Estos cortos fanfiction son una colección que he publicado individualmente en mi sideblog en Tumblr: vldfanenesp.
Voltron: Legendary Defender es propiedad de Dreamworks Animation. No poseo ningún derecho sobre los personajes.
El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.
Hilos de Telar
Esp. 1.6
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Tiempo: Temporada 2 Capitulo 7 – Capitulo 8
–¡Lance! –chilló Hunk –. ¡¿Besaste a Shiro?!
–¡Hey! –soltó éste indignado señalando al paladín negro –. ¡Él fue quien me beso a mí!
–¡¿Por qué no me dijiste nada?! –se quejo Hunk inmediatamente y luego dirigiéndose a Keith, agregó –: ¡¿Y tú lo sabías?!
–Técnicamente, todos lo sabíamos –respondió Pidge uniéndose al dialogo, tal vez no con el mejor comentario.
–No puedo creerlo –continuó el paladín amarillo sacudiendo sus brazos en todas direcciones en frustración –. Todos me dejaron en blanco con respecto a esto. ¡No es justo!
–Hunk –intervino Shiro tratando de calmar la situación –, a veces es necesario conservar ciertas cosas para uno.
–¿Cómo tus labios lejos de Lance? –le espetó Keith de golpe molesto, dejando a su líder sin palabras monetariamente.
–¿Podríamos dejar de hablar del beso? –pidió Lance con el rostro más rojo que el león de Keith.
–Claro, como fuiste parte de eso –continuó quejándose Hunk completamente indignado –. Imagínate que te hubieran dejado fuera de algo importante, como las noches de historias de Allura y Coran.
–¿Cuáles noches de historias de Allura y Coran? –preguntó Lance en respuesta.
–Sí, aquellas que nos platican historias de su mundo antes que fuera destruido.
–¡¿Cuándo pasó eso?! –bramó el moreno completamente desconcertado.
–Varias veces, incluso antenoche tuvimos una –admitió Hunk con mejor humor recordando la divertido que resultó tal reunión, que ignoró por completo las señas que hacía Pidge detrás de Lance –. Que por cierto tú no estabas… huuu… –se le cortó la voz al darse cuenta que precisamente el paladín azul nunca había sido invitado a tales noches.
–Creo que nos estamos saliéndonos del tema… –intentó de nuevo intervenir Shiro, pero fue interrumpido ahora por Lance.
–¿Tienen noches de historias con Allura y Coran que no me invitan? –dijo éste.
–Son ellos quienes las organizan y deberías entender que… –explicó Pidge poniéndose de pie sobre su nido de sacos para dormir – bueno, Allura piensa que puedes ser algo molesto.
–¿Yo la molesto?
–Le coqueteas con descaro.
–Y a cada mujer que ves –agregó Keith todavía molesto.
–¡Perdónenme por ser un caballero ante las damas! –soltó Lance indignado, inflando el pecho.
–Por favor no es necesario… –una vez más intentó de intervenir Shiro sin éxito.
–Bueno ahora ya sabes cómo se siente cuando te dejan fuera de algo –comentó Hunk cruzando sus brazos sobre su pecho y dándole la espalda a Lance.
–No era mi intensión dejarte fuera –le respondió el paladín azul –. No como los demás –masculló en voz baja indicando con la cabeza a Keith y Pidge, antes de agregar para Hunk –: Pero lo haces ver como si no pudiera tener un secreto.
–Ciertas cosas no pueden quedarse como secreto –lo contradijo Keith.
–Como la noche de historias –dijo Lance con acidez –. ¿Qué dirías Keith si se enteraran de uno de tus secretos?
–Lance no es necesario amenazar –comentó Shiro poniéndose físicamente entre ambos jóvenes para detener los ánimos –. Creo que todos estamos dejando que esto escale demasiado…
–No hay nada que haya ocultado a los demás –aseguró el paladín rojo haciendo frente a Lance a pesar de que su líder se encontraba entre ellos dos. Muy dentro de él, Keith se sentía amenazado por revelarse un secreto cuyo significado él mismo aún desconocía.
–A sí ¿Qué tal sobre tu tatuaje? –soltó Lance con una picara sonrisa.
Lance había dicho las palabras mágicas, para alivio de Keith pero horror de otro; ya que técnicamente después de ellas, el tiempo pareció detenerse en lo que Shiro se volvía sobre su hombro para mirar sorprendido al joven paladín rojo detrás de él.
–¿Tatuaje? –dijo éste sin dar crédito a lo que había escuchado –: ¿Cuál tatuaje?
–El que tiene en la espalda baja, Shiro –aclaró Lance complacido, señalando debajo del brazo del paladín negro a Keith.
–¿Tienes un tatuaje? ¡¿Cuándo te hiciste un tatuaje?! –Shiro subió el tono de su voz en lo que confrontó de cara al joven paladín rojo. Su lenguaje corporal y expresión de su rostro dejaba en claro que Keith tenía que ser precavido con sus siguientes palabras.
Lo cual no sucedió.
–Fue hace un par de años, no es para tanto.
–¡¿Te hiciste un tatuaje ilegal?! –explotó Shiro en los que parecía que sus ojos iban a salirse de sus orbitas –. ¡¿Sabes lo peligroso que es eso?!
–Hey ¿Cómo es el tatuaje? –le preguntó Hunk a Lance con curiosidad.
–Es una huellita…
–¡Es una garra de lobo! –bramó Keith furioso con Lance.
–¡Espera! –gruñó el paladín negro alzando las manos para pedir un momento para pensar. Se había percatado de algo que pasó de alto ante la revelación del tatuaje –. Lance ¿Cómo sabes que Keith tiene un tatuaje en la espalda baja?
–¿Eh? –balbuceó el paladín azul cuando la ira de Shiro se volvió hacia él.
–Acaso –masculló con fuerza el paladín negro casi fulminando a Lance con la mirada – no habíamos hablado sobre… eso.
Sin importar cuánto deseaba evitarlo, Shiro seguía siendo un papá oso, que debía asegurarse que sus chicos no debían descarriarse… de ninguna manera.
–No me mires a mí –dijo Lance aterrado –, yo no soy el malo –luego indicó de nuevo a Keith –. Es él quien tiene el tatuaje.
–Oh por favor –soltó el paladín rojo fastidiado –, no es como si fuera lo peor que he hecho en mi vida.
–No –tajó Shiro amenazándolo con su dedo índice –. Pero se une a una lista larga de malas decisiones, que si no mal recuerdo inicia con el robo de un auto.
–¿Robaste un automóvil? –chilló Hunk sorprendido antes de cubrirse la boca con ambas manos.
–Era de Shiro –objetó el joven paladín rojo en su defensa.
–¡¿Robaste el automóvil de Shiro?! –gritaron Hunk, Pidge y Lance al mismo tiempo.
–Oh quiznak, Keith –agregó la paladín verde con una sonrisita picarona –. Eres un chico malo. Todo un delincuente juvenil, que quisiera saber que hay en esa lista.
–Pidge, creo que no eres la persona correcta para burlarte de Keith –comentó luego Shiro más relajado pero aún serio.
–¿Qué? –dijo la chica.
–Ohhhhh, Shiro sabe cosas sucias sobre Pidge –Hunk literalmente brinco emocionado con la idea.
–Más bien, algunas travesuras.
–¿Cómo tú…? –no alcanzó a preguntar por completo la joven paladín antes de que Shiro pudiera explicarse.
–Diez meses en una nave espacial con tu padre y hermano es tiempo suficiente para conocer los oscuros secretos de la familia Holt. Como la ocasión que Matt se comió la ultima rebanada de pastel y decidiste ponerle una bomba de espuma en su casillero.
–Pidge, eso fue malvado –se burló Keith con picardía.
–¡Era mi pastel de cumpleaños! –se defendió Pidge en lo que su rostro se tornaba rojo como tomate ante todas la miradas de sus compañeros.
–Esperen, porque Matt no dejo que las cosas terminaran ahí. Se vengó a la semana siguiente poniendo…
–¡No! ¡No! –gimió la chica antes de lanzarse contra Shiro, para luego trepar sobre sus hombros como lo haría una ardilla a un árbol, hasta que alcanzó a cubrirle al hombre la boca con ambas manos. Shiro no se veía molesto en lo más mínimo, en realidad, parecía disfrutarlo – ¡No! ¡No!
–Debe de ser algo vergonzoso para que no quieras que nos enteremos ¿eh? –comentó Lance también disfrutando del espectáculo.
–Sí, no había a visto a Pidge tan asustada de esa manera –dijo Hunk con una risita.
–Ja, te parece gracioso que los demás conozcas tus sucios secretos –gruñó Pidge furiosa desde los hombros de Shiro –. Pues bien –sentenció señalando al paladín amarillo –, el condimento especial de Hunk que ha estado poniendo en todas nuestra comidas es en realidad una mezcla de insectos secos y molidos.
–¡¿Qué?! –gritaron el resto de los paladines.
Keith y Shiro miraron sorprendidos al joven regordete, en lo que Lance se volvió hacia un lado para vomitar detrás de un arbusto.
–Así, es Hunk nos ha hecho comer bichos todo este tiempo –insistió la pequeña paladín finalmente bajando del cuerpo de Shiro.
–¡Hunk! –lo riñó su líder decepcionado posando sus manos en su cintura –. ¿Tú lo sabías?
–¿Eh?... ¿Eh?... –musitó éste nervioso ante todas las miradas sobre él, y en pánico soltó –: ¡Pidge y Lance ya han llegado a segunda base!
–¡¿QUÉ?! –rugió Shiro y su cuello literalmente crujió como una rama al romperse cuando se volvió como un rayo en dirección de ambos paladines.
–¡Hunk! –chilló Lance casi tan azul como su león por el miedo –. ¡¿Por qué me hundes de esa manera, viejo?!
–¡Lo siento, pero me asuste! –fue lo único que pudo decir éste en su defensa.
–¡LANCE! –bramó Shiro su nombre furioso.
El paladín azul brincó tan rápido como pudo para ocultarse de la pequeña paladín verde.
–¡Shiro, basta! –gritó Pidge con las mejillas coloradas y alzando sus brazos, para luego volverse a su compañeros y agregar –: ¡Él no ha estado mintiendo todo este tiempo! –dijo señalando a su líder –. ¡Definitivamente siente lo mismos hacia nosotros, como nosotros a él!
El campamento quedo en un sepulcral silencio.
Esp. 1.6
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No me arrepiento de nada.
Saludos.
