¡Actualización de la semana!
Su castigo había terminado, solo tendría que hacer una recolección mas y podría volver a casa, había esperado eso por tantos meses.
Pero no contaba con un pequeño problema durante su última recolección, la presencia de Charles Grey, esta vez no podría evitarlo tan fácilmente, tendría que pelear con él, pero… que puede hacer un humano contra la muerte.
Capítulo 29 - Ir contra las reglas
Sebastian atendió inmediatamente sus obligaciones en cuanto regresaron a la mansión, y presentó a Snake como el nuevo mensajero de los Phantomhive antes de comenzar con los preparativos para el almuerzo.
Soma, Agni y Lizzy habían llegado con ellos desde el cementerio, y estaban reunidos en la sala de espera, bebiendo té mientras aguardaban a la hora del almuerzo, y charlaban de lo sucedido los últimos días.
— Es una pena que esta sea la última comida que puedas disfrutar con nosotros — le dijo Ciel a Jill
— ¿Eh? ¿Pero por qué? — pregunto Lizzy confundida
Jill fulminó a Ciel con la mirada, lo había hecho a propósito.
— Lo lamento lady Elizabeth, pero he prolongado mucho mi estadía en este lugar, debo regresar a casa
— ¡Pero! — protesto — ¿de verdad te tienes que ir ya? ¿No puedes quedarte más tiempo?
— De verdad lo siento, Ciel ha sido muy amable conmigo estos meses, y se lo agradezco mucho, pero debo regresar a mi hogar, sabíamos que este día llegaría tarde o temprano.
— ¿Cuándo te iras? — pregunto Lizzy con ojos llorosos
— Esta noche — respondió Jill
— ¡Eso es muy pronto! No podremos hacerte una fiesta de despedida — sollozo
— ¿Por qué no hacemos una ahora? — pregunto Soma — también para celebrar que el kansama (mayordomo) de Ciel está de nuevo con nosotros, Agni puede ayudarnos a preparar todo
— No es necesario — manoteo Jill apenada
— ¡Ciel, vamos a hacerlo, anda, di que sí! — Exclamo Elizabeth entusiasmada
Ciel sonrió con malicia, y llamo a Sebastian por medio de una campanilla, el mayordomo atendió de inmediato, Ciel le dio sus nuevas órdenes de preparar todo para hacerle una despedida a Jill, el mayordomo asintió y salió de la habitación, seguido por Agni. La shinigami suspiro con resignación, cuando Lizzy se proponía algo, no había manera de detenerla.
Lizzy saltó de alegría, tomo a Jill de la muñeca para llevarla a su habitación, diciéndole que ella se encargaría de que estuviera hermosa para la fiesta. La pobre peli azul no pudo evitar sentir un escalofrío recorriendo su columna, por supuesto que le aterraba la idea de que fuera igual que Madame Francis.
La hora de la comida marco el inicio de la fiesta, Lizzy había obligado a Jill a usar el vestido que Nina confeccionó para ella, argumentando que no había tenido la oportunidad de vérselo puesto. Se hizo cargo de peinarla y de maquillarla, afortunadamente para Jill, era un maquillaje ligero y discreto.
Todos estaban reunidos, el resto de los sirvientes también estaban sorprendidos de su repentina marcha.
Fue una tarde agradable, deliciosa comida, agradable música en un elegante gramófono. Incluso un pequeño baile al compás de la música, Sebastian la saco a bailar a ella para acompañar a su joven amo en la pista.
— Por hoy ignorare la situación — dijo Ciel restándole importancia
— Sebastian y Jill hacen una linda pareja de baile, ¿verdad Ciel? — exclamó Lizzy feliz
— Espero no le moleste bailar con un mayordomo, mi Lady
— No es que yo pertenezca a una alta cuna — respondió Jill apenada
— Me alegra ver que las clases de baile han servido para el joven amo — se burló Sebastian viendo bailar a Ciel — Por lo menos sé que soy bueno enseñando, así que espero pueda seguirme el paso, lady Sutcliff
— ¡¿Que pueda hacer que?! — exclamo
Sebastian la condujo al centro del salón, Lizzy no pudo evitar exclamar que Jill lucia hermosa mientras bailaba, a pesar de su inexperiencia, Sebastian la guío pacientemente, Jill simplemente se dejó llevar, grabando en su memoria aquel día, y el tiempo que paso en el mundo humano por un ridículo castigo, el tiempo que convivió bajo el mismo techo que un niño de 13 años de mirada fría como adulto, y un Demonio que hacia el papel de un mayordomo.
La noche cayó demasiado pronto, los invitados pasaron la noche en la mansión Phantomhive, pero ninguno de ellos la vería por la mañana. Dejo su habitación en orden, y se despidió de Ciel antes de que se retirara a dormir.
— Puedes volver a la mansión si tienes oportunidad — le dijo apenado — siempre y cuando no traigas problemas contigo
— Gracias, eres muy amable — le sonrió — tendré tu oferta presente, descansa
— Te deseo suerte de regreso a tu mundo — el joven conde entro a su habitación, agitando la mano en señal de despedida
Jill asintió y tomo sus cosas para salir de la mansión, subió al tejado, observando el espeso bosque que se extendía ante ella, iluminada solamente por la luna llena. Sebastian se aproximó a ella con pasos ligeros.
— Es hora — murmuro la shinigami — de verdad agradezco que no me atacaras en todos estos meses — bromeo — será raro volver a mi normalidad
— Será aburrido sin su presencia, Lady Sutcliff — respondió sonriendo de medio lado — el joven amo parecía disfrutar con su presencia
— Tampoco es que vaya a desaparecer para siempre, recuerda que esta es mi zona de recolección, mía y de Grell
— Preferiría que fuera solo usted la que nos visite de manera ocasional
— Eres muy cruel con Grell — suspiro — extrañare molestar al pequeño Conde — sonrió mirando a la luna — Hasta que nos veamos de nuevo, Sebas-chan — Jill llevo su mano a la frente haciendo un saludo militar, se despidió y saltó del tejado.
Se alejó rápidamente por el frondoso y frio bosque, tenía una larga distancia que recorrer aun, tenía que alcanzar un carruaje que había salido clandestinamente de la prisión de Londres, trasladando un prisionero que no llegaría en cuestión a su destino.
Llego al sitio de su recolección antes de tiempo, subió a un árbol para esperar, la luna iluminaba el sendero debajo de ella, escucho los cascos de un caballo y las ruedas de un carruaje, estaban cerca. Visualizó el carruaje tirado por dos caballos a lo lejos, aproximándose a gran velocidad, en los asientos del conductor venían dos personas vestidas con atuendos de la policía metropolitana de Londres, y detrás de ellos, de pie sobre el techo del carruaje, se encontraba una tercera persona vestida de blanco sosteniendo una espada, Jill bufo con frustración, esa manera de pararse, esas vestimentas, sin duda se trataba del conde Charles Grey.
— Justo lo que me faltaba — gruño colocándose sus anteojos, esperando a que el carruaje pasara debajo de ella.
Pudo observar el cinematic record que salía del carruaje, la hoja ensangrentada de Grey también le indicaba que Woodley yacía muerto al interior de aquel carruaje, salto en el momento justo, cayendo detrás de Grey, dándole completamente la espalda, los acompañantes estuvieron a punto de detener el carruaje, pero Grey les ordeno que continuaran. Jill intentó ignorarlo mientras analizaba el cinematic record.
— Sinceramente no esperaba verte de nuevo — dijo levantando su espada contra ella — es que acaso ese "perro" te ha enviado a buscarme
— Solo estoy aquí por asuntos meramente profesionales — respondió sin inmutarse sin dejar de analizar el récord — Carl Woodley, muerto el 15 de marzo, a la 1:50am, causa de muerte, trauma cerebral provocado con un arma afilada, sin comentarios adicionales — murmuro colocando el sello en su libreta, y clavando la katana en el techo del carruaje con demasiada facilidad como si se tratara de papel, rozando el cadáver de Woodley para cortar el record, y separar el alma del cuerpo. — bien creo que he terminado aquí — suspiro quitándose sus gafas para guardarlas junto con su libreta.
— ¿Enserio piensas que simplemente te puedes ir?
— Sinceramente… si lo pensaba — respondió sin dejar de darle la espalda — la verdad es que no tengo ganas de hacer horas extraordinarias
Grey apretó los dientes con molestia, atacándola con su espada, Jill simplemente se agacho para esquivar el ataque.
— ¡Grey! — lo llamo uno de los conductores, Jill logro distinguir a su compañero de cuando fueron a la mansión
— ¡No interfieran! ¡Y no se atrevan a parar el carruaje! — les advirtió
— ¿Enserio piensas pelear en un carruaje en movimiento? ¿No te parece arriesgado? — pregunto la shinigami
— ¡Deberías de estar más preocupada por ti! — le advirtió atacándola de nuevo.
Jill se limitó a esquivar los ataques, quedo en el filo del carruaje, suspiro con fastidio, parecía que simplemente no podría irse y ya, tendría que pelear para poder marcharse. Jill bloqueo uno de los ataques con el dorso de la katana, haciendo que saltaran chispas, Grey la miro con sorpresa, no esperaba que la chica pudiera contener el ataque con tanta facilidad.
El carruaje paso por un árbol de ramas bajas, Jill saltó sobre Grey sujetándose de una de estas ramas lo suficientemente gruesa para soportar su peso, dio un giro completo, plantándole un fuerte golpe en la espalda baja, derribándolo del carruaje, quedo unos momentos suspendida, antes de soltarse para aterrizar a un par de metros del conde derribado.
Grey se incorporó con su traje completamente cubierto de polvo, y visiblemente aturdido por el golpe que se acababa de dar.
— ¿Aun quieres continuar? — le pregunto Jill
No obtuvo respuesta, Grey se abalanzó directamente sobre ella, sus ataques eran completamente impulsivos, predecibles y lentos, para nada parecido al baile a muerte que había tenido con Sebastian. Grey lazo una estocada de arriba a abajo, Jill bloqueo el ataque con el cuerpo de la katana con demasiada facilidad.
— ¿Por qué rayos eres tan fuerte? — gruño — ni siquiera te estás tomando esto enserio!
— No amerita que me tome las cosas tan enserio! — respondió suspirando con fastidio
— ¿A que fue a lo que te envió ese maldito perro?!
— Ya te lo dije, no estoy aquí por Ciel, solo, fueron asuntos meramente profesionales
— ¿Quién eres tú en verdad? — gruño — ¿de verdad esperas que me tragué la mentira que se inventaron ese perro y tú para la fiesta!? ¿Una cronista? No sé qué tan estúpidos tuvieron que ser los demás para tragarse tal mentira tan forzada
— Esperaba que también hubieras creído aquella mentira — suspiro — parece que dos semanas de tortura con Sebastian, no sirvieron de nada al final — se lamento
Grey gruñó lanzándose contra ella, se estaba haciendo tarde, si no se daba prisa la reñirían, no quería soportar regaños apenas regresara, sujetó su katana con ambas manos, blandiéndola contra Grey. El filo de la Death Scythe partió con facilidad la hoja de la espada del conde, aquella katana era la guadaña de la muerte, aquella cuyo filo todo podía cortar como si fuera de papel, obviamente la espada de Grey no era rival para ella.
— ¡Que demo…! — exclamó impactado — ¡que… que eres tú! — palideció mirándola a los ojos
— Ahora entiendes por qué no puedes ganar — sonrió la shinigami — un humano no puede ganarme
Grey retrocedió un par de pasos, era claro lo que estaba viendo reflejado en los ojos de la joven, lo mismo que Arthur había visto en ella, eran los ojos de la muerte. Jill se aproximó al lentamente, clavando su katana en el hombro del conde, un brillo invisible para los ojos humanos cubrió la hoja. Y un fragmento de un cinematic record salió de la herida.
— ¿Entonces me mataras aquí? — gruñó, conteniendo sus gemidos de dolor
— Lamentablemente para mí, no, no puedo hacer eso, o me llevaría una gran reprimenda de parte de mis superiores — suspiro con resignación — pero conoces mi verdadera identidad, aunque nadie te creerá que peleaste con la muerte y que fuiste derrotado por una mujer, aun así, podrías tomar represalias contra Ciel nuevamente, y eso, no puedo permitírtelo, bastantes problemas causaste estos últimos días
Jill uso su fuerza para arrojar a un lado a Grey, en ese momento, los otros dos sujetos regresaron para apoyar, Jill suspiro con fastidio, lanzando un par de ataques rápidos en contra de ellos, sacándolos de combate de inmediato. Un cinematic record broto de aquellas heridas también. No tenía interés alguno en sus vidas por el momento, solamente buscaba un fragmento en específico, cuando lo encontró, uso su Death Scythe para alterar aquellos recuerdos y destruirlos.
Tomo su libreta e hizo una anotación especial, aunque sabía que aquello le granjearía un enorme regaño, alterar un record era en contra de las reglas, pero su identidad estaba expuesta,
Se marchó dejando los tres cuerpos ahí tirados, cuando recobraran la conciencia, no recordarían absolutamente nada de ella, ni de lo sucedido ahí.
