Con esto acabamos la historia, gracias por llegar hasta aquí. Sólo me queda añadir un pequeño vistazo a lo que piensa Victoria.
Capítulo 11. Para Mí Sola – Victoria
Los días en la cabaña se me pasaron muy deprisa, tener a Diego para mí sola y que nadie viniera a interrumpir era una experiencia nueva que me resultó maravillosa. Le dije que aunque volviéramos a la hacienda tendríamos que buscar la manera de pasar tiempo a solas. Él me dijo que tenía mucha experiencia escabulléndose y que seguro que con un poco de práctica yo también lo conseguiría.
Uno de los días estaba calentando la comida y me di cuenta de que me miraba. Al principio sonreía, pero luego vi que estaba más serio, y le pregunté qué estaba pensando. Se sobresaltó un poco y apartó la vista, lo que me extrañó. Aparté la comida del fuego y me acerqué a él. Me pareció que disimulaba, así que me senté sobre sus piernas, sin poder evitar recordar la primera vez que lo hice y nos sorprendió don Alejandro.
"Dime en qué estás pensando." le pregunté con suavidad.
"Ya no tiene importancia." me respondió mientras me acariciaba la espalda.
"Pero quiero saberlo." insistí. Quería intentar entender un poco mejor lo que le pasaba por la cabeza, a veces creo que ha ocultado partes de él tanto tiempo que le va a costar mucho tiempo dejar de hacerlo conmigo.
Una de sus manos recorrió mi cuello y acabó acariciando mi mejilla, mientras me miraba a los ojos. "Me preguntaba si cuando viniste a verme después de que os lo contara ya sabías que podrías perdonarme."
Yo sabía que mi respuesta era muy importante para él. "Estaba muy confusa, en realidad lo supe cuando te enfadaste conmigo y me gritaste."
"No debí hacerlo." dijo él algo avergonzado.
"¿Por qué no? Yo te estaba gritando a ti. Me parece justo que respondieras." Eso le hizo reír y me alegré, porque a veces está demasiado preocupado por… bueno, creo que por todo.
"Fue como verte por primera vez, no al don Diego que finge que no puede hacer nada más por los demás, o a el Zorro que tiene que evitar que alguien averigüe quién es, sino al verdadero Diego."
"¿Aunque a veces tenga mal carácter?"
"Todos podemos tener un mal día, y el tuyo estaba siendo realmente terrible por mi culpa."
Él negó con la cabeza, con una sonrisa algo triste. "No fue culpa tuya, sino mía, por mentir tanto tiempo."
"Tenías un buen motivo para hacerlo, y lo que realmente me importó fue que dejaste de mentir. No escondiste que estabas enfadado, y luego fuiste sincero conmigo cuando dijiste que no podrías ser mi amigo porque me querías demasiado como para seguir fingiendo." Acaricié su rostro mientras notaba que me escocían los ojos y no acababa de encontrar palabras para expresar lo que sentía en ese momento. "Porque yo también supe que te quería demasiado como para dejarte escapar."
Esta vez su sonrisa sí era de felicidad.
"Además, no me gustó que tu padre nos sorprendiera, pero sí que por primera vez te sentiste lo suficientemente a salvo como para besarme sin importarte lo que pasara alrededor."
Tuve que volver a calentar la comida casi una hora después, pero mereció la pena.
FIN
