Disclaimer: Los personajes de Final Fantasy pertenecen a Square-Enix. Tan solo los inventados son de cosecha propia ^^


Notitas…

Nancyriny: Que bien! Me alegro un montonazo de que te esté gustando. Creía que me iba a costar menos desarrollar la historia pero la verdad, que a veces me quedo un poco atascada y creo que igual son un tostón los capítulos, ya que de momento no pasa nada espectacular, pero pasará, lo prometo, jeje. Y nada de nuevo mil, mil, mil gracias por estar aquí conmigo en esta nueva aventurilla.A leer, a leer ;-)


CAPITULO 5

La oscuridad invadía aquella habitación y una leve brisa, algo fresca, se colaba en la estancia. Rinoa abrió los ojos despacio, no recordaba haber dejado la ventana abierta. Algo desorientada, miró el reloj y vio que eran las tres de la madrugada. Se levantó despacio de la cama y desperezándose, se acercó hasta la ventana y la cerró. Cuando emprendía sus pasos hacia la cama, sintió como su mirada se nublaba por un momento y cuando volvió a ser consciente, ya no estaba en su habitación.

Miró a su alrededor y solo vio oscuridad, su respiración se aceleró y comenzó a faltarle el aire, ¿dónde demonios estaba? Intentó avanzar hacia algún lado pero fue en vano, tan solo había oscuridad en aquel lugar. No supo decir cuánto tiempo transcurrió intentando llegar a algún sitio pero a ella le pareció una eternidad.

Desesperada, se dejó caer de rodillas ¿qué estaba pasando? Juraría que no estaba dormida, era bastante consciente de lo que estaba ocurriendo y sintiendo, y para nada aquello parecía un sueño. De pronto, una leve luz anaranjada, apareció frente a ella. Poniéndose de nuevo de pie, intentó caminar hacia aquella luz pero antes de emprender un solo paso, una voz levemente rasgada y algo grave, la detuvo.

- Otra vez, tú y yo, Rinoa.

Aquella voz dejó escapar una carcajada y la joven bruja se asustó.

- ¡¿Quién eres?!

- Eso da igual, pronto lo sabrás pero ya será tarde. No tienes escapatoria, te hemos encontrado, por fin.

Rinoa se tensó de nuevo, otra vez aquellas palabras. Cerró los ojos muy asustada y su cabeza comenzó a dar vueltas, todo a su alrededor daba vueltas, parecía como si fuese a caer en un vacío eterno pero de repente, abrió los ojos de golpe y de nuevo estaba en su cama. Se incorporó rápidamente y encendió la luz de la mesita. Asustada, miró sus manos, no sabía porque pero necesitaba cerciorarse de que todo estaba bien. Consiguió que su respiración volviese a la normalidad y ya más calmada, dejó escapar todo el aire de sus pulmones, en un sonoro suspiro.

Volvió a tumbarse en la cama y estuvo un rato intentando recordar detalles de aquello que acababa de vivir pero todos los recuerdos empezaban a desvanecerse en su memoria. Ya más calmada, miró de nuevo el reloj, las tres de la madrugada. Frunció el ceño al ver la hora y desvió su mirada hacia la ventana, cerrada. Entonces ¿todo había sido un sueño? Sin querer darle más vueltas, creyó que lo mejor sería descansar aunque no tenía todas consigo de que lo fuese a conseguir.


Zell caminaba presuroso por el pasillo que llevaba directamente al área de entrenamiento. Había quedado con Rinoa. El artista marcial llevaba algún tiempo entrenándola dos días a la semana. Fue la propia Rinoa quien le había pedido el favor. A pesar de que entre las asignaturas del Jardín, había varias de combate y lucha cuerpo a cuerpo, la joven creía necesario un refuerzo, ya que ella no se había entrenado como el resto de cadetes desde pequeña.

El joven rubio llegó a la entrada de la zona de entrenamiento y se dirigió hacia una puerta que estaba justo enfrente. Aquel lugar era una sala, no demasiado grande, con algunos aparatos de gimnasia, un saco de boxeo algo viejo y en la parte de la izquierda, un área para practicar diversas disciplinas de combate. El lugar estaba algo descuidado pero para dar clases de defensa y ataque, valía de sobra. Squall siempre había comentado que se deberían ampliar las instalaciones para entrenar y más ahora que los Seeds habían dejado de utilizar magia y el combate cuerpo a cuerpo, había ganado protagonismo. Tal vez, ahora que era comandante, aquello podría llevarse a cabo.

Minutos más tarde, Zell vio aparecer a Rinoa por el pasillo. Éste la saludó y después la miró con algo de preocupación. Unas ojeras, nada habituales en aquella mujer, adornaban sus ojos y parecía agotada para ser las ocho de la mañana.

- ¿Te encuentras bien? –preguntó el muchacho-.

Rinoa, que ya había entrado junto a Zell en aquella sala, se dirigió hacia la derecha, donde una hilera de bancos de madera con algunas taquillas algo destartaladas, hacía las veces de vestuario. La pelinegra soltó su bolsa de deporte y se dejó caer en uno de esos bancos.

- Si, aunque he dormido fatal –se quejó recostándose en la pared y suspirando cansada-. ¡Menos mal que es viernes! –sonrió-.

- Si quieres podemos dejarlo para otro día –comentó riendo el joven sentándose a su lado-.

- No, estoy bien –contestó mostrándole una sonrisa-.

- ¿Es por lo de Darcy? –preguntó el artista marcial preocupado por su amiga-.

- No, bueno, no lo sé. Llevo dos días teniendo pesadillas, aunque no lo parecen, son muy… reales ¿sabes?

Rinoa intentó explicarle a Zell aquellos sueños pero siempre que lo intentaba le costaba horrores hacerse entender y siempre tenía la sensación de que nadie la creía, simplemente eran sueños y punto. No quiso darle más importancia y le dijo a Zell que podían empezar con la clase, seguro que aquello la ayudaba a despejarse.


Squall cogió su chaqueta de cuero y antes de salir de la habitación, miró el reloj, las 9:30. Hacía media hora más o menos que había llegado a su habitación, se había duchado y preparado. Kramer le había comentado el día anterior, que podía entrar algo más tarde al despacho, así que había decidido madrugar un poco e ir a correr a la playa. Le encantaba entrenar al aire libre, la brisa fresca y la poca gente a esas horas, le hacía estar en calma y sin duda necesitaba esa descarga de adrenalina que le producía hacer deporte.

Cuando salió de la habitación, se dirigió de manera tranquila hasta la zona de entrenamiento, sabía que Rinoa estaría allí con Zell. Justo en la entrada de aquel área, se cruzó con un grupo de cadetes y su instructor, al parecer tenía entrenamiento. El joven los saludó y se dirigió hasta la puerta de enfrente. La vio entreabierta y colándose dentro, se acercó hasta los bancos de madera y se recostó en la pared para observar en silencio como ambos jóvenes entrenaban.

Rinoa parecía muy concentrada, una coleta alta enmarcaba su cara algo sonrojada por el entrenamiento, dejando a la vista su delgado cuello y unas mallas y top de deporte de color negro y azul, se ceñían a su cuerpo, dibujando a la perfección su esbelta figura. La joven se encontraba ensayando una secuencia de movimientos con el artista marcial. Primero una serie de puñetazos, después un movimiento grácil esquivando un derechazo de su oponente, para acabar con una patada a la altura de las costillas. Lo repitieron varias veces, hasta que Zell decidió que ya era suficiente. Tras aquello, empezaron una serie de ejercicios de abdominales, flexiones y planchas para acabar con los estiramientos.

El chico de la cara tatuada, que no se había fijado en Squall, lo miró y llamando la atención de Rinoa, lo saludaron desde su posición. Éste hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo y vio como Zell se acercaba hasta él, dejando a Rinoa acabar sus estiramientos.

- ¡Squall! ¿Qué tal, tío? Ayer no te vimos –comentó tomando asiento en el banco de madera mientras se secaba el sudor con una toalla que llevaba al cuello-.

- Ya… Kramer me secuestró.

Zell sonrió a su lado.

- ¿Qué tal con Rinoa? –preguntó Squall sin apartar la vista de aquel cuerpo que lo volvía loco-.

- Está mejorando, es buena y muy rápida, demasiado –dejó escapar una risa seca-.

Squall apartó la mirada de la pelinegra para enfrentarse a Zell.

- ¿Demasiado? –se interesó el joven-.

- Sus reflejos son… -el chico rubio no sabía cómo describir aquello-.

Había notado en los entrenamientos que, además de mejorar con mucha rapidez, sus movimientos eran muy rápidos, demasiado para ser alguien que no había entrenado jamás. La muchacha sabía algo sobre combate, nociones básicas y Zell pensó que su entrenamiento iría más lento pero para nada había sido así.

- Es muy rápida Squall, sus movimientos son casi perfectos, no sé… -explicó clavando sus ojos en ella-.

- Crees que es su poder –afirmó el comandante sabiendo la respuesta-.

- Sí, creo que sí –contestó elevando la mirada hasta Squall que se mantenía contra la pared y sus brazos cruzadas sin apartar la vista de Rinoa-. Creo, que si sigue mejorando así y Edea le enseña todo lo que debería saber sobre su nuevo poder, será casi invencible.

Squall sonrió al escuchar aquello y observó como la joven se levantaba del suelo y los saludaba con una hermosa sonrisa desde su posición.

- Pero eso es bueno ¿no? –preguntó bajando la mirada hasta Zell-.

- Demasiado bueno, diría yo –dijo Zell levantándose con energía del banco y empezando a recoger sus cosas-. Voy a darme una ducha, ¿no vemos luego? –comentó pasando por su lado y dándole una palmada en el hombro-.

Squall asintió y vio como Zell se dirigía a la salida.

Rinoa, que ya había acabado de estirar, se secó el sudor con una toalla que tenía cerca y caminó hasta el chico. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se puso de puntillas y lo besó con suavidad.

- Hola -dijo ella contra su boca-.

Squall la sostuvo con una mano de la cintura y con la otra, apartó algunos mechones rebeldes que se habían escapado de su coleta.

- Pareces cansada –comentó en aquel tono sereno y tranquilo fijándose en las inusuales ojeras de Rinoa-.

La pelinegra bajó la mirada y suspiró, parece ser que su cara era un poema ya que ambos chicos le habían recalcado lo de su cansancio. Tomó asiento en el banco y de su bolsa de deporte, sacó un botellín de agua, dio un largo trago y sintió como Squall se sentaba a su lado.

- No he dormido muy bien –explicó dejando el botellín a un lado-.

- ¿Por lo de Seifer? –quiso saber Squall-.

La joven negó y se recostó contra la pared estirando sus piernas hacia delante.

- He tenido otro sueño muy raro, como la vez anterior, parecía muy real y otra vez esa voz diciéndome que me habían encontrado.

Squall se tensó levemente al oír aquello, muy normal no era pero no quiso que la mujer notase su preocupación.

- Es un poco raro si –comentó sin querer darle demasiada importancia-. Y ¿si se lo cuentas a Edea? Tal vez ella pueda ayudarte –añadió para tranquilizar a la chica-.

Rinoa asintió no muy convencida. Esperaría, a ver si esos malditos sueños volvían a repetirse.

- Estoy agotada –se quejó ella apoyando la cabeza en el hombro del chico-. Zell es incansable ¿sabes? –comentó sabiendo la energía que derrochaba aquel chico-.

- Si, créeme que lo sé, nunca se cansa de entrenar –sonrió al recordar que siempre era el primero en la zona de entrenamiento y también el último en marcharse de allí, además de dar clases de artes marciales todas las tardes-. Pero parece que estás avanzando mucho ¿no? –la preguntó buscando la mirada de ella-.

Ésta levantó la cabeza y asintió. Ella también lo creía, cada vez que entrenaba sentía una especia de sensación o intuición, no sabía muy bien describirlo, pero era como si fuese capaz de adelantarse a los golpes de su oponente. Y también había notado una mejora respecto a su forma física, la verdad que se sentía más ágil y fuerte aunque en esos momentos estuviese destrozada de entrenar.

En ese momento entraron en aquella sala un par de personas y tras ellas, otra chica más, al parecer dispuestos a hacer algo de ejercicio. La pareja creyó conveniente marcharse ya del lugar.

- ¿Has desayunado? -preguntó Squall mientras la ayudaba con la bolsa de deporte-.

Ésta negó y juntos se marcharon hacia la cafetería. Durante el desayuno observaron que la gente parecía más tranquila aunque podía sentirse una especia de pesadez en el ambiente, como si todos estuviesen faltos de energía.

Cuando acabaron, Rinoa acompañó a Squall hasta las escaleras del hall. Se moría de ganas de enredarse en su cuello y besar aquellos labios que la tenían la mayor parte del tiempo, en una nube pero sabía que a él no le iban demasiado las muestras de cariño en público, así que no creyó conveniente tirarse a su cuello con todos aquellos alumnos paseando por allí.

- Estás muy callada –dijo de pronto Squall sorprendiendo a la joven que se había quedado muy pensativa-.

Ésta sonrió de manera tímida al darse cuenta de que otra vez estaba teniendo pensamientos, no aptos para menores, con Squall.

- Hoy terminaré pronto en el despacho, si quieres puedo ayudarte con los apuntes de Estrategia Avanzada –volvió a hablar viendo que Rinoa seguía algo despistada-.

La observó juguetear con los anillos de su cuello y desviar la mirada hacia el suelo. Como otras veces, no sabía muy bien que podía estar pensando aquella mujer. Tal vez creyó, que ayudarla a estudiar solo era una excusa para acabar lo que habían comenzado la mañana anterior en su habitación o tal vez, estaba preocupada por lo de Darcy o simplemente cansada. Squall dejó escapar un suspiro, odiaba esa sensación de no tener el control de la situación y no saber cómo actuar.

Rinoa por su parte, lo miró de manera inquisitiva cuando lo oyó suspirar. A veces lo veía tan serio, que creía que lo molestaba, igual era muy pesada con él, aun no se acostumbraba a intuir cuando ese chico necesitaba su espacio.

- No hace falta, Squall –contestó por fin mostrando una tímida sonrisa-. No quiero molestarte con mis cosas.

Se moría de ganas de pasar tiempo con él a solas, aunque solo fuese estudiando.

- Oye –llamó la atención de ella cogiéndola de la muñeca y atrayéndola hacia el-. ¿En serio crees que me molesta ayudarte a estudiar? –preguntó buscando la mirada algo esquiva de Rinoa-. Nos vemos a las seis ¿vale? –impuso sin dejar que la chica le diese más vueltas al tema-.

Squall vio como Rinoa asentía algo dubitativa pero con un brillo especial en sus ojos, como si aquello la hubiese dado la energía que le venía faltando. El chico sonrió de medio lado y besándola en la frente, se giró y comenzó a subir las escaleras del hall de dos en dos, de manera grácil. La pelinegra lo vio desaparecer en el ascensor y cogiendo su bolsa de deporte, se apresuró en llegar a su habitación, sus clases empezarían en cuarenta minutos.


Eran las dos de tarde y la campana que avisaba, por fin, del término de aquella clase, resonó en el aula. A pesar de lo molesto del sonido, a Rinoa le pareció una auténtica maravilla. La joven se levantó de su pupitre, sintiendo como cada uno de sus cansados músculos, se quejaban dolorosamente a causa del entrenamiento de esa misma mañana. Tenía agujetas hasta en músculos que ni ella misma sabía que existían. Con un gesto de molestia ante el dolor, recogió sus cosas rápidamente y salió de allí en dirección a la cafetería, la verdad es que se moría de hambre.

Cuando estaba bajando las escaleras, alguien la agarró del brazo haciéndola girar de manera algo brusca. Cuando la joven vio de quien se trataba, su cuerpo se paralizó momentáneamente.

- Seifer… -susurró la pelinegra-.

El chico de gran estatura la mandó callar y la arrastró unos metros hacia uno de los pasillos laterales de aquel piso en el cual, solo había un aula y estaba vacía, así que con algo de rudeza, la empujó dentro y cerró la puerta.

- ¿Se puede saber qué demonios haces? -exclamó la chica con enfado acusado masajeando la muñeca por la que Seifer la había arrastrado-.

- ¡Cállate! –gritó-.

Rinoa se calló al oírlo gritar y realmente le entró miedo. Retrocedió unos pasos y miró a su alrededor intentando ver cómo esquivar al muchacho y salir de allí lo antes posible.

- Espera… no quería gritarte –dijo más calmando-.

Seifer se enfrentó a la mirada de la pelinegra y leyó miedo en sus ojos, como no, se estaba comportando como un auténtico lunático pero su mente no le dejaba actuar con normalidad, era como si saliese lo peor de él mismo.

- Lo de ayer… quiero explicarme.

- Seifer, por favor, déjame ir – suplicó Rinoa mientras se acercaba poco a poco hacia él-.

- Solo quiero que me escuches, yo no quería…

- Da igual ¿vale? Todo está bien –mintió interrumpiendo al chico e intentando que bajase la guardia-.

La joven bruja clavó los ojos en los de él y a pesar del miedo que le producía su presencia, de nuevo sintió lo mismo que la noche anterior. El estaba distinto, era como si continuamente estuviese alerta, intentando escapar de algo o de alguien. Era como si el también estuviese asustado.

Se mantuvieron un rato en silencio y Rinoa lo observó caminar pesadamente unos pasos hacia su izquierda, bajó la mirada hacia el suelo y se llevó una de sus manos a la frente, como si quisiera frenar todo aquello.

Entonces vio la oportunidad, corrió todo lo que pudo hasta la puerta de salida pero con un rápido movimiento, Seifer volvió a cogerla del brazo y con la fuerza que caracterizaba al joven, la empujó hacia un lado, haciendo que Rinoa cállese al suelo con un sonoro quejido.

El joven rubio se quedó perplejo, con sus ojos abiertos de par en par, no quería hacer eso, por nada del mundo quería dañar a Rinoa. Como si su mente se despejara por completo y recuperase su personalidad, corrió hasta ella y la ayudó a levantarse.

- Lo siento Rinoa, de verdad… no…

- ¡Basta! –gritó Rinoa deshaciéndose con brusquedad del agarre del chico-. ¡No me toques! –añadió entre dientes con rabia acusada-.

Ésta se palpó el codo, donde había recibido un fuerte golpe en la caída y comprobó que sangraba levemente. Lo miró una última vez con una mezcla de miedo y rabia y se dispuso a salir de allí. Seifer no la detuvo y tampoco la dijo nada más, simplemente dejó que se marchara, ya había hecho suficiente.


Rinoa estaba algo conmocionada por lo que acababa de vivir, sintió su respiración demasiado acelerada y su corazón palpitar con rapidez, estaba asustada pero no quería que nadie la viese así. Bajó el último tramo de escaleras que unía ambas plantas y de frente, vio los baños. Así que se dirigió allí y cerró la puerta.

Comprobó que no había nadie y ya más aliviada, se recostó en la encimera de los lavabos. Miró su reflejo en el espejo y comprobó que sus ojeras ahora, eran más evidentes. Suspiró cansada y se dispuso a limpiar la herida del codo, seguramente le saldría un buen moratón. Pensó en ir a la enfermería pero eso supondría dar explicaciones a Kadowaki y la verdad, no le apetecía nada.

En ese instante, se sintió algo mareada y apoyando sus manos en la encimera, bajó su cabeza intentando que se le pasara, seguramente era hambre. En su mente solo podía ver la mirada furiosa de Seifer, ¿qué le pasaba? ¿tanto la odiaba por lo que ocurrió en el pasado? No, eso no podía ser. Inmersa en aquellos pensamientos, sintió como se posaba una mano en su hombro. Esto la hizo sobresaltarse y recular unos pasos hasta que topó con la pared de su espalda.

- ¿Te encuentras bien?

Rinoa se sorprendió de ver a alguien allí, ni siquiera había oído la puerta. Se llevó las manos a la cara y suspiró sonoramente.

- ¿En serio estás bien? Estás algo pálida –insistió aquella persona-.

La joven bruja la miró directamente por primera vez y le resultó muy familiar.

- Me suenas mucho –comentó mirándola con algo de recelo-.

- Me llamo Yinna, estoy contigo en un par de clases –dijo mostrando una agradable sonrisa-.

Rinoa se tranquilizó y sonrió aliviada, sabiendo al instante, de quien se trataba. Coincidía con esa chica en tres asignaturas y alguna vez se había fijado en ella porque siempre se sentaba sola al final de la clase. Era algo más alta que ella, con una tez blanquecina y una larga melena de color azabache. Un flequillo perfectamente cuidado, llegaba hasta sus ojos, de un color un tanto atípico, eran grises con pequeñas trazas de color violeta.

Aquella mujer parecía demasiado frágil y delicada, pensó Rinoa.

- ¿Te ha pasado algo? Me ha parecido verte con un chico muy alto y rubio en el pasillo de la entreplanta y no parecía muy amable, la verdad –comentó aquella chica con deje preocupado-.

La joven bruja se mantuvo en silencia y bajó la mirada hasta el suelo, no le apetecía dar explicaciones a alguien que acababa de conocer, aunque a decir verdad, aquella chica parecía buena persona.

- ¿Es tu novio? –preguntó de pronto al parecer algo asustada por lo que había presenciado hacía un rato-.

- ¡Oh! No, que va –contestó Rinoa con rapidez moviendo las manos de forma negativa-.

- ¡Ah! Espera… ¡tú eres la novia de nuestro comandante! ¿verdad? –dijo dejando ver una amplia sonrisa como si estuviera delante de alguien famoso-.

Rinoa sonrió con timidez, no estaba acostumbrada a ese tipo de reacciones.

- ¡Que tonta!, no he caído antes, perdón, no quería molestarte con preguntas entrometidas –se disculpó Yinna-.

- No te preocupes.

- ¡Oye! ¿Has comido? –preguntó de pronto la chica nueva-. Podíamos comer juntas, si tú quieres, claro, no conozco a mucha gente –sonrió con vergüenza-. Aunque, bueno, tal vez has quedado con el comandante ¿no?, da igual, no debí…

- Tranquila –la interrumpió Rinoa viendo el apuro por la invitación-. Squall, comerá en el despacho, así que, sí, comamos juntas –la sonrió de manera cómplice-.

Rinoa se había quedado algo sorprendida por la repentina invitación pero la verdad es que no le venía nada mal. Sabía que Selphie estaba fuera, en una misión, no llegaría hasta la tarde. Zell y Quistis, tenían examen con los cadetes de último curso e Irvine estaría en Galbadia todo el día, así que estaba sola. Seguro que la compañía de alguien nuevo la vendría bien.


Squall se encontraba en el despacho intentando asignar los Seeds mejor cualificados para las diversos encargos que les habían solicitado para la semana siguiente, cuando unos nudillos en la puerta lo sacaron de golpe de aquella tarea. Levantó la cabeza con algo de molestia y los suaves golpes, volvieron a resonar en la madera.

- ¿Si? –preguntó desde su sitio levemente hastiado, solo quería acabar cuanto antes aquella tarea-.

La puerta de su despacho se abrió de manera lenta y por la puerta asomó la cara de Eleone con aquella sonrisa que le inspiraba tanta paz.

- ¡Eleone! –se sorprendió gratamente al verla-.

Éste se levantó de su asiento y vio como la chica corría hacia él hasta abrazarse a su cuello. Squall la correspondió y besándola en la mejilla, se separó de ella. Aún se sorprendía de que la hubiese recuperado, había días que ni si quiera se lo creía, aquel dolor y anhelo que sintió durante tantos años cuando la perdió, aun perduraba en lo más profundo de su ser y a pesar de que ahora su vida era casi perfecta, no podía olvidar tan fácilmente aquel dolor.

- ¡Me alegro de verte! – dijo el chico dándose la vuelta y volviendo a su mesa-.

Eleone camino tras él y masajeó levemente sus hombros.

- ¿Cómo estás? –preguntó esta vez la joven tomando asiento en el sofá que había cerca de la mesa. Observó como Squall se dejaba caer pesadamente sobre su silla-. Ya nos hemos esterado de lo de Darcy –añadió cambiando su semblante a uno más serio-.

Squall suspiró e hizo girar su silla de un lado a otro.

- Ya… de locos ¿no? –apuntó metiendo sus manos en los bolsillos-. No se sabe que ha ocurrido pero por aquí el ambiente está un poco revuelto, ya sabes, todos creen saber que ha pasado y solo sirve para extender rumores absurdos.

Eleone hizo una mueca de obviedad.

- ¿Y Rinoa?, he oído que eran amigas –preguntó con un deje preocupado-.

- Bueno, bien supongo, le ha afectado bastante pero está llevándolo bien, es fuerte ¿sabes? –sonrió de medio lado-.

- Lo sé –dijo la joven dejando escapar una leve sonrisa-. Es la nueva bruja de esta era, Squall, tenéis que tenerlo claro. Ella… -la muchacha dudó como continuar-, va a tener que trabajar mucho –acabó diciendo sabiendo el sacrificio que debería hacer Rinoa con ese nuevo poder si no quería acabar como las brujas anteriores-.

Era duro de decir pero debían saberlo, tener bien claro, que el poder que albergaba era muy fuerte, tanto como para controlar a la joven y no al revés. Solo habían pasado unos meses y aún no podían predecir como evolucionaría Rinoa.

Eleone observó como Squall desviaba la mirada hacia un lado levemente incómodo y pasaba una de las manos por su pelo en un gesto nervioso.

- Oye, estamos aquí para ayudarla ¿vale? –dijo incorporándose en el sofá-. Cuidaremos de ella, tú cuidarás de ella –añadió con una mirada cómplice-. Y por cierto ¿qué tal lo lleváis? –preguntó ya más relajada y volviendo a recostarse en el sofá-. A veces eres un poco cabezota –bromeó la joven-.

Squall sonrió y se relajó en la silla.

- Estamos bien, supongo.

Eleone enarcó una ceja y lanzó una mirada inquisitiva a Squall.

- ¿Supones?

- Si, bueno, ya sabes, a veces… necesito… espacio –dudó al elegir las palabras, le costaba mucho expresar sus sentimiento-. Pero… -el muchacho castaño calló durante unos segundos- ,... la adoro –añadió por fin bajando la mirada algo avergonzado-. Me encanta estar con ella, me hace reír y me tranquiliza, cuando estamos juntos me olvido de todo los problemas. Créeme que no pienso perderla, voy a estar a su lado, siempre, porque ahora mismo no me imagino sin ella –confesó con calma como si necesitase sacar aquellos sentimiento de una vez-.

Eleone lo miró muy fijamente y poco a poco, dejó ver una amplia sonrisa.

- ¡Vaya! Eso es muy bonito Squall –exclamó levantándose del sofá y dirigiéndose hasta el chico para abrazarlo efusivamente-. ¡Me alegro mucho!

- Vale, vale… -dijo intentando dejar de lado el tema de sus sentimientos-.

- Laguna está muy orgulloso, de verdad, no para de hablar de ti y de contarle a todo el mundo que su hijo es el Comandante del jardín de Balamb – comentó Eleone entre risas recordando la actitud de Laguna-.

- Me llama todos los días ¿lo sabías? –contestó Squall recostándose en la mesa y jugueteando con un bolígrafo de color azul-.

Escuchó a Eleone soltar una carcajada.

- Ya, es un poco…

- ¿Intenso? -interrumpió el joven soltando el bolígrafo y volviendo a recostarse-.

- Tienes que entenderle ¿cómo estarías tú si recuperas a tu hijo después de tantos años?

- Ya lo sé pero me cuesta acostumbrarme.

Antes de que Eleone pudiera decir nada más, alguien llamando a la puerta, los interrumpió. Squall dio permiso para entrar y vio al Director acercarse a ellos. Se alegró al ver a Eleone allí y la abrazó para luego dirigirse a Squall.

- La policía está aquí, hazme el favor de llamar por megafonía a estos alumnos e instructores. Los llevaré de mientras a la sala de espera.

- Sí, señor –contestó con educación cogiendo el papel con los nombre-. Rápidamente echó un vistazo y se tranquilizó cuando no vio el nombre ni de Rinoa, ni de Quistis. No le apetecía que nadie de su entorno cercano estuviera involucrado-.

Eleone creyó conveniente marchar ya y dejar a Squall trabajar, así que con un fuerte abrazo se despidió de él.

- ¿Nos vemos luego? –preguntó el chico viéndola salir por la puerta-.

- Estaremos en Balamb todo el fin de semana, te llamo –dijo abandonando la estancia-.


Cuando Rinoa escuchó la voz de Squall por megafonía llamando a una serie de alumnos e instructores, no pudo evitar tensarse. No habían dicho su nombre pero aun así, el recuerdo de lo que había pasado llegó a su mente como una fuerte marea que lo arrastra todo.

Aún se encontraba en la cafetería comiendo con aquella chica nueva, que sin saber por qué, había conseguido animarla y hacerla olvidar por un instante, estos últimos días. El bullicio que solía escucharse en aquel lugar de encuentro entre cadetes e instructores, fue relegado a unos cuchicheos y susurros cuando la voz de Squall resonó en el lugar.

Rinoa se sobresaltó al sentir la fría mano de Yinna en su brazo.

- Era amiga tuya ¿verdad? Os he visto juntas en alguna ocasión – comentó amable la joven de largo cabello refiriéndose a Darcy. Rinoa suspiró y desvió la mirada hacia el suelo-.

- Si, solíamos estar juntas –recordó apenada-.

- Lo siento…

Hubo un momento de silencio en el que Rinoa sintió como aquella nueva compañía la miraba muy fijamente, como si quisiera leer dentro de ella.

- No debe ser fácil estar con Squall ¿no? –dijo de pronto aquella chica sin venir a cuento, haciendo que Rinoa le clavase una mirada confusa-.

- ¿A qué te refieres? –preguntó la pelinegra sin entender aquella pregunta de repente. Yinna, la miró y sonrió de manera amigable-.

- Quiero decir, bueno… -la mujer carraspeó algo nerviosa viendo donde se estaba metiendo-. Él es el comandante del jardín, es alguien importante y además es muy guapo, no pasa desapercibido precisamente. Seguramente no te hayas fijado pero no hay alumna del jardín que no se gire cuando pasa por delante.

La pelinegra entrecerró los ojos y la miró con recelo. ¿A que venía eso? Claro que se había fijado pero ella confiaba ciegamente en él, no veía peligro alguno.

- Confío en el –declaró con seriedad dando a entender a esa muchacha que no le importaba lo más mínimo las miradas del resto de alumnas-. Además, Squall no me haría algo así – añadió con seguridad-.

- Oh, claro, claro -sonrió amigable-, no quería meterme donde no me llaman, ¡perdón! – dijo posando una mano sobre el hombro de Rinoa-.

Ésta la miró intentando esbozar una sonrisa, como si aceptase ese perdón que le resonó un tanto falso.

- Bueno, debo irme ya ¿nos vemos otro día? –preguntó Yinna levantándose de su silla y dejando la bandeja de comida en una pila cercana-.

Rinoa asintió y vio cómo se alejaba hacia la salida. En ese instante pudo ver que por la entrada de la cafetería aparecía Eleone. Rinoa no pudo evitar una sonrisa y levantándose de allí, corrió hasta la mujer. Cuando llegó hasta ella, la joven bruja se lanzó a su cuello y ambas se fundieron en un efusivo abrazo. Hacía casi dos meses que no la veía. Eleone no pudo evitar fijarse en la joven que acompañaba a Rinoa y que justo ella, se había cruzado en la puerta.

- ¿Quién era esa chica? –preguntó con algo de recelo Eleone quien no pudo evitar seguirla con la mirada-.

- ¡Oh! Una conocida de clase, hemos comido juntas –sonrió de manera inocente-. El resto esta fuera y Squall, ya sabes, no para de trabajar –se quejó haciendo un mohín-.

Eleone cogió a la pelinegra del brazo y juntas se dirigieron a la mesa donde con anterioridad se encontraba Rinoa y aquella chica.

- Si, vengo de estar con él, parece un poco estresado ¿no?

- Ya, creo que no acaba de acostumbrarse a su cargo –comentó tomando asiento con Eleone a su lado-.

- Necesita tiempo, bueno, creo que todos necesitáis tiempo, lo que habéis pasado, no ha sido fácil, creo que aún debéis adaptaros –comentó la chica cogiendo las manos de Rinoa de manera cariñosa-.

Eleone observó cómo se quedaba callada, al parecer pensativa. Las ojeras y la cara de cansancio no pasaron desapercibidas para ella.

- Oye, ¿estás bien? –preguntó buscando la mirada de la bruja-.

- Si, es solo que los entrenamientos con Zell están siendo algo duros y con Edea, tampoco está siendo fácil.

Es cierto que desde que había empezado las clases para convertirse en Seed y los entrenamientos extra con Zell y Edea, estaba un poco sobrepasada.

- Tranquila, solo necesitas tiempo, ya verás cómo en un par de meses, te sientes mejor.

El cariño fraternal que proyectaba aquella mujer hacia el grupo era de lo más alentador. Ahora entendía porque Squall la echó tanto de menos.

Rinoa miró el reloj que pendía en uno de los laterales de la cafetería y vio que en media hora comenzaba una de sus clases. La pelinegra se disculpó por tener que marcharse, le hubiera encantado quedarse con ella toda la tarde.

- Laguna y yo estamos en Balamb ¿porque no venís todos esta tarde? Podemos pasar un rato juntos, seguro que Laguna se alegra de veros también.

Rinoa asintió con energía.

- Se lo comentaré al resto –concluyó despidiéndose de la chica-.


Una persona se encontraba apoyada justo en la entrada de la cafetería sin apartar la mirada de ambas mujeres. Observaba como la mujer más alta parecía consolar a aquella bruja. Ambas parecían muy unidas y un aura de complicidad era más que evidente.

Sin duda Rinoa Heartilly estaba más que protegida, cuando no estaba con esos Seeds con los que impidió la compresión del tiempo, estaba con ese maldito comandante quien seguramente mataría, si alguien intentaba tocarla un pelo.

Parece que llegar hasta esa chica pelinegra no iba a ser tarea fácil pero tenían un plan y de seguro, no fallaría.


Siento que haya salido tan largo y también sé que no pasa demasiado pero necesito que la historia se desarrolle con más calma y que todo vaya tomando sentido. El siguiente capítulo lo tengo ya a la mitad, así que espero no tardar en subirlo.

Gracias por leer ^^