Y como cada semana, les traigo actualización, dando inicio al arco del Noah´s Ark Circus, y es de los primeros casos en donde Jill comienza a ayudar más activamente al conde… a veces contra su voluntad
Agradezco muchísimo su apoyo a los que le han dado una oportunidad a esta historia, espero siga siendo de su agrado, y no se olviden de dejar un comentario y sigan apoyando esta historia… death!
Capítulo 13 - Circo
Estaban ocultos en un callejón, observando un edificio de rejas doradas custodiado por un par de guardias. Lo único que los separaba de aquel lugar era la gran avenida ocasionalmente transitada por algún carruaje.
— ¿Que es este lugar? — pregunto Jill
— Son los archivos del Scotland Yard — respondió Ciel
— ¿Y… por qué nos escondemos como criminales?
— Tenemos que encontrar la manera de entrar sin que nos detecten — murmuro pensativo, observando de reojo a la shinigami — ¡Jill, distráelos! — le dijo seriamente
— ¿Y por qué yo? ¡¿Por qué no se lo pides a Sebastian?! — protesto la shinigami
— ¡Porque lo necesito a él para infiltrarme!
— ¡Debí sospechar que me usarías para algo así! — gruño con desagrado — ahora entiendo por qué insististe en que usara el vestido nuevamente
— ¿Sabes perfectamente que no puedes usar tus prendas habituales en público! — le recordó — solo necesito que descuiden la puerta unos momentos, y entonces podremos entrar.
— Pero ¿qué quieres que haga? — susurro viendo a los guardias
— Lo que se te ocurra ¡solo no mates a nadie! — Puntualizo
Jill suspiro, pensando que podría hacer para distraer a los guardias, afortunadamente no llevaba la katana con ella, y tampoco es que quisiera iniciar una trifulca. Quizá si fingía estar en apuros, podría lograr distraerlos unos momentos.
Se acercó tambaleándose al edificio, fingiendo inconsciencia justo delante de los guardias, los cuales de inmediato se acercaron a auxiliarla.
— Oiga, señorita ¿se encuentra bien? — le pregunto uno de ellos,
— Tal vez debamos llamar a un médico — sugirió el otro
— Pero no podemos alejarnos del edificio, ¡Lord Randall nos mataría! — protesto el primero
— ¡Qué falta de moral y sentido común tienen al no poder ayudar a una bella dama en apuros! — dijo una tercera voz que Jill reconoció de inmediato
Tuvo que hacer un esfuerzo enorme por no ponerse de pie y escapar, incluso logro escuchar a Ciel preguntarse qué diablos estaba haciendo el tipo ahí.
— ¡Vizconde Druitt! — exclamaron los guardias
— ¡Ahhh! ¡¿Cómo pueden decir que su trabajo es más importante que la salud de una bella dama?! — dijo dramatizando — ¡ohhhh! Este pequeño colibrí ha sucumbido a la enfermedad de dos bárbaros que no saben tratar a una avecilla tan delicada y frágil como ella.
Jill pudo percatarse del momento en que Sebastian había aprovechado para entrar al edificio, si algo sabía hacer el vizconde, eso era hacer dramas y crear distracciones. Podía escuchar cómo la gente se estaba arremolinando a su alrededor, ya era demasiado.
Abrió los ojos lentamente, percatándose que estaba en los brazos del vizconde. ¿En qué momento había pasado aquello? Estuvo tan concentrada en saber cuándo habían entrado Ciel y Sebastian al edificio, que no se dio cuenta de su propia situación.
— Oh mi bello colibrí, ver esos hermosos ojos como brillantes esmeraldas abrirse me reconforta — gimoteo
— Lamento haberle causado problemas, señor — se disculpó apenada e incómoda — muchas gracias por ayudarme — intento sonreír
— ¡Ohhhh! ¡Cupido ha flechado mi corazón! — exclamo — Mi pequeño y hermoso colibrí, he quedado prendado de tu bella sonrisa y hermosos ojos, que son como el mirar seductor de la muerte que atrae a sus víctimas encerrándolas en un falso placer... ¡ohhhh! Simplemente maravilloso
— Señor… ¿podría bajarme? — le pregunto nerviosa — me siento un poco mejor, y no quiero ser una molestia para un Lord como usted — se excusó
— Pequeño colibrí que cosas dices — le dijo tomándola del mentón y mirándola fijamente con sus profundos ojos violetas — ¡De ninguna manera podría dejar a una hermosa avecilla tan delicada como tu vagando sola por estos lugares! — agrego bajándola al piso sin soltarla de la cintura y atrayéndola contra su cuerpo. De ningún modo la soltaría.
Tenía que pensar rápido, la multitud no permitiría que Ciel abandonará el edificio, pero ella tampoco podía deshacerse del pervertido Druitt con facilidad. No tuvo más remedio que fingir debilidad de nueva cuenta.
— Parece que aún no estás del todo bien, pequeño colibrí — le dijo el vizconde, acariciando su mejilla, estaba muy cerca
— ¿Que voy a hacer? — sollozo preocupada, desviando el rostro — Debo volver a casa o se preocuparan por mí — agrego mirando al vizconde con los ojos llorosos
— Mi hermosa avecilla, eso no es problema para mí — dijo tronando los dedos, de inmediato un carruaje blanco se acercó a ellos — Puedo llevarte yo sin ningún problema
El vizconde la ayudo a subir al carruaje, el camino a la casa de los Phantomhive fue una completa pesadilla, el sujeto no dejaba de alabarla, su cabello, sus ojos, su piel blanca, no dejaba de llamarla avecilla o colibrí, Jill estaba incomoda y estaba esforzándose por no saltar del carruaje, o peor, de asesinar al vizconde.
Llegaron a la casa en poco tiempo, el vizconde la ayudo a bajar, pero nuevamente la sujetó de la cintura, atrayéndola hacia él, Agni salió de la casa acompañado del príncipe, al ver el carruaje, creían que Ciel había regresado, el vizconde le explicó la situación en la que había "rescatado" a Jill. Agni se preocupó por ella tomándola en brazos inmediatamente, agradeció las atenciones del vizconde y se dispuso a llevarla dentro de la casa.
— Espero verte después, mi bello colibrí — se despidió el vizconde besando su mano
Jill ocultó una mueca de desagrado lo mejor que pudo, sintiendo alivio al ver el carruaje marcharse.
— Debemos llevarla adentro cuanto antes, lady Jill — le dijo Agni entrando — le prepararé algo de chai inmediatamente para que recobre energía
— Señor Agni, de verdad me siento mejor… creo que Sebastian ajustó demasiado el corsé de este vestido es todo — se excusó, no podía decirle que todo había sido una farsa, ¿o sí?
— permítame ayudarla a aflojar las cintas entonces, de todos modos, debería descansar unos momentos en lo que le preparo algo de chai.
Agni la llevo a su habitación, se disculpó de antemano y le ayudo a soltar las cintas del corsé.
— Gracias Agni, yo puedo por mi cuenta a partir de aquí — le dijo amablemente
El sirviente asintió y le pidió que descansara, él la llamaría cuando estuviera el té. Jill arrojo el vestido a un lado y se puso sus ropas, ahora solo restaba esperar a que volvieran Ciel y Sebastian.
Ciel regreso horas después, tenía un semblante más serio que de costumbre, Jill estaba en la sala de estar cuando Ciel se reunió con ella.
— ¿Que hay con esa cara de pocos amigos? — le pregunto extrañada — ¡¿no me digas que todo lo que pase fue en vano, mocoso?!
— Posiblemente lo fue — respondió — no encontré registro alguno de niños asesinados, ni en los documentos oficiales ni en el bajo mundo
— ¿Y qué pretendes hacer ahora?
— Solo nos queda revisar ese circo personalmente — suspiro con fastidio — ¡y necesito que nos acompañes!
— ¡Ni creas que volveré a hacer otra escena como la de esta mañana! — le reclamó
— No es por eso, o al menos eso espero — suspiro — pero tú puedes percibir si hay uno de los tuyos cerca.
— Si no me dices que es lo que estamos buscando, no puedo ayudarte tanto como quisieras ¿lo sabes? — suspiro cruzándose de brazos — solo decirte superficialmente si hay algún recolector cerca o no, es ambiguo, todos los días en el East End se comenten crímenes atroces. De seguro hay uno o dos de los míos en aquella área de manera frecuente. Solo que no me doy cuenta porque estamos lejos de la zona.
Ciel suspiro con resignación, pero terminó por contarle los detalles del caso a la shinigami.
Había niños desaparecidos por todo el país, y curiosamente esta situación se daba con la llegada de un circo ambulante que ahora mismo estaba en Londres. Nadie sabía nada de los niños, y tampoco había registros de que estuvieran muertos, no había cuerpos, pero Tampoco señales de vida. Jill entendió por que Ciel le había pedido acompañarle a la ciudad, y por qué quería que fuera con ella en ese momento.
— Iré a cambiarme — suspiro resignada, salió de la salita para ponerse el vestido de nueva cuenta. Sebastian estaba por seguirla, para ayudarle, pero Agni se ofreció en su lugar, temiendo que, si ajustaban las cintas demasiado, el incidente de esa mañana se repitiera.
Jill no dijo nada para evitar seguir con la mentira que se había creado a causa del vizconde Druitt. Agni le ajustó el corsé con sumo cuidado y le ayudo con su cabello, la shinigami le agradeció y se reunió nuevamente con Ciel y Sebastian para partir rumbo al circo.
La función parecía de lo más normal para un circo ambulante, los actores parecían de lo más normal, y ni Jill ni Sebastian percibían nada raro en ellos, actos de magia, un lanzador de cuchillos, trapecistas, un encantador de serpientes, un tipo con una fuerza descomunal para un humano, pero nada sobre natural.
Para el último acto se presentó una mujer bastante voluptuosa con ropas ajustadas de cuero bastante reveladoras, de cabello negro y rizado, la cual era una domadora de tigres llamada Beast. Pidieron un voluntario del público, a lo que Sebastian se puso de pie inmediatamente, sin decir nada. Ciel asintió, observar a los actores de cerca podía ser de utilidad.
Sebastian bajo a la pista, pero en lugar de atender las indicaciones que el maestro de ceremonia le daba, fue directamente a acariciar el rostro del tigre. Jill y Ciel se quedaron como piedras al verlo.
— ¿Qué demonios está haciendo? — mascullo Jill
— ¡Los tigres también son gatos! — gruño Ciel dándose una palmada en la frente
Jill no demoró en entender, al demonio le obsesionaban los gatos, y por lo que podía ver, no importaba el tamaño del felino en cuestión, y al ver al tigre, se había dejado llevar por sus impulsos. Como consecuencia el animal llamado Betty le respondió mordiéndole la cabeza.
Las exclamaciones de terror no se hicieron esperar, Beast trato de detener a la fiera con el látigo que llevaba, pero Sebastian la detuvo. No era posible saber de qué hablaban debido a los murmullos de las personas.
La función llego a su final sin mayores problemas, Ciel riño a Sebastian por su imprudencia al acercarse de esa manera al tigre. Justo antes de la salida, el maestro de ceremonias, Joker, llamo a Sebastian, Ciel y Jill se ocultaron detrás de una tienda para evitar que los vieran, Joker estaba preocupado por el incidente con Betty y quería que el médico le hiciera una revisión para estar seguros de que todo estaba bien. Para lo cual le pidió que lo acompañara al área de vestidores. Sebastian asintió y se marchó con él. Mientras Jill y Ciel regresaron al carruaje a esperar noticias. La shinigami permaneció el silencio mientras esperaban, había una presencia extraña en aquel circo, pero no estaba del todo segura, y eso le hizo saber a Ciel, pero debido al incidente del tigre, el personal estaba demasiado alterado y no le seria sencillo investigar en esos momentos.
Sebastian se reunió con ellos más tarde, si querían saber más tendrían que infiltrarse en el elenco del circo. Para sorpresa del mocoso, Sebastian había arreglado que les hicieran una prueba para ingresar al elenco, cosa que no le pareció muy graciosa al pequeño Conde.
Jill no pudo saber más detalles de aquella discusión, en cuanto llegaron a casa, Ciel se había encerrado en su habitación para que Soma no lo molestara, cuando por fin salió de nuevo, le pidió a la shinigami permanecer en casa y no causar problemas.
— Será mejor si evitas estar cerca de la zona del circo — le advirtió — nosotros investigaremos de cerca
— No es que vaya a obedecer tus órdenes, mocoso — respondió cortante — mientras no haya nada en ese sitio que tenga que ver conmigo, no tengo el mínimo interés de estar en ese lugar — agrego
— ¡Solo hazme el favor de no interferir con mis planes! — puntualizó
