El resto de ese día Duo se la pasó encerrado en su habitación, después de todo era domingo, tampoco quiso hablar con nadie, cuando recibió un mensaje de Quatre, simplemente le dijo que no quería hablar, que se verían en domingo

De hecho, tampoco quiso hablar con Milliardo, por alguna razón ni siquiera quería pensar en él, en lo que hicieron, no le hacía sentir bien.

Por otro lado, Heero estaba todo preocupado, no dudó en llamar a Wufei y expresarle todas sus preocupaciones por Duo, sus tristes sospechas, Wufei estaba de acuerdo en que algo no andaba bien y le aconsejó que hablara con él, que no lo dejara solo

Entonces se decidió, fue a su habitación y llamó a la puerta, pero Duo no quería contestar, no deseaba verlo y mirar esos ojos sobre él, estaba enamorado y ya no podía seguírselo ocultando, por mucho que quisiera enterrar ese amor

— Vamos, tienes que salir —insistió el ojiazul

— Solo quiero descansar, déjame tranquilo por favor —respondió finalmente

Pero Heero no quería rendirse y no lo haría, así que insistió hasta que Duo se levantó de la cama y fue abrirle, estaba algo irritado

— Te dije que…

— Sin excusas —respondió, sujetándolo del brazo lo jaló— Vamos afuera

— No quiero

— Vendrán nuestros papás y no pueden verte deprimido ¿Qué te sucede? Puedes contármelo

Duo lo miró fijamente, Heero no solía hablar mucho, pero se le notaba muy preocupado por él, eso lo hizo sentir una linda calidez, pero también tristeza

— ¿Por qué te preocupas tanto por mí? —preguntó con timidez, agachando la cabeza

— Eres mi hermano —respondió lo lógico, aunque en el fondo deseaba decir algo más

Sin saberlo, Heero hizo que algo en el pecho de Duo se quebrara, sintió deseos de llorar, su hermanastro le dijo antes que le gustaba, ahora simplemente el estatus familiar se antepuso a su respuesta y lo hizo sentir diminuto

— No somos hermanos de verdad, no te debe importar —dijo indignado, dispuesto a volver a entrar a su habitación

Pero Heero se lo impidió, volvió a sujetarlo del brazo y lo jaló hacia él, le dio un fuerte abrazo que dejó helado a Duo

— Y es porque también te quiero —confesó sin timidez, aunque quiso decir la palabra amor, pero se sintió agotado, en su interior sabía que no podía decir eso a la ligera

El corazón de Duo latió tan deprisa que sintió que podía morir en cualquier momento, el cuerpo cálido de Heero, esos fuertes brazos que le decían a gritos que todo estaba bien. Sintió los ojos humedecidos y los cerró con fuerza, abrazándolo de vuelta

— Deja de atormentarme —susurró, derrotado, triste, con la angustia aplastándolo hasta lo profundo de su ser, sufría y el otro no se daba cuenta

Heero lo separó y le miró a los ojos, hubo silencio, angustioso y no incómodo, pero se sintió eterno, cualquiera de los dos habría esperado un primer beso, pero no lo hubo, solo la oscuridad en torno a dos personas que no debían amarse

— Déjame acercarme a ti —pidió Heero

Duo simplemente calló, luego agachó la mirada y asintió, sintiendo deseos de llorar, sintiéndose patético, ¿desde cuando era así? Tan débil, tan melancólico

— Vamos —pasando el momento de mutuo confort, Heero sacó a Duo de la casa

Fueron primero por un helado, al ojiazul no le gustaba mucho el dulce, pero conocía los gustos del otro, sabía que a él sí, Duo comió su helado en silencio, pensando si haber aceptado fue bueno

No se hablaron mucho, no había muchas palabras que pudieran decirse, pero poco a poco la incomodidad se fue, el trenzado sintió que comenzó a tener una conexión con Heero

Aunque ya no eran un par de niños, fueron al zoológico, eso subió los ánimos de Duo, compró comida para los patos y para los monos. Heero sonrió casi imperceptiblemente al verlo tan relajado, era como ver a un pequeño disfrutar de algo tan simple

— Mira, es tan linda —señaló una jirafa

— Lo es —respondió mirándolo de reojo, admirando su infantil rostro

Llegó la hora de la comida, compraron un par de hotdogs mientras avanzaban hacia la salida

— ¿Qué quieres hacer ahora?

— Nada en especial —respondió Duo

— Tengo una idea —pensó en algo

Cuando terminaron su comida, Heero sujetó la muñeca de Duo y lo llevó con él, tomaron un autobús sin que el trenzado supiera donde iban, pero al bajarse del bus lo vio, era una pista de patinaje

— ¿Y eso? —preguntó asombrado, él amaba patinar pero no sabía que Heero lo supiera

— Tu pasado cumpleaños, mamá y papá no pudieron traerte

Duo miró con asombro hacia Heero, no tenía idea que pudiera recordarlo, así que se sonrojó y sonrió en silencio. Entraron y rentaron un par de patines, aunque Duo amaba hacerlo, hace tiempo que no subía en unos y no era tan bueno, pero Hero tenía más equilibrio

— Si no puedes ve más despacio —aconsejó el mayor

Pero Duo se confió, intentó hacer una pequeña maniobra pero casi cae, Heero no notó y se apresuró a auxiliarlo, sosteniéndolo en sus brazos e impidiendo que cayera, sus cuerpos quedaron cercanos al igual que sus rostros y fue como si el mundo se hubiera detenido

— ¿Estás bien?

Duo solo asintió, Heero lo soltó poco a poco. Cerca de ellos un grupo de chicas los vio, pasaron por ahí y alcanzaron a escucharlas

— ¿Viste que lindos? A que son pareja —intentó hablar por lo bajo, pero fue oída por los dos, las otras chicas estuvieron de acuerdo

Heero y Duo compartieron una tímida mirada, luego se alejaron el uno del otro hasta que no estuvieron tan cerca, después de un rato continuaron como si lo anterior no hubiera pasado y siguieron patinando juntos

Se hizo un poco tarde, casi era de noche

— ¿Sabes? Supe que la feria está en la ciudad —dijo Duo con entusiasmo— ¿Vamos?

— Claro

Tomaron el metro que los dejó en la feria, había mucha gente, pero cuando superaron la fila y entraron, valió la pena, Duo compró un algodón de azúcar y Heero una banderilla, jugaron algunos juegos y luego caminaron, casi como si fueran una pareja

— Hola chicos —saludó de pronto una voz de mujer

Los hermanastros voltearon y vieron a Relena con sus amigas, se sintió incómodo

— Hola —respondió Heero, serio

— Es bueno ver que se llevan bien —comentó la chica, Duo no entendió su comentario pero Heero sí, porque le dijo que no se llevaban bien a pesar de ser hermanos

— Estás en mi clase —habló Duo

— Sí, hola Duo —saludó amigable— Les quiero presentar a mis amigas, ellas son Dorothy, Hilde y Katherine

Duo miró a la chica que se llamaba Hilde y sintió un poco de tristeza, la chica no entendió porque la veía de esa forma, pero a ella le gustaba Duo y se sintió tímida

— ¿Qué pasa? —preguntó Relena cuando lo notó

— Mi hermana, se llamaba Hilde —respondió con tristeza Duo

Todos en la escuela sabían de la tragedia que vivió la familia de Duo, pues en el accidente donde sobrevivió, murieron sus padres y su hermana

— Lo siento —dijo la chica con el mismo nombre

— Oye, no es tu culpa —animó Duo, eso hizo sonrojar a la chica

Heero que sabía que a ella le gustaba él, no se sintió cómodo, pero no dijo nada sobre eso

— Bien, nos vamos —dijo el ojiazul, tomó a Duo de la mano y lo jaló, alejándolo de ellas

Duo se sintió muy avergonzado pero no se opuso, las chicas los miraron con asombro, no esperaban una respuesta así

— Es mi imaginación ¿o eso fue raro? —comentó Dorothy con mala intención

— ¿Raro? —preguntó Hilde

— Digo, ellos no son hermanos de sangre, viven bajo el mismo techo y pues…

— Cállate Dorothy —interrumpió apenada Relena— No imagines tonterías

Aunque nadie apoyó a Dorothy, tanto Hilde como Katherine pensaron igual que ella, eso puso muy triste a Hilde, pero a Relena esa insinuación le causó molestia.

— Espera —dijo finalmente Duo y se soltó, apenado— Nos están viendo raro

— Solo me importas tú —respondió honestamente, pero evitando mirarlo a los ojos

Duo sintió bonito de oírle decir eso, pero también sintió pena, Heero estaba muy lindo con él ese día y sabiendo el antecedente, se sentía cohibido, además de que también le gustaba, lo amaba y de eso ya no había marcha atrás

— Subamos ahí –señaló el trenzado la rueda de la fortuna

Heero tan solo asintió y ambos hicieron fila para subir, luego de dos turnos finalmente les tocó y se subieron a uno de los carritos, uno frente al otro, mientras subía el juego, Duo miró hacia afuera fascinado, la vista era muy bonita y todos abajo cada vez se veían más pequeños

— Duo —llamó Heero cuando el carrito se detuvo en lo más alto, el aludido volteó— ¿Qué sientes por tu novio? —preguntó mirándolo fijo

El trenzado se quedó callado, luego sin responder volvió a mirar hacia afuera

— No quiero hablar de él —suspiró profundo— Mira, que bella se ve la luna —miró con nostalgia, sin dedicarle una mirada a Heero, solo al astro en lo alto

Heero se acercó a la ventana de su lado, miró un instante la luna y luego miró a Duo, este se percató que lo observaba y volteó, quedándose helado, entonces Heero se levantó de su asiento y se sentó junto a Duo, él se giró hacia Heero

— ¿Qué pasa? —preguntó nervioso, tragando saliva

Pero Yuy no respondió, solo levantó su mano y la colocó sobre la mejilla de Duo

— Me preocupas —dijo sinceramente

El cuerpo completo de Duo se estremeció, simplemente agachó la mirada, luego sintió la otra mano de Heero que no estaba en su cara, sobre su mano, levantó los ojos y compartieron una eterna mirada, lo que pasó después les nubló los sentidos

Sin palabras ni otras acciones, cerraron los ojos al mismo tiempo y juntaron sus labios, Duo apretó con fuerza la mano que Heero sostenía. Se besaron lento y suave, el mundo entero desapareció por completo, los latidos de sus corazones temblando al unísono

— Pero ¿Qué estoy haciendo? —pensó Duo mientras sentía las caricias en su boca, la lengua que poco a poco le invadió y lo llevó más cerca de la luna de lo que estaba momentos atrás

Heero sintió el salado de las lágrimas ajenas en sus labios, pero aunque quiso continuar, solo sintió una fuerte mano en su pecho que lo empujó fuerte, abrió los ojos y se encontró con los de Duo, aterrados y llenos de angustia, mojados por el llanto

— No está bien, no es correcto —dijo preocupado, luego le dio la espalda, avergonzado— No vuelvas hacerlo, no más

— Perdóname —respondió con honestidad y culpa, amaba a Duo, pero no quería verlo sufrir ni angustiado— Volvamos a casa

— Sí —habló apretando el puño sobre su pecho, sin volver a ver a Heero

Terminó la ronda y bajaron del juego, sin volverse a ver a los ojos, salieron de la feria sin ir a ningún otro sitio, volvieron a casa en total silencio. Al entrar, Heero detuvo a Duo a media escalera

— Prometo no volverte a besar ni hacer nada que no quieras —dijo con voz seria, casi fría— Pero por favor, si te sientes mal, si tienes problemas, no dudes en buscarme, quiero ayudarte

Hubo silencio tras esas palabras

— Gracias por lo de hoy —habló finalmente y volteó a verlo, era la primera vez que se veían de frente tras ese beso— Te quiero, hermano —aquello último lo dijo para convencerse de que eso es lo que eran y nada más, pero decir esa palabra dolió tanto como toda su confusión y amargura

— También te quiero, Duo —respondió con sinceridad, pero él no quería verlo como hermano y jamás lo haría, pero dejaría que el trenzado fuera a su ritmo, algo le decía que también lo quería como algo más, pero seguro estaba muy confundido en esos momentos de su vida

Duo sonrió y luego se marchó a su habitación, sintiendo tanta vergüenza como hace tiempo no sentía, sacó su teléfono y quiso llamar a Quatre, necesitaba desahogarse, pero miró la pantalla y notó algunas llamadas perdidas, todas de Milliardo

Sintió que bastaba de salir con él, pero también sabía que era su pase de salida para dejar de pensar en Heero, en ese amor que lo estaba consumiendo y que no era correcto, aunque no fuese su hermano de sangre, aunque nada los unía, pero mientras vivieran bajo ese techo como hermanos, adoptados de los mismos padres, se sentía como que lo fueran realmente, solo hermanos.


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