Estos cortos fanfiction son una colección que he publicado individualmente en mi sideblog en Tumblr: vldfanenesp.
Voltron: Legendary Defender es propiedad de Dreamworks Animation. No poseo ningún derecho sobre los personajes.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
Hilos de Telar
Segunda Parte: Macramé
2.12
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Tiempo: Temp 1 Cap. 9 – Cap. 10
Keith parecía haber sido atropellado por un tráiler de dos cajas. No solo en su aspecto físico desaliñado y rostro perdido, sino también por su andar desorientado y tambaleante. Sus pasos errantes no tenían destino o dirección.
El joven paladín rojo estaba confundido… DEMASIADO CONFUNDIDO.
No tenía la menor idea de lo que había sucedido y mucho menos porque sucedió. En un momento, estaba discutiendo con Lance y al siguiente se revolcaba con él por todo el piso de la sala de entrenamiento sin recato alguno.
Él no era así. No actuaba de esa manera. No era algo que siquiera le gustaba. ¡Y ni si quiera le gustaba Lance! ¿O sí?
Keith se revolvió los cabellos de nuevo con vehemencia.
¿Cómo podía ser posible? ¿Cómo podía sentir algo por Lance cuando ya sentía algo por Shiro?
Se detuvo en seco ante esa realización que había estado negando. Y vaya, que estaba más perdido que nunca. Le gustaban Shiro y Lance… al mismo tiempo.
El piloto del león rojo no era bueno con las cosas de los sentimientos y mucho menos con las personas… y aún menos los sentimientos y personas juntos. Y sobre todo, los suyos propio hacia otros.
Pero no importaba cuanto se devanaba los sesos, tratara de luchar contra el sentimiento o fingiera que no existe, no encontraba la cordura en aquella forma con la que había reaccionado al beso de Lance. Cuando el contacto entre ambos estalló, perdió por completo el control, como si se disparara un gatillo en su interior. Y lo último que supo es que no deseaba separarse de él y sus labios… nunca.
¿Pero cómo podía haberlo disfrutado? ¡Ni siquiera sabía que le gustaban los besos! ¿O sí?
Era como un naufrago en alta mar, desesperado por encontrar tierra firme estando a la deriva. Por primera vez en su vida realmente necesito hablar con alguien al respecto. Iba en contra de su propia naturaleza e instintos de supervivencia; pero para momentos desesperados, medidas desesperadas.
¿Pero con quien podría hablar de ello? ¿Lance? Era principal razón del problema ¿Shiro? Normalmente recurriría al él, pero era la segunda razón del problema. ¿Pidge? Oh no. La pequeña y picante paladín podría burlarse de su situación y no soportaría en esos momentos una humillación por parte de ella. ¿Allura y Coran? ¡No! La mejor opción era la menos obvia.
Tenía que encontrar a Hunk.
Ya anteriormente había compartido con el regordete paladín amarrillo unas cuantas palabras de aliento y reflexión, y éste había tenido muy buen argumento en esa ocasión. Una tercera parte imparcial sería lo mejor en ese momento.
Sí tan solo pudiera encontrarlo.
Así que no importaba cuanto vago por los corredores del castillo, Hunk no estaba por algún lado. Keith comenzó a frustrarse. Al final, decidió esperarlo en la habitación del paladín amarillo a su regreso, tarde temprano tendía que hacerlo.
–¡Woo, Keith! –escuchó la inconfundible voz de Pidge a su espalda cuando estaba por abrir las puertas del cuarto de Hunk –. Qué bueno que te encuentro, justamente Hunk y yo estábamos… ¿Qué te paso?
–¿Eh? –soltó él antes de recordar su precario aspecto –. Nada.
–¿Es eso un chupetón en tu…?
–Decías algo de Hunk –Keith la interrumpió antes de que terminara su pregunta, rápidamente cubriéndose el cuello con su palma –. Justamente lo estoy buscando.
–Aja ¿Para qué?
–Es… privado…
Pidge le lanzó una mirada inquisitiva y fácilmente se podía escuchar como los engrasados engranes dentro de su cabeza trabajaban a toda velocidad. Keith tenía que decir algo, rápido.
–Es una conversación que tenemos pendiente –dijo el chico de rojo –. Sabes donde ésta ¿o no?
–Era justamente lo que decía –explicó ella –: En realidad hay algo muy importante que debemos hablar todos. Tú, yo, Hunk, Lance…
–¡Mira, no tengo que hablar nada con Lance de momento! –la interrumpió Keith tajantemente, dando media vuelta y huyendo a su habitación casi en pánico –. Ya no es importante, olvida lo que dije.
–¡Keith! ¡Espera! –le gritó Pidge corriendo detrás de él –. Esto sí es sumamente importante. Algo está sucediendo con todos nosotros y tenernos que descubrir de qué se trata.
–No sé de que hablas –objetó el joven de cabellera oscura adentrándose en su habitación –. Nada extraño me ocurre, no veo porque habría que discutir algo que no sucede –y sin más cerró la puerta en la cara de la pequeña paladín antes de que pudiera objetar.
–¡Hijo de quiznak! –se escuchó la voz de Pidge furiosa al otro lado de la reforzada portezuela de metal –. ¡No me cierres la puerta, Keith! –gruñó mientras sus puños agredían el latón –. ¡No necesito analizarlo demasiado como para no darme cuenta que definitivamente hay algo mal contigo también! ¡Keith! ¡ABRE LA PUERTA!
A sus alaridos siguieron una tunda de golpes infructíferos contra la impenetrable puerta de metal. Mientras, el ocupante de la habitación se ocultaba del otro lado con su espalda recargada contra la fría superficie.
Nunca podrían entender lo que le sucedía… no había manera.
El accedió de la chica duró unos ticks más, antes de que finalmente se detuvieran.
–Keith. Creo sin duda debes pensar que lo que está sucediendo asusta –dijo Pidge con más calma y un tono más lastimero –. No lo entiendes o no crees que sea posible, y sobre todo no piensas que alguien te pueda comprender. Yo puedo. Porque estoy sintiendo exactamente lo mismo… no es normal y tengo miedo… miedo de que sean reales estos nuevos sentimientos o… que no lo sean… es por eso que debemos discutirlo y tratar de encontrarle un sentido a nuestra situación. Y creo que todo sería más fácil si abrieras la puerta, Keith.
Pero no obtuvo respuesta.
–¿Keith?
Silencio total.
–¿Keith? –un último intento.
Nada.
Pero cuando estaba por dar media vuelta y marcharse resignada, la puerta se abrió y se reveló del otro lado al paladín rojo con la mirada más lastimera que podían generar sus ojos. Pidge lo abrazó de inmediato, apretando su rostro contra su pecho. Keith no tardó mucho en corresponderle con un fuerte apretón. Aquel calor entre ambos los consolaron más que las palabras mismas.
–Pidge, yo… –intentó disculparse el joven pero fue silenciado al instante por un gancho al hígado que lo hizo doblarse sobre sí mismo.
–Eso es por cerrarme la puerta en la cara.
–¿Cómo… cómo sabes donde…?
–Tengo un hermano mayor Keith. Es natural aprendiera los puntos débiles de alguien más grande que yo.
Una sonrisa picara se formó en los labios de la paladín verde, lo cual hizo difícil para Keith molestarse realmente con ella. Estaba por enderezarse, cuando ésta aprovechó para darle un fugaz y pendenciero beso en los labios.
–¡No digas nada! –le ordenó Pidge al presenciar la estupefacción en el rostro de Keith, en cambio ella tenía sus mejillas tan rojas como tomates –. Busquemos a los otros –sin más, lo tomó de la mano y comenzó a guiarlo por el largo corredor –. Y es obvio que ese chupetón te lo dio Lance.
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A dos capítulos del final de temporada.
