Todo lo que reconozcas pertenece a Rick Riordan.
IV De paseo por el Inframundo.
No duramos mucho en el autobús. Las Furias aparecieron e intentaron matarnos. Luego el autobús explotó.
Después fue Medusa. Me dio mal rollo desde el primer segundo porque sentí que mentía, pero Percy tiene demasiada obsesión con las hamburguesas con queso y Annabeth llevaba en el campamento desde los siete años. Allí todo es sano, no la culpo por querer comida basura.
Por suerte Percy decapitó al monstruo con la espada que le dio Quirón, esa que se convertía en bolígrafo que le había dado en el museo. Me parecía que habían pasado mil años de aquello. Luego el hijo de Poseidón mandó a los dioses la cabeza de Medusa. No me gustó la idea, pensaba que vendría algún dios y lo mataría por la insolencia.
El viaje en tren fue bastante tranquilo. Bueno, eso si obviamos la parte en la que Percy cayó del arco de Saint Louis luchando contra Equidna.
Nos quedamos sin dinero en Denver. Y entonces apareció Ares. Era un idiota. Pero es que además, algo me decía que no debía ser así, que era un dios respetable que no disfrutaba con la violencia por que sí. Tuve un tremendo dolor de cabeza después de ese encuentro. Y todo eso para que sacáramos su escudo de una trampa. Pobre Annabeth. La entendía. Yo tengo fobia a los reptiles. Si me metiera en una sala llena de serpientes me mearía de miedo. Esa atracción llena de arañas, aunque fuera metálicas, debió ser una pesadilla para ella.
El viaje hasta Las Vegas fue apestoso. Sinceramente, esos pobres animales no olían a rosas... Annabeth se abrió y nos contó la historia de su vida: que su padre prefería a su horrible madrastra antes que a ella (un drama digno de Disney. Entre eso y el pelo casi parecía la princesa de una película), que se fugó y sus aventuras con Luke y Thalia, una hija de Zeus que se sacrificó cuando llegaban al campamento mestizo y se convirtió en el pino que estaba en la colina.
El Casino Loto fue una experiencia muy rara. Nunca me había gustado eso de dormirme en cuanto se ponía le sol, pero allí lo agradecí. Me permitió seguir el paso de los días. Pero nadie me hacía caso, pensaban que llevábamos allí un par de días y yo sentía que habían pasado el doble. Esas semanas son confusas, pero un recuerdo no se borró de mi mente.
Iba andando por un pasillo del casino, que parecía infinito, y choqué con un chico de unos diez años. El niño llevaba un montón de cromos de un juego y salieron volando por los aires.
Perdón-me disculpé mientras le ayudaba a recoger las cartas-. Estaba distraído y no te vi...-perdí el hilo de mis pensamientos al fijarme en una de las cartas- Hades.
-Sí tiene 2000 puntos de ataque, es una carta muy poderosa-me explicó emocionado-. Es una carta de Mitomagia, un juego sobre mitos griegos.
Yo ya no escuchaba, porque acababa de recordar la misión. En ese momento se acercó una chica de mi edad, doce años.
-Nico, te estaba buscando-regañó la chica.
-Scusate, Bianca- eso sonó como italiano-. Se me cayeron las cartas.
-Es culpa mía-dije-. Choqué con tu hermano-estaba claro que eran hermanos, se parecían muchísimo.
Ella me miró. Por un momento pensé que se enfadaría conmigo, pero no.
-Tranquilo, le pasa todos los días. Es un distraído.
-Gracias por ayudarme...-Nico no sabía mi nombre.
-Andy.
-Gracias por ayudarme, Andy- repitió el niño-. Los chicos suelen irse corriendo cuando me tiran las cartas.
-Tranquilo. En parte también fue culpa mía, era mi deber ayudarte. Adiós Nico, Bianca.
Y me marché por donde vine. Ya no recordaba a que había ido, pero tenía que encontrar a mis amigos. Gracias a Nico había recordado la misión.
Encontré a Percy, que también se había dado cuenta de lo que había pasado. Salimos y, por suerte, era el mismo año. Pero era 20 de junio, un día antes de la fecha límite de la misión.
Cogimos un taxi con la tarjeta de dinero ilimitado del Casino Loto (idea de Annabeth). Mientras corríamos a toda velocidad hacia Los Ángeles, recordé una vieja canción que le encantaba a mi madre: Highway to Hell (autopista al infierno) de ACDC. El título resumía bastante bien nuestra situación.
En cuanto el taxista nos dejó, fuimos a la playa de Santa Mónica y una nereida le dio a Percy unas perlas.
Nada más Percy salió del agua y nos pusimos en camino fuimos conscientes de los grande que era Los Ángeles y de que no teníamos ni idea de donde estaba la entrada del Inframundo.
-¿Y ahora qué?-preguntó Grover.
-No lo sé-contestó Annabeth.
-¿No se suponía que tú eras la lista?-replicó Percy, dando comienzo a una pelea entre él y la hija de Atenea.
Tuve una corazonada. Una especie de instinto, que me indicaba el camino. Empecé a andar. Oí que me llamaban, pero solo respondí una palabra:
-Seguidme-y no me di la vuelta para ver si lo hacían.
Sinceramente, no recuerdo cuanto tiempo caminamos, pero de repente llegamos a un edificio con un cartel en el que ponía: estudios de grabación El Otro Barrio.
-La entrada del Inframundo- dije.
-Andy, ¿cómo...?-empezó Annabeth, pero la detuve negando con la cabeza- ¿Entramos?
Percy dio un paso adelante y abrió la puerta. Los demás le seguimos. El lugar parecía una sala de espera siniestra. Detrás del mostrador había un hombre imponente con un traje italiano de aspecto caro.
-Caronte- dije, reconociendo al barquero de los muertos.
-¿Qué hacéis aquí?-preguntó.
-Pues... Nos morimos-mintió Percy.
-¿Los cuatro juntos? ¿Cómo moristeis?
-Nos atropelló un camión-inventó Annabeth.
-¿Creéis que soy estúpido? Estáis vivos, diosecillos.
-Tenemos que entrar en el Inframundo- dijo Grover.
-Los vivos no entran-dijo Caronte.
-¿Y si te pagamos?-propuse-En los mitos dicen que había que pagarte para entrar en el Inframundo y por eso enterraban a los muertos con una moneda bajo la boca. Si te pagamos un dracma cada uno, ¿nos dejarás pasar?
Caronte se lo pensó, parecía que nos iba a decir que no. Le miré fijamente, con el ceño fruncido, enfadado de que no fuéramos a conseguirlo por un barquero cabezota. Por un segundo me miró con reconocimiento y... ¿Miedo? ¿O tal vez respeto? No lo entendí.
-Acepto el trato-anunció-. Pero hacedme un favor y decidle a Hades que me suba el sueldo, que estos trajes no son baratos-señaló su ropa.
-Eso está hecho-respondió Annabeth, y le entregó cuatro dracmas de oro que teníamos para mensajes Iris.
Nos metimos en el ascensor, que se convirtió en una barca que cruzaba el río Estigio. Caronte nos dejó en la otra orilla, no sin recordarnos que le comentáramos a su jefe lo del aumento de sueldo.
Annabeth despistó a Cerbero con sus trucos de adiestramiento para perros y cruzamos a los Campos de Asfódelos. Hicimos saltar alguna alarma, pero esquivamos a las Furias.
Andamos sin rumbo por lo que me parecieron horas. El Inframundo era como una especie de cueva gigante de la que no se distinguía el techo. Daba un poco de mal rollo, pero a la vez me transmitió una sensación distinta. La misma sensación que me daba el Campamento Mestizo, la sensación de que no debería estar allí y a la vez de que era un lugar seguro.
De repente Grover salió volando. Por un momento estuve confundido, las cabras no vuelan. Luego recordé que Grover llevaba puestas unas zapatillas voladoras que nos había dado Luke. Corrimos tras nuestro amigo sátiro y conseguimos agarrarlo justo antes de que cayera a un pozo siniestro.
Aunque estuviera mal, agradecí no ser yo quien llevara las zapatillas. Pero cuando Luke nos las dio sentí que mintió y como no me fiaba se las puso Grover. Al final resultó que tenía razón al desconfiar, pero no me hacía mucha ilusión.
Llegamos de una vez al palacio de Hades. Al dios del Inframundo no le hizo mucha gracia nuestra visita. Acusó a Percy de ladrón nada más entrar y este le comentó la propuesta de subida del sueldo a Caronte. Estuvieron un rato discutiendo, pero yo tenía la cabeza en otra cosa. El dios tenía un aire familiar. Sus ojos, la forma de la cara, me recordaba a mi madre y, todavía más, a mi difunta abuela, que debía de estar en alguna parte de aquel lugar.
A pesar de estar perdido en mis pensamientos me enteré de lo esencial: Hades no había robado nada sino que le habían robado, el rayo estaba en la mochila que nos había dado Ares y el rey del Inframundo tenía cautiva a la madre de Percy como chantaje.
Percy hizo a Hades prometer que le devolvería a su madre si recuperaba el Yelmo de la Oscuridad, que le habían robado, y evitaba la guerra, pues no estaba dispuesto a dejarnos allí a ninguno. Nos repartió las perlas y salimos volando hasta aparecer en las aguas de la playa de Santa Mónica.
En cuanto estuvimos en la orilla apareció Ares, con ganas de pelea. Percy se enfrenó a él y consiguió vencer. Fue impresionante. Y también entendí por qué el TDAH te podía mantener con vida. Había que tener muy buenos reflejos para luchar.
El dios reconoció haber robado los objetos obligado por algo muy poderoso que acechaba desde el Tártaro.
Se hacía tarde y había que llevar el rayo al Olimpo antes del anochecer, por lo que Percy tuvo que arriesgarse a ir en avión. Cuando llegamos Percy nos obligó a marcharnos al Campamento mientras él iba al Olimpo, para contarle a Quirón lo que había pasado en realidad. Y así lo hicimos.
Por suerte Percy sobrevivió a su excursión al monte Olimpo (también conocido como el Empire State Building). Los cuatro fuimos recibidos como héroes. Pero traíamos a la vez una noticia preocupante.
El resto del verano fue genial. Los fuegos artificiales del 4 de julio fueron alucinantes. Practiqué mucho para mejorar con la espada, pero seguía sin encontrar una que me fuera bien.
Llegó agosto, y el momento de irse del Campamento. Nos entregaron a cada uno una cuenta, y un collar de cuero a los que no teníamos, negra con un tridente verde en honor a Percy, el héroe del verano, como recuerdo de haber sobrevivido un verano. Preparé mis maletas, listo para marcharme. Y no era el único que se volvía a casa.
Percy había conseguido convencer a Annabeth para que se reconciliara con su padre y volviera a casa por primera vez desde que ella tenía siete años.
Grover también se marchaba, puesto que había recibido su licencia de buscador y se iba a encaminar en la búsqueda de le que ningún sátiro había regresado. Deseaba de todo corazón que él fuera el primero, pero las probabilidades eran bajas.
El hijo de Poseidón era el gran interrogante. Su madre ya había regresado del Inframundo y estaba perfectamente. Además, su horrible padrastro, Gabe el Apestoso, había sufrido un terrible accidente y Sally había recibido una buena cantidad de dinero por una estatua que había vendido a una galería de arte. Pero Percy no quería ponerla en peligro.
Uno de los últimos días, mientras hacíamos las maletas, Luke atacó a Percy con un escorpión gigante y venenoso y anunció su traición al hijo de Poseidón, pensando que este no sobreviviría. Pero lo hizo y nos pudo contar que Luke se había unido a Cronos. El padre de los dioses estaba comenzando a resucitar con ganas de venganza.
Mi madre vino a buscarme y cuando la vi me olvidé por un segundo de los problemas que acechaban. En cuanto me despedí de mis amigos y hermanos con la promesa de volver a vernos el próximo verano, corrí hacia ella y la abracé con todas mis fuerzas. La había echado de menos. Aunque le había escrito varias cartas y mandado un par de mensajes Iris, no era lo mismo que estar juntos de verdad.
-Hola, Andy- me saludó-. Has crecido desde junio.
-Hola, mamá. Te he echado de menos.
Subimos al coche. A lo lejos vi que Annabeth hacía lo mismo. Percy estaba de pie junto al Pino de Thalia. Estaba lejos, pero pude distinguir su expresión y supe que él también iba a volver a casa. No me equivoqué.
Un par de días más tarde estaba en mi casa, en Brooklyn, y alguien llamó a la puerta con un golpe y se oyeron unos gruñidos.
Cogí la espada que me había llevado del Campamento, la menos mala para mí que había encontrado, preparado por si un monstruo había decidido que era un gran plan llamar a la puerta de los semidioses e intentar merendarles. No fue el caso.
Al otro lado de la puerta esperaba un lobo.
Sé que este capítulo ha sido un poco más corto de lo normal, pero quería que solo abarcara los sucesos del Ladrón del Rayo. Porque a partir de ahora es cuando empezarán a pasar cosas que no salen en los libros antes de comenzar con el Mar de los Monstruos. Como ya avisé no me he centrado mucho en lo que pasaba en la misión.
Si te está gustando la historia, me encantaría que dejaras un comentario dejando tu opinión. Y si no te gusta también, por que no.
Intentaré subir otro capítulo antes de que acabe el año o a principios del 2023, no lo sé. Lo que sí sé seguro es que no voy a subir otro capítulo antes de Navidad (que literal es este domingo) así que FELIZ NAVIDAD A TODOS LOS QUE LEEN ESTA HISTORIA. OS QUIERO.
Muchísmas gracias por leer.
Erin Luan
