cras mori

Shura, Camus

Saga del Santuario

Las verdades del mundo a veces están veladas por la ignorancia

Pero éso no importa

Las mentiras son mucho más reconfortantes


—Aunque Milo te haya arrastrado de regreso, es extraño que se lo hayas permitido.

Shura de Capricornio habla sin bienvenidas en lo que asciende los últimos escalones hasta Acuario. El onceavo arconte lo observa impasible, como si intentara averiguar si espera o no una respuesta de su parte; podría ocurrir, ya que a ellos (Capricornio y Piscis) les gusta hablar solos de vez en cuando, como si sus pensamientos fueran demasiados para continuar manteniéndolos secuestrados dentro de la cabeza. Escorpio aprendió a imitarlos, pero Acuario escogió rehuir de sus manías.

Camus de Acuario da un paso atrás cuando Shura lo alcanza.

Aquél simple gesto es más inusual. Camus nunca se echa para atrás, menos aún en su propia casa. Por más equivocado que esté, por más asustado que esté, es demasiado noble como para permitirse a sí mismo expresar señal alguna de cobardía.

—Puedes pasar, Capricornio —recobra pronto su perfecta postura, como cabe esperar. Mas Shura ya ha notado el desliz y, aunque acepta el permiso con un asentimiento, el mayor no puede evitar detenerse.

—En verdad tengo curiosidad, ¿acaso esperas recibir noticias de tu aprendiz en persona? —Camus no se muestra perturbado por su intrusión en asuntos que normalmente no abordaría.

—Por tu tono de voz, supongo que incluso tú sabes que no ha logrado… Triunfar en el Torneo Galáctico —tuvo la conciencia de no mencionar a Sagitario, ocultando cualquier intención de desviar el tema o herir el orgullo ajeno.

—¿Entonces? —Camus vuelve a quedarse callado—. ¿A qué has venido? Si ha de ser castigado, su Ilustrísima se encargará de ello.

Camus suspira y su firme postura parece ablandarse, lo suficiente para cruzar los brazos sobre su cintura y luego alzar una mano a su mentón aunque no llega a tocarlo. Es recreación de un gesto que Milo de Escorpio suele adoptar cada vez que intenta recordar una respuesta bien sabida con toda su voluntad; aunque mucho más galante y menos forzado.

Finalmente Acuario alza más su mano para hacer un ademán alrededor y luego ambos brazos se relajan; da un paso hacia Capricornio y se inclina ligeramente con suavidad, provocando que el mayor imite el gesto sin pensarlo. Sus rostros están cerca, aunque no en demasía; Shura aún observa la mano que ahora parece señalar al cielo con su palma en cuenco, como si sostuviera un secreto…

—Tengo la sensación de que mañana moriré —la voz de Acuario es tranquila, no demuestra la más mínima turbación. Solo por ello Shura no retrocede por instinto aunque las palabras le hayan provocado un escalofrío.

Capricornio observa a Acuario y sus claros ojos azules le regresan desinterés, más no falsedad. No es una broma que haya orquestado junto a Escorpio. No tendría sentido, pues Milo ni siquiera se encuentra presente para disfrutar de la ira que provocaría en Shura su risa.

El nihilismo y la naturalidad con la que el hombre aceptaba un destino como su propia muerte era aterrador. Pero, también era surrealista.

Shura se aparta con una sonrisa afilada y se pregunta si sería correcto poner una mano sobre el hombro del menor antes de decidir no hacerlo. Camus no buscaba confort al confesarse.

—Si existe un peligro tan grande en éste mundo como para asesinar a un caballero de oro y es seguro que vendrá mañana, ya lo sabríamos todos.

Entonces, a pesar de que sus palabras fueron dichas con intención de apaciguar la inquietud de Acuario, su compañero le dedica una mirada de tristeza de regreso y se vira para continuar observando el paisaje del ocaso.

—Dormiré temprano el día de hoy, tal vez no esté despierto cuando desciendas… Adiós, Shura.

Capricornio da media vuelta para retomar su ascenso al templo del patriarca, pero, algo le impide devolver la despedida de su hermano de armas como es su costumbre.

Camus de Acuario jamás llamaba a los demás por sus nombres, sino por sus títulos.