Write what you know.

Andy estaba paralizado, no pudiendo creer su suerte de encontrarse con su gemelo justo en ese lugar, quien antes de que su hermano siquiera considerara justificarse, miró a su alrededor y corrió hacia la chica para levantarla. Andy estaba desconcertado, así que lo único que pudo hacer fue poner su cuerpo en piloto automático para obedecer las indicaciones de Andrew sobre llevar a la chica a un cierto callejón que había visto antes de llegar ahí. Sujetando el cuerpo de la chica como si tan sólo estuviera desmayada, ambos gemelos actuaron tal cual estaban acostumbrados ante cualquiera con quien se encontrasen y se refugiaron en el mencionado callejón. Anduvieron hasta la orilla y dieron vuelta a la estrecha esquina, depositando el cadáver tras el contenedor de basura y ocultándolo con las bolsas llenas desperdigadas para finalmente intercambiar miradas. La expresión de Andrew era oscura, razón por la que Andy la evitó.

— ¿Qué mierda, Andy? ¿En serio? ¿En plena calle?

—No lo pensé en su momento —espetó Andy, que extraño que sólo se sintiera avergonzado por su falta de discreción y no por el hecho de que acababa de asesinar a una persona.

—Bien, mira. No importa ahora, debemos pensar en algo rápido. Si nos atrapan con las manos en la masa iremos directo a la cárcel ya que no somos considerados menores de edad más. Esperemos que nadie te haya visto asfixiando a esta perra.

—No tenemos coche, tuvimos suerte de trasladarla hasta aquí sin levantar sospechas.

—Pero no me siento cómodo dejándola aquí tirada, no sabemos qué día recojan los desechos en este lugar. Y sinceramente me da dolor de cabeza sólo pensar en volver aquí en la noche. Tendríamos mucha suerte de que ningún vagabundo ya la haya descubierto para entonces.

— ¿Qué traes en esa mochila?

—Gasas y trapos de limpieza, alcohol, desinfectante, guantes de goma. Bolsas de plastico gruesas y cuchillos pero… carajo, no podemos descuartizarla en este lugar, llamaremos la atención. Y para poder trasladarla en esta misma mochila será difícil aunque la cortemos en varios cachitos.

—Entonces pues… —Andy prefirió no cuestionar a su hermano por ahora—, sólo cortemos la piel de su garganta para evitar que rastreen mis huellas dactilares. A la mierda el cuerpo.

— ¿Alguien sabe que saliste con ella?

—No sé, no sé, no sé —repitió Andy al borde de una crisis—. Pero puedo negar todo, negaré siquiera que la he visto hoy. Diré… que no la encontré cuando acordamos nuestra cita.

—Por eso te dije que no fueras impulsivo, maldito imbécil.

— ¡Esa perra me pidió matar a Ashley!

—Baja la voz —gruñó Andrew comenzando a sentirse estresado—. Bien, llevémonos la piel de su cuello por ahora y salgamos aquí. Si tenemos suerte, nadie la encontrará hasta que tengamos armado un plan.

Andrew sacó los utensilios necesarios de su mochila, colocándose un par de guantes para maniobrar el cuerpo sin dejar rastro de sí mismo. Rompió algunas bolsas para proteger lo más posible el suelo sobre el que seguro salpicaría mucha sangre. Con una navaja realizó un corte fino alrededor de todas las marcas moradas y cuando Andy intentó acercarse para apreciar su trabajo, Andrew lo reprendió dándole una palmada en la pierna antes de continuar.

— ¿Qué? ¿Por qué fue eso?

—No tienes un cambio de ropa y las heridas que haré en su garganta serán muy escandalosas, yo intentaré mancharme el suéter solamente para quitármelo cuando nos vayamos de aquí. Sé útil y mejor vigila que nadie se acerque mientras trabajo.

Refunfuñando como seguramente habría hecho Ashley en su lugar, Andy se movió por el callejón para hacer justo lo que le fue solicitado. Debía existir algún dios del caos que adorara divertirse a costa de las actividades ilícitas de su familia, ya que no parecía que alguien fuera aparecerse por ahí pronto para arruinarles su retorcida labor. El barrio seguía igual de quieto que cuando llegaron, se preguntó la clase de imbécil que era su difunta cita para llevarlo a un lugar como este. ¿Nunca consideró que podría matarla? Realmente he sido así de blando, ¿uh? pensó con decepción. El mayor de los gemelos dio un par de vistazos hacia el interior para asegurarse que Andrew no necesitaba su ayuda antes de enfocar toda la atención a los sonidos del lugar, de vez en cuando asomándose disimuladamente fuera del callejón y mirando las ventanas de las casas para cuidar que no estaban siendo observados. Unos minutos más tarde mientras un auto recorría la carretera, Andrew lo llamó desde su posición, todavía limpiándose la sangre que manchó su rostro; ya no estaba usando el suéter y no estaban las bolsas rotas.

—Hey, ¿cómo me veo?

—Como si acabaras de comerte algún animal en crudo.

—Maldita sea. —Andrew siguió frotándose el trapo con alcohol con el que pretendía disfrazar el olor metálico. Y Andy, cansado de no hacer nada, tomó el trapo para limpiarlo, fue una acción que sorprendió a Andrew pero no se resistió.

—Listo. ¿Dónde está ella?

—En el fondo del contenedor con todas las bolsas de basura encima y le robé por si acaso. El resto de las cosas las tengo en mi mochila de modo que no manchen.

Presurosos, los gemelos Graves salieron con naturalidad del callejón y anduvieron sin ninguna novedad por el lugar. Andrew de vez en cuando inspeccionaba sus ropas para asegurarse que no quedaran restos carmines en su pantalón o zapatos mientras fumaba un cigarrillo, antes de que Andy se uniera a él en su costumbre de expulsar humo. Aquello había consumido su día, por lo que sin mediar palabras decidieron esperar por Ashley en la parada de autobús, quien contenta de ser recibida por ambos, se lanzó abrazarlos. Sin embargo, Ashley no tardó en intuir que algo pasaba cuando se percató de la forma en que Andy temblaba dentro de su abrazo.

— ¿Qué tienes?

—Yo…

—Te lo diremos en otro lugar, Ley —intervino Andrew antes de que su tan odiado gemelo fuera a delatarlos en público—. ¿Les apetece ir al parque donde todo comenzó?

Aunque un tanto incrédula por la petición Ashley asintió y Andy suspiró pesadamente, al parecer resignado por lo que ocurría. En total silencio los tres avanzaron hasta el sitio sugerido, ya que la menor de los Graves ni siquiera se molestó en deshacerse de la mochila a pesar de que el edificio de su departamento quedaba de camino. El parque cerca del viejo almacén (derribado hace mucho tiempo) no solía ser ocupado por nadie a esas horas, podría ser considerado un lugar abandonado por los residentes de las cercanías debido a su pésimo mantenimiento, así que la quietud abrazó a los hermanos el resto del tiempo, al menos hasta que seleccionaron una zona donde acomodarse. Ashley se dio cuenta de que Andy todavía temblaba, alternando su mirada entre el suelo y la mochila que Andrew cargaba sobre su espalda, le generó ternura por lo que lo tomó de la mano suavemente. Sin embargo, contrario a lo que se esperaría de esta situación, fue el menor de los gemelos quien habló.

—Si supieran que este es nuestro último día y mañana alguno de nosotros se irá. ¿Qué les gustaría hacer hoy para compensar esa inminente separación?

La repentina pregunta hizo que las facciones de sus dos acompañantes se alteraran de inmediato. Ashley apretó la mano de Andy, horrorizada por el escenario presentado, pues el sólo imaginarlo había creado una sensación devastadora que se tragó cualquier pensamiento positivo que pudiera exponer. Ella que no se enorgullecía de enlistar lo peor de cada momento desagradable, alimentado por sus deseos suicidas, una idea así conseguiría que quisiera vomitar si profundizaba en ello más de lo que debería.

— ¡No digas eso ni en broma, Andrew! ¡Una cosa así no la pienso aguantar! ¿Por qué siquiera sacarías el tema? ¿¡Finalmente te volviste loco!?

—Andy asesinó a alguien hoy, a sangre fría.

— ¿Lo hiciste? —El horror de Ashley fue intercambiado por la curiosidad cuando devolvió la vista al gemelo que yacía a su lado, quien desvió la mirada antes de poder cruzarla con su hermana.

—No sé qué demonio vengativo me poseyó, yo… no creí que acabaría matándola —confesó Andy frotándose el rostro con su mano libre, la cual ni siquiera estaba sudorosa, eso lo molestó.

— ¿Quieres decir que mataste a la desvergonzada con la que saliste? —Ashley podría haber estado riéndose si no siguiera causándole conflicto lo que Andrew había dicho para iniciar con la conversación—. Si era una perra tan fea, no debiste forzarte a ser lindo con ella, Andy.

—No es eso, ella… simplemente no me gustó que hablara tan mal de ti. No… no recuerdo bien cómo fue pero… me pidió que te matara. Entonces se nubló mi mente. Realmente no estaba pensando cuando la ataqué. Sólo… apreté y apreté hasta que me di cuenta que ya había muerto.

La hermana menor no estaba segura cómo sentirse con lo que decía su hermano. ¿Una tipa simplemente le había dicho eso a Andy? ¿Acaso no estaba enterada de lo enlazadas que estaban sus existencias? ¡Tenían dos juramentos respaldándolos! Incluido uno de sangre.

—Sí, la vez que nos peleamos me di cuenta que eres del tipo que no puede detenerse cuando te sacan de quicio —comentó Andrew apretando entre sus dedos su quinto cigarrillo—. Como una bestia… te mueves por instinto, impulsado por tu último pensamiento. Quizás, como esa vez que te lanzaste sobre mí, el último objetivo en tu cabeza fue desaparecerla.

—…Es posible que sí haya pensado en darle una lección antes de perderme en un profundo río de odio —confirmó Andy.

—Poético —se burló Andrew antes de ponerse serio de nuevo—. Pero la prosa no nos salvará de un riesgo importante con un asesinato tan expuesto. Todavía no hemos resuelto el problema. Pero también sería complicado volver allá sin que llamemos la atención.

—…Lo siento.

—No lo sientas, la tipa se lo merece. Es una pena que no me haya encontrado yo con ella, le habría ejecutado una muerte lenta y dolorosa por cada atrevimiento. Ya quisieran todas las mujeres imperfectas del mundo llegarle a los talones a nuestra preciosa Ashley.

—Oh, dime más —dijo Ashley de pronto, sintiéndose rebosar de dopamina por elogio tan concluyente. Pero por mucho que al menor de los gemelos le hubiese gustado complacerla, Andy los interrumpió.

—Así que terminaré en la cárcel, ¿verdad? Eso es lo que estás diciendo.

—No, ¡no hay manera de que yo permita eso!

—Ashley…

—Es decir, nadie los vio directamente, ¿verdad?

—No pero dejamos el cadáver en un jodido contenedor de basura, tendremos suerte de que ningún residente del barrio lo encuentre antes que los servidores públicos. Pero de todos modos es un hecho que no es el mejor escondite —señaló Andrew.

— ¡Pues vayamos a ocultarlo apropiadamente! —Ashley se levantó de su asiento de un salto.

—No prestaste atención a lo que dije antes, ¿cierto? Volver aceleraría las posibilidades de ser atrapados, especialmente sin un vehículo propio. Por más que lo pienso, no se me ocurre nada para arreglar este asunto. Tuvimos suerte de llegar hasta aquí sin ser vistos. Todo lo que nos queda es esperar que no seamos vinculados con ella.

— ¡Pero…!

— ¿Por eso preguntaste qué nos gustaría hacer entre los tres si supiéramos que uno de nosotros nos será arrebatado al día siguiente? —Las conclusiones de Andy resultaron ser ciertas.

—Si.

Ashley sintió un hueco en el estómago que le suplicaba soltarse a llorar como la niña insegura que era en realidad pero no logró ceder a sus impulsos cuando Andy se levantó de donde estaba para aproximarse a su hermana pequeña y tomarla entre sus brazos. Esta vez no estaba temblando, su agarre había sido firme, más seguro de lo que fue nunca, cosa que también intrigó al menor de los gemelos que no acertó a reaccionar de ninguna manera cuando su hermano por fin habló.

—Yo quiero hacer cosas como estas, lejos de los ojos del mundo. Quiero… sentirme libre por completo por lo menos una sola vez.

— ¿Andy?

—Normalmente no lo sugeriría ni en un millón de años pero… esta vez es especial. —Separándose de su Leyley a regañadientes, la ardiente mirada que había mantenido solo para ella se rompió un momento para dirigirse a su gemelo—. Andrew, propongo una tregua.

— ¿Qué tienes en mente, hermano?

—Sólo necesitamos una habitación y una cama grande. —Ashley tembló con nerviosismo ante lo que Andy sugería y los ojos de Andrew se estrecharon interesados—. Si están dispuestos, no volvamos a casa de nuestros padres esta noche.

—No me gusta ser la voz de la razón pero eso sumaría más a las sospechas.

—Si voy a terminar pudriéndome en una celda, quiero hacerlo satisfecho de haber disfrutado de las cosas que por terquedad me perdí cinco años enteros.

—En ese caso por mí no hay problema, acepto.

— ¿Y tú, mi amada Leyley? —Andy acarició a su hermanita con dulzura, como si fuera a desintegrarse por presionar demasiado la piel de su cara.

Ashley sentía su rostro arder, abrumada por el sin fin de sensaciones que aturdían su cuerpo. Estaba feliz de que Andy finalmente reconociera su profundo amor por ella y que dejara de reprimirse pero al mismo tiempo su proposición era tan abrupta que no sabía cómo responder. Apenas se había estado preparando mental y emocionalmente para aquello, sentía que no estaba lista aún para dar un paso tan grande, en especial con sus personas más preciadas. Si lo rechazaba quien sabe si tendrían otra oportunidad pero si lo aceptaba, se arriesgaba a cometer un error irreparable por culpa de su falta de confianza. Pero entonces entendió que aunque no confiara en sí misma, podía confiar en sus hermanos, ellos que eran las cosas más maravillosas de ese mundo.

—Andrew, ven. —El menor de los gemelos lo hizo y se sorprendió de que Ashley lo besara a él primero antes de besar a Andy, apretando las manos de ambos con determinación—. Me entregaré a los dos, por eso espero que sean gentiles y me cuiden bien.

Andrew se cubrió el rostro avergonzado por lo hondo que habían calado las palabras de su hermana en su cerebro y corazón. Andy se rascó una mejilla sonriendo con timidez, pues los latidos en su pecho eran tan fuertes que juró sus hermanos podían escucharlo. Y con la decisión tomada, los tres volvieron a ponerse en marcha. Mientras uno se daba a la tarea de comprar condones, los otros dos se encargaban de elegir un motel donde rentar una habitación, dispuestos a gastar más de lo que acostumbrarían en casos normales. Así fue como juntos se aventuraron a cometer uno de los crímenes morales más marcados en una sociedad y el más satisfactorio para ellos tres. Andrew y Ashley perdieron su virginidad esa noche y Andy se dio cuenta de que no iba a necesitar a otra mujer nunca más.