Disclaimer: Los personajes de Final Fantasy pertenecen a Square-Enix. Tan solo los inventados son de cosecha propia ^^


CAPÍTULO 14

Rinoa podía notar como el sudor empezaba a empapar su espalda y pecho. Sus piernas comenzaban a estar realmente cansadas a causa de aquella nueva rutina que, ahora no estaba muy segura, de por qué le había parecido buena idea.

Esa misma mañana, al despertar en la habitación de Squall, vio que el joven ya estaba en pie, ataviado con unos pantalones cortos y una camiseta ceñida dispuesto a salir a correr por la playa. Ella, aun adormilado y sin saber muy bien como había ocurrido, había aceptado el salir a correr con él, sin ser consciente de lo que eso suponía. Él, un soldado de élite entrenado desde pequeño, ella una joven no muy activa en su adolescencia y ahora, obligada a llevar un estricto entrenamiento.

- Para, para, para… -consiguió decir Rinoa entre jadeos mientras paraba aquella carrera por la arena-.

Squall detuvo su marcha al escucharla y una sonrisa se pintó en su cara cuando la observó al girarse. La pelinegra estaba dando pequeños pasos en círculo con las manos en sus caderas, mientras echaba su cabeza hacia atrás en un intento de coger el aire que le venía faltando. Parecía realmente agotada y Squall no pudo evitar sentirse algo culpable.

- Creo que voy a morirme -dijo ella un tanto cómica intentando recuperar el aliento-.

Squall sonrió y acercándose a ella la cogió de los hombros y la ayudó a recuperar una respiración normal y acompasada.

- ¿Mejor? -preguntó-. Creo que no es tanto tu resistencia sino la respiración, debes aprender a controlarla en los esfuerzos físicos -comentó él observando que físicamente estaba empezando a estar preparada para seguirle el ritmo, pero se había dado cuenta que le costaba controlar la respiración con ciertos ejercicios a los que no estaba acostumbrada-.

- Si, creo -asintió ella aun con los ojos cerrados-.

- ¿De qué estáis hechos? Malditos Seeds -bromeó viendo que esos soldados eran incansables-.

El joven comandante rio a su lado y emprendieron el camino hacia la entrada de la playa donde habían dejado las cosas.

- Bueno, has aguantado bastante bien -comentó él a su lado-.

- Ya… pues creo que se me caerán las piernas -bromeó de nuevo-.

Ambos tomaron asiento en el muro que recorría el paseo de la playa. Squall le pasó una toalla y una botella de agua que la joven agradeció. Rinoa bebió un poco de agua y cerró los ojos cuando aquellos primeros rayos de sol acariciaron su piel.

- En serio ¿cómo podéis aguantar este ritmo de entrenamiento? -preguntó la pelinegra dejando la botella de agua a un lado-.

Squall se puso en pie y comenzó a estirar las piernas.

- Bueno, desde fuera parece todo más sencillo, pero te puedo asegurar que toda nuestra preparación es bastante dura. Siempre hemos tenido ejercicio físico, pero al cumplir los trece años, se nos impone un entrenamiento casi diario a jornada completa, era duro -sonrió de medio lado al recordar aquellos años-. Los últimos años nos centramos más en el adiestramiento en campo abierto y la teoría.

Oyó a la joven suspirar y como se echaba hacia atrás apoyando sus manos en el muro, mientras dejaba que el sol la calentara.

- Deberías estirar -aconsejó el chico poniéndose la toalla al cuello-.

- Ahora… -susurró disfrutando de aquel momento-.

Squall sonrió y se sentó a su lado.

- Oye, lo de anoche, no te he querido preguntarte esta mañana, pero…

- Está bien, Squall, no pasa nada -dijo casi sin dejarle acabar la frase-.

- Pero ¿cómo es posible que vieses tal cosa?

- No lo sé, pero era ella, de verdad -contestó mirando a Squall directamente-. Ayer entendí que siempre ha sido ella, esos sueños que tengo, aquella noche en mi habitación, era Yinna. Me busca, pero no sé por qué.

- La elegida -dijo él casi en un susurro-.

El joven observó como Rinoa bajaba la mirada al escuchar aquello. Sabía que estaba preocupada, pero no permitiría, ni él, ni ninguno de ellos, que algo la pasase, fuese lo que fuese aquello de la elegida.

- Tienes clase en una hora, ¿no? -preguntó Squall queriendo dejar el tema mientras se levantaba y le tendía una mano-.

El chico tenía el día libre y Rinoa solo tenía un par de clases ese jueves, por eso, en parte, había aceptado el salir a correr con él, ya que luego podría descansar.

- Y tú ¿qué vas a hacer? -preguntó esta vez ella recogiendo las cosas y emprendiendo sus pasos hacia el jardín-.

Squall se desperezó y recogiendo su bolsa del suelo, se la puso en el hombro.

- No sé ¿nada? -contestó dibujando media sonrisa a la pelinegra-.

Ésta sonrió.

- Mmmm… suena bien.


Squall llevaba un buen rato tirado en su cama leyendo un par de revistas sobre armas. Se acomodó de nuevo contra las mullidas almohadas y un leve dolor en la espalda, le recordó la herida que había sufrido en la misión hacía un par de días.

Volvió a prestar atención a la revista que sostenía entre sus manos y tras unos minutos, comprobó la hora. Tan solo eran las once y media, había quedado con Rinoa después de su última clase, pero eso sería dentro de un par de horas. Intentó leer otro artículo de las últimas armas del mercado, pero lo sucedido la noche anterior con Rinoa, no dejaba de rondar su cabeza. Estando con ella esa misma mañana no quiso insistir más sobre el tema, pero le preocupaba demasiado lo que había pasado. ¿Cómo era posible que hubiera visto a Yinna en el baño?

De pronto el tono de su móvil, el cual descansaba a su lado, lo sacó de golpe de aquellos pensamientos, sin pensarlo lo cogió y vio que era Laguna. Por primera vez se sorprendió a el mismo de sentir cierto alivio al ver ese nombre reflejado en la pantalla, de alguna manera ese hombre estaba consiguiendo ser un apoyo para Squall.

Antes de descolgar, se le pasó por la cabeza comentarle los sucesos de estas últimas semanas y las sospechas que tenían sobre los hermanos nuevos, pero por alguna razón, esa idea se borró rápidamente de su cabeza.

- Laguna… hola -dijo al descolgar el teléfono-.

- Hijo, ¿qué tal? -contestó con esa jovialidad que caracterizaba a ese hombre-. Has estado fuera estos días ¿no? ¿Todo bien?

- Aha… bien…

- ¿Y Rinoa? Edea me ha dicho que está progresando -siguió hablando en ese mismo tono alegre a pesar de los monosílabos de Squall-.

- Ella… -Squall dudó si contarle como estaba realmente la pelinegra-. Todo bien -dijo al fin-.

Laguna escuchó un sonoro suspiro al otro lado del teléfono y tras una pausa en silencio, siguió hablando.

- Squall -la voz de Laguna adquirió de pronto un tono demasiado serio-. ¿Está todo bien? Pareces más serio de lo normal -comentó dejando entrever una sonrisa en aquellas palabras-.

Silencio.

- Laguna… -Squall habló tras unos segundos en silencio-. Si algo… pasara… si, de nuevo nosotros… -el chico dejó escapar todo el aire de sus pulmones-. Quiero decir… tú, me apoyarías ¿no?

- ¡Claro, Squall! Como no iba a hacerlo…

- ¿Pasase lo que pasase? -se adelantó a decir-.

- Por supuesto, eres mi hijo. Oye ¿seguro que está todo bien?

- Si, si -contestó con algo más de energía- Tranquilo, estoy bien. Hablamos otro día -dijo a modo de despedida-.

- Si, claro, pero sabes que estoy aquí y Eleone también, si necesitas algo…

- Lo sé, no quería preocuparte, de verdad. Hablamos.

Squall escuchó como Laguna se despedía de él y colgaba el teléfono. El joven tiró el aparato a un lado de la cama y se estiró. No entendía por qué, pero había sentido la necesidad de saber si Laguna realmente era un apoyo y si algo sucediera, él iba a estar ahí.

De nuevo, como otras veces, su mente se llenó de pensamientos demasiado negativos, pero no quiso darle más vueltas y consiguió sin mucho esfuerzo, apartarlos de su cabeza, algo que le sorprendió ya que en el pasado podía haber estado días inmerso en esas ideas.

Miró de nuevo el reloj y recordó que quería ir a hablar con Kramer para comentarle si Selphie, ahora que estaba recuperada, podría ocuparse de la organización del baile. De un salto se puso en pie, se calzó, cogió su cartera y salió de la habitación.


Cuando el ascensor se abrió en la planta superior, Squall pudo ver que la puerta del director estaba entreabierta. Con paso decidido se acercó y tocó un par de veces con sus nudillos. La voz del hombre al otro lado, lo invitó a pasar.

- Squall, es tu día libre ¿qué haces aquí? -dijo de manera tajante sin apenas mirarlo-.

- Si, si lo sé. Quería comentarle una cosa -contestó mientras tomaba asiento frente a la mesa de Kramer-.

El hombre despegó la vista de la multitud de papeles y lo observó de manera inquisitiva por encima de sus gafas.

- Tu dirás -dijo volviendo a esos papeles-.

- Es sobre Selphie, hoy le dan el alta y creo que podría hacerse cargo de la organización del evento que quiere organizar por los seis meses. Después de lo ocurrido, creo que podría venirle bien.

- Sin problema.

Squall se quedó callado mirando a aquel hombre que hacía tiempo no reconocía demasiado bien. El chico no quiso decir nada más y se levantó de la silla para marcharse de allí. Pero antes de que llegase a la puerta, la voz del director lo detuvo.

- Se me olvidaba, tendrá que compartir el cargo con otra alumna.

Squall se giró de nuevo hacia el director y lo vio observarlo con seriedad desde su posición.

- No sabíamos cuando se recuperaría, así que pensé en otra persona que ocupase el cargo que solía tener Selphie.

- Bien… -se limitó a decir Squall esperando a que Cid siguiese hablando-.

El director se mantuvo en silencio, mirando a Squall con recelo, era como si aquel hombre de mediana edad no reconociese al muchacho que tenía delante.

- Es Yinna -dijo de pronto como si volviese a la realidad-.

Squall se quedó muy quieto intentando asimilar el nombre que acababa de escuchar.

- Pero ella…

- Ya, ya sé que no te cae bien…

- No es eso -interrumpió el muchacho-.

- Esa jovencita necesita apoyo, ya te dije que han sufrido bastante, así que encargarse del baile creo que la ayudará a relacionarse mejor con otros alumnos del jardín.

- Pero ellos… están fuera ¿no? -comentó el joven castaño intentando saber cuándo volverían esos tres-.

- ¡Oh, si! Seguramente mañana ya estén aquí.

Squall no dijo nada, intentando asimilar la conversación mantenida con el director, pero la voz de éste lo trajo de vuelta.

- ¿Querías algo más?

El joven negó con la cabeza y salió del despacho pensando en cómo demonios le diría a Selphie que debía compartir el cargo con esa mujer.


Era la hora de comer y ese día, la cafetería estaba a rebosar de gente. Parece que todos se habían puesto de acuerdo en almorzar a la misma hora. Selphie entró en el lugar ayudada de Irvine, por fin le habían dado el alta hacía tan solo un par de horas. La Seed de pelo despuntado llegó hasta la mesa donde se encontraban los demás y se sentó con cuidado, aquella herida en el vientre aun le seguía molestando.

- Bienvenida -comentó Zell-. ¿Cómo estás?

La mujer hizo un leve gesto de molestia al tomar asiento y suspiró.

- Estoy bien -sonrió-.

Squall, que no había dejado de pensar en lo de Yinna, sonrió de medio lado al ver a la joven recuperada, y paseando su vista por el resto de sus amigos, se dispuso a contarles lo de la organización del baile. El chico carraspeó y colocó sus brazos sobre la mesa, pero antes de que pudiese decir una sola palabra, un murmullo creciente se hizo dueño del lugar. La atención de todos recayó en la televisión de la cafetería, algún alumno había subido el volumen y la voz más que conocida de aquella reportera, se abrió paso entre el jaleo de las personas de la cafetería.

Nadie de los allí presentes se atrevió a decir una sola palabra cuando la reportera anunció otro doble asesinato, esta vez en el jardín de Galbadia. Parece que las trágicas muertes tenían las mismas características que las anteriores. Las víctimas eran dos mujeres, aspirantes a Seed de tan solo dieciocho años y ambas tenían los mismos signos de violencia que las jóvenes anteriormente asesinadas. La mujer de la televisión hizo una pausa y cogiendo aire, informó de las marcas en la espalda de dichas víctimas. Una de ellas tenía aquel famoso semicírculo con cuatro líneas, pero la segunda víctima, hallada en su cuarto, poseía esa misma marca, pero el círculo estaba cerrado con cinco marcas. ¿Podía ser que el asesino hubiera cerrado aquel círculo de muertes?

La conexión con la reportera llegó a su fin volviendo al telediario matutino. Los muchachos, que se habían mantenido en silencio todo el tiempo, se miraron con expresiones llenas de dudas, y cierto temor podía leerse en sus miradas.

El revuelo no se hizo esperar y todas las personas que allí se encontraban, empezaron a comentar lo sucedido.

- Siento que la normalidad ha durado muy poco -se atrevió a decir Irvine en tono algo jocoso intentando que el grupo volviese en si-.

- Iré a hablar con Cid, tal vez sepa algo más -dijo de pronto el comandante-.

- Han sido ellos, estoy segura -dijo esta vez Selphie con la mirada perdida entre el gentío que iba y venía-. Pero nadie sospecha de ellos -añadió con preocupación-.

Squall, que se había puesto de pie, miró a Selphie desde su posición. Sus ojos siempre llenos de vida ahora parecían demasiado tristes y su mirada perdida, lo hizo comprender que esa mujer estaba aterrorizada.

- ¡Ey, Selphie! -comenzó a hablar Squall sentándose de nuevo en su silla-. Mírame… -intentó llamar su atención mientras posaba su mano sobre la de ella-.

Selphie, entre todo aquel revuelo, escuchó la voz de su comandante y cuando lo miró, vio al líder que llevaba dentro y quien nunca se rendía.

- No te va a pasar nada, ¿me oyes? -comentó con seguridad clavando aquellos ojos azules en los de Selphie-. Ni a ti, ni a ninguno de vosotros, no voy a permitir que una chiflada venga a cargárselo todo.

El joven se levantó de nuevo y pasando por detrás de Rinoa, la besó en la cabeza.

- Nos vemos en un rato -concluyó despidiéndose del grupo en dirección a la salida-.

Todos se quedaron en silencio viendo como aquel hombre en el que confiaban ciegamente desaparecía dirección al hall.

- Squall tiene razón, no va a pasarte nada, ni a Rinoa tampoco -dijo esta vez el vaquero rompiendo aquel silencio-.

- Intentó matarme, cuando regresen y vean que yo…

- No pasará nada -interrumpió de pronto Quistis, quien se había mantenido callada durante todo este tiempo-. Si todo esto que está pasando resulta ser cierto, imagino que ellos tendrán un plan que no creo que quieran estropear. Dudo mucho que intenten algo aquí, en el jardín ¿no creéis? -finalizó posando la mirada en cada uno de ellos para buscar su aprobación-.

Cuando los ojos azules de la instructora se posaron en Rinoa, la notaron ausente, su mirada estaba fija en la pared de enfrente como si su mente se debatiese en descubrir algo que solo ella parecía saber.

- Rin -la llamo cogiéndola del hombro-. Rinoa, oye, ¿pasa algo? -insistió la instructora girándola para que la mirase-.

- La marca… -susurró-.

- ¿Qué marca? -preguntó esta vez Selphie-.

- La marca que tenía la última víctima, me suena mucho, sé que la he visto…

Zell la miró de manera inquisitiva y comenzó a hablar.

- ¿Estás segura? Porque yo a veces creo recordar cosas que resulta que luego…

- ¡Seifer! -interrumpió de pronto la conversación de Zell mientras se ponía en pie-.

- Seifer ¿qué? -preguntó esta vez Irvine algo inquieto ante tanto misterio-.

Rinoa volvió a tomar asiento y apoyándose en la mesa comenzó a explicarse.

- Cuando tuve aquel encontronazo con Seifer en el segundo piso, me fijé que llevaba un colgante igual que la marca de la víctima. Además, cuando vio que me fijaba, rápidamente lo escondió por dentro de la camiseta. Tampoco le di más importancia en aquel momento, pero ahora que lo he recordado, sé que es el mismo símbolo y parecía muy antiguo.

- ¿Y que se supone que significa eso? Porque ya sabíamos que Seifer está con ellos -dijo el vaquero-.

- Ya, no sé… -suspiró Rinoa echándose hacia atrás en la silla-.

La verdad que la emoción del momento se desvaneció en el mismo instante que Irvine hizo aquel comentario. Tenía razón, no servía de mucho saber que Seifer, quien ya sabían con certeza que estaba con esos tres, llevaba un colgante igual que la marca de las víctimas.

- Tal vez… -comenzó a decir Zell mientras se rascaba la nuca-. Podíamos ir a la biblioteca, si dices que tenía aspecto de ser antiguo, no sé, tal vez encontremos algo, podemos preguntarle a…

- ¿A esa chica tan mona de la biblioteca? -bromeó Irvine dándole con el codo para picarlo-. Igual quieres decirle algo más -siguió bromeando el vaquero-.

Ellas rieron al ver la cara completamente roja de Zell.

- O igual eres tú el que quieres decirle algo a Selph…

El largo brazo de Irvine pasó por delante de la joven de pelo despuntado, que se encontraba entre los dos muchachos, y tapó la boca del artista marcial impidiéndole acabar la frase. Sin despegar la mano de la boca de Zell, se levantó mientras sonreía exageradamente y cogió al chico rubio para que se levantara de su asiento.

- Zell y yo nos vamos a dar una vuelta ¿a que sí? -comentó el vaquero mientras pasaba su brazo por los hombros de Zell y comenzaban su camino hacia la salida-.

El artista marcial sonrió triunfante, sabiendo que había ganada la pelea y se despidió de las chicas.

- ¿Nos vemos en un rato en la biblioteca? -preguntó Zell con una mano en alto-.

Éstas asintieron sin dejar de negar con la cabeza ante el comportamiento de esos dos.

- No tienen remedio, de verdad -dijo Selphie resoplando-.

- Parece que Irvine está distinto, ¿no? -preguntó Quistis enarcando las cejas y con una mirada cómplice-.

En la cara de Selphie se dibujó una sonrisa algo tonta.

- Puede… parece más… maduro, aunque ahora mismo no lo pareciese -sonrió a sus amigas-.

- Nos alegramos mucho, de verdad -dijo está vez Rinoa-.

- Bueno no cantemos victoria, es Irvine, con él nunca se sabe -concluyó Selphie recostándose en su silla-.

Las tres mujeres rieron sabiendo de lo que hablaba. El francotirador rompecorazones nunca se había centrado realmente en nadie, ni había dejado entrever sus verdaderos sentimientos jamás, así que todavía, no podían afirmar con total certeza que sintiera algo por esa mujer.


Rinoa se encontraba recostada en la cama mirando cosas sin importancia en su móvil. Después de comer decidió irse un rato a su habitación ya que su cuerpo había empezado a quejarse por el cansancio acumulado. Unos sutiles dolores musculares, que sin duda irían en aumento, se empezaban a hacer presentes a causa de la carrera por la playa de esa misma mañana. Tenía que haber hecho caso a Squall y haber estirado, pero ya era tarde para eso.

Sabía que Squall había estado un buen rato en el despacho con Kramer. Por lo que le había contado, intentaron contactar con la policía para que les explicase algo más de aquellos asesinatos, pero ésta, simplemente les había dicho que no se preocupasen, si descubrían algo más que implicase al jardín de Balamb, se lo harían saber. De momento toda información era reservada, por lo que no debían involucrarse más.

Unos nudillos en la puerta la hicieron salir del trance en la que aquella pantalla, la tenía inmersa. Con rapidez, se levantó y abrió.

Cuando Squall la vio tras la puerta, aquellas mariposas en su estómago, las cuales ya se había acostumbrado a sentir cada vez que veía a esa mujer, se removieron nerviosas. Llevaba puesto un pantalón corto de pijama de color negro, dejando a la vista aquellas esbeltas piernas y una sudadera de color gris de cuello ancho, que caía con gracia hacia un lado, dejando uno de sus hombros al descubierto. Su pelo estaba recogido en un moño despeinado, con algunos mechones sueltos.

El chico pasó dentro y posando su mano en la cintura de ella, la besó de manera fugaz mientras tomaba asiento en la cama.

- ¿Habéis sabido algo más? -preguntó la pelinegra sentándose al lado del joven-.

Éste negó con la cabeza.

- ¿Realmente crees que son ellos los causantes de esas muertes? -preguntó de nuevo ella recostando la cabeza en el hombro de Squall-.

- Selphie está segura de lo que vio ¿no? -contestó él echando la cabeza hacia atrás levemente cansado-.

- Supongo, pero eso significa que nos estaríamos enfrentando a algo que ni siquiera conocemos.

La muchacha suspiró agotada.

En ese momento Squall la besó en la frente y levantándose, se deshizo de aquellos cinturones que pendían a menudo de sus caderas, se descalzó y se quitó la cazadora, dejándola sobre la silla de escritorio. Tras aquello, se tumbó en la cama y dejó que la mujer se acomodara en su pecho, se había acostumbrado tanto a ese gesto, que le salía de la manera natural.

- Me ha llamado Eleone -comenzó a hablar mientras acariciaba aquel hombro desnudo-.

Rinoa no dijo nada y dejó que el chico siguiese hablando.

- Estaba preocupada -prosiguió-, esta mañana he hablado con Laguna y por un momento he estado a punto de contarle toda esta locura.

- ¿Y porque no los has hecho? -preguntó ella sintiendo como los pulmones de Squall se vaciaban en un sonoro suspiro-.

- Porque creo que nos tomarían por locos.

- ¿En serio crees eso? -preguntó Rinoa buscando la mirada de Squall levemente sorprendida-.

- Bueno, no han pasado ni seis meses desde que luchamos contra Artemisa, estuvimos a punto de morir y todos sabemos que el regreso a la realidad no fue precisamente fácil. Todos hemos tenido pesadillas con los acontecimientos hasta hace bien poco y han estado pendientes por si desarrollábamos un trastorno por estrés postraumático. Si vamos con esta historia, de la que no tenemos prueba alguna ¿cómo crees que reaccionarían?

- Ya…

- He quedado con ella esta tarde en Balamb, si quieres puedes venir.

La bruja se removió y acomodándose más sobre aquel pecho, se dispuso a contarle a Squall lo de aquella marca en la última víctima y el colgante de Seifer.

El joven castaño escuchó en silencio y tras una pausa en la que intentó hacer memoria de si él había visto ese colgante a Seifer, comenzó a hablar.

- No es mala idea, Zell tiene razón, si es un símbolo antiguo, tal vez en la biblioteca encontréis alguna referencia.

- Ojalá… por lo menos, sentiría que avanzamos algo porque hasta ahora tengo la sensación de que estamos dando tumbos, todo son especulaciones que no nos llevan a ningún lado.

- Bueno, que Seifer tenga un colgante igual a la marca que han dejado en la última víctima, hace que se les relaciones con los asesinatos ¿no? -comentó Squall-.

- En realidad, relacionarían a Seifer, no a ellos -matizó la chica-. Si la policía viese ese colgante, irían a por Seifer sin pensarlo -añadió con deje preocupado-.

Squall suspiró sonoramente ante esa idea, la verdad, es que seguían sin tener nada en absoluto.

- Seifer no es un asesino -comentó Rinoa en tono bajo mientras se acomodaba más contra el pecho de Squall y comenzaba a sentir sus parpados pesados-.

- Lo sé…

El muchacho se acomodó contra las almohadas y reconfortó a Rinoa entre sus brazos, quien ya se había desecho de ese moño dispuesta a conceder a su cuerpo aquel descanso que hacía un rato, le venía suplicando. El chico se dejó llevar por la suave respiración de ella contra su cuello y al final, el sueño acabó por vencerles.


Rinoa abrió los ojos despacio y la penumbra que invadía la habitación, la confundió. Juraría que cuando Squall había llegado a su habitación no eran ni las cuatro de la tarde, ¿cuánto tiempo habían dormido?

Algo aturdida se giró boca arriba y frotó sus ojos, cuando su mano viajó hasta el lado de la cama donde estaba Squall, se sorprendió de no encontrarlo allí. Entonces se incorporó de golpe en la cama y lo buscó por la habitación, lo llamó un par de veces, pero no hubo contestación. Se giró hacia la mesilla de noche buscando su móvil, pero tampoco dio con él. Estaba en su habitación, pero no lo parecía, todo era confuso y algunos objetos básicos, no se encontraban en su lugar, su teléfono, el despertador de su mesilla o los libros sobre la mesa de estudio.

Frotó sus ojos e intentó que aquello no la hiciese perder la calma. Con cuidado se levantó y caminó hacia la ventana. Fuera todo era oscuridad y una especie de neblina, se deslizaba entre los árboles del lugar. Aquello la estaba empezando a asustar de verdad, ya que, como otras veces, parecía un sueño, pero la sensación en su mente y cuerpo, la hacían ver que no lo era.

- Rinoa…

Una voz lejana y algo ronca la hizo girarse en la habitación, buscando en vano a la dueña de ese susurro.

- Yinna… ¿eres tú? -preguntó con miedo acusado-.

- Ella solo quiere ayudarte… a despertar…

- ¿Cómo? A despertar, ¿de qué?

De pronto un destello rojo en una de las esquinas de la habitación, la hizo girarse de nuevo y como otras veces, la confusión se hizo la dueña absoluta de su mente. Sintió como si su cuerpo no fuese suyo, como si no perteneciese a ese lugar.

Se quedó quieta en la penumbra intentando mantener la calma, pero como de la nada, un aire helador empezó a invadir la estancia. Rinoa se abrazó a sí misma e intentó buscar algo más de ropa que ponerse. Pero justo en el momento que empezaba a caminar hacia el armario, una mano en su hombro la sobresaltó.

- ¡DESPIERTA!


Rinoa se incorporó de golpe en la cama, su respiración era agitada y todavía perduraba el frio que había sentido hacía tan solo unos instantes.

- ¡Rin...! ¿estás bien?

Squall se despertó a su lado y con preocupación, intentó que lo mirase, pero sus ojos parecían perdidos, entonces recordó que ya la había visto así más veces.

Cuando la joven bruja escuchó la voz del comandante a su lado y sintió sus manos acariciar su cara, el miedo desapareció de golpe. Suspiró y se dejó caer de nuevo en la cama, observó que por la ventana se filtraba unos leves rayos de sol y pudo oír el piar de los pájaros. Todo parecía normal.

- Estoy bien, solo ha sido una pesadilla -dijo girándose hacia Squall y mostrándole una sonrisa tranquilizadora-.

- ¿Una de "esas" pesadillas? -preguntó con cautela-.

- No… tranquilo -mintió ella, no quería preocuparlo más de la cuenta-.

Rinoa se irguió en la cama y desperezándose, sintió como cada músculo de su cuerpo se quejaba de dolor. Squall se incorporó a su lado y sonrió al escucharla.

- Te dije que estiraras -comentó mientras besaba aquel hombro desnudo-.

- Lo sé -contestó haciendo pucheros, ahora debía aguantar un par de días ese dolor muscular-.

Los brazos de Squall la rodearon a la altura de la cintura y sus labios viajaron del hombro hasta su cuello, arrancado un suspiro placentero a la chica, quien ladeó la cabeza para dejar que ese hombre siguiese con su tarea. Ella no tardó demasiado en dejarse embriagar por aquellas caricias y girándose, se sentó a horcajadas sobre él mientras buscaba su boca con algo de desesperación. No había sido consciente de los mucho que había deseado esas caricias.

El muchacho dejó que se acomodara sobre él y rápidamente se deshizo de aquella sudadera, mientras empezaba a acariciar la espalda de ella bajo la camiseta de tirantes. Se permitió el lujo de disfrutar de esa boca rosada depositando un sin fin de besos cargados de una mezcla de pasión y cariño por igual.

Cuando Rinoa sintió aquellas primeras caricias bajo su camiseta, sonrió contra la boca de él, sabiendo donde quería llegar.

- ¿Tu no habías quedado con Eleone? -preguntó ella entre besos sin soltarse del cuello de aquel hombre-.

Squall al escuchar aquello se separó de sus labios y buscando el reloj de la mesilla por encima del hombro de ella, vio que tan solo era las cinco de la tarde. Éste sonrió para sí y cogiendo a la joven de la cintura, la tumbó en la cama mientras se acomodaba entre aquellas piernas perfectas.

- Tenemos tiempo -sonrió él para perderse de nuevo en aquellos labios-.

La pelinegra cayó rendida en el mismo instante que lo vio sonreír de esa manera que solo mostraba en esos momentos de intimidad y dejó que las manos de ese hombre la hiciesen perderse en esas caricias.

No tardaron demasiado en deshacerse de la ropa que llevaban puesta y en cuanto sus cuerpos desnudos se rozaron, unos suspiros de placer se escucharon en la habitación. Rinoa comenzó a pasear sus manos por cada músculo perfecto de aquel hombre que la besaban con devoción. Podía sentir como la acariciaba con delicadez y como su boca buscaba con avidez cada parte de su cuerpo.

Ella, a diferencia de esa primera vez de hacía unos días, se sentía más desinhibida, con unas ganas casi animales de sentir a Squall en su totalidad. Sin pensarlo, su mano viajó hasta el sexo del chico, guiándolo hacia su interior. Éste, no puso objeción alguna ya que el sentía esas mismas ganas, así que sin demorarse más en las peticiones de la mujer que yacía bajo él, se deslizó dentro de ella. La oyó gemir de placer ante ese primer contacto mientras se enredaba en su cuello y comenzaba aquel baile perfecto entre ellos.

Squall, queriendo disfrutar de aquello al máximo mantuvo un ritmo acompasado, al cual ella se acopló a la perfección. La besaba con desea y una de sus manos se aferraba a aquella delgada cintura, mientras los gemidos de ambos iban en aumento.

Rinoa, guiada por la pasión del momento, sintió la necesidad de llevar las riendas, sabiendo que el final estaba cerca. Se sorprendió a ella misma de verse de pronto sobre Squall. No sabía muy bien como había pasado, pero cuando abrió los ojos mientras apoyaba sus manos sobre el ancho pecho del joven, vio a éste con media sonrisa de satisfacción. Ella mordió su labio inferior cuando sus miradas se cruzaron y en cuanto sus caderas volvieron a bailar sobre él, se perdió de nuevo en ese mar de sensaciones.

El chico disfrutó de esa nueva vista que le bridaba Rinoa estando sobre él y tuvo que controlarse para que aquello no acabase tan pronto. Observó desde su posición como ese pequeño cuerpo se estremecía en cada movimiento, su cintura estrechándose y sus costillas marcándose bajo la suave piel. La sintió derretirse de placer hasta que ya no aguantó más y se desplomó sobre él entre jadeos. Squall la envolvió entre sus brazos, sintiendo como las caderas de ella se movían en cada espasmo contra él, haciendo que aquello llegase al final, minutos más tarde.

La joven bruja intentó que su respiración volviera a la normalidad mientras disfrutaba de los dedos de Squall deslizándose a lo largo de su espalda, creándole una sensación muy placentera. Ésta se hizo a un lado y él rodó con ella, quedando esta vez encima.

- Se te va a hacer tarde -susurró ella sintiendo el calor de aquel fuerte cuerpo mientras acariciaba su mejilla-.

Éste negó y la besó varias veces.

- He quedado a las siete, aún tengo tiempo -explicó con deje sensual mientras dibujaba con su dedo índice los huesos de las clavículas de esa mujer hasta llegar al empiece de sus pechos-.

No supieron decir cuánto tiempo estuvieron envueltos entre las sábanas, besándose y acariciándose, pero de pronto, el teléfono móvil de Rinoa los hizo sobresaltarse. Ella suspiró algo molesta por la intromisión y muy a su pesar, salió de entre los brazos de Squall y cogió el aparato que descansaba en la mesilla de noche.

- Es Selphie -dijo cogiendo el móvil mientras se cubría con la sabana-.

Squall la besó una última vez en la frente y se levantó de la cama. La pelinegra, como otras veces, no pudo evitar observar al muchacho desde su posición mientras intentaba mantener una conversación coherente con su amiga. Lo vio caminar de espalda, recogiendo su ropa interior y su pantalón para después, meterse en el baño. Cuando salió, un suspiro involuntario se escapó de entre sus labios. Caminaba hacia ella con esos andares que la desmontaban por completo, mientras se pasaba la mano por el pelo. Sus pantalones, con los dos primeros botones desabrochados caían más abajo de su cintura dejando ver el empiece de la ropa interior. Observó cómo se agachaba buscando algo en su cazadora de manera despistaba y como los músculos de esa ancha espalda se marcaban a la perfección.

- Si… Selphie… aha… si… enseguida… voy…

- Oye ¿estás bien? -preguntó Selphie al otro lado del aparato-.

- ¡Eh, si, si!, me cambio de ropa y voy.

Rinoa colgó el teléfono y volvió a suspirar observando como el hombre se acercaba a ella y se sentaba a su lado.

- Será mejor que vaya yendo -comentó sabiendo que corría el peligro de volver a caer en los brazos de esa mujer-.

Ella asintió con una sonrisa entretenida.

- ¿Nos vemos en la cena? -preguntó antes de que Squall se marchase-.

El asintió y besándola, acarició su labio inferior con el pulgar. Después se levantó y acabándose de vestir, recogió sus cosas y salió de allí.

La mujer sonrió para sí con satisfacción y se desperezó una última vez entre aquellas sabanas en las que aun perduraba el olor de Squall. Después se levantó con energía y se dispuso a prepararse.


Aquellos Seeds junto a Rinoa, se encontraban sentados en un banco cercano al hall. Habían estado más de dos horas en la biblioteca y no habían conseguido encontrar nada. Además, Zell parecía especialmente cabreado ya que aquella jovencita que solía trabajar a tiempo parcial como ayudante de bibliotecaria, no estaba esa tarde allí.

Estuvieron buscando entre el sinfín de libros que ocupaban el área de historia. La mayoría eran libros muy antiguos y pesados, en los que era realmente difícil poder centrase en algún contenido en concreto. Rinoa había utilizado sus dotes de chica encantadora y había ido con esa hermosa sonrisa donde la bibliotecaria, para ver si podía echarles una mano, pero esa mujer de mediana edad no había estado por la labor.

Habían acabado de cenar hacía una media hora más o menos y decidieron esperar a Squall, a ver si llegaba. Al final el comandante había llamado a Rinoa para decirle que se quedaría a cenar algo en Balamb con Eleone, pero tampoco le especificó a qué hora llegaría.

Todos estaban más callados de lo normal, tal vez, inmersos en sus propios pensamientos, intentando sacar algo en claro de todos los hechos que venían ocurriendo. Desde su posición observaron como algunos alumnos y Seeds iban y venían, sin demasiado ánimo. Desde hace días ya venían notando la falta de energía y entusiasmo de muchos de los que vivían allí, era como si los hechos acontecidos estuvieran mellando la energía de cada uno de ellos.

Zell, que se encontraba recostado en el banco intentando en vano colar alguna gominola en su boca, se giró de pronto hacia Quistis quien se encontraba mirando algo en el móvil junto a Rinoa.

- ¡Quistis! -exclamó-.

Ésta dejó de prestar atención a la pantalla del móvil y lo miró enarcando una ceja.

- Podías preguntarle a Seifer que es ese colgante ¿no? -comentó con entusiasmo en sus palabras-.

La joven instructora hizo un mohín y rodó los ojos hasta el techo mientras suspiraba.

- ¿Te crees que no lo he pensado? Pero cada vez que me acerco a él es como si hablase con una pared, no contesta a nada de lo que le pregunto.

- Ya… -se limitó a decir volviendo a mirar al frente con la decepción pintada en su cara-.

- Bueno… puedo intentarlo -dijo dubitativa sabiendo que de nada serviría-. La próxima vez que le vea puedo preguntarle, aunque no prometo nada.

- Apenas se le ve por el jardín ¿verdad? -comentó Selphie quien se encontraba sentada junto a Irvine en el bordillo de mármol que delimitaba aquella fuente que rodeaba todo el perímetro del hall-.

- Es verdad, incluso Viento y Trueno están preocupados por él -añadió el vaquero-.

Rinoa que se mantenía callada, se estiró a pesar de sus agujetas y resopló. De pronto su mirada se nubló durante unos segundos y cuando miró al frente, ya no parecía encontrarse en el jardín. Todo había cambiado, era oscuro y parecía descuidado. Ni fuentes, ni jardines, ni flores, adornaban esos pasillos circulares. Cuando quiso decir algo, la mano de Quistis en su hombro, la trajo de vuelta, haciendo que todo a su alrededor volviese a la normalidad.

- ¿Estás bien? -preguntó preocupada Quistis a su lado quien empezaba a notar como Rinoa se quedaba en una especie de trance demasiado a menudo-.

La pelinegra sonrió para tranquilizar al grupo.

- Parece que Squall no llega, creo que iré ya a mi habitación, estoy agotada.

- No ha sido buena idea entrenar con el comandante ¿no? -rio Zell desde su posición-.

- Para nada -contestó ella con gesto cómico-.

Justo cuando iba a despedirse de ellos, la voz apagada de Selphie, la detuvo.

- Ellos… han vuelto… -dijo señalando hacia el pasillo principal del hall-.

Todos desviaron sus miradas hacia la entrada, por donde vieron caminar a esos tres hermanos. Observaron cómo se paraban cerca del directorio que había frente a las escaleras del ascensor y tras colocarse bien un par de mochilas, caminaron en dirección a ellos.

- Rinoa, disimula -susurró Irvine mientras agarraba la muñeca de ésta-.

Cuando pasaron justo delante, dirección a sus habitaciones, Yinna se paró y saludó a Rinoa con esa sonrisa fingida y vacía, que ahora veía con claridad. La pelinegra, se quedó algo conmocionada, sabía que volverían, pero no esperaba que ese momento llegase. Sintió un leve golpecito por parte de Irvine y entonces reaccionó, debía aparentar normalidad, pero ¿cómo iba a hacerlo?

- Hola… bien…venida… -acertó a decir-.

Yinna no dejó de sonreírla en ningún momento sin dejar de mirarla fijamente.

- "Pronto sabrás la verdad".

Rinoa, pudo escuchar la voz de esa mujer en la más profundo de su mente, pero en ningún momento la vio mover la boca.

- Vamos Yinna, es tarde -dijo uno de los hermanos pasando por su lado-.

Los vieron desaparecer por el pasillo y sin darse cuenta, soltaron el aire que venían reteniendo en sus pulmones.

- Realmente dan escalofríos -dijo Zell mientras se levantaba del banco-.

- Ya lo creo -contestó el vaquero-.

Éste se fijó entonces en Selphie, quien seguía sentada en el bordillo con la mirada perdida en el suelo. Se acercó a ella y arrodillándose, apartó algunos mechones de su pelo para que lo mirase.

- Selphie, ¿estás bien? -preguntó con algo de preocupación-.

La chica clavó sus ojos verdes en los de él e Irvine pudo leer miedo en ellos.

- ¿Habéis visto como uno de ellos me miraba? Os lo dije, no debería estar viva, seguro que intentan…

- ¡Ey, tranquila! Eso no pasará -dijo de manera compresiva mientras la cogía de la mano y la levantaba-.

A ninguno de los allí presentes les pasó desapercibido el comportamiento cariñoso de ese vaquero con Selphie. La joven Seed, por su parte, simplemente sonrió. Estaba más que clara la complicidad entre esos dos.

Quistis carraspeó intentando llamar la atención de la pareja, que parecía haber entrado en su propio mundo.

- Será mejor descansar, mañana hablaremos con Squall.

Todos asintieron y se despidieron hasta el día siguiente. La llegada de esos tres hermanos les había descolado. Al igual que Rinoa, todos sabían que en algún momento ellos volverían, pero desde luego no esperaban encontrárselos esa misma noche.


Notitas…

Sé que he tardado más de lo habitual pero la inspiración me abandona por momento. Espero que os haya gustado y ya sabéis si os apetece comentar, yo encantada!

Gracias a todos por leer, seguir la historia y agregar a favoritos. Hasta la próxima.

Nancyriny: Ahora soy yo la que ha tardado una eternidad. Así has tenido tiempo, jeje. Bueno, bueno pues poco a poco, prometo que se sabrá que está pasando, que te tengo loca, jeje. Espero que te haya gustado, que además el capi, tenía escenita "especial" que sé que te encantan!.
Mil gracias por seguir leyendo! Un abrazo!

Kido Butai: Bueno antes de nada, GRACIAS! por tu review y por seguir la historia, me anima muchísimo a seguir para delante. Espero que esta versión/remake te esté gustando más que la primera. Estoy intentando desarrollar más la historia, sentimientos, personajes… porque la primera versión fue un horror, los primeros capítulos son un poco sin sentido pero bueno, era una novata principiante que no tenía ni idea, jejeje. Gracias por leer y espero algún review más, si te animas.