¡Actualización de la semana!
Sin Sebastian, las cosas se tornan aun peor en la aislada mansión Phantomhive, gracias a que el mayordomo había tomado sus precauciones, pueden sortear ese día sin problemas mayores, pero aún tienen un asesino que capturar.
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Capítulo 23 - El tercer cadáver
Arthur reviso el cuerpo, así como lo había hecho con Siemens. Descubrió que, además de la herida causada por el atizador, tenía otro golpe en parte posterior de la cabeza. Era extraño que, si el asesino ataco por la espalda, se hubiera movido de lugar para atacar de frente por segunda vez, eso solo tendría sentido si hubiera varios culpables implicados. Los comentarios y las especulaciones no se hicieron esperar, sobre todo de lo despiadado que podía ser el asesino por la manera tan sádica de haber atacado a Sebastian.
— ¡Ya basta! — exclamó Finny — como pueden decir tales cosas frente al joven amo! ¡Por favor piensen en cómo se siente!
— ¡Finny! ¡Por favor discúlpenlo! — se excusó Meirin, ante los nobles sería imperdonable ese comportamiento en un sirviente
Jill apretó los puños, insegura de si debía interferir o no, quizá ella no había nacido en una cuna noble, pero aun así era invitada de Ciel como todos los demás, un comentario de ella no debería ser una falta de respeto.
— Les pido que perdonen la impertinencia de Finny — se disculpó colocándose entre él y los demás invitados — entiendan por favor que, al igual que nosotros, está muy consternado, y, como el sirviente fiel que es, solo busca velar por la seguridad del joven amo Ciel, también considero que este no es el lugar para tener esta conversación, no delante del cuerpo de Sebastian.
— Ciertamente, porque en lugar de estar parados aquí, no movemos esa cosa al sótano, podemos discutir quien fue y esas cosas después de comer algo. — dijo Grey — yo bajare al comedor, ustedes encárguense de limpiar esto y de hacer las preparaciones del almuerzo también.
Jill frunció el ceño, como podía ese sujeto tener ese comportamiento en esa situación, los sirvientes no dijeron nada, Tanaka solo se limitó a asentir, Jill apretó los puños, el resto de los invitados salió de la habitación, dejando a los habitantes de la casa y a Arthur a solas.
— ¡Ese maldito albino! — gruñó Jill
— No lo tomes en cuenta — murmuro Ciel — es como ellos dicen, muevan el cuerpo de Sebastian al sótano, lamento perderlo — suspiro — Tanaka, Sebastian está muerto, a partir de hoy tu serás mi nuevo mayordomo, te encargo la administración de la mansión y la supervisión de los sirvientes. Y este broche te será devuelvo — le dijo entregándole el broche que había desprendido del traje de Sebastian
— El broche del mayordomo principal — sonrió el anciano con melancolía — ¿pero está seguro de contratar a un anciano como yo?
— Por lo menos hasta que pueda conseguir un remplazo decente — respondió Ciel
Tanaka tomo el broche y lo colocó en su solapa. Inmediatamente le ordenó a Finny y a Bard llevar el cuerpo de Sebastian al sótano, mientras que Meirin ponía agua a calentar para el baño de Ciel.
— Joven amo, vamos a cambiar su ropa. Pescara un resfriado vestido de esa manera — le indico a Ciel — el líder de la mansión Phantomhive no debería de estar temblando por una cosa tan trivial como la muerte de un sirviente, jamás vi al amo Vincent perder la compostura por algo tan insignificante
— Tan estricto como siempre anciano — murmuró Ciel sonriendo de medio lado.
— Señor conocedor de las palabras, realmente lamento que algo como esto sucediera, aprecio profundamente su preocupación — le agradeció a Arthur — señorita Sutcliff — se dirigió a la shinigami — ¿podría acompañar a nuestros invitados, hasta que el joven amo baje?
— Entendido — respondió — iré a cambiarme y bajare enseguida
— ¿Requiere ayuda para cambiarse?
— Esta bien, Sebastian llevo ropa para mi anoche, puedo hacerlo por mi cuenta — respondió dirigiéndose a su habitación.
Tomo las prendas que Sebastian había dejado para ella, se trataba de una falda larga de color azul obscuro, la cual podría ponerse sobre sus pantalones cortos, del mismo modo que Miss Nina usaba sus prendas, podía combinarlo con su camisa de vestir blanca, y había dejado un listón de líneas de color a juego con la falda.
— Será complicado esconder la Katana en esta falda, no es tan amplia como los vestidos que he usado — suspiro dejándola sobre la cama
Se reunió con el resto de los invitados en el comedor en poco tiempo, la tormenta seguía con la misma intensidad que la noche anterior, el cielo estaba obscuro y los rayos iluminaban la estancia. Ciel bajo al poco tiempo, y Bard sirvió el desayuno que Sebastian había dejado preparado previamente.
Los ánimos de los presentes no eran los mejores, Jill sentía un nudo en el estómago y se le complicaba comer, inclusive la señorita Irene había perdido el apetito completamente, en cambio Charles Grey engullo completamente su porción, comía como si no hubiera mañana, incluso pregunto si podía comer la porción que había sobrado en la mesa.
— Parece que el mayordomo se equivocó y preparó un plato de mas — murmuro Charles aun con el tenedor en la boca
— El único que preparó esto fue Sebastian, es imposible que él se equivocara en el número de raciones
— ¿Entonces de quién es ese plato? — pregunto el señor Lau
— Esperen! ¿Dónde está el señor Phelps? — Pregunto Jill
— Es verdad… es tan callado que no había notado su ausencia
— Quizá se quedó dormido — dijo Woodley
— Disculpen, ¿pero no deberíamos ir a verlo, a la alcoba del Conde? — sugirió Arthur poniéndose de pie
— ¡Los llevaré ahí! — respondió Ciel poniéndose de pie de inmediato
Los seguimos hasta la alcoba de Ciel, Arthur llamo a la puerta, pero Phelps no respondía en absoluto, y la puerta estaba cerrada por dentro, le pregunto a Ciel por la llave, a lo que él respondió que esa llave era custodiada y escondida por el mayordomo, solo Sebastian sabia su ubicación. Finny se dispuso a tirar la puerta, pero Charles fue más veloz y la hizo trizas cortándola con la espada.
— Tenemos que ser rápidos — dijo sosteniendo un plato con la otra mano — Aun nos queda el postre
Arthur entró de inmediato a la habitación, dirigiéndose directamente al dormitorio, Phelps yacía boca abajo en la alfombra, muerto. Arthur no perdió tiempo y lo examino como a los otros, llevaba un tiempo muerto, el rigor del cuerpo se había hecho presente, pero, a diferencia los demás, Phelps no presentaba heridas visibles, excepto por un par de pequeñas punzadas en el cuello. Muy similares a las causadas por un par de agujas, o a la mordida de un vampiro.
Arthur continúo revisando la habitación, encontró un reloj al lado del cuerpo, Ciel dijo que ese reloj estaba al lado de su cama normalmente, pero el reloj había sido derribado y estaba roto, se había detenido a las 2:38.
— Hey por que no mejor en lugar de discutir esto aquí de pie, no lo hacemos sentados, podíamos beber algo de té incluso — sugirió Lau
— Por supuesto — respondió Ciel — Tanaka, escolta a todos a la sala de estar
— Como ordene, joven amo
Se reunieron alrededor de una mesita, Charles no dejaba de comer ni siquiera en una situación así, Arthur estaba tratando de ordenar los hechos, sabíamos que Siemens había sido asesinado entre la 1:10 de la madrugada, y que Phelps había muerto alrededor de las 2:38, pero no sabían a qué hora había muerto Sebastian, Arthur lo había visto por última vez cuando le llevo una almohada a Ciel, pero no sabía qué hora era, ya que la habitación estaba muy obscura. Jill lo visto cerca de las 2:20 de la madrugada cuando le llevo las prendas que usaría ese día, y Finny, Bard y Meirin dijeron haberlo visto alrededor de las 2:50, ya que fue a despertarlos para darles indicaciones a Finny y a Bard, y le pidió a Meirin liberar un Búho mensajero. Eso los dejaba con que Sebastian fue asesinado después de las 2:50
— ¿Un búho? — pregunto Ciel
— A diferencia de una paloma, los búhos pueden volar durante las tormentas — respondió Bard
— ¿Y que había en la carta que llevaba el búho? — pregunto Charles
— Yo no la vi — respondió Meirin apenada
— Pudo haber enviado una carta a la policía — sugirió Arthur
Arthur comenzó a reunir la información, pero al parecer no era muy coherente, ya que el único que no tenía una coartada para el asesinato de Siemens era Ciel, pero el conde estaba encadenado a Arthur cuando mataron a Phelps a las 2:38, y el asesino más probable únicamente podría ser Sebastian, ya que la habitación estaba cerrada, y solo Phelps o el mayordomo pudieron haberlo hecho, aun así, Sebastian había sido asesinado poco después.
— Entonces puede ser que Sebastian y el asesino trabajarán juntos para acabar con Phelps, pero cuando discutieron acerca de las recompensas del trabajo, pudo haber un desacuerdo y entonces Sebastian fue silenciado — murmuro Lau
Ciel menciono que posiblemente el asesino se beneficiaria de la muerte de Phelps, era el dueño de una importante empresa de comercio marítimo, y a pesar de su voluntad débil, había logrado expandir sus negocios a Asia, un rival para el señor Lau.
— Además siempre cargas una aguja en esas mangas sueltas que traes, no es así? — señalo Ciel
— Si, aquí la tengo — dijo sacando una aguja de una de sus mangas — aunque es usada en la medicina oriental
Todos en la sala exclamaron con sorpresa, acusando a Lau de ser el asesino de Phelps, y que si no había simplemente ido a destruir las evidencias.
Pero el dilema del asesinato en la habitación cerrada nuevamente estaba presente, aunque Lau fuera sospechoso, como podría haber entrado a la habitación cerrada del conde, la cual era la más grande de la mansión y constaba de 4 secciones, entre el salón, el dormitorio, el vestidor y el baño privado. Solo había una entrada, y no había modo de entrar y salir por las ventanas, ni un hombre tan delgado como Lau cabria en los ductos de ventilación.
— Además tengo una coartada para la hora en la que Siemens fue asesinado, vaya conde, no era necesario que te desquitaras conmigo
— No necesito oír eso de aquel que ordenó mi confinamiento,
— No hay manera de que alguno de nosotros pudiera haber asesinado a los tres, aunque Sebastian estuviera trabajando con el asesino — dijo la shinigami comiendo un pastelillo — Es una lástima, ahora que Sebastian no está ya no podré comer estos pastelillos tan deliciosos. Definitivamente los dulces que preparaba Sebastian eran los mejores de Inglaterra. — suspiro con decepción
— La señorita Jill tiene razón — murmuró Arthur pensativo
— ¿De que están hablando ustedes dos? — pregunto Woodley
— Es simple — respondió Arthur sacando una hoja de su chaqueta.
Dibujó una tabla, en la cual puso a todos y cada uno de los que estaban en la casa en la primera columna, y puso a los tres que habían muerto en el encabezado de las primeras filas, fue tachando los espacios correspondientes de cada uno de los que teníamos una coartada en cada asesinato, a excepción de Ciel y Arthur, todos eran sospechosos de ser el asesino de Sebastian.
— ¡Si es imposible para una sola persona hacerlo, en ese caso las personas que vinieron como pareja son las culpables! — Exclamo Woodley señalando a Keane y a Irene
— ¡Estás loco! además de estar atrapado aquí me estás tratando como un criminal! — exclamó el señor Grimsby
— ¡Ya he tenido suficiente! — gruñó Woodley golpeando la mesa — Como si me fuera a quedar en este lugar de todas formas!
— En estas circunstancias te pediré que te abstengas de actuar por tu propia cuenta — le dijo Ciel tranquilamente dándole un sorbo a su te.
— ¡¿Tu estas diciéndome eso?! Tú eres el único que...
— ¿Soy qué? — lo desafió Ciel con la mirada.
— Ahora entiendo... fuiste tú el que realmente planeo esto desde el principio! — le reclamo — Tu querías acabarnos a todos y por eso nos reuniste aquí! ¡TU, PERRO DE LA REINA! — vociferó alterado — Me voy a casa, no dejare que me asesinen
— Por favor espere — Arthur trató de detenerle — Es imposible salir con esta tormenta
— ¡NO VOY A SEGUIR LAS ORDENES DE UN SIMPLE DOCTOR! — gruñó lanzándole un golpe, que dio de lleno en el mentón del joven escritor, cayó sobre la mesa por la inercia del golpe, todos los platos y las tazas cercanas salieron volando en todas direcciones, el contenido de una de las tazas de té se derramó sobre las prendas de Jill.
— Woodley, soy yo el que te ordena que te sientes — le dijo Ciel con un tono autoritario.
— ¡NO.…NO ME ESTES DANDO ORDENES!
Woodley intentó golpear a Ciel, en ese instante Tanaka lo tomó del brazo y lo derribó, doblando su brazo hacia su espalda y colocando una rodilla encima de su cuerpo.
— Disculpe amo Woodley, pero si alguien intenta hacerle daño al joven amo en esta mansión, no importa quien sea, estos sirvientes no tendrán piedad con ellos— murmuró Tanaka.
Todos se quedaron helados al ver a Woodley sometido por el mayordomo anciano. Y la mayoría de ellos no había visto el movimiento de Tanaka.
— ¿acaso eso no es el Baritsu de Japón? — murmuro Lau con sorpresa
Arthur parecía emocionado, posiblemente se le había ocurrido algo más para sus historias, pidiéndole a Lau que le contara más cosas acerca del Baritsu que mencionaba. Ciel permaneció tranquilo, indicándole a Tanaka que había sido suficiente.
Ahora que Woodley estaba un poco más dócil, Ciel decidió que sería Arthur el que guiara los movimientos que se harían a partir de ese momento, ya que, de acuerdo a su tabla, él era único que no era sospechoso de ninguno de los asesinatos.
— ¿Yo? — pregunto Arthur confundido
— Sí, de verdad que no quiero a un asesino rondando los alrededores de mi mansión — agrego Ciel — espero que los demás estén de acuerdo en que el señor conocedor de las palabras guíe nuestros pasos a partir de ahora
— No tengo problema en ello — respondió Jill terminando de secarse con un pañuelo que Tanaka le había ofrecido, pero la mancha aún era visible, y su falda estaba empapada
— Por nosotros no hay problema tampoco — murmuró Irene
— Entonces, está decidido, de todas maneras, tenemos tiempo antes de que esta tormenta termine, suficiente como para acorralar a ese criminal — dijo Ciel sonriendo ampliamente. — ¿No lo cree así Señor conocedor de las palabras?
Arthur se quedó mudo por la inocencia de la sonrisa de Ciel, eso sería algo que recordaría para toda la vida, recordaría a aquel niño de trece años, tan frío como un témpano, sonreírle en mitad de la pesadilla que se estaba llevando a cabo en una mansión que simplemente parecía embrujada.
