente.
-Tus heridas... han vuelto a abrirse… Yo te ayudaré a liberar a Azul, quédate aquí hasta que te de mi señal.-
Thrór lo abrazó.
-Perdóname por esto hijo.- Y el puñetazo en el estómago que le dio a su nieto lo dejó sin habla. Y se alejó para no volver.
A todo esto, Hassar se acercó al cuello de la mujer porque no entendía qué era lo que tenía. La rozó con sus fuertes dedos cada estrella marcada en su piel. Azul, nuevamente consciente, intentó frenarlo pues tarde o temprano se daría cuenta. Luego, ambos sintieron un frío atroz.
-Poséela… hazla tuya… comienza tu descendencia con placer y éxtasis- Se escuchó en todo el anfiteatro.
Hassar miró a Azul con otros ojos. Y sonrió. Un grito de victoria surcó cada rincón del recinto.
-¡Tú! ¡Luz de Durin! ¡Presente aquí en mis dominios!- Hassar comenzó a apretar su cintura. Y el dolor se hizo notar en el rostro de la muchacha. Ese dolor produjo el destrabe de los restos de su olvidada memoria. Y recordó la conversación con Aulë en Valinor y los demás dioses. Recordó que gracias a ese sueño, su memoria había vuelto y reposaba en su cuello la "Corona de Durin". Sólo faltaba recordar su verdadero nombre.
-Tú… tú no sirves a Eru…- Dijo ella en medio del dolor.
Ese nombre le valió a la mujer el golpe más doloroso en su vientre que jamás sintió.
-Claro que no mujer… Yo siempre serviré a Melkor. ¡Y gracias a él, tú me darás un hijo! ¡El hijo más fuerte que engendraré en toda la tierra! ¡Tu sangre y la mía formarán un gran ejército para derrotar a todas las demás razas, pero principalmente a los enanos! ¡Por eso comenzamos esta búsqueda! ¿Acaso no has visto cientos de mujeres siendo fornicadas? ¿Acaso no has visto a cientos de errores nacidos y muertos por los pasillos, antes de llegar a tu celda?-
La memoria de Azul se volvió hacia el día de su llegada. Aquel pasillo que había atravesado y visto varios bultos eran… bebés. Criaturas muertas por no haber pasado por los controles de los orcos. Y aquellas mujeres de todas las razas… Instintivamente Azul pensó en Thorin como un faro de esperanza a punto de apagarse… y en ese enigmático enano que le prometió su ayuda… Pero todo acabaría para ella en ese mundo. La única opción era someterse o pedir la muerte. Pero para Hassar la segunda opción no era válida.
El orco la tiró al piso. La tomaría a la fuerza como tantas veces lo había hecho, pero esta vez con un propósito. Azul comenzó a retroceder sin poder levantarse.
-Y ahora hermosa… despídete de tu virginidad…-
Un dolor agudo surcó la pierna izquierda de Hassar. Una daga orca le había sido clavada.
-¡Aléjate mujer!- Le dijo Thrór dispuesto a todo.
-¡Tú!-
-¡Un enano siempre cumple la palabra empeñada!-
-¡Gracias!- Dijo Azul cuando se puso detrás del enano.
-Busca la forma de escapar. Yo me encargaré de él.-
-¡¿Y cómo quieres que me escape?! ¡Todo el anfiteatro está lleno de orcos!-
-Entonces solo me queda un camino… y es deshacerme de él.-
Ella asintió pero no se movió de su lado.
Hassar vio como la escena de Arwen y Aragorn se repetía con esos dos, pero esta vez no iba a jugar.
-¡Si esto es lo que quieren, entonces muerte tendrán!- Y sin tregua se abalanzó sobre el antiguo rey de Erebor.
Thorin no conseguía recuperar el aliento. Rió para sus adentros pues entendía por qué su abuelo fue el rey de su pueblo. Levantó la cabeza y vio como Thrór peleaba a diestra y siniestra protegiendo a Azul, y ésta, en contraposición de Arwen, intentaba por todos los medios ayudar a su abuelo. Pero éste, pese a todo, se movía más rápido que ella y la alejaba de la batalla.
El enfurecimiento de Hassar continuaba en aumento. Ya no era la típica pelea entre un par de prisioneros como siempre había sido. Esta vez era más importante y no dejaría que un error apareciese. Luego de varios intentos, logró tomar al viejo enano por los brazos y lanzarlo por los aires.
-¡No dejaré que tomes lo que me pertenece!- Bramó Hassar.
Azul, corrió hacia Thrór, que yacía entre piedras, sogas y maderas. Las armas de Thrór quedaban demasiado lejos para ir a buscarlas.
-¡Levántante! ¡No quiero que te pase lo mismo que Aragorn!-
-"Definitivamente eres la Luz de Durin"- Dijo Thrór en un susurro.
Hassar caminaba lentamente, la escena volvía a repetirse.
Azul recordó su antiguo entrenamiento. Al tomar las sogas y anudar fuertemente en un extremo una piedra relativamente grande, el orco se extrañó.
-¿Pretendes hacerme daño con eso mujer?- Dijo él al ver que defendía al enano.
-¿Quieres saberlo? Entonces averígualo…-
Azul comenzó a girar por encima de su cabeza la soga. Hassar, en un acto de petulancia, se inclinó hacia la mujer, a lo que ella aprovechó para lanzar la soga hacia el orco. Ésta dio en el centro de la cabeza cuando Hassar levantó la vista luego de inclinarse. De un tirón totalmente preciso, la soga volvió a su dueña enrollándose, primero en sus brazos para luego enrollarse en su cuello.
Hassar quedó totalmente perplejo ante esta técnica que nunca antes la había visto en un guerrero, y Thrór no se quedó atrás al quedarse con la boca abierta con aquella destreza.
Azul giró sobre sí misma y con algunos movimientos corporales, la soga quedó totalmente desenrollada, con una buena velocidad y yendo directo hacia su enemigo.
Hassar esquivó el ataque, pero con un tirón de Azul, la punta de la piedra volvió sobre su camino impactando en la parte posterior de la cabeza del orco. La soga quedó girando a los costados la muchacha.
-Mahal… qué mujer…-Se descubrió diciendo Thorin.
El orco, con aquel ataque, se agarró la cabeza del dolor que sentía, Hassar enfureció más al ver que había sido atacado enfrente de sus súbditos y la sangre negra ya era visible por todos. Avanzó hacia la mujer con pasos agigantados y firmes. Azul lanzó por tercera vez la soga, pero Hassar bloqueó el ataque utilizando su cimitarra. La soga quedó en el suelo. El orco caminó hacia Azul, pero de repente se paró. Giró sobre sus talones y se dirigió hacia Thrór. Azul rápidamente hizo levantar la soga para impactar, pero nuevamente Hassar repelió el ataque. En cambio Thrór aún estaba en el suelo.
-Despídete de tu querido rey bajo la montaña- Hassar levantó a la fuerza la mirada del enano tomando los cabellos de Thrór y de un solo corte, rebanó su cabeza. Luego la pateó hacia el lugar donde estaba Thorin.
El joven enano quedó duro unos instantes. Otra vez otro de sus sueños se hacía realidad, pero le tocaba de cerca… muy de cerca. La cabeza de su abuelo rodó hacia sus pies y Thorin tuvo que contener su ira. Azul se lanzó de lleno contra Hassar, pero la bofetada que le dio la dejó tirada en el piso y algo mareada. El orco aprovechó para tirarse encima de ella, y ésta pudo notar que su miembro viril ya estaba "despierto"
-Te recomiendo que te relajes y disfrutes, pues tenemos un largo trabajo de ahora en más…-
Hassar tomó una de las manos de la mujer, mientras que con la otra la desvestía. Azul, ya con su voluntad hecha trizas al ver morir a tres seres que quisieron ayudarla, comenzó a llorar y gritar. Thorin no pudo más y salió a defenderla. Esta vez, la espada la clavó en la pierna derecha y Azul recordó la charla que tuvo con Arwen en Rivendell. Mientras Hassar se erguía producto del dolor, ella sacó la daga oculta.
-¡Esto es por los que mataste hijo de puta!- Y el metal de la daga comenzó a teñirse de un profundo color negro.
La sangre del orco emanaba copiosamente del pecho. Una sangre espesa y siniestra tiñó el suelo del estadio. Azul no se contentó con solo una puñalada. Sacó y volvió a clavar la daga repetidas veces en el cuerpo de Hassar hasta que el mismo Thorin tuvo que separarla. Alrededor, el silencio surcaba todos los rincones. Hassar había sido asesinado por la Luz de Durin.
Thorin la alejó del cuerpo inerte de Hassar. Miró hacia las tribunas y vio en ellas que en poco tiempo sus vidas se extinguirían. Azul tomó la cimitarra del muerto y con la daga en la otra mano, humana y enano se pusieron alertas para enfrentar el primer ataque.
Un grito que heló la sangre de los dos se escuchó en todo el recinto. El jefe que había entrado en la celda donde Azul estuvo cautiva y que la defendió del jefe de guardia en aquel momento se hizo presente. Su mirada se intercaló entre Hassar y las manos ensangrentadas de la mujer. Otro rugido salió a relucir del orco. Éste se arrodilló frente al muerto y tomó su mano. Una sombra lo rodeó casi al instante luego de hacer contacto y en un susurro se escuchó:
-Tú tomarás su lugar, Azog… ¡Cobra venganza por tu padre! ¡Haz tuya a esa mujer sin piedad para que comience el fin de los enanos!-
Thorin se puso delante de Azul con su espada en alto.
-No le tocarás ni un pelo a esta mujer- Dijo el enano.
Al decir estas palabras, la espesa sombra cubrió a la mujer y al enano, inmovilizándolos por completo.
-¡Mata al enano y toma a la mujer!- susurró la sombra.
Azog traspasó la sombra sin problemas pero fue hasta Azul y la tiró al suelo. Él se inclinó hasta estar encima de ella. Thorin quiso moverse, y a pesar de que no podía, siguió intentándolo cada vez con más violencia.
-¿Acaso no puedes moverte enano? ¿Te pone nervioso ver cómo comienza el final de tu raza?- Dijo Azog mientras saboreaba con sus manos el cuerpo de la muchacha. Ella comenzó a solloza amargamente
-¡Mahal ayúdame!- Rogó Thorin en sus pensamientos.
Un punto de luz apareció entre Azul y Azog. Él retrocedió asustado y la movilidad de la muchacha y Thorin fue recuperada. Éste ayudó a Azul a que se levantara y ella lo tomó del brazo fuertemente. El punto de luz creció lo suficiente como para cubrir a ambos y repeler la sombra hasta que la luz que emanaba fue muy fuerte para todos los orcos presentes. Cuando la luz desapareció, Azog se dio cuenta que también Thorin y Azul habían desaparecido.

-Azul, eres mi elegida. Thorin, eres su protector. Lleguen sanos y salvos a Erebor. Esta es la última vez que les hablaré, pero saben que estaré con ustedes. Los dejaré en la salida de este infierno y Ulmo los ayudará a escapar. En cuanto a tus compañeros Thorin, ellos emprenderán solos el camino hacia tu hogar. Estarán bajo mi protección… Que la luz de Eru los ilumine en su camino…-

Aparecieron en un pasillo. El aire era un poco más frío y limpio, por lo que Thorin pensó que estaban en uno de los pisos superiores. Un murmullo constante se escuchaba en los alrededores. El enano, sin perder tiempo, tomó de la mano a Azul, que quedó acurrucada en el piso y la obligó a levantarse.
Ambos caminaron un buen rato escuchando cada vez más ese murmullo pero también comenzaron a escuchar pasos y choques de metales: los orcos estaban cerca.
-¡Vamos Azul, muévete!- Ordenó Thorin.- ¿O qué? ¿Quieres que vuelva a decirte "demonio" para que reacciones?-
-¡Ya te dije que no soy una demonio!- Bramó Azul saliendo de las sombras de su pensamiento.
Thorin sonrió.
-Bien… prefiero que me insultes a verte tirada en el piso.-
Las paredes, a medida que avanzaban, comenzaban a ser más finas y Thorin se dio cuenta de que los choques de metales venían desde atrás de esas paredes. Otro pasillo había detrás.
-¡Vamos Bofur, la luz nos guía más allá!- Ordenó Balin.
-Hemos estado caminando durante horas. ¡Déjanos descansar un poco!-
-¿Un poco? ¿Me estás tomando el pelo o qué? ¡Estamos en territorio orco! ¡No me gustó para nada esos rugidos que escuchamos hace rato, pero me consuela de Mahal protege a nuestros compañeros! ¡Y no dudaré de él!-
Thorin paró en seco al escuchar esta conversación y pegó su oreja a las paredes.
-¡Balin! ¿Me oyes?-
-¿Thorin? ¡Thorin! ¿Dónde estás?-
-Detrás de las paredes- Dijo él mientras golpeaba las paredes para llamar la atención.
De esos golpes, una pequeña parte de la pared se cayó, dejando un pequeño agujero del tamaño de una cabeza. Thorin pudo ver a sus compañeros pero el ruido que provocó fue amplificado por el lugar.
-¡Qué alegría verte muchacho!- Las manos de ambos se tomaron por unos minutos.- ¡Mahal nos está ayudando! ¡Es un milagro!-
-¡Sí, lo sé! Pero escúchame bien, deben seguir el camino hacia Erebor ustedes solos. Nosotros los alcanzaremos después.-
-¡Qué!-Protestó Balin.- ¡No te dejaremos aquí en este infierno!-
-Mahal quiere que nos separemos. Yo llevaré a Azul hacia nuestro hogar… ahora más que nunca.- Luego se dirigió a su sobrino.-¡Kili! ¡Tenías razón todo este tiempo! ¡No debí ser tan duro contigo!-
-Thorin ¿Qué dices?- Kili no entendía nada.
Gritos de orcos comenzaron a escucharse. Los habían encontrado.
- Si llego a Erebor, lo entenderás…-
Los orcos hicieron su aparición y Thorin salió al ataque. Azul tardó en comprender la situación y, cuando lo hizo, levantó la cimitarra y comenzó a luchar más temeraria que de costumbre. No alcanzó a matar a ningún orco cuando el suelo se desplomó, donde todos cayeron por un río subterráneo.
-¡Vamos! ¡Confiemos en Mahal!- Ordenó Balin.
Ellos siguieron por el pasillo hasta que pudieron sentir que el aire fresco les inundaba los pulmones y la luz del sol los bañaba plácidamente. Habían salido ilesos.

El río se tornó bravo. Los orcos que cayeron al río pelearon contra las olas para llegar hacia Thorin y matarlo. Él nadó hacia Azul que estaba medio ahogada y no podía permanecer en la superficie.
-¡Vamos! ¡Pelea un poco más! ¡Ya casi salimos!- La animó el enano mientras el agua hacía de las suyas.
Las palabras hicieron algo de efecto en Azul, pero no para sí misma. Detrás de Thorin, un orco pudo llegar. La muchacha reaccionó clavando su daga en la garganta del orco. Luego, se dejó hundir.
Como prometió Aulë, Ulmo, Señor de las Aguas, entró en acción. Tomó por los pies a Thorin y Azul y los sumergió. Una corriente más rápida por debajo de las mismas aguas los llevó más lejos. En cambio los orcos también fueron sumergidos, y las aguas entraron por sus pulmones hasta ahogarlos.
Thorin vio que Azul tenía los ojos cerrados y quiso acercarse nadando. Pero sus manos no respondieron y la falta de oxígeno hizo que sus músculos perdieran sus fuerzas.
-No… puedo… terminar… así…-

Balin lideraba ahora la compañía. No pararon a descansar hasta muy entrada la tarde, a tal punto que las estrellas apenas se veían en el cielo. Se dieron cuenta de que estaban mucho más al norte de lo que pensaban y a lo lejos, asomaba el Bosque Verde y el Río del Bosque.
-Debemos viajar hacia el sur y tomar el camino de los elfos.-Sugirió Fili cuando sus piernas no dieron más.
-¡No!- Lo calló Bofur de inmediato. – ¡No en este estado!-
-¡Vamos Bofur! ¡Es un milagro que hayamos salido ilesos de esa montaña infestada por esos orcos!-
-¿Y Erebor? ¿Y Thorin y Azul? ¡Lo que necesitamos es un ejército de enanos para arrasar con esa peste! ¡Imagínate si llegara esa calamidad a nuestro hogar! ¡Debemos avisar cuanto antes al rey!-
Las palabras de Bofur tenía una lógica certera. No podían detenerse demasiado. Si Mahal les dijo que confiaran en él, debían hacerlo. Luego de una comida frugal y un pequeño descanso, se internaron en el límite del Bosque Verde.

Ya la noche era espesa. Hacía tiempo que Thorin, luego de despertarse al borde de río, no veía el cielo despejado y contempló las estrellas como una bendición. Al ver el hueco donde debía estar su constelación, recordó a Azul que aún estaba desmayada a unos metros de él.
-¿Azul? ¿Me oyes? ¡Despierta!- Thorin comenzó a darle suaves golpes en las mejillas. –Mahal… confío en ti… no te la lleves- Un ligero movimiento en las órbitas oculares de la mujer calmaron el estado de nervios de Thorin.-Gracias…-Dijo él mirando el cielo.
Azul se incorporó lentamente y miró a Thorin, ya no tenía las ropas orcas de hace unas horas; el río se las había llevado con las armas. Sin decir una palabra, lo abrazó efusivamente y comenzó a llorar sobre su hombro.
-Estamos vivos Azul… estamos vivos…- Le susurró al oído mientras respondía al abrazo.
Ambos se separaron. Ella bajó su cabeza y vio sus manos. El recuerdo de sí misma hundiendo la daga que Arwen le había dado en el pecho de Hassar le hizo caer en la realidad. Retrocedió horrorizada y entró al río. Como una loca, se quitó la camisa y la cota de mithril quedando su torso casi al descubierto, a no ser por el corpiño, ya algo raído. Comenzó a lavarse el cuerpo frenéticamente, como queriendo sacarse de la piel los roces de los orcos y la sangre de ellos. Thorin comprendió lo que pasaba y entró al río para intentar calmarla.
- ¡Ya está Azul! ¡Estamos a salvo!-
-¡No… no! ¡Mis manos tienen manchas de sangre! ¡Tengo que quitármelas! ¡Huelo a orco! ¡No quiero!-
-¡Basta Azul, ya no tienes más!-
-¡No! ¡Yo… maté! ¡Asesiné! ¡ASESINÉ!- El frenetismo de lavarse su cuerpo se hizo más violento. Thorin la tomó de los hombros y la hizo entrar en razón.
-¡Azul! ¡Era eso o ser la esclava de ellos! ¡No has matado a nadie inocente!-
Nuevamente ella clavó en sus ojos en los de Thorin. E hizo la cosa más vergonzosa que pudo hacer frente a él. Llevó sus manos hacia su espalda y desabrochó su corpiño.
-Tómame.-Thorin vio los pezones que eran iluminados por la luna, y retrocedió.-Por favor, hazlo…-
-¿Qué rayos haces?- Dijo él mientras desviaba de la mirada.
-Si tú y yo… lo hacemos…- La voz se le entrecortó.- Esto termina… Él quiere quitarme… lo mejor que tengo. Y…. y…si tú…-Las lágrimas volvieron a surcar sus mejillas.
Thorin inmediatamente se sacó su sobretodo y la tapó.
-No.- Dijo él firmemente. –No debes entregarte así…-
-¡Pero te prefiero mil veces antes que Azog! ¡Y perdón! ¡Perdón por todo! ¡Por ser insufrible, por hacerte enojar, por desobedecer! ¡Pero tómame!-
-No.-Y la voz de Thorin se suavizó. Con su mano derecha levantó el mentón de la muchacha.- Yo pido perdón por no haberte creído… y no tengo ningún derecho a poner una mano sobre ti de esa forma. Eso es una decisión que sólo tú debes tomar cuando encuentres la persona adecuada… No te rindas ahora. Le prometí a mi abuelo que te protegería y te llevaría hasta Erebor, y lo haré.-
Azul ocultó su rostro con sus manos para seguir llorando. Él volvió a abrazarla mientras el río se llevaba las últimas penurias de ambos.
Un lazo invisible, pero muy fuerte, se había formado en ellos.