¡Actualización de la semana! y en esta ocasión Jill por fin se enfrenta a Sebastian, espero les agrade este enfrentamiento entre ambos, y no se olviden de dejar su voto para seguir apoyando esta historia… death!
Capítulo 17 - Enfrentamiento: Shinigami vs Demonio
— Le recomendaría que se diera prisa, antes de que la casa se consuma, Lady Sutcliff — le dijo Sebastian saliendo de aquel sótano, caminando con calma, las llamas de apartaban dejándole pasar.
— Así que este es laborioso juicio que mencionó Will — murmuro Jill sujetando su katana con fuerza
Comenzó con los niños que había en el sótano, el juicio no era laborioso, la mayoría de las causas de muerte eran quemados hasta la muerte, o eso suponía. "Que horrible manera de morir" pensó mientras recorría toda la casa buscando la mayor cantidad de records para recolectar.
El fuego consumió rápidamente las cortinas, los acabados de madera, todo ardió en cuestión de minutos, el humo invadía sus pulmones, sofocándola, su piel estaba enrojecida y le ardía, si no hacía algo terminaría con quemaduras de primer o segundo grado, no moriría, pero si dolería demasiado. Tenía que abandonar el lugar.
Los cristales de las ventanas comenzaron a estallar por la temperatura, estaba en el tercer piso de la casa, el fuego inundaba el pasillo, no le permitiría regresar a la entrada principal. Las llamas estaban sobre ella, se sintió atrapada, el miedo a verse rodeada por el fuego comenzaba a invadirla, no sabía a donde correr, avanzó por el largo corredor hasta toparse con una ventana que daba al exterior. Enfundo la katana y corrió hacia ella, golpeando el frágil cristal de una patada, haciéndolo pedazos, saltando al vacío. Trató de encontrar el punto de equilibrio para poder caer, se giró en el aire, amortiguando el golpe con sus tobillos y rodillas. Pudo sentir claramente como su tobillo derecho crepitaba al momento del impacto, no le dio importancia, aspiro un par de enormes bocanadas de aire, su pecho ardía debido a la cantidad de humo que había inhalado.
— Creí haberte dicho que te mantuvieras al margen de este asunto, Jill Sutcliff— le dijo una voz a su espalda, sintió un escalofrío
Volteó a verlo de reojo, William estaba de pie, detrás de ella, mirándola de una manera amenazante.
— ¡¿Ahh?! Así que ahí estaba la desaparecida — escucho decir a alguien más, se puso de pie y volteo a ver al recién llegado, justo al único shinigami al que no quería ver. Ronald Knox.
— ¡Si no había personal, me lo hubieras dicho William! — le reclamo sacudiéndose el polvo y las cenizas de sus ropas
— ¡Es precisamente culpa tuya y del idiota de tu hermano por lo que no haya personal en esta zona! — le recordó William acomodándose las gafas
— Me enviaron a mí porque Sutcliff Sempai tenía que ir a hacer un trabajo a otro lado — respondió Ronald, burlón, Jill no entendía de dónde había sacado esa frasecilla en japonés, ya que su zona de recolección no estaba cerca de la isla nipona.
— ¿Mi hermano tenía que hacer un trabajo? — pregunto — ¿entonces terminó su suspensión?
— No te emociones, está en observación — le reclamo William
— Sabes, estos meses aproveché para hablar mucho con él, ya que tu no estabas ahí para interrumpir — le dijo caminando en círculos alrededor de ella — fue interesante eso del destripador, sabes, ¡me lo contó todo!
— ¡¿Qué estuviste haciendo que cosa?! — gruño apretando los puños, era una hermana bastante posesiva realmente
— ¿Acaso no me oíste? — pregunto burlón aproximándose a ella — ¡que pase mucho tiempo hablando con Sutcliff sempai aprovechando tu ausencia! — prácticamente le gritó al oído
— ¡No vuelvas a hacer eso! — exclamó Jill pegando un salto a un lado, al tiempo que cubría su oído — ¡casi me revientas el tímpano, idiota!
— Tu expresión fue muy graciosa — se rio — sabes que más, este tiempo que estuviste desaparecida, he pasado mucho tiempo con sempai.
— ¡Que estas insinuando, tu pedazo de…! — gruño con celos, no es que estuviera desaparecida, es que simplemente no podía volver a casa, aunque quisiera
— ¡Déjense de juegos ustedes dos! — les advirtió William — por eso me preocupaba que te hubieran mandado a ti, Ronald Knox, perdiendo el tiempo como hasta ahora, terminaremos haciendo horas extras
— ¡No soy del tipo que le gusta hacer horas extras! — se quejó — además tengo una cita con las secretarias esta noche, y no puedo llegar tarde
— Entonces deja de estar perdiendo el tiempo y ponte a trabajar — le reclamó — debemos recolectar todas las almas de la lista y no permitir que ese demonio se lleve ninguna — agrego
— ¿entonces es verdad que hay un demonio por la zona? — pregunto Ronald curioso
— ¿De verdad creías que Jill Sutcliff está en este lugar por casualidad? — respondió William seriamente, dándole la espalda a Jill — y parece que el demonio te está buscando — le dijo con molestia.
Jill volteo a sus espaldas, Sebastian se aproximaba a paso lento, aun llevaba a Ciel en brazos, cubierto con la gabardina que el mismo traía cuando habían llegado a la mansión Kelvin. Venía arrastrando lo que parecía un cuerpo. Pudo verlo bien, se trataba de una chica, recordaba haberla visto la noche que se coló en el circo.
— Ronald ve a continuar con la recolección — le ordeno William
— ¡¿ahhh?! ¡Pero! — protesto, era obvio que estaba interesado en ver al demonio de cerca
— Debemos impedir que ese demonio se acerque a las almas — le recordó
— Parece que están hablando de mi — respondió Sebastian con educación — Lady Sutcliff, me alegro de que pudiera salir sin problemas de la mansión
— Si a casi asfixiarme, le llamas salir con bien, Entonces si — protesto la shinigami encogiéndose de hombros
— No permitiré que te acerques a ninguna de esas almas, bestia hambrienta
— En realidad, no tengo ningún interés en ese tipo de almas de baja calidad — respondió Sebastian con calma, arrojando el cuerpo de la chica a los pies de William — Creí habértelo dicho antes, ¿o no? Suit
Will tomo aquello como una provocación, de inmediato ataco a Sebastian con su cortador de hojas, el mayordomo simplemente se limitó a esquivarlo.
— Parece que no me crees — dijo Sebastian suspirando
— No puedo creerle a un demonio como tú — respondió William acomodándose las gafas
Sebastian bajo a Ciel al piso, disculpándose por el contratiempo, pero trataría de solucionarlo cuanto antes, saco algunos cuchillos de plata de su saco, y los arrojo contra William.
Los cuchillos jamás llegaron a su objetivo, simplemente rebotaron en la hoja de la katana de Jill, la shinigami se había interpuesto entre Sebastian y William, frenando el ataque.
— Ve a terminar el trabajo que viniste a hacer, William — le dijo la shinigami
— Lady Sutcliff, no debería interponerse en asuntos que no le conciernen — le dijo Sebastian con algo de molestia
— Pero claro que el asunto me concierne — respondió la shinigami acomodando sus gafas — tu y yo teníamos un asunto pendiente, ¡Sebastian Michaels!
— Le advierto que no me dejare derrotar por usted — suspiro Sebastian con resignación — aun siendo invitada del joven amo, no pienso contenerme — le advirtió sacando más cuchillos se su traje
— No espero que lo hagas — respondió Jill sujetando su katana con firmeza.
Se lanzó al ataque inmediatamente, el demonio uso un par de cuchillos para parar el ataque, siempre tratando de evitar el filo de la katana, la fuerza del impacto hizo que ambos retrocedieran un par de pasos.
— ¡No esperaba que tuviera tal fuerza, Lady Sutcliff! — murmuró con algo de sorpresa
— ¡Creo que me subestimaste, Sebas-chan! — respondió antes de lanzarse de nuevo al ataque, Sebastian le lanzo un par de cuchillos, los cuáles esquivo en plena carrera, arremetió con un golpe en diagonal de arriba a abajo, esta vez el demonio uso la daga, con la que había cercenado la mano de Joker, para desviar el ataque, ambos quedaron frente a frente.
— Ha practicado bastante durante este tiempo ¿no es así? — le dijo sonriéndole pícaramente
— Qué bueno que lo notes — respondió confiada — y lamento decirte, que tu sonrisa no surtirá el mismo efecto en mí, como lo hace con mi hermano
Sebastian solo respondió con una risilla divertida, antes de lanzarse el al ataque, la shinigami bloqueó los tenedores que había lanzado, momentos que Sebastian aprovechó para lanzarse a atacar cuerpo a cuerpo con la daga que sostenía. La situación estaba pareja, pero ninguno de los dos estaba mostrando sus verdaderas habilidades.
Ambos se separaron momentáneamente, Jill sujeto con firmeza su katana, observando al mayordomo frente a ella, su siguiente ataque fue más veloz que los anteriores, esta vez estaba haciendo uso de sus habilidades de shinigami. Sebastian lo noto, sonrió con satisfacción y atacó seriamente.
Estaban sincronizados a la perfección, un fallo y podía tener como consecuencia una terrible herida, parecía que ambos, shinigami y demonio, bailaban un elegante vals al ritmo de una melodía que solo ellos escuchaban, una melodía acompañada del choque de metal con metal. El demonio lanzo un ataque hacia un costado de la joven peli azul, la cual simplemente lo esquivo dando un giro.
Ahora era su turno de responder el ataque, lanzo una estocada contra el mayordomo, el cual uso su velocidad sobre humana para saltar sobre ella, esquivando el ataque, y cayendo a sus espaldas, estaba vulnerable y Sebastian lo sabía, el demonio le apunto directamente al cuello con la daga que sostenía, mientras que colocaba un mechón de la azulina cabellera de la chica detrás de su oreja.
— Se está despeinado, Lady Sutcliff — le susurró al oído
— ¿Intentas propasarte conmigo, Sebas-chan? — le sonrió de medio lado, observándolo de reojo
— Me disculpo por haber sido tan rudo — le respondió alejando la daga de su cuello
La shinigami aprovecho ese espacio para alejarse un par de metros de Sebastian, respiro profundamente, tratando de recobrar el aliento.
— Sería mejor dejar esto ya, Lady Sutcliff — le dijo el mayordomo, bajando la daga
— No puedo simplemente dejar un duelo — gruño la shinigami frustrada apoyando su peso sobre su tobillo derecho, sintiendo una terrible punzada, aun así, se lanzó al ataque.
Sebastian suspiro resignado, era obvio que la orgullosa shinigami no se detendría, pero si ninguno de los dos tenía intenciones de matar al otro, aquel encuentro no los llevaría a nada.
Esquivo el ataque de la peli azul muy apenas, pero aun así la Death Scythe logro rasgar su chaqueta, los ojos de la shinigami brillaban con determinación, pero no era suficiente, sabía que Jill era más fuerte de lo que mostraba en esos momentos, pero simplemente no quería acabarlo, solo ganar, si quería detener aquel encuentro, tendría que parar definitivamente a la chica.
— No es necesario destrozar la ropa, mi Lady — le sonrió seductor — al menos no en esta situación
— ¡Deja de insinuar cosas extrañas! — gruño apenada
— Solo era una pequeña sugerencia — respondió con inocencia fingida — su forma de atacar aún es muy impulsiva, Lady Sutcliff — le aclaró — sí que ha practicado y mejorado mucho estos meses, pero atacar de esa manera puede traerle problemas en futuros enfrentamientos
— ¡Consideraré tu consejo cuanto te derrote! — espeto
Sebastian saco más cuchillos de su chaqueta, un brillo carmesí inundó sus ojos, al tiempo que se alejaba de un salto de ella, lanzándole un par de estos directamente, obligándola a retroceder.
Jill dio un salto hacia atrás, apoyándose en el tobillo derecho, el cual nuevamente punzo de dolor, haciéndole perder momentáneamente el equilibrio.
Sebastian aprovecho esto para lanzar más cuchillos contra ella directamente, no hubo tiempo de reaccionar en absoluto, sintió las punzadas de dolor en sus brazos y sus piernas, cuando bajo la mirada pudo ver aquellos cuchillos clavados en su carne, su camisa blanca comenzó a teñirse de rojo, mientras que pequeños hilillos de sangre corrían por sus piernas. Levantó la mirada hacia el demonio, percibiendo un brillo plateado dirigirse en su dirección, era la daga que momentos antes Sebastian había estado usando para combatir, paso rozando la piel de su mejilla, causándole un corte superficial antes de clavarse en el suelo.
— Me temo que he manchado sus ropas de rojo, mi lady — dijo el mayordomo aproximándose a ella con pasos lentos.
— ¿Qué le vamos a hacer? — suspiro la shinigami tomando uno a uno los cuchillos para sacarlos de su carne, no fue sencillo, estaban bastante enterrados. Se desprendió de su camisa y la desgarró, haciendo improvisados vendajes para contener las hemorragias.
— Debería de parar esto ya, mi Lady — murmuro el demonio con resignación
— Un shinigami no se rinde tan fácilmente, no importa que pierda la vida en el proceso — respondió la shinigami encarándolo, su tobillo y sus heridas protestaron mandándole oleadas de dolor, estaba claro que no podía continuar
— Lady Sutcliff, por favor reconsidere, está en peor estado del que quiere aparentar — insistió el demonio al ver como la shinigami se aproximaba a el
— No pensé que pudieras llegar a ser tan rudo con una dama, Sebas-chan — susurro la shinigami guiñándole un ojo.
La katana cayó al suelo, antes de que el propio cuerpo de la joven se desplomara, Sebastian la sostuvo, evitando que cayera al suelo,
— Lady Sutcliff no debió esforzarse tanto — le dijo al oído tomándola en sus brazos y llevando su katana también. El mayordomo se aproximó a William, el shinigami moreno los observaba fijamente. — parece que has terminado con tu trabajo en este sitio — le dijo Sebastian sonriendo con amabilidad claramente fingida — y a pesar de ello, sigues aquí, aunque momentos antes te has quejado de tener que hacer horas extraordinarias.
— A pesar de haber terminado la recolección, aún hay un número faltante de almas — le respondió fríamente acomodándose las gafas — un número bastante considerable, a mi parecer
— Quizá sean las que Lady Sutcliff se dedicó a recolectar — respondió — ¡y esta! — agrego clavando la katana en el cuerpo de la chica que momentos antes había arrastrado hasta ellos
William emitió el juicio de rutina, después le pidió a Jill su lista de la muerte que aún conservaba y su katana. La shinigami obedeció a regañadientes, entregarle su katana a William no era algo que le agradara del todo. El shinigami reviso los registros recolectados últimamente con aquella Death Scythe, efectivamente los registros faltantes estaban ahí.
— Parece que efectivamente, las almas faltantes están aquí — respondió guardando la libreta junto a la suya — en vista de tu desempeño en esta misión, decido ponerle fin a tu castigo — le dijo seriamente devolviéndole la katana
— ¡¿Entonces puedo volver a casa?! — exclamó con los ojos iluminados por la alegría — ¿Puedo regresar con mi hermano?
— Aun no — respondió el shinigami moreno — al ser retirado tu castigo, deberás volver inmediatamente a tus actividades laborales, las cuales muestran un importante retraso — le advirtió — te asignare un nuevo caso, que asumo no tendrás dificultad en investigar, hasta entonces, deberás centrarte en recuperarte de esas heridas.
— ¡Me puedo recuperar en casa! — protesto
— Lo entenderás más tarde — le respondió — espera noticias mías pronto, Jill Sutcliff — agrego dándole la espalda — vamos, aún resta hacer el informe — le dijo a Ronald, el cual se había acercado para ver al demonio de cerca
— ¡Nos vemos! — se despidió de Jill, con una sonrisa burlona en su rostro — le daré saludos de tu parte a sempai — agrego
— ¡Mantente lejos de mi hermano, Ronald! — gruño la shinigami, pero ambos se habían marchado ya.
Jill suspiro, mirando al cielo, a lo lejos, el horizonte comenzaba a clarear, amanecería pronto. Sebastian regreso al lado de Ciel, llevándola aun en brazos.
— Espero que ambos estén satisfechos — les dijo con algo de molestia — No importa, Sebastian, vamos a la estación del ferrocarril, hay algo que quiero hacer antes de volver a la mansión.
— Entendido — respondió el mayordomo — ¿puede apoyarse Lady Sutcliff? — le pregunto a la shinigami
— Mis heridas no son nada para alguien como yo, solo estoy agotada — mintió
Sebastian la bajo al piso con mucho cuidado, el dolor de las heridas causadas por los cuchillos era soportable, pero cuando apoyo su tobillo derecho, inmediatamente cayó al piso, aun para un shinigami, aquella lesión dolía demasiado.
— Creo que tu tobillo está peor de lo que crees — le dijo Ciel con cierta burla — Sebastian, llévala en brazos, de lo contrario iremos más lento — le ordenó al demonio
— ¡Puedo andar por mi cuenta! — protesto Jill
— Está claro que no puedes hacerlo, y tus vendajes están manchados de sangre, eso quiere decir que tus heridas fueron más profundas de lo que piensas — le respondió Ciel
Sebastian asintió, tomo nuevamente a la shinigami en brazos y camino al lado de Ciel, rumbo a la estación de ferrocarril más cercana.
